Miguel Hernández, joven poeta español, murió, hoy se sabe, en una cárcel franquista. Luchador republicano, como sus hermanos los creadores todos, fue condenado a muerte en cuanto terminó la mal llamada guerra civil. Sin embargo, la intervención de una elevadísima autoridad eclesiástica —no española— logró que Miguel Hernández fuera libertado a los pocos días.
Por corto tiempo. Lo que dejó escapar la mano derecha fue aprehendido sin tardanza por la siniestra. Y para evitar nuevas intervenciones fue esta vez condenado a cadena perpetua, "solamente”.
En el presidio de Ocaña, Miguel Hernández padeció a fines del año pasado una fiebre tifoidea que la fortaleza de su organismo logró vencer. Gracias, según parece, a la recomendación de la Embajada de Chile, fue posteriormente trasladado a la cárcel de Alicante. Mas debido al desgaste cansado en su naturaleza por las penalidades sufridas primero durante la guerra, luego en presidio, y sobre todo a la falta del tratamiento adecuado, Miguel Hernández fue victima de una violenta tuberculosis. Nuevamente la Embajada de Chile—que una vez más se ha hecho acreedora a la gratitud de los españoles bien nacidos— solicitó que Miguel Hernández fuera trasladado a un sanatorio. De este modo intentaba salvar la vida del poeta joven que, por representar más auténticamente que ningún otro la elocuencia lírica del verdadero pueblo español, permitía cifrar en su porvenir particulares esperanzas. No se le hizo caso. La enfermedad protegida por tan metódicos carceleros, pudo, pues, cebarse a su sabor en aquel organismo antes robusto, hasta consumar el 28 de marzo el estrago apetecido. Los que dieron muerte a Federico García Lorca han podido ante el cadáver de Miguel Hernández, nueva edición del poeta asesinado, alzar las manos diciendo: "Conste que no hemos sido nosotros...”
En vano. La alevosía oficialmente controlada con que se ha procurado la muerte de Miguel Hernández vuelve a condenar, con mayor severidad que nunca a los asesinos de García Lorca. Monstruosa situación política que, ufanándose de una mentida hispanidad, así extermina a los más puros representantes del verbo español: sus poetas.
Miguel Hernández poema de Francisco Giner de los Ríos
... y siento más tu muerte que mi vida |
A estos cielos que escuchan hoy tu nombre entre la angustia de mis labios lento, a estos campos que tú hubieras alzado hasta el milagro de tu voz abierta para amarlos, cantarlos y entregarlos, a esta tarde redonda de hermosura,
quiero, Miguel, venir con tu memoria.
y aguardo con la luz tus ojos
tristes. clavados dulcemente en el recuerdo, tu tremendo dolor y tu agonía para encontrarte fresco sobre el agua, limpio sobre el silencio de los campos y en la luz y el poema compañero.
Te llevo por el campo, dolorido mi pecho de tu ausencia y tu llamada, y no puedo pensarte terminado,
tus limpios ojos quietos para siempre. soñando por las huertas de Orihuela una luz incesante y manadora que te anegaba el corazón insigne; alegrando el color del Manzanares con tu blanca camisa, tus abarcas
y un
ardor contenido de Levante; la canción española de la guerra.
No has muerto, que te han muerto entre unos muros asesinando el vuelo de tus pájaros,
la voz de tu garganta amordazando. irremediable muerte a la palabra
tan
lejos de mi sangre y de mi aliento. en la quietud forzosa de tus labios, en la clara verdad de tu silencio que hace temblar tu cielo con promesas
de una canción bajando hasta los hombres.
con tu sangre indeleble, con tu
rayo! la pasión de tu carne ya cumplida.
Como te alza hoy mi pecho a la ternura y a la honda memoria que te guardo, quiera la tierra nuestra, que sembraste con la dulce semilla de tu nombre, cumplir con la mañana su jornada
y subirte algún día hasta su
gloria. hermano muerto en esta viva muerte: tú empujas con tu sangre y con tu ejemplo
el limpio amanecer de la
esperanza. |
poema de Francisco Giner de los Ríos
Publicado, originalmente, en: Cuadernos Americanos Año I Vol. 6 Noviembre - Diciembre 1942
Cuadernos Americanos es editado por la
Universidad Nacional Autónoma de México
/
Centro de Investigaciones sobre América
Latina y el Caribe
Link del texto:
http://www.cialc.unam.mx/ca/CuadernosAmericanos.1942.6/CuadernosAmericanos.1942.6.pdf
Ver, además:
Miguel Hernández en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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