El jardín Marino

 

Pablo Picasso/Guillaume Apollinaire

por Enrique Juncosa

La vida de Pablo Picasso (1881-1973) está, tal vez, más estudiada que la de ninguno de sus contemporáneos. Difícilmente se podrá añadir nada sobre su biografía sin ser un destacado especialista en ella o teniendo acceso a nuevos materiales. Es así que su amistad con los poetas franceses de su círculo es bien conocida, sobre todo con Max Jacob, al primero que conoció y del que se hizo amigo, o con Guillaume Apollinaire (1880-1918) y André Salmon, los tres asociados al Cubismo. Posteriormente, será amigo de Jean Cocteau, quien le dedicó Oda a Picasso en 1917, y con muchos de los poetas surrealistas. Los museos Picasso de París y de Barcelona preparan en estos momentos, curada por Emmanuel Guigon, una gran exposición Picasso-Eluard que ahondará, seguramente, en la relación de Picasso con los poetas. Ciertamente, al igual que sucederá después en el Nueva York de los años 50 y 60, cuando la metrópolis norteamericana se convierte en la capital mundial de las vanguardias artísticas, los poetas y artistas del París de principios del siglo XX son responsables, de un modo compartido, de los cambios radicales que sucedieron entonces en la forma y la concepción del arte y de la literatura. Unos cambios que son determinantes, en muchos aspectos, de la naturaleza del arte contemporáneo, todavía hoy, sobre todo en el que supone una radicalización de las posiciones de las vanguardias, despreciando todo tipo de dogmas y presupuestos.

Pero Picasso no fue solo amigo de poetas. Además, escribió poemas él mismo, sobre todo en el periodo que va desde mediados de los 30 a mediados de los 50. Sus primeros poemas aparecieron publicados en la revista Cahiersd´Art en 1936, con traducción al francés nada menos que de André Breton. Picasso escribió poesía tanto en español como en francés, destacando entre sus poemas los llamados “poemas río”, largos textos que son como flujos improvisados de palabras y de imágenes. El más conocido de ellos sea, tal vez, Sueño y mentira de Franco, de 1937, que utilizó en una serie de grabados del mismo título, y donde en una serie de viñetas que asemejan a las de un cómic, arremete contra Franco con imágenes y palabras. Otros de sus poemas se han relacionado con la técnica del collage por su yuxtaposición de imágenes y temas. En 1941, Picasso estrenó, además, su única obra de teatro, El deseo atrapado por la cola, evento en el que participaron, como actores, filósofos y poetas mayores de la escena francesa, como Jacques Lacan, Pierre Reverdy, Michele y Louise Leiris, Jean Paul-Sartre y Simone de Beauvoir o Albert Camus. También es bien conocida su amistad con la escritora norteamericana Gertrude Stein, o más tarde con el poeta español Rafael Alberti. Es más que probable que Picasso, siendo un artista tan competitivo como era, prefiriera rodearse de poetas que de pintores.

De todas estas relaciones, la de Picasso y Apollinaire, que duró pocos años debido a la muerte prematura del escritor, es de las más atractivas. Sabemos que ambos eran dos de las personalidades más carismáticas de su tiempo, que fueron grandes amigos, y que ambos influirían decisivamente en el arte y la poesía posteriores. La biografía de Apollinaire, por sí misma, es ya bastante vistosa. Su madre era polaca, y su padre les abandonó a ellos, y al hermano de Guillaume, muy pronto. Luego, él mismo diría que su padre era un importantísimo jerarca eclesiástico. En cualquier caso, creció en Montecarlo, y trabajó como preceptor y como contable antes de establecerse como crítico defendiendo las nuevas ideas vanguardistas. Se alistó como voluntario en la Primera Guerra Mundial donde fue gravemente herido, logrando entonces su nacionalidad francesa. Apollinaire escribió un texto, Los pintores cubistas (1913), que se convertiría en el manifiesto del Cubismo. También fue el creador de la palabra surrealista, con la que describió una de sus obras de teatro. Entre sus libros destacan Alcoholes (1913) y Caligramas (1918) tan importantes en la historia de la poesía como lo son Las señoritas de Avignon (1907) o Guernica (1937) en la historia del arte. Apollinaire escribirá también otro texto mítico, y que en su época resultó pornográfico, Las once mil vergas (1907). Los mencionados caligramas de Apollinaire influirán también a los pintores asociados al Surrealismo como Joan Miró, que pintó poemas y letras en cuadros que en ocasiones título también con largas frases de naturaleza poética. Apollinaire murió a causa de una gripe.

Uno de los episodios más conocidos de la relación de estos dos gigantes de las vanguardias tuvo lugar en 1911, cuando Apollinaire fue arrestado por el robo de La Gioconda de Leonardo da Vinci, asunto sobre el que finalmente se impondría su inocencia. El caso es que este asunto le relacionó con el robo también en el Louvre de unas estatuillas ibéricas que habían acabado en posesión de Picasso, a quien Apollinaire había puesto en contacto con el ladrón, un tal Géry Piéret. Las obras ya habían sido devueltas por entonces al museo y ni Apollinaire ni Picasso fueron condenados. Sucedió, sin embargo, que Picasso dijo en la comisaria, y frente a su amigo, que no le conocía de nada, hasta que la desesperación de éste le hizo acabar confesando. El episodio acabó distanciándole, aunque no para siempre. 

Apollinaire, y así lo reconoció el pintor, influyó en la obra de Picasso, interesándole, por ejemplo, por el mundo del circo. Los años en que se trataron coinciden con el llamado período rosa de Picasso, cuando éste pintó sus célebres arlequines. Apollinaire, por otra parte, fue pintado por Picasso en distintas ocasiones, en forma de caricatura, y aparece en obras de Picasso convertido en torero, artillero, académico e incluso cafetera. Su cabeza tenía forma de pera y sus rasgos eran muy expresivos. Hace pocos meses,tuve la suerte de ver, en una colección privada de París, un dibujo del periodo rosa en el que aparece Apollinaire como un fantasma, pues se asemeja a una figura cubierta por una sábana, sin pies, pero con ojos y boca, junto a un grupo de mujeres desnudas, que se están aseando en lo que probablemente sea el baño de un burdel. De igual forma, en cualquier caso, Picasso inspirará algunos personajes de Apollinaire, como el pintor malagueño Pablo Canouris en La femme assise, o, según distintos especialistas, el Pájaro de Benin en la novela El poeta asesinado.

Picasso es el prototipo de artista que pone su trabajo por encima de todo, incluso de la amistad. Una personalidad que contrastaba enormemente con la de Apollinaire, un hombre muy generoso como es sabido. Además del incidente policial, conocemos, por la correspondencia entre ambos, que Picasso le falló como amigo en otras ocasiones. Apollinaire le propuso colaborar juntos varias veces, pidiéndole ilustraciones para sus libros, por ejemplo, a lo que Picasso siempre contestaba que sí, pero acabando dándole largas. Tenemos constancia en esa correspondencia de los reproches que por ello le hacía al artista el escritor. Después, sin embargo, Picasso acabaría reconociendo la importancia de su amistad. De hecho, diseñó varios proyectos de tumbas para su amigo, las cuales fueron rechazadas una tras otra por los responsables del cementerio Père Lachaise, donde está enterrado, considerándose su aspecto demasiado avanzado. Finalmente, en los años 50, Picasso diseñará un monumento a Apollinaire en la plaza Laurent Praché de París.

 

por Enrique Juncosa
Publicado, originalmente, en Periódico de Poesía Nº 91 julio/agosto 2016
Publicación mensual editada por la Universidad Nacional Autónoma de México a través de la Dirección de Literatura

http://www.periodicodepoesia.unam.mx/index.php/1662-el-jardin-marino/4269-no-091-el-jardin-marino-pablo-picasso-guillaume-apollinaire

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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