Valente y la unidad de las artes

Crónica de Claudio Rodríguez Fer 

Universidad de Santiago de Compostela

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Durante el período comprendido entre el impresionismo pictórico del siglo XIX y los movimientos vanguardistas del siglo XX se produjo toda una eclosión del diálogo en libro de las artes verbales y de las artes visuales. Heredero afortunado de esa práctica interartística fue el tan interdisciplinar poeta José Ángel Valente, quien sintió intensamente la necesidad de participar en tal tipo de empresa, en consonancia con su sentencia "Yo creo en la unidad de las artes".

Así lo revelaron los libros que publicó en colaboración con diversos artistas europeos: durante los años setenta, Emblemas, con Antonio Saura; en los años ochenta, El péndulo inmóvil, con Antoni Tapies, y Desaparición Figuras, con Paul Rebeyrolle; y en los años noventa, Raíz de lo cantable, con Jürgen Partenheimer; Estar estarse, con Rafa Forteza, y Cantigas de alén, con Eduardo Chillida, por mencionar tan solo los proyectos mayores.

Este diálogo perduró tras su muerte, pues el pintor gallego Leopoldo Nóvoa quiso establecerlo póstumamente en el libro Alén, tan denso como la ceniza prensada que usó. Igualmente fallecido ya el autor, el poemario Tres lecciones de tinieblas, que había sido ilustrado por Baruj Salinas, se editó con gravados originales de Rafael Pérez Carrió. Y Coral, la segunda esposa del poeta, también acompañó con sus cicatrizados grabados los manuscritos en seda de los particulares haikus de Cima del canto.

La propia poesía de Valente reflejó explícitamente una gran atención a las artes plásticas, pues contiene écfrasis de Uccello, Durero, Redon, Schiele, Picasso, Klee, Tapies y el exiliado Luis Fernández. Y este notable interés está todavía más expresado en sus ensayos. De hecho, su libro póstumo Elogio del calígrafo contiene una abundante muestra de los comentarios que dedicó a cuestiones estéticas y a diferentes artistas a lo largo de su vida, desde El Bosco a la actualidad, pasando por Goya, Kandinsky, la Bauhaus, Duchamp, Tobey o Rebeyrolle.

Ahora bien, precisamente en Elogio del calígrafo, Valente reveló nítidamente su apertura a todos los géneros artísticos. En efecto, trató en él del pintor Tapies o del escultor Chillida, pero también de música, a propósito de Webern, sin olvidar artes tan diferentes como la caligrafía oriental o la fotografía occidental. Se trata de escritos siempre en busca del conocimiento a través de la indagación artística, a veces realizada desde una extraterritorialidad afín a la suya (como es el caso de los trasterrados Luis Fernández o Vicente Rojo) o desde una contemporaneidad no menos próxima (Cristina Iglesias, Baruj Salinas, José Manuel Broto, José María Sicilia).

El principal ensayo sobre arte de Valente, "Cuatro referentes para una estética contemporánea", pieza central de Elogio del calígrafo, muestra su necesidad de recurrir al diálogo multiartístico a la hora de establecer su pensamiento estético y su propia autopoética. Porque, cuando Valente habla de arte, lo hace, obviamente, sobre arte y sobre artistas, pero también sobre poesía e incluso sobre sí mismo. Acaso porque arte y poesía pueden llegar, en esencia, al mismo conocimiento e incluso por los mismos caminos, solo que con instrumentos diferentes. Este es el reto de los libros hechos por Valente en colaboración con artistas y este es su sentido último, su razón de ser y lo que los individualiza como obras únicas más allá de la simple superposición de unos textos y de unas imágenes.

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José Ángel Valente (Ourense, 1929 - Ginebra, 2000), Doctor Honoris Causa por la USC, fue un verdadero escritor universal por querencia, vivencia y trascendencia. Por querencia, porque siempre se mostró abierto a la interculturalidad en el espacio y en el tiempo, conectando con la tradición literaria occidental y con la tradición filosófica oriental, así como con el canon clásico y con la vanguardia experimental. Fue esta apertura la que lo llevó a traducir de inglés, francés, italiano, alemán y griego a castellano y gallego, además de a escribir en estas dos lenguas.

Por vivencia, porque, tras formarse en Ourense hasta que comenzó a estudiar en la Universidad de Santiago de Compostela, se licenció luego en la Universidad de Madrid, donde se consagró como poeta. Más tarde, tras un trienio en la Universidad de Oxford, ejerció como funcionario internacional, primero de la OMS en Ginebra y después de la UNESCO en París, hasta su retiro en Almería. Durante este periplo, recorrió muy diversos lugares como profesional de los organismos internacionales y como escritor reconocido.

Por trascendencia, porque fue traducido a numerosos idiomas del mundo y porque fue objeto de estudios y de tesis doctorales en los cinco continentes, así como de premios y distinciones en varios países. Además, llevan su nombre la Cátedra José Ángel Valente de Poesía y Estética de la Universidad de Santiago de Compostela, el fondo documental kati de Tombuctú, la biblioteca del Instituto Cervantes de Marrakech, un centro cultural de Ourense y su casa alquímica en Almería, además de sendas calles orensanas y compostelanas.

La Cátedra José Ángel Valente de Poesía y Estética se fundó en el año 2000 con motivo de la donación hecha a la Universidad de Santiago de Compostela por el universal poeta gallego de su extraordinario archivo documental y de su importante biblioteca políglota. Desde entonces, esta entidad organizó simposios, exposiciones, ciclos de conferencias y recitales, así como propició investigaciones y tesis doctorales realizadas en varios continentes. Y publicó ya una veintena de libros, entre ellos algunos debidos a Antonio Gamoneda y Juan Goytisolo, ambos Premios Cervantes, amigos y admiradores del poeta. Fuera de Galicia, la Cátedra colaboró en eventos organizados en diversos países de Europa, América y África.

El logotipo de la Cátedra Valente se debe a Antoni Tapies, amigo y colaborador habitual del poeta, y todos los libros publicados por ella contienen una ilustración debida a artistas o poetas visuales vinculados personal o estéticamente con aquel, como Coral Valente, Baruj Salinas, Sara Lamas, Leopoldo Nóvoa, Menchu Lamas, Antón Patiño, María José Santiso, Carlos Schwartz, Lola Valls, Antón Sobral, Alejandro Vidal o Claudio Rodríguez Fer. La Cátedra Valente cuenta además con obra original de algunos de los autores citados y de viejos amigos del poeta, como su coterráneo Virxilio.

 

Ensayo de Claudio Rodríguez Fer

Universidad de Santiago de Compostela


Publicado, originalmente, en: Inti: Revista de literatura hispánica Number 91 año 2020

Providence College’s Digital Commons email: DigitalCommons@Providence

Link del texto: https://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss91/23

 

Ver, además:

José Ángel Valente en Letras Uruguay

 

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