Ante una página que espera

poema de Emilio Frugoni


 

 

¡Oh, terrible poder de la palabra,

que nuestra suerte o nuestra muerte labra!

Magnífico poder, ante esta muda

página en blanco como alma desnuda,

yo te veo surgir y te veo crecer...
        Fuerza leve y divina

        que ciega e ilumina

brotarás de este blanco papel que el hierro toca

como brotara el agua de la bíblica roca,

y vendrás a inundarnos el cerebro de ideas

        y el corazón de afanos,

a desatar recónditas mareas,

a apagar astros o a encender volcanes...
        Verbo, gran tramaturgo;

        supremo demiurgo,

        luz presente y remota.
        Espíritu que flota

sobre ondas de silencio y de tinieblas

        chispazo v llamarada;

        el vago espacio pueblas

        de tus sones profundos,

y haces brotar omnímodo los mundos,

        como un dios, de la nada.

 

        Voz de dios, dios tu mismo;

alto como una cima, hondo como un abismo;
        voz del hombre infinita;
la humanidad entera vive, alienta y palpita

        en ti, mágico aliento

que une los siglos, las generaciones

y tiende inmateriales puentes de encarnamiento

entre los mundos y los corazones!


        Olímpico poder, yo te veo surgir y te veo crecer
—como un sol que se eleva en el diáfano cielo—

de la cuartilla virgen sobre la tersa arena,

        aun cuando intacta llena

del reflejo ideal de un infinito anhelo,

        o de una expectativa

        enorme. . . Llama viva

        que abre una inmensa perspectiva

        al alma con sus altos resplandores,

descubriendo paisajes múltiples e interiores,

Genio sutil y suave

que vuela como un ave;

fuerza ruda y siniestra

que se encarna en la diestra

del obrero; ala y puño;

espíritu hecho música

o verdad, hecha cuño;

instrumento, herramienta, sublime centelleo;

tal vez la minina llama que robó Prometeo;

relámpago del hacha que esgrime un leñador

abriendo su camino en la selva interior

Grito del pensamiento: flor de las reflexiones;
vibración del silencia de las meditaciones

íntimo sonajero de ese gran cascabel
que es el cerebro humano; eternidad en el
        aire o en el pape!.
        Palabras! Incoercibles
        manos con que la idea
sale a la superficie de su propia marea

y agitándolas llama hacia sí la atención
o con las cuales hace su gloriosa tarea,

o se agarra a la vida, o ahorca una ilusión.
 

¡Oh terrible poder de la palabra,
que nuestra suerte y nuestra muerte ¡abra!

                                                                       (De “Las Himnos").

poema Emilio Frugoni
Del libro "Versos" (selección de cuatro libros)

 

Texto digitalizado, y editado, con el agregado de imagen, por el editor de Letras Uruguay Al día 4 de noviembre de 2016 inédito en la web mundial.

 

Ver, además:

 

            Emilio Frugoni en Letras Uruguay

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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