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La Poesía Cubana de Mario Benedetti |
En el presente artículo analizaremos la que hemos denominado Poesía Cubana de Mario Bendetti. Con dicho término nos estamos refiriendo a aquella parte de la producción lírica del autor uruguayo, más significativa y relevante, escrita en alguna de sus múltiples estancias en Cuba, y cuyos motivos fundamentales son esta isla caribeña, su Revolución, u otros acontecimientos y personajes relacionados con la misma. La obra lírica de Mario Benedetti se integra en la llamada poesía coloquial o conversacional, movimiento poético surgido en Latinoamérica a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, y conformado por numerosos autores de distintos países, a los que les unía su preocupación por la injusta realidad que asolaba a sus pueblos, contra la que luchaban, así como su posicionamiento ideológico de izquierdas[1]. A ello se sumaría un hecho que sirvió de vínculo político a todos estos poetas, nos estamos refiriendo al triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959. Como destaca Carmen Alemany Bay: Si bien este acontecimiento en un principio fue ajeno a la constitución de este nuevo movimiento poético latinoamericano, (...) sí que influyó en los primeros años de su desarrollo. El triunfo de la Revolución cubana fue determinante no sólo en la creación de los poetas cubanos, sino también en todos los poetas coloquiales, ya que la Revolución se convirtió en un factor esperanzador para todos los pueblos de América Latina (...). Pero además, este evento sirvió de aglutinador personal de muchos de estos poetas. Con el saludo unánime a la Revolución intercambiaron sus experiencias poéticas, y quizá en esos momentos se dieron cuenta de que entre ellos, salvando las distintas realizaciones poéticas de cada autor, tenían un proyecto común, no sólo social, sino también literario.[2] El propio Benedetti nos explica la trascendencia que la Revolución Cubana tuvo para él: El año 59 fue decisivo, no sólo para mí, creo que también para todos los latinoamericanos; no sólo para la gente de izquierda, sino también para la gente de derecha. Algo aconteció en ese año que cambió la relación de fuerzas, los puntos de vista, las actitudes humanas, y fue la Revolución Cubana. En un país como el nuestro, que había estado tan de espaldas a América, mirando a Europa especialmente, más que a Estados Unidos, ese acontecimiento fue un sacudón decisivo y en relación, hasta más dramático que en otros países de América Latina. Significó un serio tirón de orejas para nosotros, los intelectuales, que estábamos muy encandilados con lo europeo. Para mí fundamentalmente representó la necesidad de ponerme al día conmigo mismo, y en ese sentido hubo toda una etapa de autoanálisis y de autocrítica con respecto a las actitudes que había tenido hasta ese momento. La Revolución Cubana me sirvió también para comunicarme con mi país, para ver de manera distinta el Uruguay, y frutos de eso son evidentemente ciertos cambios que se establecen en el orden literario.[3] “HABANERA”, CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS (1965-1966)[4] En 1966, Benedetti viaja a La Habana para participar como jurado en la categoría de novela del Concurso Casa de las Américas[5]. Es la primera oportunidad que nuestro autor tiene de comprobar en su propia piel el significado y la auténtica envergadura de la Revolución Cubana, y no va a desaprovecharla: |
Uno
llega |
Para poder comprender con exactitud lo que en Cuba se estaba viviendo es necesario abandonar las ideas preconcebidas y mostrarnos como ese “hombre nuevo” que la Revolución buscaba: |
aquí
en La Habana invierno |
La Habana y su Revolución han colmado de optimismo a Latinoamérica. Por fin el futuro se pone de su parte, la utopía puede hacerse realidad: |
Vertiginosa
henchida puntualmente |
Y como no podía ser de otro modo, la alegría caribeña también tiene cabida en el marxismo: |
Vamos
a ponernos brevemente de acuerdo |
A pesar de la euforia, Benedetti es consciente de que La Habana no es su Montevideo, algunos sentimientos se le escapan, y de que su país no está todavía preparado para la Revolución: |
Soy
consciente de que no es mi ciudad consciente
de que nosotros allá abajo |
En el Montevideo de mediados de la década de los 60 empieza a ser patente el clima predictatorial, lo que le impide a nuestro autor comprender y gozar de toda la alegría que La Habana desborda: |
mi
ciudad es más cauta más prudente |
Y aunque Benedetti no pueda en estos momentos asimilar el optimismo que domina en la Cuba revolucionaria, no duda en admitir que en un futuro próximo, cuando su Uruguay sea auténticamente libre, será capaz de entender en toda su magnitud lo que La Habana significa: |
por
eso esta ciudad no puede ser la mía de
que en algún probable futuro sin angustia |
Su primera experiencia en la isla lo ha transformado, cargado de esperanza, y convencido definitivamente de que la Revolución es la verdadera solución para Latinoamérica:[6] |
Al
final uno parte todo
eso y además uno
parte todo
eso y además “SEÑAS DEL CHE”, A RAS DE SUEÑO (1967) |
En 1967, Benedetti regresó a Cuba para participar nuevamente como jurado en el Concurso Casa de las Américas, en esta ocasión en la categoría de cuento[8]. Muy posiblemente fue en este segundo viaje a la isla caribeña donde nuestro autor compuso el poema que ahora nos ocupa, fechado en La Habana en abril de 1967. La lucha solidaria del argentino Ernesto “Che” Guevara y su papel en el triunfo de la Revolución Cubana habían suscitado en todo el continente un ambiente de optimismo que permitía concebir la esperanza de que la utopía revolucionaria se podía hacer realidad en toda Latinoamérica: |
Todo
campo por
ejemplo está éste está
también el otro está
el amor de siempre está
la llamarada |
El ejemplo del “Che” siempre nos acompaña y guía para seguir adelante: |
desde
un sitio cualquiera todo
campo |
LA EXPERIENCIA CUBANA Mario Benedetti trabajó en Cuba desde 1968 hasta 1971[9]. Este hecho constituye una de las vivencias sociopolíticas más relevantes en su formación humana e ideológica. Nuestro autor explicaba al respecto: (...)
He estado trabajando dos años y medio, conviviendo con los cubanos y con
el privilegio de haber participado en la dirección de un organismo
cultural como es Casa de las Américas. Las discusiones fraternales, la
posibilidad de establecer mis diferencias y mis acuerdos, y la vida misma
en Cuba, para mí fueron sumamente importantes desde el punto de vista
formativo.[10] Benedetti siempre ha agradecido a Casa de las Américas que le brindara esta oportunidad: (...) Fui como invitado para que creara un departamento que se llama Centro de Investigaciones Literarias y que formara el personal. Luego lo dirigí por tres años. Fue una experiencia muy interesante. Primero porque fue la primera vez que trabajé en algo que tuviera que ver con mi vocación y, además, el hacerlo dentro de la Revolución tenía otro color. Hice un plan para ese Centro, contraté personal de muchos lados, casi todos licenciados en literatura hispanoamericana que era a lo que se dedicaba la Casa. Después, siempre dirigiendo el Centro, pasé a integrar el Consejo de Dirección de la propia Casa de las Américas, que también fue una experiencia muy particular y muy estimulante. Era ver cómo funciona un organismo cultural de la Revolución desde adentro.[11] Los dos poemas que analizamos a continuación son fruto de sus vivencias en la isla durante estos años. “EL SURCO”, QUEMAR LAS NAVES (1968-1969) Nuestro autor nos relata en esta extensa composición, fechada en Cuba en 1968, una de sus experiencias en el trabajo voluntario llevado a cabo por la Revolución en los campos cubanos. En esta ocasión se trataba de eliminar mala hierba, actividad para la que Benedetti no parecía gozar de excesiva habilidad: |
A
medio metro de mis botas recién inauguradas |
Una vez que ha logrado automatizar su labor, hay tiempo para conversar con los compañeros -quienes como él pertenecían a profesiones demasiado alejadas de la agricultura, pero que, solidarios también, quisieron participar en el trabajo voluntario-, sobre temas literarios de actualidad en la época -como la Nueva Crítica francesa y el Boom de la narrativa hispanoamericana-, sobre el imperialismo estadounidense, o simplemente intercambiar trucos con los que hacer más soportable la dura tarea:[13] |
(...)
si uno se vuelve pura máquina para la que |
En su situación puede seguir comprendiendo a sus amigos escritores, sus sentimientos, su felicidad, sus dudas, sus miserias: |
lejos
dondequiera en la aguada o en el barrio latino o en plaza |
Sin embrago, no cree posible que ninguno de ellos sea capaz de entender cómo se siente él, agotado por completo, deshumanizado como nunca hubiera podido suponer: |
pero
oscuramente siento |
“LA SEÑORA DE LOT”, QUEMAR LAS NAVES En esta composición, un combativo Benedetti recuerda lo que significaron para la oligarquía de Fulgencio Batista los diez primeros años de la Revolución Cubana: |
El
primero de enero |
Así, la oligarca elegida como ejemplo es testigo de cómo la corrupción y las desigualdades sociales fueron sustituidas por los esfuerzos educativos, en una revolución con aciertos y errores, pero que, apegada a la realidad, logra siempre seguir adelante: |
la
señora de lot |
Del mismo modo observa cómo, a pesar de que el bloqueo económico de los Estados Unidos no llega a su fin, Cuba continúa avanzando gracias al esfuerzo de todos: |
la
señora de lot |
Benedetti, enérgico y mordaz, lo deja claro, nuestra protagonista tendrá que seguir soportando su indigna condición de oligarca: |
para
su suerte o para su oprobio sencillamente
sigue y seguirá siendo |
EL EXILIO El 27 de junio de 1973, Juan María Bordaberry, candidato del Partido Colorado y vencedor por estrecho margen de las elecciones de 1971, crea el Consejo de Seguridad Nacional, disuelve el Parlamento, clausura los partidos políticos y sindicatos, y suspende la Constitución. Se inicia así la larga dictadura militar que asoló Uruguay desde 1973 hasta 1985, y el largo exilio que durante doce años conducirá a Mario Benedetti por tierras de Argentina, Perú, Cuba y, finalmente, España.[16] “OTRO CIELO”, COTIDIANAS (1978-1979) Inspirado en un verso del italiano Cesare Pavese: “la stranezza di un cielo che non e il tuo”, este poema reflexiona sobre sus nostalgias montevideanas, reflejadas en la añoranza del cielo de su patria, tan distinto del firmamento de su exilio cubano: |
No
existe esponja para lavar el cielo eso
porque se trata de un cielo que no es tuyo |
“LOS HÉROES”, COTIDIANAS En esta composición nuestro poeta contrapone esa Cuba revolucionaria que hacía de sus héroes auténticos símbolos de lucha, con la dictadura uruguaya que prohibía cualquier tipo de reconocimiento a estos defensores de la justicia: |
Resido
en una región donde los héroes |
Pero lo que no podía impedir la tiranía de su patria es que éstos se convirtieran en ejemplos para el pueblo: |
ah
pero ¿quién podrá evitar |
“VEINTE AÑOS ANTES”, COTIDIANAS Este poema constituye, como nos explica el propio Benedetti: “(...) la respuesta (...) a la pregunta: «¿Qué ha significado para ti la Revolución cubana?», formulada por la revista Casa de las Américas a varios escritores y artistas latinoamericanos con motivo de cumplirse el XX aniversario de la Revolución”[17]. Nuestro poeta, en su exilio cubano, agradece todo la generosidad con la que la isla lo ha recibido a él y a sus prójimos, pero no puede evitar recordar a los compañeros asesinados por la dictadura militar uruguaya, las persecuciones padecidas, la lucha revolucionaria de su patria y la represión infligida a su pueblo: |
Desde
el octavo piso de mi tercer exilio |
Rememora, asimismo, su primera experiencia en la isla, reconociendo la enorme importancia que para él tuvo la Revolución Cubana en su formación humana e ideológica: |
ah
pero antes de ese pampero cómo
no contagiarse de un fulgor infalible |
“JOSÉ MARTÍ PREGONERO”, COTIDIANAS En este emotivo retrato del escritor y héroe de la Independencia Cubana, nuestro autor destacará cómo las palabras, los hechos y las ideas de éste siguen vivos y presentes en la isla caribeña, y cómo Cuba ha servido de ejemplo para el resto de América Latina: |
Tu
nombre es como el crisol tu
isla exporta el verano |
Benedetti y sus hermanos latinoamericanos reconocen y agradecen su valor, su fuerza y todos los sacrificios que Martí realizó por su continente, y toman el relevo en esa lucha que él emprendiera para lograr un futuro más justo: |
tan
sobrio y tan desbordante tan
profundamente isleño siempre
nos tienes despiertos |
“HECHOS / NOTICIAS”, VIENTO DEL EXILIO (1980-1981) En este poema Benedetti defenderá de nuevo el valor y la trascendencia de las Revoluciones Cubana y Nicaragüense para toda Latinoamérica, ante los numerosos ataques que sufrían por parte de la opinión pública europea. Éstas lograron demostrar que la utopía de una realidad más justa podía hacerse realidad en América Latina: |
Para
los europeos en
cambio |
Nuestro autor había denunciado ya con anterioridad las infundadas críticas que habían recibido los procesos revolucionarios latinoamericanos por parte de numerosos intelectuales europeos: (...) Es evidente que el equipo europeo considera que el estalinismo es un camino por el que fatalmente ha de transitar el socialismo, ya que no vislumbra ninguna forma de evitarlo. (...) Más que a dialéctica marxista, este traslado automático se asemeja a perezosa retórica, a esquema inflexible y, en el fondo, reaccionario. Más que a una falta de fe en la Revolución (...), revela una falta de confianza en el ser humano, en la capacidad de cambio del ser humano.[18] “GIRÓN GIRONES”, VIENTO DEL EXILIO En esta composición Benedetti recuerda y homenajea, cuando se cumplía su veinte aniversario, la victoria del pueblo cubano ante la invasión de la que fue víctima la isla en su Bahía de Cochinos -exactamente en Playa Girón y Playa Larga-, el 17 de abril de 1961, por parte de los exiliados cubanos y los Estados Unidos, con el propósito de derrocar su Revolución: |
Entre
el viejo delirio intimidante |
Afortunadamente ésta sigue adelante, y así continuará, propone un optimista Benedetti, después de otros veinte años, con un pueblo cubano siempre capaz de hacer frente a sus enemigos: |
entre
el viejo delirio y el novísimo |
La Revolución Cubana representó, en gran medida, el detonante de una marcada politización en buena parte de la literatura latinoamericana de la época. Este hecho en Mario Benedetti se tradujo en una evolución ideológica de su pensamiento y su obra desde los planteamientos ético-sociales hasta los políticos. La Revolución Cubana caló hondo en nuestro autor, y el optimismo que de ella se desprendía le hizo llegar a la certeza de que mediante la lucha se podía acabar con las iniquidades y desigualdades que durante siglos habían venido asolando a Latinoamérica. Sus experiencias en la isla lo transformaron, cargaron de esperanza, y convencieron definitivamente de que la Revolución era la verdadera respuesta para su continente mestizo. Por fin el futuro se ponía de parte de América Latina, y la utopía revolucionaria parecía poder hacerse realidad. Así, Mario Benedetti afrontaba el mañana plenamente convencido de que era posible lograr entre todos un mundo mejor y más justo. Notas: [1] Éstas son también las razones que explican las similitudes entre la lírica de estos autores y la de los poetas españoles sociales de posguerra. Entre ellos no existía ningún tipo de contacto, no había tampoco un conocimiento recíproco de sus obras, pero la afinidad de sus realidades, la intención comunicativa compartida, y sus múltiples coincidencias ideológicas motivan las innegables semejanzas que entre la poesía de ambos grupos podemos establecer. [2] Carmen Alemany Bay, Poética coloquial hispanoamericana, Alicante, Universidad de Alicante, Servicio de Publicaciones, 1997, p. 20. [3] Jorge Ruffinelli, “La trinchera permanente”, Palabras en orden, Xalapa, México, Universidad Veracruzana, 1985, p. 150. [4] Mario Benedetti, Inventario Uno. Poesía Completa (1950-1985), Madrid, Visor, 1997, 10ª ed. 4ª reimpr. Anotaré el título del poema, poemario y el número de su página en el texto principal, tomando siempre como referencia esta edición. [5] “Cronología”, Jorge Ruffinelli (Ed.), Mario Benedetti: Variaciones Críticas, Montevideo, Libros del Astillero, 1973, p. 18; “Cronología de Mario Benedetti”, Anthropos, Mario Benedetti. Literatura y creación social de la realidad. La utopía, empresa y revolución de la historia, n.º 132, Barcelona, mayo 1992, p. 34. [6] Contrariamente a lo que cabría suponer, ésta es una de las pocas composiciones benedettianas que aborda como tema esencial el de la Revolución Cubana. Como el propio autor ha destacado, lo que habitualmente aparece en su obra al tratar este motivo “(...) es ese reflejo indirecto, esa modificación que hubo en mí y en otros intelectuales, que hubo en el propio pueblo (uruguayo) a partir de la Revolución Cubana” (Margarita Fiol y Antonio Puertas, “Entrevista a Mario Benedetti”, Caligrama, Vol. I, Palma de Mallorca, 1984, p. 71). [7] Dos décadas después este poema se convertiría en canción, con múltiples variaciones, para el álbum de Joan Manuel Serrat (música) y Mario Benedetti (letras), El sur también existe. Las composiciones de este disco fueron recogidas en el poemario de nuestro autor Preguntas al azar, en su apartado “El sur también existe” (Inventario Dos. Poesía Completa (1986-1991), Madrid, Visor, 1995, 1ª ed. 2ª reimpr.). [8] “Cronología”, Jorge Ruffinelli (Ed.), Mario Benedetti: Variaciones Críticas, op. cit., p. 19; “Cronología de Mario Benedetti”, Anthropos, 132, op. cit., p. 34. [9] Daniel Waksman Schinca, Diego Achard y Beatriz Bissio, “Mario Benedetti: el escritor ante el exilio”, Cuadernos del Tercer Mundo, México, 24, octubre de 1978, p. 115. [10] Jorge Ruffinelli, “La trinchera permanente”, Palabras en orden, op. cit., p. 160. [11] Luis Paredes, Mario Benedetti: Literatura e Ideología, Montevideo, Arca, 1988, p. 197. [12] Como reconocía el propio Benedetti: “Lo más duro fue el trabajo de arrancar los yuyos. Para que los tallitos del sorgo pudieran sobrevivir había que arrancar la mala hierba. Y no había otra forma de hacerlo que con las manos. Los primeros días te dolía todo: desde los tobillos hasta la cabeza” (Mario Paoletti, El Aguafiestas. Benedetti. La biografía, Madrid, Alfaguara, 1996, p. 130). [13] El propio Benedetti relataba una curiosa anécdota sobre esta costumbre en otro de sus trabajos voluntarios: “Recuerdo que estuve varios días cavando pozos para abono (mientras pensaba en mi sombreado escritorio de La Habana). Y varios campesinos, que como empezaban más temprano concluían antes su trabajo, me miraban desde el alambrado con sorna, sin hablar, mientras yo me deslomaba. Al cuarto día, no antes, uno de ellos, bastante más joven que yo me llamó y me dijo: “Mira, chico, si en vez de tomar el pico como lo haces, lo tomas así y asá, te cansarás menos”. Desde entonces lo hice como él me indicó y, por supuesto, me cansé mucho menos. Pero, ¿por qué no lo había dicho antes? Es probable que en el código de costumbres campesinas, cuatro días sea el plazo común para pasar de la desconfianza a la fraternidad” (Hugo Alfaro, Mario Benedetti (detrás de un vidrio claro), Montevideo, Trilce, 1986, pp. 146-147). [14] Este poema formó parte en 1984 de una viva disputa mantenida entre Mario Benedetti y José Ángel Valente, quien, en su artículo “Cuba, Preceptiva e información” (El País, Madrid, 29 de septiembre de 1984), culpaba a nuestro autor de haber faltado a la verdad, cuando en una supuesta carta privada de 1970 explicó que «tenía callos en las manos a fuerza de cortar caña en el trabajo voluntario», a lo que Benedetti respondía: “Jamás he escrito una carta de ese tenor, entre otras cosas, porque nunca he cortado caña, ni en Cuba ni en ninguna otra región del orbe. (...) Ahora bien, que yo no haya cortado caña no significa que no haya cumplido, durante mi primera permanencia en Cuba (1968-1971), tareas agrícolas como forma de trabajo voluntario, en compañía de otros trabajadores de la Casa de las Américas. (...) Quizá lo que la «distinguida señora oriental» (no puedo imaginar de quién se trata) leyó en 1970 no fuera una carta, sino un poema, titulado El surco, en el que sí hago referencia al trabajo voluntario (no al corte de caña) en el campo cubano” (“Cansancio y adiós”, Articulario. Desexilio y perplejidades. Reflexiones desde el Sur, Madrid, El País-Aguilar, 1994, pp. 181-182). Éste y otros enfrentamientos llevaron a nuestro autor a interrumpir durante una larga temporada -desde 1984 hasta 1990-, la colaboración que en forma de artículo semanal venía realizando durante los años 1982-1984 con el diario El País (Ibíd., pp. 185-188). [15] Benedetti ha reconocido en otras ocasiones este aspecto de la Revolución, pero no por ello ha dejado de apoyarla, sino que ha luchado desde dentro para corregir sus fallos, consciente de que ésta es la única solución para América Latina: “(...) No consideramos (...) que la revolución es un edén político, con dirigentes perfectos, pueblos impolutos, jueces infalibles. De ningún modo. Admitimos que la revolución conlleva errores, desajustes, desvíos, esquematismos. Pero la asumimos con su haz y con su envés, con su luz y con su sombra, con sus victorias y con sus derrotas, con su limitación y con su amplitud. Porque, aun con todos los malogros, con todas sus carencias, la revolución sigue siendo para nosotros la única posibilidad que tiene el ser humano de recuperar su dignidad y realizarse a sí mismo; la única posibilidad (mediata o inmediata, según los casos) de rescatarse de la alienación en que diariamente lo sume el orden capitalista, la presión colonial” (“Las prioridades del escritor” en su epígrafe “¿Objetividad para quién?”, El escritor latinoamericano y la revolución posible, México, Editorial Nueva Imagen, 5ª edición, 1981, pp. 81-82). [16] Nuestro autor permanecerá en Argentina desde finales de 1973 hasta abril de 1975. En esa fecha se trasladará a Perú hasta el mes de agosto de ese mismo año. Retornará, entonces, nuevamente a Buenos Aires hasta enero de 1976. Los próximos cuatro años residirá en Cuba. En 1980 partirá a Palma de Mallorca, donde vivirá hasta junio de 1983, momento en el que se instalará en Madrid, hasta su regreso a Uruguay en 1985. A partir de esa fecha, y por motivos de salud, repartirá su tiempo entre Montevideo y Madrid, residiendo en cada ciudad durante la primavera y el verano. [17] Inventario Uno. Poesía Completa (1950-1985), op. cit., p. 120. [18] “Las prioridades del escritor”, El escritor latinoamericano y la revolución posible, op. cit., pp. 68-69. [19] En Cuba designa al “género musical popular con canto y baile” (Diccionario de la Lengua Española, Madrid, Real Academia Española, Vigésima Segunda Edición, 2001). |
© Jaime Ibáñez Quintana 2006
Universidad de Burgos (España)
jibanez@ubu.es
Tomado de Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
Autorizado por el autor
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