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En silencio
Paola Carolina Gericke Falcón

Me llamo  Victoria, me gusta mi nombre porque mamá me dijo que quiere decir triunfo, que es como cuando corro con Felipe y le gano. Me gusta ganar carreras y me gusta mucho mi nombre.

 

Mamá me quiere y papá también, pero yo prefiero al tío Andrés. Cuando sea grande será mi novio, me lo prometió el día de mi cumpleaños; también me dijo que no le contara a nadie.

 

Algunos días me pongo triste, es que yo tengo un mundo solo de mí que me explicaron se llama silencio. Yo no entiendo mucho pero en este mundo las personas son diferentes porque me dicen las cosas con las manos. Cuando ellos están en su mundo no usan las manos, usan la boca.

En la escuela a la que voy me enseñan a mover la boca como ellos y también a leer y escribir. Tengo muchos amigos pero mi mejor amiga es Claudia, le cuento todos mis secretos porque sé que jamás se los dirá a nadie. A ella le conté que mi tío Andrés va a ser mi novio cuando crezca.

 

Mamá me cuida mucho, a veces me enojo con ella porque todavía me trata como a un bebé y quiere darme la comida en la boca. Ayer me enojé tanto que cuando alejé su mano el plato de comida salió volando y se rompió en el suelo. Pensé que mamá se enojaría y puse mi mejor cara de arrepentimiento, pero no, se puso a llorar. Me di cuenta porque sus ojos se hicieron transparentitos y su nariz quedó toda colorada.

 

Cuando a la tarde regresé de la escuela y no estaba esperándome en la puerta pensé que seguía enojada conmigo y que para castigarme quería dejarme fuera de casa. Como soy muy fuerte y no tengo miedo de nada me trepé por el muro de atrás y entré en casa por la puerta de la cocina, tuve que empujar mucho pero la abrí. Mamá se había dormido en el piso; eso es raro porque ella me enseñó que el suelo tiene animalitos muy chiquitos que se llaman, se llaman...no me acuerdo, pero me regaña mucho cuando en verano me escondo bajo la cama en el piso fresquito de mi recámara.

 

El horno de la estufa está abierto, debe de haber preparado la tarta de plátano que tanto me gusta. No, está vacío. La cocina huele a fuchi. Recuerdo que el año pasado mi abuelita me regañó mucho porque jugando había abierto la llave de la estufa y dejado escapar ese olor. De repente pensé que si abuelita viniera ahora me regañaría de nuevo, así que cerré todas las llaves y abrí la ventana y la puerta para que no quedaran rastros de nada.

 

¡Que raro! Mamá no acostumbra dormir tanto, y menos con un cuaderno en la mano...Se lo quité y con mis colores me puse a hacerle un dibujo para que cuando despierte me perdone por el plato que tiré.

 

Lo que más me gusta dibujar son los árboles, los lleno de manzanas, pero no sólo rojas, me gusta pintarlas de todos colores, las pinto de morado, rojo, amarillo y azul. Una vez papá me explicó muy serio que las manzanas son rojas. Yo me reí ¡Pues claro que son rojas, no soy ciega! Pero quedan muy bonitas cuando las pinto así.

 

Cuando terminé mi dibujo se lo quise mostrar a mamá así que traté de despertarla, primero  le di aire suavecito en la cara, le hice cosquillas también, pero no me hacía caso. ¿Seguiría enojada? No me gusta que mi mamá se enoje conmigo. Ya me estaba cansando, así que le sacudí fuerte los brazos y luego la cara hasta que abrió un poco los ojos. En cuanto lo hizo le puse mi dibujo delante, antes de que se enojara de nuevo.  Cuando sus ojos se llenaron de agüita creí que seguía mala conmigo. Pero me abrazó fuerte, fuerte y me dio un montón de besos. Que bueno que le gustaron mis manzanas de colores.

 

Paola Carolina Gericke Falcón
22/10/2003

 

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