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Los Iberolatras
por Fredo Arias de la Canal
Director de Norte, Revista Hispanoamericana.

 

Este libro abraza toda España,
es decir, toda la Península hispánica,
malamente llamada ibérica.
Marcelino Menéndez y Pelayo
Prólogo a Historia de los heterodoxos españoles

 

Marcelino Menéndez y Pelayo en el capítulo Creencias, mitos y supersticiones de las tribus ibéricas del primer tomo de Historia de los heterodoxs españoles (1882), consignó algunas noticias que causaron la imagen fabulosa de Iberia o de lo ibérico:

 

Empeñado Strabon (Geog., libro I, cap. I, párrafo 4) en probar la pericia geográfica de Hornero, que según él designó todas las regiones, unas por sus nombres y otras por señas inequívocas, supone que por la expedición de Hércules o por las navegaciones de los fenicios tuvo conocimiento de las riquezas de Iberia, y que en ella colocó los Campos Elíseos, confín de la tierra, mansión de los bienaventurados, donde reina el rubio Radamento, donde viven grata y fácil vida los hombres, donde no hay nieve ni largo invierno ni lluvia, sino que se respira el blando aliento del céfiro, que envía el Océano para refrigerar a los hombres (Odisea, lib. III, v. 563-568).

Escudados con el parecer de Strabon la mayor parte de nuestros historiadores han aplicado esta poética descripción a Andalucía, y otros a las islas Canarias. Trátase evidentemente de un país fabuloso, cuyos límites iban alejándose conforme se agrandaba en la mente de los antiguos el conocimiento del mundo.

Pelayo comentó sobre la insignificancia de estas tribus levantinas que ni siquiera existían como tales (celtíberos) cuando los romanos conquistaron aquella península, pues-según Pelayo- no tenían tampoco ninguna literatura:

 

La lengua de las inscripciones ibéricas continúa siendo un enigma; se leen más o menos imperfectamente, pero no se entienden.

 

Arraigó en el espíritu nacional de los españoles modernos este "falso aspecto de antigüedad que halagaba el amor patrio", de unas tribus de procedencia asiría, como se puede comprobar por las esfinges aladas y los cultos táuricos que recuerdan a Mitras y a Gilgamesh. En la parte II de mi Colón descubierto (FAH, 1992), consigné lo que sigue:

 

Ya para entrar en el siglo XXI, los pueblos hispánicos seguimos aferrados a historias mitológicas, a ilusiones desiderativas, a leyendas fabulosas, a pesar de que nuestros eruditos han demostrado su falsedad hasta el cansancio. Américo Castro (1885-1972), antes de escribir La realidad histórica de España había comprendido que la idea ibérica no era más que un deseo de demostrar que se era más noble por ser más antiguo. "Los iberos son muda arqueología conocida a través de Roma". Algo parecido a los aztecas quienes son también muda arqueología conocida a través de las interpretaciones de nuestros primeros misioneros españoles e indios que las narraron en castellano. El querer fundar la nacionalidad en lo ibero o lo azteca sólo demuestra las proclividades poéticas de nuestro pueblo.

 

Así como hemos dejado de ser indios, negros y españoles para ser hispanoamericanos, los habitantes actuales de España dejaron de ser romanos, godos y semitas -estos últimos en sus versiones fenicia, árabe y judía- para ser españoles, palabra provenzal que significa: provenientes de Hispaniae.

 

Los españoles actuales, tienen todo el derecho del mundo de hacerse llamar a la manera provenzal (Espagna) o bien imaginarse que descienden de los iberos como una defensa existencial contra el reproche de su ascendencia semítica en cuatro o cinco partes de su ser nacional, O bien, porque desean demostrar que son más antiguos y más nobles que las tribus de Israel o que los vascos que según Unamuno "no datamos''.

 

A lo que no tiene derecho la Casa de Borbón es a exportar la fábula ibérica a Romanoamérica, Latinoamérica o Hispanoamérica, cuyos habitantes somos mayormente los responsables de alimentar la Cultura hispánica en el mundo en el milenio que se inició el primero de marzo del 2001, de acuerdo al antiguo calendario romano que lógicamente designaba los meses 7, 8, 9 y 10 como septiembre, octubre, noviembre y diciembre, respectivamente. ¿Un equívoco? No señores, una sumisión que ha perdurado un milenio y medio, a la cual nos hemos adaptado.

 

Cariño le coge el preso
a los hierros de la cárcel.

 

Si para los hispanoamericanos de habla castellana, la mal definida Cumbre Iberoamericana, padece de un término incorrecto porque lo ibero no abarca la totalidad de la Península hispánica; para los hispanoamericanos de habla portuguesa el término es ridículo puesto que culturalmente descienden de los hispanos ulteriores de Hispaniae cuyo nexo histórico con las tribus iberas fue nulo. El propio Camoens se consideraba hispano. Escuchemos el canto II de Los lusiadas:

 

Habiendo sabido por los Hados que saldría de Hispania una gente valerosísima, que surcando el anchuroso mar llegaría a someter a todo cuanto Doris (diosa del mar) baña en la India.

 

El 11 de septiembre de 1898, El hijo del ahuizote, reporta que en España la guerra que inició E.U.A. para quedarse con Cuba y Puerto Rico, le dieron un título:

 

Madrid, sept. 7. La Cámara de Diputados ha seguido el mismo camino que el Senado, y discutirá la guerra Ibero-Americana a puerta cerrada.

 

La Revista de la Universidad de México (No. 69, Nov. 2009), consigna las palabras de Felipe de Borbón, al entregarle al rector de la Universidad el Premio propio: "Príncipe de Asturias".

 

Pero, además, la UNAM ha contagiado a la sociedad mexicana y a la de muchos otros países iberoamericanos el culto a la justicia, a la tolerancia y a la democracia, que han impregnado profundamente la obra de los mejores intelectuales, profesores y artistas salidos de sus aulas y que representan lo más granado del pensamiento iberoamericano.

 

A lo que contestó José Narro Robles:

 

De igual forma, también le corresponde a la sociedad mexicana que ha confiado en su Universidad Nacional y al conjunto de las instituciones de educación superior de España y del resto de Iberoamérica. A todos, muchas felicidades.

 

El doctor Narro parece no recordar a José Vasconcelos, quien en El ocaso de mi vida, dijo:

 

Contra toda la corriente extranjerizante y malévola de los conflictos "de clase", he opuesto yo, desde hace años, mi tesis de la raza cósmica, que es una manera de señalar el fenómeno que constituimos los mexicanos. Un mestizaje que antes de aspirar a convertirse en universal, debe, primero, integrarse en lo que es,o sea, una variedad de lo hispánico, en la cual lo indígena no debe ser oposición como lo quieren nuestros enemigos, sino vena de cobre que, al integrarse en nuestros ánimos, solidifica el carácter, irisa la imaginación.

 

por Fredo Arias de la Canal
Director de Norte, Revista Hispanoamericana.

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