Ida Vitale:
Herida esencial y soberanía de la palabra

ensayo de María José Bruña Bragado
Universidad de Salamanca

Ida Vitale

Fotografía de Pablo Bielli

Vino, vino.
Vino una palabra, vino
vino a través de la noche, quería iluminar, quería iluminar
Paul Célan

Se van quedando atrás tantas palabras
¿de qué sirvieron nunca?
¿qué gloria hubo alguna vez sin ellas?
Cintio Vitier

1. Imaginen la Ciudad de México a mediados de los años 70. Imaginen un Volkswagen lila, lleno de bollos, aparcando encima de la acera. Imaginen a una joven cargada de libros que sale del coche. Si ya han imaginado todo esto, no les costará imaginar ahora que un extraño impulso les llevaría a entablar una verdadera amistad con esta joven resuelta, con esta letraherida despistada y genial. Así nos describe Pedro Serrano, profesor y crítico, director del Periódico de Poesía, a Ida Vitale el día que la conoció.

2. Quisiera apuntar, antes de abordar qué es la poesía para nuestra escritora, tres aspectos que admiro en su personalidad literaria y que me hacen sentir privilegiada por el exquisito regalo que supone siempre escribir sobre su obra.

En primer lugar, su curiosidad esa virtud fundamental para los griegos que empezaría a penalizarse más tarde con la expansión de la religión católica, una mente inquieta que he ido descubriendo a lo largo de los últimos años, primero como lectora a la distancia de sus imprescindibles poemas, ensayos, prosas; después como conversadora, interlocutora, ávida oyente gracias a haber sido su antóloga hace dos años con motivo de la concesión del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Dice la poeta:

Un niño extrae a la larga más y mejores modos de diversión de una lupa que de un triciclo. De su atención detenida, de su naciente curiosidad nacen muchas cosas: para empezar, su propia intimidad. Yo diría que en ella renace la civilización.

Si la insaciable curiosidad de Montaigne, agudo analista de su tiempo, lo llevó a atravesar sin reposo la atormentada Europa del siglo XVI en busca de nuevas interrogantes, un mecanismo similar empuja al sujeto Vitale a viajar, a interesarse por la realidad, a adentrarse en profundidad en la otredad y la identidad cultural ajena, pero también a constatar, por ejemplo, los peligros de un futuro atrozmente tecnológico, escasamente crítico, vuelto de espaldas a una naturaleza que grita "como no lo hace el hombre", o de la crisis de valores generalizada y de la cultura también de la cultura uruguaya en particular[1]. Nada de torremarfilismo o misantropía, pues, nada de ensimismamiento en ella, sino más bien contacto inconformista con la realidad que rumia en su rico mundo interior y del que nace tanto una reflexión cabal sobre la cultura, la educación, la ciencia o la religión en sus textos críticos, en sus entrevistas y declaraciones, como una poesía lúcida, resplandeciente, pero también inquisitiva, oximorónica, esforzada y cada vez más ajustada[2]. Alguien que nació y se formó "en un tiempo en que existían las cuatro estaciones"[3], no puede menos que estar predestinada al cambio perpetuo, imantada por lo inestable y el enriquecimiento, la celebración, la clarividencia que esto supone "El mundo puede ser todo nuestro si somos curiosos", afirma, pese al nostálgico deseo de permanencia y sedentarismo puntual que puede acuciar al sujeto melancólico que también es.

Su enorme vitalidad, su apertura constante a la maravilla y a lo nuevo la hacen voraz en sus descubrimientos de otros poetas, otros músicos, otros cineastas. Esa cualidad de niña asombrada es un primer rasgo que desearía destacar de su espíritu, sin olvidar que en relación a esta sed de conocimiento está, claro, su erudición, su dominio absoluto de la tradición cultural. Ida Vitale es una humanista y esto hoy día es ya, lamentablemente, más que infrecuente:

Voy hacia mi límite sin modificar el hábito infantil del asombro ante el mundo que acompaña incluso a los humanos desentendidos de inútiles minucias. Su riqueza prodigiosa posibilita una extensión del alma que hoy pocas cosas ofrecen. La música, sin duda. La curiosidad une partes desvinculadas del mundo y justifica al ser humano. Le ayuda a ser un recreador de aquél, al refrendar su porqué, y a preguntarse su propio para qué[4].

En segundo lugar, quiero subrayar su rigor formal y estético, su exhaustividad que, sin embargo, no implica conformismo, pues es una escritora que arriesga, que experimenta, que busca ontologías nuevas, nuevas maneras de decir. Como creadora es versátil, nunca monolítica y tiene libros muy diversos en prosa, en poesía aforismos, juegos lingüísticos, ludismos, sentencias siempre a la búsqueda "du mot juste".

Pero la luz acecha
aun para lo enterrado
Insiste en dar con ella
[5].

En tercer lugar, es preciso resaltar su talento inagotable porque con curiosidad y rigor, pero sin talento, no tendríamos, como tenemos, a una auténtica creadora, a alguien que domina el lenguaje, percibe esa herida esencial y la plasma, con alta temperatura, en el idioma.

3. En efecto, y pasamos ya al tema de este trabajo: la herida del lenguaje marca a algunos seres desde la infancia y continúa siempre ya abierta. "En el primer plano de la poesía debe estar el lenguaje, ese es el tema. Lo que me mueve a escribirlo es él, la búsqueda de lo que ya no se va a dar", declara Ida Vitale. Es una llaga gozosa, en paradoja casi mística, porque es infinita. Como el ouroboros, la escritura es una indagación constante, un círculo de revelaciones incesantes, con una combinatoria inacabable, con posibilidades siempre nuevas y eso proporciona un placer extremo al escritor, a la escritora en ese caso. El mundo de Vitale gira en torno a la palabra y el hallazgo de su justeza, de la máxima precisión y originalidad en esa combinatoria: "Las palabras quedan vibrando como cuchillos recién lanzados, y allí, en la vibración misma el texto se disipa, y resucita la palabra" dice el crítico Alberto Villanueva sobre la poética de la uruguaya. En Oidor andante, uno de sus libros más experimentales, confirma la autora lo crucial que es para ella la magia verbal y la exactitud:

La Palabra
Expectantes palabras,
fabulosas en sí,
promesas de sentidos posibles,
airosas,
aéreas,
airadas,
ariadnas.
Un breve error
las vuelve ornamentales.
Su indescriptible exactitud nos borra
[6].

Esa constante indagación verbal, fruto de la herida esencial, de la carencia, de la falta, tiene sus peligros pero el poeta no puede sino asumirlos, no le queda más que asumirlos. Está predestinado al oficio de escribir, como explico en la introducción de Todo de pronto es nada al hilo de la conferencia de Vitale en la Residencia de Estudiantes en 2008 que sigue a Lo que me ofreció el mundo cuando empecé a escribir y que lleva por título el programático y modesto: Lo que traté de hacer con ello. Ida Vitale se presenta allí como el más perdido soldado raso en el campo minado que es la poesía[7]. Según esto, quien se dedique a la que se considera más alta expresión del lenguaje debe sortear peligros y dificultades que cuestionan, de raíz, su tarea, cuando no ponen en jaque su propia existencia. Estos escollos con los que se tropieza son de muy diferente naturaleza y el soldado debe intuirlos, e incluso buscarlos como desafío y acicate, manteniendo una claridad de rumbo el misterio guía, pese a la inestabilidad e incertidumbre que pueda embargarlo sabido es que la poesía nunca es estática y que lo medular en ella es precisamente su vacilante distancia respecto al ideal.

Una segunda imagen para la poesía que utiliza nuestra autora es la de "un puente pero no de seguro hierro, sino un puente dinamitado, riesgoso, lleno de fisuras, harapos, angustias, fracasos y que tan solo vale para el que lo crea", un puente que "se puede parecer al puente Mirabeau desde el que saltó el atormentado Paul Célan hacia la muerte". La figuración vuelve a incidir en las amenazas del oficio, en el desafío que supone para el que lo ejerce, así como en el escenario en ruinas, hecho de jirones y fragmentos del que está hecho.

En tercer lugar, la escritora nos ofrece otra metáfora de la creación poética que es la del paisaje vivo: un pintor chino, nos cuenta, aconsejaba buscar un muro en ruinas y extender sobre él una seda blanca. A continuación, habría que apoyarse en el muro y contemplar largamente a través de la seda hasta que se distinguieran contornos, salientes, sinuosidades que trazarían el perfecto dibujo de un paisaje vivo. Si el poeta acertara, todos verían en ese muro el paisaje que antes no vislumbraban y ni tan siquiera intuían. El oficio del poeta, por tanto, requiere valor y capacidad de observación, exige cierta predisposición a lo visionario a partir de una sensibilidad del espíritu para capturar o adivinar más allá de lo tangible, de lo aparente, de lo convencional. El poeta ve un paisaje vivo, a veces alógico o irracional, donde solo hay escombros, despojos y cascotes o un páramo desolado; lo construye, con esfuerzo y dedicación también, desde ese desmoronamiento previo del edifico sólido ya conocido.

La poesía de Vitale, onírica y al mismo tiempo precisa en su lógica interna, que parte de la pura materia, de lo cotidiano para trascenderlo y adquirir otros vuelos, remite a la pintura metafísica de Giorgio de Chirico y de Giorgio Morandi dos de sus artistas de cabecera, pues el estremecimiento se produce en el receptor por un ejercicio de descontextualización y desorden, por una nueva y enigmática manera de ordenar la realidad. Hay una imagen de Magritte, pintor de filiación surrealista, que me parece también inspiradora para explicar la poética de Vitale. Se trata del lienzo "La memoria" del que hay variantes en el que un busto femenino, frío, de belleza parnasiana, exhibe una herida de sangre en su frente, en su ojo. El contraste entre la inerte piedra esculpida y la vida que sangra plasma muy bien esos dos dominios que forman parte de la escritura para Vitale: razón, meticulosidad, precisión formal "La obra de arte siempre nace por cesárea", dice Vitale, por un lado, secreto, placer-dolor, inspiración, por otro. Difícil hallar sentencia más elocuente acerca de una determinada práctica poética que la del parto por cesárea. El poema, como manifestación artística, nacería, según esto, de manera artificial, a partir de una operación quirúrgica y aséptica minuciosamente calculada "lúcido, depurado y elegante campo de operaciones" llama Luis Muñoz a la poética de la autora en el diálogo Cadena perpetua, programada hasta el mínimo detalle
[8]. La frialdad y aparente neutralidad de un alumbramiento de estas características solo en parte define la búsqueda de la alquimia del verbo por parte de Ida Vitale, como adelantábamos. Desde temprano, desde que fuera "criatura de ignorancia natural", la creadora se percata de un "extravagante designio" que no es sino resignificar el lenguaje, dotar de otros sentidos a las palabras, girándolas, vaciándolas previamente, dándoles la vuelta, destruyéndolas y reconstruyéndolas ad infinitum, mostrando otros prismas o valores en una semántica poliédrica que se multiplica y plurisignifica en contacto con otras palabras "Las palabras son nómadas. Lo que las vuelve sedentarias es la mala poesía", dice la perspicaz Vitale. El sujeto elige "con la cabeza fría", duda, vacila sin tregua entre "vocablos / vocaciones errantes, / estrellas que iluminan / antes de haber nacido / o escombros de prodigios ajenos"[9] que a veces se sostienen en un equilibro casi imposible que bordea esa precisión absoluta, máxima de su estilo: la exactitud, la cifra, el paraíso[10]; en otras ocasiones, pese a todo, se esfuman "las palabras se espantan de mí como palomas"[11] dice en "Mes de mayo" de Oidor andante. En definitiva, se trata de dar otro giro, normalmente insólito, inesperado, a las "palabras de la tribu", según designación que Mallarmé aplica en su poema a Poe, para volverlas de nuevo significativas, para iluminarlas, devolvérselas al lector en formas nuevas, transformadas, enriquecidas de sentido, pero ese ejercicio de depuración meditada exige el chispazo, el misterio.

En este sentido, el ars poética rimbaudeana se aviene muy bien con esa alucinación inicial, con ese desarreglo de los sentidos o videncia que es precisa para transmutar después, mediante una permanente indagación fonética, léxica, sintáctica, la materialidad del mundo en prodigio. Como afirma Michèle Ramond en la contraportada de la edición de la obra completa de Vitale que Arca Editorial emprende en 1992: "La poesía alquímica de Ida Vitale se alza contra la poesía metafórica porque rechaza la idea de que el trabajo poético no sea al mismo tiempo un trabajo sobre el mundo. Es bastante evidente (aunque no sea del todo luminoso) que para Ida Vitale lo poético […] es un melancólico trabajo de transmutación de la materia, de toda la materia, no solo de la lengua"
[12]. En esa transfiguración se pretende encontrar el túnel secreto que comunica las cosas todas entre sí: una sintonía, una afinidad o identificación, un paralelismo casi simbiótico también entre la realidad escrita y la realidad sensible, sea paisaje, letra o música. El mundo y su belleza con sus múltiples lenguas y cifras, a través de sus diversas manifestaciones artificiales[13] o naturales, como la pintura, la escritura, la música, la misma naturaleza ofrece, brinda, entrega, muestra y el poeta, que nunca es ajeno a él y no escapa tampoco cuando deviene prosaico, capta, penetra, aprehende, registra.

La antigua teoría simbolista de las correspondencias de Baudelaire cobra forma y se revitaliza desde el espíritu palingenésico y analógico de Vitale. Cálculo constante, corrección infinita, sustitución y labor meticulosa de orfebre del verso il miglio fabro del parlar materno, según Dante, de cirujano que debe "establecer la justeza del corte primero y el corte último", por un lado
[14], pero en combinación con el destello, el meteoro, el relámpago, la inspiración "Palabras: / palacios vacíos, / ciudad adormilada. / ¿Antes de qué cuchillo / llegará el trueno / la inundación después / que las despierte?"[15]. El "bosque de símbolos" que "observa con miradas familiares" a un sujeto que trata de descifrarlo es el trasfondo de su poética y no podemos olvidarlo porque "la realidad que le sirve al poeta no es la que todos ven sino la que él adivina tras un opacidad general", dice Vitale. Así, las relaciones entre perfumes, sonidos y colores pueblan su sensorial universo, pleno de sinestesias. La intuición y la iniciación en un círculo secreto en el que se manifiesta una facultad del espíritu para capturar un paisaje enigmático son inherentes a su oficio, son el primer paso de una escritura que, solo después, se puede valer de una racionalidad científica y un aquilatamiento manifiesto. Por tanto, el poema nace por cesárea finalmente, fruto de una operación, un ejercicio, un trabajo, un oficio, pero se requiere el destello fugaz, la chispa espontánea, el fogonazo o centelleo de la emoción, el "meteoro", para su concepción. Para Wallace Stevens, un poema es un meteoro, esto es, o se atrapa en un instante de iluminación o se pierde para siempre. La obsesión hermenéutica por definir y explicar no puede aplicarse a ese misterio, a esa gracia, a esa nebulosa previa que debe encontrar las palabras precisas. Sin inspiración o gracia, sin misterio o presagio llámese ruido del viento, canto de los pájaros, sonido del mar, de las hojas, por mucho quehacer lógico que haya, no hay poema vivo. El misterio existe para ser desvelado o, al menos, para que se afronte el reto de logarlo.

La actividad del poeta que acepta y postula la existencia del misterio es tan razonable como cualquier otra tarea. En su imperfección respecto a su propio ideal, la poesía encierra sus inquietudes y obsesiones, también su propia esencia. Como Arnaut Daniel, el trovador provenzal, es consciente la poeta de que sin limar y pulir la joya hasta la perfección, o lo más cercano a esta que sea posible, no hay arte, pero también lo es de que es precisa la mirada lúcida alrededor, la materialidad, las cosas concretas
[16], ajenas al ensimismamiento o la introspección solipsista y, en esa mirada, tiene que surgir un fulgor, un detonante, un vislumbre inesperado, revelador, iluminador[17]. La Vitale iluminada exploraría, indagaría en un ejercicio placentero, pero también igualmente arduo, tortuoso, doloroso; busca registrar la luz con palabras en medio de la oscuridad, de la opacidad o niebla del lenguaje. Sin embargo, una vez creada, la poesía es ya una realidad en sí misma, autónoma y casi suficiente, y no es preciso pasar la realidad toda, absoluta y de manera total por el lenguaje. El poeta, una vez que se deja llevar por ese instante secreto irracional, extraño, inexplicable "la belleza que, inalcanzable, fugitiva, pasa" [18], se sobrepone al peso de lo real para hacerlo más real por la poesía. Es vital, pues, el centelleo, el misterio inicial, a veces irracional o con sus propias razones, aunque luego haya rigor, trabajo, oficio. De alguna manera, el servicio del poeta debe ser "acompañar al misterio" y hacer partícipes del mismo a los potenciales lectores: el misterio es una llamada a la participación del poeta en lo real y del lector en el poema. A partir de lo conocido, en vuelo o rapto y con trabajo, nos regala imágenes de lo desconocido, del misterio, de lo arcano.

La poeta también su lector debe estar alerta a todo lo que se mueve a su alrededor, sus sentidos despiertos
[19], tiene que mostrarse dispuesta/o a tambalearse siempre, a vivir en la cuerda floja y ser consciente de la fragilidad e insatisfacción constitutiva a su labor, de que va a acercarse solo en ocasiones puntuales a lo sublime o inefable, de que la creación constituye, precariamente, "la interrupción noble del silencio" desde la mística sabemos que lo dicho importa menos que lo que se dejar por decir. Hasta para nombrar la nada hay que esforzarse[20]. Sobresalto y contención, meteoro y depuración son ambas, como venía diciendo, operaciones necesarias. La poesía es la forma particular de ordenar el misterio en una abstracción de los recursos habituales y la métrica tiene ahí mucho que decir pues el elemento constructivo es vertebrador de lo demás. En ese "ritmo o andar que le es propio a la poesía", en palabras de la autora, y que puede ser personalizado en el caso de Vitale para ser cada vez más despojado o fluido, más delicado, aéreo y elegante a partir de encabalgamientos e hipérbatos, hasta hacerse inconfundible está la clave. Esa búsqueda obsesiva de la perfección formal, de la precisión absoluta a través de la experimentación, esa ansia de exactitud semántica y métrica en el poema trabajada desde la autocorrección, la revisión constante, puede desembocar en ocasiones en un hermetismo surreal consciente y en una dificultad latente. Su gran tema es, entonces, el lenguaje. Cualquier distracción le hace perder la inspiración y ya no hay trabajo posible, dice en la veta metaliteraria, metalingüítica que invade muchos de sus poemas[21].

Por otra parte, justo es reconocerlo, la escritura proporciona una felicidad y plenitud infrecuentes o infrecuentemente confesadas
[22], las palabras "acunan" y "suplen los destrozos de los días", como afirma en el poema "Accidentes nocturnos"; son "infinito alimento"[23], pero también duelen y quiebran, son perfume o luz fugaz, destello inapresable, "imposición repentina del misterio": "Campo de la fractura, / halo sin centro: / palabras, / promesas, porción, premio. / Disuelto el pasado, / sin apoyo el presente, / desmenuzado / el futuro inconcebible"[24]; "una espina es una espina es una espina / y dura mucho más que la rosa precaria"[25]. Son los riesgos de la revelación y de la incapacidad del lenguaje para apresar le mot juste más que en el instante del cuchillo vibrante que mencionábamos antes, del "dardo a quemarropa" que nos deja en silencio.

Vive Vitale, diurna y nocturna, entre palabras. Su infierno es de papel y lenguaje y es, también, paraíso. La escritura es luz en el laberinto
[26], desvío, trampa al fin[27], "sobrevida"[28]

Notas:

[1] En Lo que me ofreció el mundo cuando empecé a escribir, conferencia deliciosa sobre su iniciación lectora y su inmersión en la vida, diserta con una mirada abierta, con una actitud permeable, dúctil y adaptativa acerca de los "fascinantes y abrumadores cambios tecnológicos" que asedian al "metafísico animal de la ausencia" en frase del pensador Sloterdijk citada por la poeta para referirse al individuo contemporáneo, pero que no van acompañados, sin embargo, por un espíritu crítico o escéptico que alerte de excesos y carencias, rechace lo absoluto y vuelva los ojos al universo todo. La preocupación ecologista se revela, asimismo, creciente en el pensamiento panteísta y la cosmovisión sumamente consciente de Vitale.

[2] Ida Vitale, como Montaigne, es humanista también por su interés en la naturaleza y agencia libre del ser humano, por su aprecio por la cultura y mitologías grecolatinas y por su cultivo de las humanidades en sentido amplio pensamiento crítico, artes, ciencia. No en vano es poeta, prosista, traductora, ensayista, crítica ácida o sutil, editora, periodista cultural de Asir, La licorne, Marcha, Jaque, Letras libres, etc.

[3] A continuación, cito entrecomilladas algunas frases de Ida Vitale sobre su formación intelectual extraídas de la conferencia citada anteriormente. El recorrido por la poesía y biografía de Ida Vitale se puede completar mediante el acceso al diálogo-entrevista titulado Cadena perpetua que tuvo lugar el 21 de octubre de 2008 y que se encuentra en línea a través de la página web de la Residencia de Estudiantes de Madrid.

[4] Ida Vitale, De plantas y animales. Acercamientos literarios, México, Buenos Aires, Barcelona: Paidós, 2003, pág. 17.

[5] Ida Vitale, Mella y criba, Valencia: Pre-Textos, 2010, pág. 69.

[6] Poema perteneciente a Oidor andante (1972), Todo de pronto es nada, Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, pág. 145.

[7] Ambas conferencias fueron dictadas en el marco del ciclo "Poesía en Residencia", celebrado en la Residencia de Estudiantes de Madrid los días 13 y 28 de octubre de 2008, y son de libre acceso y visionado a través de la dirección electrónica citada en la bibliografía.

[8] La conversación Cadena perpetua entre Ida Vitale y Luis Muñoz tuvo lugar en la Residencia de Estudiantes de Madrid el 21 de octubre de 2008 y puede verse en el link correspondiente citado en la bibliografía.

[9] Ida Vitale, "Palabras II", Cerca de cien. Antología poética, Madrid: Visor, 2015, pág. 82.

[10] "A veces las palabras / entran en un acorde, / las cascadas ascienden, / rota la ley de gravedad. / Luna muy poderosa, / la poesía acoge desoladas mareas / y las levanta donde puedan / arriesgarse hacia el cielo". Fragmento III de "Palabras", ibid. pág. 83.

[11] "Mes de mayo", página 59 de esta edición.

[12] Ida Vitale, Obra poética I, Montevideo: Arca Editorial, 1992.

[13] En esto se acerca al creacionismo de Vicente Huidobro.

[14] Esa voluntad perseverante, esa tenacidad reflexiva que nace de la consciencia de los límites se observa muy bien en el título de la segunda de las conferencias que imparte en la Residencia de Estudiantes: Lo que traté de hacer con ello.

[15] Del fragmento I de "Palabras", Cerca de cien, op. cit. pág. 81.

[16] Vitale sabe que hay también una realidad cruda e injusta "Fortuna", "Dos pobres" que no tiene que ver con la exactitud del lenguaje, ni con la trascendencia de la más alta expresión poética y cita, con frecuencia, a Blanchot: "Hoy el escritor, creyendo bajar a los infiernos, se contenta con bajar a la calle". Con todo, el poeta debe proseguir su tarea, también necesaria y aunque ninguna vida dependa de ello afirma y escribir "como el médico sigue operando aunque caigan las bombas", en Lo que traté de hacer con ello (28 de octubre de 2008).

[17] "¿Desde cuándo un poeta debe someterse a la lógica, a otra lógica que la suya interna?", se pregunta Vitale en Lo que traté de hacer con ello.

[18] "Ventanas, único paisaje", Procura de lo imposible, op. cit. pág. 54.

[19] Como lectora, en tanto crítica literaria, Ida Vitale se muestra infatigable captadora de tendencias, de nuevos talentos que siempre supongan un ir más allá de lo establecido. Si a lo largo de su trayectoria ha comprendido y valorado la originalidad de "raros", inclasificables y difíciles como Julio Herrera y Reissig, Felisberto Hernández, Enrique Casaravilla Lemos o Francisco Espínola, en la actualidad habla con pasión, por ejemplo, de la prosa irreverente de Giorgio Manganelli.

[20] Esta cita abre el poemario Procura de lo imposible, México: Fondo de Cultura Económica, 1998: "Ah…/ tan dolorós esforç per confegir i aprendre, / una a una, les lletres dels mots del no-res!", Salvador Espriu.

[21] "Mariposa, poema": "En el aire estaba / impreciso, tenue, el poema. / Imprecisa también / llegó la mariposa nocturna, / ni hermosa ni agorera, / a perderse entre biombos de papeles. / La deshilada, débil cinta de palabras / se disipó con ella. / ¿Volverán ambas? / Quizás, en un momento de la noche, / cuando ya no quiera escribir / algo más agorero acaso / que esa escondida mariposa / que evita la luz, como las Dichas", incluido en Sueños de la constancia, pág. 88 de Todo de pronto es nada, op. cit.

[22] […] "despertar frente a árboles no del todo familiares que nos rodean con otros cantos, otros pájaros", revela en Cadena perpetua.

[23] "La mesa oscura", Procura de lo imposible, op. cit., pág. 61.

[24] Del fragmento IV de "Palabras", Cerca de cien, op. cit., pág. 84.

[25] "Salutación del herido", Procura de lo imposible, op. cit., pág. 86.

[26] "El día, un laberinto / donde solo tienes la luz / unos minutos", pág. 117 de Todo de pronto es nada, op. cit.

[27] El poema "Estilos" de Procura de lo imposible, op. cit. acaba "Todo es mar de tu muerte. / Pide un desvío al paso, / a un tris del sí ya triste, / admite el espejismo, / todo fulgor, / del bosque, amén del mar / y entra a ese sueño", pág. 34.

[28] "Dame noche / las convenidas esperanzas, / dame no ya tu paz, / dame milagro, / dame al fin tu parcela, / porción del paraíso, / tu azul jardín cerrado, / tus pájaros sin canto. / Dame, en cuanto cierre / los ojos de la cara, / tus dos manos de sueño / que encaminan y hielan, / dame con qué encontrarme, / dame, como una espada, / el camino que pasa / por el filo del miedo, / una luna sin sombra, / una música apenas oída / y ya aprendida, / dame, noche, verdad / para mí sola, / tiempo para mí sola, / sobrevida". Ida Vitale, "Sobrevida", de Palabra dada (1953). Poema citado por Ida Vitale, Cerca de cien. Antología poética, Madrid: Visor, 2015, pág. 24.

Premio Cervantes 2018 · Ida Vitale

Emitido en directo el 23 abr. 2019
Emisión en directo · 12 h · Universidad de Alcalá

María José Bruña Bragado

 

Publicado, originalmente, en Periódico de Poesía No. 106 / Febrero 2018

Periódico de Poesía es una publicación mensual editada por la Universidad Nacional Autónoma de México

Link del texto: http://www.archivopdp.unam.mx/index.php/5103

 

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