Montevideo - Buenos Aires

poema de Augusto Mario Delfino

Plaza Independencia Monumento al Gral Artigas Montevideo

Plaza de Mayo Bs As

 

Que un ventarrón potente
tienda capas de arena sobre la tradición.
Mordamos como un fruto

el momento presente.
Nuestra emoción es hoy.

 

Ignoremos la historia.
Ya no, sabemos nada de Liniers,

culpable de la Reconquista.
Ni de los Treinta y Tres,

que posaron un cuadro.
Ni de Mármol, Echeverría y Don Bartolo

que dieron su poesía y su valor al Sitio,

que alumbraron nueve años de la noche del Plata

opulenta de drama y de luceros.
Florencio Varela,

 

Hay la verdad de ahora.
Al embarcarme rumbo a esta ciudad

ya el sol se me había escapado

tirándose por un lado del Cerro.
Más allá de una aurora
lo hallé brillando en Buenos Aires.

 

Montevideo - Buenos Aires.
¡Que ha de haber diferencias!
Los mismos ojos famosos de mi patria
los encontré en la cara de una linda porteña.

 

Y hay una noche,

esa noche del viaje
en la que el sueño nos substrae del cambio.
Y si velamos, está el comedor

que es un café del alba
de la calle Corrientes
o la plaza Cagancha.


(T. S. H.
Trasmite L. O. X. Radio Cultura. Palermo,
Y “la Cumparsita”,

el gran tango inmortal

y siempre fresco,
parte nadando el viento,

de pecho,
hacia el cuarto que oyó

su nacimiento).


Y cuando a la postrer “barra” porteña
le cerró el Café la última puerta del Centenario,

se abrió en Montevideo un reemplazante:

el Bar Welcome.


En el Bajo Belgrano se conoce Maroñas

y calle Isla de Flores hay también on Chiclana;

calles que guardan todavía pianitos

para asomar a la tarde sus muchachas dulzonas.


Ciudad de Buenos Aires:

cuando solo eras una manzana:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga,

ya tenías, la vereda do enfrente

en una calle montevideana.


Así es.

 

Y lejos de Pocitos, Ramírez y Carrasco.
y de la lujuria de luces de Florida,
yo me he formado un barrio
con zaguanes de amor y luna amiga;
donde las muchachitas no se envejecen nunca
y tienen novios que les besan sus nombres.


Ciudad de Buenos Aires,
ciudad grande y amiga:
cuando llegué a tus calles
ya no era un botija,
y supe que no había
cuarenta leguas sobre el río tendidas.
Y me sentí tan cerca

que nunca la nostalgia
me hizo un moño en el pecho.

 

poema de Augusto Mario Delfino Bs. As. 1927
Originalmente Martín Fierro Año IV Nª 43

Buenos Aires julio 15 / agosto 15 de 1927

Link: https://www.ahira.com.ar/ejemplares/43/

Gentileza de Archivo Histórico de Revistas Argentinas

 

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