Lenguaje y formas estilísticas en El Señor Presidente y Hombres de maíz de Miguel Ángel Asturias

por Antonio Carreño

 

La elaboración artística de El Señor Presidente y Hombres de maíz basa su mayor fuerza y alcance en el gran poder lingüístico y verbal que posee Asturias. Su dominio de la palabra, y el sentido comunicativo con que él la reviste en múltiples aspectos, confiere a estas dos obras gran importancia estilística. Lenguaje y estilo serán el objeto de este estudio, basado principalmente en las dos obras arriba mencionadas, consideradas por los críticos como las más importantes del escritor guatemalteco.

Existe un paralelismo ideológico, verbal y expositivo en estas dos obras. En la superposición de los planos reales y oníricos corre una misma idea con dualidad de concepciones. Cuando Asturias anula la realidad por la fantasía crea una superrealidad común a ambas y también paralela[1]. En el juego fónico, las palabras exhiben a la vez un profundo significado conceptual y simbólico, dentro de una apariencia externa acústica.

En el plano expositivo, en la prosa, es donde más marcado se encuentra el uso del paralelismo. Muy usado en las literaturas primitivas, alcanza gran valor literario en la literatura bíblica, sobre todo en El Antiguo Testamento. Esta forma reiterativa es común en los libros mayas y quichés: Popol-Vuh, Anales de los Xahil, Chilam Balam, y en las literaturas primitivas recitadas. Su función es mne-motécnica. Véase este párrafo del Chilam Balam: "Y entonces fue robada la serpiente de vida de Chac-Xib-Chac. Y la serpiente de vida de Jac-Xib-Hac fue robada. Y la serpiente de vida de Ek-Yuuun-Chac fue arrebatada también[2].

Como Anderson Imbert y Florit han señalado muy bien, "Asturias escribe por acumulación de rasgos y metáforas.. . .”[3] En este proceso de acumulación yuxtapone relatos, y a veces, en forma paralelística los va extendiendo con la introducción de otros temas. Su narrativa la van formando núcleos de enlace, envueltos en imágenes que avanzan el relato y dan pie a nuevos temas.

La narrativa de Asturias es original. Su técnica del relato está estrechamente vinculada a los movimientos estéticos del surrealismo. Según los surrealistas la novela no debe obedecer a una planificación lógica y esmerada, más bien al primer impulso creador que la intuyó. Dentro de esta fuerza primaria inspirada, la inconsciencia y el sueño son también parte de una realidad motivada, que vive el artista, y que debe ser tomada en cuenta lo mismo que la otra. Por eso Asturias usa con frecuencia el paralelismo, la paráfrasis, la aliteración y la onomatopeya como reflejos de una conciencia virgen, creadora, sin premeditación. Ella también, de algún modo, es un reflejo puro del alma colectiva de su pueblo.

Hombres de maíz se inicia en forma paralelística. "—El Gaspar de Ilóm deja que a la tierra de Ilóm le roben el sueño de los ojos. —El Gaspar Ilóm deja que a la tierra de Ilóm le boten los párpados con hacha. ..

—El Gaspar Ilóm deja que a la tierra de Ilóm le chamusquen la ramazón de las pestañas con las quemas que ponen la luna color de hormiga vieja...[4]

Nótese el sentido de lamentación que envuelven los tres párrafos como tres salmos, y cómo los acentos se recargan a medida que aumenta la lamentación al final, (Ilóm-Ilóm-ramazón). Veamos este ejemplo: "—El tembladero no está lejos... —Pues ya lo creo que no está lejos... —La luna tampoco debe andar lejos... —Pues ya lo creo que tampoco debe andar lejos... [5] .”s La aliteración se une con frecuencia a la forma paralelística.

Hay un lenguaje multiplicado en ecos, ruidos de palabras que alivian el miedo o se revisten de sonidos acústicos decayentes, procedentes de la subconsciencia. Como el mismo Asturias dice, "las onomatopeyas son ingredientes importantes en todos los idiomas indios[6].” La aliteración, repetición de miembros, e incluso el circunloquio, formas simples de la expresión india, están en la prosa de Asturias. Usa mucho, según él mismo expresa, "el aparentamiento o yuxtaposición de palabras, que, como dicen los indios, nunca se han encontrado antes[7].” Para el indio poesía es cuando las palabras se encuentran por primera vez. El juego de la palabra y la asociación libre de sonidos, que fluyen del inconsciente de los personajes es recurso común en El Señor Presidente. En la simple evocación de sonidos la imaginación juega su enlace con asociaciones concretas o vagas, pero que reflejan un estado de ánimo o una situación.

La palabra sonoriza la imagen que crea; ambas, imagen y sonido derivan un contexto conceptual con profundas implicaciones a veces simbólicas, a veces reales.

Cuando Cara de Angel en El Señor Presidente viaja a la costa, el sonido y las palabras basadas en la aliteración y en la onomatopeya, cargan una nota de presagio en el inevitable correr del tren. "Seguía la tierra baja, plena, caliente, inalterable de la costa con los ojos perdidos del sueño y la sensación confusa de ir en el tren, de no ir en el tren, de irse quedando atrás del tren, cada vez más, atrás del tren, más atrás del tren, más atrás del tren, más atrás del tren, cada vez más atrás, más y más cada vez, cada ver cada vez, cada ver cada vez, cada ver cada vez, cada ver cada vez.... [8] El sonido de la palabra sugiere el ruido monótono que forma el tren sobre los rieles, y también la visión de cadáver que Cara de Angel va presintiendo. Las mismas palabras, no las ideas o los temas van marcando el paso de la narración. La forma sugestiva de la palabra usada en la poesía moderna inicia las primeras líneas de El Señor Presidente, "... alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre. ..”

Asturias se basa en cualquier sonido para crear efectos acústicos. El Pelele en el basurero llena la atmósfera con sus quejidos; "Erre, erre, ere.. . Erre-e-erre-e erre...En el Tembladero, en Hombres de maíz, el lenguaje se va aumentando en ecos que alivian el miedo del Subteniente Musús. "Creí que AdeláááAAAnte!”; "—Pues segúúúUUUn!”. Las letras mayúsculas dan sentido de eco alejado, grave. Cuando Goyo-Yic grita por su mujer, las palabras se deshacen en ecos: "María TecúúúUUUn!... sin miii licencia se juéééEEEron! .."devolvéme a los muchachíííííítos! .. .” El "Ton-Toron-To-Ton” imita el golpear de la aldaba en la puerta.

Diversos recursos usa Asturias en la elaboración de las palabras. A veces le añade uno o más prefijos. Cuando don Benjamín y doña Benjamón en El Señor Presidente se asombran de que los niños rían de ver pegar, él exclama: "ilógico, relógico, recontralógico, requete-contrarrelógico, ilololológico.” De la palabra lógico ha derivado diversas formas.

Las palabras imitan efectos acústicos del mundo subterráneo, o dan la visión rápida del movimiento visual o físico como proyección cinematográfica. El Pelele en su huir de la ciudad, como en fuga, ve pasar ante él "puertas y ventanas y puertas y ventanas, y puertas y ventanas.” Las palabras también se forman con el simple cambio de sílabas o consonantes "rapto, parto” o proceden de falsas etimologías como "lion de lio”; "mugrientos de mugra[9].” Existen vocablos compuestos como pañuelo sal ábrego del llanto, amor urdemales, colémico, maldoblestar. La división de sílabas forma nuevos sonidos, "Ruidos de tripas. .. Tri paz[10] o "Ah mar amar” (técnica opuesta). En este deshacer vocablos y formar nuevos de distinto significado nos recuerda Asturias el conceptismo de Calderón, Tirso de Molina, Quevedo, etc.

Usa Asturias en general un vocabulario culto, y existe en él un afán intencionado de originalidad y nueva revisión del vocabulario, usando todas las posibilidades que le puede ofrecer. En Hombres de maíz existe la expresión regionalista, lenguaje del indio de la montaña o de la costa, esferas geográficas en que se desenvuelve la mayor parte de sus episodios. "Traibas el meíz en rede”; "el mero hombre”; "le pepené”, etc. "Hay además en Asturias, en toda su producción,” escribe Castelpoggi, "una preocupación verbal que le viene de la tradición Maya, según la cual las palabras son como el antifaz que recubre las cosas. . . -”[11]

Utiliza el escritor, como hemos dejado señalado, las palabras en el doble valor de concepto y sugerencia. Las fuerza a que formen imágenes representativas y también auditivas. En algunos casos basa Asturias la elaboración estética en el juego semántico de las palabras, y en su visualización exterior, su tercera dimensión. La T de Tecún es como su cumbre, y la U es el barranco que la forma, (Hombres de maíz, p. 183). La gran imaginación del escritor crea asociaciones poéticas, por ejemplo: "el humo a la llama, la llama a la brasa, la brasa al leño, el leño al árbol, el árbol a la tierra, la tierra al sueño,” (Véase p. 21). "El valor esencial del libro” comenta Mentón sobre Hombres de maíz, "reside más que en la narración y en los temas en el afán lingüístico de creación, de nueva dimensión de la palabra como elemento sonoro, conceptual y sugestivo. De ella se vale para penetrar en el ser enigmático del indio.[12]"

Las diversas modalidades con que el escritor usa el verbo infiere a su prosa, de por sí ágil y dinámica, características peculiares. Los participios, los participios absolutos que sirven de resultado de acciones no existen abundantemente. El gerundio resaltando acciones o estados simultáneos es común, en ligazón estrecha con imperfectos que continúan la acción del verbo. El infinitivo le sirve a Asturias para destruir la temporalidad, y toda conexión con el tiempo. El verbo o la circunstancia que lo rodea se destaca en muchos párrafos con mayor relieve quedando relegado el sujeto a un plano secundario. Otras veces ocurre lo contrario. El sujeto sirve de basamento a toda la narración.

El uso del gerundio con sus acentos da musicalidad seria y fatalista a la prosa de El Señor Presidente. Se dice del Pelele "engusa-naba la calle... dándose. . . raspando (p. 48); de Niña Fedina con su hijo muerto en los brazos, "apretujándolo.. . olvidándose...

La fuerza fónica del gerundio continúa mitigada al unírsele el imperfecto que prosigue la acción indefinidamente, "estaban fusilando”; "estaba amaneciendo”; "...el idiota se despertaba riendo”; "salían jugando, corrían aldabeando.”

El imperfecto juega de una manera poética con los sustantivos, resaltando así más los contrastes. Los hechos, en El Señor Presidente, están simplemente expuestos, y en contrastarlos se basa la crítica acusadora; "Los árboles subían y bajaban”; "los presos en la Casa Nueva blasfemaban. .. insultaban. . . maldecían. .. .” La oración impersonal la forma un verbo en imperfecto que describe toda la progresión temporal: "amanecía.” El pasado cierra un momento consumado: "atardeció. Cielo verde, campo verde.”

Existe acumulación de imperfectos: "entraba y salía, iba y volvía, amanecía.” "Regresaba a llorar... hablaba... cesaba...,” (Véase págs. 186, 222) y también la acumulación extensa de infinitivos. Este fenómeno literario se aprecia con más abundancia en Hombres de maíz donde el tiempo no existe, y la conciencia lingüística y poética del escritor está más presente. "... denunciaba su presencia juguetona, despierta, titilante, al caer, huir, reptar, trepar, volar, correr, saltar,” (p. 69). El imperfecto corre extensamente la prosa de Hombres de maíz, "hablaban por hablar. Reían. Se abrazaban.” Sobre la técnica del imperfecto Mentón expone: "Se sirve del tiempo imperfecto para indicar la frecuencia de los abusos,” y continúa "logra dar mayor expresión al dar muy poco énfasis a los episodios más brutales[13].

El adjetivo con influencias modernistas es más usado por Asturias en la prosa de su primera obra Leyendas de Guatemala; "siete ciudades de árboles construidas en las nubes de un país de oro[14].” La cargazón del adjetivo, como una señalada forma estilística está más patente en Hombres de maíz que en El Señor Presidente, más cargado aquél de poesía y con más aire neobarroco.

La profusión de adjetivos continuados que preceden o subordinan al sustantivo, en muchos casos acumulados, dan la sensación de cargazón o lentitud en su prosa. El aligeramiento con frases breves, imperfectos o pasados produce el equilibrio bien logrado y característico de cualquier prosa clásica. Veamos un ejemplo de periodo largo, cargado de sustantivos y adjetivos: "El chillido agudo de las chicharras, más corto e implacable cuando el enemigo les abría el vientre y se las iba comiendo vivas en la tiniebla del agua de brasa producida por el reflejo cárdeno de la luna colgada entre las montañas y los cielos azules, profundos[15].” A continuación se sucede la frase breve en imperfectos y pasados rápidos "apareció y desapareció”; "lo miraba, lo seguía”; "Así iba,” (p. 69).

El paisaje en las primeras partes de Hombres de maíz se reviste de grandiosidad. En él se mueven los soldados del Coronel Godoy. El nocturno y la fuerza virgen de la selva forman un solo conjunto, sugerente e imaginativo. Asturias recarga el sustantivo de numerosos adjetivos en oraciones subordinadas adjetivas de relativo y circunstanciales, con participios absolutos finales. "Oleaje verde, rumoroso, rumiante, ensordecedero que iba vistiéndolos, aislándolos, protegiéndolos.” Gran fuerza expresiva, poética logra el escritor con el uso de estos recursos.

Las formas aumentativas y diminutivas del adjetivo las usa Asturias con diversos propósitos. Expresan, en algunos casos, sentimiento de ternura. "Azucenita” llama el Pelele a su madre, dominado por el delirio; "el Pelele sentíase feliz desde la puntita de la lengua hasta la puntita de los pies”; "ciudad regadita como caspa de campiña.” Con cruce cita empieza la plegaria de los romeros en Santa Cruz de las Cruces, en Hombres de maíz. "Viejos” y "jovencitos” son las palabras con que el viejo va acariciando el oído de Nicho Aquino, en el alto que hace éste en la posada, camino de la capital, después de perder a su mujer.

Usa Asturias el diminutivo con carácter despectivo "para atenuar una realidad dolorosa y a los fines de lograr un adecuado detalle de caracterización.”[16] Ejemplos de lo primero: mediquitos y mediquetes\ de lo segundo: "volvió la canción a frotarle suavemente astillitas de vidrio sobre la carne viva....” Como ejemplo de caracterización: "Don Benjamín, delgadito y velludo como murciélago.”

El aumentativo con su terminación grave, aplicado a fenómenos de la naturaleza crea contrastes cósmicos. Su grandiosidad envuelve la pequeñez física del indio. Veamos estos ejemplos en Hombres de maíz: ventarrón, arbolones, envión, tinajón, hamaqueón. Ambos, diminutivos y aumentativos sirven de apodos y son usados indistintamente en forma despectiva: mojarra, mojarrita, mojarrona.”[17]

El sustantivo acumulado origina extensas enumeraciones en ambas obras. Este recurso se "emplea no tanto para darnos una descripción precisa y detallada como para crear un efecto de totalidad.”[18] En el uso de este recurso muestra Asturias una gran capacidad de vocabulario y también gran poder asociativo. Existe en primer lugar la acumulación de objetos enumerados, que dan idea de pluralidad, abundancia y a veces desorden. "Espejos, collares, aritos, pulseras, frascos de perfumes baratos, rosarios, dedales, alfileres, agujas, ganchos de mujer, jabones, peines, pañuelos, crucifijos.”[19]

Esta serie de palabras parecen interminables e indican un cultivo de la asociación libre explotada con tanto éxito ya por James Joyce. Serie de cosas amontonadas en confusión se deslizan por la mente de los personajes en sus visiones fantásticas. Un desorden significativo y simbólico que Asturias va exponiendo con la numeración de sustantivos encadenados. Ella se imana de una gran expresión al acumularle epítetos descriptivos. Ejemplos: "los ojos salidos, crecidos, terribles” (Hombres de maíz, p. 47); "La enferma. .. flacuchenta, atormentada, elástica.” En dicha obra la prosa reviste un carácter intenso de monotonía —ya señalado— en algunas partes, por esta superabundancia de adjetivos y sustantivos acumulados en complejas oraciones subordinadas.

Los adjetivos en algunos casos anteceden al sustantivo. "Fijos los ojos,” y en otros siguen a éste "los ojos pepitosos,” la misma técnica la usa con los ablativos absolutos, "la lengua colgante”; "espumante la boca."

En el uso del gerundio de por sí cantarín, y también de las formas terminadas en ante, i ente, se basa una de las cualidades musicales de la prosa de Asturias que pocos críticos han señalado. Al respecto Mentón comenta: "El gran sentido lingüístico se basa en la repetición de frases breves, palabras y aún sílabas que ayudan a crear efectos acústicos.”[20] El polisílabo es común en juego con el monosílabo que se repite deshaciéndose en ecos.

En Leyendas de Guatemala, obra inicial, ya usaba Asturias esta técnica con todos los recursos expuestos: diminutivos, imperfectos seguidos de gerundios, el ruido armonioso de palabras sin significado, y más que nada la onomatopeya. La reunión de sílabas forma palabras sin ningún significado especial; por ejemplo Chinchicirin[21]

En El Señor Presidente hay un diálogo entre las prostitutas del prostíbulo de Doña Chon, carente de significado exterior: "—¡Indí-pi, a pa! —Yo-po? Pe-pe, ro-po, chu-pu, la-pa. .. —Quitín- qué? —Na-pa, la-pa!”[22]

Una característica de la prosa de Asturias es el empleo de oraciones cortas y precisas, dinámicas, alternando a la vez la oración larga y complicada, hecho que ya dejé señalado. Existe en él un gran afán de enlazar la estructura técnica exterior, formal de la ilación, al contenido de lo narrado. En Hombres de maíz, cuando los soldados de Godoy caminan hacia el tembladero, la prosa es lenta y pesada en las páginas que se describen estas escenas. Oraciones largas introducen lentamente al lector en el ambiente de contención que va envolviendo a los personajes, de cautela y temor. Cuando Goyo-Yic y Domingo Revolorio van bebiendo el aguardiente del garrafón, camino de San Miguel de Acatán, a donde se dirigen para venderla, la prosa lenta, descriptiva, marca la progresión temporal del efecto del aguardiente a cada trago que toman. El mismo recurso es usado en Viento fuerte[22], libro perteneciente a la Trilogía bananera. Las oraciones largas, recargadas de sustantivos y adjetivos, con múltiples conexiones, y el uso de los polisílabos sugieren el tema de calor sofocante del trópico, expuesto en los primeros capítulos. "Asturias quiere captar el paisaje con el uso sugestivo de la palabra.”[23]

La oración es corta, ágil, cuando en ella se va reflejando el fluir espontáneo de la conciencia. Las oraciones largas se diluyen en frases, en oraciones nominales o en simples palabras vocalizadas. Como ya señalé, el lenguaje tiene una dimensión fónica y conceptual de la que Asturias se aprovecha por igual.

Hay equilibrio y ajuste entre hechos narrados y figuras en ellos representados. Con el empleo de los periodos largos Asturias enriquece su escritura con multiplicidad de puntos de vista que correlaciona dentro del mismo contenido. Esta multiplicidad creadora es un rasgo característico del cubismo en la década entre 1920 y 1930; un cuadro puede representar abundantes puntos de vista, de divergencias e interpretaciones. Esta característica se observa muy bien en El Señor Presidente, novela más cercana a esta época. La misma técnica de multiplicidad implica la idea del tiempo inmóvil y eterno muy observado en ambas novelas. Asturias las termina con un epílogo que de ningún modo cierra la vida de los personajes. Estas continúan después de la última página en la novela, con la misma fuerza y vitalidad que aparecieron. Quizás sea ésta la gran preocupación de Asturias: continuar la novela después de escrita. La atemporalidad es un recurso que él usa, que con el epílogo que cierra, continúa la narrativa rompiendo con el concepto tradicional de la novela.

El símil le vale al escritor para prolongar la oración o resaltar términos comparados: "la voz se perdía como sangre chorreada en el oído del infeliz....” Los símiles dan forma, color, sustancia, movimiento y significado especial al objeto comparado. "El fuego es como el agua cuando se derrama,” (Hombres de maíz, p. 34). "De los Zacatón quedaron sobre los tetuntes ocho cabezas como jarros ahumados.” (p. 49).

La forma comparativa es más bruta en El Señor Presidente. Los extremos comparados son seres humanos con animales. Al Pelele lo llevaban los gendarmes hamaqueándolo como a un mico; los mendigos lagrimeaban como animales con moquillo; el idiota se quejaba como perro herido, como ratón asomó el titiritero. Algunos símiles en esta obra "conllevan algún elemento de destrucción y tienden a rebajar al hombre a un nivel infrahumano,”[24] "La Chambelona, basura humana, ahora agonizante”; "Niña Fedina era ya una bestia comprada para el negocio más infame”; "hombres cuyas palpitaciones formaban gráficas de angustia”; "los besos... triquitraques lascivos de carne y saliva.”

La permanencia de Asturias en Europa lo envolvió en los movimientos literarios de vanguardia en la década de la posguerra. El surrealismo era la corriente en boga. La atmósfera de pesadilla que se respira en El Señor Presidente se incrementa con el empleo de metáforas de marcada influencia surrealista. Ejemplos: "la ciega se mecía en sueños colgados de un clavo.” Al igual que la metáfora, el símil recibe los mismos influjos: "Como taladros penetran los toquidos a perforar todos los lados del silencio intestinal de la casa.” (El Señor Presidente, p. 179).

Este tono surrealista de metáforas y símiles está más acentuado en Hombres de maíz donde la búsqueda de un nuevo estilo, y la conciencia estilística está más presente. "Una partida de nubes sobre pezuñas” (p. 11); "como un pedazo de montaña, con su hijo entre los brazos se perdió en lo oscuro la Piojosa Grande.” (p. 22).

El dinamismo ágil que a veces adquiere la prosa en Asturias, el juego de contrastes entre personajes y ambiente, entre realidades y sueños, el uso de sombra y luz —claroscuro en pintura—, escenas que se inician al amanecer, y sobre todo la abundancia del adjetivo, hipérbaton, y el periodo largo asocian al escritor a un nuevo momento literario con semejanzas barroquistas. Algunos críticos lo han llamado neobarroquismo, y también surrealismo.

El párrafo a continuación, sacado de Hombres de maíz, es expresivo del nuevo estilo que trata de establecer Asturias. "El Subteniente Musús se quedó atrás, pasmado, miltomatoso, vestido de trapos blancos, sólo ojos en el huatal ralo, ojos de miedo por todo lo que se movía alrededor de su pellejo: el huracán doble ancho, el coágulo de sangre de la luna colorada, las nubes vagantes, las estrellas mojadas, apagosas, y el monte oscuro con hediondera de caballo.”[25]

Sobre la técnica de los contrastes en El Señor Presidente, Gaztambide anota: "son múltiples los contrastes en la obra: de luz y sombras, de maldad y bondad; entre la serenidad y placidez de la vida anterior y la angustia de la situación presente; entre la vida regalada de unos y la miseria de otros.”[26]

Hay metáforas que muestran gran originalidad: "El silencio ordeñaba el eco espeso de los pasos”; "De un lado a otro se hamaqueaba el canto de las ranas” (Hombres de maíz, p. 47). Esta idea del sonido como columpiándose está también en la poesía de Gerardo Diego, en su época ultraísta[27].

Existe la imagen antirromántica, deshumanizada. "Bueyes de luna”; "luna sin lustre”; "el cielo iba cebándose de estrellas”; "los desagües iban llevándose la luna a flor de tierra.” Hay un uso de neologismos compuestos que recuerdan de nuevo a Quevedo, con quien ya se le han señalado ciertas equivalencias. Neologismos como "colémico”; "amor urdemales”; "pelo guitarreado.”

El estilo de Asturias refleja un equilibrio ideológico y también formal. "Su unidad estética-temática es cosmogónica,” dice Castelpoggi.[28] La palabra música, sonora, y la palabra concepto se equilibran ambas en función de una tercera dimensión: la sugerencia. Los contrastes también se equilibran. A la imagen figurativa de plenitud o movimiento —sonido, matiz, color— se contrapone el estatismo callado de la oscuridad —luz-sombra—, y el ruido de campanas con el silencio.

El diálogo es espontáneo, suelto. El plano real y el fantástico ofrecen una mutua correspondencia dentro de la prosa de Asturias. Su unidad se concibe tan estrecha que apenas se percibe donde la realidad termina y la superrealidad empieza. La fuerza que sobre los personajes carga el adjetivo y el verbo que se le acumula se descarga con el uso del hipérbaton, colocando el sujeto al final de la sentencia. "Como un pedazo de montaña, con su hijo entre los brazos, se perdió en lo oscuro la Piojosa Grande." (Hombres de maíz, p. 20}.

El equilibrio de los personajes en Hombres de maíz crea la sensación de obra clásica. Hay equilibrio en los caracteres, ambiente y en las mismas escenas descritas. Cuando los Hermanos Tecún cortan la cabeza de los Zacatón, arrastrando traen la "de un anciano, de un joven, de un niño.” La fuerza del contraste equilibra la desproporción realista. La misma adecuación perfecta entre el contenido y los aspectos formales —estructura, técnica, estilo— contribuyen a la creación del mundo cerrado, bien equilibrado de El Señor Presidente, la obra más leída de Asturias.

Notas:

[1]  Angel Luis Morales habla de la "anulación de ia realidad por la fantasía y de la creación de una superrealidad” en Asturias. Véase: "Miguel Angel Asturias, premio Nobel, 1967,” citado por Agustina F. de Gaztambide en "El Señor Presidente,” Asomante, núm. 3 (Julio-Septiembre, 1968), 22.

[2]   Libro del Chilam Balam de Chumayel, prólogo y traducción del idioma Maya por Antonio Mediz Bolio (México, 1941), p. 6.

[3] Anderson Imbert y Eugenio Florit, Literatura hispanoamericana (New York, 1967), p. 703.

[4] Miguel Angel Asturias, Hombres de maíz (Buenos Aires, 1967). p. 9- En lo sucesivo, todas las citas se refieren a esta edición.

[5] Ibid., p. 64

[6]  Carlos Rincón, "Miguel Angel Asturias,” Eco, revista de la cultura de Occidente (Octubre, 1967), p. 582.

[7] Rincón, ibid., p. 580.

[8] Miguel Angel Asturias, El Señor Presidente (Buenos Aires, 1968), p. 266. Todas las citas se refieren a esta edición.

[9] Seymour Mentón, ‘'Miguel Angel Asturias: realidad y fantasía” en Historia crítica de la novela guatemalteca (Guatemala, 1960), p. 213.

[10] Agustina F. de Gaztambide, "El Señor Presidente,” Asomante, núm. 3 (Julio-Septiembre, 1968), 28.

[11] Atilio Jorge Castelpoggi, Miguel Angel Asturias (Buenos Aires, 1961), p. 25.

[12] Mentón, op. cit., p. 212.

[13] Ibid., p. 198

[14] Miguel Angel Asturias, Leyendas de Guatemala (Buenos Aires, 1967), p. 17.

[15] Hombres de maíz, p. 68.

[16] Gaztambide, op. cit., p.28

[17] El Señor Presidente, p. 160.

[18] Mentón, op. cit., p. 212

 

[19] Hombres de maíz, p. 118

 

[20] Ibid., p. 212.

 

[21] Leyendas de Guatemala, p. 83.

 

[22] Miguel Angel Asturias, Viento fuerte (Buenos Aires, 1968).

 

[23] Mentón, op. cit., p.227

 

[24] Gaztambide, op. cit., p. 28

 

[25] Hombres de maíz, p. 67.

 

[26] Gaztambide, op. cit., p. 28

 

[27] Véase: Gerardo Diego, PoeSia española contemporánea (Madrid, 1962).

 

[28] Castelpoggi, op. cit., p. 27.

 

 

Reportaje Especial: Miguel Ángel Asturias

 

Reportaje Miguel Angel Asturias

 

CAUDAL Texto y contexto de Miguel Angel Asturias

 

por Antonio Carreño
"Cuadernos Americanos" Año XXXII VOL. CLXXXVI Nº 1

México, D. F. enero / febrero de 1973

 

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