El amor o la sombra de un sueño
M. Ángeles Bernárdez

Los invisibles átomos del aire 
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada,
oigo flotando en olas de armonía
rumor de besos y batir de alas,
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?/ 
-¡Es el amor que pasa! 

Gustavo Adolfo Bécquer

Era una tarde almidonada de aromas primaverales. La brisa irisada de luminoso azul marino invitaba a la ensoñación. A orillas del mar, sobre la cálida arena y con el acompañamiento del arrullador vaivén de las olas, un reducido grupo de personas, entre las que yo me encontraba, decidimos hacer una lectura continuada de poemas de amor. Amigos y compañeros amantes de la poesía formábamos un círculo cerrado y amplio. Ajenos a todo cuanto ocurría a nuestro alrededor, tras concluir un primer turno de lectura, iniciamos una charla-coloquio.

Quizá la tarde y el lugar, el especial momento de íntima y particular sensibilidad, nos incitaban a expresarnos sin pudor y con total sinceridad. Llegado el turno a un poeta de los allí presentes, asiduo a nuestras tertulias y al que observé, siempre, tímido, comedido y serio, a la vez que amable y atento, dejó escapar de sus labios una sonora y bizarra afirmación: -El amor no existe. Es un invento de la sociedad... Y continuó con voz jactanciosa... -Yo nunca he sentido amor. No creo en él. Muchas voces se alzaron discrepantes en cuestión de segundos. Al escribir estas líneas aún siento el interno y punzante resorte que casi me levanta del suelo. No sabía si hablar o callar, aunque deseaba imperiosamente rebatir a esta persona para hacerle entender que podría estar equivocado; una honda voz me decía que mis palabras iban a caer en saco roto.

Tras el paréntesis de un corto silencio, un compañero de los allí presentes nos dijo: -Os voy a leer un precioso pensamiento de Osho, maestro de Tantra, sobre el amor: "El corazón del hombre es un instrumento musical, contiene una música grandiosa. Dormida, pero está ahí, esperando el momento apropiado para ser interpretada, expresada, cantada, danzada. Y es a través del amor que el momento llega. Hombre o mujer sin amor nunca conocerán qué música ha estado llevando dentro de su corazón. Es sólo a través del amor que la música comienza a tomar vida, se despierta y deja de ser un potencial para convertirse en realidad." -Es muy bonito, pero son sólo palabras. Nos contestó nuestro amigo y poeta desconocedor del amor. Nadie esperaba que aquella tarde este hombre nos abriera su corazón. Abandonó el lugar donde se encontraba en el círculo que formábamos, se arrodillo frente a todos en el centro del mismo círculo, y con voz firme nos confesó: -Decidme si se puede llamar amor, al amor que psicológicamente me ha golpeado, juzgado, coartado, manipulado, exigido, violado el alma... Yo sólo he conocido, en las distintas relaciones de pareja que he tenido, la esencia de un pseudo-amor. Cuando tuve uso de razón supe de su vacío desde la ignorancia y la inseguridad... Hoy digo lo que siento y creo desde patrones, posiblemente aprehendidos en mi infancia, con los cuales he ido por la vida creyendo que amaba o soñando que era amado. Un nuevo compañero intervino diciéndole: -Del amor y el desamor podríamos hablar y no acabar. Yo te puedo hablar del amor como afecto por el cual el ánimo busca el bien verdadero o imaginado. Si le pongo la preposición "de" me puedo referir a amor de padres, de Dios, de las Artes, etc. ¿Nunca lo has sentido? También es amor. Tú eres poeta... ¿no crees en la existencia del amor? ¿No has escrito un poema de amor? Perdona, pero no me lo creo; lo siento. Si lo creyera sentiría lástima por ti. Decía Descartes que "De los sentimientos depende todo el bien y el mal de esta vida". -Y yo te puedo nombrar a La Rochefoucauld, - alegó nuestro porfiado amigo- también suscribía: "Con el amor sucede como con los espectros, que todos hablan de él y nadie lo ha visto..." Es muy fácil amar en abstracto, el autentico problema surge en lo concreto. Y es ahí donde la vida no me ha dado la oportunidad de hacerlo. Sin poderme callar por más tiempo entre al hilo de aquel litigio: - Si te consideras poeta, yo te digo que de todo lo que envuelve nuestro vivir diario nos puede inspirar la creación de unos versos, y sobre todo el sentimiento poético, y ahí entra el amor, ¿no crees?. Al leer tus composiciones o al escucharte declamar, ahora me doy cuenta, creo recordarte, corrígeme si me equivoco, como creador de poemas burlescos, con los cuales nos has hecho reír..., nunca de tema amoroso. Mas, no te considero una persona amargada… Mirándome a los ojos, añadió: -En mí, el amor ha sido una agresión velada, cubierta de bondad y de sonrisas incluso en mi infancia, como una pastilla amarga dentro de un caramelo; me fue difícil detectarla... Y continuó relatándonos con dolor sus experiencias. Y denominó el amor: la sombra de un sueño. -En muchos momentos la vida me hizo creer que sentía amor; transformó mi irreal sueño en pesadilla cortando sus alas y confinándolo en unos espacios donde me fue difícil, casi imposible, volver a la realidad. He aprendido a vivir en un mundo que diariamente me confirma, que la sombra de aquel sueño me impidió ser yo mismo. Había fijado mi mirada en un solo punto del campo de la vida y oscurecido el resto. Había visto en lugar de un paisaje completo unos granos de arena. En vez de apartarse y ampliar el campo visual del alma opté por crear mi propio campo de soledad. Una decisión personal sin salida. En las distintas y –nos relataba con aparente indiferencia-, por suerte para mí, distantes relaciones que he mantenido fueron quebrantados mis derechos como individuo. Lo di todo y nunca recibí ni la mediana parte de lo entregado.

De nuevo se hizo un largo silencio sobre las arenas. Silencio que efímeramente rompían las cantarinas olas. En el horizonte un sol exultante descendía en vertical a pasos agigantados; el mar parecía engullirle por momentos. Cuando se disponía a marcharse nuestro contertulio, este hombre maltratado a quien no pudimos ni aún hemos podido convencer de la existencia del amor, sentí la necesidad de decirle unas últimas palabras: - Deberías de tratar de convertir tus venenos en miel. Amar como algo natural, tal y como respiras, sin esperar perfección, sin pedir, sin exigir... Amar simplemente...; aún estás a tiempo. El amor es como la fragancia de una flor. Simplemente empápate de esa fragancia. No tengas miedo de intentarlo amar una y otra vez. Cuando el amor no es la sombra de un sueño sino una viva esencia, y hacemos que se convierta en fragancia, posee algo que está por encima de la mal llamada humanidad. Tiene algo de divino, ¿no crees? Todos hemos sido heridos de una u otra manera, amigo, pero tenemos la posibilidad de retomar esas heridas y crecer a partir de ellas. Este camino es personal y hemos de andarlo para descubrirnos a nosotros mismos, dejar atrás las alas rotas bajo el frío o la lluvia. Debes liberarte de ti mismo para amar de nuevo. Tú decides...

Todo ser humano debería conocer el amor y no pasar por este mundo sin pena ni gloria. Lo más triste de una existencia es la ausencia de amor, la incapacidad de amar. Regresé a casa con un sabor agridulce en los labios y en el alma. Al igual que millones de personas en este mundo, yo puedo sentir amor: amor de mis seres queridos, de quienes aprecio y me aprecian, y darles amor. Puedo amar un bello paisaje, un dulce amanecer, una puesta de sol... Millones de seres humanos no podemos estar equivocados...; o tal vez nos engañemos y el amor no exista. Es posible que realmente sea la sombra de un sueño... A pesar de mis tribulaciones sentía en mí la existencia viva aunque etérea del amor. Pensé: -quizá fuera un espectro al que no podía ver, pero sí sentir; no antepuse más razones para lo contrario... Recordé que Blaise Pascal decía: "El corazón tiene razones que la razón no conoce."

M. Ángeles Bernárdez

Directora de Revista Literaria La Fuente

www.revistalafuente.org

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