“Diez años sin Octavio Paz” |
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Soy hombre: duro poco |
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Octavio Paz, un
mexicano universal, nació el 31 de marzo de l9l4 y murió a los 84 años
de edad el l9 de abril de l998. Vivió durante un periodo revelador de
la historia de México. Navegó entre la turbulencia armada, las
reminiscencias maderistas y del golpe de Victoriano Huerta, el
ascenso carrancista y los primeros impulsos tanto del
ejército como del espíritu constitucionalista , en el otro
extremo, el fin del sistema y del siglo. Por ello Paz afirmaba
que era hijo de su siglo. Pensaba que
“la historia no es un absoluto que se realiza sino un proceso
que sin cesar se afirma o se niega”. Por su creatividad y amplitud de
miras universalizó el ensayo mexicano y dignificó a escala
internacional la presencia
cultural de las letras del país. Lo más importante de
su biografía intelectual
es corroborar como por la vía de la razón, pudo influir en la
transformación de su presente. Su tesis desprendida de la “tradición
de la ruptura” es una de las más fieles guías para comprender el
curso de su pensamiento.. No hay duda que ese siglo XX mexicano no sería
lo que fue si Paz no hubiera impuesto su autoridad moral entre el poder
y las letras. Demolía con un gran
impulso de rebeldía juvenil lo que consideraba opresor. Al paso de los
años cultivó el fervor por la izquierda y el comunismo y tuvo el valor
de rectificar a pesar del cerco totalitarista de los “ideólogos
“ y de los devotos de la ortodoxia política. Consciente como pocos de
su poder personal, de su capacidad de influencia, del efecto
controversial que provocaban sus ideas, Paz concentró de manera
temprana su fortaleza en el poder de las mismas, el acierto de su prosa
y la oportunidad de sus juicios principalmente políticos. En su madurez valoró la herencia liberal del siglo XVIII, y pugnó abiertamente desde l968 por la democracia, a pesar de sus contradicciones y de la tormenta de reacciones hostiles que sucesiva y crecientemente provocaron sus juicios. En una de sus últimas
entrevistas, refiriéndose a “los hijos de
la televisión” como los bautizó, decía que este era un grave
problema que podía llevar a una división del mundo entre dos grupos
sociales: los que leen y los que no leen. “Eso sería
lamentable porque significaría la derrota de la democracia. Para que
haya democracia es
necesario que haya responsabilidad y para que haya responsabilidad es
necesario que la gente lea...” Heredero del humanismo
crítico de sus antecesores, confirmo como aún podemos asegurar, que
sin un pensamiento depurado y sin una ciencia que estén al día y en diálogo
con otras culturas “será imposible convertirnos en una nación
realmente moderna.” Octavio Paz fue una
personalidad polémica, por fecunda y tempestuosa , y en ciertos
aspectos vulnerable a la ferocidad injustificada con que le llovían los
ataques personales a causa de sus posturas políticas. También el cúmulo
de premios y distinciones internacionales como el
Premio Nóbel de Literatura en l990, fueron origen de ataques,
porque en nuestro medio ninguna envidia es más espantosa ni implacable
que la que provoca el talento, la inteligencia creadora todavía
encabeza ese malestar o “enfermedad por el bien ajeno” que definiera
San Agustín. Fue agudo al prever que
la historia es una caja de sorpresas, por lo que la inflexibilidad
interpretativa conduce a la parálisis y la intolerancia. Creyó, con Rimbaud,
que la poesía podía cambiar a la vida, aunque curiosamente fue gracias
a la prosa y a su fervor por la razón que criticó con agudeza tanto a
la modernidad como a las desviaciones del capitalismo y los excesos
comunistas. Entre muchas lecciones,
Paz dejó una muy significativa: hay que atreverse a ser distinto. Hay
que atreverse a recibir y exponerse al escarnio o al desprecio. Hay que
aceptar que las convicciones “paralizan” porque se algo tiene el
intelectual es su impulso a arriesgarse, a equivocarse y rectificar:
entender es su signo para crear. Octavio Paz en todos
los sentidos, fue un verdadero creador y no dejó sucesor ninguno. Quizás
por eso a diez años de su muerte se percibe este insondable
sentimiento de orfandad, incluso en las letras. En el siguiente poema de mi autoría va un respetuoso homenaje. |
Una pausa |
“Ya es hora |
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Poseído por las
letras, hombre árbol, puliendo versos, entre analogías creíbles y metáforas prudentes. De ti caen las hojas azules, que arrastra el viento, por los jardines de
Coyoacán. Los pájaros azules
sombríos suben... Cielo y limbo se unen. La lluvia se acumula chinampitas de papel
azul navegan en las calzadas
del Anáhuac, síntesis de la soledad. La palabra se extravió
en el laberinto. ¿Restos de alfabeto
dispersado? Una pausa. |
En la Ciudad de los
Palacios las imágenes se oyen, poeta del espacio en
movimiento. Una pausa. Poeta arquero, tu saeta terrible y fulminante directo al corazón y
el espíritu. ¿Águila o Sol? Un volado poético. Confronta el espíritu
humano y el cosmos. Un convite a los
fantasmas. Una pausa. Buscando un tiempo
enterrado. Sin máscaras. Al borde del silencio. la luz se extingue. Te encuentra caminando
pausado en la noche tendida de
estrellas azules, por los legendarios
patios de San Ildefonso. |
Washington Daniel Gorosito Pérez
Editado por el editor de Letras Uruguay
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