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Cartas y reediciones de Juan Rulfo
 

La voz profunda y oscura
Elvio E. Gandolfo

 

SEGÚN LOS DATOS a esta altura muy repetidos en lo que se escribe sobre el, le bastaron a Juan Rulfo menos de trescientas páginas repartidas en dos libros (los cuentos de El llano en llamas y la novela Pedro Páramo ) para convertirse en una figura clásica, imperecedera de la literatura latinoamericana y universal. Sin embargo ese magro y radical legado no deja de crecer, de extraña manera. Después de una larga espera tanto de un nuevo libro de relatos como de una nueva novela (la legendaria, y nunca concretada, La cordillera ), una recopilación de sus trabajos para el cine incluyó en 1980 El gallo de oro , que tenía muy poco de argumento o guión, y mucho de novela corta autosuficiente, aunque con un tono bien distinto a sus dos libros conocidos.

En los últimos años su viuda, Clara Aparicio, decidió por su parte dar a conocer Los cuadernos de Juan Rulfo (180 páginas de apuntes literarios publicados en México hace seis años) y 81 de las cartas que su marido le escribió entre octubre de 1944 y diciembre de 1950, fundamentalmente durante su largo noviazgo. En el prólogo un poco desmañado de Alberto Vital, se habla por otra parte de "400 textos sobre el tema" de la fotografía, actividad en la que Rulfo se destacó con perfiles propios. Dicho de otra manera, su muy escueta obra (como ha pasado con

la de Borges, o la de Arlt) no deja de crecer, como de refilón. Porque en todo caso el material inalterable siguen siendo los dos libros famosos, clásicos, que abrieron el apetito de más de una generación por ver qué seguía, sin saciarlo jamás. Como adivinándolo, la "Fundación Juan Rulfo" los ha reeditado junto con las cartas, que llevan el título Aire de las colinas. Cartas a Clara, todos difundidos en el Río de la Plata por Editorial Sudamericana.

LA VOZ DEL TRISTE SOCARRÓN . En más de un comentario sobre el libro se ha negado su valor propiamente literario, y hasta la oportunidad de dar a conocer esos textos relativamente íntimos. Algo parecido pasó con libros que Borges había eliminado de su bibliografía y que otra viuda, María Kodama, decidió volver a difundir. En todo caso es probable que esas opiniones no sean muy compartidas por los lectores que aman y por lo tanto leen y releen los textos "canónicos" del maestro, o por los lectores entrenados (críticos y otros) que sienten curiosidad por todo lo que escribe un autor determinado. Por otra parte es una oportunidad incanjeable de saber un poco más de este hombre enjuto, más bien silencioso (más de un escritor amigo -Onetti, entre otros- recuerdan como se sentaban con él "a callarse juntos"), y de penetrar en un tono de lenguaje a la vez cercano y apartado del propiamente literario.

La vida de Rulfo es una matriz nítida de sus reticencias personales y de la violencia a la vez escueta y explosiva de sus textos. " Por lo sombrío que soy, creo que nací a la medianoche ", declaró alguna vez. " En la familia Pérez Rulfo (...) nunca hubo mucha paz; todos morían temprano, a la edad de 33 años. " Uno de esos muertos fue el padre, algunos dicen que asesinado por un peón descontrolado, otros que como producto de la "guerra de los cristeros", y otros que por "una nimiedad". La madre de Juan le siguió pronto. El se crió en un reformatorio, con la consiguiente escasez de alimento tanto físico como espiritual.

En octubre de 1944 Rulfo le escribe su primera carta recopilada a Clara Angelina Aparicio Reyes: " Clara: Hoy he sembrado un hueso de durazno en tu nombre ." En los seis años siguientes ese tono lírico, enamorado, irá mezclado siempre con los arranques sombríos, las vacilaciones, pero también con un humor primero soterrado y después franco, contradictorio, bastante impasible, cercano a Buster Keaton. Aparecerá sobre todo en su forma de tratarla: " Te ODIO, mujercita de mi alma ", se despide en una carta. " Con todo mi aborrecimiento. Juan ", termina otra. Había un dato: Clara le había exigido exactamente tres años de espera para el paso definitivo (el casamiento) a un hombre sediento de paz, suavidad y afecto, que vivía en México mientras ella seguía en Guadalajara.

Por eso el cariño se mezclaba al retobo, siempre: " También tengo la pena de manifestarle que estoy muy enamorado de una criatura re fea y re chamagosa, que por cierto me tiene vuelto loco debido a motivos personales. Uno de esos motivos es que a mí siempre me han gustado las cosas feas. Desde que era chiquillo me gustaba que me asustaran. Me daba por andar en lo oscuro por ver si de repente salía algo horripilante que me hiciera sentir miedo. Eso me alegraba. Por tal razón, cuando la encontré a ella, pensé en lo bueno que sería vivir asustado siempre, día por día, con esa cara de chamuco que, con sólo verla, lo hace a uno sentirse feliz. Yo nunca te he platicado nada de cuando era joven. A ver si poco a poco logro contarte algo ."

LA VIDA ANTERIOR . Algo le había contado, sin embargo. Por ejemplo que su madre se llamaba María Vizcaíno " y estaba llena de bondad, tanta, que su corazón no resistió aquella carga y reventó ", para agregar: "No, no es fácil querer mucho." Bastante lúcido consigo mismo, en una carta posterior le advierte, previendo la posibilidad de espantarla del todo: " Te recomiendo que no me hagas mucho caso, pues soy muy amante de quejarme ."

Cuando se decidió a "contarle algo" recurrió a una argucia frecuente en estas cartas: el desdoblamiento. Allí Juan Rulfo se convierte en "el muchacho", así como Clara es "la muchacha" o la "mujercita", de quienes habla como mirándolos de afuera. De ese modo supera el número psicoanalítico: el famoso teorema según el cual en toda pareja en realidad hay tres personas; aquí suelen ser cuatro. " Al muchacho este del cuento que te estoy contando ", le dice, " lo salvó la campana en aquella ocasión. Se le murieron sus papás. Casi los dos al mismo tiempo. Y lo dejaron pobre. Eso fue lo que lo salvó. Porque si lo hubieran dejado rico, ahorita sería uno de esos tipos borrachos que andan en coche por las calles atropellando a todo mundo. O ya se hubiera muerto, fastidiado de la vida. Con lo desesperado que es, eso le hubiera pasado ."

A pesar de su promesa, "el muchacho" no habla demasiado de su vida previa, salvo en términos generales: " desde que yo me acuerdo, siempre fui un sujeto dado a estar solo; ni cuando era chiquillo me gustó andar con los demás, jugaba a los juegos que se usaban entonces, pero pronto me cansaba y entonces me sentaba en una silla y me ponía a leer lo que encontraba primero y allí me estaba lee y lee día y noche hasta que me apagaban la luz. Esto me hizo daño. Yo sé que me hizo daño para la vida. Uno tiene su vida interior formada desde los primeros años, y al fin un día se encuentra uno con la vida de afuera y la halla uno llena de problemas y complicaciones y uno no está bien preparado para eso. Así pues, no creas que leer desde entonces me hizo inteligente, no, me hizo más bartolo ." En el único sitio donde habla de fechas y lugares lo hace con extrema brevedad: " En cuanto a los lugares donde he vivido y los años que he estado aquí y allá son de este modo: de 1932 a 1942 en esta tu tierra, en un lugar llamado 'El molino del Rey', perteneciente a Tacubaya, D.F; allí viví todo ese tiempo, menos un año, que fue el de 1930, cuando anduve en la vagancia recorriendo el país ."

Caminar, recorrer, era la actividad que lo sacaba del aislamiento. Buscando tal vez justamente los sitios que combinaban con su mundo interior: " Cuando vengas algún día a este lugar ", le escribe, " te enseñaré una placita que descubrí en mis andulencias. Tiene una iglesia y muchos árboles y nadie pasa. Tengo aquí más de media hora y nadie ha pasado por aquí. Sólo hace rato se asomó a verme una gallina. Después me volví a quedar solo ." No es de asombrarse que cuando escribe después " de un coraje muy grande que me hicieron pasar " (y que no explica), termine con una conclusión dura, que le repetirá a Clara bastante más tarde: " La vida es corta y estamos mucho tiempo enterrados ."

EL TRABAJO . El lugar de la tensión es la fábrica Goodrich de neumáticos de caucho, que le comería buena parte de la vida entre los años 1947 y 1954. Antes había trabajado en la Secretaría de la Gobernación. En la fábrica lo haría primero en el sector industrial, y más tarde en el de ventas por el interior; en ambos casos con efecto negativo sobre su ánimo, y no demasiado positivo sobre su bolsillo. En el primer sitio, por la conciencia dolorosa de la explotación general; en el segundo, por la necesidad de viajar, que lo alejaría, ya casado, de Clara y sus hijos. Cuando recién ha entrado, se mezcla la experiencia nueva con el afecto a Clara, y su humor dulcemente sádico: " Me dieron un cuadernito y un lápiz y me contaron la historia del caucho. Eso de quién lo descubrió y todo lo demás. Ahí tienes tú y todos tenemos que en el Brasil hay unos árboles muy llorones que lloran lágrimas de hule. (Yo lloro también; pero yo lloro de un hilo, ya te mandaré un carrete lleno para que cosas las junturas de tus costillas y no se te salga ese gran corazón tuyo.) "

Pero en la carta que le escribe en febrero de 1947 la dureza de la vida obrera ocupa todo el espacio: " Ellos no pueden ver el cielo. Viven sumidos en la sombra, hecha más oscura por el humo. Viven ennegrecidos durante ocho horas, por el día o por la noche, constantemente, como si no existiera el sol ni nubes en el cielo para que ellos las vean, ni aire limpio para que ellos lo sientan. Siempre así e incansablemente, como si sólo hasta el día de su muerte pensaran descansar.

"Te estoy platicando lo que pasa con los obreros en esta fábrica, llena de humo y de olor a hule crudo. Y quieren todavía que uno los vigile, como si fuera poca la vigilancia en que los tienen unas máquinas que no conocen la paz de la respiración. Por eso creo que no resistiré mucho a ser esa especie de capataz que quieren que yo sea".

Tal como preveía, sin embargo no pudo "zafarse" de la Goodrich, que parecía emplear la dureza en todos sus sectores laborales: en una Navidad le permiten viajar recién el día 24, sin posibilidad de llegar a Guadalajara antes de medianoche, a ver a Clara. Recién al obtener dos becas consecutivas del Centro Mexicano de Escritores, entre 1951 y 1954, y ya publicado El llano en llamas , se atrevería a dejar atrás la fábrica.

EL ROSTRO IMPENETRABLE . Dentro de un tono general de minuciosa pero esquinada subvaloración, son dignas de destacarse las idas y vueltas que da cuando decide enviarle una foto suya a Clara. Primero le avisa: " Montoncito de nubes, esta semana me voy a retratar para que tapes el agujero del ratón. La cosa es que ya me había retratado con el fin de mandarte esa maligna figura mía, pero no te mandé el dichoso retrato porque salí asustado, y no quería que tú me tuvieras allí con esa cara de susto que tenía en la fotografía. " Dos intentos posteriores no mejoraron las cosas: " Lo que sea, el retrato está feo como para no querer guardarlo. Este, y los otros de que te platiqué. Así; igual que éste, pero en tamaño grande es como estaba. ¿Verdad que estoy muy trompudo? Bueno, eso ni quien me lo quite; pero la cosa está en que a la amplificación, al retocarla, le dejaron las trompas negras y es en el que te decía que parecía que le habían pintado la boca al suscrito (lo rompí; eso fue lo que hice). Pero por éste te puedes dar cuenta de cómo estaba. El último es el de la mirada de cobrador. Yo creo que voy a necesitar hacerme gente buena para que, cuando me retrate, no me salga la maldad por los ojos. "

Como es de esperarse, esa paradójica autopropaganda negativa abunda en cuanto a sus rasgos de carácter. Una vez es el egoísmo, atemperado por la frase que da título a la recopilación de cartas a Clara:

" Pero yo no quiero tratar este asunto. No lo quiero porque soy demasiado egoísta y porque te necesito y porque no te quiero para nadie sino únicamente para mi; aire de las colinas ." Otra, su renuencia a deberle algo a alguien: " ahora sé por qué antes no me gustaba pedir favores, y es que no me gusta aceptarlos. (...) Me siento mejor de ese modo, sabiendo que no debo favores. Me siento menos miserable y menos desesperado, conociendo que no tengo que contentar a mucha gente ." En esa intención o destino de despojamiento activo, permanente, se incluyen el dinero y las posesiones: " Pues yo jamás (hasta ahora) he deseado querer ser dueño de muchas cosas. Antes al contrario, un instinto oscuro me ha ido retirando cada vez más del interés por el dinero. Aunque quizá se debe a que nunca me ha hecho falta nada ." Aunque mucho después agrega, luego de incesantes discusiones acerca de la casa donde irían a vivir con Clara, teniendo en cuenta sus limitaciones económicas: " Volvemos a aquello de que la vida es muy cortcorta y estamos mucho tiempo enterrados. A mí nunca me ha gustado ahorrar en vivir (bueno, nunca he ahorrado en nada), y yo quiero que ahora estés de acuerdo conmigo. Dicen que la miseria es terrible, pero que la pobreza es hermosa ."

En todo caso, el contrapeso es algún consejo destinado a librar a Clara de personas tal vez parecidas a él mismo, pero muy distintas: " No te andes juntando con gente que lo desilusiona a uno con eso de la experiencia. Yo he descubierto que nadie conserva la experiencia. Según se vive, van encontrándose las dificultades, y el trabajo consiste precisamente en echarse esas mismas dificultades a la bolsa. "

 

ANTES Y DESPUÉS. La correspondencia de Rulfo con Clara Aparicio está dividida en tres partes. La primera, por lejos la más  mayor tensión, personal y por lo tanto de lenguaje: aparecen los pozos de angustia existencial, pero también los alivios, los paseos o las caminatas (en una carta le anuncia que al otro día habrá desfile y ruido en la ciudad, y por lo tanto ya está armando la mochila para irse a los cerros).

La segunda es la que rodea el hecho mismo del casamiento, ya muy cercano, que se extravía en ansiedades menores y detalles sobre prendas diversas, en especial, desde luego, el vestido de boda, que se iba haciendo en la ciudad de México. En un par de líneas, sin embargo, expresa sus más caros deseos: " Tú sabes y yo también sé que lo que más deseo sobre la tierra eres tú, y luego escribir (poder). Un lugar tranquilo para ti y esa misma tranquilidad para poder escribir " Ya cerca de la fecha crucial, aparece de nuevo el desdoblamiento y el humor: " He tomado nota de que hay que ir muy elegante a tu boda, aunque te voy a decir que en mí nadie se fijará. Pues la gente no acostumbra fijarse en los invitados, aunque en este caso tú me hayas invitado para acompañarte; de cualquier modo dirá cuando me vea junto a ti que sólo ando allí para detenerte tantito de tu brazo. Dirán: ella lleva tacones altos, muy altos, y se sabe cae,; por eso viene ese sujeto a su lado; ella lo invitó para que la hiciera de novio en la boda, pero nada más ."

 


La tercera zona es breve, pero vuelven la intensidad y el sufrimiento. Encadenado a "la Goodrich-Euzkadi" y los viajes de ventas por el interior, es de hecho cuando los dos están más dolorosamente separados. La errancia o las "andulencias" del pasado se convienen en obligación y fastidio; la soledad no es propia, ganada, sino la simple ausencia de una mujer muy determinada: " Antes creía que tenía alma de vagabundo, pero desde cierto día para acá sé que no la tengo. Quisiera estar en mi casa junto a mi mujercita y mi hijo y nada más. (...) Por acá el mundo se va estrechando; los pueblos son cada vez más muertos, y el tiempo es muy largo. Cuando andaba contigo me sentía como si anduviéramos de paseo. Ahora que ando solo siento que voy entrando en un mundo extraño, donde no sé qué he venido a hacer. Mañana iré a Papantla y Poza Rica, después a Tuxpan, luego me regresaré por los pueblos de la carretera de Pachuca; esto me llevará toda la semana, casi estoy seguro, y si Dios quiere estaré en ésa el sábado por la noche ."

Aun peor es la sensación de soledad cuando Clara viaja a Guadalajara, con la casa "t oda sola y fría, como un ataúd frío ", un " perico triste " y tres cartas de Clara: " No sabes el gusto horrendo con que las leí y volví a leer " Todas las cartas de ese período reúnen el desgarro de la distancia (revive, por ejemplo, lo que sintió al ver perderse el tren donde se iban Clara y su hija Claudia), las quejas ya muy intensas contra el maldito trabajo (" creen que el pan y la leche que comemos vale mucho más, mucho más caro, que la pobre tranquilidad que estamos necesitando, (...) como si uno fuera la masa con que amasan sus negocios ...") y el desorden que invade a Rulfo y la casa.

Juan Francisco, el hijo de Juan a secas, nació en Guadalajara el 13 de diciembre de 1950. Sobre eso trata la última carta que, como ocurre en las correspondencias publicadas, no tiene por qué ser la carta realmente última que intercambiaron. Lejos de él, el padre finge una recriminación susurrada, cariñosa: " He sabido ya lo que hiciste, la enorme travesura que hiciste. Has traído un hijo nuevo al mundo. Alguien que te cuidará cuando ya no puedas con la vida. Me cuentan que nació muy grande ." Unos párrafos más adelante describe con precisión el sentimiento de esa distancia a la vez cruel y abstracta: " Me da no sé qué no conocer todavía a mi hijo. Hasta ahorita es como si sólo fuera un cuento que me contaron para hacerme dormir tranquilo. (...) Ahora sé por qué te fuiste a Guadalajara para que naciera. Querías que fuera de Jalisco, tequilero, para que de grande salga muy macho y muy borracho. Ahora lo sé ."

EL OTRO MUNDO . Las referencias de Rulfo a su actividad literaria en la correspondencia son escasas y breves. Por momentos parece que tratara de proteger a Clara de su propia obra o actividades. Le cuenta una reunión "artística", por ejemplo y le dice: " Bueno, se bebió, se comió y se dijeron muchas barbaridades, que no te cuento porque te pondrías coloradita ." En el período que abarcan las cartas, ya había empezado a publicar los cuentos que integrarían El llano en llamas : " Me van a publicar un cuento en una Antología de Cuentistas Mexicanos. 'Nos han dado la tierra'. Yo les había entregado otro que se llama 'Es que somos muy pobres', pero lo encontraron subido de color. No sé por qué me salen las cosas tan crudas y descarnadas, yo creo que porque no están bien hervidas en mi cabeza ." Más adelante le anuncia que el relato salió publicado en la revista América, donde aparecieron varios de sus relatos, y que aparecerá también en Novedades . " Pero no te conviene leerlo ", insiste.

Para ese entonces Rulfo era amigo y compinche de Juan José Arreola (otro narrador de Guadalajara), y había participado de tertulias en la farmacia Rex o el café del mismo nombre con gente de su edad: José Luis Martínez, Alí Chumacero y Manuel González Durán. Más de una vez le cuenta a Clara su pasión, casi su adicción a los libros: aunque los nombres de los autores no aparecen, le atraían sobre todo los "nórdicos" como Hansum, Lagerlof, Ibsen; los rusos Andreiev y Korolenko, o los americanos Dos Passos y Faulkner y el francés Jean Giono.

El primer cuento, no recogido en libro, "La vida no es muy seria en sus cosas", había aparecido en 1945 en la revista América. La mayoría de los que constituirían el libro salieron por primera vez en la revista América. Sus amigos, tanto en Guadalajara como en México, lo recordaron siempre como un excelente melómano. " Rulfo poseía tocadiscos, lujo que ni Arreola ni yo hubiéramos soñado ", recordó Antonio Alatorre. " En una de mis dos visitas, Rulfo me hizo oír cosas que yo no conocía. " Era además una máquina de devorar libros: " No sé por qué pero siempre por donde yo ando, camino o vagabundeo, encuentro librerías ." Al fin en 1953 aparece El llano en llamas .

LOS CUENTOS . El libro apareció en la colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica, y cayó sobre el panorama literario mexicano como una bomba. Se trata de uno de los tres o cuatro mejores libros de cuentos que haya conocido la lengua castellana (o, más propiamente, mexicana). No sólo tiene un altísimo nivel en cada relato. Además es muy variado, tanto en tono como en tema. Registra la misma materia si se quiere testimonial que la "novela de la Revolución", pero llevada a un extremo formal de exigencia que casi se convierte en una metafísica, bajo pretexto de recobrar el tono exacto de la lengua hablada. Algunos lo tomaron como una simple puesta al día del costumbrismo rural, pero sobre todo leídos hoy, los cuentos son mucho más: un experimento radical que desorientó bastante a la crítica.

Se habló de la "intención de mero registro , como se hizo bastante después y en otro plano con Manuel Puig. En ambos casos, sin embargo, es imposible pasar por alto la aguda conciencia de la estructura, del montaje. Ese supuesto mero registro puede apuntarse (sin mucha razón) en los diálogos, pero es menos evidente cuando la voz narra en primera persona, como en "La cuesta de las comadres", la violencia interna del protagonista, que está cosiendo un costal. Primero dice: " no sé por qué pero de pronto comencé a tener una fe muy grande en aquella aguja. Por eso, al pasar Remigio Torrico por mi lado, desensarté la aguja y sin esperar otra cosa se la hundí a él cerquita del ombligo. Se la hundí hasta donde le cupo. Y allí la dejé ." Y poco después viene el remate, tanto formal corno asesino: " Por eso aproveché para sacarle la aguja de arriba del ombligo y metérsela más arribita, allí donde pensé que tendría el corazón. Y si; ahí lo tenía, porque nomás dio dos o tres respingos como un pollo descabezado y luego se queda quieto ."

Esa forma sesgada de narrar no sólo la violencia sino también el rencor y la furia contenida por mero ahorro de energías en una zona caliente y desierta tiene una eficacia directa sobre el lector, que en más de una ocasión se siente mucho más acosado y sacudido que con los excesos de un James Ellroy o un Easton Ellis. En las citas de arriba, puede destacarse el sabio uso de los diminutivos, que en vez de aminorar la crueldad la multiplican insidiosamente. En "El llano en llamas" la escena íntima, inmediata, se vuelve panorámica, y recuerda al Bosco: " Pero no habíamos alcanzado a llegar cuando encontramos a los primeros de a caballo que venían al trote, con la soga morreada en la cabeza de la silla y tirando unos, de hombres pialados que, en ratos, todavía caminaban sobre sus manos, y otros, de hombres a los que ya se les habían caído las manos y traían descolgada la cabeza."

En "Macario" flotan matices faulknerianos en el monólogo de un deficiente mental rodeado de ranas que "apalchacuara a tablazos". En "¡Diles que no me maten!" un padre le ruega al hijo que a su vez ruegue por él ante quienes van a fusilarlo, sin resultado: "- No. No tengo ganas de ir. Según eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de ese tamaño ." A ese cuento atroz, donde a la víctima difícilmente lo reconozcan " de tanto tiro de gracia como te dieron ", le sigue "Luvina". Es uno de los cuentos a la vez más serenos y desolados del volumen; crea un espacio de literatura fantástica, posiblemente habitado por muertos. Aunque los lectores de 1953 no lo sabían, preanunciaba el clima de Pedro Páramo . Incluye el toque de humor sombrío y escueto de Rulfo: 

"-¿ Dices que el gobierno nos ayudará, profesor? ¿ Tú no conoces al gobierno?

Les dije que sí.

-También nosotros lo conocemos. Da esa casualidad. De lo que no sabemos nada es de la madre del gobierno ."

Con frecuencia hay rincones de incesto, de culpa y goce a la vez, y palabras esencialmente mexicanas, sobre todo con dos sonidos: la "ch", que hace chistar y susurrar a la palabra, y la "1", que la ablanda. También impresionan los nombres: Lucas Lucatero, Pancha Fregoso, Homobono Ramos.

A veces en un par de líneas se describe un proceso que a cualquier otro narrador le llevaría páginas: " De los ranchos bajaba la gente a los pueblos; la gente de los pueblos se iba a las ciudades. En las ciudades se perdía; se disolvía entre la gente ." Cuando apareció el libro hubo una crítica que insistió con su valor de testimonio por una parte, y con el crisol biográfico, social e histórico del propio autor, por otra: el Rulfo niño había conocido los excesos de "la guerra de los cristeros". En el otro extremo, sobre todo a partir de la aparición de Pedro Páramo, otra corriente insistió en el modo en el que su obra recoge y renueva legados narrativos clásicos y legendarios.

En todo caso el propio Rulfo tuvo siempre bien en claro su necesidad de borrarse ante la realidad de lo narrado (que es otra que la realidad real). Por una parte solía declarar, con cierta astucia, cosas como " Yo sólo me se expresar en forma muy rudimentaria ." Por otra reconocía que las voces que él oía hacía tiempo que faltaban: " entre el coro de todas las voces universales y gloriosas yo volvía oír la voz profunda y oscura. Tal vez la de un pobre viejo que está a la orilla del fuego volteando tortillas. (...) Y aunque Ud. no lo crea, esa voz predomina en el coro, y es la del verdadero, la del único solista en que creo, porque me habla desde lo más hondo de mi ser y de mi memoria ." Más escasas fueron las ocasiones en que intentó definir la complejida.d de su intento: " Mi obra no es de periodista ni de etnógrafo, ni de sociólogo. Lo que hago es una trasposición literaria de los hechos de mi conciencia. La trasposición no es una deformación, sino el descubrimiento de formas especiales de sensibilidad."

EL CACIQUE . Cuando envió una versión sin corregir de Pedro Páramo (que antes se llamó Una estrella junto a la luna , y un poco después Los murmullos ) al Fondo de Cultura Económica, no sospechaba que la publicarían de inmediato, como el número 19 de la colección Letras Mexicanas (1955). A diferencia de la recepción unánime de El llano en llamas , su primera y última novela fue polémica. Algunos la consideraron desprolija, otros demasiado inclinada al desborde poético. Con el paso del tiempo las opiniones se fueron emparejando en una admiración a la audacia de su apuesta, y el refinado virtuosismo de su ejecución.

A diferencia de los cuentos, donde el lenguaje suele imponerse con la dureza de virutas metálicas, en Pedro Páramo brillan las superficies visuales que se van superponiendo como veladuras, mientras los personajes susurran, se manifiestan imprecisos, y se van gastando, como muertos que son. En sus escasas 140 páginas se narra la vida completa del cacique que le da título, los destinos de decenas de personajes (sobre todo femeninos), la muerte de su hijo, y en particular el amor imposible por Susana San Juan, cuya locura femenina destruye por filtración incesante la dureza viril de Pedro Páramo. A su vez que el cacique es dueño del territorio y los cuerpos que rodean Comala, su potencia de macho cabrío embaraza a la mayoría de las mujeres de la zona, ayudado por la figura corrupta y deteriorada del padre Rentería.
A ese mundo viaja el héroe, enviado por su madre en su lecho de muerte a buscar al Padre, sin embargo también padre de tantos otros. En una viñeta inolvidable, Rulfo cincela en detalle el principal objeto que lleva el peregrino: " Sentí el retrato de mi madre guardado en la bolsa de la camisa, calentándome el corazón, como si ella también sudara. Era un retrato viejo, carcomido en los bordes; pero fue el único que conocí de ella. Me lo había encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas: hojas de torongil, flores de Castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo guardé. Era el único. Mi madre siempre fue enemiga de retratarse. Decía que los retratos eran cosa de brujería. Y así parecía ser; porque el suyo estaba lleno de agujeros como de aguja, y en dirección del corazón tenía uno muy grande donde bien podía caber el dedo del corazón ."

Ya en el pueblo, el hombre descubrirá de a poco que todos están muertos, y finalmente él también, después de un "pase" fantástico casi inenarrable: " Tengo memoria de haber visto algo así como nubes espumosas haciendo remolino sobre mi cabeza y luego enjuagarme con aquella espuma y perderme en su nublazón. Fue lo último que vi ."

APUESTAS Y CANCIONES . Cuando después de esperar años, sus lectores conocieron El gallo de oro tendieron a dejarlo de lado, como su propio autor. Sin embargo allí aparece un Rulfo curiosamente contento de narrar, de hacer fluir el hilo del argumento de un hombre con un gallo primero ganador y después muerto, y de su relación con Bernarda, una mujer alejada de las sufrientes madres e hijas de los libros anteriores, dedicada a cantar canciones populares y darle suerte a sus varones apostadores. De todos modos será llevada a la inmovilidad, la tristeza y la muerte por la necesidad (y necedad) masculina de la posesión, aunque con el tono de un vigoroso cuento de tenor, un poco en la huella de algunos clásicos ("La dama de pique" de Pushkin, por ejemplo), lejos de las complejidades estructurales de Pedro Páramo o de la desesperación cósmica de El llano en llamas .

LA LEYENDA ESQUINADA . Después, desde 1953 hasta 1986, críticos y lectores de a pie esperaron, y esperaron, y esperaron. Empezaron las leyendas. Que Rulfo tenía miedo, por ejemplo. O que sus sucesivas promesas no cumplidas de compilar otro libro de relatos ( Los días sin floresta ) o escribir otra novela ( La cordillera ) representaban una astucia para no pisar la cáscara de banana de las expectativas descontroladas. Lo expuso con brevedad y contundencia Monterroso en una de sus fábulas, donde el Zorro publica un primer libro, y después un esperado segundo libro (que sería destrozado por quienes esperaban un afloje) mejor que el primero, para reservarse eternamente el tercero.

Es posible sin embargo que la astucia zorruna esté más en el propio Monterroso que en Rulfo. Según testimonian sucesivos reportajes, más bien no dejó de estar siempre en trance con sus textos, dándolos vuelta, corrigiéndolos levemente una y otra vez (como lo estudia Sergio López Mena en Los caminos de la creación en Juan Rulfo ), considerándose siempre (como antes de él Onetti) un tipo que escribía " cuando me viene la afición, si no, no... a esto se debe que no termine La cordillera... pura afición, y no al éxito, al miedo, a todas esas cosas que se dicen. " Entretanto trabajó en el Instituto Indigenista desde 1962 lo que le permitió seguir en sus "andulencias", sacando cientos de fotografías, opinando en un momento que el mejor poeta mexicano era Jaime Sabines, y en otro que el Premio Rómulo Gallegos a Vargas Llosa era "u na imposición del grupo latinoamericano de París. " Un tipo tal vez " torvo, enjuto y trémulo " según lo describió Luis Harss, pero también dado a la sonrisa para adentro, a la investigación de archivos históricos, a la vida en familia cuando podía. Alguien a quien, cuando le daba la afición y escribía, no le ganaba nadie.

 

Cronología

1918

Nace el 6 de mayo Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaino en el pueblo de Apulco, distrito  de Sayula, estado de Jalisco. Su abuelo paterno era abogado y el materno, hacendado.

1919

La familia se traslada al pueblo de San Gabriel, del mismo estado de Jalisco.

1924

Comienza su enseñanza primaria en San Gabriel. Muere asesinado su padre, Juan Nepomuceno.

1927

A causa de la guerra cristera, con sus dos hermanos se trasladan a Guadalajara para estudiar, donde Rulfo termina la enseñanza primaria y comienza la preparatoria.

1928

En la guerra mueren varios de sus tíos. 

1930

Muere su madre, y él y sus hermanos quedan bajo la custodia de la abuela materna en San Gabriel. Pasa a vivir como interno en un orfanato de monjas josefinas francesas. 

1933

Intenta ingresar a la Universidad de Guadalajara, pero ésta entra en una huelga que durará varios años. 

Para continuar estudios se traslada a la ciudad de México.

1934

No le revalidan sus estudios de la Preparatoria pero asiste como oyente al Colegio de San Ildefonso. 

Vive al cuidado de su tío, militar del Estado Mayor.

1935

Empieza a trabajar como agente de inmigración en la Secretaría de Gobernación.

1936

Empiezan sus inclinaciones literarias. Lee a escritores nórdicos como Sillanpaa, Bjóernson, y Hamsun  y Retrato del artista adolescente de James Joyce.

1938

Empieza su novela El hijo del desaliento . Efrén Hernández, escritor y compañero suyo en la Oficina de Migración, le pide para leer y publicar sus textos. Luego Hernández publicaría su primer cuento "La vida  es muy seria en sus cosas"   

1940

Continúa escribiendo El hijo del desaliento que finalmente arrojó a la papelera.

1942

Se vincula con la revista América en la que figurará como integrante del Consejo de Colaboración  junto a Efrén Hernández y otros escritores.

1945

Aparece en América el cuento " La vida no es muy seria en sus cosas ". Publica dos cuentos en la revista Pan de Guadalajara: "Nos han dado la tierra" y "Macario". En el sexto número aparece como director de la revista junto a Antonio Alatorre.

1946

Deja la Secretaría de Gobernación e ingresa en Goodrich Euzkadi, como agente viajero para vender neumáticos de automóviles. Se publica "'Macario" en la revista América . 

1947

Se casa con Clara Aparicio, con quien tendrá cuatro hijos.

1948

Por iniciativa de Efrén Hernández publica 'La cuesta de las Comadres". Nace su hija Claudia.

1949

Se interesa especialmente por la literatura norteamericana.

1950

Publica en América "Talpa" y "El llano en llamas".

1951

Publica en América "¡Diles que no me maten!". Nace su segundo hijo, Juan Francisco.

1953

Publica El llano en llamas en la colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica.

1954

Pasa a trabajar en el Departamento de Publicidad de Goodrich. Con una beca de la Fundación Rockefeller empieza a escribir lo que luego sería Pedro Páramo . En la revista Las letras patrias aparece un fragmento de la novela inédita Una estrella junto a la luna : luego será, con variantes, el inicio de Pedro Páramo. El lugar, en vez de Comala, es Tuxcuacuexco. En la Revista de la Universidad de México aparece otro fragmento de la novela inédita Los murmullos (otro título que luego cambiaría por Pedro Páramo ).

1955

Aparece Pedro Páramo en la colección Letras Mexicanas del F.C.E. con una tirada de dos mil ejemplares, y se reedita El llano en llamas . Se estrena el cortometraje Talpa, basado en el cuento de Rulfo, dirigida por Alfredo B. Cravenna. Publica el cuento "El día del derrumbe" en México en la cultura y "La presencia de Matilde Arcángel" en Cuadernos Médicos y en Metáfora . Nace su hijo Juan Pablo.   

1956

Se establece en Ciudad Alemán, Veracruz, trabajando como promotor de la Comisión del Papaloapan que se ocupa de la organización del sistema de riego en esa zona. Emilio ("Indio") . Fernández le pide algunos guiones para cine. Rulfo trabaja en esto e invita a Juan José Arreola a colaborar. 

1958

Se traduce Pedro Páramo al alemán. Funda la colección de discos Voz viva de México (Universidad Autónoma de México) con grabaciones de diferentes autores. 

1959

Se reimprimen Pedro Páramo y El llano en llamas . La novela es traducida al inglés y al francés.

1960

Se fiima El despojo cortometraje de Antonio Reynoso sobre una idea original de Rulfo. Pedro Páramo es traducida al sueco. Rulfo se traslada a Guadalajara para trabajar en Televicentro. Programa para la televisión la edición de libros sobre la historia de Jalisco.   

1961

Pedro Páramo se traduce al noruego y al danés. Es asesor literario del Centro Mexicano de Escritores junto con Juan José Arreola. 

1962

Se publica el libro Noticias históricas de la vida y hechos de Nuño de Guzmán , con selección y prólogo de Juan Rulfo, primer volumen de "Libros y documentos para la historia de la Nueva Galicia", editado en Guadalajara para el proyecto editorial de Televicentro. Deja de trabajar para la televisión y viaja a Alemania.

1963

Aparece Pedro Páramo en italiano con el título La Morte al Messico . La UNAM edita el disco Juan Rulfo , con textos leídos por el autor en la colección Voz Viva de México. El disco contiene "Luvina" y "¡Diles que no me maten!"  

1964

Se estrena el largometraje El gallo de oro dirigido por Roberto Gavaldón y basado en una idea de Rulfo adaptada al cine por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. Comienza a trabajar en el Instituto Nacional Indigenista. Trabaja en La cordillera. Viaja a Alemania para participar en un coloquio organizado por la Biblioteca Iberoamericana de Berlín. Nace su cuarto hijo, Juan Carlos.  

1965

En la reunión del Comité Mexicano de ¡a Comunidad Latinoamericana de Escritores Rulfo redactó una protesta por la invasión norteamericana a Santo Domingo, donde solicita a las "filiales europea y africana" el apoyo para "exhortar a los intelectuales de todas partes a hacer oír la voz de la dignidad ofendida por la brutalidad de la fuerza". Se estrena La fórmula secreta rnediometraje dirigido por Rubén Gámez con textos de Juan Rulfo dichos por Jaime Sabines; el film obtuvo el Primer Premio de Cine Experimental del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica. Viaja a Italia y participa en el Columbianum de Génova.               

1966

Pedro Páramo se traduce al polaco con prólogo de Sergio Pitol.

1967

El Llano en llamas se traduce al francés por Michel Levi-Provençal para el sello Denoél, y se publica en inglés por la Universidad de Austin, Texas. Viaja por América Latina invitando a los escritores a formar parte de la Comunidad Latinoamericana de Escritores. Se celebra en México el primer congreso de dicha Comunidad. 

1969

Se traduce al portugués Pedro Páramo para Editora Brasiliense. Viaja a Chile para participar en el Segundo Encuentro Latinoamericano de Escritores (Santiago, Viña del Mar). 

1970

Novena reimpresión de El llano en llamas en F.C.E. con modificaciones: desaparece el cuento " Paso del Norte" y se incluyen otros dos: "¡El día del derrumbe" y "La herencia de Matilde Arcángel". Pedro Páramo y El llano en llamas se traducen al ruso en un solo volumen. Recibe el Premio Nacional de Literatura. Viaja a Alemania y a España. En Barcelona integra el jurado del premio de  novela Seix Barral, que volverá a integrar en los tres años siguientes.

1973

Se estrena la película El rincón de las vírgenes , largometraje de Alberto Isaac basado en los cuentos "Anacleto Morones" y "El día del derrumbe". 

1974

Viaja a Varsovia invitado a participar en el Congreso de Estudiantes de la Universidad de Varsovia. Visita Alemania, Checoslovaquia, Austria y Francia. Viaja por América Latina (exceptuando Bolivia, Uruguay, Paraguay y Chile) junto al presidente de México, preparando el encuentro de escritores mexicanos con los de otros países. En Buenos Aires declara a Osvaldo Soriano y Alberto Szpunberg en reportaje para La Opinión que La cordillera ya no existe. " No creo que vuelva a escribir otra novela. El relato me parece una forma más aceptable de la literatura. No puedo escribir textos largos ni tampoco leerlos. A veces no paso de las primeras páginas" .  

1975

Aparecen en Alemania tres ediciones de Pedro Páramo : en Suhrkamp Verlag, en Hanser y en Volk an Welt (Alemania Oriental). Viaja a Alemania. 

1976

Viaja a Frankfurt, Alemania, para participar en la Feria del Libro. Ingresa como miembro a la Academia Mexicana de la Lengua. 

1977

Se publica la edición italiana de Pedro Páramo por Einaudi. En Venezuela se publica en la Biblioteca Ayacucho que dirige Ángel Rama la Obra completa de Juan Rulfo, con prólogo y cronología de Jorge Ruffinelli.

1978

Se estrena el cortometraje El hombre , dirigido por José Luis Serrato, basado en el cuento homónimo de Rulfo. 

1980

Viaja a Barcelona (España). Se publica por Ediciones Era El gallo de oro y otros textos para cine, con presentación y notas de Jorge Ayala Blanco (incluye El despojo y La fórmula secreta ). El Instituto Nacional de Bellas Artes expone en el Palacio de Bellas Artes cien fotografías del escritor, junto a la publicación del libro Juan Rulfo. Homenaje Nacional.

1981

Se publica en Montevideo, por Banda Oriental, El gallo de oro . Viaja nuevamente a Berlín.

1983

Grijalbo publica en México una recopilación de trabajos sobre la obra de Rulfo -preparada por él mismo- con el título Para cuando yo me ausente.  

1985

Viaja a Buenos Aires.

1986

El 7 de enero muere en la capital mexicana.

1987

Fondo de Cultura Económica publica la edición definitiva de Obras de Rulfo.

1989

En ciudad de México de exponen fotografías de Rulfo con el título Nada de esto es sueño.

1992

Se abre la exposición Entre Rieles , con fotografías tomadas por Rulfo.

1994

Ediciones Era publica en México los inéditos del escritor con el título Los cuadernos de Juan Rulfo .

1996

Se realiza la exposición fotográfica La ciudad de Rulfo .

2000

Sudamericana publica Aire de las colinas , el volumen de cartas a su mujer, Clara Aparicio.

(Los datos de esta cronología fueron extraídos en buena parte, de la realizada por Jorge Ruffinelli para la Obra Completa de Juan Rulfo que publicó en 1977 la Biblioteca Ayacucho). 

Elvio E. Gandolfo
El País Cultural
13 de octubre de 2000

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