Historia de la Ciencia Ficción Uruguaya - cuarta entrega


Tarik Carson, un escritor de raza
por Pablo Dobrinin

Tarik Carson

Introducción

Estimados amigos: Mi intención era publicar esta entrega meses atrás, para darle la debida continuidad a la Historia de la c.f. uruguaya; lamentablemente, por motivos diversos, eso no pudo ser. Pero lo importante es que ya estamos aquí con lo prometido.

Lo más previsible hubiese sido que en esta oportunidad me dedicara exclusivamente a las novelas de c.f. que escribió Tarik Carson. Sin embargo —tal cual lo había adelantado— me pareció interesante, considerando la jerarquía y las características especialísimas de este autor, referirme a todos sus libros.

Quiero agradecer especialmente, y hoy más que nunca, a mi amigo Enrique Abelenda, que ha escaneado, limpiado y restaurado una cantidad inusual de imágenes, para que hoy podamos disfrutar de un placer extraordinario que seguramente sorprenderá a muchos. Porque en este homenaje a Tarik Carson, no solamente incluimos las portadas de sus libros, y fotos del autor, sino además una muestra de su trabajo como pintor. También, por supuesto, va mi agradecimiento a la gente de Axxón, que tendrá un trabajo extra para armar esta página.

Esta cuarta entrega de la Historia de la Ciencia Ficción Uruguaya, dedicada integramente a Tarik Carson, se estructura de la siguiente manera:

  • La Condición Humana bajo la Mirada de Tarik Carson (Apuntes biográficos)

  • Los Libros de Tarik Carson (Un repaso de su obra narrativa)

  • Tarik Carson y la Crítica (una síntesis de opiniones sobre sus libros).

  • Y al Final una Luz... Tarik Carson y la Pintura (Una galería con algunos de sus mejores cuadros)

  • El Arte y el Infernal Mundo de los Hombres, una entrevista a Tarik Carson.

Espero que el retraso haya valido la pena...

La Condición humana bajo la mirada de Tarik Carson

Tarik Carson es uno de los mejores escritores del Río de la Plata. Sin embargo, como ha publicado en editoriales pequeñas o de escaso tiraje, su obra no es tan conocida como debería serlo.

Pese a ello, ha sido elogiado por numerosos críticos y cuenta con buen número de adeptos. Es reconfortante que este escritor uruguayo sea tan querido en el exterior. Lo han premiado numerosas veces, y entonces no nos extraña cuando en revistas de ciencia ficción de Argentina los jóvenes y no tanto lo llaman cariñosamente "el maestro". Y es que Carson genera un veneno sutil que seduce y conquista. Ahora que escribo esto, me parece estar repitiendo las palabras de Lautréamont: "No es bueno que todo el mundo lea las páginas que siguen; sólo algunos saborearán sin peligro ese fruto amargo". Casi siempre en el límite entre la realidad y la ficción, el autor va generando un clima opresivo que se va instalando en el lector como una enfermedad. Después que uno termina de leer un relato suyo, tiene la sensación de quedar atrapado en un silencio onírico, poblado de fantasmas.

Para Carson, lo fantástico no es nunca un mero decorado, sino una situación privilegiada donde el mundo se despoja de sus vestiduras y revela su naturaleza desaprensiva. Su arte tiene huellas de los maestros anglosajones de la ciencia ficción, pero también de Lautréamont, Cortázar, Felisberto Hernández y Roberto Arlt, con quien comparte la habilidad innata de escribir desde las entrañas y con un vigor extraordinario.

Siempre he creído que —a grandes rasgos— existen dos tipos de escritores. A nadie se le ocurriría pensar que se encuentran en estado puro, sin embargo, esta distinción suele ser bastante ilustrativa. Por un lado tendríamos a los "escritores profesionales" y por el otro a los "artistas". Los primeros se concentran en su obra (una novela, por ejemplo), piensan al escribir en un mercado, utilizan un tipo de escritura llana que se aproxima al español de traducción y a lo que se suele inculcar en los talleres literarios, y si tienen fortuna pueden acceder a una condición que les permita vivir de su literatura. Los segundos se concentran en sí mismos, hacer una "obra" equivale a recorrer un paisaje interior. Esto los lleva a repetir sus obsesiones, bajo diferentes formas pero con similar fondo. El continuo bucear dentro de sí mismos los hace desarrollar una escritura más personal, con una carga importante de dolor o rebeldía. Escribir no es un trabajo sino una necesidad. El triunfo difícilmente los catapulte a ser el best seller del mes o del año. Para ellos existe un triunfo más importante y más noble: el eterno reconocimiento de aquellos lectores que han sido "iniciados" en la buena literatura. Naturalmente Carson pertenece a este grupo.

Su tema es el ser humano, pero siempre partiendo de él mismo. Confiesa sentirse identificado con sus personajes perdedores, pero no se limita a un trabajo de introspección. A la obra de arte, como a la muerte, explica el autor, se la debe enfrentar solo. Pero tratando de que a uno se le agudicen los sentidos, para que pueda percibir y sopesar el universo que le rodea. El mundo que nos describe es violento y degradante, y los hombres no pueden o no quieren hacer nada para cambiarlo.

Un riverense buscando oportunidades

Tarik Carson da Silva nació el 23 de agosto de 1946 en la ciudad de Rivera. Conoció muy poco a su padre, que reside en Brasil, y fue criado primero por su abuela y luego por su madre.

En 1963 ella huyó a Montevideo de un matrimonio desde el principio destruido, y lo llevó a estudiar y a ver si iniciaban una vida algo mejor. Buscaban "oportunidades".

Vivían en una piecita frente al Parque Central, a unas cuadras del club Nacional de Fútbol y de 8 de Octubre. Mientras ella trabajaba en una fábrica, él estudiaba educación física, carrera que debió abandonar dos años después por razones económicas. En Montevideo fue aprendiz de carpintero, oficinista, cajero. Todavía cree que el peor error de su vida fue haber un dejado el empleo que tenía en una oficina de seguros de enfermedad, "porque hoy", señala, "estaría jubilado con un buen sueldo, pudiendo hacer lo que quisiera con mi tiempo". Tener tiempo para crear siempre fue para él una obsesión, como para todos los artistas que provienen de una familia humilde. Si bien una vida de sacrificios ayudan a templar el espíritu de un escritor, también es cierto que le restan posibilidades de dedicarse a su obra.

Durante esos años estudió en horarios nocturnos: inglés, psicología y literatura en la Facultad de Humanidades, y dibujo y pintura en la Escuela Nal. de Bellas Artes. Aunque nunca terminó ninguna carrera, todo esto dejó en él un sedimento cultural que más tarde sería aprovechado en beneficio de su arte.

Un escritor de raza

En 1965 empezó a escribir novelas y fundamentalmente cuentos. Los reconocimientos no tardaron en llegar. En 1968 obtuvo premios literarios en los concursos de la Feria Nal. de Libros y Grabados de Montevideo, y en 1969 la Revista Brecha le otorgó un primer premio por un relato que estaba destinado a darle un dolor de cabeza: "Por la patria".

En 1970 co-fundó y editó la Revista Universo con un grupo de jóvenes escritores y pintores. Aunque la publicación no pasó de los tres números —vieja costumbre de las revistas nacionales— en ella Carson se destacó como una de las figuras más prominentes. Incluso, como años después lo recordaría "Marlow & co" en una nota de El Popular, alguno comentaría que lo mejor de ella era ese "gringo" que escribía esas "cosas terribles". Lo curioso es que ese escritor, de nombre tan atípico que hacía pensar a algunos que no era uruguayo, tuviese una voz tan personal y contundente siendo sólo un muchacho de veinticuatro años.

Cuando en 1973 la editorial Géminis le publicó un volumen de cuentos, "El Hombre olvidado", ya se hizo más que evidente que estábamos frente a uno de los llamados "escritores de raza".

En este libro Carson hace un soberbio trabajo de demolición. Nada parece escapar a su visión irónica y mordaz: la política, el totalitarismo, la tortura, el progreso, el fanatismo, la historia, y hasta la ciencia que "avanza con botas de ogro". Todo lo que sea necesario para demostrar que el ser humano es la peor de las bestias es volcado en estas páginas. Al leer alguno de los cuentos, como en el que da nombre al libro, sentimos que deberíamos remitirnos a Sade o a Lautréamont para encontrar en las letras una expresión de semejante violencia.

El volumen incluye, entre muchas joyitas, "Por la patria", el polémico relato ganador del premio de Brecha. En este cuento tempranero (1968), Carson plasma algunos de sus rasgos esenciales, como la crueldad, el desamor y el desprecio entre las clases sociales. Lo que luego le traería severas críticas es un fragmento en el que un ladrón —con aspiraciones a político— se lleva una "sierva" de Pocitos a un comité, y mantiene con ella relaciones sexuales, utilizando como colchón las banderas de la patria.

Si bien la crítica le señaló algunos defectos o imperfecciones formales, más que comprensibles en una obra primeriza, no por eso dejó de destacar sus logros. Ante todo, su condición de escritor nato, como apuntó Gustavo Seija en las páginas de El País.

Dictaduras rioplatenses

Sin embargo, como advertirá el lector, un libro de ese calibre, editado en aquel período histórico del país, no podía considerarse menos que "políticamente incorrecto".

Carson recuerda que, ya en plena dictadura, "en un diario muy leído" salió un comentario breve que atacaba duramente a "El Hombre Olvidado". Un "crítico" que firmaba con seudónimo, apuntaba que el volumen contenía un cuento ("Por la Patria") que se escarnecía sobre los símbolos patrios. Y sugería que el autor debería ir preso. En ese ambiente cargado de terrores y sospechas, el libro fue prontamente retirado de las librerías.

A pesar de que las circunstancias no eran las propicias, en 1975 se reunió con un grupo de amigos para editar una revista de arte, plástica y literatura que se iba a llamar "Palabra". Era un proyecto importante, "en un momento en que todo estaba congelado por el miedo", pero alguien del ambiente delató que en ella había nombres de comunistas y nunca llegó a salir. El director Ariel Méndez fue detenido y el propio Tarik Carson debió soportar un allanamiento en su domicilio particular.

Al año siguiente emigró a Buenos Aires. Quería escapar de la situación política y pensaba que en el país vecino podría tener posibilidades de ganar dinero, obtener más tiempo para el ocio y poder así desarrollarse como escritor. Pero tuvo tanta mala suerte que llegó justo cuando la dictadura argentina acababa de instalarse.

Los tres primeros meses trabajó al frente de una fiambrería. Luego su hermano lo inició en el oficio de la orfebrería, actividad que todavía mantiene. En Buenos Aires volvió a padecer un nuevo allanamiento. Aunque había traído algunos libros del Che y otros libros de política que podían involucrarlo, tuvo la presteza de deshacerse de ellos a tiempo y la policía sólo encontró un montón de libros de ajedrez y otros de budismo.

Al principio Carson tenía simpatías por la izquierda, pero jamás se afilió, ni estuvo en la lista de ningún partido. Él cree que probablemente por eso se salvó. Con el correr de los años, llegó a la conclusión de que todos los partidos "están hechos del mismo barro", y que los mejores sistemas políticos son aquellos, no importa la nomenclatura, donde no hay espacio para la corrupción, y cada uno tiene posibilidades en función de sus talentos.

El reconocimiento de la crítica

Una prueba de que las cosas no fueron tan sencillas como esperaba es que hasta 1980 no volvió a escribir. Comenzó luego a publicar en revistas y antologías rioplatenses. En 1985 ganó un premio de Editorial Banda Oriental-Olivetti, y al año siguiente la editorial Monte Sexto le publicó "El corazón reversible", un volumen de cuentos que merece ser considerado un hito en las letras rioplatenses. Se lo advierte aquí más maduro y con un mayor dominio del lenguaje. En términos generales la brutalidad y la sátira han dado paso al misterio y la alegoría. Trabaja excelentemente bien los aspectos psicológicos en "La muerte de los reflejos insoportables" y los simbólicos en "El corazón Reversible". Pero particularmente sobresalen dos cuentos que toman al artista como tema. En "Un sueño viejo y oculto" el autor nos muestra a un ser que ha desarrollado una extraordinaria sensibilidad artística, y que por eso mismo tiene dificultades para hacerse comprender por la gente corriente. La incomunicación incluso es a veces patente al nivel de las frases, con alteraciones sintácticas del tipo: "La necesidad de". "...a veces la forma de la expresión sale de lo común y la gente no". "Percepciones Extrañas" es probablemente el mejor y más cautivante relato escrito sobre el mundo del arte, y sin dudas uno de los mejores del propio Carson. La singularidad del artista, su vida a menudo lastimera, la incomprensión, el anhelo de trascender el mundo de los vivos; todo parece concentrarse allí de manera maravillosa. Y lo mejor, es que más allá de todo lo que se dice sobre las obras y los artistas, el autor ha sabido transmitir la necesidad de preservar el misterio de la creación. Con esta colección de relatos la crítica no tuvo más remedio que reconocer el trascendente aporte de Carson, y a partir de aquí conquistó un sitial de privilegio en el que se mantiene por derecho propio. Por ejemplo, Alejandro Paternain (en Aquí) se refirió a "un narrador con voz propia, que parece no deberle nada a nadie" y calificó los cuentos como "textos ácidos, desengañados y valiosos". Claudio Barbeito, en la revista Cuásar, reconoció su estilo personal, lo calificó como "uno de los mejores escritores fantásticos y de terror de estos pagos", y señaló que estábamos frente a "una colección de relatos de una calidad difícil de alcanzar en la literatura latinoamericana de estos años, si exceptuamos a los pocos grandes que quedan vivos". Con "El corazón reversible" Carson efectivamente se consolida como narrador, al tiempo que comienza a cosechar críticas entusiastas, no solo en el Río de la Plata, sino también en EE UU.

Aunque su fuerte son los cuentos, también escribió excelentes novelas. La primera de ellas, Una pequeña soledad (1986) aborda el aislamiento y los deseos de ganar prestigio social desde una perspectiva satírica. En 1989 ganó el Premio Más Allá, que se otorgaba anualmente en Buenos Aires, a la mejor obra de ciencia ficción, por su novela corta El Estado Superior de la Materia (que luego rebautizaría como Ganadores). Este mismo premio lo volvió a obtener dos veces más en años posteriores por los cuentos largos La Garra Perpetua y La Perfección del Anzuelo. Luego, en 1995, obtuvo con Océanos de Néctar (otra obra de c.f.) el segundo premio en el Concurso Latinoamericano de Novela Onetti-Rulfo.

Desde el primer relato publicado en libro (Ogedinrof, en El Hombre Olvidado), la ciencia ficción de este autor riverense ha mantenido una constante. Más que preocuparse de inventos o tecnologías futuras, busca ser una ácida crítica de la condición humana. La palabra "progreso" es casi siempre una burla en sus labios. Aunque la dictadura puede haber dejado su huella en el planteo de sociedades opresivas o en la figura de un personaje como el torturador, el autor se ocupa de señalar (en Ganadores) lo fundamental de su planteo. No importa que antes haya habido un gobierno de "emergencia nacional", y ahora estén "los hombres de empresa y sus banderas de libertad". "...Todos nuestros problemas surgen por esta condición humana".

Ya hace años que Tarik Carson no escribe, aunque no es de extrañar que dos por tres aparezca un cuento suyo en alguna revista argentina, ya que todavía conserva varios y muy buenos relatos inéditos. Continúa ganándose la vida con la orfebrería, y los fines de semana se dedica a pintar. Según él, allí todavía es posible encontrar la belleza.

Los Libros de Tarik Carson

  • El Hombre Olvidado, cuentos (Ed. Géminis, Montevideo, 1973)

  • El Corazón Reversible, cuentos (Ed. Monte Sexto, Montevideo, 1986)

  • Una Pequeña Soledad, novela (Ed. Filofalsía, Buenos Aires, 1986)

  • Ganadores,novela (Ed. Proyección, Montevideo, 1991)

  • Océanos de Néctar, novela(Ed. Electrónica Axxón, Buenos Aires, 1992)

Además ha publicado cerca de cuarenta cuentos en revistas, diarios y antologías en Francia, España, EE.UU., México, Uruguay y Argentina.)

El Hombre Olvidado, Tarik Carson, Ediciones Géminis, 123 páginas, Montevideo, 1973.

En este primer libro ya se dibujan claramente los caminos por los que habrá de transitar Carson, y constituye una buena muestra también del estilo que lo distinguirá como una de las voces más personales en toda la historia de la literatura del Río de la Plata.

"Por la patria" elige un momento en la vida de un ladrón que comienza a escalar posiciones en un partido político. El sujeto se lleva una "sierva" de Pocitos a un comité, y mantiene con ella relaciones sexuales, utilizando como colchón las banderas de la patria. Para él es simplemente una conquista sexual, mientras que ella avizora una posibilidad de ascenso social. El acto es violento y desaprensivo.

En este relato temprano (1968), Carson plasma algunos de sus rasgos esenciales, como la crueldad, el desamor, y la brecha entre las clases sociales. El protagonista —que es también el narrador—, al igual que algunos personajes de Arlt, padece la fatalidad de saberse un ser despreciable y ser incapaz de cambiar. Reconoce, que aún ascendiendo peldaños en la escala social, existe una esencia miserable que es inmodificable. Se puede cubrir con los mejores trajes, pero nunca ocultar. Ella no es muy distinta, él presiente que lo acompaña porque "tiene que pagarse ese gustito por ser caca de gallina cubierta de seda". Él quiere ser como los ricos, a los que desprecia. Pretende llegar "arriba", y no sabe por qué. Reconoce que terminó rápido, sin preocuparse por darle placer a la mujer, y apunta: "la mejor forma de gozar uno es no preocuparse si el otro goza o no; hace tiempo que aprendí esto. Los políticos tenemos que aprender eso primeramente". Por la patria obtuvo, en 1969, el primer premio en un concurso organizado por la revista Brecha.

"Ogedinrof" (1969) tiene la particularidad de ser el primer relato de Carson —publicado en libro— que incursiona en la ciencia ficción. Nos presenta un mundo futuro y totalitario en el que se consume carne humana. Todos los hombres han sido esterilizados, excepción hecha de ciertos individuos que pertenecen a la clase dirigente, y que pueden disponer a su antojo de las mujeres de la comunidad. Los sediciosos han sido atacados con armas químicas y convertidos en mutantes. Incluso hasta se han producido cambios en el propio lenguaje, eliminado ciertas expresiones que podrían motivar a los rebeldes. La palabra "arte" fue integrada a "paranoia", y los que sufren de ésta van al Hospital de Seguridad Popular. La ciencia ficción de Carson tendrá, desde este cuento en adelante, una característica distintiva. Más que preocuparse de inventos o tecnologías futuras, buscará ser una ácida crítica de la condición humana. La palabra "progreso" será casi siempre una burla en labios de este autor.

"Inferencias sobre Pérez Loid" (1969) es la irónica y amarga biografía de un escritor con escaso talento y aún menor éxito, que tras su muerte deja un legado de "ficción pseudocientífica y de falso ocultismo". Podría leerse como un acto de exorcismo por parte de Carson, pero yo prefiero pensar que la figura de este escritor le sirvió simplemente para mostrar lo amargo, absurdo y ridículo de la vida. Desliza, de todas maneras, algo que bien podría ser una confesión personal del autor riverense: "parece que escribir es una manera de desencadenarse, a veces vengarse sutil y secretamente".

"Demasiado Humano" (1971) comienza así: "Ni en dos mil años llegaremos a ser lo que fuimos en la Atlántida perdida" (De Platón a Arquitas de Tarento). A medida que avancemos en la lectura se nos irá revelando el sentido irónico de esta cita.

Tres años antes de morir, Nietzsche descubre en América una "extraña cápsula acerada" que contiene "un rollo con expresiones herméticas". Años después, tras la prueba del carbono catorce, se constata que tiene más de dieciséis mil años. De acuerdo a la antigüedad, y al sitio en que fue ubicado, se infiere que se trata de un legado de la Atlántida. Posteriormente, se logra traducir el enigmático texto, y al final del relato se lo ofrece íntegro a los lectores. Es ni más ni menos que la carta que un "Secretario Público" o "Censor" le escribe a un joven que pretende publicar un libro sobre la forma correcta de aplicar las torturas a los enemigos del Estado. El censor le reconoce los méritos al escritor, pero no duda, con el mayor de los cinismos, en sugerirle "mejoras". Es interesante destacar que esta situación se da en el marco de una "democracia popular". El propio narrador señala que la carta "no tiene más valor que esas cosas que siempre se han hecho y nunca se han dicho".

El autor se burla así del prestigio de una sociedad presuntamente antiquísima y avanzadísima, para mostrar que el ser humano ha sido siempre el peor enemigo de sí mismo. Demasiado humano, significa llanamente, que lo humano, es decir, lo que nos caracteriza, es precisamente aquello que condenamos de palabra pero no en los hechos: el egoísmo, la crueldad, etc. Como dice el "Secretario Público": "...la corrección física que nació el día que el mono se irguió, miró el cielo y dijo: Soy hombre". "La vida es un ser andrógino al que hay que montar para que él no nos monte". "Y los escrúpulos son taras de perdedores". Carson no sería quién es sin su humor ácido; hay una perla en este sentido que vale la pena rescatar. Después de preguntarse por qué estos rollos estaban encerrados en una cápsula como aquella, se contesta: "quizá sea la explicación del progreso humano".

A esta altura del libro, ya hemos leído cuentos ambientados en el presente, el futuro, y ahora también el pasado: Carson ha hecho un soberbio trabajo de demolición.

"El Hombre olvidado" (1971) cuenta la vida de Fanton Coleman y su familia. Acostumbrados a las persecuciones, los Eymerich se cambian el apellido por Coleman. Aunque aparecen integrados a la comunidad, esto no impide que los habitantes de Cocales adviertan su condición de judíos y comiencen a perseguirlos. Carlos, además de ser profesor en un liceo, practica cierta clase de medicina que incluye la infusión de hierbas, la hipnosis y la autosugestión. Finalmente, un episodio cualquiera es el detonante para que la furia popular se desencadene sobre ellos. Con detalles, se narran humillaciones y torturas que terminan con la vida del matrimonio. Lo que tal vez quede grabado para siempre en el lector sea la imagen mental de la mujer siendo violada por un perro. Deberíamos remitirnos a Sade o a Lautréamont, para encontrar en las letras una expresión de semejante brutalidad. No hay aquí, como podría suponerse, una defensa de los judíos en desmedro de otras naciones, apenas si se busca dar un ejemplo de la maldad humana. "Es preciso subrayar el instinto —como observó Trotsky— que los pueblos encarnan para destruir los valores que poseen. Es inexplicable la saña de los judíos con Cristo, también la del pueblo de Cocales con Eymerich."

Fanton Coleman, todavía un niño, es el único sobreviviente, y como es de suponerse, se va del pueblo. Tras sufrir una existencia tortuosa deberá enfrentarse a fuerzas demoníacas. Él cree que debe cumplir con su Karma, ya que en otro tiempo había sido no un perseguido, sino un perseguidor.

"Un sueño viejo y oculto" (1972) es el relato que cierra el libro. Cuenta la existencia, a través de los siglos, de una "sustancia" casi mágica que ha cautivado la atención de los poderosos. Entre sus muchas propiedades está la de estimular la virilidad, y poseer "la facultad de cambiar las ideas o conceptos del hombre", con lo que se transforma así en un medio de control mental. También es utilizada para limpiar las conciencias, y "agudizar la facultad del timo", lo que la hace especialmente recomendada para "ejecutivos, políticos, prohombres y negociantes en general". La forma de multiplicar la sustancia para su comercialización es la siguiente: se toma a un negro, se le inyecta la sustancia en un riñón, y a los treinta días se lo opera para extirparle el "Gusano Rinonus". Poco importa que el negro sufra daños irreparables, ya que "la ciencia avanza con botas de ogro". Con su característica ironía, Carson apunta que "después de la bomba de más megatones, el Gusano Rinonus es el hallazgo humano más notable de la historia".

El Corazón Reversible, Tarik Carson, Monte Sexto, 121 páginas, Uruguay, 1986.

El segundo libro de relatos de Carson lo muestra más maduro, y con un mayor dominio del lenguaje. En términos generales la brutalidad y la sátira han dado paso al misterio y la alegoría.

El primer cuento —aparentemente para conformar un volumen más amplio— es una repetición: "Un sueño viejo y oculto". Luego sigue "Los labios de la felicidad", y aquí sí ya es posible advertir un cambio. Un viejo pobre y tímido realiza una supuesta obra de arte y se pasea con ella, buscando que los desconocidos le den su aprobación. Pero de forma patética nunca es comprendido. Sólo logra inspirar lástima, burla; incluso sufre una golpiza. El artista es descrito como encorvado, viejo, pálido, mal afeitado, y llevando un objeto envuelto en un pedazo de diario en la palma de la mano. También se lo presenta como un ser de 

características particulares. "No sólo cuando sufría desencuentros que lo lastimaban perdía la noción del espacio y del tiempo, sino que eso era común y más últimamente. Estaba como desprendido de la tierra". Se lo considera también el heredero de una tradición: "¿Cuánto tiempo había gastado en estudiar y desarrollar las maneras de la sutileza y el simbolismo? ¿Mil años? Tal vez más, con lo que sus antecesores le habían legado". Y sin embargo, nunca está seguro de que lo que él hace tenga validez. Como contrapartida, su obra es el resultado de una búsqueda interna y dolorosa. "Estaba demasiado solo. En cambio, su objeto fue hecho como lo había querido, para resistir al tiempo, designado para transmitir los ahogos nocturnos, los amaneceres con la boca tupida de cáscaras sucias y lacerantes que no podía explicar de dónde brotaban, ni por quién eran producidas, o si era un mensaje todavía nebuloso." Por último, en un desenlace magistral, el protagonista deja de pensar, se abandona a la nada y se siente "como un odre que va a reventar de tanta plenitud".

Hay en este cuento una extraordinaria dosificación de la información. El objeto creado por el viejo es siempre mostrado de manera parcial. ..."objeto reluciente y lleno de curvas" (...) "sus formas entrecruzadas, y los ribetes, y la armonía" (...), ..."estrías en labios superiores" (...)..."las rugosidades del objeto, sus partes torneadas de una manera asimétrica irrepetible", etc. Uno, como lector, no sabe si lo que el sujeto hizo es una obra de arte como él piensa, o un mamarracho espantoso como estiman otros. Esto nos enfrenta precisamente al problema de la validez de la obra de arte, y a la necesidad de la mirada del otro. Como diría Eco, una obra es un pre-texto que recién se transforma en texto cuando interviene el observador. "En mi caso, bueno, ese objeto está hecho para tener un complemento. En realidad, era la mitad de un ideal escindido en una forma incomprensible y tan complicado que casi no la entendíamos. Y no sabe qué le hizo pensar que esa mujer podía tener la otra parte, para complementar".

La dosificación también alcanza al nivel de las frases, con alteraciones sintácticas del tipo: "La necesidad de". "...a veces la forma de la expresión sale de lo común y la gente no." Sin duda esto subraya la incapacidad de comunicación.

La ausencia de referentes va a ser una constante en Carson, como si ello transmitiera la idea, una y otra vez repetida, de que el Hombre, considerado en términos genéricos, y no un hombre en particular, es el eje de su obra.

"Percepciones extrañas" retoma el arte y los artistas como temas, y los desarrolla hasta un nivel nunca alcanzado por este autor. El protagonista es un antropólogo que visita Slater, un pueblo muy poco conocido, cercano a Goiás, donde se fabrican y comercializan los "globos de Slater."

Los globos se obtienen soplando por una cañita especial en una laguna, hasta que sube una pelotita de colores, que es abarajada con un lienzo. Después, se le introduce una cañita muy fina y se le sopla hasta darle el tamaño definitivo. Pero sólo algunos hombres poseen el talento para fabricar estos globos, y eso es precisamente lo que los convierte en artistas.

Es bastante obvio —aunque no por eso menos hermoso— que los globos son una metáfora de la obra de arte y los "sopladores" de los artistas.

Los globos son todos distintos, tienen colores tornasolados y cambiantes, formas y tamaños variados. Parecen retorcerse continuamente, "mostrando una misteriosa vitalidad", una "vida increíble donde no debería haberla", con lo que logran despertar la fascinación en los hombres. Sin embargo no todos saben calibrar su justo valor. A veces los más pequeñitos y menos espectaculares son los mejores. Estos son los que duran más, mientras que los otros estallan al cabo de un tiempo como una burbuja. "El tiempo rescata o hunde".

Los sopladores deben tener paciencia, destreza, y recordar, como explica el viejo y experto "soplador" que sirve de guía al antropólogo, que los globos ya tienen su tamaño predestinado. Poco importa que un soplador sea poco conocido, eso no va en desmedro de su calidad. Generalmente, ellos tienen "vidas oscuras, lastimeras, mezcladas con el alcohol".

"Percepciones extrañas" es probablemente el mejor y más cautivante relato escrito sobre el mundo del arte, y sin dudas uno de los mejores del propio Carson. La singularidad del artista, la incomprensión, el anhelo de trascender el mundo de los vivos; todo parece concentrarse allí de manera maravillosa. Y lo mejor, es que más allá de todo lo que se dice sobre las obras y los artistas, el autor ha sabido transmitir la necesidad de preservar el misterio: "Estaba pensando que es inexplicable la parte de uno que los buenos globos conmueven hasta el éxtasis. Tal vez algún día la ciencia logre descuartizar esas cosas... Quedaríamos sin nada. Sin motivos. Solamente vivir".

"La muerte de los reflejos insoportables" es en buena medida un relato de terror psicológico, con vuelta de tuerca incluida.

En la cama de un hospital, un hombre moribundo, que ha sido arrollado en el subte, comienza a recordar los extraños hechos que lo llevaron hasta allí. Está narrado en primera persona, y esto es muy importante, porque paulatinamente a través de lo que él nos confiesa —y ahí se nota la habilidad del escritor— nos damos cuenta que sufre una peligrosa demencia. Lo difícil es que lector se dé cuenta de cosas de las que el propio personaje —a pesar incluso de ser el que las dice— no es consciente. Él percibe que las piezas de la "realidad" se han trastocado, pero no logra descifrar el verdadero problema. Allí es cuando pronuncia una frase tremendamente simple, pero que en ese contexto resulta genial: "Alguien está loco acá".

El protagonista sufre temblores, accesos nerviosos y sudores, pero su principal mal es que padece de personalidades múltiples. Se angustia cuando descubre que "ese otro yo", aprovechando su ausencia para ir a trabajar, ha maltratado y abusado de Juanita, su compañera, que es delgada, chiquita y ciega. Él incluso cree ver a esos hombres que lo suplantan, y que son en todo idénticos a él. Nos llega a contar cómo es que sigue, asecha y mata a alguno de sus dobles.

Hay una terrible ironía en el hecho de que él se aflige porque cree que es el único que puede proteger a Juanita, cuando por el contrario es quien la maltrata reiteradamente. "¿Sentirá ese otro yo mi pena por sus pasos vacilantes, mi locura por esa maravillosa sonrisa de los ojos blancos y tristes? ¿Tendrá mi delicadeza nocturna, mi incansable dedicación, mi paciencia sin pensamientos extraños?" Después de una relación sexual, ella lo increpa diciéndole: "Me lastimaste mucho hoy". Lógicamente él se irrita, porque piensa que fue otro el que tuvo sexo con ella. Tal parece que su mente trastornada, como un cuarto de espejos deformantes, creara ese desdoblamiento para liberarlo de la culpa.

Los aspectos psicológicos están muy bien planteados. El protagonista afirma que mata a uno de sus dobles de una puñalada. Para poder ejecutarlo se pega a ese cuerpo; luego, con preocupación, advierte que la sangre de su víctima le ha manchado la ropa. Aquí hay un dato sumamente interesante, Carson escribe: "A la luz de un farol, doblando una esquina, vi que tenía la bragueta cubierta de sangre". La primera vez que leí esto me llamó mucho la atención: ¿Por qué dice "bragueta" y no "pantalón", que sería más justo? Carson es un escritor muy prolijo, que cuida mucho el lenguaje, de manera que algo está tratando de decirnos. La respuesta se relaciona con la psiquis del personaje, y es un guiño para el lector que lo puede captar. Al escribir "bragueta" está objetivando esa violencia, le está dando una característica distintiva, un origen. Es la violencia sexual que él practica sobre la desdichada Juanita. Como protagonista no la puede nombrar, pero como narrador necesita transmitirla al lector.

Su locura no sale de la nada. Quizá lo más terrible es que surge de un paisaje cotidiano, que puede estar aguardándonos a cualquiera de nosotros a la vuelta de la esquina. Siente que en el trabajo le hacen la vida imposible. El reiterado y progresivo sentimiento de hastío, anonimato y frustración profesional es lo que lo lleva a padecer paranoia y desdoblamiento de personalidad. "Nunca pude conformarme con ser uno más de los que caminan por Florida a las siete de la tarde, ignorados y perdidos para toda plenitud, sacudido con la basura del humo, del agotamiento, del ruido, de tanques y tanques de vitalidad echada a perder".

"La Epidemia" comienza afirmando: "Hubo una época en que las personas de este pueblo profesaban el asco a sí mismas". Se suicidaban, no toleraban los espejos, etc. Un día, llega un carromato con un fenómeno de circo: un hombre con aspecto y comportamiento de cerdo. A partir de allí la gente comienza a imitarlo y le encuentra de esa forma un sentido a su vida. Posteriormente llegan más y más carretas y la gente consigue nuevos modelos para imitar, todos ellos degradantes. "Ocupan toda su vida en parecerse a cosas que no son, y nada más les importa". Es una alegoría sobre la sociedad de masas, y el carácter nocivo de la idolatría. Parece decirnos que solamente un pueblo que se desprecia a sí mismo, es capaz de perder su identidad para imitar a ídolos estúpidos, que sólo consiguen deshumanizarnos.

"El Corazón Reversible" es la historia de un hombre que voluntariamente se refugia en su propio interior, como forma de escapar del mundo exterior. Esta situación se perpetúa hasta un día en que sale momentáneamente de sí mismo y caminando por la calle conoce a una joven.

El protagonista, como en muchos otros de sus cuentos, es también el narrador. De esta manera, por un lado administra la información y por otro nos da una visión profunda de sus sentimientos, que llegan a ser tanto o más importantes que lo que puede estar ocurriendo afuera. A veces, después de caminar un rato —nos cuenta— "me detenía en una esquina y podía pasar media hora indeciso, hasta que algún montón de gente me arrastraba como si ellos fueran viento y yo una vela de barco a la deriva". Cuando se siente expuesto a los demás se imagina que es un caracol sin caparazón o se cubre la cabeza con un pañuelo. La joven que conoce y que lo invita a tomar un café está destinada a cambiar su vida. "Así empezó la relación o el contacto con un mundo que no puedo entender".

Carson utiliza un recurso muy interesante para hacernos sentir la extrañeza e inquietud que domina al protagonista cuando sale a enfrentarse con los otros: nos sumerge a nosotros como lectores en un mundo fantástico. Lógico sí, pero fantástico. Esa sensación de que las cosas funcionan de manera lógica, pero con una lógica que no podemos comprender, es lo que nos pone en similares condiciones con el personaje, que tiene dificultades notorias para sintonizar con el resto. "En los parques yo daba unos saltos en el pasto, unos aullidos, y después abría la boca un buen rato, miraba a la gente y hacía gestos de aprobación. Siempre recibía una respuesta semejante y gritos de admiración". Psicológicamente está notable que él afirme que "hacía gestos de aprobación" porque eso es precisamente lo que el pretende de los otros.

Ella vive en una casa grande, junto con un grupo de ancianos que visten todos de negro. Él presiente el misterio de la casa y le pide a la joven que se lo explique, pero ella le responde que no hay nada que ocultar; accede a presentarle a los viejos, aunque le dice que aún no es tiempo. Sin embargo el momento llega. Un día van hasta la pieza de él, se desnudan y se exploran el cuerpo con las manos. Ahí él percibe algo extraño: a la altura del cuello ella tiene unos labios fluorescentes que sólo se ven en la oscuridad. La forma de esa marca —"unos labios"— y el hecho de que sólo sean percibidos en la oscuridad, dan cuenta del sentido sexual de la misma. Añadamos a esto la circunstancia obvia de que es revelada cuando ellos se desnudan. "Empecé a luchar con mis ideas de volverme a guardar para protegerme de algo malo que podría llegar a saber..." Es decir que el conocimiento es peligroso, y se identifica con el sexo. El sexo es así una metáfora del conocimiento, porque este implica para el personaje salir de sí mismo y establecer un contacto con el exterior.

Después de esos encuentros ella decide presentarle a los viejos. Los enigmáticos personajes son siete y como siempre visten todos de negro. Lo saludan por turnos, besándolo en los costados del cuello. El primero que lo besa es el más alto de todos; el último, que tenía "la cara ajada y roja" y "era casi un enano" le provoca una sensación diferente. "Entonces todos se rieron al unísono y, cuando el último se sentó con esfuerzo en la silla tan alta para él, todos miraban en silencio el centro de la mesa, como si hubiesen vuelto de un entierro".

Todo parece indicar que el protagonista acaba de ser objeto de una iniciación. El número siete —que aparece en los siete saludos— se relaciona con la creación: Dios creó al mundo en siete días. Cuando en un rito iniciático se cumplen siete etapas, el sentido que suele tener es que el sujeto vive en sí mismo esos siete días de la creación, con lo cual renace a una nueva vida. El carácter uniforme de los hombres —todos vestidos de negro— recuerda lo que podría ser una clase sacerdotal y subraya el misterio. El último de los viejos, el que pone fin a la iniciación, tiene la cara "ajada y roja" y "es casi un enano". Lo ajado da cuenta de su experiencia, lo que lo habilita para transmitir conocimiento, y lo rojo expone su carácter sexual. El enanismo, desde un punto de vista simbólico, también lo relaciona con los instintos básicos, fundamentalmente el sexual. La expresión "como si hubiese vuelto de un entierro" expone que hemos asistido a la muerte simbolica del ser que existía antes de la iniciación.

Poco después a él también le aparecen las marcas en el cuello. Sin embargo, recordemos que lo que el autor ha hecho hasta ahora es introducirnos en un orden nuevo y extraño, para que experimentemos la alienación del protagonista. Por eso no todo es tan simple y un final feliz es poco probable. Una vez que él ha recibido la marca, se siente unido a la joven, porque como dice ella: "ahora medimos lo mismo". Pero un día a la mujer se le borra la marca en el cuello y paulatinamente lo abandona. Él se siente desengañado, profundamente dolorido, y le cuesta mucho encerrarse en sí mismo como lo hacía antes, porque ahora él ha caído en el mundo, tiene conciencia, y ya no es tan fácil volver atrás. Tan sólo con un supremo esfuerzo de negación consigue liberarse, pero ya no podrá como antes entrar y salir a gusto. "Al fin, durante una repulsiva noche de calor, revolviéndome en la invisible y pegajosa ciénaga de recuerdos e ilusiones, me afirmé en lo que me restaba y le retiré mi corazón a este mundo".

Una pequeña soledad

Esta novela corta de 46 páginas está incluida en el libro "Cuentos/ 2", Parsec, Ediciones Filofalsía, Buenos Aires, 1986. El volumen es compartido con una novela corta de Daniel Barbieri titulada "Un paseo con Gerónimo".

Absolutamente desconocida en Uruguay, según palabras de su propio autor, esta obra, humorística y trágica, es particularmente importante dentro de su producción. Mario Levrero, incluso, que era su amigo, la consideraba la mejor novela de Carson.

Tras un viaje en barco, el protagonista-narrador llega a una ciudad donde intentará ganarse el sustento diario y comenzar una nueva vida. La condición de extranjero va acompañada de un sentimiento de ser extranjero, independientemente del sitio en el que se encuentre. Más que una situación política, es una cuestión de orden ontológico. Vive una angustia existencial. Se queja de problemas de ahogo y sudores que lo atacan sin previo aviso, en la mesa de un café o en el ómnibus, y que debilitan su espíritu. También le cuesta relacionarse y acceder a esa porción de felicidad que debería haberle "tocado en el reparto", pero que se le niega sistemáticamente.

Un día, mientras visita el zoo, advierte que al acercarse a las jaulas los animales huyen de él, al mismo tiempo comprueba que su angustia desaparece. Le transfiere su carga insoportable a los animales, se "limpia" en ellos. A partir de ese descubrimiento fortuito, visitará regularmente el zoo, siempre con el fin de descargar su tensión. El fotógrafo del lugar advierte esto y le propone un trato: él deberá colocarse atrás de la jaula de los monos, para que estos, en su huida corran hacia el frente, donde el profesional podrá fotografiarlos junto a los niños y ganarse así unos pesos. A cambio lo recompensará con un porcentaje de las ganancias. Luego obtiene un empleo dándole de comer a los animales, y algo extra haciéndose pasar por ciego y juntando las botellas del parque. Esto le permite subsistir y alquilar un sucio garaje que utiliza como pensión.

La relación con los animales es ambivalente. Él, que se siente separado de sus congéneres humanos, encuentra su lugar entre los animales del zoo, porque como ellos ha sido marginado, y sólo puede existir como una rareza. Pero los animales huyen de él, porque se sienten afectados por su angustia, que es humana.

Por su poder sobre los animales y por el uso que hace del lenguaje, el fotógrafo cree ver en él a un "profesor", y lo estimula para que instale en la improvisada vivienda la "Academia de Superación Phi Beta Kappa". Con el fin de equipar el centro de estudios, el fotógrafo roba para él varios animales. "Cada animal servía de punto de comienzo para alguna aclaración y experiencia". "Tenía en la cabeza la posición del conejo, el paso de la babosa sobre el filo del utensilio del barbero, la raya en el pico del gallo, la vida de la tortuga", etc.

Sus alumnos tienen en común que son personas grises que quieren ser artistas de cine o televisión, obtener reconocimiento y riqueza económica. Todos quieren destacarse sobre el resto, aunque alguno de ellos ni siquiera tiene en claro qué disciplina elegir; lo importante es triunfar. Vestido apenas con una sábana mugrienta y un par de lentes oscuros, él imparte sus charlas a sus discípulos, que lo escuchan sentados en un cajón de naranjas cubierto con un almohadón. Sus clases son estrafalarias, hasta el punto de que a veces confiesa enredarse en sus propios razonamientos y tiene incluso la impresión de ser otro el que está hablando y él un mero escucha. "Al principio tomaba agua mientras hablaba, para ordenar en esos segundos el curso sinuoso de mis ideas. Después empecé a comprar vino y tenía una damajuana a mi lado y vasos para convidar al que quisiera, aunque nunca convidaba a nadie porque temía que me rechazaran por respeto."

La primera alumna es la hija del fotógrafo, una rubicunda jovencita de generosas formas, entre ingenua y provocativa, que desea triunfar en el mundo del espectáculo. A medida que avanza "el curso", el tono disparatado de las clases va dejando lugar a uno progresivamente erótico. La situación alcanza su clímax cuando ambos están a punto de concretar el acto sexual y en ese preciso momento llega el novio de la joven, derribando la puerta a patadas. El joven, furioso, descontrolado, golpea al "profesor" y también patea las jaulas de los animales. Cuando rompe la pecera que guarda a la víbora, este lo muerde, inyectándole un veneno que le resultará mortal. Así, la víbora, como símbolo de lo animal e instintivo, acude en auxilio del protagonista.

Tras ser procesado por "homicidio no culposo, estafa agravada con impostura y otros cargos fantásticos que no sé expresar debidamente...", el hombre nos cuenta sus andanzas desde la cárcel. Allí recibe las visitas del fotógrafo y su hija, sin embargo ahora se siente fuera del tiempo y de las imposiciones materiales, y señala "soy algo superior a lo que bajó del barco aquella tarde pensando en no pisar manchas negras con mi pie izquierdo".

"Una pequeña soledad" es una novela que debe ser tomada muy en serio. Ya habíamos visto que para el autor, el humor no supone un forma de escapar de contenidos importantes, sino que es más bien un instrumento idóneo para tales fines.

La obra está cargada de símbolos, astutamente presentados para que parezcan elementos que sostienen una anécdota humorística. Ese es el desafío de la buena literatura: lograr que los contenidos de índole filosófico o psicológico, no se muestren groseramente en la superficie del relato, perjudicando así la lectura del mismo.

El fotógrafo representa el principio de realidad. Por un lado debemos considerar el hecho bastante obvio de que intenta fijar la realidad con su cámara, y por el otro su naturaleza práctica. Él es quien le consigue los empleos al protagonista: ahuyentar a los animales para que puedan ser fotografiados, juntar botellas, darle de comer a las fieras, la academia de superación personal e incluso el "empleo" de ciego. La hija del fotógrafo encarna el principio del placer, sólo desea triunfar y actúa como cómplice en un singular juego de seducción. El novio de la muchacha es una objetivación de ese obstáculo que siempre le ha impedido al "profesor" ser feliz. El protagonista, como hombre, se ubica entre los dos principios mencionados, sin llegar a abrazar ninguno. Al final, no es casualidad que el fotógrafo y la joven lo vayan a visitar a la prisión, y que él sin embargo se desentienda de todo, saliendo "fuera del tiempo" donde ya no tiene que tomar decisiones.

Ganadores, Tarik Carson. Editorial Proyección, 140 páginas, Montevideo, 1991.

Es una sátira futurista que transcurre en Buenos Aires. Nos presenta una sociedad dominada por el vicio, el sexo como símbolo de poder, el snobismo y la corrupción. El "gran país del norte" ha dejado su huella, que se refleja en letreros publicitarios como el siguiente: "Si su vecino tiene un automóvil, usted no puede dejar de comprarse el ultramoderno ZX100. Demuestre hoy mismo su superioridad. No permita que le lleven ventaja". Pero además, se ha producido "el cambio de infinidad de nombres en inglés", al igual que una alteración en los colores de la bandera. Como una muestra de la podredumbre generalizada, regularmente el viento arrastra un "polvo blanco canceroso" que va diezmando a la población. En este escenario encontramos personajes que se esfuerzan por "llegar" (triunfar), pero cuando finalmente lo logran, vemos como los pocos valores que se podían defender han quedado por el camino. El tema de la novela está pautado por el hecho de que los individuos terminan recostándose voluntariamente en un sistema perverso. Es por eso que la obra presenta una estructura determinada no por uno, sino por varios personajes. A medida que un personaje va muriendo víctima de la radiación, ya se perfila otro que comienza a ocupar el centro de atención. Precisamente, Ganadores termina a poco de presentarnos al último personaje, sugiriendo que la historia es infinita. No importa que antes haya habido un gobierno de "emergencia nacional", y ahora estén "los hombres de empresa y sus banderas de libertad". "...Todos nuestros problemas surgen por esta condición humana".

Ya en las primeras páginas se advierte el uso de adjetivos como: "canceroso", "calcinado", "mezquina", "extraña", "horrible", "reseca", "oscura", "inmunda", "absurda", "libidinosa", "ridículas", "innombrable", "gravísimo", etc. Es notable apreciar cómo la sola mención de estas palabras, incluso consideradas independientemente de sus respectivos sustantivos, sirve para darnos una clara idea del clima que se respira en la obra.

El lenguaje no es para nada rebuscado, y las imágenes, que no son muchas, se destacan por su sencillez y expresividad. Algunos ejemplos:

"Leo era un hombre regordete y bajo, casi calvo, con facciones aplastadas y sinuosas que daban la impresión de un pan mal levado".

"...cada funcionario que pasaba a su lado lo empujaba con el hombro, o con la mano o hasta con el pie, como si fuera una caja fuera de lugar".

"...gente selecta, que se extendía como un líquido entre las articulaciones del poder".

"A otros los corroe, como si fueran de arena y les cayera agua". (A propósito de un virus para el que no hay cura).

Otro punto interesante a destacar es el uso recurrente del diálogo, en el que se respira una tensión casi permanente. Tan importante llega a ser, que en muchas oportunidades de la historia es éste el encargado de transmitir la acción. La ausencia de afectividad hace que se emplee el "usted" en lugar del "vos", pero el color local se hace palpable en la mención de lugares reconocibles como por ejemplo el obelisco, o en expresiones del tipo: "el bandidaje de la repartija", etc.

Ganadores es la primera novela de ciencia ficción uruguaya escrita desde la perspectiva de un país latinoamericano (léase sucursal del imperio). Pero ésta no es la razón de que sea una de las mejores novelas del género editada en Uruguay. La verdadera causa es que más allá de los temas o argumentos presentados, hay un escritor dotado de un extraordinario vigor y una personalidad única. Un maestro de la oscuridad, que cuando se internó de lleno en la ciencia ficción, no hizo más que recorrer una senda que ya venía trazando desde sus primeros libros. Y es que, al margen de la realidad virtual o las redes informáticas —que no aparecen—, Ganadores tiene elementos de novela Cyberpunk. Así lo determina el mundo contaminado y violento, la alta tecnología, los experimentos biológicos, la desmesura del poder político y los mass-media; y en ese entorno, personajes solitarios y alienados. Tan solos están los hombres que cuando alguien se les acerca es para buscar un beneficio personal. Se suman además dos hechos relevantes: sólo hay dos mujeres cada siete hombres, y para compensarlo, existen mujeres artificiales. Los personajes más que vivos están dolorosamente vivos. Son en su mayoría escritores frustrados que terminan prostituyendo su arte en aras de convertirse en "ganadores". Es posible que Carson haya elegido escritores por el hecho de que él mismo es un escritor y tiene quizás sus ideas acerca de cómo deben ser éstos. Pero, más allá de esta mera conjetura, hay algo mucho más importante. La figura del escritor está contenida dentro de la figura del artista. El verdadero artista —en tanto creador, transformador de la realidad, que cumple su papel con dignidad e intenta siempre superarse para brindar una parte de sí a los demás— es un paradigma del hombre. De esta manera, al mostrar al artista degradado, se hace más intensa la sensación de pérdida de valores.

Océanos de Néctar, Tarik Carson. Revista electrónica Axxón núm. 38, 153 pág, Argentina, noviembre de 1992. Novela ilustrada por FiPsi.

La novela consta de 16 capítulos, y un epílogo dividido en dos partes.

Aunque sin precisar el año, se nos informa que en el siglo XXI la humanidad ha colonizado Marte. Allí encontramos al protagonista de la obra: el doctor Marius Pigot, de 57 años, "especialista en apaciguar a los jefes de los monopolios, altos gendarmes, y hombres ricos". El psiquiatra tiene un muy buen pasar económico, aunque como es común en los personajes de Carson, carece de ideales y motivaciones elevadas. Lo privilegiado de su posición contrasta con su espíritu mezquino. Como un personaje arltiano del relato "Pequeños propietarios", se dedica a espiar a sus vecinos con envidia y resentimiento. A su esposa —a quien engaña con su secretaria— le dice: "te compré a los niños para que no te estropearas" (para que no los tuviera que parir).

Pigot no es muy distinto al resto de la humanidad que vive en Marte y en la Tierra. Los enemigos del Sistema son los rojos y su "utopía inconformable", o los sindicalistas, pero no aparecen héroes por ningún sitio. Todos son potenciales traidores, fácilmente comprables, o en última instancia cínicos, hipócritas, perjudiciales para los demás y para sí mismos. Se mueven entre "árboles de plástico", "perros panda de probeta", "máquinas mentalizadoras", "consoladores psíquicos de última generación", "filtros de conformidad", "máscaras civilizadoras", etc. Un gobierno autoritario, que se rige según las ordenes que se imparten desde la Tierra, puede decidir la suerte de una persona con absoluta prescindencia de consideraciones morales. Desde este punto de vista, el título de la novela es una dura ironía, aunque también podríamos interpretar que así como un individuo podría ahogarse en un océano de néctar, en el escenario aquí planteado un individuo podría sucumbir fácilmente, abrumado por las "delicias" del "progreso".

La rutina es alterada cuando un misterioso personaje se presenta en el consultorio, y luego de unas sesiones confiesa padecer un "sentimiento de ajenidad, de pertenecer a otro mundo". Lo extraordinario del caso es que este individuo en realidad proviene de otro mundo, aunque su mente sólo registre pequeños flashes del mismo. Desgraciadamente para el doctor Pigot, la posesión de este conocimiento no hará más que traerle problemas. Inmediatamente enterado de la naturaleza de su paciente le cuenta todo lo que sabe a las autoridades. Pero en este mundo de traiciones, las propias autoridades primero torturan y luego asesinan a Pigot, para asegurarse de que no va a participar de su información a más nadie. El personaje del torturador es uno de los más trabajados: el señor Rupérez. Es originario de Buenos Aires, se comporta como un profesional, trabaja por dinero, y por la satisfacción de hacer correctamente su labor; no se involucra sentimentalmente con sus víctimas. No se ensaña con ellas; si a veces pareciera que actúa por sadismo, en realidad lo hace persiguiendo a "la verdad". Utiliza instrumentos antiguos de tortura, a los que le ha realizado mejoras y tiene a su disposición un chimpancé sobre el que suele experimentar el efecto de los mismos. Todo esto no le impide ser un buen padre de familia y un católico devoto.

En el epílogo, que ocupa 42 páginas del total de 153 que tiene la novela, se nos revela en profundidad las características e intereses de los extraterrestres que se han infiltrado entre los humanos. Los "cipher" son seres de variados colores, traslúcidos, pueden cambiar de tamaño según las necesidades del entorno, y llegan a tener 150 ó 200 años. Poseen una tecnología avanzadísima que virtualmente les permite hacer casi todo. Su misión es vigilar el cosmos. Uno de estos grupos precisamente es el que tiene a cargo la desagradable tarea de evitar que los humanos se esparzan por el universo, ya que los consideran nocivos para la vida. Según el desapasionado análisis de los cipher, para infiltrarse entre los humanos y conseguir escalar posiciones de importancia hace falta atender a tres prioridades básicas: Hipocresía (la más importante de todas), Oro, y Coito. A partir de ahora, los nuevos infiltrados actuarán tomando en cuenta estas premisas, y adecuando su aspecto físico a las modas terráqueas.

En la presente novela Carson profundiza en su visión del hombre que ya había planteado en Ganadores, eligiendo para ello la perspectiva de unos extraterrestres que por su relativa apatía y autocontrol, casi podría decirse que es objetiva .

Tarik Carson y la Crítica

La siguiente es una muestra de fragmentos de distintas críticas sobre su trabajo.

"La figura de Tarik Carson ocupa un sitio extraño, voluntariamente marginal en la literatura uruguaya, incluso rioplatense... En esa búsqueda, Carson recorre caminos propios pero a la vez cercanos a otros dos grandes buscadores de la literatura uruguaya: Felisberto Hernández y Armonía Somers... Tarik Carson explora también los rincones oscuros de la ciudad: por un momento uno piensa que quien escribe es el misterioso Hombre de la multitud que Edgar Allan Poe vio pasar, fascinado, misterioso e impenetrable, siempre en el mismo momento por el mismo punto de la trama urbana, rodeado de personas, pero incrustado irreversiblemente en su propia soledad. Gran parte de la literatura del siglo en que vivimos consiste en dejar de ver desde afuera a ese nuevo ser, abandonado por Dios y por los mitos, pero conservando un irreductible centro de misterio, para tratar de escribir desde él, aunque sólo fuese para dejar más precisamente determinados los límites de su territorio incomunicable. A esa zona de la sensibilidad contemporánea pertenece buena parte del mundo narrativo de Tarik Carson." (Elvio Gandolfo, en La Razón, de Montevideo, may.1987)

"Desde El Hombre Olvidado, la narrativa de Tarik Carson se ha venido desarrollando dentro de una tradición que por lo menos en el Río de la Plata, inicia el Horacio Quiroga de El Salvaje... Pero mientras que en el narrador misionero los cuentos mencionados no constituyen el fuerte sobre el que se levantó la popularidad de Quiroga, en Tarik Carson la fantasía, lo fantástico ciudadano, constituyen su sello... en todos estos relatos, surge claro el testimonio de un observador que pretende, a través de esas ficciones en donde la pérdida parece irreversible, reencontrar al hombre en su lejano aspecto de dignidad." (Guillermo Lopetegui, en El Día, de Montevideo, ene.1987)

"El atractivo mayor de la narrativa de Carson... reside, para nosotros, en esa angustia que se va contagiando, que nos va apresando casi sin darnos cuenta. Una angustia que se filtra a través de una mirada irónica, o mediante insinuaciones, o gracias al avance de una narración que arranca desde un plano de común y aceptado realismo, para trasladarse a un ámbito donde lo fantástico determina un vuelco de los hechos y una acentuación de esa misma angustia... Con un estilo por momentos voluntaria o involuntariamente desmañado, que hará pensar a muchos en un Felisberto Hernández; con una rica imaginación y capacidad para crear orbes fantásticos (que hará pensar a otros tantos en la obligada inclusión de Carson en las líneas más en boga de la narrativa hispanoamericana contemporánea) este libro de cuentos nos sitúa frente a un narrador con voz propia, que parece no deberle nada a nadie, y que nuestros lectores tienen, ahora, nuevamente a disposición para adentrarse en estos textos ácidos, desengañados y valiosos." (Alejandro Paternain, en Aquí, de Montevideo, dic.1986)

"Sin lugar a dudas es uno de los escritores más maduros del medio. Su estilo es personal pese a las numerosas influencias. Tarik es incuestionablemente un heredero de los grandes escritores fantásticos latinoamericanos (Borges, Rulfo, Arreola, Cortázar); como ellos, utiliza en algunos casos temas afines a la ciencia ficción, pero lo hace sin incorporar las convenciones y el lenguaje del género. Sus personajes son kafkianos... por su posición ante un mundo absurdo, pero ellos se encuentran ante situaciones más variadas que los personajes de Kafka... Las historias suelen estar ambientadas en pequeños pueblos... pero Tarik no se detiene en describir los lugares, como los autores de esta corriente, sino que sus pequeños pueblos son una referencia para aumentar la soledad del individuo... Síntesis: una colección de relatos de una calidad difícil de alcanzar en la literatura latinoamericana de estos años, si exceptuamos a los pocos grandes que quedan vivos." (Claudio Barbeito, en la Rev. Cuasar, de Buenos Aires, feb.1987)

"El acercamiento a un tema puede seguir diversos caminos; tantos como narradores haya. De ahí obtenemos la originalidad en el trato narrativo, uno de los ingredientes esenciales para el logro de una buena literatura. El último libro de Tarik Carson, El Corazón Reversible, llena con creces esta condición y nos permite observar el acercamiento particularísimo que el autor hace en sus cuentos... parte de una realidad palpable y poco a poco se va internando en un terreno cargado de hondas referencias humanas y fantásticas... maneja con gran acierto determinados tópicos de la actual narrativa; el dominio político y tecnológico como forma de opresión; la presencia del sexo como elemento gravitante en la vida de los personajes, la falta de verdadera comunicación y entendimiento..." (Sergio Capurro, en la Rev. Estudios, de Montevideo, may.1987)

"Carson narra con soltura. Sin forzamientos, con esa condición nata de auténtico escritor, para quien el contar, por momentos, lo desborda. Y un mundo muy preciso es el que define. Despistadamente el lector puede presumir que un escapismo anecdótico ubica a relatos y personajes fuera de un ciclo vernáculo. No es cierto. Las señas de una realidad no tiene por qué manipular semáforos indicativos, están allí, en el envés de cada historia... La paleta de Carson desnuda el traqueteo chirriante de los hombres sobre la tierra. Un sarcasmo corrosivo se anuda a sus personajes. El derrotero del individuo para Carson transita por falacias, por acuerdos que en sucios papeles se suscriben, por maldades pueriles que se atornillan a todos los programas pretendiendo jugar a las escondidas en zaguanes donde moran las razones disparatadas de los actos." (Gustavo Seija, en El País, de Montevideo, 1974)

"Los relatos de Tarik Carson, que rozan cuestiones antropológicas esenciales y levantan cuestionamientos profundos en zonas centrales de la identidad humana y societaria... Ese tipo de literatura puede llamarse como lo dice Kristeva, una literatura de borde, de límite, y tal como he sostenido en otros ensayos, aparece marcada por una intensa fricción con respecto al discurso cotidiano, comúnmente inteligible, que define y autoriza la realidad de una sola vez y de una sola manera... Las raíces de esta narrativa están dentro y fuera del país: dentro, en la saga que se inicia con Quiroga y Felisberto y que se alimenta de Sommers. Fuera, en Poe, Lovecraft, Jarry, Bierce, inclusive Borges. Entre la ciencia ficción y la introspección filosófica, nuestra literatura representa las problemáticas más hondas del hombre del siglo XX, con sus contradicciones profundas, con su masificación y su Babel a cuestas." (Teresa Porzecanski, en El Popular, de Montevideo, ene.1987)

"...Carson redondea su particular modo de trabajar las ficciones partiendo de datos cotidianos -particulares y generales- en dirección a lo profundo de un universo en donde los personajes buscan restaurar una integridad que se fue perdiendo por el egoísmo y la falsedad de ciertos afectos. Serio aporte literario de un escritor preocupado por los enigmas que encierra la sociedad humana." (Semanario Cultural, El Día, de Montevideo, feb.1987)

"Es precisamente la transformación escatológica del ser humano, su conversión en basura, el leit motiv de la obra de Carson... Donde aparece un mundo post-atómico y post-crash ecológico en pleno y entusiasta proceso de estratificación es en varias narraciones dispersas de Carson: El Mecánico y Si Uno Fuera Eterno, La Garra Perpetua. En estas narraciones el autor describe con terrible extrañamiento y minuciosidad kafkiana, cómo la catástrofe de contaminación ambiental acentúa la división de clases sociales, estratificando a poderosos y dominados, a burócratas-represores y administrados víctimas... Leer a Tarik Carson es un desafío. No se trata de un escritor de prosa sencilla e incluso, por momentos amena... sostengo que la obra de Carson es más lúcida y profunda, más actual y más c.f.." (Daniel Croci, en la Rev. Fierro, de Buenos Aires, ene.1988)

"Seis relatos... permiten anotar una creciente seguridad de escritura, aunque la imaginación de los núcleos anecdóticos parezcan, quizás, demasiado emparentados con fórmulas conocidas. Inteligente y seguro en la extensión y el "tempo" de cada cuento, incurre sin embargo en excesos de situación y lenguaje que atenúan los méritos generales del conjunto. Tal vez la inarmonía radique en una falta de decisión final por enfrentar la realidad bajo otras claves menos elusivas, pese a que utiliza el autor un lenguaje crudamente realista para instancias de mera ficción. He aquí lo curioso y contradictorio: el movimiento histórico no es eludido más que en función del relato, supeditándolo, haciéndolo subsidiario del proceso narrativo. De todos modos, esta reseña no puede omitir que estamos frente a un narrador que supera en fuerza y limpieza -sin comparaciones ociosas- a ciertos escritores muy a la moderna, en ambas márgenes del Plata. (Saúl Ibargoyen, en El Popular, de Montevideo, dic.1974)

"...podemos constatar la natural evolución del escritor, que va embelleciendo su estilo con el pasar de los años gracias a nuevas experiencias e inevitables influencias... La forma de expresión... hace que éste se exija más en cada nueva fase, superando sus propios límites -lo que lo lleva a no considerar más como ideales los antiguos "modus" de exposición de ideas, impulsándolo a modificar toda su estructura narrativa. Consideramos aún que esta evolución de Tarik Carson seguramente lo condujo a la simplificación de su habilidad expresiva, y al consiguiente abandono de las características por demás ortodoxas de hacer literatura... Notamos en Carson el estilo de fabulador... el derecho natural de todos los escritores, a permitirse hablar sobre lo que cree que pueda ocurrir en el futuro -en una mezcla constante de situaciones e historias algo "proféticas"- o lo que nos puede reservar el futuro en algunas décadas por el rumbo suicida que sigue nuestra sociedad." (Geraldo Mastella, Kosmos, Brasil, 1987)

"... el uruguayo Tarik Carson ha estado creando en los últimos años una obra personal y ecléctica, irregular y valiosa. Una obra que, pese a no verse afectada por las modas, ha evolucionado de tal forma que es muy difícil reconocer al prometedor autor dePor La Patria (1969) en el complejo creador de La Giba (1985)... Los cuentos que publica tras su primer libro abrazan y entremezclan a casi todos los géneros literarios. Son historias contadas en base a imágenes sensitivas... van abriendo un mundo, más sentido que vivido o soñado. Sus historias parece por momentos disecciones de la mente del protagonista... Las características de Carson lo hacen uno de los mejores escritores de historias fantásticas y de horror de estos pagos: el manejo de la ambigüedad y el sentido del horror. Algunos relatos suyos son fantásticos hasta para una clasificación rígida como la de Todorov... La obra de Tarik es compleja. Sus personajes son movidos en forma trágica por las circunstancias; el destino los abruma. En ese aspecto su visión de la realidad es la misma de la tragedia griega, de Kafka, de Dostoievsky... La entrada y la salida de Carson en los géneros es constante; lo fantástico y lo sobrenatural fluyen naturalmente en su obra. Generalmente, su c.f. es sólo un recurso para satirizar a la sociedad humana. Como ya señalamos, los cuentos de c.f. de Carson no son los mejores, pero siempre muestran el humor corrosivo y negro... En síntesis: podemos decir que si realmente se está gestando una nueva literatura fantástica latinoamericana, Tarik Carson es uno de los pocos autores capaces de mostrar una obra que puede proyectarse más allá de un ghetto." (Claudio Barbeito, en la Rev. Cuasar, Buenos Aires, feb.1989)

"In the late sixties and the present decade, the realistic short story -at times combined with a dose of costumbrista flavor in language and characterization -continued to hold its own in Uruguay, and a number of writer who were trying their hand at such literary forms as the allegory or magic realism also cultivated a somewhat Benedetti-like portrayal of their montevideanos. An excellent example is "Por la Patria" by Tarik Carson taht appeared in his collection of stories entitled El Hombre Olvidado. The history... In "La Muerte de los Reflejos Insoportables", Carson explores the trobuled and confused mind of a deranged man who imagines that other selves exactly like himself are usurping his very existence... In his treatment of the double, the Doppelganger, Carson continues a long literary tradition of which there are countless examples, as Robert Rogers points out in his excellent work, A psychoanalitic study of the double in literature. Before Carson, other writers of the River Plate algo treated various aspects of the double theme, as, for example, Borges in "Las Ruinas Circulares", and Onetti in "Bienvenido Bob" and "Un Sueño Realizado"... From a technical point of view, Carson's story has several characteristics of the modern psychological story. Two techniques which authors frequently use in order to capture what Leon Edel calls the "atmosphere of the mind" are interior monologue and a discontinuity of chronological time. Both of these techniques are used, to some extent, by Carson as the protagonist relates the recent episodes of his life jumping backwards and forward in time without regard for the actual sequence of events... Carson also writes allegories that are filled with satire... attacks various aspects of society with violence, and intense disgust bordering on hatred... Carson's allegories are not subtle. His diatribes are tainted by didactic overtones, which inevitably decrease the artistic impact the stories might otherwise have... In "Ogedinrof", Carson intersperses his vitriolic attacks on this extremely repressive society, undoubtedly similar to the one in his own country and other Latin American nations. He notes that "Dos cosas son y han sido enemigas aciagas de la Humanidad: la diversidad de ideas y de razas." The underlying theme taht the end in no way justifies the means, and taht muerder, violence and repression cannot lead to good, is evident in Carson's vicious attacks on the annihilation of words "por el bien del pueblo", the humiliation of a trouble maker taht would constitute "su salvación para la sociedad", the brutal torture of a man "en nombre del bien y la totalidad, de la paz de la masa", and murder "para imponer el bien y la paz"... As in "Ogedinrof", Carson scorns the absurd philosophy taht the end justifies the means. In order to expose this ridiculous concept, he juxtaposes the secretary... whit descriptions of the horrid methods used to insure this so-called public felicity. When basic human rights are..." (H. Ernest Lewald and Doris Stephens, Trends in the Uruguayan Short Story in the 1970's, Rev. Interamericana. de Bibliografía, 1980)

"Con esta nueva novela, Carson (riverense, 1946) se sumerge de lleno en el campo de la literatura fantástica. Si bien en sus obras anteriores hay una búsqueda, una experimentación en ese terreno, es "Ganadores" la que plenamente se sitúa en esa frontera no bien delimitada de la ciencia ficción y la literatura fantástica." "Carson agudiza la ironía hasta el absurdo. América, luego de la devastación, se halla bajo un poder en el que Carson exacerba hasta sus últimas consecuencias, los preceptos de un sistema capitalista que sacraliza la idea del mercado libre, con slogans como..." "...existen esos individuos como Beacham o Cahagan, cuyo modelo interpretativo y su praxis funcionan en sintonía con el sistema; desarrollan sus relaciones socioeconómicas, sus expectativas individuales, mientras sus cuerpos físicos van poco a poco denigrándose." "Si entendemos como ciencia ficción pura, aquella literatura donde la fantasía pasa por un conocimiento científico previo, debemos incluir "Ganadores" dentro del marco de la denominada literatura fantástica, a pesar de que su ambientación nos recuerde la ciencia ficción." "Con un estilo deliberadamente distante y frío, Carson nos da una visión del futuro de nuestro continente (alude a América y a Buenos Aires específicamente), nos muestra un ámbito inhóspito, dirigido por un sistema capitalista con su modelo resuelto de mercado libre, en su expresión más radical. ¿Qué sistema es ése, que está tan divorciado de la realidad humana, que aún en el marco de una hecatombe social continúa su desarrollo sin interferencia alguna?" (Rev. Imagen del Correo Viejo, Montevideo, abril de 1992)

"En esa obra literaria suele incursionar en una suerte de ciencia ficción no demasiado futurista, sin gran adelanto en el tiempo ni despliegues tecnológicos, con fuerte anclaje en la realidad actual, que acumula elementos existentes en el contexto real u ocultos en estado germinal en la vida cotidiana social. Tarik Carson los desarrolla a través de la distorsión o la exageración, hasta configurar la visión anticipadora." "En ese sentido, los rasgos más destacados del autor residen en una apreciable capacidad imaginativa para fabular situaciones y asociaciones de ideas, la comodidad con que instala la sátira y la minucia técnica para resolver y estructurar situaciones y diálogos." "En esta novela (Ganadores) Carson construye una síntesis de los grandes males y problemas que aquejan a la sociedad moderna, ofreciendo una visión corrosiva del hombre, con el marco de un Buenos Aires que opera como ciudad-símbolo." "El lenguaje directo y preciso, el logro de climas de fuerte sugerencia y el abundante manejo del anacronismo y la paradoja permiten a Tarik Carson llevar a buen puerto su propuesta satírica." (Oribe Irigoyen, en El País Cultural, Montevideo, junio de 1992)

"Tarik Carson es un típico "marginal", característica condición de estos "fantasmas". Marginal desde el momento que, si bien publicó su primer libro -El Hombre Olvidado (Gémenis, 1973)- antes de los treinta años, recién se ha comenzado a reparar en su obra de manera más rotunda a partir del segundo, El Corazón Reversible (Monte Sexto, 1986). Entre tanto, Carson (que reside en Buenos Aires) se transformó en un autor considerado de "ciencia-ficción", de los que publican en revistas del género con tirajes que envidiaría cualquier escritor uruguayo. Su universo narrativo también es "marginal" en relación a la peripecia general de las letras nacionales, pasando de las preocupaciones esotéricas de sus comienzos -volcadas en claves lovecraftianas- a la perspectiva escatológica y pesimista del futuro de su reciente novela Ganadores (Proyección, 1991). ("Una Generación Fantasma. El Descubrimiento de una Promoción Olvidada de Nuestra Literatura." por Alejandro Michelena. Rev. Graffiti, julio 1992)

Y al final una luz...

Tarik Carson y la Pintura

Tarik Carson es un escritor notable, pero en cierto sentido es mucho más que eso, es un artista. Para él la literatura es un vehículo para la expansión del yo —como decían los surrealistas— pero ciertamente no el único. Ante la imposibilidad de vivir de la literatura, algo que tuvo en claro desde muy temprano, debió ganarse la vida con distintas profesiones. Una de ellas fue la orfebrería, que es aún hoy lo que le sigue dando el sustento. Con ella, al igual que con sus relatos y novelas, también obtuvo premios. Pero no se acaban aquí los reconocimientos de que fue objeto, sino que en los últimos años se ha dedicado a la pintura, y nuevamente cosechó premios. Pienso que si se hubiese propuesto ser músico, también habría sido apreciado. Él es primero un artista y luego cualquier otra cosa.

Cuando me enteré de que pintaba, pensé sería algo así como la representación visual de su literatura, pero me equivoqué. Si uno considera la obra literaria de Carson podría llegar a afirmar que se trata de un gran fresco expresionista, en cambio, su pintura se inscribe dentro del surrealismo, con influencias sobre todo de Miró y Tanguy. Huxley diría que Carson redescubre los colores "surreales" de los sueños, y Breton seguramente afirmaría que él efectivamente "vio".

Tarik Carson encara el acto de pintar como un hobby, en el sentido de que no lo hace para ganar dinero sino para "distraerse". Esa distracción no quiere decir que no le de importancia a lo que hace, sino más bien que a él le sirve para relajarse. Observando sus cuadros, uno siente la felicidad del pintor cuando los creó. Se abandona a la pintura como a un sueño. Los colores y las formas surgen con libertad absoluta para expresar su voluntad más íntima. En ocasiones, los personajes se ven pequeños en los oníricos escenarios. La realidad, inabarcable, satiriza las pequeñas vidas de los hombres. Una estética näif disuelve los terrores. Otras veces, en una paradójica naturaleza muerta que rebosa de vida, una suprarealidad se hace presente y palpita en los colores espectrales. Y como si bastase algo para mostrar el gran cambio que se ha operado en Carson, en un gran acto de desprendimiento, abandona las formas, crea otras nuevas, y abre colores siderales en la noche del espíritu.

Así, después de mostrar en su literatura las miserias de los hombres, con una escritura que trasunta dolor y violencia, eleva su mano y dibuja una luz al final del camino.

El Arte y el Infernal Mundo de los Hombres

Una entrevista a Tarik Carson

por Pablo Dobrinin

Nunca conocí a Tarik Carson personalmente. Toda mi comunicación con él ha sido a través de e-mails. Incluso la presente entrevista la hice mediante ese recurso. En 1989, el argentino Luis Pestarini, editor de la revista Cuásar, lo describía en estos términos: ..."tiene más aspecto de joyero refinado que de escritor. Tal vez esto sea efecto de sus años dedicados a la orfebrería. Prematuramente canoso, tiene modos delicados y hablar lento. Uno no se lo puede imaginar violentándose por alguna situación que escape a su dominio". Esta impresión no es muy distinta de la que me dio al observar la fotografía publicada en su segundo libro de relatos" El Corazón Reversible". Hay en ella lucidez, dignidad, y una cierta resignación. Esto no sería más que una curiosidad, si no fuera por el hecho de que en sus dichos y en sus libros él aparece así.

No le gustan las multitudes, y ama en cambio la soledad, porque ella le permite pensar y trabajar. Sin embargo, en el trato personal se muestra abierto al diálogo, y aún a las confidencias.

Una infancia azarosa

- En algún momento decías, recordando a Freud, que la niñez es nuestra patria. ¿Qué te dejó la ciudad de Rivera en este sentido?

- Tal vez me dejó el recuerdo de mi abuela, quien me crió y me envió a la escuela. También recuerdo que cuando tenía 14, fui a una laguna con un primo de mi edad y vi cómo se moría ahogado, sin que yo pudiera hacer nada. Recuerdo que todos los días a mediodía había un informativo radial en el que tocaban al principio y al final un himno norteamericano. Allí todos se sentían norteamericanos, desde luego, con calles de tierra. Debía haber un comunista cada 200 personas o más, y eran vistos como roedores malignos. Yo no sabía nada de política, pero me extrañaba el gran odio hacia esa gente. Me acuerdo igualmente que los niños eran terriblemente crueles y violentos. Los mirabas, en la calle, y te rompían la nariz. Los maestros le pegaban palizas terribles a los rebeldes, que, además, eran, es verdad, indomables. En fin... Sobre lo de Freud, bueno, no creo que sea así en mi caso. Según mi experiencia, la patria de uno es donde uno puede vivir con felicidad, donde tiene tiempo libre, ocio, e ignora un poco casi todo. Yo viví eso en Montevideo durante un tiempo joven, y como joven, ignoraba mucho, o casi todo. A pesar de lo cual, considero a la ciudad de Montevideo como mi patria. Mi peor error fue irme de Montevideo, porque ignoraba que ya no podría regresar.

-¿Qué motivó que te fueras de Rivera a Montevideo?

- Mi madre huyó a Montevideo de un matrimonio desde el principio destruido, y me llevó a estudiar y a ver si iniciábamos una vida algo mejor. O sea oportunidades". Vivimos al principio en una piecita, frente al Parque Central, cerca del Estadio Centenario, detrás del cual estaba el ISEF, donde estudié un tiempo hasta que tuve que trabajar, con 17, y abandonar los estudios de tiempo completo.

Los Crímenes Políticos

- ¿Cómo describirías el clima político de los años previos al golpe de estado? ¿En qué medida influyó en tus cuentos? ¿El descrédito de los políticos que se advierte en tus primeros cuentos, está en relación con el clima político de esos años?

- Montevideo era una ciudad maravillosa, hasta que a algunos se le ocurrió que podía vencer a EEUU, en su terreno, y hacer que bajara el paraíso a la tierra, por medio de las armas y la violencia. Es decir, por actos de magia. Aunque, aún siendo joven y desprovisto de sabiduría, notaba mucho la corrupción política general, el acomodo, la corrupción, la hipocresía, el robo, etc. al estado. Siempre estuve en contacto con mucha gente, en los trabajos, y veía podredumbre por todos lados. De todas maneras, se vivía aún de la bonanza que habían traído las guerras en Europa, y la ausencia, en ese entonces, de los grandes negocios competitivos de los países de primera clase. Es decir, la situación era muchísimo mejor que la de hoy. Después, vinieron poco a poco los crímenes políticos, de ambos bandos, izquierdistas y reaccionarios, y empezó el miedo, y para ser corto, la ruina general que se tiene que pagar hoy con la miseria y corrupción devastadoras que vivimos... Pero esto no influyó en mis cuentos. Bueno, eso quiero creer. Es que siempre tuve esa tendencia temática. Creo que es algo inconsciente, que se trae quizá, no sé cómo, de otro lado. Lo que vale en literatura son los pormenores de la vida íntima, la experiencia directa de las interrelaciones humanas, lo que se siente casi en secreto, lo que uno percibe de los demás y de uno mismo, etc. O, de otra manera, lo que uno escribe depende de lo que uno "ve" y siente de los demás, de los grupos, de la gente, etc. De la cantidad de empatía de pueda tener. Esto es lo que influye y moldea la visión del escritor. Cosa que también depende de su posicionamiento económico en la vida, y esto es, para mi, fundamental. Yo desciendo de gente de trabajo, y eso siempre fue una senda segura hacia una vida muy cercana a un vía crucis al calvario.

"Todos los partidos están hechos del mismo barro"

- ¿Cómo te definirías políticamente?

- Es imposible definirse, porque para mi lo principal es el estilo de vida de las personas. Al principio, siempre fui de izquierda, y siempre elegía el mal menor (a los que creía abusadores de privilegios menores), a mi modesto entender. Pero tras tanto golpe en las bandas, digamos, entendí que todos los partidos están hechos con el mismo barro. Una perogrullada que al parecer nadie ve, y sería tema de libros. Lo resumiría así, los mejores sistemas son los holandeses, suecos, belgas, dinamarqueses. Y no importan los partidos, o los conceptos izquierda, derecha, centro, etc. Lo que importa, más que nunca, son las efectividades, la liquidación de la corrupción y el acomodo, y un nuevo concepto de elección, por méritos y capacidades en absolutamente todos los rubros de un país. Y la educación fundamental para transformar a las bestias (nacemos así) en hombres. Pero no existen partidos que hagan nada bien en países ratones, países queseros. Puede haber un gran hombre arriba, pero después la limalla de hierro rodea al imán, como si este fuera gruyere, y lo terminan pudriendo todo.

Retirado de las Librerías

- ¿Por qué El Hombre Olvidado fue retirado de las librerías?

- En un diario muy leído salió un pequeño escrito de un crítico, que se ocultó bajo un seudónimo, comentando que había salido ese libro, y que había un cuento (Por la Patria) que se escarnecía sobre los signos patrios, etc. Y sugería, por supuesto, que el autor debería ir preso. Eso fue durante la dictadura. Había un terror generalizado, todos los días a las 20 horas había cadena de radio, y daban listas de personas comunistas, que había que encarcelar por graves delitos, etc. Entonces, creo que el editor se asustó, como todo el mundo aterrorizado, y tal vez algunos libreros (si es que hojearon el libro), antes de verse en problemas, devolvieron el libro. Ocurrió que desaparecían muchas personas que uno conocía, y que uno pensaba que ya estaban muertos o torturados, y todo el mundo, como en los estudios de Freud, o los cuentos de Kafka, se sentía culpable de algo, de cualquier cosa, haber tenido un conocido comunista, o hasta por pensar en contra de lo que ocurría, por ejemplo, o guardar un libro peligroso, etc. Al fin, después recuperé un centenar de libros, que aún conservo.

"Sufrí dos brutos allanamientos"

- ¿En algún momento sufriste persecuciones políticas?

- No directamente. Siempre las mejores amenazas son indirectas. Y eso debían aconsejar los asesores norteamericanos que organizaban el terror. Yo nunca estuve afiliado a nada, y creo que no estar en las listas de partidos de izquierda me salvó, incluso de que me quisieran aterrorizar directamente. Al principio, iban por la gente famosa, cuyos nombres sonaran mucho. Quizá después vendrían por los chicos. Es verdad que en 1975 intentamos hacer una revista de arte, con pintores, y poetas, todos conocidos. Iba a ser una revista estrictamente de letras y de plástica, etc., y se iba a llamar Palabra, creo, Era un proyecto importante en ese momento en que todo estaba congelado por el miedo. Y entonces alguien del ambiente delató a la policía que la revista iba a salir, y que en ella había nombres de comunistas. Detuvieron a uno del grupo (y nunca supimos a quién) y fue interrogado, y le sacaron todos los pormenores. Después se llevaron al que iba a ser el director responsable (el escritor Ariel Méndez), le mostraron todos los datos, para sugerirle que lo sabían "todo", y prohibieron a la revista antes de salir. En fin, era molesto hasta reunirse con dos o tres personas porque un vecino te podía denunciar y te caía un allanamiento y hasta te podían llevar por tener un libro de un comunista, o algo así. Así que ese era el tipo de persecuciones o libertades que teníamos. Bueno, sufrí dos brutos allanamientos, uno en Montevideo, y otro acá al poco tiempo de llegar a Buenos Aires. Por qué causa, o quién me delató como sospechoso de algo nunca lo supe. Creo que los vecinos, simplemente. Acá por ser uruguayo, y ahí por ser un escritorzuelo que se reunía seguido con amigos barbudos, y esas cosas. Había tenido un revólver y entre los libros muchos libros del Che, y cantidad de otros libros, pero tuve la presteza de quemar, por lo menos los libros del Che sobre la guerrilla. Menos mal. Y acá los tipos se chasquearon porque yo había traído sólo libros de ajedrez, un montón, y unos libros de budismo tan luego.

Nunca se adaptó a la Argentina

- ¿Por qué te fuiste a la Argentina?

- El primer motivo era que no soportaba más la situación política. Otro motivo es que quería ganar algo más de dinero para tener más tiempo para escribir, más tiempo para el ocio necesario para producir o procurar producir, por ejemplo, más cuentos. Pensaba que podría tener más oportunidades para editar, sin problemas. Calculaba que la dictadura no se retiraría antes de diez años, o más. Además vivía en la Argentina. Y pensé, ante todo en un pasaje por acá, y luego irme quizás a España. Porque deseaba irme a un país de lengua española, para no perder el contacto con la lengua española. En aquel entonces Argentina era otra cosa. Era un país generoso con los extranjeros. La patronal estaba obligada a pagar buenos sueldos. Se podía vivir trabajando medio día, por ejemplo. Y me fui quedando con unos pocos familiares. Claro que no podía adivinar lo que vendría después, y cómo me quedaría atrapado hasta hoy, sin salida, y sin adaptarme a esta otra cultura.

- ¿Encontraste en Argentina lo que fuiste a buscar?

- Yo vine a buscar una sensación de libertad (que es lo que te puede dar el capitalismo) y, como te dije, tiempo libre para escribir y tratar de desarrollarme en el aspecto que quisiera. Sin tiempo libre no existe literatura, ni nada se puede hacer. Pero, dado mi carácter poco aventurero, me fui quedando, aunque no encontré la forma de ganar dinero para tener ese tiempo libre tan buscado. Lo único, al fin, que encontré, fue un abismo terrible, peor del que venía. Un abismo que hasta ahora no tiene fondo.

- ¿En qué pensás que nos parecemos y nos diferenciamos los uruguayos y los argentinos?

- Nos parecemos en las cosas rastreras de la vida, como la adoración por el fútbol, o las cortesanas de la farándula, en la música amanerada y de mal gusto que se escucha. Y nos diferenciamos en cosas profundas que en este momento ni conviene mencionar. Luego de 30 años, repito, aún no me he adaptado a esta otra idiosincrasia. La mayor parte del tiempo vivo como en un sarcófago.

- ¿ Por qué decís que los uruguayos "creemos" conocer a los argentinos?

- Porque uno siempre tiende a la superficialidad. Lo esencial siempre está oculto. Y la desinformación es lo que abunda. Un uruguayo podría creer que viendo los teleteatros o leyendo las revistas del corazón que llenan los kioskos de Montevideo conocería la idiosincrasia de otro pueblo. El pueblo paraguayo o boliviano, o el que fuera. No es así. Además del hecho de que, en general, la gente mira, pero no observa ni analiza. No basta con pensar que la contigüidad de los países sea un argumento para una amistad auténtica (las guerras más atroces han ocurrido entre hermanos). No, yo pienso que todos estos países podrían a llegar, por nimiedades, como un campeonato de fútbol, a trenzarse en una guerra fratricida, si sus gobernantes lo quisieran. Y podría ocurrir aprovechando la rivalidad futbolística, en un contexto de tal demencia mundial por las pelotas. Además de las cargas históricas, de creer que uno es dueño del otro por tal o cual cosa ocurrida hace 200 años, y temas de este calibre, que siempre están presentes en la mente de gente de mucho poder e influencia, que es la que pesa en definitiva.

"No existe la crítica literaria"

- ¿Qué significó para ti vincularte con el círculo argentino de c.f. y la obtención de los premios Más Allá?

- Cuando volvió el sistema democrático acá, en 1983, hubo un pequeño renacimiento y esperanza en general, y eso llevó a que también se agruparan los amantes de la c.f.. Yo tuve la suerte de conocer, un poco por el ajedrez también, al escritor vel Hartman, y me convidó a reunirme con otros escritores. Bueno, después esas reuniones aumentaron y se publicaron un montón de revistas, y mucha gente escribía y publicaba sus cuentos. Pero muy pronto empezó la conspiración, la inflación, siguieron tremendas devaluaciones, la quiebra económica periódica y crónica, en fin. Y todo se volvió a terminar. Ahora, sobre algunos premios no cabría decirte mucho. Todas estas cosas, en todos los países, si no son vistas, apreciadas y apoyadas por la cultura general y estable del país, caen en saco roto. Máxime cuando todo lo domina el mercado, y el mercado vende lo que ya está impuesto. Sobreviven las imágenes, los nombres hechos, en general del pasado; lo demás muere de inanición. No existe la crítica literaria. Existen profesores cuyo propósito es ganarse viajes a Europa, y unos euros, armando refritos de refritos de los mismos escritores de siempre. (Tengo algunos amigos que juegan a ser grandes literatos viviendo vergonzosamente de esas limosnas.) Ése es el sistema que nuestros países han elegido para su cultura. Al no fructificar los premios y los méritos en algo concreto, digamos, por lo menos, la publicación de lo que uno escribe, todo lo demás es la muerte de la voluntad del escritor, o pintor, o el creador que sea. Es la naturaleza de estas cosas literarias y artísticas en países ratonescos, que no defienden a sus valores. Defienden a los valores extranjeros, o los mercachifles ordeñan a los nombres "consagrados", por llamarlos así.

"La literatura canónica está atrasada casi setenta años"

- Se ha dicho que tenés influencias de Arlt, Onetti, etc. Pero me gustaría saber qué influencias reconocés vos.

- Me gustan esos autores, pero en seguida me libré de unas influencias superficiales que percibí después de editar El Hombre Olvidado. Arlt está un poco lejos, aunque es muy interesante y generoso con el tiempo del lector, y Onetti es excesivamente denso y anticuado en su estilo, para mi gusto. Hace tiempo que me parece mejor un estilo más práctico, adecuado al presente y al futuro, un estilo que viene de Chejov, Mark Twain, Bierce. Actualmente leo con mucho gusto a Bukowski, por ejemplo. Pero, si esto fuera posible, y no creo que lo sea dada la suerte, me gustaría seguir un camino que abrieron Swift, Poe, Bierce, Celine, Kafka, Ballard, Quiroga, Felisberto Hernández.

- Tu obra de ciencia ficción es más que nada una extrapolación crítica de la sociedad actual. No tan vinculada a la tradición anglosajona de c.f., más preocupada del impacto de los cambios científicos en la sociedad, cuando no de la mera aventura. Sin embargo, me gustaría saber si lees o leías a autores extranjeros de c.f.

- Bueno, el asunto es que la ciencia ficción no es un descubrimiento del siglo XX. Por ejemplo, ¿Swift es o no un autor de c.f.? Parece que sí, o algún cuento de Bierce, de Poe, y no hablemos de Julio Verne o a Wells. Creo entender que te referís a la literatura que floreció a partir de Hugo Gernsback. Y ahí sí la respuesta es no. No conocí hasta 1984 a Ballard, a Dick, a Bradbury, etc. Hay que observar, con este tipo de acontecimientos, lo difícil que es ampliar (no ya cambiar) la visión de cierta parte de la cultura de los países. La literatura canónica, digamos así, está atrasada casi setenta años, respecto a las joyas literarias que ha dado ese genero fantástico que los norteamericanos llamaron c.f., pero que, para mí, lo engloba todo, aparte de la literatura realista convencional. No me importan los cambios tecnológicos para nada, además salvo las cuestiones de la medicina, lo demás no veo que mejore el corazón de nadie y por lo tanto la forma en que vivimos. Y si esto no se modifica, nada más importará.

La Pintura y la Búsqueda de la Belleza

- ¿Qué encontraste en la pintura?

- A mí siempre me gustó la pintura, e incluso durante años, de noche, fui a la Escuela Nacional de Bellas Artes, que estaba, en los sesenta, en Pocitos, y que después, creo, la dictadura clausuró. Tuve muchos amigos pintores, y trabajé durante años con el pintor Washington Ledesma, que vive ahora en EE.UU.. Pero, no sé por qué, nunca tomé a la pintura como una posible actividad seria. Eso fue entonces. Ahora hace unos años que pinto, con una visión más completa gracias a tantos años de ver de todo en arte. Además, dejé de escribir, de estudiar y jugar al ajedrez. Pero he seguido con la costumbre de no detenerme nunca, habiendo tanta cosa para aprender y hacer. Lamentablemente, el arte de la pintura fue totalmente destruido, tal vez a principios del siglo XX, porque lo clásico y bello era considerado posesión absoluta de la burguesía a la que había que destruir. Y entonces la pintura se enganchó con la locura autodestructiva del siglo. Quiero decir que siempre tengo hasta miedo de decir que pinto cuadros, porque pintar puede significar hacer cualquier cosa, o no hacer nada. El "pintor" ruso Malevich fue el primer individuo que fue al extremo. Pintó una tela totalmente de blanco. Después, un americano, si no me equivoco, un tal Reinhardt, pintó otro cuadro, pero todo negro. Desde entonces, teniendo dinero para comprar la imagen, la fama, la trayectoria, o como quiera llamársele, cualquier cosa es arte. Lo que importa es solamente el dinero que uno tenga para comprarse la imagen, la fama, etc. Y hay cantidad de tipos que se las dan de críticos de arte, con muy buenos contactos, que venden obras maestras de la retórica y el gran arte de escribir hojas y hojas sin decir absolutamente nada, elevando a absolutos impostores a pedestales de grandes artistas. Y es todo un fabuloso negocio en combinación con los marchantes de turno. En fin, a pesar de todo, en los colores y las formas siempre se encuentra la belleza en forma pura, incontaminada de lo humano, casi. Con la literatura no puedes saltear lo humano, pero con la pintura sí, y puedes dedicarte solamente a la belleza. Por suerte todavía es posible apreciar y producir alguna belleza, en último caso para una pared propia.

"La Exposición de la Maldad es el Fundamento de toda buena Literatura"

- Realmente tenés tan poca fe en el ser humano como podría desprenderse de la lectura de tu obra? ¿O es más que nada una advertencia y una forma de exponer la maldad para condenarla?

- Como me considero un sobreviviente, gracias al estoicismo, no puedo a esta altura esperar nada que no pueda comprar a un precio altísimo. Más que nunca, sé que todas estas cosas del arte, sobre todo la difusión de nuestra obra, es una cuestión de dinero y de influencias, de amigos obradores y poderosos. Y si no los tenés, no podés esperar absolutamente nada de los humanos. Eso por un lado. Por el otro lado, no podría escribir algo como advertencia, porque no hay cosa más inútil que un buen consejo. Pero sí pienso en la validez absoluta de la exposición de la maldad, por medios indirectos, alusivos, y artísticos. No sé si para condenarla, porque está por encima de todo, y se enseñorea en el mundo más que nunca. Es más, opino que la exposición de la maldad es el fundamento de toda buena literatura.

"El Sistema es el nutriente de los Corazones de los Hombres"

- ¿Es posible la felicidad? ¿Qué fue para vos, o qué es, o cómo podría ser?

- Casi no conozco a la felicidad, me parece, porque cuando la tuve, de joven, fue demasiado breve y retaceada. Pero creo que es posible ser feliz, y mucho, mucho tiempo, si tienes salud y bastante dinero. Por eso es que el dinero es el rey del mundo para cualquiera. Claro que hay distintos tipos de felicidad, de acuerdo al que la experimenta. Un atorrante, por ejemplo, se conformaría con una mesa llena de carne y vino, o con un poco de circo, que hoy por hoy, digamos, sería un partido de fútbol. Otro u otra se conformaría con andar velozmente en auto. La mayoría, incluido yo, se conforman muy bien con el acto sexual, por ejemplo (¿quién puede escapar así nomás al imperio glandular?). Después, pienso, están las edades de la vida, y la salud. Cuando mayor sea uno es más difícil ser feliz. Y cuanto más sepas y más cultura tengas más difícil aún. Hasta que al fin la única felicidad podría ser la paz, el silencio, la oscuridad. O, digamos, la muerte. Pero he notado, además, que la felicidad es en todo efímera, y se da en pequeños sorbos, y que siempre vuelve al problema del dinero. Salvo que uno sea un yogui, o un asceta, o esa clase de persona que no abunda en occidente. Y como veo que tu pregunta busca la práctica, pienso que se puede ser feliz no deseando mucho. Como me considero un modesto budista nihilista (lo que no es contradictorio), estoy seguro de que cuando menos se desee más alejado de las ilusiones puede estar uno. Aunque es verdad que esto no es para todos. Y si no lo es, hay que resignarse a ser casi feliz con pequeñas cosas, y de a tramos. En mi caso, en estos días, soy casi todo el tiempo un infeliz (lo que alegrará a algunos). Pero puedo ser casi feliz durante unas horas, un domingo, cuando no trabajo y puedo recostarme a leer un buen libro, o algo que me interese. O cuando tengo unas horas para mí, por semana, y si logro suspender el pensamiento de que tengo que seguir guerreando el lunes con mil problemas para ganarme la vida. También puede uno ser feliz durante un acto sexual (lo cual es una vulgaridad, pero común al mundo entero, o casi). Pero, si la persona fuera adinerada, y hacendosa, puede ser muy muy feliz haciendo obras, o mil cosas productivas y enriquecedoras; puede evitar muchísimos conflictos familiares o con la mujer, librarse de todas las presiones del mundo real, como impuestos a pagar, gastos que hacer, etc. Este es el motivo que todos los artistas queramos vender nuestras obras y tener dinero, porque te da la libertad para la obra, que se nutre del ocio y la despreocupación. De todas maneras, también para resumirlo, es muy compleja la felicidad y tan particular como seres vivos haya con cierta conciencia. Hay que considerar también lo que sostenía Freud. Más o menos que el hombre está hecho para el displacer y que lucha constantemente para obtener lo contrario. Lo cual es difícil, si el ser no tiene a quien sacrificar para ello, o lo que roba y mata es de poca monta o es inexistente. El sistema de nuestra vida es así. No es lo mismo la felicidad si trabajas para vivir, que si cien personas trabajan para tu felicidad. Justamente es como la ley de la selva. El Capitalismo tiene esa esencia. Y no hay que tratar al sistema con desprecio o ironía, porque es algo superior, es la médula del mundo conocido, el nutriente de los corazones de los hombres. De ahí que Jesucristo o Buda niegan la vida que conocemos, y la búsqueda de "felicidad" común, o la felicidad material. En fin, es un tema para algunos libros.

"El Mundo es Infernal por Naturaleza"

- En algunos de tus cuentos, se advierte que leíste libros sobre ocultismo. En algún momento creíste en lo que planteaban o sólo los utilizaste como material para tus ficciones.

- Empecé leyendo, con unos 14 años, digamos, o antes, los libros de Krishnamurti. (Mis abuelos tenían bibliotecas surtidas.) Me gustaban esos libros, pero no sé si entendía mucho, poco o nada, visto el asunto desde acá. Pero este pensador era un poco vago en el momento de llevar sus consejos a la realidad. Igualmente siempre me fascinó lo misterioso, y lo que está detrás de la realidad, y leí de todo detrás de los misterios. Y usé todo lo que pude en algún cuento. Por otro lado, toda esa religiosidad, como las promesas políticas, los ovnis, y los mismos dioses, todo eso no sirve para nada si no va acompañado con pruebas y hechos. Y las pruebas y los hechos jamás han aparecido. Bertrand Russell dijo que una taza podía perfectamente orbitar Marte, sin cambiar para nada nuestras vidas, y sin que fuera discutible su existencia. Y el problema es cómo cambiar el mundo efectivamente, imposibilidad que te deja, además, totalmente agnóstico.

- En alguien que ha hecho de la ironía y el escepticismo un estilo, cuesta pensar que tenga una visión idílica del más allá. ¿Cómo te imaginás la muerte y después...?

- Imaginar, es lo único que podemos hacer sobre este asunto de la muerte. Pero imagino que hay dos posibilidades. Que no haya nada. O que sea verdadera la teoría de la reencarnación. Hay algunos hechos rarísimos que sólo se explican por la reencarnación. De todas maneras, también en esto soy agnóstico. Da lo mismo cualquier cosa, desde el momento que se nos niega como animales humanos el más mínimo indicio de la verdad sobre el tema. Nacemos y morimos cegados. Opino que lo único lícito es hacer de cuenta, ilusionarse o engañarse, con el pensamiento de que "algo" superior a esta vida pueda existir, y que, por lo tanto, la toma de posición, o la elección de un estilo o una ética de vida, es lo mejor que se puede hacer. Mi elección ha sido esta. Que haya o no haya nada después me importa un rábano, porque el mundo es infernal por naturaleza, y su cese tiene que ser por fuerza moralmente mejor. Al fin, irse del infierno no puede ser tan malo, y más si nos van a echar inexorablemente a todos.

"La buena literatura siempre gira alrededor del dolor"

- Un amigo que tenemos en común, Pestarini, me repitió algo que tú le dijiste, que en literatura sólo te interesaba lo que fuese "sórdido". Me gustaría que ampliaras un poco más ese concepto.

- Creo que Sartre dijo que la literatura no se hace con buenas intenciones, y eso requiere cierta interpretación no muy fácil. No sé si "sórdido" sería la palabra, porque es un concepto limitado. Más bien parece ser que la buena literatura siempre gira alrededor del dolor, del sufrimiento, del error, de las dudas, del llamado pecado, del temor, de la muerte, de la tragedia, de los horrorosos dramas de cama, y demás temas de esta índole. Por eso es aconsejable no escribir sandeces. Quiero decir con esto que me parece que la esencia de la vida podría ser sórdida. Es sórdido el egoísmo, el dinero, la vanidad, los placeres estúpidos, el trabajo explotado, las guerras y torturas, las mentiras, etc., es decir, el motor de la vida en la tierra. De otra cosa no sería interesante escribir para mí.

-¿Podría ser esta sordidez un rasgo de estilo de los escritores del Río de la Plata, como Lautréamont, Arlt, Onetti...?

- Creo que es contingente el hecho de que en el Río de la Plata surgieran tan importantes escritores. Ocurrió en una época, y probablemente no ocurra nuevamente jamás. Tenemos la suerte de ser de acá, y no de otro país que a lo peor no produjo nada cultural, y estos países son muchos. Por otro lado, si son buenos los escritores, son sórdidos (aunque uno puede ser sórdido y no ser bueno), aunque yo no esté, repito, de acuerdo con esta palabra limitada para describir el fenómeno. Fijate que todos los grandes escritores son "sórdidos". Digamos, Dostoievsky, Tolstoy, Balzac, Kafka, Celine, Swift, Flaubert, Shakespeare, Shopenhauer, Moliere, etc. Lo que nos llevaría a pensar que la esencia es la misma en los buenos, o grandes escritores. Hay algunos escritores, como Borges, que serían nada sórdidos, pues hay excepciones. Otros escritores le temen mucho a la política y tratan de escribir sin mancharse los puños. Por otro lado, como en español hubo tres centros editoriales muy importantes, que fueron México, Argentina y sobre todo España, podríamos pensar que fue por eso, por ser un centro cultural importante. Pero no lo creo. Porque ni México ni España, en esas décadas del siglo XX, dieron mucho para recordar.

"El Inconsciente da los mejores frutos en materia de Arte"

- Cuando escribís siento que jugás con el lado oscuro, y te ponés una y otra vez el traje de "malvado", ¿a qué conduce eso?

- No, eso es una impostura, o una técnica (palabra presuntuosa pero útil) para hacer más creíble lo que se cuenta. La primera persona produce esa sensación, y muchos autores sólo lo hacían así. La tercera persona presenta otras ventajas, y alguna desventaja. Dick, por ejemplo, siempre usaba la tercera persona. Es raro, pero ocurre a veces que determinadas cuestiones sólo se pueden narrar en tercera persona, por ejemplo. La primera persona tiene la contra de que puede hacer creer, aun subconscientemente, a algunos lectores, de que el autor tiene algo de esa persona parlante. Pero no siempre hay que tomarlo así. Aprecio mucho la opinión rigurosa de Flaubert: por lo menos conscientemente, no hay que poner nada de uno en lo que se narra. Esto parece un contrasentido, pero hay que saber manejar este asunto y así las cosas salen mejor, si uno es minucioso cuando escribe. De todas maneras, nadie puede escapar a la fuerza del inconsciente, y en verdad, siempre deberíamos escribir con la ayuda de esta potencia fenomenal contenida en las profundidades desconocidas de nuestro ser. El inconsciente da los mejores frutos en materia de arte, y no la cosa muy elaborada o calculada, que pierde el atractivo de lo espontáneo, de lo natural, y el aspecto de fácil que tiene lo difícil.

- En muchos de tus relatos el sexo cobra un papel muy importante. ¿Qué importancia le das al sexo en el andamiaje de la sociedad?

- Opino que todo el mundo sabe más profundamente, desde Freud, Adler, y otros, que esto es lo fundamental, junto a la voluntad de ser en vanidad, y de tener poder y cosas materiales. Supongo que el sexo es la parte de la animalidad, del instinto más fuerte en la naturaleza, por razones obvias, y todo lo otro es más de naturaleza mental. Podemos imaginar a un conejo muy copulador, pero no a un conejo muy vanidoso, o muy corredor detrás del dinero, o el poder, por ejemplo. Para contestar precisamente a tu pregunta sería bueno ver al humano como a un gran conejo cegato que corre atrás de cualquier vagina todo el tiempo; y cree que es un fenómeno, o sea: tonto egoísta y orgulloso de serlo. Y para resumir, esas tres o cuatro cosas bastante estúpidas, y con sospechoso hedor a perversidad, son las que motivan y han motivado al hombre desde siempre. Ha hecho la humanidad igualmente grandes obras, todas de arte, y es lo único que la justifica. Para mí, las grandes obras son todas a su pesar, porque siempre buscó otra cosa, o sea, en singular, ser el conejo más copulador y egoísta imaginable. Así es de importante la vagina, cosa, por lo demás, que avergüenza mencionar por lo obvia.

- ¿Qué es para vos la literatura, una espada, un espejo, una lámpara...?

- Una espada que, a veces, le estropea el disfraz a la perversidad.

- En varios de tus relatos los protagonistas son artistas. Me gustaría repasar algunos conceptos que viertes allí, para ver en qué medida te haces eco de los mismos. Es decir, si podemos, a partir de esas ficciones, rescatar aquellos elementos que también forman parte de tu manera de enfocar lo artístico.

- Muchas veces he escrito sobre esa clase de personas porque son las más ricas espiritualmente, y también en lo intelectual y en lo sensible. Igualmente, he escrito sobre la otra parte de las personas, el vulgo o la generalidad, que no observa nada, ni siente nada salvo su egoísmo, su vanidad, etc. La persona culta y sensible es infinitamente más rica en sensaciones y por lo tanto ofrece mucho más a un escritor, sobre todo si se escribe más bien desde adentro, o más del punto de vista de la primera persona.

"La Literatura es la Historia Verdadera de la Humanidad"

- En el relato Ogendinrof, se puede leer "parece que escribir es una manera de desencadenarse, a veces vengarse sutil y secretamente". ¿Así lo pensás vos? Y en ese caso, ¿de quién te vengás?

- El escribir es muchas veces darse voz, en verdad, cuando no se tiene posibilidades de voz. No me gusta la palabra "denuncia", pero la mejor literatura historia situaciones, y como son situaciones sobresalientes, en general excepcionales o dolorosas, graves, etc., que siempre van a quedar en la nada, bueno, entonces el que escribe tiene casi el deber de rescatarlas del olvido. He pensado siempre que la literatura es la historia verdadera de la humanidad, porque cuenta las cosas desde adentro, desde donde importa, desde lo práctico para la vida sensible. La otra Historia, la de los hechos ocurridos y sus interpretaciones, no es más que una fusión de hechos fríos, muertos, a los que se puede ver desde distintos ángulos y decir lo que se quiere por conveniencias políticas, nacionales, etc., cosa que sabemos de sobra. Pero la literatura es de otra materia, es verdadera, paradójicamente, aunque sea ficción. Acerca de la venganza, eso quizá se refiera al hecho de que la Justicia es una venganza también, pero efectiva. La literatura, en cambio, es pasiva y, repito, más historiadora de otra manera porque denuncia y juzga o no, simplemente narrando algo que supuestamente ocurrió, y conlleva una verdad implícita. Y eso tiene que enriquecer tremendamente la memoria y el caudal cultural de una sociedad que ha superado en cierto grado el estado animal.

"Siempre me identifico con mis protagonistas perdedores"

- En "Los labios de la Felicidad" tenemos a un artista incomprendido, que incluso hasta a veces duda del valor de su obra, y finalmente deja de cuestionarse el valor del arte y de la vida y se sumerge en la nada absoluta. Recién ahí, en esa negación, encuentra la felicidad. En que medida te podés sentir identificado con el protagonista.

- Siempre me siento identificado no sólo con "mis" protagonistas tan perdedores, sino con todos los perdedores de la literatura, o del mundo que percibimos. Pero el cuento es una alegoría, acerca de la muerte anticipada, que es algo que no está tratado ni en literatura ni en ningún lado. La muerte anticipada es algo que se puede elegir o sufrir. La mayoría absoluta lo sufre. Cree que vive, cuando en verdad está muerta, como está muerto un animal que nace y crece exclusivamente para ser devorado por otro más poderoso en determinado momento. Es lo que ocurre con los trabajadores verdaderos de todo el mundo que conocemos (no de los vagos que siempre se las rebuscan para zafar y que otro vaya al frente). Son muertos con una ilusión, la zanahoria, que es el símbolo de sus deseos carnales que satisfagan el egoísmo que le exige la misma naturaleza. Pero en realidad son individuos, que, si bien construyen todo lo material que existe, no disfrutan de su esfuerzo. Su vida verdadera tiene la finalidad de servir para que "otro" sea el que lo goce a través de toda la historia conocida. Por eso los grandes maestros espirituales propugnan la muerte en vida como elección. Sería la forma más sabia de rechazar de plano el Infierno en el que siempre ha vivido la mayoría de la humanidad. Por ejemplo: Jesucristo lo expresó con la sencilla frase: Yo no soy de este mundo, y por ejemplo: El que lo pierda lo ganará. Y, por lo tanto, esa entrega a Cristo que piden algunos religiosos significa justamente "abandonar" lo infernal de la vida. Y un maestro tan maravilloso como Buda lo expuso en sus llamadas "4 nobles verdades", o algo así. Pero volviendo al cuento, bueno, si bien no se menciona para nada esto de las religiones, o filosofías (cosa que haría fracasar de plano al cuento), trata indirectamente sobre esta encrucijada de una persona enferma de sensibilidad que está pasando a cierto estado de locura, al no poder manejar lo que siente y que quiere a través de una cosa comunicársela a otros.

- En "Percepciones extrañas" es quizá donde hay un corpus de ideas más explícito. Los "sopladores" son un paradigma del artista así como los "globos" lo son de la obra de arte. Por ejemplo, allí leemos: "Los sopladores eran vidas oscuras, lastimeras, mezcladas con el alcohol". ¿Es mejor que un escritor haya tenido una vida sacrificada o incluso dolorosa, eso puede favorecerlo como artista? ¿Es eso imprescindible? ¿Tiene que haber dolor para que haya arte?

- No, lo mejor o lo deseable es una vida lo más cómoda posible, en un mundo infernal totalmente comprobable. Muy pocos artistas logran las dos cosas, romper la infelicidad y hacer arte verdadero. Muchísimos artistas logran la mentira, es decir, pasar por tales con obras falsas, que, gracias a la ignorancia de la verdadera lectura, pasan por ser individuos geniales, monstruos sagrados, elefantes blancos y esas cosas que dicen los adulones. Con la consiguiente bolsa bien provista. Pero esto es totalmente contingente. Porque además el mundo siempre estuvo locamente dominado por el azar, que es el juego de lo perverso, y que automáticamente produce una injusticia y sinrazón cósmicas. Esto impacta especialmente en el resto inmenso de artistas que se mueren sin recibir ni una migaja de la hiperopulenta mesa de los privilegiados. Y esta es la fuente de los grandes sufrimientos para sensibilidades altamente desarrolladas, como la de los artistas verdaderos. En Rusia hubo dos casos más que notorios. El de Tolstoy, nacido conde y millonario, y el de Dostoyevsky, cuya vida tuvo padecimientos terribles por la pobreza. Los dos son fenómenos que no se darán más. Y se puede percibir que la contigencia de esas vidas no afectaron sus calidades artísticas. De todas maneras, aquellas eran otras épocas. Existe, igualmente, la impresión de que una vida desgraciada es más rica en experiencias que puedan ser traducidas luego en arte. Tal vez esos sentimientos sean más potentes, y así puedan ser mejor expresados. Pero, en mi opinión, es tal la influencia del azar en la vida, que ni siquiera estos aspectos escapan a su escandaloso capricho y a las infinitas injusticias de produce. Resumiendo, como la literatura está apegada totalmente a los dramas humanos, el escritor que ha sufrido mucho, por lo que sea, tiene más posibilidades y experiencias para expresarse y complementarse de acuerdo a la naturaleza de su arte. De todas maneras, una destacada sensibilidad siempre será necesaria, más allá de la vida llevada o de las pedradas recibidas.

"El Maravilloso Estado de Soledad"

- ¿Alguna vez sentiste que te recostabas en la tristeza o en el dolor para escribir?

- No existe otro motivo en mi caso. Además, mentalmente, y lo repito, creo que todo lo grande y que uno quisiera imitar, o que admira en arte, está fundado en eso, aun en el caso de artistas tan forrados de dinero como Tolstoy, Miguel Angel, y tantos otros. Lo que cuenta es la sensibilidad, la capacidad para ponerse en el lugar del otro (he oído que a veces le dicen empatía, creo), o el instinto para captar lo que es artístico de lo que no lo es.

- ¿Qué significa para vos la soledad?

- Es el estado en el que uno es realmente uno. Considero, sin ser médico, que una persona que no puede estar sola, es una persona enferma. Uno nace solo, y muere solo. Siempre en lo espiritual uno está solo. Pero más allá de lo que pudiera expresar sobre esto, vale el hecho de que a la muerte hay que enfrentarla solo, y a una obra de arte también, y a la percepción de cualquier cosa profunda también, etc. Además, al maravilloso estado de soledad, yo le agregaría, hoy por hoy, el maravilloso estado del silencio. Un manicomio siempre será más soportable en soledad y en silencio; y si no hubiera manicomios también la soledad sería fortalecedora.

"A un Escritor Verdadero tiene que agrandársele la Cabeza"

-Los "globos de Slater" conmueven a la gente porque parecen tener vida propia. Quiroga, en su decálogo del perfecto cuentista, tenía sus ideas acerca de cómo conseguir la "vida" en un cuento. Para vos, ¿qué debe hacer el escritor para conseguir esa "vida"?

- Si alguien pudiera enseñar como dar esa vida, se acabaría el arte y la literatura, porque la comprarían los "gordos", es decir los ricachos (está casi demás decir, que a los ricos les encanta "pasar" por grandes cosas que no son. Aunque Scott Fitzgerald sostenía que eran grandes cosas). El decálogo de Quiroga es muy útil, pero demasiado resumido para tratar un asunto tan complejo. De todas maneras, hay opiniones diversas, como siempre. Faulkner, por ejemplo, ni hablaba del tema, como tantos y tantos artistas que creen que se nace y no se hace. Hay otros que creen en la técnica, quizá porque ellos mismos están enamorados de la técnica, y anteponen este amor por el amor al arte. Dalí dijo algo así cierta vez sobre el pintor Mondrian: "Esa arquitectura es formidable, maravillosa, impresionante, con su precisión, su concepción, su prolijidad, sus colores, etc. Pero me pregunto: ¿dónde está la obra?" Modestamente, en mi opinión, a pesar del azar en la naturaleza, por suerte se puede abonar la tierra donde nace esa "vida", o esas líneas virtuosas con verdadero talento. Eso requiere, ante todo, un trabajo interno personal. Un chequeo sincero para ver qué tipo de personalidad y de apetito tenemos como seres sensibles que se desarrollan en un mundo más que complicado y casual. Y se requieren decisiones radicales. Porque es dificilísimo observarse a uno mismo, y tomar una decisión honesta. Por ejemplo: no tengo talento, pero quiero ser escritor. Entonces, ¿qué hago? ¿Voy por la vulgar impostura sucia, o me decido por la honestidad y no escribo más? Otro caso: tengo talento, lo he demostrado limpiamente, pero todo me rechaza (la mala suerte o casi siempre la envidia de mis contemporáneos). ¿Qué hago? Sigo insistiendo, o me corrompo y voy por la sucia. ¿O dejo de escribir porque no puedo corromperme? Bueno, estos serían los primeros dilemas. Después habría que entendérselas con la técnica, que sería lo más fácil. También habría que considerar el volumen de sentimientos y de sensibilidad propios, cosa difícil de mensurar. Y, quizá lo más importante, la imaginación. Para Bierce, por ejemplo, lo que había que tener era imaginación, imaginación e imaginación. Yo incluiría, para cerrar un tema demasiado extenso para tratarlo acá, el asunto de la atención perceptiva sobre lo que nos rodea. La capacidad para captar lo máximo. O sea, la capacidad para observar y asimilar, comparar y evaluar a la vez todo, todo lo que nos rodea. (Entre tantos otras cosas, al principio leerse todo lo de Sherlock Holmes.) A un escritor verdadero tiene que agrandársele la cabeza. Tiene que tener una mirada de águila para todo. Percibir todo en el comportamiento de su materia prima, que son los demás, los otros. En fin, después viene la cultura, el conocimiento de muchísimos autores. Y finalmente, si uno es un genio, tipo Lautreamont, quizá no necesite nada porque lo azaroso lo favorece ampliamente, y chau. Es decir, y permitime está brutalidad, va al baño, lo hace, y levanta oro. Tan complejo así, y mucho más, es el problema del talento, o sea la capacidad de dar esa "vida" que mencionaba Quiroga.

"El único certificador serio es el Tiempo"

- El viejo soplador de "Percepciones extrañas" sabe cuáles globos valen y cuáles no. ¿Vos sabes? O por lo menos, ¿qué idea tenés sobre eso?

- Roberto Arlt afirmaba que leía una página de un individuo y ya sabía que tipo de escritor podría ser, o no ser. Onetti, también sugería tener la percepción de Arlt. Creo, además, que es una percepción que tienen muchos buenos lectores, sobre todo viejos, y además, como en la vida, un buen ojo observa en seguida las tendencias del candidato. Son cosas parelelas, el conocimiento humano y el conocimiento literario. (Aunque eso, al margen, no importa mucho, porque para la sociedad y el mundo, y creo que siempre fue así, lo que más valió fue la categoría del padrino del autor de la página.) Aparte de esto, está el tema del desarrollo feliz de un artista, de su destino, o su fracaso en la realización, por más talento que tenga y más se espere de él. Uno puede hacer algo que vale (es más, casi todos los escritores que conozco creen que valen bastante, reconocidos o no), pero que eso sea valorado depende de los otros. Pero solamente hay un certificador serio en todo el mundo, y es el tiempo. Y así mismo la mala suerte puede burlar al certificador y al tiempo juntos (el genial pintor Caravaggio, por ejemplo, estuvo varias centurias sin ser reconocido pero por nadie).

- Dice el viejo soplador, siempre en "Percepciones extrañas", qué los globos ya vienen con un tamaño determinado. Ahora bien: ¿Es esto válido para los cuentos y las novelas? ¿Estás de acuerdo con esa teoría que dice que al escritor es como si alguien le dictara algo que ya está escrito?

- No, porque no se puede generalizar en este punto para llegar a la verdad. Algunas personas lo reciben del inconsciente, supongamos, como si alguien se lo dictara, y otros lo reciben del inconsciente y otras influencias más diversas e indefinibles, todo entremezclado. Esto también depende del azar, de la suerte, de mandatos locos que existen y que nunca logramos dominar, y que, además, casi siempre ni sospechamos que pesan tanto. Y además está la posibilidad de un escritor que no tenga talento, pero que lo compense ampliamente con una gran técnica y cultura, y un gran trabajo de planeamiento y estructuración de la obra. Este caso es muy común. Es más, hay quienes creen que este es el verdadero arte, un trabajo absolutamente mental y nada subterráneo. Son simples teorías y preferencias. Lo difícil es hacerlo bien, sin teorías ni prejuicios.

- Un globo pequeño y de una belleza más sutil suele ser mejor que uno bien grande y llamativo. He notado precisamente que entre el primer y el segundo libro de cuentos abandonás la violencia cruda por una mucho más sutil. La propia escritura, incluso, sugiere a veces más de lo que dice. ¿Qué pasó después? En los cuentos tuyos que todavía están inéditos, ¿por cuál de los dos caminos transitaste con más insistencia?

- Ocurre que no se calculan bien estas cosas. Uno actúa como mejor cree poder actuar a determinada edad. Al poco tiempo ya se es otra persona y lo que se produce, si bien puede tener lo que se llama sello propio, es algo distinto. Salvo que uno sea alguien que no tiene mucho que dar y termina copiándose a sí mismo. Tragedia que le pasa a la mayoría absoluta de los que hacen cosas interesantes. Así que, pensándolo bien, me siento favorecido porque me ha ocurrido lo que no le ocurre a casi nadie. Nunca releo, prácticamente, lo que ya se editó. Cuando lo he hecho, en otro tiempo, ya estoy pensando algo distinto sobre el estilo y quizá en el cómo hay que escribir, y en el cómo habría que desarrollar el tema o al personaje, etc. Así que prefiero dejarlo todo como está, porque en definitiva nunca pude ser un profesional con libertad para mejorar infinitamente un cuento (como hacen otros y tal vez sería lo deseable). Y por supuesto, es porque no tengo la menor gana de hacerlo, y mucho menos disposición tengo para pensar en lo que escribí, o cómo debería escribir en el futuro o en el presente. Es más, me he olvidado de todos los detalles de todos mis cuentos prácticamente. Si tuviera que responder preguntas precisas, estaría en un problema con mi mala memoria. Por eso no puedo contestar con precisión esta pregunta, salvo decirte que somos como un río, que nunca es el mismo en ningún punto en momentos distintos.

La ausencia de referentes

- En algunos de tus relatos se nota una ausencia llamativa de referentes. Es decir, no se menciona ni fecha, ni lugar, e inclusive voluntariamente se esconden datos que podrían ayudar a visualizar con más precisión lo que se está contando. Parece entonces como si lo que te interesa mostrar estuviese más allá de una anécdota específica, como si lo importante fuera el ser humano "en abstracto". ¿Es así?

- En mi primer libro usé y tal vez abusé de muchos datos, aparentemente veraces, mezclados con hechos veraces, pero fue por un asunto de técnica inconsciente y por ciertas influencias literarias no del todo meditadas. Pero después, con el tiempo, fui hacia otro lado más universal. Donde ya no importan las referencias, sino las circunstancias y los trances, etc., que le ocurren a todo el mundo. Igualmente he huido espantado de cualquier tipo de muleta de segunda mano con la cual trabajan tantos prestigiosos y conocidos escritores. Porque si uno tiene cosas que expresar, no necesita ninguna muleta, referencia, cita, caricia a cabecitas de niño, lugar común, intersección de calles, y otras cosas tan comunes y simpáticas. Y además, usar estas cosas para congraciarse con los malos lectores es algo de lo más rastrero. Sí se puede concebir como "caza bobos" y efectiva herramienta política vergonzante, pero no como literatura tolerable. Si es necesario el dato hay que ponerlo, pero si es innecesario debe omitirse a rajatabla (así dicen los libros).

"El Fin del Mundo es un acto mínimo"

-¿Qué tanto te importa el Hombre, el destino de la humanidad? ¿Cómo visualizas el destino de la humanidad?

- Acerca del destino de la Humanidad, o la importancia del Hombre, bueno, solamente sé que puedo observar algo, muy poco, y tratar de sufrir lo menos que pueda. El destino termina, por otro lado, con la vida de uno, y entonces eso es el fin del mundo, un acto mínimo. Horroroso, pero sencillo. Después, la Humanidad como ente no se aflige por nadie con algo de respeto por la ética, y, en cambio, uno se aflige demasiado todo el tiempo. Porque son tan infinitamente diminutas nuestras vidas y nuestros tiempos de vida comparados con el Universo, que lo inconcebible es creer que tenemos importancia, que vamos a cambiar algo en unos años, que vamos a aprender magia, que vamos a hacer rascacielos, murales, forjar bronces, etc., que sobrevivan mucho tiempo, y eso sin considerar que más allá el sol va a explotar y todo será vaporizado. Así que el destino va a seguir siendo una copia del pasado con unas variantes gatopardistas. Los animales que piensan son los únicos que tropiezan siempre con la misma piedra. Y quizá, quizá, si antes la Humanidad se ha mostrado incapaz, pero totalmente incapaz de autodestruirse, al fin, como tiene el cuero más duro de roer que las cucarachas, quizá huya, puede ser que logre huir, más que diezmada, con el rabo entre las patas, llevando sus taras hacia otros planetas habitables del Universo, cuando ya la Tierra sea un estercolero inhabitable. Pero este, en todo caso, sería el más benéfico final de película, siempre y cuando el planeta receptor esté deshabitado, o contenga habitantes totalmente "sonados". Pero, ¿quién lo sabe? Quizá se despierte alguien y salve a la Humanidad, y le de baja al azar, a molestias como la enfermedad, la vejez y la muerte. En fin, el optimismo es tan bien considerado.

por Pablo Dobrinin 
Revista Axxón Nº 174, junio de 2007

http://axxon.com.ar/axxon.htm 
Gentileza del Sr. Tarik Carson 

 

Ver, además:

 

 

                   

               Tarik Carson en Letras Uruguay

 

 

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