Recuerdos de mi niñez

 

Cuando era chico fui a Tacuarembó con mamá a la casa de un tío que tenía caballos y vacas. Yo no conocía bien a las vacas, y como vi que una me miraba, salí corriendo, me caí, y me corté con un vidrio. Mamá pegó semejante grito. —¡Se cortó! —gritaba. Entonces mi tío, que es muy amigo de hacer bromas, trajo un azucarero, y le decía a mamá: —Para un cortado, ¿cuántas cucharadas le vas a poner?

 

Yo cuando era chico estaba en mi cuna, y mi madre siempre me ponía frente a la puerta. Una noche, entraba un rayo de luz, y era la luna. Mi madre se asustó porque me caía en la cara, y uno puede quedar embrujado.

 

Mi prima cuando era chica tuvo una grave enfermedad, porque se le había formado como una víbora de granos, y se los curó con tinta de escribir y un pincel. Mi tía le hizo una cruz encima de cada grano.

 

Una vez fuimos a la casa de mis abuelos que viven por San José, en un ranchito. Un día que yo no quería dormir la siesta, mi abuela me dijo que si no dormía, iba a venir la bruja. Yo me acosté y en eso vino una viejita con un bastón, y entonces yo empecé a llamar a mi abuela. "¡La bruja! ¡La bruja!". Entonces mi abuela me dio unos lazazos, porque esa viejita era una vecina que venía a visitarla y a traerle unos yuyos.

José María Firpo
El humor en la escuela 3
Arca Editorial

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