Análisis internacional…

La vigencia de Bismark
Washington Daniel Gorosito Pérez

¿Había usted oído hablar de Osetia del Sur y de Abjasia? ¿Sabía cual es la capital de Georgia? Hoy, Osetia del Sur y Abjasia integran el nuevo mapamundi como dos nuevos países independientes.

 

A comienzos del siglo pasado, Ambroise Bierce escribió que las guerras son las maneras que tiene Dios para enseñarnos geografía.

 

Sucede que un pequeño y para muchos ignoto país (Georgia) decidió ponerles orden por la fuerza a dos provincias separatistas aún más pequeñas y desconocidas (Osetia del Sur y Abjasia).

 

Esto provocó la desproporcionada reacción militarista de Rusia, que invadió Georgia sin ocultar el deseo de restablecer su dominio en la región y de mandar de paso una clara advertencia a otros países que han ido perdiendo el temor y el respeto al gigante del vecindario.

 

A raíz de esta crisis me he preguntado una vez más. ¿Para qué sirve una superpotencia? Si nos guiamos por lo que pasó en Georgia, parece que para no mucho. Allí, y una vez más, el poderío militar, tecnológico, económico y diplomático de Estados Unidos, no sirvió para proteger sus intereses. 

 

Georgia es un fuerte aliado de Estados Unidos, que a su vez considera al pequeño país un bastión en su lucha por promover la democracia y el libre mercado en el mundo.

 

Georgia es de los países que más soldados aportó a la coalición en la guerra de Irak. Su presidente Mijail Saakashvili apostó a que la alianza con la superpotencia  le protegería de la “brutal” Rusia de Vladimir Putin.

 

Se equivocó. Y para mal o para bien, el mundo tomó nota. Retar a la superpotencia ya no es tan peligroso, especialmente si se tiene mucho petróleo. Putin, Chávez y Almadinejad lo han demostrado últimamente.

 

Otra pregunta que me he hecho: ¿Es Osama Bin Laden más importante que Otto von Bismarck? No. Después de los ataques del 11 de septiembre , la interpretación generalizada fue que los principales retos a la seguridad mundial ya no emanaban de guerras tradicionales entre naciones, sino de agrupaciones como Al Qaeda.

 

Es decir, cambió a grupos armados y bien organizados capaces de operar internacionalmente y sin afiliación permanente a país o gobierno alguno.

 

Las ideas de  Otto von Bismarck, el llamado canciller de “hierro” alemán del siglo XIX según las cuales “el gran juego de ajedrez mundial” se define por el balance de poderes entre naciones condenadas a competir entre sí dependiendo de sus necesidades y su poderío militar, pasaron de moda.

 

Los grupos terroristas y no los Estados nacionales se volvieron el foco de atención de generales, espías, diplomáticos y políticos.

 

Pero como dijo Carlos Lozada, un editor del Washington Post, es irónico que un gobierno como el de George Bush, que comenzó en el 2000 insistiendo en que su máxima prioridad internacional era contener a Rusia y China y que después del 11-S reemplazó esa prioridad por la guerra mundial contra el terrorismo, concluya su mandato enfrentando a Rusia en medio del despliegue olímpico chino.

 

El episodio de Georgia, unido a las independencias de Osetia del Sur y Abjasia, no quiere decir que las amenazas simbolizadas por Osama Bin Laden hayan desaparecido.

 

Simplemente nos alerta que lo que describiera estratégicamente Otto von Bismarck para la geopolítica mundial no ha perdido vigencia. Ahora los tenemos a los dos.

 

También debemos reflexionar que una vez más durante la crisis de Georgia, todas las instituciones internacionales, así como las leyes y normas que en teoría sirven para contener guerras, fallaron.

 

Las consecuencias de esta extraña guerra del verano olímpico 2008 perdurarán y no tengo dudas que se sentirán más allá del Caúcaso.

Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez
e-mail: danielgorosito@prodigy.net.mx    

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