Capítulo 2 - Mi casita

María Esther Giribone

Luego alquilé una pequeña casa o mejor dicho una parte de las casas de Conchillas. De una pieza típica habían hecho un dormitorio, zaguán, un estarcito, y le habían agregado un bañito y cocina.
En el dormitorio tenía mi cama y otra que me regaló mi colega de Carmelo ya que ella dejó de atender en su casa, donde atendía los partos, y un moisés. Allí viví hasta que me casé. En esa cama que es alta, reforzada, no se hunde, con un buen colchón de resorte, porque todavía la tengo, ¡cuántos conchillenses llegaron a este mundo!

A mi casa venían señoras de todos lados, sobre todo del campo, como Santa Rosa, el Bañado, Los Cerros de San Juan, y la Mina de Talco, allí fui más de una vez. 
En una ocasión atendí una señora muy joven en su primer parto, no recuerdo en qué la trajo el esposo, en el día no tenía contracciones o "dolores", como dice la gente, pero sí en la noche. Estuvo en casa cuatro días, el esposo en el día iba a realizar sus trabajos y en la noche regresaba a caballo, por lo tanto en mi zaguán ponía todos los aperos y allí dormía. Aperos son cosas, en realidad no sé como definirlos, se le colocan a los caballos para poder montarlos.

En muy pocas ocasiones me ayudaba en el parto una enfermera, lo realizaba todo sola y algún familiar de la parturienta, esposo, madre, hermana o amiga, que muchas veces eran útiles como también en otras tenía que pedirles que se retiraran cuando veía que se sentían mal.
Llamaba al médico si se presentaba una dificultad que no podía resolver sola. Así que también hacía de enfermera, mucama y cocinera. Desde preparar la parturienta, enema, rasurado, que lo realizaba muy poco, sólo en la región donde debía realizar la episiotomía o sea "el corte", como dice la gente. Estaba al lado de la señora todo su trabajo de parto, que podía ser de muy poco tiempo como estar más de un día.

En una ocasión estábamos con Teresa charlando en mi cocina y golpearon a la puerta, yo fui a atender y ella salió por el fondo que teníamos unido y al llegar al comedor de su casa oyó el llanto de un bebé. Nunca pensó que era un parto que se había realizado o sea el llanto de un recién nacido, creyó que estaba dando alguna inyección, por el poco tiempo. Esta señora no pujó, de lo contrario nace en el auto. Tenía siempre la cama pronta con el impermeable y saleas, así que era sólo abrir la cama. Voy aclarar que en las casas de Conchillas se oye muy claro de una a la otra, debido a que la pared llega sólo al cielorraso, luego es toda una. Así que si hay ratas, roedor que hay muy frecuentemente, pueden jugar carreras de una punta a la otra de las calles y pasar por encima de varias familias.

Como decía hacía de partera-enfermera, daba las inyecciones correspondientes. Nacía el bebe, lo aspiraba con una perita de goma, bañaba, vestía, en invierno le ponía una bolsa de agua caliente a las ropitas y con una estufa a kerosén templaba el ambiente. 
Luego de terminar con el bebe y el alumbramiento, seguía la higiene con la madre y cambiaba la ropa de cama. 

Todo lo lavaba yo. Luego le daba desde el desayuno, almuerzo, merienda y cena. Por supuesto que me ocupaba muy especialmente que el bebe se prendiera al pecho, esto algunas veces es fácil, en otras da mucho trabajo y hay que tener mucha paciencia hasta lograrlo. 

Muchas veces lo más cansador eran las visitas, yo no sé por qué a la gente le encanta ir los primeros momentos y sobre todo si era en la casa de la partera, porque un día más tarde en la vivienda familiar ya no era tan interesante. 

Después que se producía el parto le avisaba al médico que venía cuando terminaba la consulta, examinaba al recién nacido y a la puérpera o sea a la madre, perdón que aclare pero no todos tienen porque saber los términos médicos. Si estaba todo bien no volvía y yo daba el alta previa vacuna de BCG.

Creo que para el médico no pasó mucho tiempo que alcancé la altura de mi colega anterior y al tiempo la debo haber superado porque él decía que cuando yo lo mandaba buscar iba de inmediato porque algo pasaba, de gusto no era.

Por las calles de Conchillas
María Esther Giribone

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