La última lección de dos maestros. Alfonso Daniel Rodríguez Castelao y Eduardo Dieste
The last lesson of two masters. Alfonso Daniel Rodríguez. Castelao and Eduardo Dieste
 

Ensayo de Marina García López
marina.garcia.lpz@gmail.com
Universidad de Santiago de Compostela. Departamento de Historia del Arte. 

Alfonso Daniel Rodríguez Castelao

Eduardo Dieste

Resumen

A principios de la década de los treinta, una serie de acontecimientos concernientes a los procesos culturales en el Río de la Plata, en concreto en Uruguay, favoreció una recepción particularmente sensible de los problemas político, sociales y económicos latentes en España que redundó en el estrechamiento de vínculos con grupos de intelectuales y artistas españoles que llegaron a ambos márgenes del Río de la Plata. En los inicios de esta década, se fue afirmando tanto en Argentina como en Uruguay, una corriente de arte figurativo desarrollada en forma correlativa al deterioro social, político y económico de ambas sociedades, consolidándose así en el ámbito cultural, una serie de agremiaciones de carácter ideológico que acunaron el arte de referentes vanguardistas gallegos. Estos focos de cultura gallega han logrado persistir hasta la actualidad rompiendo fronteras y fomentando la proximidad entre sociedades de ambos continentes. «La última lección de dos maestros» es un artículo que se centra en la amistad de Alfonso Daniel Rodriguez Castelao y Eduardo Dieste, vínculo que muestra las aportación de este flujo de inmigración que marcó la actividad cultural entre Galicia y el territorio rioplatense.

Palabras clave: exilio español; vanguardias históricas; literatura; política; educación.

Identificadores: Castelao, Alfonso R.; Dieste, Eduardo.

Topónimos: Galicia; Argentina; Uruguay.

Periodo: Siglo 20

Abstract

In the begining of the 30s, a series of events concerning the cultural processes in "Río de la Plata”, in Uruguay in particular, favored a sensitive reception towards the ongoing Spanish political, social and economic issues which resulted on a strengthened relation be-tween inteletcual groups and spanish artists that arrived to both shores of the river. In Argentina and Uruguay, a figurative art stream developed in correlation to the social, politi-cal and economic deterioration in both socie-ties gained importance, consolidating, in the cultural esphere, ideological associations that would “mothered” the art from avant garde galician artists. These focus of galician culture have managed to thrive till present day bring-ing frontiers closer and encouraging the prox-imity between societies from both continents. “The last lesson of two masters" is an article about the friendship between Alfonso Daniel Rodriguez Castelao and Eduardo Dieste. This relationship is an example of this immigration flow related to the cultural activity between Galicia and the “Rio de la Plata”.

Keywords: Identifiers: migration, literatura, politics, education. Place names: Galicia, Río de la Plata.

Period: Artistic vanguard.

Keywords: spanish exile; historic avant-gardes; literature; politics; education.

Identifiers: Castelao, Alfonso R.; Dieste, Eduardo. Place Names: Galicia; Argentina; Uruguay.

Period: 20th Century.

La última lección de dos maestros. Alfonso Daniel Rodriguez Castelao y Eduardo Dieste

Castelao y Eduardo Dieste. Dos nombres que marcaron un tiempo. Dos nombres legendarios. Dos personalidades que confluyeron en la órbita de sus sueños, hermanadas por la idea, la sensibilidad, el compromiso y cuidado de preservar la identidad cultural de su pueblo. Dos hombres de origen gallego; uno nacido en Rianxo (España) y otro en Rocha (Uruguay) pero con ascendencia de la misma localidad coruñesa. Sus vidas, pautadas por múltiples viajes de ida y vuelta entre el Río de la Plata y Galicia se encontraron en la infancia y años más tarde en la época universitaria, cuando Castelao iniciaba sus estudios de Medicina en Santiago de Compostela y Dieste cursaba el Seminario Mayor de la misma ciudad. Cuando el pensador uruguayo abandonó el complejo monástico, al no poder homologar las asignaturas, tuvo que empezar de nuevo el bachillerato; posteriormente se inició en el preparatorio de Filosofía y Letras donde inevitablemente forjaron una fuerte amistad que sorprendió al medio cultural gallego de aquel entonces. Fueron infinidad de iniciativas las que emprendieron en conjunto, dictaron conferencias ilustradas generando debates y coloquios que trascendieron en la formación de revistas y periódicos[1], incursionaron en diversas experiencias que implicaron un ejercicio no sólo político sino también artístico con un fuerte impacto comunicativo en todos los sectores sociales. Hombres, niños, ancianos, emigrantes, campesinos, mujeres obreras[2], intelectuales burgueses, libertarios y esclavos de la pobreza, todos ellos se encontraban en ese espíritu cargado de sarcasmo con el que abordaban los debates, reflexionando sobre las problemáticas más hondas de la realidad gallega.

Las voces de estos dos personajes, requieren un encuadre histórico adecuado. La vibración de ambas, se emitía en frecuencias elevadas trazando una órbita propia en cuya tangente confluía el mismo propósito: dar a la identidad cultural de un pueblo un sentido social específico.

El 1911 fue un año decisivo para la amistad de Castelao y Dieste. El pensador gallego simpatizó con el movimiento «Acción Gallega» difundiendo tanto sus ilustraciones como sus escritos con el fin de despertar la actividad regeneradora del campesinado gallego. Es a partir de este momento cuando su pensamiento e ideología se definieron para desembocar explícitamente en el nacionalismo. Ese mismo año, huyendo del caciquismo gallego, Dieste regresó a Uruguay para cumplir en su tierra natal una trascendente labor política, literaria y educacional. Su amistad se mantuvo no solamente en el íntimo recuerdo de sus años como estudiantes en Compostela, sino en la mutua admiración del trabajo cotidiano como escritores y artistas. Fueron constantes los elogios de Dieste a la labor y personalidad de Castelao a través de la publicación montevideana del grupo Teseo[3].

Mucho tiempo hace que os tenía dedicadas unas líneas de agradecimiento y entusiasmo por la cariñosa memoria que de mí os ocurrió hacer con motivo de la consagración artística de mi mejor amigo, Castelao [...] El triunfo de Castelao hace muchísimo tiempo que lo tenía por seguro. Él lo sabe. Mutuamente nos hemos alentado siempre en las empresas artísticas, y a mí me cabe la honra de haber presentado sus primeras pinturas en Madrid [...] excuso decir cuánto fue mi júbilo al ver plenamente confirmadas mis presunciones, que digo, mi anticipada certidumbre de su gloria. [...] ¡Viva Galicia!¡Hurra Castelao, inmenso Castelao! (Dieste, 1930: 67)

A su vez, Castelao infundió un generoso impulso entre los jóvenes Novos[4] para difundir la obra literaria y el quehacer de su amigo uruguayo en el mundo editorial. Ilustró y colaboró con publicaciones ya conectadas a través del puente tendido entre Galicia y la inmensa comunidad emigrada.

Las historias de estos dos hombres -algunas cargadas de enfado, rabia, desgarro y tristeza; otras llenas de fuerza, ilusión y esperanza- permitieron entender esa necesidad de cambio que se compartía entre la cultura gallega y la rioplatense en el universo artístico.

Desde la distancia, nunca dejaron de profundizar en sus respectivos lenguajes intentando hacer de su actividad cultural, especialmente en el caso de Castelao, un profundo gesto de resistencia frente a la oscuridad política, social y cultural que se vivía en su lugar de origen.

Galicia desempeñó un papel muy importante en la vida cultural rioplatense debido a la especial repercusión que el éxodo migratorio de la comunidad gallega tuvo en la década de los treinta en los márgenes de su Río. Como una hondonada donde las rocas y el agua forman mares, la colectividad gallega se hizo permeable tanto en la sociedad uruguaya como en la argentina, embalsando un patrimonio cultural común a ambos lados del Atlántico que se materializó en diversos formatos plásticos. En los momentos en los que comenzaba a alentarse ese sentimiento de identidad propia en la cultura y sociedad gallegas, en Uruguay, se ensalzaba ese sentimiento de rechazo ante el sistema imperialista que se manifestaba cada vez con más fuerza en casi todas las esferas de Latinoamérica. Las voces de la literatura y el arte, como las de Castelao y Dieste, comprendieron los problemas específicos de los artistas que empezaban a comprometerse desde otras perspectivas a las cuestiones más importantes de su tiempo.

*****

Castelao con el lápiz y la pluma, con la palabra y la voz de sus personajes bañados en mares de acuarela y empastados en campos de óleo, con sus dibujos difundidos en la prensa anunció la aurora cultural de su pueblo. De su personalidad, sólo llegan halagos. Sencillez, honestidad, humor y compromiso, definen a quien fue el mejor caricaturista gallego de su tiempo. Su figura, se ha convertido en todo un símbolo en Galicia por brillar en todas sus facetas de la manera más humilde y comprometida.

Al contemplar A derradeira leición do mestre[5], podemos mirar y encontrarnos en los ojos de los que se marcharon, en las lágrimas de sus padres. Podemos escuchar el silencio de un pueblo sometido y el grito de los desdichados, podemos sentir el lamento de los niños que en esta trágica escena, aparecen petrificados junto al cuerpo ya pálido y frío de quien fue su maestro. Esta obra pintada en Buenos Aires, es un legado de su exilio que comenzó en Nueva York, prosiguió en la Habana y finalmente recaló en el Río de la Plata. En todas estas rutas, como un caminante que arrastra kilómetros en el hueco de sus propias articulaciones, apoyándose en el agotamiento de lo que trae de lejos, Castelao definió su personalidad convirtiéndose en la figura culmen de la cultura y de la política gallega; dedicado al estudio de Galicia desde sus más amplios y variados aspectos, de lo histórico a lo social, de lo económico a lo político, siempre vinculó todo con lo artístico.

1. A. R. Castelao, A derradeira leición do mestre, 1945,

óleo sobre tela, 218 x 157 cm., Centro Gallego de Buenos Aires

Para él, el arte era un medio social a través del cual podía exponer sus ideas y sentimientos. Su dibujo, cargado de humor e ironía se conjugaba con la tristeza y melancolía del pueblo gallego, definiendo una caricatura sencilla, lograda con los mínimos recursos técnicos acompasados en la mayoría de los casos, por el ritmo de su discurso literario en gallego. Inspirado en la estampa japonesa y en el dibujo de la vanguardia alemana, Castelao veía en sus ilustraciones un arte moderno que partía de la pintura tradicional donde enmarcar personajes de gran capacidad expresiva.

2. A.R.Castelao, Aunque o meu home vai fora, 1925,

tinta sobre papel, 23.9 x 34.6 cm., Viñetas del Galicia, Colección Abanca

Estas escenas representaban al estrato social más humilde y bajo, recreando diálogos en los que la duda y la lucha se posicionaban, se criticaban las clases sociales más altas. Castelao encarnaba gráficamente mediante el diálogo, reflexiones y cuestiones lanzadas al aire sin respuesta, generándonos como espectadores la necesidad de opinar e involucramos ante sus obras. En su arte, la posible amargura, quedaba siempre anegada en la infinita ternura que contienen todos sus dibujos, incluso cualquiera de sus trazos, hasta el más elemental.

Fenómenos como el de la emigración, el exilio, la represión o la censura, traslucen en las tipografías de sus obras que se fueron difundiendo a través de la prensa escrita[6], contribuyendo en la configuración de una conciencia que tenía en cuenta los problemas reales de un país, donde se vivía un clima tenso, de enfrentamiento y abusos previo a la Guerra Civil Española[7] Abanderado de todo galleguismo, se desenvolvió en una actividad constante durante su exilio, reorganizando y colaborando con las comunidades gallegas con la esperanza de que se concluyese el régimen franquista. (Fig.3)

Desde el exilio, antes de asentarse definitivamente en el Río de la Plata, plasmó en «Debuxos de Negros» una serie de aguadas que muestran escenas de la cultura, música y danzas de raíz afrodescendiente, comprometiéndose también con quienes sufrían discriminación racial tanto en Nueva York como en el continente e islas americanas[8].

El inicio de los años cuarenta fue trágico para Castelao. Casi ciego y sin poder apaciguar la «morriña» por el desamparo de la migración forzada, decidió exiliarse en el Río de la Plata. En este territorio definitivamente se sintió emigrante y pudo retomar algunos recuerdos de la infancia, en la distancia, sintió lo lejano y lo cercano. Fue el Río de la Plata, la parte más inmóvil de ese tiempo donde no hubo un lugar tan cierto, Galicia.

3. A.R. Castelao, Negro tocando o tambor, ca. 1938,

tinta y lápiz sobre papel, 20 x 29 cm., Museo de Pontevedra

Desde el café Tupi Nambá, en la esquina de Juncal y Buenos Aires de la Ciudad Vieja montevideana, apoyado en uno de los mostradores altos del salón principal, Dieste daba nombre y título a su grupo de artistas y escritores uruguayos, «Teseo». Inspirado en la obra de Fidias, en el nombre Teseo armonizaba la belleza de la forma y la construcción rigurosa, la claridad y la gracia, lo ideal y lo humano.

4. Recorte Boletín Teseo. Agrupación de Artistas y Escritores Uruguayos,

Acta Fundamental, año 1, nº1, 25-VIII-1923. Biblioteca Nacional del Uruguay

El grupo Teseo simbolizaba esa Grecia antigua de carácter ya universal. Comandados por Dieste, fueron los primeros en intentar dar una forma institucional a un campo cultural que, a principio de los años veinte en Montevideo, se encontraba todavía disperso. Al organizarse de manera autónoma, es decir, con independencia de las políticas culturales del Estado, el Boletín Teseo, desde un principio, se valió de la colaboración de creadores, dibujantes y especialistas en artes gráficas que consolidaron esa comunidad de intelectuales mediante la imagen de ilustraciones propias, características e inconfundibles de la publicación.

Fiel a la amistad fraternal y a la complicidad intelectual que compartía con Caste-lao, destacó en todas sus iniciativas la labor del pensador gallego, pues la unión creada desde «El Barbero Municipal»[9], sólo pudo fortalecerse en la distancia. Colaboraron y se apoyaron de por vida, desde el viejo y nuevo continente, desde el exilio y el hogar. Sin duda, Dieste fue uno de los nexos para la integración de Castelao en el medio cultural rioplatense. Galicia, en cierto modo, estuvo siempre presente en la obra del pensador uruguayo abordando temáticas comunes, recreando ambientes y matices de estilos semejantes. Tras varios viajes entre las dos orillas del Atlántico y destinado a ejercer la política y la educación a través del arte en distintos lugares de Europa, al declararse la Guerra Civil Española, abandonó la Península Ibérica para siempre.

5. Luis Seoane, cubierta de El buscón poeta de Eduardo Dieste,

Buenos Aires, Ediciones Emecé, 1942

El 14 de agosto de 1941 Dieste salía emocionado del teatro Mayo de Buenos Aires. No fue sólo la emoción de reencontrarse con su amigo, sino de sentir el palpitar del amor a destiempo narrado en «Os vellos no deben enamorarse»[10] que se enlazaba con una rica tradición de aquella Galicia que había abandonado. Los personajes, sus trajes y caretas bailaban al compás de ritmos del folclore gallego, sus sombras se proyectaban a través de efectos innovadores de la luminotecnia que utilizaba Castelao arriesgándose para recrear escenas de humor negro. Las carcajadas del público rioplatense retumbaban en la platea de aquel teatro y la emoción de Dieste era incontenible. Esperando en la puerta de actores de la calle Rivadavia, Castelao, tranquilo, aguardaba los comentarios de su amigo.

En estos reencuentros, ambos, reflexionaban sobre los aspectos estéticos como síntomas de una realidad social, pues sus intereses pretendían identificar formas artísticas que pudiesen reproducirse en las nuevas formas políticas. Ellos eran los protagonistas. Como creadores les correspondía determinar el tipo de arte al que debían optar, si por uno comprometido socialmente que supiese renunciar a uno más individualista, casi autónomo, o viceversa.

Dieste encontraba cierto exotismo en Galicia. Trabajó distintas perspectivas y profundidades de su propia cultura que fue tanto gallega como rioplatense. Necesitaba sentir proximidad entre ambas y estaba convencido de que el horizonte común para lograrlo, era reforzar aquellos factores culturales que respondiesen a estéticas vinculadas con una identidad propia. (Fig. 6)

6. A.R. Castelao, Portada de Os vellos non deben de namorarse (1‘ versión), 1939,

Dibujo a témpera sobre papel, 24.3 x 18 cm, Museo de Pontevedra

La realidad latinoamericana, periférica dentro de una cultura occidental, marcaba sus distancias en relación a la centralidad europea. De la misma manera, en la realidad gallega, periférica en relación al contexto español, las búsquedas de los artistas estaban marcadas por un discurso nacionalista, que reivindicaba la cultura popular gallega como núcleo de identidad y que encontraba su origen en el mundo céltico, medieval, atlántico, lejano de todo clasicismo mediterráneo propio de la Península Ibérica.

Como defensor de una cultura independiente del poder político, Dieste alentaba la necesidad de educar el gusto a través del contacto de artistas y público. Desde las tertulias del café Tupí Nambá, bajo su formación de acendrado europeísmo, proponía un arte que aunque consistiese en un trabajo individual, debía interpretar el espíritu popular para convertirlo en una idea gráfica, visual.

Para Dieste, el instrumento del arte servía para vibrar en los nuevos espacios de conciencia social de aquel entonces. El arte no era de una minoría, el arte debía ser del pueblo y para el pueblo. Su pueblo, tanto el gallego como el uruguayo, había aprendido una serie de conceptos contrarios a su propio gusto, y por eso, aquello que precisaba era cambiar a las gentes de «buen gusto», para que así, el pueblo pudiese variar su parecer, y el nuevo arte, que defendía desde el mismo café Tupí Nambá sobre los mostradores altos del salón principal, sería popular, sería el arte del mañana.

Ese sentimiento que los gallegos llamamos Morriña —dolor de ausencia— es en realidad un placer que buscamos lejos de la patria; un raro placer que nos devuelve al «misterio de la lejanía». Así las saudades del Alén se convierten en anhelos de regresar al hogar. Los gallegos ya no gustamos tener la luz de la esperanza delante de nosotros; queremos tenerla detrás, encima de la tierra en que nacimos. Así, cuando la muerte se aproxima, vamos a morir allá para convertirnos en tierra de nuestra tierra. Devolver el cuerpo a la tierra que nos lo dio es el ansia de todos los emigrados gallegos. Los poetas gallegos tomaron nuestra emigración como tema preferido de sus elucubraciones crepusculares...Los humoristas dicen que los gallegos esperaban la llegada del primer trasatlántico para seguir viaje... Los sabios aseguran que Galicia escapa de la bruma y se alarga como las plantas que buscan el sol... Los economistas pretenden que se suprima la necesidad de emigrar. Yo creo que la emigración gallega es un fenómeno digno de estudio porque con la disculpa de necesidades económicas, el gallego emigra para satisfacer necesidades espirituales. (Castelao, 1938).

Treinta y cuatro años más tarde del día de su fallecimiento, llegaba a España, desde Buenos Aires, el cuerpo embalsamado de Castelao. Junto al sepulcro de Rosalía de Castro, en el «Panteón de Galicia», los restos del pensador «rianxeiro» volvían a su tierra, dejando en los márgenes del Río de la Plata, un arca, intacta, donde cada nombre, cada fecha y cada dibujo eran piezas únicas de un inmenso tesoro. De valor incalculable, ese tesoro pertenecía a un pueblo que hizo de Uruguay y Argentina, su gran lugar. Cuando lo enterraron en el cementerio de la Chacarita en 1950, sólo sus amigos más cercanos pudieron acudir al multitudinario entierro. Dieste, estaba allí. Pudo asistir al atroz re-quiem que la «Dirección General de Prensa del Gobierno de España» le dedicaba, condenando su actividad artística y literaria. Sólo su faceta de caricaturista y humorista pudo ser elogiada. Así despidió Dieste al mejor de sus amigos.

Cuatro años más tarde, en Montevideo, la voz del pensador uruguayo se apagaba y con ella, los mundos que bullían en sus cuentos, en sus palabras sinceras, palabras claras en donde todos podíamos ser protagonistas de sus historias.

Castelao y Dieste. Dos nombres de maestros. Hermanados por la raíz, la tierra y el origen. Hermanados por la idea y la redención de su humilde gente. Dos maestros que pusieron su arte al servicio de una bella causa, la de expandir la cultura de sus pueblos.

Referencias bibliográficas

Beramendi, J. G. y Villares, R. (1989). Actas Congreso Castelao. Santiago de Compostela: Universidad de Santiago de Compostela.

Castelao, A. R. (1938). Los Gallegos en América. Nueva York: La Voz.

De Haro García, N. (2002). Grabadores contra el Franquismo. Madrid: Biblioteca Superior de Arte, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Dieste, E. (1930). Teseo. Crítica Literaria. Montevideo: Ed. Teseo.

Dieste, E. (1987). Memoria Rota. Exilio y Heterodoxias. Obra selecta. Cuentos, teatro y teoría estética. Barcelona: Anthropos-Editorial del hombre.

Muñoz Abeledo, L., Taboada Mella, S. y Verdugo Matés, R. (2015). Condicionantes de la actividad femenina en la Galicia de mediados del s. XIX. Santiago de Compostela:

                            Universidad de Santiago de Compostela.

Notas:

[1] En 1910, Castelao y Dieste, junto con José Arcos Moldes y Ramón Rey Baltar, fundaron en Rianxo el semanario ilustrado El Barbero Municipal con el que arremetieron acertadamente contra los sólidos reductos del caciquismo gallego. (Beramendi y Villares, 1989: 163).

 

[2] En la segunda mitad del siglo XIX, la tasa de actividad femenina en Galicia tanto en los municipios rurales como en los urbanos fue elevada allí donde se localizaban industrias. En el ámbito rural, el trabajo de las mujeres fuera del hogar se vio impulsado por varios factores como: la presencia de algunas industrias intensivas en mano de obra femenina como la textil linera, la tabacalera o la de procesado de pescado. (Muñoz Abeledo, Taboada Mella y Verdugo Matés, 2015: 47).

 

[3] «En Montevideo, a 14 de Julio de 1923, reunidos y unidos José Cúneo, Bernabé Michelena, Carmelo de Arzadum, Antonio Pena, Andrés Etchebarne Bidart, Humberto Causa, Carlos M. Princivalle, Alberto Zum Felde, Justino Zavala Muniz, Emilio Oribe, Enrique Dieste, Juan Parra del Riego, Enrique Casaravilla Lemos y Eduardo Dieste, resolvieron planear las bases de una agrupación que tuviese por objeto presentar en haz visible y ejemplar ante la conciencia pública, los valores y tendencias de Arte y Pensamiento, dentro de una absoluta libertad, pero que muestren estar regidos por principios y ostenten formas de un significado verdadera mente positivo.» (Acta fundamental Boletín Teseo. Agrupación de Artistas y Escritores Uruguayos, Teseo, Montevideo, 1923, 1 (1), 1-4).

 

[4] Os Novos pretendían integrarse en el ambiente general de las vanguardias. Tenían una posición crítica y rebelde respecto a los anteriores: frente al sentimentalismo, sus componentes proclamaban el imperio de la razón frente a las definiciones, la dialéctica. Ponían así en cuestión el carácter esotérico y vago, de los fundamentos ideológicos en los que intentaban sustentar el galleguismo, los miembros del grupo Nós, Os Novos, defendían sus características nacionales en el contexto de la modernidad universal que el espíritu de las vanguardias abanderaba. (De Haro García, 2002).

 

[5] Óleo de dos metros de altura, basado en la estampa n° 6 del libro Galicia Mártir, publicado por Castelao en 1937.

 

[6] En el año 1930 la revista Galicia, la dirigía el poeta y periodista gallego Julio Sigüenza que ya integrado en la intelectualidad uruguaya fomentó las relaciones con la cultura gallega. Ejemplo de ello fue como recogió numerosos textos del artista gallego bajo el titular Habla Alfonso R. Castelao donde con un enfoque periodístico, tomó fragmentos de varios escritos publicados en diversos medios donde planteaba preguntas y utilizaba los textos de Castelao como respuesta. Podríamos decir que era una especie de reportaje ficticio, que permitía difundir los ideales del pensador gallego sobre problemas artísticos, literarios y políticos. Se planteaban temáticas sobre el universalismo, la estética, la esperanza republicana, la cultura celta y las artes.

 

[7] Durante los años de la guerra, Castelao se comprometió íntegramente con la defensa de la República. Fue el momento en el que su postura antifascista y su patriotismo se reflejaron con mayor ímpetu en sus tres álbumes de guerra: Galicia Mártir, Atila en Galicia y Milicianos.

 

[8]  Su lucha antirracista lo llevó a ser el presidente de honor de la Federación Mundial de Sociedades de Negros.

[9] Periódico que dirigía José Arco Moldes y del que fueron redactores principales y colaboradores José Benito Rañó Alcalde y el poeta padronés Ramón Rey Baltar. (Dieste, 1987: 256).

[10] La obra se estrenó el 14 de agosto de 1941 en Buenos Aires, aunque se editó póstumamente en Montevideo en 1953. La primera edición hecha en Galicia data de 1968 (Ed. Galaxia) y en 1970 se publica en la revista Primer Acto su traducción al castellano por el poeta gallego Manuel María.

 

Ensayo de Marina García López
marina.garcia.lpz@gmail.com
Universidad de Santiago de Compostela. Departamento de Historia del Arte.
 

Publicado, originalmente, en: Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, 50 Publicado: Oct 3, 2019 - páginas 201-213

Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada es una revista científica de periodicidad anual editada por el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada

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