Morfeo y el cimarrón

 

Anoche no podía dormir, el calcinante clima del verano dos por tres me llega a perturbar de tal manera que me saca de mis cabales y me pone de mal humor, llegando perjudicar mi normal funcionamiento. Me daba vueltas y vueltas sin poder conciliar el sueño hasta casi de madrugada.
Al fin, sin saber cuando ni como, me dormí y tuve un sueño, de esos a uno no quiere despertar y extraviarlo. Morfeo me tomó en sus brazos y me llevó al limbo donde se nos permite trasladar a lugares remotos, reales o ficticios. Me vi en un lugar muy verde, con un árbol muy especial, distintivo, muy fácilmente reconocido por un uruguayo y que resaltaba en el paisaje. A lo lejos, a la sombra de ese árbol, una silueta se distinguía como una vieja foto familiar. 
Me fui acercando, con cierta curiosidad y ansioso por poder descifrar la identidad del individuo a quien creía conocer. Finalmente, al quedar frente a frente con el anciano de nariz aguileña, calvicie avanzada, pelo largo y canoso, que me ofrecía un humeante mate amargo con una seria sonrisa y una mirada bonachona, pude reconocer al padre de nuestra patria. Me senté a su lado y me puse a matear, en silencio. No hablamos ni una palabra por un buen rato. 
Me hubiese gustado hacerle tantas preguntas, pero no quise pasar por irrespetuoso y decir algo indebido, después de todo ¿quien sabe si la historia que nos contaron fue verdad? Dejé que el empezara la conversación y mientras cebaba me preguntó: 
-¿Vos sos uruguayo?
Y le respondí:
-Si, como usted. 
A lo que me contestó, mientras me ofrecía otro cimarrón: 
-No, yo nunca fui uruguayo, yo nací en la Banda Oriental, yo soy .... oriental; el Uruguay es un país inventado por los gringos, prosiguió dándome las explicaciones del caso con todo lujo de detalles, que yo no escuchaba muy atentamente porque me sentía abrumado por tal acontecimiento. 
La conversación nunca terminó porque el sueño se despertó y lo perdí de vista. 
Quisiera volver a ese sueño, mas que nada porque tengo una pregunta importante, que ahora me atreveré a hacer porque ya somos conocidos y tendré mas confianza. Quizás algún día, cuando menos lo piense volveré a la sombra del ombú a tomar mate con Artigas y preguntarle .... si el se siente, de alguna manera, culpable de los éxodos que afectan, cada tanto, a los orientales. Después de todo, el fue de los primeros que escogió el exilio voluntario. Y pensé en el ayer, en el día de mi exilio y en los años anteriores, cuando todo marchaba sobre ruedas... medias enclenques, pero pa' adelante ... los tiempos de "Como el Uruguay no hay ", de "Montevideo que lindo te veo", de los carnavales de antes y las vacas gordas ... antes de que los nietos de emigrantes empezáramos nuestro propio derrotero a tierras extrañas, en la moderna "redota artiguense".

Carlos Gretter

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