Análisis internacional…

La guerra perpetua
Washington Daniel Gorosito Pérez

Acabado el comunismo y finalizada la Guerra Fría, el mundo creyó encontrar el momento para decretar el fin de la guerra como método de resolución de conflictos y llegar a lo que el pensador alemán Emmanuel Kant denominó “la paz perpetua”.

 

Pero desde entonces, los bombarderos no han dejado de caer en diferentes partes del mundo los misiles, que callan pueblos, someten voluntades, corren fronteras e imponen ideologías. Las guerras de Irak y Afganistán son las más cruentas hoy en día, ambas amparadas bajo la lucha global contra el terrorismo.

 

El saldo de esas fatales intervenciones militares de una superpotencia como los Estados Unidos contra un enemigo del tercer mundo petrolero como Irak o exportador de Talibanes como Afganistán, ha sido catastrófico.

 

Los Estados Unidos y sus aliados no han podido imponer  la democracia en los desiertos inflamados de petróleo y de guerrilleros leales a sus creencias religiosas y políticas, muy lejanas al ideal democrático occidental.

 

El gigante estadounidense busca salir de esta guerra antes de que sea demasiado tarde. Pero el número de muertos crece. La destrucción de esos países no cesa. En Estados Unidos cada día más lápidas se esculpen con los nombres de los caídos en acción. El dolor crece ilimitadamente entre el pueblo.

 

Los candidatos presidenciales prometen devolver pronto a los muchachos a casa. Los votantes esperan con esperanza el nuevo presidente.

 

El recuerdo de Vietnam arde en los áridos desiertos iraquíes y afganos. Goliat es derrotado por David, pero la lección no se aprende.

 

En todas partes del planeta la guerra se asoma como el antibiótico para atacar todos los males. Sólo que en lugar de sanar, mata, destruye.

 

Georgia, otrora integrante de la desaparecida URSS, atacó Osetia del Sur que es pro-rusa hace unos días. Los rusos atacaron con tal ferocidad que la paz de esa parte del mundo estará en entredicho por largo tiempo.  Los rusos apoyan las provincias de Abjazia y Osetia del Sur.

 

Georgia clama por la solidaridad estadounidense a quien sus tropas acompañan en la “aventura” de Irak. La Unión Europea consiguió a  través de la mediación del presidente francés Nicolás Sarkozy un alto el fuego.

 

A pesar de esto y de la presión de Estados Unidos, Rusia no quiere retirar la totalidad de sus tropas del territorio georgiano.

 

Este país se venga del reconocimiento mundial a la independencia de Kosovo. El mapa mundial se mueve. El águila zarista rusa no permitirá que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), llegue a sus fronteras con la posible participación de Georgia en dicho pacto militar europeo occidental.

 

La guerra se enseñorea en el planeta. La resolución pacífica de los conflictos parece una metáfora sin dolientes.

 

China prendió la pólvora de los juegos olímpicos, pero continúa ocupando militarmente el Tíbet y violando derechos humanos por doquier.

 

En nuestra América las cosas no son diferentes. Se equivocó el maestro Arciniegas en su libro “entre la libertad y el miedo”, cuando dijo que aquí no habría más guerras

 

Los militaristas se creen triunfalistas y se arman para liberar hipotéticas batallas con sus hermanos. En Bolivia suenan sables y se habla de conspiraciones para escindir ese empobrecido y caótico país.

 

Perú recibe insultos de Bolivia y le habla duro a Chile. Los guerreros parecen querer disparar en Colombia y Venezuela. Ecuador no acepta disculpas de Colombia.

 

Huele a plomo mientras los deportistas en el otro extremo del planeta lucharon por el oro.

 

La guerra está viva, matar es un deporte extremo pleno de fanáticos. La paz perpetua cada día se ve más lejana.

 

Hasta el próximo encuentro…

Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez
e-mail: danielgorosito@prodigy.net.mx 

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