El entierro de pierrot

poema de Manuel Abril

Arlequín (hacia 1889), de Paul Cézanne.
Galería Nacional de Arte (Washington)

 

V a tocando el Tonino la campana

—tolon, tolon, tolon—

y gimotea
              —ji... ji... ji...—
                                   el clown.
Barre el féretro el portero

y va el Marqués,
que acaba de perder la última perra,

trasnochador, dando traspiés.
Llevan a Arlequín a rastras,

desmayado, como es su deber;

y el último bohemio va endilgando

lo de “Ser o no ser”

al Teniente de alcalde, autor dramático,

que le ha convidado a beber

para leerle luego un drama

en cuanto se lo pueda leer...
    Detrás va el coche de coronas:
“A mon ami Pierrot,
Montmatre, Gavarni, Willette, Beardsley,

Banville, Verlaine, Watteau,

los Goncourt y “otros muchos que sentimos

no recordar”,
                   Laforgue

—siempre dandista—le ha enviado

los neumáticos de su Roll

—coronas modern style.
                                 (Se echó de menos
enviado español).

 

Colgada en la trasera del coche,

va la luna con un letrero: Breveté

Colombina detrás, reza el rosario,

llora, si tiene a qué;

huele el frasco de sales

y entona el “yo pequé”

declamando:
                 “¡Pierrot!... ¡Pierrot!... ¡Pierrot!...

oh, mon amour, sin tí

oh, mon ami,
¡qué me haré yo,

pobre de mí!...
    Si te falté,

de sobra sabes tú que fué por tí;

fué porque tú, Pierrot, quisiste hacerte así

la desventura comm’il faui

y yo, pobre de mí,

yo te ayudé...”

 

Siguen después los comentarios:
—Mirad la viuda; ¡qué mitones

tan siglo xix que es ahora lo chic!
—¿Parece que flirtea?
                              —No; es un tic

nervioso... la costumbre

de hacer de Colombina en l’Opera Comique.

—Ahora es cómica?
                           —Sí.
—¡ Pensar que ayer estaba bueno!...
—¡ Como que yo le vi!...
                              —¡ Lo que es la vida!...

—¿Ella tendrá pensión?—

pregunta interesada y condolida

Mimí Pinson,
dispuesta a subastar su manteleta

para iniciar la suscripción

a favor de quien sea...
—De qué murió, del corazón?
                                     —¡ Naturalmente!...

—“¡Romántico hasta el fin!”
—como ha dicho muy bien en un artículo

ese que firma Arlequín.
—¡Tenía un alma de buen tono!
—Y ¡ la figura!...
                      —Y ¡todo él!...


Quién llevará una manga como aquella

y un rostro blanco como aquel?...
—Y un silencio!... ¡

Callaba de tal modo!...

con tan dramático interés!...
—Sin él no hay poesía;

se descabala todo... Eran los tres

la pareja ideal!...
                       —Eso es, eso es,
amiga mía,

lo mismo pienso yo.
—No somos nadie!...
                          —No!
...“Pierrot!... Pierrot!... Pierrot!...”
—Yo siempre le querré.
—Yo no le olvidaré.
—Yo mandaré grabar el R. I. P.
—Yo no me iré del cementerio,
¡ que no me iré! ¡ que no me iré!
—Pero, señora, usté
¿se ha creído que todo esto va en serio?
¡ Si todo es paripé!...

 

poema de Manuel Abril
Madrid, 1925.

Originalmente en "Alfar" Año V Número 47 Febrero 1925

Cantón pequeño, 23 La Coruña (España)

Link: http://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/36839

Gentileza de Anáforas Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación Facultad de Información y Comunicación (UDELAR)

 

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