Tren

Héctor Gómez

Avanzaba rápido. Demasiado.

Fernando cerró los ojos y con un gesto nervioso se acomodó el pelo.

La curva a la izquierda probó la estabilidad del tren al límite. El último vagón cabeceó al final pero siguió su camino.

Pasó el túnel a gran velocidad y sonó el pito de aviso.

La siguiente curva a la derecha era más cerrada. El accidente se hacía inevitable si no disminuía la marcha.

Fernando se mantuvo rígido en su lugar cuando escuchó el sonido de la catástrofe. 

Los vagones se volcaron y se separaron de la formación.

Cortó la electricidad.

Puso los vagones en posición y aceleró otra vez.

Héctor Gómez

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