Ave de luz

M. Ángeles Bernárdez

I

 

Tenue ave de luz me invoca,

abre surcos en mi piel,

al pasar me da la miel

que el cielo puso en su boca.

 

Sólo su imagen provoca

en mí un sentimiento fiel,

mi sangre es raudo corcel

cuando el amor la desboca.

 

En esta velada incierta

viejos duendes se hacen dueños

del sentir que me socava.

 

Alba, si mi ser despierta,

dime si mueren los sueños

cuando la noche se acaba...

II

Porque al alba, mi ser es invariable

mundo donde el amor y la cordura

son dos saetas rasgando el insondable

abismo donde anida la locura.

 

La fría madrugada es la culpable

soledad que acrecienta mi tortura...

El día es el umbral de interminable

sinrazón donde mi alma se aventura.

 

Sé que espera por mí en la madrugada...

Esta muda congoja que me embarga

es volcán que trasiega mis latidos.

 

Mi sombra tras la luz de la alborada

permanece. Es mi piel la flor amarga

de un amor y unos sueños abatidos.

III

Fue tu adiós sin palabras, sin sentido...

Tu olvido enloqueciendo el alma mía...

Llueve. Y es como gota de agua fría

en la piel de este cuerpo ensombrecido.

Llueve. El sol tras las nubes escondido

duerme donde la gris melancolía

ronda el sueño. Al nacer la luz del día

languidezco al saber que te he perdido.

No es tiempo... y es curioso, te diría:

estar sin saber cuánto te he querido...

Fuiste, amor, pura luz de alba bravía;

del jardín del ayer, árbol  florido.

Fue tu adiós sin palabras, sin sentido...

Tu olvido enloqueciendo el alma mía...

M. Ángeles Bernárdez

Del libro, "Recordándote" 

15 de octubre de 2004

Directora de Revista Literaria La Fuente

www.revistalafuente.org

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