El Otoño poema de Juan Gil-Albert
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Ya se acerca ¡oh amigo!
Por doquier y entretanto el tiempo que recuerda con tranquilas cosechas la invocada amistad titubeante.
Apenas si unas lluvias repentinas precedidas por truenos estivales pregonan que el Otoño ya en su carro de hiedras retumba en las afueras llamando está at umbral de los calores y unos vientos tempranos conducen esas nubes que aligeran el sol de los ramajes y sobre el mismo vierten traspasadas y henchidas sus oscuros vergeles.
Qué extraño amigo mío a su arribo añorante.
¡Ah! no sé si tu cuerpo
los serenos festines? mira en cambio ceñoso su colgada escopeta y en tomillos persigue vana liebre
por la ausencia del hijo.
su mirada melosa una cruel añagaza
salturrea
contento.
cuando vuelan tas aves. Hinche un oscuro goce las cisternas. Es el tiempo del agua y en el corazón fresco de los bosques manan claras las fuentes protegidas en torno por un manto
de matutina sombra.
las pardas mariposas del otoño instauran sus dominios y una fugaz locura sobrecoge
la brillante existencia. hijo del manantial y la espesura brotará de la tierra blanco como la luna lo delata junto a troncos añosos.
los enigmas y móviles perpetuos arrastrando en sus alas un cortejo vivísimo de sombras alucinantes días que renuevan
la
pasión como un eco. donde un telar parado pudiera reprochar con su abandono
la bélica partida así el hombre aparece sustituyendo al hombre. |
poema de Juan Gil-Albert
Publicado, originalmente, en: Revista Hora de
España XI
Valencia (España) noviembre de 1937
Gentileza de de los fondos de la Biblioteca Nacional de España.
Editado por el editor de Letras Uruguay
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