El petiso aguatero en la cachimba

 
En el refrán Nº 212: "Con más mañas que petiso aguatero", mencionamos ligeramente el cometido que le toca desempeñar en una estancia al "petiso aguatero". Son múltiples las tareas en las cuales se ¡e utiliza, como ser: el arrimo de las lecheras y la ternerada al establo; encerrar los caballos del trabajo en el corral o piquete; llevarle a la lavandera las bolsas de ropa al arroyo; ir al almacén; arrastrar el barril de agua a la cachimba, etc.
Como si todo esto fuera poco, tiene aún otra función principalísima que cumplir: prestarse como un fiel amigo al adiestramiento de ¡os hijos del dueño de casa.
Es en el petiso aguatero o del piquete donde la botijada aprende a ser jinete y gaucha como sus antecesores. El hombre en todas las latitudes ha querido que sus hijos posean sus cualidades y aptitudes para determinadas tareas, faenas o funciones. Nuestro hombre de campo no escapa a ello, por eso sus hijos, desde el lomo del manso petiso ensayan sus primeros intentos de enlazar y pialar. Con boleadoras construidas al efecto pueden con disimulo y paciencia aproximarse a un ñandú y disparar el ansiado tiro de bola.
En el rodeo, el noble animal que conoce el arte de aparearse a una vaca para su aparte, obedece dócil el mandato de las riendas manejadas por las manos inexpertas del gauchito en cierne.
Ahora, de pasada, diremos, con profundo sentimiento, que esta familia de equinos tiende a desaparecer rápidamente. El petiso ya es en muchos pagos sólo un recuerdo y dentro de muy pocos años, tal vez mañana, surgirá el escritor nativista que con honda emoción y colorido estilo, trace para nuestra historia gaucha la simpática estampa del petiso aguatero.
Para dar término a este breve bosquejo del fiel y querido amigo del niño, describiremos en forma sintética el marco que dio colorido y nombre al petiso aguatero: la cachimba o manantial. Llámase así a un pequeño hoyo abierto en el suelo por una vertiente natural u ojo de agua. Muchas veces, ya sea por desvío de la corriente (nuestro subsuelo desde la seca de 1942, tiene un gran déficit de agua) que alimenta el pozo o al excesivo consumo del establecimiento y también del ganado que acostumbra beber en estos cursos de agua, se hace imprescindible ahondarla. Muchos la calzan con piedras de la zona, y si no las hay, con ladrillos y cemento.
En estos casos aprovechan y continúan el calce afuera formándole un brocal más o menos de un metro de alto. En esta forma los animales no pueden beber, evitándose así contaminaciones que pudieran ser perjudiciales a la salud. Este trabajo, como se puede ver, ha transformado a la tradicional cachimba en un pozo pueblero, aunque por costumbre y tal vez por reminiscencia se la continúe llamando cachimba.

Refranero uruguayo - La Biblia gaucha
Washington Escobar
Tacuarembó - 1983

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