Misión de Paz de ONU en Rwanda año 1994
Diario de Anotaciones Personales
©Mayor Waldemar Fontes

Parte III

Capítulo XI
Nos vamos de Rwanda

KABALE, UGANDA
14 de abril de 1994
H 1028 jueves

Refugiados en Uganda

Estamos evacuados en Uganda. Ayer de mañana recibimos la orden del Tte. Cnel. Purtscher de que cada uno por donde pudiera, evacuara del país.

Ayer de mañana, la situación en Kigali estaba totalmente fuera de control.

En el sur, bandas armadas estaban atacando a la población para conseguir comida y estaban siendo manipuladas políticamente para crear un segundo frente que atacara al RGF.

En nuestro sector, en Nkumba, durante todo el día se habían intensificado los bombardeos y el RPF estaba practicando fuegos de reglaje de artillería sobre la ruta de Ruhengeri a Cyanika, previendo un contraataque RGF que sería muy lógico que se produjera por allí, pues es el flanco derecho del frente del RPF y en esta región el RGF aún está muy fuerte, con buenas posiciones en Ruhengeri, reforzadas por el avance de la unidad de la Escuela de Comandos desde Bigogwe, cerca de Gisenyi, que había ocupado la zona de Kinigui.

La situación estaba muy confusa, estábamos sin agua y con escasez de comida, en riesgo de quedar aislados o dentro de una zona de combates directos, y lo peor de todo, era la ausencia total de órdenes.

El Jefe de los Observadores, había dicho a los Comandantes de Sector, que los Observadores se pusieran a órdenes del Jefe de la que era la Zona Desmilitarizada, un Coronel de Ghana, Jefe de los efectivos militares armados de NN.UU. en el área, pero éste a su vez no quería responsabilizarse por nosotros y no nos daba órdenes.

Todos los jefes de las diferentes fracciones relacionadas con los Observadores Militares, coincidían en dejar liberada la decisión sobre que hacer al propio criterio de cada uno.

Ante esta disyuntiva, el que lograba comunicarse con su jefe de Contingente o quien lo siguiera en la escala jerárquica, pidió órdenes sobre que hacer, otros que estaban aislados, se mantuvieron bajo el mando táctico y otros siguieron esperando la evolución de las cosas para ver que hacían.

Algunos contingentes como el ruso y el uruguayo tenían órdenes concretas de evacuación ante situaciones comprometidas, pero otros no, y sus Jefes tampoco decidieron nada al respecto.

El problema mayor no era el desconcierto general por la situación de guerra, sino la falta de mando, pues quien tenía el mando militar no dio siquiera la orden de mantenerse en las posiciones. En ningún momento, en ningún contingente se faltó a la disciplina militar ni al canal del mando táctico. Todos estaban igual, se pedían órdenes y nos decían que hiciéramos lo que no pareciera. Ante esta falta de órdenes, combustible vital de una organización militar, los Jefes de cada contingente, debieron tomar la iniciativa, y dar directivas concretas de quedarse o irse.

Ese día el Comandante Purtscher al trasmitirnos la orden de salir dijo que todos los MILOBS debían moverse hacia las fronteras por orden del Jefe de los Observadores ( Cnel. Tikoca, de Fiji). Nosotros, al recibir esta orden se lo comunicamos al Tte. Cnel. Mustafiz, de Bangladesh, Coordinador de los MILOBS en la zona desmilitarizada, y éste muy lógicamente llamó por radio al Comandante Purtscher para confirmar el mensaje, y éste se lo confirmó. Ante esto, el Comandante Mustafiz, llamó al Jefe de los Observadores para reconfirmar la orden y éste lo mandó esperar.

Al cabo de un rato, el Jefe de Obs. llamó y le dijo que pusiera a todos los Observadores a cargo del Coronel de Ghana, Jefe de los efectivos militares presentes en el lugar, para que él dispusiera. Este Coronel de Ghana, dispuso que por el momento continuáramos esperando.

Ante esto, el Tte. Cnel. Sosa volvió a llamar al Comandante Purtscher y pidió órdenes de nuevo: el Comandante Purtscher dijo entonces que si estábamos bajo un peligro real que nos fuéramos de ahí, bajo su responsabilidad.

Por estos hechos, hacemos suposiciones de un posible problema del Comandante Purtscher con el Jefe de los Observadores que podrían motivar su relevo...

Como opinión personal y sin saber exactamente que puede haber pasado, creo que el Comandante vivió una situación muy difícil y llegó un momento que tuvo que tomar una decisión. Si esta decisión fue correcta o no, nadie que no estuviera en su lugar puede juzgarla.

Lo importante de todo eso fue que él tomó una decisión y la mantuvo bajo su responsabilidad, cosa que es obligación de un comandante de tropas y que en medio del desconcierto reinante fue un ejemplo para varios comandantes de otros países.
 
La retirada

Para decidir nuestra evacuación, el Tte. Cnel. W. Sosa nos reunió a los cinco que estábamos en Nkumba (Mayor R. Griego, Cap. F Muñoz, Cap. J. Micak, él y yo) y planteó la situación. El era el de la derecha, y por lo tanto se consideraba responsable por nosotros.

Había hablado bastante con el Comandante de Sector, el Tte. Cnel. A. Doumbia, de Malí, y le había explicado la orden que habíamos recibido de nuestro país. El Comandante de Sector le dijo que estaba bien, y que actuara acorde a las directivas de sus mandos naturales.

El Tte. Cnel. Sosa, planteó entonces como veía él la situación. Opinó que ante la eventualidad de salir por una ruta que estaba batida por el fuego aunque aún en poder del RPF, que permitía nuestro libre desplazamiento y quedarnos allí a esperar en ese lugar que en cualquier momento sería atacado, lo mejor sería irnos a la frontera.

Pensamos en la posibilidad de viajar a través de las líneas del RPF hasta Mulindi y Nyagatare para recoger al Mayor Linares y al Cap. Berterreche, pero sabíamos que ellos tenían acceso a la frontera desde sus actuales posiciones, y esto fue desechado.

Nos prestaron dos vehículos, y el Comandante de Sector envió a los Capitanes Mbaye y Dia, de Senegal para que condujeran los vehículos de vuelta a Nkumba una vez que nosotros llegáramos a la frontera.

El Capitán Mbaye, mi compañero de trabajo en Ruhengeri, había recorrido el camino, temprano en la mañana, y había sido detenido por el RPF en un control de ruta sobre el acceso a la carretera principal. Yo había estado conversando con él cuando llegó, y me dijo que no se podía circular porque la ruta estaba siendo bombardeada.

Cuando el Cap. Mbaye recibió la orden de acompañarnos para traer de vuelta los vehículos, informó de lo que sabía al Tte. Cnel. Sosa, y le explicó que iría con nosotros, pero que si al llegar a la ruta, la situación era riesgosa, deberíamos dar la vuelta y esperar a otro momento.

A esa altura nuestra decisión de partir era irreversible y no teníamos intención de detenernos a no ser que realmente nos lo impidiera el fuego.

El Capitán Mbaye quería conducir uno de los vehículos para asegurarse de que si había peligro daríamos la vuelta, y el Tte. Cnel. Sosa le dijo que él era el Jefe del convoy y que los vehículos los iban a manejar sus Oficiales.

Ante esto el Cap. Mbaye dijo que bajo esas condiciones él no iba con nosotros, y se bajó. Entonces el Cap. Muñoz al volante, el Cap. Micak y yo, subimos al vehículo y emprendimos la marcha solos. Nos detuvimos más adelante para esperar al Comandante y al Mayor Griego..

El Tte. Cnel. Sosa quedó un momento más allí hablando con el Comandante de Sector.

A los minutos, llegó a donde estábamos, y pasó adelante, comenzando la marcha hacia la carretera principal.

El pueblito cercano al Seminario de Nkumba, que siempre hervía de gente, estaba vacío, desolado, sólo había allí un soldado del RPF haciendo guardia.

Todos tensos seguimos la marcha y por allá vimos que aparecía otra camioneta detrás nuestro.

Era el Cap. Mbaye junto con otros Observadores. Se desplazaban en su propio vehículo, para tener la independencia para volver si era necesario.

Al llegar a la ruta principal pudimos ver la primera marca de un tiro de artillería sobre la ruta y esto se fue repitiendo por varios kilómetros. Eran los impactos del fuego de reglaje de la artillería del RPF.

A los costados del camino habían restos de cajas de munición, y pertrechos militares.

Aprovechamos para pasar, el momento del mediodía en que normalmente la intensidad de los fuegos decrecía en ambos bandos.

Soldados del RPF marchaban por la ruta hacia el sur. A los costados del camino, veíamos más soldados, ya sea descansando o emplazados, esperando al enemigo.

A los pocos kilómetros llegamos al primer puesto de control del RPF y nos detuvieron. Le explicamos que íbamos a la frontera y que los vehículos volvían, para que en lo posible evitaran hacer fuego durante nuestro desplazamiento. Nos dijeron que podíamos pasar y seguimos.

Tuvimos que pasar cuatro puestos de control más y en todos nos pararon. Dos días atrás, el Comandante Sosa había pasado por este mismo lugar al evacuar a la policía civil de NN.UU. y no había encontrado ningún puesto de control, ni nadie lo había parado, pero ahora la situación era diferente.

En el penúltimo puesto de control, en Kidaho, donde aún se mantenía un destacamento del Bn. Ghana de la ex zona desmilitarizada, tuvimos que conversar un largo rato hasta que al final accedieron a dejarnos seguir.

En un momento nos cruzamos con una pieza de artillería, emplazada al costado de la ruta. Era un cañón de 75 mm. de procedencia rusa y remolcado por un tractorcito de granja, que fue el único tractor que vi en mi estadía en Rwanda.

Los soldados del RPF siempre fueron respetuosos a pesar de las detenciones.

Los líderes de los puestos, siempre estaban de civil, y eran muy jóvenes, no más de 20 o 22 años.

Uganda

Por fin llegamos a la frontera y el último Puesto de Control también nos detuvo, pero nos permitieron seguir rápidamente. Allí del otro lado está el primer puesto del Ejército de Uganda y el Puesto de NN.UU. Nos recibió un Sargento Mayor, que usaba una boina roja y uniforme camuflado.

Enseguida se acercaron los Observadores Militares de UNOMUR quienes estaban esperando la evacuación desde hace días. Luego llegaron unos funcionarios de la oficina de migración con el Jefe del Sector de UNOMUR, un Mayor de Bangladesh.

Bajamos nuestro equipaje, y nos dijeron que esperáramos que seríamos evacuados del lugar en un helicóptero.

Fue muy triste despedirnos de los MILOBS que nos habían acompañado, pues por lo menos en lo que me es particular, me quedó como un remordimiento de pensar que estábamos huyendo y ellos iban a seguir allí.

Alguno de los más allegados, me hizo ver que nuestra decisión estaba bien, pues estábamos actuando bajo órdenes directas de nuestro país... incluso alguien nos felicitó por la pronta resolución de nuestros mandos ante esta situación de crisis, pues ellos se sentían totalmente desamparados y en este momento nos estaban envidiando. Pero también estoy seguro, aunque no lo manifestaran directamente, que otros pensaban que lo que estábamos haciendo era huir.

Reflexión

La elección fue difícil y tuvimos que evaluar todas las opciones. Por ejemplo el Mayor Griego que era Jefe de Equipo en ese momento, se sentía obligado con su gente y no quería irse si ellos no se iban. Estuvo por eso, largo rato discutiendo el tema, y todos le dijeron que se fuera, que comprendían su posición y que si ellos tuvieran la misma orden, no dudarían un segundo en irse... pero uno queda con algo adentro, como de que está fallando a los camaradas, a pesar de que a veces en circunstancias mucho más simples, algunos de estos camaradas, no habían tenido ningún miramiento en dejarnos plantados en un relevo de la guardia, etc. Pero no debemos compararnos con esta gente que es diferente a nosotros y no siente las cosas de la misma manera.

La cuestión es que ahora estamos en Kabale, Uganda y no sabemos que va a ser de nosotros.

Estamos tranquilos de saber que salimos de una zona peligrosa, luego de una semana de grandes tensiones y contentos de poder comunicar a nuestras familias que estamos bien...

En lo particular, siento pena por haber dejado allá a gente con la que trabajé por cuatro meses, y preocupado por los otros uruguayos que aún no pudieron salir del país.

Me siento desilusionado porque quizás se termine antes de tiempo una misión tras la cual todos teníamos muchas expectativas...

Sin duda, todos hemos quedado bastante más curtidos, por los difíciles momentos que nos tocó vivir.

©Mayor Waldemar Fontes

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