El terror y el confidente


poema de Rafael Alberti

 

 

               I

 

DESVELAR el oído oyendo nada,

mientras la sangre sin dormir resuena

muriendo de una duda que le llena

de interminable espanto la almohada.

 

¿Denunciarás si fueras torturada,

si en la noche del juicio y la condena

un raspado de vidrio, sal y arena

te mordiera la lengua interrogada?

 

¡Hermanos, qué terror si yo pronuncio

un sólo nombre ante las lentas cuñas

que enturbien mi razón y pulsos presos!

 

Ya el pensar solamente que os denuncio

me arranca los raigones de las uñas

y trastorna los quicios de los huesos.

 

              II

 

¡NUNCA! No lo diré. Mas si lo digo

no culpéis a mi lengua, si al tormento

que iresponsabiliza el pensamiento

que descuaja al dolor el enemigo.

 

Si un silencio de muerte irá conmigo,

mudo en mi sangre hasta el fallecimiento,

no culpéis a mi voz, sí al rompimiento

de sus venas, sin cauces ya ni abrigo.

 

Ni al delirio que ignora lo que explica,

ni al secreto expropiado a la locura,

ni a la desvariada confidencia

 

la pena capital lo justifica.
¡No lo diré! Mas la mayor tortura

será siempre este estado de conciencia.

 

Rafael Alberti

Caballo verde para lo poesía (Director Pablo Neruda)

Nº 4 enero 1936

 

Editado por el editor de Letras Uruguay 

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