De "La flor de lis"

Era una fiesta nocturna ...
Marosa di Giorgio

Era una fiesta nocturna en el bosquecillo al lado de la casa.

 

Andaban mezclados, susurrando, parientes, vecinos, peones, conocidos, desconocidos.

 

Estrellas construidas adentro, subían, se quemaban y volvían a ser hiladas y a salir.

 

Yo titilé aguardando el carro. Sabía que vendrían las tías.

 

Mamá tejía rápidamente varias estrellas más, y los peones venían a buscarlas y las izaban.

 

Yo gritaba en silencio: ¡Llegan las tías!

 

Aun mucho antes de que eso aconteciese.

 

Hasta que pasó.

 

Se vio la fantástica carretilla, donde transitaban las tres tías: Joacina,

                                                                                                                               Adelia María,

                                                                                                                                       Cocuyo.

¡Tía Joacina! ¡Tía Adelia María! ¡¡Tía Cocuyo!!

 

           Mamá las saludó levemente:

 

           -Joacina. -Delia. -Cocuyo.

 

Bajaron con vestidos bellísimos. El de Cocuyo era blanco como nieve; siempre iba vestida de novia.

 

Yo grité: Mamá, mamá!!

 

Y lloraba prendida al vestido materno. Yo quiero ser la tía Cocuyo!

 

Mamá decía: -No tolero la envidia.

 

No era envidia. Yo quería ser mi tía Cocuyo. Y entonces vi que la carretela en la que vinieron no tenía caballo, sino un cabritillo, un antílope- No. Un unicornio. Y pose la vista en el cuerno solo, edificado con muchísima perla y que tenía también un rosetón de rubí, o alelíes, abajo, en la base, en la nuca.

 

¿...Cómo transcurrió... toda... aquella noche...?

 

Sólo recuerdo al unicornio inmóvil en el esplendor.

    Y a la tía Cocuyo detrás,

            con traje de novia.

Marosa di Giorgio
La flor de lis

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