La pareja

Eran rubios y pálidos y en Navidad
bailaban, solos, ellos, el aire. 
Como ciegos, se olvidaban de sus ojos 
como miel, y se mecían por la frágil 
Navidad de flores blancas y grandes
y nocturnas, pacientemente eternas
y el aire indiferente y el mundo 
ajeno a sus objetos, tan altos los dos cuerpos:
un regalo de Dios, demasiado solemne
o insomne e impotente si él la acariciase 
para llamar al sueño, y continuaban 
el baile solitario, y se morían 
sin prole olvidadiza.

Suplemento Cultural de "El País"
30 de agosto de 1996

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