Sea socio fundador de la Asociación de Amigos de Letras-Uruguay

 

Dialogo del habitante de Sirio con el de Saturno
Voltaire

 

Una vez que Su Excelencia se, hubo acostado y el Secretario se aproximó a su cara, "Es preciso reconocer, dijo Micromegas, que la naturaleza es muy variada. —Sí, coincidió el saturniano; la naturaleza es como un cantero, cuyas flores... —Preferiría, dijo el otro, que dejáramos el cantero.— Es, replicó el Secretario, como una reunión de rubias y morenas, cuyos atavíos... —¿Qué hago yo con vuestras morenas?, preguntó Micromegas. — Es entonces como una galería de pinturas, cuyos trazos... — No, no; la naturaleza es como la naturaleza. ¿Para qué buscarle comparaciones? — Para agradar a usted, respondió el Secretario. — Yo no quiero eso, señaló el viajero; yo quiero que se me instruya; comience usted por decirme cuántos sentidos tienen los hombres de su planeta. — Tenemos setenta y dos, dijo el académico; y lamentamos siempre que sean tan pocos. Nuestra imaginación va más allá de nuestras necesidades; pensamos que con nuestros setenta y dos sentidos, nuestro anillo y nuestras cinco lunas[11]; nos encontramos demasiado limitados; y, a pesar de toda nuestra curiosidad y del número bastante grande de pasiones[12] que resultan de nuestros setenta y dos sentidos, aun tenemos tiempo de aburrirnos. — Le creo, dijo Micromegas; pues en nuestro planeta tenemos cerca de mil sentidos, y sin embargo no podemos evitar no sé qué vago deseo, qué inquietud, que nos advierte sin cesar que somos poca cosa y que existen seres mucho más perfectos. Yo he viajado un poco; he visto mortales muy por debajo de nosotros; los he visto enormemente superiores; pero no he visto ninguno que no tenga más deseos que verdaderas necesidades, y más necesidades que satisfacción. Llegaré tal vez un día al lugar en el que no falte nada; pero hasta hoy, nadie me ha dado noticias ciertas de esa tierra." El saturniano y el siriano se agotaron en conjeturas; pero luego de muchos razonamientos tan ingeniosos como dudosos, fue necesario volver a los hechos. "¿Cuánto tiempo viven ustedes?, preguntó el siriano. — Bien poco, replicó el pequeño saturniano. — Es como entre nosotros, dijo el siriano. Nosotros también lamentamos que sea poco. Es sin duda una ley universal de la naturaleza. — Vivimos, agregó el saturaniano, apenas quinientas grandes revoluciones del sol. (Lo cual equivale a quince mil años aproximadamente, si se cuenta según nuestro sistema). Como usted ve, es morir casi cuando se nace; nuestra existencia es un punto, nuestra duración un instante, nuestro planeta un átomo. Apenas uno ha comenzado a instruirse un poco, cuando la muerte llega, antes que se haya alcanzado la experiencia. Yo no me atrevo a hacer proyectos; tengo la sensación de ser como una gota de agua en un océano inmenso. Me siento avergonzado, sobre todo delante de usted, del ridículo papel que desempeño en el mundo".

Micromegas le contestó: "Si no fuera usted filósofo, temería afligirlo diciéndole que nuestra vida es setecientas veces más larga[13] que la de ustedes; pero usted sabe demasiado bien que cuando hay que devolver el cuerpo a los elementos y regresar bajo otra forma, lo que se llama morir; cuando llega ese momento de metamorfosis, haber vivido una eternidad o haber vivido un día, es exactamente la misma cosa. He estado en países en los que se vive mil veces[14] más que en el mío y aun en ellos he oído lamentaciones sobre el tema. Pero hay en todos lados hombres de buen sentido que saben tomar posición frente a los hechos y agradecer al autor de la naturaleza, que ha esparcido sobre este universo una profusión de variedades con una admirable uniformidad[15]. Todos los seres pensantes, por ejemplo, son diferentes, pero todos se parecen en el fondo por el don del pensamiento y los deseos. La materia está extendida por todos lados; pero tiene en cada planeta propiedades diversas. ¿Cuántas propiedades distintas cuentan ustedes en la materia? — Si se refiere a las propiedades sin las cuales creemos que el planeta no podría subsistir tal como es, dijo el saturniano, contamos trescientas, como la extensión, la impenetrabilidad, la movilidad, la gravedad, la divisibilidad. — Aparentemente, replicó el viajero, el Creador entendió suficiente este pequeño número para vuestra pequeña habitación. Admiro su sabiduría; veo en todos lados diferencias, pero en todos lados proporciones. Vuestro planeta es pequeño, lo son también sus habitantes; tienen pocas sensaciones y su materia pocas propiedades; todo esto es la obra de la Providencia. ¿De qué color es vuestro sol? — De un blanco fuertemente amarillento, respondió el saturniano; cuando dividimos uno de sus rayos, vemos que con­tiene siete colores. — Nuestro sol tira hacia el rojo, dijo el siriano y tenemos treinta y nueve colores básicos. No hay un sol, entre todos aquellos a los que me he aproximado, que se asemeje a otro, como no hay una sola cara que no sea diferente de las demás".

Luego de varias preguntas de este tipo, se informó sobre el número de sustancias esencialmente diferentes de Saturno. Se enteró que no excedían de treinta, como Dios, el espacio y la materia, los seres extensos que sienten, los seres extensos que sienten y piensan, los seres pensantes que no tienen extensión; los que se penetran, los que no se penetran. El siriano, en cuyo mundo contaban trescientos y qué había conocido otros tres mil en sus viajes, dejó prodigiosamente asombrado con sus datos al filósofo de Saturno. En fin, luego de haberse comunicado uno al otro un poco de lo que sabían y mucho de lo que no sabían, después de haber razonado durante una revolución del sol, resolvieron hacer juntos un pequeño viaje filosófico.

Notas:

[11] Las otras dos —Saturno tiene siete en total— fueron descubiertas en 1789, es decir, después de la publicación de "Micromegas".

[12] Pasiones, en el sentido del siglo XVII: como fenómenos pasivos del alma.

[13] Haciendo cuentas: quince mil por setecientos, es decir unos diez millones y   medio de años.

[14] Según el cálculo de la nota anterior, diez mil millones de años.

[15] El pensamiento coincide con el de la ''Exposición del Libro de  las Instituciones Físicas",  escrito  por Voltaire  en 1740.

 

Micromegas

Voltaire

Comentado y anotado por Raúl Blengio Brito
Ediciones de la Casa del estudiante

Autorizado por la Flia. de Raúl Blengio Brito
Digitalizado por Carlos Echinope Arce - editor de Letras-Uruguay
 

Ir a índice de narrativa

Ir a índice de Voltaire

Ir a página inicio

Ir a índice de autores