Espera
Julio R. Hernández

Un café. El último café. ¿Será el último?

Quizá... No, que quizás. Vamos, con fe, con confianza. Seguro va a venir. Caminando despacito, como siempre, con una gran sonrisa. Se va a sentar y al mirarme, va a contestar a mi eterna pregunta, con un Chiquito... como siempre me dice, y a continuación las palabras que yo tanto espero; para después entregarme todo, tal como lo he soñado, casi a escondidas, con ese permanente temor, con tímido desenfado, observando como gozo el momento.

Que estúpido, ya estoy navegando como si fuera Internet. En realidad es el último café, otra cosa es fantasía, un estado de deseo con pocas posibilidades de concreción.

Jamás me dijo las palabras que yo espero, ni me dio, a pesar de mi insistencia lo que deseo.

¿Por qué va a ser distinto ahora?

¡Que negativo!  ¿Porqué no?  Es mujer y caprichosa, que sé yo, en una de esas... Ella sabe cuanto ansío tenerla a mi lado, que me abrace y me mime. Sabe que yo sería su esclavo, buscaría cosas superiores, que si me respalda sería un triunfador, y   con la seguridad que me daría me jugaría con todo...

...Pero ya lo veo, es el último café...

Ahí entra, conque seriedad viene caminando.  Me pasa por esperarla, lo peor, sabiendo que es en vano.

Llega a mi lado, me mira y sin sentarse, con voz aguarrentosa y desafinada  dice: -La suerte te sigue esquivando Chiquito, le jugaste al borracho y salió La Niña Bonita, que vas a hacer, la suerte es una mina caprichosa.

Ahora sé que es el último café...

Gallego, ¿lo anotas? Mañana te lo pago.

Julio R. Hernández

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