Las funciones de los árboles en las Geórgicas de Virgilio [1]

por Aleksandra Arndt - Instytut Filologii Klasycznej UAM

Artemiss@gmx.de

 

Antes de presentar las funciones que desempeñan los árboles en las Geórgicas de Virgilio, me gustaría determinar los factores que influyeron en el poeta a la hora de escribir su obra maestra. Se sabe que el poema es fruto de muchos factores diferentes. Virgilio se formó estando inmerso en la cultura grecorromana, es decir: por una parte, la religión, los pensamientos teóricos y la curiosidad por la naturaleza, característica de los griegos, y por otra parte, la mentalidad práctica típica de los romanos que los hacía cultivar la tierra y sentirse vinculados al campo. Asimismo, dejaron huellas en su gran obra el ambiente artístico de su tiempo y, finalmente, su propia experiencia y educación literaria. Quisiera detallar todos estos factores en orden.

A. Introducción antropológica

Los hombres en la Antigüedad rindieron culto a los árboles[2] por varios motivos. Para ellos los árboles representaban una fuerza y un poder que el hombre en sí nunca podría alcanzar. Además, hay que tener en cuenta que superan a los hombres en cuanto a su esperanza de vida, y al mismo tiempo cabe subrayar también que en el ciclo anual de la vida de los árboles se repiten todas las etapas que un hombre puede vivir solamente una vez, es decir: el nacimiento, la pubertad, la fertilidad y la muerte; y en la mayoría de los árboles a lo largo de un año las hojas nacen, se desarrollan y al final caen a tierra, además de que una parte de los árboles da flores que se convierten en frutos. Otra característica de los árboles desde el punto de vista antropológico es que en otros tiempos ayudaban a sobrevivir a los hombres proporcionándoles madera para hacer fuego y construir casas, así como frutos para comer.

Desde la perspectiva de los seres humanos, la antropología destaca la superioridad de los árboles respecto de los animales. Era generalmente conocido el hecho de que los árboles reflejan las cuatro estaciones del año mejor que los animales y que se corresponden perfectamente con el ritmo de la naturaleza. Dan también una sensación de estabilidad y de durabilidad: por una parte, permanecen en un sitio, mientras que los animales van cambiando de lugar y no se vuelven a ver; por otro lado, servían al mismo tiempo como protección, refugio y comida. Desde un punto de vista más simbólico, los árboles unen la tierra con el cielo, están cerca del sol, de las estrellas y de la luna.

Del hecho de que unan la tierra con el cielo nació el concepto de arbor mundi[3], presente en muchas religiones y creencias del mundo. Es importante definirlo porque también Virgilio se refiere a este concepto en las Geórgicas. El arbor mundi puede entenderse como el centro del macrocosmos y está constituido por tres partes principales; de éstas, las raíces se corresponden con el inframundo, el tronco con la tierra y las ramas con el cielo. Más adelante citaremos el pasaje concreto en el que Virgilio alude a este concepto a través de la descripción de un roble.

Otra cuestión es la de los bosques sagrados, que existían tanto en la Grecia como en la Roma antiguas. El culto a los bosques puede ser considerado consecuencia del culto a los árboles en sí en la prehistoria. Los bosques estaban consagrados a los dioses y su sacralidad puede deberse a motivos estéticos, a la longevidad de algunos tipos de árboles o a relaciones con mitos locales. Desempeñaron en el pasado muchas funciones diferentes: por ejemplo, en ellos se realizaban sacrificios de animales y los fugitivos gozaban de inmunidad. Asimismo, los soldados podían mostrar agradecimiento a través de ellos (por ejemplo, Eneas, después de ganar una lucha, cuelga la armadura de su enemigo en un roble [Aen. XI 1-11]), eran lugar de entierro de los héroes (gracias a lo cual el bosque funcionaba como elemento cohesionador de toda la sociedad), lugar de divertimento (juegos olímpicos), lugar de contemplación (las escuelas filosóficas fueron establecidas en los bosques por Platón -el olivar sagrado dedicado a Atenea, la diosa de la sabiduría- y Aristóteles) y lugar de oráculos (por ejemplo, el robledal de Dodona).

Según la mitología, los árboles tenían procedencia humana. En muchos mitos los héroes se transforman en árboles (por ejemplo, las hermanas del Faetón, las Helíades, se transformaron en álamos, mientras que sus lágrimas se convirtieron en ámbar). Ciertas frutas estaban dedicadas a los dioses -lo cual ponía de relieve su significado para los hombres- y a menudo se asociaban con colores de la divinidad: unas manzanas doradas del jardín de las Hespérides, que proporcionaban la inmortalidad, fueron el regalo de Gea a Hera con motivo de su boda con Zeus; una manzana dorada lanzó Eris en la boda de Tetis y Peleo con la inscripción “para la más bella”; la manzana era símbolo de la diosa Afrodita, etc. Tanto los griegos como los romanos solían sacrificar ciertos árboles a los dioses: por ejemplo, el roble (como árbol especialmente duro) fue consagrado a Zeus y después a Júpiter[4]. En las Geórgicas Virgilio menciona este hecho y más adelante veremos este pasaje.

En los árboles se establecieron deidades menores, en concreto las ninfas conocidas como dríades[5], entre las cuales se destaca Eurídice, de la cual hablaré más adelante porque tiene un papel importante en las Geórgicas. El sexo femenino estaba relacionado con el carácter femenino atribuido a los árboles: los árboles son alimentados por la tierra y el agua como elementos femeninos (téngase aquí en cuenta la Diosa Madre, personificación de la Tierra, presente en muchas culturas del mundo[6]; dan una nueva vida comprendida siempre como fruto, identificado con el sexo masculino (así, Mirra, después de cometer incesto con su padre, es transformada por Afrodita en un árbol de mirra, de donde procede Adonis, dios de la vegetación); reflejan los ciclos naturales de fertilidad e infertilidad de las mujeres primitivas.

B. Los griegos y los romanos: dos maneras de ver el mundo vegetal

El interés de los griegos por las plantas refleja su capacidad para los pensamientos teóricos, así como la tendencia a conocer a fondo, entender y describir el mundo que les rodea. Sus representantes más importantes eran Teofrasto y Teócrito. Los dos influyeron mucho en la obra de Virgilio. Mientras que la influencia de Teócrito se hace visible sobre todo en las Bucólicas, Teofrasto fue utilizado por Virgilio como la fuente principal del segundo libro de las Geórgicas.

Teofrasto era el mayor conocedor de las plantas de la antigua Grecia, por lo que fue llamado “padre de la botánica"[7]. Fue el primer griego en interesarse por las plantas no por motivos prácticos o filosóficos (como lo hicieron lo presocráticos), sino por un verdadero amor por el mundo vegetal. Dejó dos obras en las cuales describió 500 géneros de plantas: Historia de las plantas (en nueve libros) y Sobre las causas de las plantas (en seis libros). En estas obras se dedicó a describir, nombrar y clasificar las plantas.

En cuanto a los romanos, siempre anteponían las tareas prácticas a los pensamientos teóricos[8]. Como un testimonio de ese modo de considerar el mundo, pueden servir las obras literarias relacionadas con la vida agrícola, cuyos autores tratan de dar consejos a los campesinos. Catón el Viejo, el gran político y escritor romano del siglo III a. C., fue autor de la obra Sobre la agricultura. La obra presenta, sin un orden preciso, consejos prácticos sobre cómo llevar una explotación agrícola. Como todas las partes de la obra, también los capítulos consagrados a los árboles ponen de relieve su utilidad: Catón enumera las estaciones del año apropiadas para talar los árboles, habla de injertar la vid, etc. En consecuencia, Catón menciona sobre todo árboles frutales como olivos y manzanos u otros que, después de secarse, sirven como pasto para las ovejas (entre otros, robles y álamos). El lenguaje es bastante simple y seco y uno de sus rasgos característicos es la brevedad[9].

Aunque artísticamente mucho más avanzado, su sucesor, Varrón, también se limitó a exponer los aspectos prácticos del cultivo de los árboles en su obra Tópicos de Agricultura en tres libros.

C. La vida de Virgilio

No es mi intención evocar aquí toda la biografía de Virgilio. Únicamente quiero detenerme en las primeras etapas de su vida, en las cuales se anuncia ya su posterior amor por la naturaleza y en las cuales el árbol ya aparece de forma explícita. Además, resulta de interés mostrar qué llevó a Virgilio a convertirse en un poeta al servicio de Augusto, ya que el patriotismo virgiliano es uno de los factores que configura su manera de presentar los árboles en las Geórgicas.

Empecemos desde el principio. Según Elio Donato, uno de los biógrafos antiguos del poeta, su madre tuvo un sueño cuando estaba embarazada: iba a dar a la luz una rama de laurel que tan pronto como tocara el suelo empezaría a arraigar para convertirse en un árbol maduro, lleno de flores y frutos. En su Vida de Virgilio, Suetonio indica que, en el lugar de nacimiento del poeta, una rama de álamo se convirtió muy rápidamente en un árbol muy fuerte. Los árboles sirven en esas leyendas como vaticinadores del gran talento literario de Virgilio. Al aludir a ellas, hay que subrayar también que Virgilio nació y se crió en la parte norte de Italia, cerca de Mantua, rodeado de naturaleza. Mucho tiempo después describe su tierra natal en el libro segundo de las Geórgicas 198-202 de la manera siguiente: [10]

Et qualem infelix amisit Mantua campum

pascentem niueos herboso flumine cycnos:

non liquidi gregibus fontes, non gramina deerunt,

et quantum longis carpent armenta diebus

exigua tantum gelidus ros nocte reponet.[11]

o un llano como el que ha perdido la desdichada Mantua

que con su herboso río los níveos cisnes apacienta:

no faltarán a tus majadas pasto y límpidas fuentes,

y cuanto paste tu ganado durante largos días,

tanto en la breve noche repondrá el gélido rocío.[12]

Resulta entonces que su interés por el mundo vegetal está basado en su propia experiencia con la naturaleza. Eso distingue a Virgilio de su gran antecesor en el género bucólico, Teócrito, el cual era urbano por definición, por lo que proyectó en sus églogas sus propios sueños sobre la cercanía con la naturaleza, más que su propia experiencia[13]. En cambio, Virgilio describe lo que vive de verdad.

¿De dónde provino su interés por la poesía implicada políticamente? Es también la vida de Virgilio donde encontramos las causas. El poeta disfrutó durante la etapa madura de su vida de la protección del poderoso Mecenas. Los artistas romanos que estaban bajo su protección eran motivados a escribir obras a favor del país, a alabar viejos rituales religiosos y a glorificar al emperador. Se supone que Mecenas inspiró a Virgilio la creación de una obra (tua [...] haudmollia iussa, Georg. III 41), quizás pensada como réplica poética a la prosa de Varrón[14].

D. Las funciones de los árboles en las Geórgicas de Virgilio.

Los árboles están presentes en las tres obras de Virgilio, escritas en su edad madura. Tanto en las Bucólicas como en las Geórgicas y, finalmente, en la Eneida, aparecen en las descripciones de la naturaleza, forman parte de los loci amoeni o tienen un papel simbólico. Sin embargo, adquieren una mayor importancia en las Geórgicas, especialmente en el segundo libro del poema, donde su presencia es una cuestión muy compleja. El lugar que ocupan los árboles en la obra se puede explicar a través de la manera virgiliana de ir en sus creaciones de lo pequeño a lo grande. Así, al principio el poeta describe los cereales, después pasa a los árboles, más adelante presta atención al ganado, para ocuparse finalmente de las abejas con su forma de vida más parecida a la sociedad humana.

Las funciones que les asigna Virgilio en ese libro dicen mucho tanto de la maestría literaria del poeta, como de su patriotismo e incluso de su actitud hacia el cosmos.

1. Función artístico-emocional

Por supuesto, no es casual el orden en el cual Virgilio presenta los temas de las Geórgicas, entendidos como partes del mundo natural. Como ya hemos constatado, el poeta empieza con las plantas más pequeñas (que son los cereales), sigue con la vid y con los árboles como plantas más grandes del planeta y describe los animales domésticos para dedicarse al final a las abejas, cuya estructura “social” recuerda la de los hombres [15] .

No obstante, sería una simplificación tratar únicamente a los campesinos como los únicos héroes literarios de las Geórgicas. Es cierto que son ellos los que hacen el trabajo duro,

al utilizar los árboles para su propio provecho, aumentando su número e injertándolos. Pero por su parte, también los árboles, junto con la vid, pueden ser considerados como los verdaderos héroes literarios del segundo libro. Virgilio se sirve de la personificación y los presenta como si tuvieran estructuras familiares y emociones propias al igual que los hombres[16].

En cuanto al primer aspecto, podemos verlo por lo menos en los versos 18-19[[17]:

(...) etiam Parnasia laurus

parva sub ingenti matris se subicit umbra.

 

(...) también el laurel del Parnaso

pequeño a la sombra gigante de su madre se eleva.

La cita conmueve gracias a la imagen de un “laurel pequeño” que busca refugio a la sombra de su gran madre. Reconocemos en ella un reflejo de la vieja creencia del papel maternal de los árboles que he mencionado al principio del presente trabajo. Más adelante, en el verso 268, Virgilio amplía esta imagen de la femineidad de la naturaleza al denominar a la tierra con el mismo vocablo (“matris”). También esta identificación, como se ha indicado en la introducción, puede explicarse a través de la antropología.

Además, Virgilio muestra los árboles provistos tanto de cualidades de la mente, como de emociones, dependiendo de lo que quiere lograr en un pasaje dado de su obra. Veámoslo.

En los versos 47-72 Virgilio intenta demostrar a sus lectores que los árboles, aun siendo imponentes en sí mismos, necesitan ayuda de los campesinos para poder dar frutos. La naturaleza tiene que ser fortalecida por la cultura creada por los hombres. Como un contraejemplo, el poeta evoca un árbol crecido directamente de una semilla cuyos “poma. degenerant sucos oblita priores”, ‘frutos degeneran al olvidar sus jugos originales’. Gracias a la personificación, Virgilio enfatiza la imperfección de un árbol que vive por su cuenta, fuera de cualquier influencia humana.

En cambio, en los versos 78-82, un árbol generado por la mano humana a partir de una rama introducida en la tierra es muy fuerte y fértil:

aut rursum enodes trunci resecantur, et alte

finditur in solidum cuneis via, deinde feraces

plantae immittuntur; nec longum tempus, et ingens

exiit ad caelum ramis felicibus arbos,

miraturque novas frondes et non sua poma.

 

O se sajan, en cambio, troncos sin nudos, y hondamente

se abre con cuñas una vía en lo macizo y los fértiles

gajos se enclavan luego; y antes de mucho tiempo un árbol

inmenso se elevó hacia el cielo con sus ramas felices

y admira su follaje nuevo y frutos que no son suyos.

Para poner de relieve lo provechosa que es la participación de los campesinos en el proceso de la procreación de los árboles, el poeta describe las emociones del árbol mismo, provocadas por su grandeza. Es la sensación de sorpresa que vive el árbol18]. Por supuesto, es una observación muy adecuada, dado que en todo el segundo libro se toma en consideración uno de los rasgos típicos del idealista siglo de oro. En consecuencia, podemos decir que la personificación del árbol aquí no solo demuestra la necesidad de la convivencia de la naturaleza y de la cultura, sino que también evoca la atmósfera de la obra.

2. Función política

Como hemos podido constatar, al inmiscuirse en el mundo de los árboles y al ayudarles a procrear, el hombre está fortaleciéndolos y haciéndolos felices. No obstante, su mayor motivación no es satisfacer a ninguna planta en sí, sino, sobre todo, ponerla a su servicio para poder sobrevivir. Recordemos que durante la edad de oro -como lo describe, por ejemplo, Hesíodo- la tierra ofrecía a sus habitantes todo género de frutos, sin pedirles ningún esfuerzo a cambio. Pero durante el reinado de Júpiter (es el tiempo en que vive Virgilio, llamado edad de hierro), los hombres, y especialmente los agricultores, fueron obligados a dominar y trabajar la tierra para que fuera fértil y diera frutos. Su trabajo tenía que justificar su vida, su presencia en el planeta. Junto con los pasajes sobre la agricultura y la ganadería, los pasajes largos del segundo libro en los que el poeta describe el proceso de la dominación de los árboles por parte de los campesinos pueden ser considerados, entonces, como un retrato muy detallado de la edad de hierro.

Pero la descripción ampliada de la edad de hierro (una de cuyas partes viene constituida por el cultivo de los árboles) no es para Virgilio todavía una meta en sí. Más bien el poeta intenta decirnos que el duro trabajo campesino puede llevar a establecer en Italia un cierto orden basado en la convivencia del hombre con la naturaleza. Por supuesto, los campesinos no están solos en esta transformación. También Augusto, por su parte, introduce un nuevo orden renovando la moral y las costumbres romanas. Esos dos órdenes paralelos tienen que resultar en una nueva edad de oro con Octaviano en el papel de sucesor de Saturno. Es bastante evidente que Virgilio, al utilizar el hecho de la dominación de la naturaleza, cumple aquí sus obligaciones de poeta de la “corte augustea”.

La pretensión de Virgilio de motivar a los campesinos a establecer una nueva edad de oro hace que el poeta recuerde en las Geórgicas la primera edad de oro, presente en el mito sobre las cuatro edades de los hombres. Sobre todo el segundo libro de la obra resulta especialmente rico en huellas de esa época feliz y desprovista de cualquier preocupación. Como ejemplo más evidente, puede servir la expresión Saturnia tellus, ‘tierra de Saturno”, con la cual Virgilio denomina Italia al final de un elogio a su patria (II 136-176). Evidentemente, ese enaltecimiento está justificado en los versos anteriores a dicho pasaje, donde Virgilio presenta el país como si fuera un verdadero paraíso parecido al mundo gobernado por Saturno. Uno de sus rasgos idealistas lo constituye, sin duda, la imagen del árbol bispomis utilis, ‘dos veces [al año] útil gracias a sus frutos’. Virgilio no da aquí ninguna precisión en cuanto a su especie, a excepción de su carácter frutal, fijado en el aspecto práctico: en su visión, Italia es un país abundante en comida y, por tanto, cordial para sus compatriotas. En cuanto al motivo mismo de los árboles que fructifican más de una vez al año, está presente en la literatura antigua desde Homero: el gran poeta griego, al describir los árboles del jardín de Alcínoo en el libro VII, 117-121 de la Odisea, los presenta constantemente llenos de frutos. Volvamos a Virgilio. Hay que enfatizar que el poeta romano sabe también evidenciar un conocimiento profundo de los árboles que va mucho más allá de los árboles frutales. Para poder valorarlo correctamente, hay que leer los versos 116-135 del segundo libro que precede directamente el mencionado encomio a Italia. En este pasaje se presentan varios géneros de árboles que crecen fuera de Italia, constatando que divisae arboribuspatriae, ‘los árboles tienen patrias diferentes’. En efecto, a medida que avanza el texto, aparece la India acompañada de su ébano, la tierra de los sabeos que da el incienso, los bosques de Etiopía y los de la India, con árboles tan altos que ni siquiera una flecha podría alcanzarlos. La enumeración termina con una descripción de un árbol en el país de los medos cuyas cualidades mágicas y curativas lo distinguen de los antes descritos. Su fruto, que es una variedad del limón, es un antídoto contra el veneno de las brujas. También el árbol en sí, parecido a un laurel, muestra propiedades medicinales, al curar la halitosis y ayudar a respirar a los ancianos[19] .

La primera impresión que surge durante la lectura de dicho pasaje es la de la gran erudición de Virgilio, quien -mediante la creación de una “geografía de los árboles”[20]- de nuevo demuestra su estatus de poeta doctus acercándose así a los artistas alejandrinos.

Además, la descripción de esas plantas lejanas desempeña una función artística de la cual ya he hablado antes. El elemento exótico introducido por Virgilio en el discurso evita la monotonía en la que podría caer el libro si estuviera dominado enteramente por el mundo vegetal típico de Italia. La varietas (concepto de proveniencia alejandrina, como el de poeta doctus) mantiene al lector despierto y atento.

No obstante, creo que el papel más significativo que desempeña ese pasaje consagrado a los árboles exóticos es el patriótico. No es casual que, al llegar al final de dicha enumeración, entre otras cosas Virgilio anote: neque Medorum silvae ditissima terra // laudibus Italiae certent, ‘mas ni los bosques de los medos, riquísima comarca, // con Italia en elogios rivalizan’. Su intento de presentar los árboles de otras partes del mundo como plantas útiles y a veces incluso curativas le sirve, por tanto, para subrayar la excepcionalidad de su patria. E independientemente de cómo vayamos imaginándonos esas regiones cubiertas de árboles variados y originales, siempre queda fijado en nosotros que la región de Italia con su árbol bis pomis utilis es todavía más bella.

Los versos 207-211 nos dan otro ejemplo de un pasaje sobre los árboles impregnado de patriotismo:

Aut unde iratus silvam devexit arator

et nemora evertit multos ignava per altos

antiquasque domos avium cum stripibus imis

eruit; illae altum nidis petiere relictis

 

o bien de donde, airado, el labriego ha acarreado la selva

y derribado bosquecillos muchos años ociosos

y las antiguas casas de las aves, de hondas raíces

ha arrancado; ellas, dejados sus nidos, buscan lo alto

En este pasaje el poeta trata no de un árbol en particular, sino de un bosque: presenta a un agricultor que, enfadado con la poca productividad del bosque, lo tala para obtener así campo para el cultivo; como consecuencia directa de esta tarea, se destruyen los nidos de las aves. Evidentemente, es un pasaje abundante en significados. Sobre todo muestra Virgilio aquí su cara de autor de un poema didáctico que quiere que los campesinos entiendan cómo ganar tierra de cultivo. Pero esto no es todo. El poeta alude igualmente a la costumbre de los romanos de arrasar las ciudades conquistadas y de destruir las casas de sus habitantes, que quedan desamparados como las aves; de esta manera, alaba la gran historia de su país y la manera de subordinar a otras naciones, de acuerdo con los intereses de Augusto. No obstante, creo que este pasaje tiene también otro significado que no está relacionado con la política y que parece más importante hoy en día que en la Antigüedad. Me refiero el aspecto ecológico, ya que, al presentar la tala del bosque, Virgilio nos muestra a la vez los efectos negativos de la destrucción de las casas de las aves. Así nos hace visible que la destrucción de una especie de plantas o de animales tiene como consecuencia la destrucción de otra especie. Vista así, la destrucción de los nidos como consecuencia de una tala se convierte en una gran metáfora de lo que ocurre hoy en día en el planeta. Esta interpretación confirma la actualidad de la obra 2000 años después de la muerte de Virgilio.

3. Funciones del roble

Entre los arboles más importantes en las Geórgicas un papel especial es desempeñado por el roble, presente también en otras obras literarias de la época, como la poesía de Tibulo o las Metamorfosis de Ovidio. Ambos poetas elegiacos subrayan sobre todo la función utilitaria de un roble al agregarlo en la descripción de la edad de oro; tal como lo presentan, el roble proporciona miel y bellotas, lo que libra a los hombres de la necesidad del duro trabajo en el campo. Igualmente, la obra de Virgilio no es ajena a ese concepto de un roble hospitalario y proveedor de miel (idea introducida en la literatura antigua ya por Hesíodo en sus Trabajos y días), puesto que el poeta lo menciona en la misteriosa égloga IV.

En cuanto a las Geórgicas, el problema del roble resulta más complejo. El poeta muestra aquí un panorama bastante amplio de las funciones del dicho árbol, aludiendo tanto al orden cósmico del mundo, como a las religiones y creencias. Por último, llega también a personificar el roble y proveerlo de sentimientos típicos del ser humano.

La función que llama más la atención por parte de los lectores es sin duda la descripción del roble en los versos 290-297 del libro II. Este árbol ocupa aquí una posición media entre el cielo y el mundo subterráneo, lo que subraya su función cósmica. Recordemos que las Geórgicas son una obra llena de este tipo de reflexiones. Además, Virgilio se muestra aquí consciente de los beneficios del roble para los hombres, al subrayar su longevidad y la posibilidad de observar cómo las generaciones humanas pasan una tras otra.

Finalmente creo que la evocación de las raíces que llegan hasta el Tártaro se corresponde con la catábasis de Orfeo al inframundo en busca de Eurídice. Igualmente en otro lugar del libro II (449-453), cuando se presenta a las abejas instalándose en un viejo roble, la presentación del roble anticipa los temas principales del libro IV. Además, Virgilio subraya la función religiosa del roble al llamarlo “frondosa para Júpiter, reina del bosque, / la encina, y los robles tenidos en Grecia por oráculos” (II 15-16).

Resumen:

El tema de los árboles en el libro II de las Géorgicas es bastante complejo. Virgilio les atribuye varias funciones, entre las cuales se destacan la función artística y la función política. En la obra, un papel especialmente importante es desempeñado por el roble.

Palabras clave: Árbol; Géorgicas; Roble

Abstract:

The theme of trees in Georgics II is quite complex. Virgil attributes to them several functions among which artistic function and political function stand out. A particularly important role in the work is played by the oak.

Keywords: Tree; Georgics; Oak RECIBIDO: 2-3-2016 - ACEPTADO: 20-5-2016

Notas:

[1] Quisiera agradecer al Prof. Arturo Roberto Álvarez Hernández por haberme invitado a la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde presenté por primera vez los resultados de mis estudios sobre los árboles en las Geórgicas de Virgilio.

[2] Por supuesto, su fe en los árboles formaba parte de la fe en la naturaleza misma, que abarcaba también, por ejemplo, los cuerpos celestes y el agua. Cf. M. Lurker, Der Baum in Glauben undKunst, Baden-Baden, 1976,

[3] El arbor mundi fue llamado también axis mundi. Su proveniencia y características son descritas por Mircea Eliade en una de sus obras maestras, Traité d’histoire des religions, Paris, 1949, passim.

[4] Entre paréntesis se puede añadir que durante muchos siglos el roble disfrutó de un significado excepcional también en la cultura eslava al ser identificado con el dios Perun, el más importante de los dioses en la mitología eslava.

[5] La palabra proviene del griego (‘roble’).

[6] A. Motte (Prairies et Jardins de la Gréce Antique. De la religion a la Philosophie, Bruxelles, 1971, 79-80) asocia a la madre tierra con Gea, el primer poder cósmico en la literatura griega. Así define el autor el fenómeno de la madre tierra: “c’est elle qui donnait la vie, procurait la nourriture et recevait les morts dans son sein pour les rendre de nouveau á la lumiere”.

[7] Vid. D. Courthial, Flore magique et astrologique de l’antiguité, Belin, 2003, 37.

[8] De esta manera describe a los romanos, por ejemplo, T. Janson, Latein. Die Erfolgsgeschiche einer Sprache, Hamburg 2006, 12-20.

[9] Por supuesto, la cualidad de su lenguaje no puede ser evaluada sin tomar en cuenta el nivel de latín en aquella época, el cual carecía todavía de periodos largos y estaba in statu nascendi. Por otro lado, la repetividad de las fórmulas procede del género literario elegido por Catón, es decir, el manual didáctico.

[10] El carácter bucólico de esta cita se puede explicar por su relación profunda con la “autobiográfica” bucólica novena, donde Virgilio alude a su expulsión de su propiedad para dar terreno a los veteranos y donde también aparecen los cisnes (cf. Vergil, Georgica, comentario W. Richter, München, 1957, 213).

[11] Todas las citas siguen la siguiente edición: Virgile, Géorgiques, E. de Saint-Denis (trad.), París, Les Belles Lettres 1995.

[12] Todas las traducciones pertenecen a: Virgilio, Geórgicas, Alejandro Bekes (trad.), Barcelona, 2007.

[13] Así lo señala W. Richter, “Vergil als Dichter und Deuter der Natur”, Der altsprachliche Unterricht 5/1953, 28.

[14] Hay que destacar que la influencia de Mecenas va más allá de un mero impulso creativo. Como demuestra N. Holzberg, Der Dichter und sein Werk, München 2006, 91 nn., al famoso protector, además de dedicarle las Geórgicas, asigna Virgilio en su obra el papel del lector doctus, al prestarle atención y al incorporar en su texto citas de otras obras.

[15] La tendencia a jerarquizar los temas elegidos está presente tanto dentro de los Geórgicas como en el conjunto de sus obras. Recordemos que Virgilio inicia la etapa madura de su creación literaria con las églogas como género literario de extensión limitada, después se sumerge en un poema didáctico que es mucho más exigente -la materia educativa tiene que ir acompañada por una gran calidad artística- y al final sigue las huellas de Homero al crear una epopeya sobre los comienzos de Roma. Además de ello, también se nota cierta evolución en cuanto a los protagonistas: primero, pastores; luego, campesinos, y finalmente, príncipes.

[16]  J. González Vázquez, La imagen en la poesía de Virgilio, Universidad de Granada, 1980, 164 destaca tres grupos de héroes principales en la obra: la tierra, las plantas y los animales.

[17] Más adelante los versos 23 y 55.

[18] El gran conocedor alemán de la obra de Virgilio, Friedrich Klingner (Virgil, München 1966, 230) describe la reacción del árbol como si fuera “de un cuento de hadas”.

[19]  Las propiedades medicinales de los árboles frutales son evocadas muy raramente en las Geórgicas. En cambio, con una frecuencia mucho mayor aparecen las cualidades de los árboles que no tienen frutos pero que, gracias a su tala, ofrecen madera para construir cosas útiles; Virgilio nos proporciona un catálogo de estos objetos en los versos 426-457 del libro II.

[20] Klingner, Virgil, 232.

por Aleksandra Arndt - Instytut Filologii Klasycznej UAM
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Arndt, A. (2015). Las funciones de los árboles en las Geórgicas de Virgilio. Auster, (20), e021. Recuperado de: http://www.auster.fahce.unlp.edu.ar/article/view/Aus021

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