L. S. Garini

 

Toda literatura tiene sus raros. Entre los raros de la narrativa uruguaya -donde, en verdad, no abundan- ninguno lo es mas que L. S. Garini, seudónimo con que firma sus cuentos alguien cuyo nombre real sé, y muchos conocen, pero que sería indiscreto estampar aquí. Lo de raro puede justificarse, inicialmente, por la extraña, y en extremo reticente, actitud publicitaria del autor. Hombre de sólida versación en lo que a narrativa se refiere, pues conoce tanto la gran narrativa europea del siglo XIX como la actual y ha leído, con seguro sentido crítico, a los autores uruguayos del pasado y del presente, L. S. Gariní, a pesar de que durante años escribió cuentos que celosamente guardaba casi en secreto, recién en la madurez de su vida decidió dar a lo estampa un pequeño volumen, Una forma de la desventura, 1963, donde hizo conocer una de las cuatro series de relatos que hasta ese momento llevaba escritos. Quince breves cuentos componen el libro. Y el mundo, narrativo que instauran -e incluso las cualidades de su prosa- justifican, ahora con total amplitud, el calificativo de raro antes empleado. Esos quince cuentos ofrecen al lector -diré así- un solo tema explicitado en quince variaciones. Ese tema es el del extrañamiento o la ajenidad. Pero no un extrañamiento o ajenidad queridos o buscados por los personajes -o el casi único, innominado personaje, que aparece bajo máscaras distintas- sino impuestos par los otras. No se trata de seres que viven su soledad, sino de seres que son excluidos del medio -de cualquier medio que sea -por los demás. Este rasgo de la narrativa de L. S. Garini ha sido bien visto por Rubén Catelo, en nota aparecida en El País (5-VII-64), y titulado "Nuevo", o viejo narrador etc., donde afirma que los personajes de Garini son "excluidos, expulsados, echados; todos sufren de alguna forma de compulsión y padecen amenazas e iras que no comprenden ni cabalmente merecen y así as advierte por la frecuencia en el texto de las formas imperativas". Este rasgo es el esencial y definitorio de los cuentos de Una forma de la desventura y frente a él son subsidiarios la forma que asuma la anécdota o algún rasgo externo diferencial de los distintos personajes. Estos, como ya he indicado, casi no existen coma tales: son variantes de un mismo y único modelo. El mundo narrativo construido por estos relatos es inconfundible pero es, asimismo, casi asfixiante. Y, sin embargo, atrae. A lo que, quizás, contribuyan las cualidades de esta prosa tan meramente connotativa y despojada de todo intento de expresión literaria, y a la que no le son ajenas algunas singularidades, como el uso harto frecuente del etc., de las comillas y aun desaliños y peculiaridades en el uso de las conjunciones.

En 1966, Garini publica su segundo libro, Equilibrio, pequeño volumen que incluye cinco cuentos.

El protagonista de El objeto desprestigiado es bien representativo de esos seres excluidos que L. S. Garini coloca en el centro de sus cuentos. Es un personaje, como todos los otros, innominado, borroso, sin destino previsible pero que parece condenado a una permanente ajenidad, a pesar de que no busca su extrañamiento. Por lo contrario en el aletea un ansia de comunicación, y el mismo escritor anota: "Caminó un tiempo sin saber a dónde dirigirse. Le hubiese gustado encontrar en algún sitio o su compañero ocasional. Tal vez era la persona que le traería la felicidad, y a la que había estado esperando". En este cuento, como en todos, el autor soslaya la explicitación total y directa de los hechos. Deja zonas en penumbra. Pero denota una notoria felicidad inventiva. En estas casi pesadillescas invenciones de L. S. Garini, hay, por otra parte, y traspuesto a clave narrativa, una visión agónica del hombre de nuestro tiempo.

por Arturo S. Visca
Antología del cuento uruguayo
Ediciones de la Banda Oriental
Montevideo - 1968

Gentileza de "Librería Cristina"
Material nuevo y usado 
Millán 3968 (Pegado al Inst. Anglo)

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