Susan Sontag (1933-2004) |
La vida como metáfora |
Militante antibelicista, defensora de los derechos humanos y, sobre todo, una de las últimas sobrevivientes del humanismo, Sontag se transformó en una crítica acérrima del American Dream y una francotiradora del statu quo político norteamericano. Tenía 71 años cuando el pasado martes 28 de diciembre falleció en el hospital Memorial Sloan Kettering, tras luchar durante años contra el cáncer. Su último ensayo, Ante el dolor de los demás (ver El País Cultural No. 751) recibió el premio Príncipe de Asturias de las Letras 2003 —compartido con la escritora marroquí Fátima Merniss. En él, la neoyorquina ratificaba, una vez más, una lucidez puesta en evidencia a lo largo de cuatro décadas de escritura. Los horrores de la guerra, el infierno del enfrentamiento bélico, el gran negocio de la industria armamentista y las secuelas, físicas y psicológicas, que víctimas y sobrevivientes deberán padecer por generaciones sobrevuelan el volumen. “¿Quién cree en la actualidad que se puede abolir la guerra? Nadie, ni siquiera los pacifistas. Sólo aspiramos (en vano hasta ahora) a impedir el genocidio, a presentar ante la justicia a los que violan gravemente las leyes de la guerra (pues la guerra tiene sus leyes y los combatientes deberían atenerse a ella), y a ser capaces de impedir guerras específicas imponiendo alternativas negociadas al conflicto armado” . Rebelde con causa. Nacida en Nueva York en 1933, Sontag, hija de un comerciante y una madre abúlica y más tarde alcohólica, ingresó a los 15 años a la Universidad de California. Tres años después se licenció en la Universidad de Chicago y se casó con un profesor de Sociología, Phillip Rieff, con quien se trasladó a Boston, donde cursó estudios de Literatura y Filosofía en la Universidad de Harvard. También estudió en las universidades de Oxford (Londres) y La Sorbona (París). Siendo aún una joven veinteañera tuvo un hijo (David), divorciándose antes de cumplir 30 años. |
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A esa edad publicó su primera novela, El benefactor, que narra la historia de Hyppolite, un joven burgués que, treinta años después, ya “convertido en un viejo algo lunático" intenta recobrar el tiempo perdido. Escrita en primera persona, el protagonista rememora solo, en su habitación, resguardado del frío parisino con una chaqueta de cuero, botas y una bufanda, su juventud perdida, mientras las obsesiones, en forma de sueños, lo visitan noche tras noche. De alguna manera, Hyppolite intenta, como un ajuste de cuentas personal, recobrar su identidad dedicándose a la filantropía. Pero la soledad pesa: los pocos amigos que le quedan lo visitan porque están tan solos como él. En 1966, Sontag publicó Contra la interpretación, un ensayo que desmenuza de forma lúcida la crítica literaria, convirtiéndose, a esta altura, en un libro de culto. Dos años después, fue enviada como corresponsal de guerra a Vietnam, conflicto que la impactaría profundamente y del que daría cuenta, ese mismo año, en Viaje a Hanoi. El cine y la fotografía serán otros de los canales elegidos por su personal mirada del mundo. En 1969, además de publicar Estilos radicales, dirigió y escribió Duelo de caníbales (1969)[1] y, dos años después, Hermano Carl[2]. En 1972, escribió Bajo el signo de Saturno y un año después filmaría a las tropas israelíes en la guerra de Medio Oriente, en los Altos del Golán. El documental recibiría el sugestivo título de Tierra prometida[3]. |
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En 1975, Sontag debió enfrentarse con otro desafío. Esta vez más personal e intransferible: el cáncer. La enfermedad, lejos de menguar su capacidad creativa, la impulsó a escribir La enfermedad y sus metáforas (1978), donde da a conocer su punto de vista sobre “el reino de los enfermos” y “las siniestras metáforas" tejidas en su torno. “La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos, al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar. (...) Mi tema no es la enfermedad física en sí, sino el uso que de ella se hace como figura o metáfora. Lo que quiero demostrar es que no es una metáfora ”. Una década después, volvería a arremeter contra otro flagelo más reciente que el cáncer pero igual de letal: el Sida. Bajo el título El sida y sus metáforas (Aids and its metaphors, 1988), la neoyorquina intentó exorcizar los fantasmas y miedos que produjo —y aún produce— el descubrimiento de una nueva enfermedad de la que, al momento de escribir el ensayo, poco y nada se sabía. |
Contra
la adversidad. Con una escritura
precisa, no exenta de datos y términos científicos, —linfocitos y células T-4 incluidos—, Sontag utiliza el
síndrome de inmunodeficiencia adquirida para proponer un viaje a través
del cúmulo de enfermedades que han acechado al hombre desde sus
principios. Pero, sobre todo, ausculta el miedo, la fragilidad, el
sentimiento de impotencia que nos domina cuando cruzamos el umbral del
“reino de los sanos” para adentramos en el otro, en el de la oscuridad,
examina las dudas y la conciencia de lo finito de la vida. El volumen se remonta a los comienzos de la medicina occidental en la antigua Grecia, para rescatar algunas inocentes imágenes que relacionaban la unidad del cuerpo humano con las artes. Una de ellas, la armonía, era entendida como una condición esencial para gozar de buena salud. Siglos después, apunta la escritora, el poeta Lucrecio, autor de De la naturaleza de las cosas, escribió con una buena dosis de ironía, un soneto donde no reconocía la existencia de órganos esenciales e inesenciales (“No todos los órganos, compréndeme,/ tienen la misma importancia,/ Ni depende por igual la salud de todos ellos./ Pero hay algunos, la respiración,/ la cálida vitalidad, que nos tienen vivos..."). Párrafo aparte merece la mención al poeta y teólogo inglés John Donne quien, en Devotions upon Emergent Occasions (1627), escribió: “Estudiamos la salud y deliberamos acerca de lo que comemos y bebemos, y respiramos y nos ejercitamos, y tallamos y pulimos cada piedra que constituye ese edificio; y así nuestra salud es un trabajo largo y regular (...) Pero en un minuto un cañón lo derriba todo, lo desmorona todo, lo demuele todo; una enfermedad imprevista a pesar de toda nuestra diligencia, insospechada, a pesar de toda nuestra curiosidad...” (pág. 96). Sin embargo hay espacio para el optimismo, el guiño sarcástico, —que puede leerse como el cobro de factura—, a la desesperanza de los galenos que trataron su enfermedad. “En la década que pasó desde que escribí La enfermedad y sus metáforas —y que me curé el cáncer, poniendo en ridículo el pesimismo de mis médicos— las actitudes ante el cáncer han cambiado. Tener cáncer ha dejado de ser un estigma generador de una identidad estropeada. Se pronuncia la palabra cáncer más libremente y ya no es corriente poner en las necrológicas que murió de una larga enfermedad" (pág. 101). En 1992, publicaría El amante del volcán, novela histórica que relata la biografía de sir William Hamilton, embajador británico que vive en Nápoles a finales del siglo XVIII. El protagonista, rodeado por la nobleza, se dedica a complacer las excentricidades de la realeza. Situada en un momento crucial —ideas revolucionarias sobre el hombre versus sociedad conservadora— pone en jaque a un sistema en decadencia. Basada en una exhaustiva investigación, la autora retoma la historia como base para la ficción. Con oficio e inteligencia demuestra, una vez más, su destreza para interpretar el laberinto humano. Un año más tarde, es cofundadora del Parlamento Internacional de Escritores. Ese mismo año visita Sarajevo, donde imparte clases en la Academia Dramática de la ciudad. En la devastada Sarajevo, Sontag permanecerá unos meses. Los suficientes para, junto a otros intelectuales, poner en escena Esperando a Godot. Una nueva metáfora: el resurgir del arte, como el Ave Fénix, entre los escombros. En 1994, recibe el premio Montblanc por su labor cultural en Bosnia. En el 2003 publicó la que sería su última novela, En América, galardonada con el premio Nacional del Libro de Estados Unidos y el premio del Libro de Jerusalén. La novela narra la historia de la actriz polaca Maryna Zalezowska quien, junto a su hijo y marido, deciden partir hacia otra tierra prometida: los Estados Unidos. Las ilusiones del viaje y sus preparativos se desvanecerán al descubrir el insomnio del American Dream. Ese maldito sureño. Sontag se convirtió —junto a otros intelectuales como Gore Vidal, Norman Mailer y Noam Chomsky— en una de las voces más críticas a la política norteamericana. Tras el atentado a las Torres Gemelas, el 11 de setiembre de 2001, la escritora escribió en The New Yorker que éste no había sido “contra la libertad, sino contra el autoproclamado poder mundial de los Estados Unidos”. Ante tamaña afirmación, la respuesta de los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana no se hicieron esperar: desde la remanida acusación de comunista, pasando por la de antipatriota, y simpatizante de los irracionales terroristas, nada faltó. Pero Sontag, acostumbrada a lidiar con estas acusaciones, lejos de llamarse a silencio continuó con su cruzada personal contra Bush & Cía. En una de sus últimas entrevistas concedida a El País de Madrid en su apartamento de Manhattan, sostuvo: “En Bagdad la violencia y el desorden son increíbles y los americanos no se enteran. En realidad creen que están imponiendo el orden, pero no tienen ni idea. Cuando invadieron Irak esperaban ser recibidos como libertadores y no habían calculado el riesgo de desintegración social. Todo esto es increíble. La actual administración de Estados Unidos me parece increíble. Su visión del mundo es ridícula, y resulta evidente que no funcionará. No creo que estén trabajando por el bien de nuestro país. Su política no es ni económicamente viable. Un imperio es muy caro, a menos que se le extraiga un beneficio. El Imperio Británico era una operación económica eficiente. No está nada claro, por el contrario, que Estados Unidos obtenga rendimientos del imperio que proyecta Y a continuación agrega: “La fórmula (de Bush) consiste en afirmar que tenemos enemigos en todas partes, que tenemos que embarcarnos en una guerra interminable y que cualquiera que se oponga a su gobierno es antipatriótico. Esa es una fórmula efectiva, capaz de persuadir a mucha gente. La paranoia es persuasiva. Es difícil refutar a este gobierno. No sé cómo se puede frenar toda esta proyección de poder. Resulta especialmente difícil porque no hay oposición. Estados Unidos tiene un sistema unipartidista. Sólo existe el Partido Republicano, con una filial denominada Partido Demócrata”. La invasión a Irak, a juicio de Sontag, fue “pura desvergüenza, puro Hollywood, desde que la extrema derecha" se apoderó de Washington. Para la escritora, las razones de tanta irracionalidad están claras: “Irak fue atacado porque era el país más débil de la región y el que padecía al dictador más despreciable. Y ahora somos propietarios de Irak. La idea consistía en instalar grandes bases militares en territorio iraquí, para siempre, con el fin de aligerar la presencia de tropas en Turquía, Arabia Saudí y otros lugares que, desde el punto de vista de la Administración, eran de fiabilidad dudosa. Querían un gobierno iraquí fiel a Washington, cuatro bases en el país y el petróleo. Ahora hablan de Siria e Irán. ¿Tenemos por delante un futuro de guerras? Lamentablemente todo parece indicar que sí". Notas [1] Duett fór kannibaler, fue filmada íntegramente en Suecia y protagonizada por Adriana Asti, Britta Brunius, Lars Ekborg Gósta Ek man, Agneta Ekmanner y Stig Engstrom. [2] Bróder Cari es el título original. También fue filmada en Suecia y protagonizada por Keve Hjelm, Gunnel Lindblom, Geneviéve Page, Laurent Terzieff y Torsten Wahlund. [3] Al igual que las anteriores. Promised Lands (coproducción Francia Polonia) fue escrita y dirigida por Sontag. Los protagonistas fueron Rafael Benavente, Carmen Buono y Nelson Villagra. Fuentes consultadas: La enfermedad y sus metáforas (Taurus, 1996) El sida y sus metáforas (Taurus, 1996) El Benefactor (Santillana, 2002) En América (Alfaguara, 2003) Ante el dolor de los demás (Alfaguara, 2003)
La literatura como salvación AL RECIBIR el premio Príncipe de Asturias de las Letras 2003, en la ciudad de Oviedo, España, la escritora enumeró los valores que a su juicio encierra la literatura. Esto son algunos pasajes de su discurso. “Cuando pienso en la literatura, en la infinitamente diversa aventura de afanarse con el lenguaje para contar historias y transmitir el conocimiento profundo en el que me he anclado, comprometido, durante toda mi vida como persona moral y consciente, pienso en una amplia escala de valores que en realidad son metas o modelos con los cuales juzgo mis actividades personales y literarias. Imaginemos la literatura como una utopía... un lugar en el que imperan los modelos más encumbrados, casi inaccesibles. Se pueden deducir unas cuantas normas de una interpretación determinada de la literatura, de la que importa, que sigue importando durante decenios, generaciones y, en pocos casos, durante siglos. La literatura es, en primer lugar, una de las maneras fundamentales de nutrir la conciencia. Desempeña una función esencial en la creación de la vida interior, y en la ampliación y ahondamiento de nuestras simpatías y nuestras sensibilidades hacia otros seres humanos y el lenguaje. La literatura es una arena de logros individuales, de méritos individuales. Esto implica que no se confieren premios y honores al escritor porque representa, digamos, a las comunidades débiles o marginadas. Esto implica que no se hace uso de la literatura o de los premios literarios para respaldar fines ajenos a ella: por ejemplo, el feminismo. (Hablo como feminista.) Esto implica que no se reparten recompensas a los escritores como medio de pagar consecutivo tributo a la diversidad de las identidades nacionales. La literatura es primordialmente una empresa cosmopolita. Los grandes escritores son parte de la literatura mundial. Deberíamos leer a través de las fronteras nacionales y tribales: la gran literatura debería transportarnos. Los escritores son ciudadanos de una comunidad mundial, en la que todos aprendemos y nos leemos los unos a los otros”.
El impacto de la fotografía AUTORA DE UN libro enteramente dedicado a la fotografía, Sobre la fotografía, en Ante el dolor de los demás, Sontag rescata dos experiencias, distantes en el tiempo, que describen la eficacia de la fotografía como elemento concientizador de las barbaries cometidas por el ser humano contra su prójimo. En 1924, al cumplirse el décimo aniversario de la movilización alemana de la Primera Guerra mundial, Ernst Friedrich publicó ¡Guerra contra la guerra! (Krieg dem Kriege), un libro con más de 180 imágenes, la mayoría obtenidas de archivos médicos y militares alemanes. El volumen comienza con fotos de soldados y cañones de juguete para culminar con imágenes de cementerios militares. A través del libro, el lector emprende un viaje fotográfico estremecedor entre ruinas, cadáveres convertidos en masas de carne, tropas agonizantes víctimas de un ataque con gas tóxico y niños armenios en estado de raquitismo. El otro ejemplo refiere al atentado terrorista del 11 de setiembre de 2001 al World Trade Center. A fines de ese mes se inauguró una muestra fotográfica en los escaparates del SOHO de Manhattan. Los organizadores de la exposición Here is New York (Aquí está Nueva York), invitaron a fotógrafos, profesionales y aficionados, para que expusieran imágenes del atentado y sus secuelas. En las primeras semanas, se recibieron once mil respuestas. Cada uno de los interesados participó de la experiencia con una fotografía. Todas fueron exhibidas sin crédito ni pie de foto. El público que acudió pudo adquirir una copia de alta calidad, impresa en chorro de tinta, a veinticinco dólares cada una. Lo recaudado se destinó a un fondo a beneficio de los hijos de los muertos del atentado. |
Susan Sontag Biografía |
El largo adiós a Susan SontagActualizado el 20 jul. 2011
David Rieff, hijo de la ensayista y escritora
estadounidense fallecida en 2004, mantuvo esta charla con el
escritor y cineasta argentino Edgardo Cozarinsky en la intimidad de
una galería de Buenos Aires. Ñ estuvo presente y registró la
conversación que recorrió el trabajo de edición sobre sus diarios
íntimos y los últimos días de una mente brillante. |
Recordando a Susan Sontag | CANAL+
Publicado el 15 dic. 2014
Retrato íntimo y lleno de matices de una de las pensadoras más influyentes y provocadoras del siglo XX. Apasionada y sincera durante toda su carrera, Sontag se convirtió en uno de los mayores iconos literarios, políticos y feministas de su generación.
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Nelson Díaz
Suplemento "El País Cultural" del diario El País (Montevideo, Uruguay)
Nº 795 -
28 enero 2005
Digitalizado y editado por el editor de Letras Uruguay
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