Se vela a un muerto
Juan Estevan Fagettí

El zaguán y dos ventanas
abren tres franjas de luz 
con las que pudiera hacerse 
triste, deleznable cruz.

Este velorio en el pueblo 
es el último bastión 
de vida. A un paso del alba, 
lejos, suena una canción.

Las calles muertas de miedo. 
Dan las 2 y viene a ser 
con su luces el velorio 
faro en el amanecer
de antaño pueblo ilusorio

Quien va por la calle piensa 
en la fragante emoción 
de las chicas que sonríen 
ante el fúnebre cajón.

Y allá, al doblar una esquina 
yendo hacia la madrugada 
el muerto nos dice: toma 
mi alma, y tenla, bien guardada.

Juan Estevan Fagetti
El País Cultural Nº 248
5 de agosto de 1994

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