La misión más difícil de mi vida.

 
1.

Yo pensaba: 
-Usted es mejor que yo. Yo sé que podrá resistirlo. Usted es un duro. Tengo que hacerlo, y le pido que me ayude. 
Aquel tipo se había aguantado dos guerras en las montañas. Cuando lo bajaron en litera, desmayado, lo único pesado que le quedaba en el cuerpo eran las botas deshechas y llenas de barro. Lo torturaron colgándolo del techo; y le daban en los riñones porque sabían que estaba enfermo y meaba sangre. Él no abrió la boca. Cuando pudo levantarse, tiempo después, entró en la celda del traidor y le reventó la cabeza. 
-Que me ayude -pensaba yo-. Que me ayude a joderlo. 
A los catorce años se había incorporado a la pelea. Desde entonces vivía para la revolución y para una mujer. Yo iba a romperle la mitad de la fe. 
-Misión de mierda -pensaba-. 
En la cárcel, él hacía carteras de cuero, Con lo que ganaba mandaba comprar, para ella, medias de nailon y zapatos. Había un baúl de treinta kilos lleno de ropa nueva que él le iba a llevar cuando volviera, porque ella iba a estar esperándolo en la estación del ferrocarril. 
Pero esa mujer vivía con otro hombre. 
El partido había resuelto decirle que ella pedía el divorcio. El partido quería ser el primero en decírselo, para ganarle de mano al enemigo. El enemigo podía usar esta situación para debilitarle la conciencia y para conseguir que él se sintiera solo. 
Yo había entrado en la cárcel, con algún pretexto, y tenía la misión de decirle eso. 

2.

-Así que vive con otro -me contestó.
-No, no es eso -le dije-. Pero ella quiere... Si ocurriera... Quiere estar libre. Tiene derecho. Ha pasado mucho tiempo y no se sabe cuántos años faltan para... Tiene derecho. No le parece que tiene derecho?. Ella no le ha jugado sucio. 
-Así que vive con otro -me repitió. 
Era hombre de poco hablar.
-Y si no vive con otro, para qué quiere el divorcio?. Y el tipo ese, cómo es?. Todavía no le hizo ningún hijo? 

3.

Tiempo después me entregó una carta, envuelta con un cigarrillo, para que yo se la hiciera llegar a su madre. 
Yo siempre fui muy indiscreto para las cartas. La carta decía: 
"Madre: 
"Bien tonta has sido tú en dejarte engañar por esa vagabunda. Yo desde el principio sabía que iba a terminar en estas andanzas. Dile que no quiero que me venga más con llantos. 
"Quiero que me recojas mis cosas, sin dejar ninguna. Llévate la medalla, la ropa y los zapatos. Recibí la foto de los niños. A los niños también te los llevas. Ahora ella no tiene ningún derecho y después que no se niegue. 
"Dile al Negro que vaya a Santa Rita y en la carretera central, frente al hospital, ahí en la parada está la Amalia, o si no que le pregunte al Chino. Ella tiene pelo negro y una pulsera con flores esmaltadas que yo le había hecho el regalo. Que le diga a la Amalia que se prepare para cuando yo vuelva dentro de un gran tiempo. 
"También avísale a Clara, la prima de Ernesto, que me espere. Ella vive atrás del cementerio de la Enramada, donde está la acacia grande. 
"Saludos para todos, y la bendición". 

(Esto ocurrió hace algunos años, en lugares que no puedo nombrar).

Tomado de:
Eduardo Galeano, Dias y noches de amor y de guerra


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