Fantasmas en Laxe
Joaquín Doldán

Cuenta mi tío que venían de pescar y cruzaron por el camposanto, la noche había aparecido de la nada, él había notado el extraño fenómeno, no hubo atardecer, el sol se hundió en el mar. La ría se había enloquecido y apenas habían podido traer su barca y subirla a la playa. Cuando la arrastraban por la arena el viento los empujaba de tal forma que la amarraron y siguieron cuesta arriba por la enorme pendiente que los llevaba a sus casas. El viento rugía a sus espaldas y con la misma rapidez volvió la calma. Fue el fenómeno climático más extraño y eso que podían presumir de haber visto de todo en cuento a nubes y tormentas. Ojalá el cuento hubiese sido la tormenta que nunca fue pero mi tío continuó:

“Fue como si en un minuto estuviéramos a punto de ser devorados por mil leones y de golpe todos hubieran desaparecido. Los dos no dimos vuelta y nos quedamos mirando el mar. Bueno, en realidad la zona más oscura de la noche , donde se suponía estaba el mar. Yo quedé clavado al suelo, intentando adivinar que había sido de ese temporal, ¿dónde se había escondido?... entonces mi hermano miró hacia el camposanto y su cara se transfiguró...la sagrada compañía...murmuró...me asustó tanto su cara que no imaginé algo que diera más miedo ...por lo que no dudé en buscar en la noche al famoso grupo de almas...no pude evitar decir que no veía un puñetero espíritu...mi hermano se aferró a mi brazo a punto de caer desmayado..casi a mismo tiempo que sus dedos se aferraban a mi ...delante de mis ojos aparecían cientos...un pueblo de seres...hombres , mujeres...sin pies...sin cara...que emitían un murmullo..propio de las multitudes..mi hermano se desvaneció y al soltarme las almas desaparecieron aunque el murmullo no dejé de sentirlo en mi cabeza desde ese día”. 

De nuevo pude sentir un susurro , una pequeña ráfaga de viento que me congeló la nuca. Tuve un escalofrío que me estremeció tanto que como mecanismo de defensa sonreí , con una mueca nerviosa, ridícula. En ese instante de silencio pensé en todas las historias divertidas que me contaba mi tío. Incluso tuve el impertinente recuerdo de uno de sus chistes favoritos , el del cura diciendo “no hay más putas que confesar”, y el monagillo suspiró :”falto yo padre”... Ese recuerdo tuvo el efecto inverso , me dio mucho miedo recordar a una persona como mi tío del brazo de su hermano mirando un grupo de almas en pena.

Joaquín Doldán

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