“Identidad y cultura en la Associazione Ligure del Uruguay”

Carlos Defazio

INFORME FINAL

 

 

Título :

 

 

“IDENTIDAD Y CULTURA EN LA ASSOCIAZIONE LIGURE DEL URUGUAY”

Autor: Carlos Defazio   C.I.   1995788-2

 

 

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

 

 

Licenciatura en Ciencias Antropológicas

 

 

Taller II de Antropología Social y Cultural

 

 

Docentes : Renzo Pi Hugarte – Nicolás Guigou

 

 

Año del Curso : 2006

 

 

Período : Diciembre 2006

 

Fecha de entrega : 22/12 / 2006

 

1 Título :   Identidad y cultura en la Associazione Ligure Del Uruguay

 

 

2 Autor: Carlos Defazio Abella. Estudiante del octavo semestre de la Licenciatura en Ciencias Antropológicas

 

3 Abstract:

 

This paper studies the identity and culture in the “Associazione Ligure del Uruguay”. Thus, it will examine the historical and cultural development of Italian immigration, generally, and Ligure in particular, in Uruguay.

It shall be centered, around the building of an identity in the Liguria – native members of the association, relating such process to certain values shared by that group, which are reflected in their communal activities.

Linked to the identity main theme, other aspects shall be analyzed, such as the origin, development and perspectives of the institution, the main traits of its members, as well as their inner and outer social interaction.

 

El informe estudia la identidad y cultura en la Associazione Ligure del Uruguay . Por tanto, se relevará el desarrollo histórico y cultural de la inmigración italiana, y ligure, en el país.  

Por otro lado, se abordará la construcción de la identidad en los integrantes oriundos de la entidad, vinculando dicho proceso a determinados valores característicos del grupo, los cuales se verían reflejados en ciertos elementos culturales recurrentes en las actividades desarrolladas en dicho ámbito.

Con relación a la identidad, se recabará el origen, fundación y desarrollo de la entidad, composición de su masa social, sus actividades, interacción interna y externa, y perspectivas futuras.

 

4 Key Words: Identity- Culture- Migration – Values- Symbols.

 

Palabras clave: Identidad- Cultura- Migración- Valores- Símbolos.

 

INDICE

 

 

1       Introducción                                                      

 

2       Metodología                                                     

 

3       Técnicas                                                             

 

4        Liguria                                                    

 

5        Inmigración italiana : causas y contexto histórico                 

 

6             Inmigración italiana en el Uruguay                                                  

 

6.1      Contexto histórico                                               

 

6.2     Aspectos demográficos del periodo                      

 

6.3     Cultura e identidad                                               

 

6.4     Aspecto lingüístico                                             

 

7        Inmigración de la Liguria                                  

 

7.1     Características                                                

 

7.2     Aspectos demográficos del periodo                      

 

8        Comunidad e   instituciones italianas de la actualidad             

 

9        Associazione Ligure del Uruguay                                                  

 

9.1      Origen -   desarrollo – características                         

9.2      Composición de la masa social                              

 

9.3     Inmigrantes de postguerra                             

 

9.4     Recinto de la celebración                           

 

9.5     Actividades recreativas                            

 

9.6     Vínculos formales y personales                           

 

9.7     Identidades yuxtapuestas                         

 

9.8     Aspecto lingüístico                                          

 

9.9     Posibles semejanzas                                      

 

9.10   Aporte cultural de la inmigración                         

 

9.11   Elementos rituales de celebración                         

 

9.12   Perspectivas futuras                                   

 

10      Conclusiones                                       

 

11      Bibliografía general                                 

 

12      Bibliografía temática                                            

 

13      Bibliografía metodológica- técnica                    

 

14      Anexo I : Estatuto legal de funcionamiento de la A.L.U.  

 

15     Anexo   II : fotografías (formato digital)

 

1   INTRODUCCION

 

En el siguiente trabajo, que versa sobre la identidad y cultura en la Associazione Ligure del Uruguay, se ofrecerá un panorama sobre la inmigración italiana en general, y de la Liguria en particular, a través de dos procedimientos.

 

Primeramente, se delineará una perspectiva histórica del fenómeno migratorio en nuestro país, con singular énfasis en lo respectivo a la península itálica, y de la Liguria en particular.

 

En una segunda instancia, se realizará un estudio de caso, acerca de la Associazione Ligure del Uruguay, a modo de abordar empíricamente diversos temas tratados de forma teórica en la etapa anterior del estudio.

Mediante una serie de técnicas concernientes al trabajo de campo antropológico, como las entrevistas, u observación participante.

 

En todo momento, se ha optado por abarcar, en la medida de lo posible, un amplio espectro de aristas concernientes al tema de estudio, a modo de realzar el abordaje holístico tan caro a la disciplina.

Por ello se indaga tanto en la faz cultural, ahondando en el tema de la identidad y rasgos más significativos; como también en el plano lingüístico e histórico.

 

Si bien predomina un enfoque cualitativo, afín a la antropología simbólica- interpretativa de Geertz (1987), Rabinow (1977) y Keesing (1987), en la faz práctica del trabajo, no se ha renunciado a incluir aportes cuantitativos, tal el caso de los de índole demográfica, a modo de reforzar los conceptos vertidos teóricamente, o derivados de la interpretación y análisis de las notas de campo.

 

A continuación se sintetizará de forma sumaria, el contenido de los diversos capítulos delimitados a lo largo del informe.

Como punto de partida, se traza un esbozo del plan de trabajo en su faz metodológica, ya delimitado en el anterior protocolo de proyecto, acerca del objeto de estudio, objetivos generales y específicos,   universo de estudio, corpus, unidades de análisis e hipótesis consideradas pertinentes en el decurso de la investigación.

 

A posteriori, se detallan las particularidades técnicas del abordaje empírico al objeto de estudio de la Associazione Ligure, durante el trabajo de campo, ya fuere a través de entrevistas, u observación participante, citándose la bibliografía correspondiente a las implicancias epistemológicas del empleo de las mismas.

 

Tras ello, se ha de desglosar la primera parte del trabajo, concerniente a la perspectiva histórica de la migración.

 

Antes de todo, se describe en un capítulo específico, las características de la región de la Liguria, en sus distintas esferas, tales como la geografía, demografía, historia, economía, política y cultura.

 

Luego, se estructuran las causas históricas de la emigración europea en general, e italiana en particular, a partir de bibliografía específica del tema (Oddone, 1966, Mörner, 1992, Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982).

 

A posteriori de ello, se procede a delinear un contexto histórico del fenómeno migratorio en el Uruguay, recalcando los aspectos concernientes a la afluencia de población de la península itálica, durante la segunda mitad del siglo XIX, y primera mitad del XX.  

 

Para ello, se recurre a obras tanto de la disciplina histórica, como de las ciencias sociales, a modo de dar cuenta de las distintas esferas referentes a la presencia de los italianos en el país durante dicho período.

 

Tales como su incidencia en la economía, las medidas legales adoptadas desde el gobierno para fomentar su arribo, su incidencia en la adquisición de propiedades, la organización de las primeras asociaciones de socorros mutuos, y sindicatos, o el desarrollo mismo de la inmigración, resaltando su período de auge y posterior declive.

 

A continuación, se despliegan los datos demográficos disponibles para dicho período, amén de los cuales se cita el valioso trabajo realizado por Pollero (2001) en su tesis de maestría, quien traza posibles interpretaciones sobre la influencia de las corrientes migratorias en la conformación de la familia y la tasa de fecundidad en nuestro país durante esos años.

 

Luego, se detallan los aspectos concernientes a la cultura e identidad de los inmigrantes italianos de dicho período, para lo cual se ha consultado la obra de Pi Hugarte & Vidart (1968), acotando las mentalidades propias al contexto social del Uruguay de la época en el cual eran recibidos, temática sobre la que resaltan los trabajos de Barrán (1990a, 1990b), y Rodríguez Villamil (1968).

 

En un plano más contemporáneo, se abordan las diversas tentativas aportadas por autores de distintos campos disciplinarios (Mazzolini, 1992; Peluffo, 1992; Porzecanski, 1992; Viñar, 1992) acerca de la identidad en el Uruguay actual, subrayando lo concerniente al aporte migratorio.

 

Seguidamente, se describe la faz lingüística de la inmigración italiana, a través de diversos estudios realizados (Barrios & Mazzolini, 1993; Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994) con los residentes contemporáneos en el país.

 

Tras lo cual, se ahonda en el capítulo correspondiente, en las particularidades históricas de la inmigración de la Liguria en el territorio nacional, a semejanza de lo efectuado a modo general con toda la península.

 

De igual modo, a continuación se describen sintéticamente, los datos demográficos disponibles para la misma.

Como último aspecto de la primera parte del trabajo, se establece un panorama actual del estudio de la comunidad italiana en el país, a través de los autores pertinentes (Barrios & Mazzolini, 1993).

 

En la segunda etapa del presente informe, se encara el estudio de caso de la Associazione Ligure del Uruguay.

 

  Como primer punto, se narra un panorama de su origen, desarrollo y pormenores de las actuales actividades realizadas por sus asociados, acotando las fuentes económicas de ingreso de las cuales disponen.

 

Tras ello, se disciernen los diversos grupos componentes de su masa social, procurando aprehender los factores que provocan en éstos, disímiles grados de integración a la causa de la entidad.

 

En un apartado específico, se trata al grupo de los inmigrantes ligures fundadores, arribados al país en la postguerra europea, a través de sus propias reflexiones sobre las implicancias del proceso migratorio y contexto histórico –social, en el cual se trasladarían al Uruguay.

 

Seguidamente, se describe tanto el recinto escogido para la celebración de las reuniones mensuales de la Associazione, ubicado en el Centro Orensano, de Ana Monterroso de Lavalleja al 2014, como también a posteriori, la principal actividad recreativa promovida por la entidad, consistente en la organización de torneos deportivos con otras asociaciones regionales peninsulares aposentadas en el país.

 

Luego, se hace lo propio con los distintos vínculos, personales, formales, e institucionales, establecidos desde la Asociación hacia otros actores de la comunidad italiana. Tanto a un nivel local (Consulado, patronatos, otras asociaciones, entidades culturales), como internacional (gobierno regional de la Liguria, Associazione Ligure en el Mundo).

 

Con posterioridad, se aborda uno de los objetivos principales del trabajo, respectivo a la identidad en los inmigrantes miembros de la Asociación, detallando posibles vértices de fricción entre los diversos lugares de referencia, concernientes a su tierra natal regional de Liguria, su sociedad nacional de origen, italiana, y a la receptora uruguaya.  

 

Vinculado a dicho aspecto, se profundiza en el siguiente apartado, en el tema de la lengua de dichos inmigrantes, considerando a la misma como un marcador de identidad étnica relevante, ya que para el caso de nuestro país, se ha constatado una rápida asimilación a raíz del rol homogeinizador jugado por los centros educativos (Barrios & Mazzolini, 1993).

 

De seguido, se establecen posibles interpretaciones acerca de las relaciones de poder denotadas en el seno de la Asociación, a través de diversas categorías propias de la disciplina antropológica, y de otras ramas de las ciencias sociales, las cuales se han considerado útiles al momento de ejemplificar tal aspecto.

 

Tras ello, se releva otro de los puntos principales del estudio, referente a los aportes culturales, que desde la óptica de los propios miembros de la Asociación, ha efectuado su comunidad a la sociedad nacional.

 

Entre éstos, destaca el valor dado al trabajo por los inmigrantes, así como también, en la esfera de la cultura material, resalta lo concerniente a la gastronomía.

 

A posteriori, se analizan los elementos más recurrentes a lo largo de sendas reuniones mensuales, las cuales al poseer cierto viso festivo, se han de concebir a modo de instancias próximas al ritual.

En tanto dichos elementos, en especial los referidos a la comida y música, producen entre los asociados, un estado de reminiscencia de su tierra natal.

 

Como último punto, se trazan las diversas opiniones recabadas en el seno de la entidad, acerca de sus perspectivas futuras, puesto que se observan disímiles ópticas, ora acorde al grupo de inmigrantes, ora al respectivo a descendientes y jóvenes allegados.

 

A modo de corolario, se desarrollan diversas conclusiones pertinentes a las cuales se ha arribado a lo largo del trabajo.

 

En el primer anexo, se recaban los diversos apartados de su estatuto legal, a modo de dar cuenta de las reglas de su funcionamiento interno.

 

En el segundo anexo, presentado en formato digital, se endosa una serie de fotografías históricas proporcionadas por los miembros de la Associazione Ligure del Uruguay, concernientes a las diversas instancias de la experiencia migrante, ya fuere propia o de sus ancestros, tanto en su tierra natal, como en la de recepción.

 

En el aspecto epistemológico, en todo momento transcurrido en la labor de campo, se ha procurado establecer un vínculo fluido con los miembros de la Asociación.

 

En tanto se considere a la disciplina antropológica, como caracterizada de forma primordial por la interrelación dinámica creada entre los distintos sujetos implicados, tanto de   parte del   investigador, como desde aquellas personas a las cuales se ha concurrido a interpelar.  

 

En palabras de Rabinow (1977), “... fieldwork, then, is a process of intersubjective construction of liminal modes of communication. Intersubjective means literally more than one subject, but being situated neither quite here nor quite there, the subjects involved do not share a common set of assumptions, experiences, or traditions.Their construction is a public process.” (Rabinow, 1977 : 155)

 

También se ha de concordar con Geertz (1997), quien aboga por analizar la interacción del “yo” y el “otro”, desde los mismos textos etnográficos, en órden de concientizar tales juicios de valor intrínsecos al investigador.

Pues, “...los paradigmas de la experiencia y de la interpretación están dejando el paso a los paradigmas discursivos del diálogo y la polifonía.” (Clifford, 1995 : 61).

 

Por lo cual se ha intentado reproducir, cuando así se considerara necesario, no sólo la voz de los entrevistados, sino también la del investigador, a modo de retratar cabalmente el rapport establecido entre ambos.

 

Habida cuenta de que una “...escritura dialógica es una estrategia de textualización que pretende proyectar la imagen de un todo participatorio y su objetivo retórico es evocar una ética de la participación que no deriva de la ontologia y de la epistemología, sino que en vez de eso surge del toma y daca cara a cara de la comunicación entre iguales.” (Tyler, 1991 : 291).

 

En una línea afín, tanto Schwade (1992) cómo Dumont (1978), remarcan la interacción sujeto- objeto, influyente en la construcción de la objetividad.

 

En cuanto a ello, Narayan (1993) establece lo siguiente: “ Objectivity must be replaced by an involvement that is unabashedly subjective as it interacts with and invites other subjectivities to take place in anthropological productions. Knowledge in this scheme, is not transcendental, but situated, negotiated, and part of an ongoing process.” (Narayan, 1993 : 682)

 

Por ende, se ha pretendido dar cuenta de las representaciones mentales y reflexiones de los sujetos implicados, por sobre una posible y somera descripción del ambiente en el cual éstos moran.

 

Pues,   “...el mundo no habla. Sólo nosotros lo hacemos. El mundo, una vez que nos hemos ajustado al programa de un lenguaje, puede hacer que sostengamos determinadas creencias. Pero no puede proponernos un lenguaje para que nosotros lo hablemos. Sólo otros seres humanos pueden hacerlo.” (Rorty, 1991 : 26).   

 

Se han utilizado los aportes realizados desde disciplinas emparentadas tales como la historia, sociología, psicología social, demografía, lingüística y antropología; con el propósito de ofrecer una visión holística; considerando a su vez, en concordancia con lo acotado por Geertz (1996), la colaboración manifestada hoy en día en el campo de las distintas ciencias sociales y humanas.

 

Disciplinas   hoy inmersas en un contexto denominado por diversos autores (Baudrillard,1987; Jameson, 1996 ; Lyotard, 1989;   Vattimo,1990) como “postmoderno”.

 

En el cual ya no prevalecería un único paradigma de “grandes relatos”, cuan sí aconteciera durante los últimos siglos, y hasta décadas recientes, con el auge de la modernidad. Donde el ideal positivista del progreso de la civilización occidental, colonialista, era idolatrado a modo de única luz que guiaría el destino de la humanidad toda, esto es, al resto de los pueblos subyugados por las potencias europeas primero, y norteamericana después.

 

Contrariamente a dicha concepción lineal de la historia, se admiten diversas temporalidades (Elias, 1989), o discontinuidades al decir de Foucault (1991).

 

Pues, como señala uno de los autores mencionados, actualmente “...no hay una historia única, hay imágenes del pasado propuestas desde diversos puntos de vista, y es ilusorio pensar que haya un punto de vista supremo, comprensivo, capaz de unificar todos los restantes...” (Vattimo, 1990 : 76).

Así, lo postmoderno se caracterizaría por “...pensar históricamente el presente en una época que ha olvidado cómo se piensa históricamente.” (Jameson, 1996 : 9).

 

Como también “...representa el polo “superestructural” de una sociedad que emerge de un tipo de organización uniforme, dirigista y que, para ello, mezcla los últimos valores modernos, realza el pasado y la tradición, revaloriza lo local y la vida simple, disuelve la preeminencia de la centralidad, disemina los criterios de lo verdadero y del arte, legitima la afirmación de la identidad personal conforme a los valores de una sociedad personalizada en la que lo importante es ser uno mismo, en la que por lo tanto cualquiera tiene derecho a la ciudadanía y al reconocimiento social...” (Lipovestky, 1986 : 11).

 

Entonces, “...el ethos posmoderno ya no se forja en la evolución histórica, sino en la naturaleza recuperada, en el espacio compartido, en la participación colectiva en el mundo de los objetos.” (Maffesoli, 1990).

 

Otro de los aspectos notables de dicha corriente, reside en la heterogeneidad de sus componentes, a semejanza del “ bricolage ” de Lévi Strauss (1964), tal como señala Jameson (1995), quien concibe al posmodernismo como una pauta cultural, a modo de “...una concepción que permite la presencia y coexistencia de una gama de rasgos muy diferentes e incluso subordinados entre sí.” (Jameson, 1995 : 16)

 

No obstante otras propuestas (Giddens, 1994a, 1994b) sean contestes de la opinión de que aún cabe recurrir a tal denominación temporal de “modernidad tardía” para el momento actual vivido por la humanidad, así como también autores como Said (1996, 1998) declaman un mayor compromiso social del investigador.

 

A modo de posible resumen, cabe establecer cómo se ha intentado, a lo largo del trabajo, cumplir con los postulados transcriptos en las siguientes definiciones acerca del rol jugado por la disciplina en el campo de las ciencias sociales y humanas:

 

“El papel de la antropología es explicar las representaciones culturales, es decir, describir los mecanismos que causan que sean seleccionadas representaciones particulares y compartidas entre el grupo social. La principal tarea de la etnografía es hacer inteligible la experiencia de seres humanos particulares como moldeados por el grupo social al cual pertenecen. Con el propósito de lograr este objetivo, los etnógrafos tienen que interpretar las representaciones culturales compartidas por estos grupos. Explicar e interpretar las representaciones culturales son dos tareas autónomas que contribuyen a nuestra comprensión de los fenómenos culturales. Ambas pueden lograr relevancia, pero de maneras contrarias: una explicación, cuanto más general sea resultará más relevante; lo que hace relevante una interpretación, por otro lado, no es sólo su generalidad, sino su profundidad, es decir, su fidelidad con los nexos de las representaciones mentales que yacen bajo cualquier comportamiento humano particular.” (Sperber, 1991 : 127).  

 

: “... Anthropology is an exploration, an excavation, of the cumulated, embodied symbols of other peoples, a search for meanings, for hidden connections, for deeper saliences that those presented by the surface evidence of ethnography. Taking cultures as texts, symbolic anthropology seeks to read them deeply : to find what Bachelard called the “reverberations” of a culture in ritual, in metaphor, in the meanings of everyday life.” (Keesing, 1987 : 161).

 

“...toda antropología es tripolar (A saber, que tiene la vocación de concebir juntas la pluralidad, la alteridad y la identidad) y de que su objeto central y hasta único es lo que se podría llamar la doble alteridad, es decir, la concepción que otros se hacen del otro y de los otros (se observara que ese objeto abarca ipso facto la relación observador- observados).” (Augé, 1995 : 83).

 

En la faz personal, se ha seleccionado un objeto de estudio, con el cual se poseyera ciertos puntos de contacto.

 

Por un lado, en tanto se contaba con ascendencia ligure, aunque lejana por cierto ya que corresponde a una quinta generación por lo cual no se disponía de dato alguno proveniente de tradiciones orales familiares, ello ha impulsado al estudiante a investigar el tema con particular ahínco.

 

Conforme el viaje interior implicado en el abordaje antropológico de las sociedades contemporáneas, adonde se ha de lograr un extrañamiento dentro de la misma cotidianeidad en la cual nos hallamos inmersos (Da Matta, 1978 ; Oliven, 1985); ha significado no sólo una iniciación en la labor de campo, sino también un descubrimiento de las propias raíces culturales y familiares.

 

Por otra parte, al haber morado en calidad de inmigrante en los Estados Unidos de América, se han recogido determinadas experiencias, las cuales, aunque intransferibles por lo particular, empero han brindado ciertas coincidencias, o “esfera común” (Dilthey, 1914) con aquellos asociados arribados desde la Liguria al país.

 

Puesto que en ambos casos, a pesar de las diferencias cotejadas entre las características de las sociedades receptoras, la migración conlleva en sí determinadas vicisitudes, como la pérdida de referencias, desarraigo, nostalgia de la tierra natal, búsqueda de la propia identidad, en aquel caso, de un “nosotros”, “uruguayos”, confrontados con los “otros” (latinos, norteamericanos, europeos, asiáticos, africanos), o aferrarse a ciertos elementos culturales a los cuales en la vida diaria de la sociedad de expulsión, no se les asignaba mayor importancia.

 

Ante ello, se ha procurado contribuir al estudio de una identidad “uruguaya”, a través del abordaje de una de las corrientes migratorias que han conformado a la sociedad nacional actual.

 

A la manera de un juego de espejos, al vernos reflejados en esos “otros”, inmigrantes, tan cercanos aunque ciertamente diversos, de quienes en alguna medida provenimos, hemos de intentar aprehender la substancia subyacente de un posible, y asequible, “nosotros”.

 

Para llevar a cabo dicho proceso se ha abordado el estudio de la cultura en cuestión “...aislando sus elementos, especificando las relaciones internas que guardan entre sí los elementos y luego caracterizando todo el sistema de alguna manera general, de conformidad con los símbolos centrales alrededor de los cuales se organizó la cultura, con las estructuras subyacentes de que ella es una expresión, o con los principios ideológicos en que ella se funda.” (Geertz, 1987 : 29)

 

En pos de ello, adquiere relevancia el concepto de la inmersión mencionada por otros autores:

 

  “...llegar a conocer una forma de vida ajena es saber cómo orientarse en ella, ser capaz de participar en ella, como un conjunto de prácticas. Pero para el observador sociológico este es un modo de generar descripciones que tienen que ser mediadas, o sea, transformadas en categorías del discurso científico- social.” (Giddens, 1987 : 165).

 

En el caso concreto de la Associazione Ligure, como se examinará en el decurso del presente informe, sus miembros oriundos trasuntan un sentido de pertenencia e identidad, construido en oposición a la de los “otros” (italianos de diversas regiones; uruguayos, descendientes), el cual conforma el latente núcleo que atraviesa, una y otra vez, en direcciones convergentes, a   los distintos puntos abarcados durante la investigación.  

 

2   METODOLOGIA  

 

A modo de esclarecer los lineamientos del presente informe, ya esbozados en el protocolo de proyecto correspondiente al Taller I de Antropología Social y Cultural, se han de reseñar los siguientes puntos del mismo.

 

En la delimitación del área de estudio específica, se ha ponderado la advertencia de Bourdieu (1975) sobre que “...para poder construir un objeto y al mismo tiempo saber construirlo, hay que ser consciente de que todo objeto científico se construye deliberada y metódicamente y es preciso saber todo ello para preguntarse sobre las técnicas de construcción de los problemas planteados al objeto.” (Bourdieu, 1975 : 72).  

 

Amén de la acotación efectuada por Schamber (2001), acerca de cómo, por un lado el objeto de estudio reside hoy en la propia sociedad del antropólogo, implicando una suerte de viaje de iniciación interior, y no hacia una lejanía geográfica como otrora; y por otro, resaltando la simultaneidad de las diversas etapas del proceso de investigación en la disciplina antropológica:

 

“...la construcción de los objetos de estudio constituye una actividad que se redefine permanentemente. Instancia lógicamente ubicada en la fase previa de la investigación, solo se concreta durante el trabajo de campo y con posterioridad al mismo, en las etapas identificadas con el análisis y la redacción del mismo.” (Schamber, 2001 : 18).

 

Dichas instancias dialogan unas con otras de manera dialéctica, no lineal, a lo largo del proceso de investigación (Agar,1980) :

 

“In ethnography, as we will in more detail later, you learn something (“collect some data”), then you try to make sense out of it (“analysis”), then you go back and see if the interpretation makes sense in light of new experience (“collect more”), then you refine your interpretation (“more analysis”), and so on. The process is dialectic, not linear.” (Agar, 1980 : 9).  

 

En cuanto a los obstáculos de definir un objeto de estudio en el marco de la propia sociedad, Oliven (1985) acota lo siguiente: “... um dos principais desafios do antropólogo que estuda sociedades complexas resdide justamente en tentar interpretar sua própria cultura e questionar seus pressupostos que säo muitas vezes aceitos como fatos inquestionáveis pela maioria da populacao e inclusive por muitos pessquisadores. Trata- se de compreender nossos rituais, nossos símbolos, nosso sistema de parentesco, nosso sistema de trocasm etc. Neste sentido, a Antropologia para ser uma boa Antropologia de sociedades complexas, necessita ser radical, no sentido etimológico do termo, isto é, procurar ir á raiz dos fenomenos que estuda, sem ter receio de desafiar tabus e conhecimentos consagrados.” (Oliven, 1985 : 11).

 

En tal sentido, que enfatiza la cercanía del objeto de estudio antropológico en el mundo globalizado de hoy en día, se pronuncia el siguiente autor: “ Ethnography, a hybrid activity, thus appears as writing, as collecting, as modernist collage, as imperial power, as subversive critique. Viewed most broadly, perhaps, my topic is a mode of travel, a way of understanding and getting around in a diverse world, that, since the sixteenth century, has become cartographically unified (...) This century has seen a drastic expansion of mobility including tourism, migrating, labor, immigration, urban sprawl. More and more people “dwell” with the help of mass transit, automobiles, airplanes. In cities on six continents foreign populations have come to stay- mixing in but often in partial, specific fashions. The “exotic” is uncannily close. Conversely, there seems no distant places left on the planet where the presence of “modern” products, media, and power cannot be felt.” (Clifford, 1988, s/p).

 

En lo concerniente al presente trabajo, se ha escogido, como objeto de estudio, a la construcción de una   identidad en la Associazione Ligure del Uruguay , singularizada a la manera de un estudio de caso, mediante el cual sea posible abordar la temática de la inmigración italiana, y ligure en particular, en nuestro país.

 

Dentro de los conceptos relevantes para la investigación, se encuentran los referentes a la identidad, al grupo, y a la migración.

 

El primero, puede definirse como “...ese ser percibido que existe fundamentalmente por el reconocimiento de los otros...”   (Bourdieu, 1985 : 45)

 

En tanto el segundo, remite a todo aquel conjunto de personas, quienes reunidas por determinados elementos en común, se dedican a la prosecución de ciertos objetivos específicos:

 

“Así, pues, el grupo puede ser definido como un agregado de individuos que mantiene relaciones regulares y relativamente permanentes, esto es, que se comportan entre sí y con los individuos ajenos al grupo de una manera determinada, específica, previsible y esperada.” (Nadel, 1978 : 162).

 

Desde la psicología social, se ha definido al grupo como “...una pluralidad de personas que interaccionan una con otra, en un contexto dado, más de lo que interaccionan con cualquier otra persona. La noción básica es la interacción relativamente exclusiva en cierto contexto .” (Sprott, 1969 : 7).

 

También, “... el grupo mismo se define por contraste y por exclusión : sólo tenemos la posibilidad de decir “nosotros” porque formamos una colectividad que se opone a la masa de los otros, de los extranjeros, de los forasteros, de los bárbaros...” (Claval, 1999 : 85).

 

En cuanto al tercer concepto involucrado, se entiende que la   “... migración implica un movimiento espacial con objetivos duraderos y con resultados; la población que emigra ha tomado una decisión como resultado de una valuación comparativa entres su situación en el lugar de origen y la que esperan tener en el lugar de destino.” (Mörner, 1992 : 14).

 

En lo que respecta a la Associazione, se encararán las particularidades de su funcionamiento, integración, desarrollo histórico y actividades que realiza.

 

Al momento de ofrecer un marco de referencia para dicha temática, en la primera parte del trabajo, se analiza la inmigración italiana y ligure en el Uruguay, a través de la bibliografía correspondiente.

 

Por tanto, el universo de estudio, en la faz práctica de labor de campo, permanecería circunspecto al local usufructuado por la Associazione Ligure del Uruguay, centrándose la investigación, en un principio, en el conjunto de integrantes oriundos remanentes, el cual consta de ocho personas.

 

No obstante, la mermada presencia de éstos, a causa de disímiles factores, como razones de salud, o de una avanzada edad que impedían su frecuente participación en las reuniones asociativas, ha inducido a modificar dicho enfoque original durante el transcurso de la pesquisa.

 

Por ende, las unidades de análisis se han conformado con aquellos miembros de la entidad que concurren con asiduidad a las actividades allí realizadas, o que poseen cierta ascendencia entre los asociados, tal el caso de su Presidenta, Presidente Honorario, u otros directivos y allegados.

 

En tanto el corpus de trabajo, se ha remitido a la información textual aportada por los integrantes de la Associazione, acerca de sus estatutos, reglamentos, o boletines mensuales que la misma emite a sus congéneres.

 

En cuanto a la hipótesis de trabajo en sí, se ha trazado una en la que se formula tentativamente que la   procedencia regional común de los integrantes de la Asociación ha determinado tanto a las características de sus actividades como a su funcionamiento en concreto.

 

Considerándose a la hipótesis como a “...la anticipación de una relación entre dos conceptos o, lo que viene a ser lo mismo, entre los dos tipos de fenómenos que se designan.” (Quivy & Van Campenhoudt,1992 : 130).

 

Concomitantemente a lo antedicho, se han propuesto como objetivos generales y específicos del trabajo, los siguientes puntos:

 

El objetivo general residiría en abordar la temática de la inmigración italiana, en especial de la Liguria, en nuestro país, a través de dos procedimientos: por un lado, elaborar una reseña histórica sobre la misma, sobre la base de bibliografía pertinente desarrollada en la primer parte del trabajo.

 

Por otro, a través del estudio de las actividades de la Associazione Ligure del Uruguay, desde su fundación hasta el presente momento.

 

Entre los objetivos específicos, se contarían tanto relevar el desarrollo histórico y cultural de la inmigración italiana y ligure en el territorio, como también describir las características del grupo social constituido por la Associazione Ligure del Uruguay, en torno a quienes la integran y las actividades que llevan a cabo en dicho ámbito de reunión.

 

De la misma forma, se ha de retratar el proceso de construcción de una identidad en la entidad estudiada, destacando los valores constitutivos del ethos particular del grupo de miembros ligures.  

 

Tomando en cuenta tanto la perspectiva etic, del investigador como la emic, del propio sujeto investigado: “... advocates of “emic” analysis seek a form of understanding that is, to some extent, like that which subjects have of themselves and their world...” (Feleppa, 1986 : 243).

 

Por lo cual reviste importancia la faz práctica a nivel de campo, ora mediante entrevistas, ora a través de la observación, pues la misma, “...es más que una calificación profesional; es como un estado de gracia fuera del cual no hay salvación ninguna.” (Llobera, 1990 : 32).

 

Dicha necesidad, sería relevada a comienzos del siglo XX, por la labor pionera de Malinowski (1972) en tal sentido, al diferenciarse de la antropología de gabinete de las corrientes evolucionistas y difusionistas que lo precedían, tal como lo señalan diversos autores (Clifford, 1983; Stocking, 1983).

 

Ya que a partir de su estudio sobre las Trobriand, se tornarían imprescindibles para la disciplina determinados pasos inherentes al trabajo de campo, como la imperiosa realización de tal instancia, a través de la estadía durante un período de tiempo prolongado, sin portar ideas preconcebidas acerca del grupo a estudiar.

 

Lo cual conllevaba a su vez una   participación y registro exahustivo de las costumbres y usos de dicha cultura en concreto, ante lo cual se tornaba un requisito el conocimiento de la lengua nativa.

 

Mientras que el plano del sujeto cognoscente, se expresaría a través del mantenimiento de un diario de campo propio, donde se daba cuenta de las impresiones y perspectivas del investigador acerca de su interacción con los sujetos y medio a los cuales había dedicado su labor.

 

En lo que atañe a la presente investigación, se ha procurado cumplir con dichos preceptos.

 

Ya que si bien la duración de la misma se ha circunscripto a los límites temporales fijados por el año lectivo, se intensificaría la frecuencia de las tareas realizadas, a modo de alcanzar tal objetivo.

 

Al momento de abordar el objeto de estudio, tanto en la faz de relevamiento bibliográfico de los antedentes en la materia, como en las etapas prácticas de contacto con los miembros oriundos de la Associazione, el manejo de la lengua italiana ha constituido un elemento de singular relevancia, lo cual ha permitido en ambos casos, una mayor exactitud en la aproximación a tales instancias.

 

Asimismo, si bien por una parte se han relevado las notas de campo, a través de un pormenorizado registro de éstas, al unísono se han recopilado las vicisitudes acaecidas durante el proceso de investigación, en el respectivo diario de campo.  

 

3 TECNICAS  

 

En torno a la faz práctica de la investigación, se ha procedido a emplear la observación, el registro de campo, y las entrevistas con los integrantes de la Associazione Ligure del Uruguay.

 

Sobre la observación realizada, la misma se ha efectuado, en la medida de lo factible, desde una opción participativa, en tanto se me permitiera asistir a las reuniones semanales, de Directiva, y mensuales, gastronómicas, promovidas por los miembros de la Asociación.

 

Cabe distinguir entre los componentes del concepto: “...la diferencia entre observar y participar radica en el tipo de relación cognitiva que el investigador entabla con los sujetos/informantes y el nivel de involucramiento que resulta de dicha relación. “ (Guber, 2001 : 62).   

 

Al momento de transcribir las notas relevadas durante la observación de campo, cabe reseñar el aporte de Rockwell (1986) sobre cómo “...el trabajo conceptual necesario en la investigación empírica es el de construir y explicitar los nexos entre los diferentes niveles de la teoría y la información empírica, de construir así “lo observable” de la realidad y hacerlo inteligible dentro de la estructura de relaciones postuladas teóricamente” (Rockwell, 1986 : 111).

 

Las entrevistas han sido planificadas a partir de un enfoque semi - estructurado, acorde a los conceptos de Quivy & Van Campenhoudt (1992). Estos acotan para el desarrollo de las mismas, que si bien se ha de trazar una serie de preguntas guía, se debiera procurar que la persona se exprese con libertad, sin que ello signifique desviarse en demasía de los objetivos propuestos para la investigación. (Quivy & Van Campenhoudt, 1992).  

 

Por ende, al alcanzar una mayor expresividad del sujeto entrevistado, se habría de develar “...la riqueza heurística de las producciones discursivas obtenidas por la entrevista, que supera ampliamente a la del arcaico cuestionario.” (Blanchet, 1989 : 92).

 

Por ello el entrevistador no ha permanecido ceñido a un cuestionario estricto, sino que por el contrario, ha optado por promover la mutua interacción y reflexión, pues “...sólo la reflexividad, que es sinónimo de método- pero una reflexividad refleja , fundada sobre un “oficio”, un “ojo” sociológico- , permite percibir y controlar sobre la marcha , en la realización misma de la entrevista, los efectos de la estructura social en la que ésta se efectúa.” (Bourdieu, 1999 : 528).

 

Asimismo se han explicitado los objetivos de la investigación, a modo de establecer un rapport adecuado con la persona al momento de efectuar las entrevistas.

 

De acuerdo a Cannell & Kahn (1992) el rapport refiere a “...la atmósfera o clima de la totalidad de la relación entre el sujeto y el investigador.” (Cannell & Kahn, 1992 : 335).

 

Dado que la entrevista, implica una interrelación entre los sujetos participantes, acorde a Chirico (1987), “...esta aproximación a los sujetos, así como toda la subjetividad que impregna la práctica narrativa y sus productos, no condena a la actividad analítica a la aprehensión de una lógica del mismo carácter. Por el contrario, los sujetos son considerados como actores sociales, que frente a otro actor social- el entrevistador.   y en interacción con él, desempeñan un papel en la situación misma de entrevista, y a su vez, a través del relato que producen en esa interacción, se representan a sí mismos como actores de una escena social mucho más amplia que aquella correspondiente a la situación de comunicación presente.” (Chirico, 1987 : 424)

 

Lo cual condice con lo establecido de forma reversa por el siguiente autor: “...el encuentro de dos textos, del que ya está dado y del que se está creando como una reacción al primero, es , por consiguiente, un encuentro de dos sujetos, dos autores...” (Bajtin, 1997 : 298)

 

El trabajo de campo se ha extendido por el período de un año, desde las primeras instancias de acercamiento a la entidad, efectuadas en el mes de diciembre del 2005, hasta la corrección del informe final, acontecida en la actualidad.

 

Durante dicho lapso, se han efectuado alrededor de quince entrevistas de distinta duración, oscilando en un promedio de hora y media de extensión, a aquellas personas que demostraron una mayor interacción e influencia dentro de la entidad estudiada.

 

Con frecuencia, se las ha abordado en diversas oportunidades, de forma reiterada, ya fuere en su domicilio, o en el contexto marcado por las reuniones, semanales y mensuales, de la Associazione, a modo de entablar, a través del tiempo, un rapport adecuado entre ellas y el investigador.

 

Lo cual a su vez ha permitido la participación de éste en dichas actividades, desarrolladas en el seno de la institución.

 

De tal contexto de interacción mutuo, ha dependido la circunstancial opción por la grabación de la entrevista, en el caso de que acaeciere un abordaje individual a un nivel domiciliario, o, ante el marco de referencia colectivo de las reuniones asociativas, por la ulterior transcripción de notas en el respectivo diario de campo.

 

Las personas han sido codificadas de la siguiente manera, con el propósito de establecer una referencia para cada uno de los extractos citados en el informe.

 

A.      Presidente Honorario. Ligure. Adulto mayor

B.      Vicepresidente Descendiente. Hijo de Ligure. Adulto mayor

C.     Directivo. Descendiente. Bisnieto de Ligure. Adulto

D.     Allegado. No descendiente. Adulto mayor

E.      Allegada. Descendiente. Nieta de Ligure. Adulta mayor

F.      Encargado Restaurante Centro Orensano No descendiente. Adulto.  

G.   Allegado. Descendiente. Nieto de Ligure. Adulto mayor.   

H.   Allegada. No descendiente. Adulta mayor.

I. Coordinador de Representación Deportiva. Descendiente. Joven.

S.      Presidenta. Ligure Adulta mayor.

 

La elección de los fragmentos de entrevista ha dependido tanto del grado de representatividad de la persona en cuestión dentro de la estructura interna de la entidad, como de la pertinencia de su contenido narrativo, en relación, a los objetivos trazados por la presente investigación.

Dichos objetivos no han sido propuestos con antelación, sino que por el contrario, se han ido perfeccionando y elucidando, heurísticamente, mediante la interacción suscitada en el propio trabajo de campo.

 

Si bien a priori, se pretendía ahondar preferentemente en el conjunto de miembros ligures, su menguada presencia numérica en las actividades de la Associazione Ligure del Uruguay, ha conducido a complementar la investigación mediante la inclusión de los descendientes, allegados, y ocasionales jóvenes, también concurrentes a las mismas.

 

Puesto que, dentro del total de asociados y simpatizantes, de alrededor de doscientas personas, los adherentes ligures no alcanzan la decena de integrantes, de los cuales únicamente el Presidente Honorario y la actual Presidenta demuestran cierta perseverancia en su compromiso con la entidad, ya fuere durante las reuniones semanales, de Comisión Directiva, o mensuales, de índole gastronómica.

 

Al momento de analizar la información recogida, se ha optado por abordarla de forma cualitativa en pos de su interpretación, acorde a los preceptos manejados por Delgado & Gutiérrez (1995),   y Taylor & Bogdan (1987).

 

Utilizándose complementariamente, para el discernimiento de la narrativa de los entrevistados, el diseño de Blanchet (1985), sobre los modos de discurso.

 

Considerando también lo manifestado por otros autores en torno a que “...el proceso empírico de producción de las prácticas cualitativas (pues nada más directamente empírico que un encuentro personal real) constituye un proceso concreto, socialmente condicionado, multidimensional, abierto y contingente (y en ese sentido, nunca controlable de forma absoluta. Por lo que la totalización ex post del sentido real del proceso (y la valoración ad hoc de sus incidencias y elementos concretos) debe ser igualmente asumida y definida por la subjetividad en situación del propio sujeto personal o colectivo investigador...” (Ortí, en Gutiérrez y Delgado, 1995 : 90).

 

En el aspecto ético del trabajo, se ha explicado a los sujetos con quienes se interactuara en el decurso de la investigación, tanto la condición de estudiante, como el grado de confidencialidad que se reserva a los datos e información recabados durante dicho lapso de tiempo.

 

Asimismo, se procura efectuar una devolución del trabajo finalizado a los integrantes de la Asociación, dado que ello constituye un requisito fundamental en la faz ética de la investigación, acorde a Barros Laraia, (1998), y Silveira Carpes, 2001).

 

4 LIGURIA  

 

En este capítulo, se ofrecerá un esbozo acerca de las características generales de dicha región italiana, según datos recogidos en la obra de Grande (1929) sobre la misma, los cuales se han actualizado mediante la consulta a datos oficiales del Ministero de Affari Esteri de Italia (1987).  

 

  Liguria, en su aspecto geográfico, denota una composición topográfica   montañosa, determinada en el este por los Alpi Marittime y al oeste por el Appenino Ligure, dentro de los cuales se elevan tres distintos massiccios (macizos) : dell´   Argentera, el Savonese y el Delle Alpi Apuane.

Una de sus elevaciones más pronunciadas es la del Monte Saccarello.

 

Aledaña a las elevaciones montañosas, se encuentra una la franja costera   extendida sobre el Mediterráneo y el Tirreno, denominada la “Riviera”.

Esta, se divide acorde a su ubicación ordinal, así, en tanto la correspondiente al Levante conlleva unos 120 kilómetros de costa, la del Poniente abarca unos 140 kilómetros.

Sin embargo, el escaso ancho del territorio hacia el interior, 36 kilómetros como máximo, contrasta con dicha longitud ribereña.

 

Delimitándose con el Piamonte al Noroeste, la Lombardia al Norte, la Francia al Oeste, Emilia Romagna al este, y la Toscana al Sudeste.

 

Su clima posee características mediterráneas en la costa, tornándose paulatinamente continental conforme se eleve la altura del terreno.

Las precipitaciones caen con mayor frecuencia durante el otoño e invierno, otorgando la humedad necesaria para el crecimiento de un paisaje boscoso que ocupa el 52 % del territorio.

 

Dada la estrecha franja costera ya mencionada, la región se ha caracterizado por poseer una de las más altas densidades de población de la península itálica. Sus habitantes ascienden a unos 1.2872927, en un territorio de 5413 kilómetros cuadrados (Salvat,1978). Cifras de 1987, acotan que el total de población asciende a 1.764.739 habitantes, concentrados en un 90 % en la franja costera, más específicamente en la Riviera del Ponente.

Proceso acrecentado en las últimas décadas, debido a la migración de poblados rurales y de montaña del interior hacia los centros urbanos, donde se desarrollan los sectores industriales y terciarios (turismo, transporte, servicios).

 

Entre las ciudades principales, se cuentan Génova, San Remo, Ventimiglia y Albenga, al Poniente, y Sestri – Levante, Rapallo, y Chiavari al Levante.

Se considera a la zona, como integrante de un polo triangular industrial, conformado con las vecinas Lombardia y el Piemonte.

 

En el aspecto lingüístico la región habla tanto el italiano, lengua oficial, como el dialecto ligure, de raíz ítalo celta de la italia septentrional.      

 

Históricamente, sería habitada desde tiempos paleolíticos, recibiendo con el transcurrir de los siglos la influencia de diversas culturas.
Sobre el origen de los Ligures, se especula por Grande (1929), acerca de una posible conexión indoeuropea con pueblos septentrionales (celtas, umbros, germanos), que habría descendido a través de los actuales territorios de Francia y Suiza, hasta hallar su actual ubicación.

No obstante, dicha hipótesis, carece de fundamento cierto, en tanto se encuentra supeditada al contexto político, de un régimen fascista, en el cual fuera producida, ya que intentaba demostrar, con argumentos difusionistas, la vinculación “aria” de los pueblos septentrionales de Italia.

 

Al contrario, de acuerdo a la información provista en la Enciclopedia Salvat (1978) es aceptada de forma más general entre historiadores, la hipótesis de que los ligures fueran una población establecida de forma previa a las oleadas indo europeas, hasta que el arribo de éstas últimas fragmentara su cohesión interna. En la denominada proto- historia, hacia el 3000 A.P, su territorio comprendía una extensión que abarcaba la costa tirrena, desde el Ródano al Arno, y hacia el interior, entre el Apenino septentrional, el valle del Po y la vertiente francesa de los Alpes Occidentales.

Si bien en tiempos históricos, de los que se disponen crónicas griegas y luego romanas, ya presentaban una alta aculturación con elementos indo europeos, se les presume como moradores de aldeas, dedicados al pastoreo, pesca, agricultura y piratería.

 

En el 205 A.C., Génova seria destruida por las tropas de Aníbal, el general cartaginés, en el marco de las incursiones de éste en la península itálica.

Así mismo, las tribus ligur se constituirían en un escollo resistente a la conquista romana, desde el siglo III, hasta su subordinación total, en tiempos de Augusto.

En dicho período, destacan las fechas del 180 A.C., cuando se le fuerza a aceptar un Tratado de anexión a Roma, y el 13 A.C., momento en el cual se culmina la construcción de la Vía Litoral Augusta.

 

A posteriori de la conquista romana, la región mantendría sus características propias.

Las cuales se conjugarían en el período inmediato a la decadencia del Imperio, en el 409 D.C., con las influencias “bárbaras”, de visigodos, y godos, conforme dichos pueblos se instalarían en los diversos puntos de la península.

En el 550 D.C., se impondría el dominio bizantino, en tiempos de máxima expansión de dicha orbe, bajo la égida de Justiniano.

A posteriori, se introducirían los longobardos, en 641 D.C., y en el 774 los francos. En tanto en el siglo X, acontecerían las incursiones sarracenas desde las costas de medio oriente y africanas.  

 

Durante el medioevo, destaca el régimen político de la República de Génova, constituida desde su independencia como comuna libre en el siglo XI, que florecería gracias al comercio y dominio marítimo, del traslado y mercadeo de materias primas y tráfico de esclavos, sobre el cual entablaba rivalidad con sus pares veneciana y de Pisa.

No obstante, su hegemonía decaería tras el Renacimiento, hacia fines del siglo XVI y siglo XVII, por lo cual la ciudad iría relegando de forma paulatina su antiguo predominio a otras regiones septentrionales, o al reino vecino de Francia.

En todo momento, la estructura social resaltaba por la supremacía de una aristocracia noble, a la que luego se añadiría una burguesía aposentada en los beneficios de la actividad comercial y financiera de la ciudad portuaria.  

 

Sin embargo, la república conocería un nuevo momento de esplendor bajo el gobierno de Andrea Doria, en 1528.

Aunque a posteriori, retornaría la decadencia política de Génova, registrándose hechos como la cesión de Oneglia a Savoia en 1576, o el bombardeo de la ciudad por tropas de Luis XIV en 1648.

En el siglo XVIII, la zona sería invadida por ocupantes austríacos, en 1746, en tanto en 1797, se conformaría la República Ligure, de corte napoleónico. En dicho contexto, se la anexaría al Imperio Francés, en 1805. Pasando a manos del Reino de Cerdeña tras 1815.

 

Finalmente, las disputas entre los distintos reinos que conformaban la península, y las potencias que ejercían su dominio sobre la misma, se zanjarían con el movimiento unificador de Garibaldi, Mazzini, y Cavour, hacia 1861.

No obstante en dicha circunstancia se cedería a Francia parte de la Liguria, específicamente la actual zona de la Costa de Oro correspondiente a Mónaco, y Niza.  

 

En la esfera económica, cabe señalar que sus principales actividades residen en la industria, turismo y comercio marítimos, a través de los puertos de Génova y Savona los cuales ofician a su vez de polos industriales de la región.  

Además, destacan aunque en menor medida, los cultivos labrados en terrazas escalonadas conforme se desciende por las laderas escarpadas de los montes, en la zona de las Cinque Terre.

 

A las diversas zonas geográficas corresponden la respectiva clase de recursos explotados.

Así, una primera franja costera, posee una vegetación del tipo mediterráneo, con arbustos, pinos marítimos, y pinos d´ Aleppo, hasta los 500 metros de altitud.

Una segunda, denominada “del castaño”, se extiende desde los 500 a los 800 metros de altitud, contándose además con olmos y otros árboles.

Una tercera, que abarca la zona comprendida entre los 800 y los 1500 metros, se caracteriza por la abundancia del “faggio”.

Una cuarta, desde los 1500 a los 2000 metros, demuestra un predominio boscoso de los abetos y larices.  

 

Así, mientras en la costa destacan, amén de la actividad pesquera de los pequeños pueblos, el cultivo de hortalizas, flores y legumbres; en la colina se desarrollan tanto las vides, olivos, cereales, y leguminosas.

Entre las frutas, destacan las uvas, blancas y negras, las peras, los duraznos y manzanas.

En tanto en la zona de montaña, se aprovechan los recursos madereros, de bosques de pinos, la recolección de castaños, y por sobre todo el arreo de ganado ovino en prados de pastoreo.

 

En cuanto a la industria, ésta se ha desarrollado en los últimos siglos, en sus ramas de metalurgia, naviera, minera, de grafito y manganeso, química, de fertilizantes, textil, cementera y de manufactura en cuero, así como también resalta   el impulso turístico adquirido por la región.

 

Mientras que la actividad comercial es fomentada a través de los dos puertos principales de la región, los cuales   sirven de vía de entrada para el norte de Italia.

Por ello, Savona ha sido considerada como puerto natural para todo el Piamonte, mientras que Génova se conecta a través de las vías férreas tanto a la anterior como a Lombardia.

 

También subsiste, aunque cada vez en menor medida, en un nivel familiar, una industria, dedicada a la explotación de recursos madereros, de la leña en la Riviera de Levante, y de cultivo de flores en la Riviera del Poniente.

A cargo de la mujer, queda la confección de ropa, mediante telares, en la esfera familiar.

 

En la actualidad, los sectores industriales (sidelúrgicos, metalúrgicos, petroquímicos, naviera, de canteras, textiles y alimenticios), comerciales, turísticos y de servicios, predominan en la economía regional, por sobre los de la agricultura y la pesca.

La población se emplea en sus dos terceras partes, en el sector terciario, así como también en los puestos generados por el tráfico comercial portuario.  

En tanto la industria turística, se disemina en diversas villas marinas que se han tornado en polos de atracción para visitantes extranjeros, tales como Bordighera, San Remo, Alassio, Finale Ligure, Nervi, Porto Fino, Santa Margherita o Rapallo.  

 

Políticamente, la región Liguria se divide en cuatro provincias: La de Spezia, la de Imperia, la de Génova y la de Savona.

A un nivel local, la autoridad reside en las Comunas, 235 en total, sobre las cuales se delegan responsabilidades que atañen a los problemas específicos de cada una de las comunidades en particular.  

 

Génova, abarca unos 1834 kilómetros cuadrados, contando con una población de 1.011043 habitantes, y una densidad de 551 individuos por kilómetro cuadrado.

La ciudad en sí, comprende unos 25 kilómetros de costa por unos 15 kilómetros de interior.

En cuanto a su historia, sería fundada por tribus ligures, pasando luego por manos romanas, bizantinas, longobardas y francas, hasta adquirir el estatus de comuna libre en el siglo XII.

Momento a partir del cual ejercería un predominio como potencia marina, hasta su declive entre los siglos XV y XVI, en el cual fue disputada su posesión por el Ducado de Milano, España y Francia.

Si bien renacería su anterior poderío bajo el gobierno de Andrea Doria, permaneciendo independiente hasta 1797, en esa fecha sería conformada la República Ligure, de corte napoleónico. Siendo anexada a posteriori, al reino de Cerdeña en 1815.

En la actualidad, su economía se basa en el tráfico y comercio portuario, de contenedores, así como en las actividades financieras y de despacho generadas por lo anterior. Su industria, se dedica a la transformación de la mercadería en tránsito, tal como ocurre en los sectores petroquímicos, sidelúrgicos, metalúrgicos o de alimentos.  

 

Imperia, comprende unos 1155 kilómetros cuadrados, contando con 222.327 habitantes cuya densidad de población asciende a 192 personas por kilómetro cuadrado. Porto Maurizio y Oneglia, constituyen sus ciudades principales.

En tanto la primera conformaba un punto de escala en épocas romanas y bizantinas, a partir del siglo XIII se federaría a Génova, acompañando desde entonces los vaivenes políticos de ésta última.

Mientras que la segunda, posee un origen medieval, pasando en 1298 al dominio genovés, no obstante en 1576 sería cedida al reino de Savoya.

Su economía se basa en el sector alimenticio, de producción de aceite de oliva, pastas, molinos de trigo, amén de la actividad portuaria, de pesca, y del turismo.  

 

La Spezia, por su parte, comporta unos 882 kilómetros cuadrados, con una población de 237.249 habitantes, en tanto su densidad demográfica oscila en las 269 personas por kilómetro cuadrado.

En tiempos del Imperio Romano, sólo constituía una pequeña villa, siendo anexada a la Corte de Génova en 1273.

Unicamente adquiría importancia durante el siglo XIX, en su calidad de base naval para el reino de Cerdeña.

Aún hoy, el sector de industria naviera y militar, predomina en la provincia, amén de los sectores metalúrgicos y petroquímicos.

 

Savona, se extiende por 1545 kilómetros cuadrados, siendo su población de 294.120 moradores, cuya densidad asciende a unos 190 individuos por kilómetro cuadrado.

La ciudad puerto que otorga su denominación a toda la provincia, sería fundada por tribus ligures, pasando al dominio romano en el siglo II A.C., a posteriori de las Guerras Púnicas de Roma con Cartago, fruto de las cuales ésta última se viera devastada.

Luego de un breve período longobardo, sucedido tras el declive del imperio romano, adquiere el grado de comuna libre en el siglo XI.

En 1528, es conquistada por Génova.

En 1815, se anexa a Savoya.

Su economía, se asienta en el comercio con el vecino Piemonte, amén de la actividad industrial sidelúrgica, metalúrgica, naviera, de canteras, y petroquímica.

 

Dentro de las costumbres de la Liguria, cabe reseñar los aportes referidos a la gastronomía.

Ya sea en productos característicos de la zona como la farinata genovesa (el fainá), el pan dulce, la pascualina, o el minestrone.

También destacan platos como el trenette al pesto, los canestrelli, el cappon magro, o la cima pima (panceta de carne de ternero rellena con pasas de uva y otros ingredientes), el scabei de Sarzana, o el griletto.

 

Se suele considerar que la base de dicha cocina resulta en mayor medida mediterránea, ya que denota un predominio del uso de ingredientes básicos como el ajo y el aceite, por sobre influencias septentrionales de la fritura en grasa y manteca.  

En tanto los banquetes tienden a celebrarse con copiosidad en ocasiones festivas como la Navidad, en jornadas de recogimiento, como la correspondiente al Día de los Difuntos, las comidas se han de servir con una frugalidad estipulada socialmente.

 

Entre los aditamentos de la vestimenta local, característicos a través del tiempo, se ha de reseñar al mézzaro genovés, de origen árabe, el cual es adornado con motivos de flores, frutos, pájaros, escenas orientales o marinas. También, destaca el pezzotto, peineta blanca o negra portada por las mujeres, y los adornos en plata y oro.

 

Así mismo, cada actividad económica, consigna a una serie de personajes populares.

Tales como el pastor, el cual por tradición se alimentaba primordialmente de pan y productos lácteos, en detrimento del vino o la carne.

O el denominado “lupo di mare”, al momento de señalar a aquellos individuos, que dedicados a la pesca, artesanal o industrial, hacían de tal actividad su principal medio de subsistencia.

Dentro de la actividad portuaria comercial, destaca la figura del fachino de porto (peón de estiba o carga), categoría dentro de la cual existían diversos grados, como el del camalo (término derivado del turco kamal), o del caravana.  

 

En las últimas décadas, la modernización de la zona portuaria, con la introducción de los containers y grúas mecánicas para su acarreo, han conllevado una indemnización millonaria a dichos peones de estiba, quienes sindicados en su gremio, han sido resarcidos por su labor, la cual a partir de la modificación tecnológica introducida, devendría obsoleta en gran parte.

 

Dentro de las celebraciones rituales, se han de señalar las correspondientes al culto católico apostólico romano, monoteísta,   que predomina en la población, no obstante en ocasiones las mismas trasunten elementos de una raíz pagana anterior.

Así, destacan las procesiones religiosas en fechas clave para el imaginario cristiano, tales como la del Crocefiso en Génova, la de Giovanni Battista, la de Corpus Domini, o la del Venerdi Santo en Savona.

 

Relacionada a las anteriores, se halla la participación musical de los miembros de las distintas confraternidades, a través de la entonación de los Misteri (Misterios), que brindan un marco de sacralidad acorde a los lineamientos de la celebración en sí.

 

Otras fiestas, también vinculadas al calendario cristiano, son la del Natale (navidad), la de San Giuseppe, en Génova, la visita al Sepulcro en Semana Santa, o la Domenica delle Palme, ocasión en la cual se exponen motivos elaborados con hojas de palma entrelazadas.

Sin olvidar a la Pascua, o la Vigilia de San Giovanni, cada veintitrés de junio.  

 

El carnaval de Génova, se distinguiría en tiempos históricos, por la elaboración de sátiras populares y caricaturas, amén del uso de cantos tradicionales, o “i ravioli”, fueren éstos declamados en verso o en prosa.

A través del uso de las máscaras de carnaval, destacan diversos personajes recurrentes, como el del Geppein, o paisano, la de La Nena, bella doncella, la del Paciugo y la Paciuga, pareja de doctores, o las marionetas Pipia e Barda.

 

En cuanto a las leyendas y fábulas, entroncadas a la esfera mitológica de la población rural, abundan los cuentos sobre el combate de ángeles y diablillos.

También, en el Día de los Difuntos, cabe reseñar que en Savona, existe la creencia del “Pico spaccato”, sitio donde según la tradición marchan en procesión, las almas en pena de aquellas personas que sufrieran una muerte violenta, o súbita, tal el caso de los asesinados, ahogados o insepultos (los antiguos larve o lemuri de los romanos).

Ocasión en la cual dichos espectros, vestirían capas negras, conforme entonan lúgubres salmos de oración.  

Otros cuentos, remiten tanto a la influencia sarracena recibida en el medioevo, como también a diversas confrontaciones familiares entre los castillos de dicha época, cuan la referente a los feudos de Aquila y della Verruca, en Val Magra.

 

También resaltan, en el lenguaje cotidiano, apelativos que reflejan la rivalidad entre localidades, y con las vecinas regiones de la península.

A modo de ejemplo, los Savonesi, o habitantes de Savona, son denominados como “ciciolli”, o chupasangre.

En tanto a los genoveses se les asigna el mote de “riso- rosso”, o “ríen poco”, y a los de Arenzo, “caga goti”, como sinónimos de avaricia.

5 INMIGRACION ITALIANA : CONTEXTO HISTORICO Y CAUSAS  

 

En el siguiente capítulo se ha de recabar el marco histórico del arribo de la inmigración italiana a nuestro continente, así como también las causas que incidirían en su desarrollo.

Para luego, en posteriores capítulos, relevar las principales características que presentaría la misma, así como también los aportes efectuados por ésta, en distintas áreas, que contribuirían a la conformación de la cultura en la sociedad uruguaya actual.

 

Para historiadores como Oddone (1966) hacia el siglo XIX la revolución industrial, si bien variaba en su grado de desarrollo de acuerdo a la región de la que se tratase, otorgaba no obstante cierta homogeneidad a la sociedad occidental europea.

Acorde al autor, una vez finalizada la Guerra franco- prusiana de 1870, a la que sucedería un período de paz hasta 1914, la economía se expandió a través de nuevas formas de comunicación y locomoción, acrecentándose la migración del medio rural al urbano, conforme la actividad de las factorías prevalecía sobre la agrícola cuya influencia decaía con respecto al total de la producción.

Paralelamente, la población tendía a concentrarse en el ámbito de las ciudades.

 

En el plano de la geopolítica, en dicho período ocurre la máxima expansión de los imperios coloniales europeos, cuyas naciones dividían los territorios conquistados en los demás continentes.

Obteniendo de éstos las materias primas necesarias para elaboración de los productos manufacturados característicos de la revolución industrial.

 

No obstante, a principios del siglo XX resurgirían los resquemores entre las distintas potencias coloniales, especialmente entre Inglaterra y Alemania, en tanto ésta última pondría en jaque el predominio económico y político global de la primera.

Dicho proceso desembocaría en la Primera Guerra Mundial (1914- 1918) tras la cual sobrevendría una etapa de incertidumbre tanto política, dado que la creación de la Sociedad de las Naciones (antecedente de la ONU) no impediría las permanentes tensiones entre vencedores y vencidos del anterior conflicto bélico; como económico, con distintas crisis monetarias, causantes de nuevas oleadas migratorias, que culminarían en el crack de la Bolsa de Wall Street de New York en 1929.

 

En torno a las diversas manifestaciones de la vida económica europea en el período ya mencionado, entre el 1870 y 1914, Oddone (1966) distingue los avances producidos en diversos campos.

 

Primeramente destaca los cambios tecnológicos ocurridos en tal etapa, los cuales influirían en la expansión industrial acontecida por entonces. Tales como nuevas aplicaciones del dínamo, la utilización de la hulla blanca con propósitos industriales, o del motor a explosión para barcos y automóviles, amén del ferrocarril impulsado mediante la corriente eléctrica (Oddone, 1966).

 

A su juicio, ello aceleraría el proceso de industrialización, así como también de la extracción de mineral y carbón, utilizados como materias primas.

Lo cual permitiría la reducción de los costos a favor de una mayor producción en masa.

Además de los cuantiosos y nuevos artículos surgidos a impulso del progreso de la metalurgia, el cual sería sustentado por los descubrimientos efectuados en distintas áreas científicas, en especial en el de la Química (Oddone, 1966).

 

En el rubro del transporte, reseña el desarrollo de las vías férreas, así como también de las líneas transatlánticas de embarcaciones a vapor que sustituirían a las tradicionalmente impulsadas a vela; utilizadas tanto para el desplazamiento de pasajeros como de carga.

Lo cual acrecentaría tanto el proceso de extracción de las materias primas en las colonias, como el mayor intercambio de productos de consumo masivo en las potencias hegemónicas (Oddone, 1966).

 

A su vez, caracteriza al desarrollo industrial, como poseedor de una especialización productiva, que incidiría negativamente en la faz agrícola de dichos países.

En tanto la gran industria desplazaría tanto al artesanado como a la pequeña industria, conformándose nuevas zonas productivas, como Bélgica, Lombardía, Cataluña, Liguria o Piamonte.

También acota como la extracción de carbón quintuplica su volumen en tal periodo, además de que la industria textil cobra mayor impulso a merced de las innovaciones mecánicas.

En tanto ubica en Inglaterra, el polo del dominio en el desarrollo de la industria metalúrgica, de la fundición y el acero, destaca a Alemania, como sitio de privilegio para la industria químico farmacéutica (Oddone, 1966)

 

Entre las causas que provocarían el empuje de la emigración europea, el autor reseña al aumento de la población.

Enmarcado en el concepto de “revolución demográfica”, debido a las mejoras en el área de la salud y la alimentación, lo cual conllevaría un descenso en el índice de mortalidad registrado por entonces.

Así, el volumen de la población europea duplicaría su número de 200 millones en 1870 a 460 para 1914 (Oddone, 1966).

 

Ello implicaría un descenso en el nivel salarial, así como también una mayor desocupación en el sector de las factorías.

El proceso migratorio se constata en las cifras correspondientes para dicho período, durante el cual unos 40 millones de europeos abandonarían su tierra natal rumbo a otros continentes.

 

De ellos, una quinta parte se dirigiría a Sudamérica, cifra dentro de la cual Argentina absorbería la mitad de inmigrantes, Brasil el 35 % y el Uruguay acogería al 5 % de la misma (Mörner, 1992).

 

Entre los factores generales que influirían en las corrientes migratorias europeas de la segunda mitad del siglo XIX incluye los siguiente puntos:

 

El desajuste producido entre la demanda de trabajo y el excedente demográfico, ante lo cual la industria y el comercio no absorbían la novel oferta de mano de obra con debida prontitud (Oddone, 1966).

 

La presión demográfica debida a razones antepuestas supra (Oddone, 1966).

 

Los vaivenes acontecidos tanto en los ciclos económicos como agrícolas, ejemplo de esto último lo constituye la “potatoe famine” de Irlanda entre 1840-1847 en la que la dependencia de un monocultivo impuesto por la potencia dominante inglesa, provocaría resultados devastadores para la población ante la ruina de dicha cosecha (Oddone, 1966).

 

El desarrollo comercial e industrial, que causaría un descenso en el nivel de vida, así como en las condiciones laborales, amén de la disminución en los empleos de las ramas artesanales y de trabajadores domiciliarios (Oddone, 1966).

 

Las condiciones de la explotación agrícola, en las que se evidenciaba una disímil distribución de la propiedad de la tierra, en tanto también conspiraban el ausentismo de los tenedores de las terrenos, y el inusitado monto de los impuestos rurales exigidos a los campesinos, especialmente en Italia y España (Oddone, 1966).

 

Las condiciones de la travesía e internación, puesto que el desarrollo de los medios marítimos de transporte favorecería los viajes a través del océano (Oddone, 1966).

Las analogías culturales, en las que los inmigrantes escogían destinos que presentaran similitudes con su tierra natal, tal el caso de españoles e italianos en América Latina, irlandeses en Estados Unidos, o ingleses en sus colonias (Oddone, 1966).

 

Los factores incidentales que igualmente influirían en la migración.

Dentro de estos, cita el caso de los terremotos o epidemias en Italia, agitaciones políticas en la Comuna parisiense, la guerra franco- prusiana ya mencionada, persecuciones religiosas, deudas con el fisco, o la justicia militar por deserción del servicio correspondiente, así como también beneficios otorgados por los países receptores, amén de la propaganda interesada que efectuaban los diversos agentes y   compañías navieras de transporte (Oddone, 1966).

 

En lo concerniente a la emigración italiana, se ha de acotar primeramente la situación económica y social de la época.

 

Hacia 1870, ya unificado el Reino de Italia, persistirían las desigualdades estructurales entre las diversas regiones que la componían.

El autor establece que “...el crecimiento demográfico anotaba por lo pronto la contradicción entre el estancamiento urbano y el aumento de la población total (25 : en 1861; 26: en 1870).” (Oddone, 1966 : 23).

 

Nápoles constituía la ciudad con mayor cantidad de habitantes (449.000), superando a sus pares del norte.

Así, se consigna, como aún sucede en la actualidad, una división entre las regiones septentrional y meridional del país.

La primera   contaba con un desarrollo industrial más acentuado, aunque en dicho período sufría de una carencia de capital inversor, combustible y materia prima.

La segunda se caracterizaba por la explotación rural de índole estacional, en la que el latifundio constituía la forma predominante de la propiedad de la tierra (Oddone, 1966).

A su vez que la topografía montañosa del país, unida al escaso desarrollo del transporte ferroviario para la época, no hacía más que acentuar las diferencias entre las regiones.

 

No obstante el autor considere que los índices de industrialización resultaban promisorios en el comienzo de dicho período, signando al surgimiento del problema obrero, el cual se manifestaba con huelgas constantes a causa de los bajos salarios recibidos por los operarios,   como uno de los indicadores del cambio (Oddone, 1966)

 

Otra de las características del periodo son los vaivenes económicos sufridos por una producción que aún dependía en gran medida de los dividendos obtenidos por las exportaciones del sector agrícola rural.

En tanto acota que las tarifas aduaneras de índole proteccionista, canalizaban un beneficio para los sectores industriales, como los textiles, metalúrgicos y mecánicos.

Sin embargo tanto el deterioro del comercio exterior (que incluiría una ruptura con Francia), como la crisis bancaria de 1893-94, se combinarían con los efectos ya manifiestos de la depresión económica europea (1873-1895).

 

Por ende, el proceso de industrialización provocaría en las regiones septentrionales un empeoramiento de las condiciones laborales (rebaja de salario, empleo masivo de niños y mujeres, desocupación cíclica, migración del medio rural al urbano).

Mientras que en el meridiano, el impacto sobre la economía agrícola sería de mayor envergadura (desocupación masiva, impuestos sobre los alimentos, subconsumo y plagas, huelgas de los “braccianti” o braceros) (Oddone, 1966)

 

A posteriori, en el comienzo del siglo XX, hasta la Primera Guerra Mundial, el país recuperaría el crecimiento económico tanto en la faz agrícola como industrial, en tanto que disminuirían como consecuencia la mortalidad por epidemias como la malaria o la pelagra.

No obstante a término del conflicto bélico, devendría un nuevo receso en la producción, caracterizado por la desmovilización de las industrias metalúrgicas y mecánicas, que se enlazaba con los conflictos ideológico- políticos propios de la época, entre las corrientes revolucionarias obreras, tanto anarquistas como a posteriori marxistas, y las fuerzas conservadoras de las sociedades, que desembocaría, en el caso italiano (como se daría también en Alemania) en la instauración de un régimen totalitario fascista comandado por Mussolini, quien contaría con el beneplácito de la monarquía reinante por entonces (Oddone, 1966).   

 

En torno a los motivos que impulsaban a la emigración, el autor destaca que “...el creciente interés social que fue adquiriendo desde entonces mide, naturalmente, la magnitud del problema migratorio, tan estrechamente ligado al proceso de unidad espiritual y material de la nación.” (Oddone, 1966 : 27).

 

Así contrastaban por caso, los intereses de los empresarios navieros, proclives al fenómeno migratorio hacia el exterior, con los propios de los propietarios rurales, quienes veían disminuido el número de los braceros a su disposición.

 

El tema de la emigración sería tratado ampliamente, por economistas, geógrafos, demógrafos, periodistas e historiadores ya desde ese momento.

 

A continuación se han de reseñar los factores preponderantes, acorde al autor (Oddone, 1966) prosiguiendo con el esquema ya esbozado, de una división entre las regiones norte y sur del país, las cuales poseen hasta hoy día disímiles, cuando no opuestas, características.

 

En cuanto a la región meridional, el autor aboga por obviar una explicación monocausal que se base únicamente en la miseria como causante primordial de la emigración (Oddone, 1966).

Por el contrario acota una serie de variables, que divergían acorde al período y región específicas, así como también a los cambios en el crecimiento demográfico y perspectivas económico laborales de cada sector (Suardo, 1945, en Oddone, 1966).

 

De modo genérico considera que en la Italia del sur (Campania, Puglia, Basilicata, Calabria, Sicilia) predominaban condiciones desfavorables para la labor agrícola.

 

Entre las cuales se hallan, de acuerdo a Foerster (1919, en Oddone, 1966) el medio físico, por la inclemencia del suelo, régimen pluvial, composición del suelo, deforestación, escasez de pasto y aridez de la tierra, factores todos que atentaban contra la productividad.

Así como también el impacto de las epidemias como las provocadas por la malaria, y de los terremotos acontecidos en el caso de Calabria.

 

Por otra parte, con igual o mayor incidencia   se presentaban las causas de carácter económico social.

Como la presencia del latifundio, en el que la propiedad de la tierra pasaría de las manos de la aristocracia en el régimen feudal, al bando de una burguesía adinerada gracias a la actividad comercial y financiera. Mientras que igual destino correría el reparto de las tierras de la iglesia (Oddone, 1966).

 

También influiría el ausentismo de dichos propietarios, fenómeno particularmente agudo en la segunda mitad del siglo XIX, lo cual generaría un grupo de intermediarios dedicados a la especulación, los “gabellotti” sicilianos, quienes a juicio del autor, “...usufructúan los beneficios de las cosechas y saben eludir los riesgos descargándose sobre los propietarios o los asalariados” (Oddone, 1966 : 31).

 

  Así mismo, las técnicas de cultivo no habían avanzado en demasía con respecto al pasado, lo que conllevaba un magro rendimiento agrícola. Todo ello devenía en pésimas condiciones laborales y de calidad de vida para los campesinos de dicha región.

 

Mientras que el mayor desarrollo industrial del norte, el cual gozaba de mínimas barreras aduaneras amén de una reglamentación proteccionista, iba en detrimento del sector artesanal y de pequeña industria del sur (Oddone, 1966).  

 

Entre los indicadores de índole social, el autor señala a las manifestaciones del descontento obrero, mediante huelgas que declamaban por una reforma de los impuestos, redistribución de tierras y mayores salarios; al bajo nivel de educación con altos índices de analfabetismo, y la alta tasa de natalidad.

 

Todo ello favorecía la configuración de una estructura social adonde primaban dos polos opuestos : el de una mayoría campesina en pésimas condiciones de vida, contrapuesta a los intereses de una minoría latifundista que detentaba la propiedad de la tierra y medios de producción (Oddone, 1966).

 

En cuanto a la Italia septentrional, considera que las provincias del norte, como Liguria, Lombardía y el Piamonte, presentaban características ventajosas, en comparación con la zona del mediodía.  

 

En el aspecto del medio ambiente, gozaba de un régimen de lluvias más favorable, así como de una mejor fertilidad de los suelos, la cual variaba acorde a la latitud y altitud correspondientes.

Mientras que las epidemias y desastres naturales tendrían una incidencia menor que en la región sur.

 

Por otra parte, la propiedad de la tierra, a diferencia del sector meridional, poseía una subdivisión de la propiedad, lo que conllevaba un rédito mínimo así como también una latente pauperización de la población campesina.

Conforme proseguiría dicho proceso de subdivisión de la tierra, ello influiría de manera determinante como causal de la emigración.

Al tiempo que señala al arrendamiento como la forma de explotación más usual, en sus distintos tipos de contrato (mezzadria, contratto misto) (Foerster, 1945, en Oddone, 1966).

 

A la vez, describe causas específicas para cada región.

 

En el caso de las grandes urbes, la emigración poseía un carácter menor, en comparación con el medio rural.

En las zonas de montañas alpinas, como en el Piamonte, la poca fertilidad del suelo, la división excesiva del mismo, y la abundante mano de obra (con las consecuentes miseria y desempleo) serían las razones preponderantes.

Siendo menor tal proceso en el valle del Po, así como también en la Liguria, a pesar de su tradición marítima y comercial, en tanto en el Véneto, prevalecería una tendencia temporaria hacia la emigración (Oddone, 1966).

 

Al tiempo que considera que en las regiones centrales de montaña se acentuaría dicha tendencia de manera constante, como en la Toscana y en Luca.

Al contrario, la estabilidad agrícola demostrada por Pisa y Livorno, detentarían en detrimento de un gran caudal migratorio de sus moradores. Ya descendiendo hacia el centro del país, en La Marca, Emilia y el Lazio, la pobreza de los suelos se constituiría como en otras regiones, en una de las causas del contingente migratorio (Oddone, 1966).

 

En el plano de la organización político social, el autor acota que el desarrollo industrial y comercial se vería beneficiado en el norte por una mayor autonomía de las comunas, lo que favoreció el surgimiento de una clase media y de artesanos, a diferencia de la aristocracia latifundista que predominaba en el sur.

 

Por ende, “...la acumulación temprana de importantes capitales y la disponibilidad de crédito permitió asumir, aunque con desventaja inicial (combustibles y materias primas escasos), el camino de la gran industria, que aparejó a su vez un creciente desarrollo de la vialidad, los ferrocarriles, los canales y los puertos, las escuelas primarias e industriales y una avanzada legislación protectora del trabajo.” (Oddone, 1966 : 35).  

 

A juicio de Pellegrino (1992) una de las razones preponderantes de la emigración, era que los europeos ya liberados de las viejas trabas feudales, procuraron dirigirse hacia países donde no   imperara un estricto orden pre establecido, tal el caso del Río de la Plata donde la tardía colonización hispánica predisponía tal situación.

 

En tanto Rodríguez Villamil & Sapriza (1982) distinguen entre las causas de la inmigración de las zonas septentrionales y meridionales de la península.

Ya que mientras en las primeras, incidiría el escaso rendimiento de los minifundios agrícolas, junto con la alta natalidad rural y la imposibilidad de absorción del excedente agrícola por parte de la burguesía industrial urbana; en las segundas prevalecería el empobrecimiento de la masa campesina, de braceros, en manos de un sistema latifundista de la propiedad de la tierra.
Constituyendo los principales puertos de salida, Génova, Savona en el norte, y Livorno, Palermo, y Nápoles al sur.

 

Mientras que Mörner (1992) considera lo siguiente: “...en Italia, la coincidencia del descenso económico y la competencia de las importaciones de cereal barato provocó una crisis especialmente severa entre1885 y 1895. En estas circunstancias, la emigración de las provincias italianas del norte era más importante, a pesar de su mejor desarrollo económico y sus mejores condiciones de vida en relación al sur. En el sur de Italia, los problemas estructurales de una sociedad extremadamente empobrecida y atrasada continuaron empeorando como resultado del aumento de la población, hasta cambiar el siglo. En esa época, la situación en el norte de Italia había mejorado con lo que nos encontramos que en períodos recientes predominan contingentes de italianos del sur.” (Mörner, 1992 : 58).

 

 

6      INMIGRACION ITALIANA EN EL URUGUAY

 

6.1   CONTEXTO HISTORICO

 

Como rasgos salientes de la inmigración italiana en nuestro país, en un plano histórico, a juicio de Rodríguez Villamil & Sapriza (1982) cabe consignar lo siguiente : el carácter temprano de su impronta, desde mediados del siglo XIX, lo cual anticiparía la postrer inmigración hacia la Argentina.

Conjuntamente a ello, constatan la temprana saturación del medio, debida a una falta de política oficial clara con respecto a la migración, así como también, en lo económico, al predominio de un modo de producción latifundista y agropecuario que cercenaba las posibilidades de empleo en el área rural.

 

Sin embargo, los primeros contactos, esporádicos,   de peninsulares con estas tierras, se darían a través de marinos como Pigafetta, en el transcurso de las expediciones de exploración lusas y españolas a la región, en los comienzos del siglo XVI (Avonto, 1994).

 

En términos generales, los italianos tenderían a establecerse en el área urbana de Montevideo, en las chacras aledañas, y de zonas limítrofes (Canelones, San José), así como en el litoral del país, entre Colonia y Salto, sitios donde los genoveses controlaban casi en su totalidad la navegación del río, desarrollando junto a ésta su actividad comercial (Albónico & Rosoli, 1994).

Alcanzando su ascenso en la jerarquía social, a través del comercio y la industria por sobre todo.

 

Puesto que las artes liberales se hallaban en manos de los naturales del país, los inmigrantes ocupaban otras labores como la de braceros, artesanos, servicio doméstico, camareros, modistas, cocineros, albañiles, carpinteros, o zapateros (Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982).

También, anhelaban independizarse económicamente merced a su destreza de oficio, artes o comercio de menudeo cuentapropista.

Como forma de alcanzar dicha independencia, se fomentaba el ahorro monetario a través de la compra de un terreno y la edificación de la casa propia, fuere en un nivel urbano, o de la chacra o casa quinta en los suburbios de la capital y ciudades del interior.  

 

En el campo socio cultural,   los italianos extenderían su influencia en diversas áreas como la arquitectura, artes plásticas, música, formación de instrumentistas, teatro, sainete, y de la conformación de las capas medias de la sociedad (Zannier, 1994).

 

Las autoras ya mencionadas (Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982) establecen seis etapas diferentes, signadas por los vaivenes de las distintas crisis económicas y conflictos bélicos del país, y mundiales.

Una primera, que abarca el período desde la jura de la Constitución de 1830 hasta el comienzo al Sitio Grande de Montevideo, en 1843.

Una segunda, desde el fin de la Guerra Grande, en 1851 hasta 1870.

Una tercera, desde 1880 a 1890.

Una cuarta, entre 1891 y 1902.

Una quinta desde el 1905 a 1814, y una sexta entre 1918 y 1930.

 

La temprana inmigración se habría causado en parte, por la resistencia del régimen rosista en Argentina al arribo de extranjeros.

Al momento de la Guerra Grande, el sitio de Montevideo produjo la salida de europeos, entre ellos 8.000 franceses, quienes se dirigirían a la vecina orilla (Mörner, 1992).

 

A grandes rasgos, los italianos prevalecerían hasta 1900, momento a partir del cual harían lo propio los españoles.

Mientras que desde 1915, entrarían en escena aquellos provenientes del este europeo y Medio Oriente.

En todo momento, predominarían los hombres laboralmente activos, por lo cual, por ejemplo, para 1894, el 67 % de los nacidos en Uruguay, contaba con alguno de sus progenitores extranjeros (Rodríguez Villamil & Sapriza, 1993).  

 

Según   Barrán & Nahum (1979), el aporte de la inmigración resultaría substancial, al menos hasta 1890, para el aumento de la población nacional, dada la escasa densidad demográfica registrada en los albores del Uruguay independiente.

 

Entre 1860 y 1975, se registraría un incremento en la inmigración, merced a la implementación de políticas favorables a la misma por parte del gobierno de Berro.

En tanto entre 1866 y 1868, el crecimiento edilicio urbano, junto con la especulación del sector financiero ofrecerían mayores oportunidades de obtención de réditos.

A partir de 1870, se diversificaría por tanto la procedencia y profesiones de los inmigrantes italianos, arribando trabajadores agrícolas meridionales desde Basilicata, artesanos, decoradores y pintores de Romagna y Manche, o escultores de arte funerario de la Toscana (Oddone, 1993).

 

De forma general, es posible afirmar que “...al ser las primeras oleadas de emigrantes transatlánticos italianos del norte, es natural que fueran los norteños quienes predominaran en la inmigración sudamericana representando el 60 % de los italianos que llegaron entre   1876 y 1913.” (Mörner, 1992 : 76).   

 

Dicho autor establece que los factores que incidirían en la asimilación serían la causa de la emigración, los lazos familiares de origen y de recepción, las condiciones que afrontaba en la nueva tierra y la nacionalidad (Mörner, 1992).  

 

Aunque también “...es obvio que el proceso de asimilación no sólo refleja la actitudes de los inmigrantes, sino también las actitudes adoptadas por las autoridades y el pueblo del país receptor. La política favorable hacia la inmigración de los gobiernos de América Latina puede encontrarse en varios objetivos. Algunas veces reflejaban el sentimiento de inferioridad y el deseo, por parte de la élite, de que consiguieran una expansión económica, sin alterar el status quo sociopolítico del país.” (Mörner, 1992 : 108).

 

Para otros autores, “...la llegada al país de grandes oleadas inmigratorias y el vigoroso crecimiento demográfico, los procesos de urbanización -   en particular, de montevideanización – acelerados, las múltiples implicaciones de la reforma escolar, etcétera, demandaban propuestas integradoras de signo fundacional.” (Caetano, 1992 : 83).

 

Conforme a ello, se establecería hacia 1890, una Ley de Inmigración, inspirada en la argentina Ley Avellaneda de 1876.

Mediante la cual se otorgaban facilidades a los cónsules de la república, para efectuar propaganda acerca de los beneficios de la misma, así como también autorizaba al anticipo de pasajes, comida y alojamiento para la primera semana de estadía de los inmigrantes que arribaran al territorio nacional.

Ya dentro de éste, el Estado se encargaba de los costos de traslado de los recién llegados a otras localidades fuera de la capital, facilitándose también ciertas franquicias aduaneras.

 

Sin embargo, queda clara la intención etnocéntrica y racista de la época, si se la observa desde un ethos actual, ya que la ley imponía asimismo la prohibición y restricción de ingreso, en caso de enfermos, ancianos que no probaran capacidad laboral, de asiáticos, africanos, y gitanos (Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982).

 

En dicho período, entre el 1880 y 1904, predominaría la inmigración correspondiente a la zona meridional de la península, en especial a Campania, en tanto entre 1900 y 1914, sucedería lo mismo con Sicilia y Calabria (Camou & Pellegrino, 1993).

 

No obstante, sea pertinente distinguir que las medidas legales descriptas anteriormente, correspondían a una política de “inmigración oficial”, de escaso éxito y mayor presencia de intermediarios como las compañías navieras o el propio Estado, a la cual se contraponía la denominada “inmigración espontánea”, asentada en las redes sociales establecidas entre los ya emigrados y sus coterráneos que aún permanecían en Italia (Zubillaga, 1992)

 

En lo concerniente a la adquisición de propiedades en el Uruguay de fines del siglo XIX y principios del Novecientos, Mourat (1993), destaca el papel de los inmigrantes italianos.

Conforme los mismos tendería a establecerse en los núcleos urbanos de la capital, y ciudades del interior.

 

En el área urbana, el fraccionamiento de propiedades era efectuado por especuladores financieros como Piria, de origen genovés, y Escardó, quienes denominaban a los nuevos barrios con nombres asociados al ámbito peninsular, tales como Caprera, Vittorio Emanuel II, Cheveste, Mazzini, Nueva Savona, o Nueva Génova (Castellanos, 1971).

 

Mientras que en el medio rural, el proceso paulatino de alambramiento y fraccionamiento de los campos de estancia, conllevaba la erradicación del elemento gauchesco de la campaña, devenido peonada de estancia.

Ya que si bien en todo momento, la colonia italiana predominaba en el área urbana (en 1860, el 74 % residía en la capital), entre 1870 y 1880, se iría extendiendo a los centros poblados del interior del país.

 

A modo de ejemplo, se alcanzaban cifras máximas, como las siguientes : para el año de 1900, Colonia contaba con 3900 italianos, Paysandú, con 3600, Salto con 2400, San José, unos 1700, y Florida, igual cantidad.

  En 1892, Soriano poseía unos 1300, Durazno unos 1000 y Artigas, para 1899, unos 1000. En tanto Canelones, en 1891, presentaba unos 5700 italianos, y Tacuarembó, en 1895, unos 1900. Mientras que poseerían menor incidencia demográfica en el este del territorio.

De todas maneras, no sobrepasaba en promedio, del 10 % del total de la población del interior (Mourat, 1993).

 

En un nivel comunitario, los inmigrantes se organizaban en diversas asociaciones. Acorde a Favero & Bernasconi (1993), éstas conformaban un espacio en el cual los miembros incorporaban tanto elementos culturales propios de la sociedad de origen, como de la de inserción. Fomentándose así mismo, las anteriormente mencionadas redes sociales, y cadenas migratorias.

 

Definiéndose a éstas últimas   como “...el movimiento por el cual los migrantes futuros, toman conocimiento de las oportunidades laborales existentes, reciben los medios para trasladarse y resuelven su alojamiento y empleo inicial, por medio de sus relaciones sociales primarias con migrantes anteriores:” (MacDonald, 1964 : 82). Ya fuere a través de agentes laborales o “padrone”, de trabajadores o familiares ya establecidos.  

 

Puesto que en gran medida, “...los racimos de familiares, parientes, amigos y clientes, constituyen la organización empresaria y determinan el acceso a la información, al crédito y a los mercados.” (Moutoukias, 1995 : 223).

 

Conforme dichas cadenas migratorias se estructuraban en las relaciones de parentesco y compadrazgo de las localidades de origen, tendían a reforzar el sentimiento regionalista del inmigrante, en tanto los sectores de élite de la comunidad, eran proclives a fomentar la unidad nacional del Reino de Italia (Míguez, 1992).  

 

Las asociaciones, se habían conformado por dos clase de inmigrantes:

 

Una primera, correspondiente a aquellos allegados a raíz de causas políticas, quienes tendían a enfatizar la cohesión de un ideal nacional, fomentando valores tales como la lengua y cultura de la península (Favero & Bernasconi, 1993).

 

Téngase en cuenta la frágil unidad del Reino de Italia, recién alcanzada hacia 1861, contrapuesta al fuerte sentimiento regionalista que imperaba tanto entonces, como aún en la actualidad.

 

Una segunda, respondía a la red de solidaridad, ora local, ora regional, que promovía acciones mutuales, de asistencia sanitaria, no obstante incorporara elementos políticos como el marcado anticlericalismo de Mazzini (Favero & Bernasconi, 1993).

 

De esto último se desprende, la ausencia de vínculos formales con las autoridades religiosas católicas de la época : “... giá Angelo Scalabrini poteva osservare che delle 214 societá italiane rilevate al Plata, agli inizi degli anni 1890, nessuna aveva carattere religioso e tanto meno lo aveva l´unica che si denominava “Amici del Vaticano”, il cui nome era l´opposto della sua indole.” (Rosoli, 1992 :81).

 

Asimismo, la impronta de las logias masónicas impregnaría al pensamiento liberal local de entonces, a través de una férrea oposición a las posiciones eclesiásticas (Marocco, 1986).

 

Cabe acotar, que en el seno de las asociaciones se producían a su vez fuertes divergencias o conflictos internos, a raíz de los diversos perfiles de sus integrantes, fueren éstos mazzinianos o monárquicos, clericales o anticlericales, o luego en el siglo XX fascistas o antifascistas (Devoto, 1992).

 

También Favero & Bernasconi (1993) subrayan la fragmentación en las distintas asociaciones, entre las cuales resaltaban algunas como la Societá di Mutuo Soccorso Operai Italiani, la Lega Lombarda di Instruzione o la Lega Lombarda Istrumentale, y el Círcolo Napolitano. Como caso excepcional de unidad de tales organizaciones se cita el caso de la formación de la Scuola Italiana a partir de las correspondientes a cada una de las asociaciones, en 1882.

 

A modo de ilustrar dicha disgregación, cabe señalar que para el fin del siglo XIX, en la vecina Buenos Aires, se registraban cerca de cien asociaciones distintas, las cuales congregaban alrededor de 50.000 miembros (Gandolfo, 1992)

Mientras que los sectores populares, se organizaban con motivos recreativos, como el caso del Centro Recreativo Piamontés, o deportivos,

como el Centro Atlético Italiano.

 

También influirían los inmigrantes italianos en el ámbito de las organizaciones obreras, a través de la formación de los primeros sindicatos de orientación anarquista y socialista (Falcón, 1992), en los cuales, al prevalecer un carácter internacionalista, con frecuencia enfrentaba a patrones y operarios de un mismo origen peninsular (Zubillaga, 1992).

 

El cambio en la tendencia migratoria de las diversas zonas de la península hacia nuestro país, en la cual cesaría el predominio del área septentrional en favor de la meridional, estaría signado en particular por los efectos de la crisis de 1890 sobre la economía nacional (Oddone, 1993).

Momento a partir del cual la Argentina constituiría el foco de inmigración primordial de la región.

Aún así, para 1908, los italianos conformaban la colectividad más numerosa entre las extranjeras, con unas 62.537 personas.

 

Cabe señalar que a raíz de dicha crisis, un gran número de esos inmigrantes abandonaría su nueva tierra, ya fuera de regreso a su patria natal, como en rumbo a los países limítrofes, en especial Argentina, en pos de una mejor situación económica.

También en dicha época, el gobierno brasileño concedería medidas favorables para la instalación de colonos italianos, y alemanes en los estados de Sao Paulo y Matto Grosso (Ianni, 1979, Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982).

 

Dicho aspecto es resaltado por Aguiar (1982) para quien la inmigración tuvo en el Uruguay un impacto cultural y social, más que demográfico, dado que en paralelo a dicho proceso, siempre coexistió una fuerte tendencia a la expulsión de los habitantes de este territorio.

A modo de ejemplo, acota que para fin del siglo XIX, una décima parte de la población del Uruguay habitaba ya en territorio argentino.

A su vez, destaca cómo ya entrado el siglo XX, las corrientes de inmigración detuvieron su impulso en nuestro país, mientras que en la nación vecina anteriormente citada, constituían un aporte fundamental al crecimiento demográfico (Aguiar, 1982).

 

Sin embargo, otros autores sostienen lo siguiente: “...cuando la inmigración masiva se produjo, a fines del siglo XIX y principios del XX; el ingreso per cápita debe haber sido muy alto para la época, uno de los más elevados del mundo. Eso explica, por lo menos en parte, la increíble capacidad de absorción de inmigrantes con la enorme multiplicación consiguiente de roles ocupacionales que se produjo en el Uruguay. A ello debe agregarse que la masa migratoria pasa a superar rápidamente, en número, a la población anterior. Esto fue particularmente intenso en la población activa, desde que casi todos los inmigrantes trabajaban porque llegaban adultos al país. Por otra parte tenían en sus países de origen, en su inmensa mayoría, un bajísimo nivel de vida. Se dio la doble situación de una gran igualdad inicial masiva y un nivel de expectativas también moderado. Es altamente posible que en parte, aunque sólo en parte, lo que podría llamarse la propensión distributiva de la sociedad uruguaya, esté vinculadas estrechamente a estos hechos. “ (Solari, 1967 : 102-103).

 

Tras la Primer Guerra Mundial, el país cesaría de ser un destino inmigratorio de peso, produciéndose en cambio, síntomas de “desitalianización” de los ya establecidos, tales como ser: un menor espíritu asociativo, el estancamiento del valor de la propiedad, y el descenso del nivel de calificación profesional de los inmigrantes, con el agravante de que aquellos que poseían mayor formación educativa e intelectual rehuían la participación social a través de las diversas asociaciones   (Oddone, 1993).

 

A posteriori, durante las siguientes décadas “...la situación de Uruguay durante los años de depresión se parecía más a la de Argentina que a la de Brasil. La inmigración aumentó la población Uruguaya hasta 1931, cuando comenzaron a ser considerables las partidas por primera vez desde la Primera Guerra Mundial. Durante los años 1913-30, una extraordinaria variedad de nacionalidades había caracterizado la inmigración a Uruguay, cuando los polacos, los serbios, los rumanos, gentes de las repúblicas bálticas, alemanes,Austro- húngaros, sirios, armenios y judíos llegaban por primera vez. A la tendencia de reducir la inmigración en 1931 le siguió una ley en 1932 restringiendo la inmigración con una base de año- por- año.” (Mörner, 1992 : 129).

 

Así, conforme transcurriera la segunda mitad del siglo XX, en la cual los efectos devastadores sobre la economía europea causados por la   Segunda Guerra Mundial marcarían la última oleada inmigratoria de importancia, dicho proceso se revertiría a partir de los 1960, deviniendo el Uruguay un país de emigración (Aguiar, 1982).

Ya fuere a causa de la sistemática crisis económica que aqueja al país desde la década de los mil novecientos cincuenta hasta la actualidad, o   a raíz de la coyuntura política particular que significaría la dictadura militar.

 

“Uruguay, con un bajo crecimiento natural de la población y un alto grado de urbanización, es un país con problemática muy diferente. Bajo la presión del estancamiento económico y la creciente represión policial, desde 1963 y 1975 más de 200.000 uruguayos han dejado su país. Más de la mitad se quedaron en el otro lado del Río de la Plata. En Uruguay, con una población que quedaba en 2.800.000 en 1975, la ya baja tasa de crecimiento demográfico ha quedado reducida a la mitad (0.5). Además, los emigrantes eran en su mayoría profesionales o trabajadores cualificados; por lo que las pérdidas actuales y potenciales son grandes.” (Mörner, 1992 : 156).

 

A lo cual cabe agregar, cómo en las últimas décadas, el fenómeno migratorio por causas económicas se ha extendido a otras capas de la población, no cualificada, de forma masiva, dado el contexto de crisis estructural padecido crónicamente, y agudizado a partir del quiebre del sistema financiero especulativo en el 2002. 

6.2   ASPECTOS DEMOGRAFICOS DEL PERIODO

 

Acerca de este punto, cabe resaltar el aporte de Arteaga (s/d) :

  “La población del Uruguay tuvo una formación aluvional. Para probar esta afirmación basta recordar que el Uruguay en 1830 tenía 74.000 habitantes y que – 30 años después – en 1860 la población se había multiplicado por 3 alcanzando los 223,238, de los cuales el 33.5 % eran extranjeros. La concentración urbana de la inmigración europea ya era manifiesta. Montevideo tenía 57,916 habitantes, de los cuales el 47.80 % eran extranjeros. De los 74,849 extranjeros que había en todo el país, el 36.97 % estaba radicado en Montevideo.” (Arteaga, s/d : 67).

 

Con respecto al total de población inmigrante al país, Rodríguez Villamil & Sapriza (1982) acotan estos datos estadísticos, para las siguientes décadas.

Entre 1881 y 1890, en tanto los inmigrantes conformaban en 13 % de la población total, entre éstos los italianos ascendían al 58.79 %.

 

Como dato a destacar en dicho período, acorde al censo efectuado por Granada hacia 1884, del total de 164.028 habitantes de la población montevideana, un 20 %   (32.829) se hallaba constituida por inmigrantes italianos.

En tanto en 1889, la proporción aumentaba hasta el 21,85 % (46.991 de un total de 215.061 habitantes) (Rodríguez Villamil, 1968).

 

Para el período de entre 1892 y 1901, las cifras respectivas ascendían a un 4.22, y un 40.41 %.

Mientras que entre 1905 y 1914 se contaban un 5.3 % de población inmigrante sobre el total nacional, y dentro de la primera, la incidencia de un 34.65 % de origen italiano.

En tanto para el período que se extiende desde 1921 y 1930, los porcentajes oscilan en un 6.89 % y 15.08 % respectivamente (Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982).

Con el propósito de ilustrar la composición y características de los inmigrantes en su estructura de organización familiar, vista como la unidad social básica, se ha de recurrir al estudio efectuado por Pollero (2001).

 

En el mismo, el cual se fundamenta, estadísticamente, en los datos aportados para el ámbito urbano de la capital, por el Censo de 1860 (período 1858 – 1860) se realizan las siguientes consideraciones.

 

En cuanto al peso relativo de los inmigrantes con relación al total de la población, éste resultaba de mayor incidencia en la franja etaria correspondiente a los 20 años, mientras que en la de los 30 años tendía a equipararse con la de los orientales (Pollero, 2001).

 

Acerca de la condición legal de los moradores de viviendas, la mayor parte de la población era propietaria de las mismas en el área urbana,   lo cual se contraponía a   las características de las zonas rurales relevadas en la muestra, de Minas y Canelones, donde prevalecía el arrendamiento de los campos (Pollero, 2001).

 

No obstante, cabe señalar que entre los inmigrantes ocurría con asiduidad el hacinamiento en “conventillos”, a causa de una serie de factores.

Tales como la destrucción edilicia provocada durante la Guerra Grande, el arribo masivo de inmigrantes, y la quema de viviendas precarias en el contexto de la fiebre amarilla que asolaría la capital en el año de 1857 (Pollero, 2001).  

 

Así mismo, en Montevideo el 78 % de las familias contaban con un jefe de hogar extranjero (Pollero, 2001).

 

En torno al modelo familiar, prevalecía entre los inmigrantes italianos el de la familia nuclear, de pareja e hijos, en el orden del 70 %.

  Mientras que un 8 % denotaba pautas de residencia poco claras. También era frecuente, que a dicho núcleo familiar, se le adosaran miembros no emparentados en calidad de inquilinos (Pollero, 2001).

 

Si se discierne por franja etaria, se encuentra que en tanto entre los jóvenes predominaba el hogar sin estructura de índole unipersonal, en la edad central hacía lo propio la familia nuclear ya mencionada, en un porcentaje del 80 %.

 

Acerca del matrimonio, cabe reseñar que si bien en una primera instancia, la diferencia de edad entre los cónyuges resultaba notoria entre inmigrantes italianos, en torno de 7.5 años a favor del hombre, dicho indicador tendería a reducirse   con el tiempo (Pollero, 2001).

 

Al momento de escoger una pareja, el 78.5 de los cónyuges inmigrantes italianos preferían a una persona de su misma nacionalidad, lo cual contradice el modelo de “melting pot” propuesto desde otras líneas teóricas.

 

En torno al índice de fecundidad, el mismo se mostraba más alto entre las italianas, en tanto su edad media de fecundidad oscilaba en los 29 años, dado que poseían una cúspide muy tardía.  

Ello reflejaba valores pre   transicionales propios de su tierra natal, pues para el caso concreto de la región de Liguria, el descenso en el índice de fecundidad recién acontecería durante el decenio de 1880-1890, a posteriori del período de mayor afluencia hacia nuestro territorio (Pollero, 2001).

 

Hacia fines del siglo XIX,   y comienzos del XX, se modificarían las pautas matrimoniales, tendiéndose a un enlace tardío, conforme también se procuraba alcanzar entre la población un menor índice de fecundidad, más adecuado a los ideales de modernidad impuestos por la élite local.  

 

6.3   CULTURA E IDENTIDAD  

 

A continuación se analizarán el legado italiano, en el ámbito de la cultura, entendiendo a ésta en el sentido antropológico, propuesto por diversos autores.

 

En tanto, se defina a la cultura en los siguientes términos :   “....culture is the sociological term for learned behavior, behavior which in man is not given at birth, which is not determined by his germ cells as is the behavior of wasps or the social ants, but must be learned anew from grown people by each new generación.”   (Benedict, 1947 en   Kroeber y Kluckhon, s/d :112 )

 

O también, “...una cultura es la configuración de la conducta aprendida y de los resultados de la conducta, cuyos elementos comparten y transmiten los miembros de una sociedad.” (Linton, 1945 :45).

 

Para Harris (2001), la cultura remite al “...estilo de vida total, socialmente adquirido de un grupo de personas, que incluye los modos pautados y recurrentes de pensar, sentir y actuar.” (Harris, 1999 : 165)

 

Sin olvidar, el aporte pionero de Tylor: “...la cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad.” (Tylor, 1871, en Neufeld, 1997 : 391).

 

Mientras que para Willis (1978), la experiencia cultural es vista como“... shared material experience. It does not proceed either from individual variation and proclivity, or from the specifications downwards of a gigantic social order. It comes from direct involvement with the everyday world. It is in relation to commonplace, to trivia ande the slow accumulation of concrete lessons that individuals in groups, come to recognize their subjectivity.” (Willis, 1978 : 2).

 

Por su parte, Geertz (1987) favorece un concepto semiótico de la misma, vista como un sistema de signos interceptables en un contexto adonde se describen los fenómenos de forma tangible, “densa”.

Ya que en tanto la cultura se descompone en actos simbólicos, a los que corresponderá el análisis del discurso social, la teoría cultural no ha de predecir, sino que dependerá conceptualmente de la interpretación que se haga de dicha cultura (Geertz, 1987)

 

A la vez se ha de concebir a la misma, ligada indisolublemente al aspecto de la identidad, tal como lo acota Augé (1996) : “...cultura e identidad son dos nociones indisociables que se aplican simultáneamente a la realidad individual y a la realidad colectiva.” (Augé, 1996 : 50).

 

En el aspecto cultural, las características descriptas en los capítulos precedentes, también se reflejarían en cierta medida, en la composición social de los inmigrantes italianos de la región septentrional que desembarcaría en nuestro país.

 

En torno al impacto de la inmigración itálica en nuestro territorio, Pi Hugarte & Vidart (1969), desde un marco teórico de corte histórico cultural, establecen al aporte de dicha nación, como componente de una serie de oleadas migratorias que confluirían en el Río de la Plata (la francesa, predominantemente vasca, la inglesa de carácter minoritario y de elite, la italiana, y la española, ya masivas éstas dos últimas).

 

Ubicando históricamente, al auge de la presencia italiana desde el fin de la Cruzada Libertadora de Flores, en 1863, lo que a su juicio provocaría el auge de la actividad portuaria de la capital durante la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay (1870). Momento en el cual Italia proveería de gran cantidad de inmigrantes, desde los puertos de Nápoles al sur, y de Génova en el norte.

En torno a los aportes efectuados por la cultura de Italia en nuestra sociedad, Pi Hugarte & Vidart (1969) destacan a los efectuados en el lenguaje, la cocina, la gesticulación, las creencias populares, las normas que rigen el trato social, la música, en especial el tango, así como también la organización familiar y social imperante.

 

Tal legado cultural es denominado por uno de los autores en los siguientes términos : “...es en la cultura popular rioplatense donde se trasvasan rasgos y pautas cuya presencia ha provocado una hibridación muy peculiar que uno de nosotros denominó sociología del cocolichismo   (Vidart, 1955 en Pi Hugarte & Vidart, 1969 : 33).

 

Dentro del lenguaje, en sus vertientes callejero y doméstico, los términos de origen italiano abundan, tal el caso de palabras como berretín, bacán, bagayo, biaba, coso, descangayado, embrocar, escorchar, farabute, funyi, laburo, manyar, minga, pibe, pelandrún, percanta, peringundín, punga, rana, etc (Gobello, 1963 en Pi Hugarte & Vidart, 1969).

 

Así como también se presentan ciertos italianismos sintácticos, a modo de ejemplo “voy de Juan” en vez de “voy a lo de Juan”; “tallarines a la manteca” por “tallarines con manteca”, “no tengo más” por “ya no tengo”, o “máquina a vapor” por “máquina de vapor” (Meo Zilio, 1964-65 en Pi Hugarte & Vidart, 1969, Meo Zilio, 1970).

 

De la misma manera en que el área cultural del Río de la Plata ha recibido influencias en la fonética, la léxica, así como en el acento, por la inmigración de la península itálica.

 

En el ámbito culinario, los autores destacan el aporte de comidas como la polenta, de origen lombardo y piamontés, el fainá de Génova, la pizza, figazza y calzone de Nápoles, los fríos contrafuertes de los Apeninos, la minestra de los labradores, y la busecca aldeana.

Sin olvidar la variedad de pastas, como los spaghetti, ravioli, cappelletti, gnocchi, agnellotti, lasagne, tagliatelli, macarroni, vermicelli, fettuccine. Además del risotto de la llanura paduana, el ossobuco milanés, los diversos quesos como el ricotte, mozzarelle, de leche búfala, el gorgonzole, el piacentini, los parmesani.

A los que se unen los vinos, como el carlón de los Alpes, los de lavas de Nápoles, los de Salerno, Toscana, y el Lazio (Pi Hugarte & Vidart, 1969).

 

En la esfera religiosa, la influencia Italiana, en su vertiente católica, se manifiesta en el culto a Santa Lucía y San Genaro, donde a su vez se sincretizan elementos cristianos con   paganos propios de la tradición romana previa a la adopción de tal religión monoteísta por el Emperador Constantino en el 324 DC.

 

Entre dichos elementos, los autores mencionan a la jettatura meridional, que deviene en estas tierras en la yeta, “...una entidad frustrante, una parca en tono menor que se abate sobre nuestras cotidianas esperanzas en el juego o en el amor, dos evasiones individualistas al mortecino destino colectivo del homo uruguayensis .” (Pi Hugarte & Vidart, 1969 : 34).

 

Otra de las características populares legadas a nuestra sociedad, es, acorde a los autores, la de la gesticulación abundante, que acompaña a las palabras, tanto en el nivel de manos y brazos, como de expresiones faciales.

Aspecto imbricado a un origen mediterráneo, que enraizaría a las sucesivas tradiciones comerciales de los fenicios, políticas de los griegos, expansionistas de los romanos, así como también en las ciudades del levante, en el período de dominación morisca, en el renacimiento, en los zocos del Äfrica bereber (Pi Hugarte & Vidart, 1969).

 

En torno a dicha temática, del uso de las manos en la comunicación, Davis (1976) subraya que éstas enfatizan al lenguaje mediante gestos.

Los mismos, se rigen por estilos que varían de acuerdo a la cultura, siendo posible el discernir determinados “gestos étnicos”, pertenecientes a diversas comunidades.

Así, ciertas personas bilingües, lo son también en el aspecto corporal, o por el contrario, hablan su segundo idioma, gesticulando a la manera de su lengua natal.

Por ello, cada cultura modifica el repertorio de emblemas empleados en tales gestos.

Dichos aspectos, serían estudiados de forma exhaustiva por Mauss (1996), quien enfatizaría el origen cultural de las denominadas “técnicas del cuerpo”.

 

Retornado a la música, los autores (Pi Hugarte & Vidart, 1969 relevan la importancia de la influencia italiana, a través de diversos organilleros, compositores, cantantes y letristas,   en el surgimiento del tango a ambas márgenes del Plata.

 

Cabe señalar que existían tres tipos de bailes denominada “tango”, palabra cuya etimología designaba en origen a cualquier tipo de danza efectuada por la población africana esclava en tiempos de la colonia, y luego en el período temprano republicano: la de los negros esclavos, la del tango español, asociado a la zarzuela en el siglo XIX, y la del tango “orillero”, de fines de tal siglo, difundido desde los suburbios, con la influencia de las nuevas oleadas inmigratorias que confluían al Río de la Plata (Martínez Montiel, 1992).

 

En torno al proceso de asimilación a la sociedad receptora, acorde a su criterio, los italianos poseían una gran adaptabilidad en tal sentido. Considerando a la asimilación como la instancia en la cual “...hay un maridaje de culturas, un intercambio de valores, una ósmosis del ethnos y del ethos. ” (Pi Hugarte & Vidart, 1969 : 36).

 

Pues, “...los italianos, al revés de las anteriores migraciones etnocéntricas, procuran acriollarse a presión. Entregan confiadamente sus hijos, que pronto olvidan las pocas frases del idioma materno, aprendidas en la infancia, al nuevo caldo de cultivo social; actúan con energía descubierta y confiada en el nuevo ambiente. Este deliberado deseo de convertirse en uruguayos o argentinos forja desde los italianos inmigrantes del siglo XIX y principios del XX un arquetipo gracioso y memorable : el cocoliche .” (Pi Hugarte & Vidart, 1969 : 37).   

 

Concepto creado a partir de un personaje teatral, basado en el lenguaje hispanoitaliano de un peón calabrés, “...revela un afán denodado de ser criollo. Es un desafío al ridículo, la proclama tragicómica de un deseo de convivencia que el italiano arroja al ruedo social para mostrar a todos su tentativa vehemente de asimilación.” (Pi Hugarte & Vidart, 1969 : 37).

 

“El cocolichismo es la vocación universalista del inmigrante italiano; es el patriotismo de la solidaridad; es la carta de ciudadanía del desarraigado transatlántico que encalla con los desarraigados de la tierra adentro en las orillas de las urbes rioplatenses. Constituye el manifiesto sociológico de la asimilación : traduce el deseo de compartir en el trabajo un duro destino, de formar hogares argentinos o uruguayos bajo el signo dramático del destierro. La patria lejana es sólo la nostálgica evocación del bel paese que más que cuna fue trampolín; la realidad de hoy y de mañana es esta América a la que hay que sembrar, llenar de ciudades, poblar con muchachos sencillos y laboriosos. El cocoliche contribuyó a transformar la “orientalidad”, de vieja raíz hispánica y rural, en la “uruguayidad”, un crisol de etnias mediterráneas fusionadas por la alquimia de los grandes centros urbanos.” (Pi Hugarte & Vidart, 1969 : 37).

 

Aunque se acota por parte de otros autores (Barrán, 1990a) sobre los tempranas flujos inmigratorios acontecidos durante el transcurso de la Guerra Grande, hacia 1835, que “...los primeros inmigrantes, al menos, contagiaron tanto el amor al trabajo duro a los criollos como fueron contagiados por éstos del amor al ocio y la “libertad física” del cuerpo, una sensación desconocida en Europa Aquí vinieron pocas comunidades enteras, con los párrocos a la cabeza, como sí fueron a la Argentina por ejemplo. En el Uruguay de estos años, sobre todo el inmigrante solo, tendió a sentirse sin el viejo control social de su lugar de origen, a conducirse con la osadía de la individualidad descubierta, y este hecho facilitó su acuerdo con el criollo en pro de la ”libertad física”. Las clases altas lo percibieron, la inmigración italiana y española, además, por provenir de regiones también ellas “bárbaras”, al entender de las élites rioplatenses, recibía aquí, como sostenía el diario “La Tribuna” en marzo de 1867, “ la primer cepillada de civilización porque en esta como en muchas otras cosas tiene razón el Sr. Sarmiento – agregaba el articulista- cuando dice que esa gente viene a aprender a América”. El inmigrante era para el sector propietario solo un poco más maleable que el criollo. El medio de inmediato le revelaba lo fácil que era vivir.” (Barrán, 1990a : 35-36.)

 

En dicha etapa, adquiriría relevancia, la figura de Garibaldi, asociada al gobierno de la Defensa, el cual contaba con una Legión Italiana a fin de colaborar en la resistencia de la ciudad, sitiada por las tropas de Oribe.

La destacada presencia de la colonia italiana en Montevideo durante la Guerra Grande, se reflejaría así mismo, en la publicación de tres diarios redactados en el idioma peninsular, el más importante de los cuales resultaría “El legionario italiano”, editado entre 1844 y 1846 (Pi Hugarte, 2001).   

 

Sin embargo, ya en el período posterior, correspondiente a la mayor afluencia inmigratoria (1876-1900), para Rodríguez Villamil (1968), se conformaría dentro de la sociedad montevideana, la cual oficiaba de receptora de los arribados, dos mentalidades:   una “criolla” o “rural”, tendiente a conservar los valores tradicionales y reticente a la aceptación del extranjero; y otra “urbana” o “europeizada”, la cual recibía con beneplácito los avances del viejo mundo, al tiempo que procuraba fomentar la llegada de población europea en un intento por modificar los hábitos de las clases populares, signadas como “escasamente laboriosas u holgazanas”.  

 

Para la primera de dichas categorías, “...el   inmigrante despertaba una marcada hostilidad en los sectores de mentalidad criolla. A veces era esta una actitud que se manifestaba en forma clara; en otras ocasiones tomaba la forma de una simple desconfianza frente a lo desconocido y en muchos casos se exteriorizaba como desprecio ante la supuesta inferioridad del inmigrante en diversos terrenos. No se podía comparar al extranjero con un “criollo pura sangre”. (Rodríguez Villamil, 1968 : 47).

 

Así, se incurría en dichas élites tradicionales, en una exaltación de los valores y fiestas patrias nacionales, en detrimento del elemento foráneo, al tiempo que se promovía el escepticismo acerca de los avances tecnológicos introducidos en la época (tren, telégrafo, luz eléctrica), y se tendía a identificar a dicho progreso como sinónimo de un exacerbado materialismo, en contraposición a los valores de índole moral y religiosa promovidos por tales sectores (Rodríguez Villamil, 1968).

 

En cuanto a la actitud de dichos sectores tradicionales para con la cultura europea, la autora considera lo siguiente:

 

“Al analizar las actitudes ante la “cultura” en general, pudimos constatar en los sectores de mentalidad criolla la existencia de una serie de matices diversos. En primer lugar encontramos un fuerte rechazo ante la adopción en forma indiscriminada de influencias culturales europeas. Esta actitud, en los sectores populares aparecía formando parte de aquel rechazo global de todo lo extranjero, que ya habíamos señalado (...) en los sectores criollos más cultos, correspondiendo sin duda a un grupo social privilegiado, se manifestó además de la reacción ante lo europeo, un intento de fundar un patrimonio cultural más adaptado al país y a sus valores tradicionales; acompañado de una simpatía especial por el contacto cultural con España y demás países latinoamericanos. Pero en general es innegable que existió una actitud muy típica de la mentalidad criolla, ante la cultura intelectual en sí misma, ya fuese o no de origen europeo. En este aspecto predominaba el desprecio por los intelectuales unido a la valorización de la experiencia, el “buen sentido”, y otros atributos del hombre común. Aparentemente dicha tendencia estaba muy difundida en las clases populares, aunque no aparece como patrimonio exclusivo de las mismas.” (Rodríguez Villamil, 1968 : 97).

Relacionada a tal distinción entre el conocimiento legado a través del estudio; contrapuesto a la experiencia vital, cabría mencionar   la clasificación brindada por Gramsci (1986), acerca del trabajo intelectual confrontado al trabajo manual.

 

Concatenada   a la dialéctica entre las mentalidades criolla y europea, se halla la ya mencionada oposición entre barbarie y civilización, propia del paradigma evolucionista de la época. Según Barrán (1990b)   “...los inmigrantes, que habían arribado desde Francia, Italia y el País Vasco español en los primeros años de vida independiente, entre 1840 y 1890 llegaron a constituir la mitad de los habitantes de Montevideo y las ¾ partes de su población masculina activa. Se dejaron influir por el espectáculo de la vida criolla “fácil”, sin duda, pero también aportaron nuevos valores y un ansia monomaníaca de ascenso social que perturbó, tal vez definitivamente, el ocio, el juego y el “desenfreno” sexual de la Arcadia “bárbara”. (Barrán, 1990b : 16).

 

Puesto que se procuraba, por las élites locales, bajo la influencia de sus pares europeas, el disciplinamiento corporal aludido por Foucault (1989, 1992), a través de una serie de instituciones totales (Goffman,1984), como el aula, los talleres, las fábricas, las cárceles, los hospicios y los cuarteles.

Al unísono, los miembros de dicha élite se abocaban a imponer una nueva noción de higiene y cuidados del niño por parte de la madre, tal como lo señala Badinter (1991) para el caso de la Francia del siglo XIX.  

 

Esta etapa coincide con la que Rama (1984) denomina de “Ciudad Modernizada”, surgida hacia 1870, conjuntamente a las Gacetas Populares, y a ciertos pedagogos, quienes sustentados en las corrientes positivistas de mediados del siglo XIX, enfrentarían a los privilegios de la élite de “doctores” funcionales a la autoridad de los caudillos rurales, y a la Universidad que les había formado.

 

En consecuencia, se extendería   el régimen educativo, mediante reformas como la de J.P. Varela, a la par del aumento demográfico, el crecimiento urbano, el flujo inmigratorio, y el desarrollo del sector exportador.

 

La educación era vista entonces como un medio de ascenso social para la clase baja, local y de inmigrantes, hecho reflejado en la obra “M´hijo el dotor” de Florencio Sánchez (Rama, 1984).

 

En dicho período, “...con el término de “civilización” trata la sociedad occidental de caracterizar aquello que expresa su peculiaridad y de lo que se siente más orgullosa: el grado alcanzado por su técnica, sus modales, el desarrollo de sus conocimientos científicos...” (Elias, 1987 : 57).       

 

En esta visión, “...la   fe en el trabajo civilizador y liberador ocupa el centro del discurso social, la pereza es un “crimen social” que crea un peligro para el que se entrega a él y para la colectividad de la que es miembro, cada uno debe pagar su deuda social y contribuir al desarrollo de la especie humana y de la nación.” (Lipovetsky, 1994 : 172).

 

Sin embargo, solapando el rechazo de cierta parte de la población local hacia el inmigrante, igualmente una visión de integración cultural del recién arribado, se exaltaría en la representación oficial a través del tiempo, la cual ha procurado proyectar una imagen europeizada de la población nacional.

 

Tal aspecto, se refleja a lo largo del continente, pero especialmente en aquellos países como Uruguay y Argentina, en los cuales se ha perpetuado de forma sistemática la negación del elemento indígena y africano tanto en un nivel diacrónico, como sincrónico (García Canclini, 2001).

 

Dado que se ha difundido por parte de las elites de dichas naciones, una imagen de “pueblo trasplantado” desde Europa, al decir de Ribeiro (1985), concepto que en sí comporta tanto un marcado etnocentrismo, al aducir cierta superioridad basada en el origen o color de piel, como de racismo hacia otros grupos de la sociedad.

 

Para Lischettti (1999), “...el racismo se hace política, creando un contexto favorable a la violencia que se puede convertir en un instrumento, en una estrategia de toma del poder. Se inscribe o inicia una tradición ideológica, se rodea de intelectuales orgánicos.” (Liscehtti, 1999 : 364).

 

De modo general, dicho fenómeno se caracterizaría porque “... ne détecte jamais les particules de l´autre, il propage les ondes du mëme jusqu´á l´ extintion de ce qui ne se laisse pas identifier (ou qui ne se laisse identifier qu´á partir de tel ou tel écart). Sa cruauté n´a d´egale que son incompétence ou sa naïveté.  “ (Deleuze & Guattari, 1980 : 218).

 

Si bien se considera por Wade (2000), que la “raza” constituye una construcción social, sin fundamento biológico alguno, no obstante persista   a través de categorías sociales de gran poder y tenacidad.

 

La política premeditada de fomento de la inmigración europea, entre 1880 y 1930, daría resultado en la vecina Argentina, en su afán de blanquear la población del elemento afro descendiente, y parcialmente, en el caso bonaeranse, del indígena.  

 

A modo de ejemplo, para 1914, Buenos Aires contaba con 780.000 inmigrantes, contra apenas 10.000 afro descendientes, quienes habían sido relegados de la industria, artesanía e incluso de la venta callejera.

Ya que de los recién arribados, si bien alrededor de la mitad retornaría, muchos permanecerían siendo favorecidos en puestos de trabajo, y afianzándose a través de los años, como pequeños propietarios, comerciantes y artesanos, pues para 1940 el 80 % de dichas actividades se hallaba en manos de extranjeros (Andrews, 2004).

 

No obstante, la visión de asimilación ya descripta, ha sido puesta en cuestión recientemente por estudios efectuados en el área de la antropología biológica.

Adonde se demuestra que el concepto de crisol de razas, o “melting pot” , no se aplicaba al encuentro entre los inmigrantes y la sociedad receptora, en el caso de nuestro país.

En el cual se daba, en cambio, un altísimo grado de matrimonios endógamos entre la primera generación de inmigrantes de un mismo origen, al nivel de las distintas regiones de la península (Barreto & Sans, 2001).

 

En décadas recientes, tras el período de retracción social y cultural provocado por el régimen de facto (1973- 1985), asomarían nuevas propuestas que analizan de forma crítica aquella imagen europeizada de la sociedad nacional.

Las mismas revalorizan el aporte de otras poblaciones (indígenas y afro americanos) antes relegadas por la historia oficial.

En tanto se concuerde con Peluffo (1992), en que “...la noción de identidad nacional está vagamente referida a un campo de representaciones sociales en el que tiene lugar la disputa y la síntesis simbólica entre distintas memorias y proyectos de colectividad.” (Peluffo, 1992 : 63).  

 

En lo concerniente a las corrientes migratorias del viejo mundo, a juicio de Porzecanski (1992) “...aparece, tímidamente al principio, pero cobrando fuerza después, un interés específico en reconstruir las especificidades particulares de gallegos, italianos, ingleses, franceses, armenios, libaneses, judíos, catalanes, helvéticos, etcétera. La gestación de una actitud inquisitiva respecto de quienes en verdad somos los uruguayos opera en dos sentidos : hacia atrás, en el rastreo de pistas genealógicas, itinerarios, paisajes emocionales perdidos; y hacia delante, en la aspiración todavía velada a una propuesta de futuro, probablemente diferente a la que operó en las décadas de los sesenta y los setenta.” (Porzecanski, 1992 : 53)

Por lo cual “...aparece un marcado interés en el estudio de las estructuras organizativas que estos grupos de inmigrantes se dieron a sí mismos al interior de la sociedad nacional, la fundación de un amplio marco de instituciones educativas, cooperativas, asistenciales, que con el tiempo modelaron fuertemente la estructura institucional nacional.” (Porzecanski, 1992 : 53).

 

Dicha autora propone en consecuencia, reconsiderar asimismo el aporte tradicionalmente obliterado del discurso oficial y académico del Uruguay de la modernidad, de las poblaciones amerindias y africanas a la sociedad nacional (Porzecanski, 1992)

 

Conforme a partir de la reinstauración democrática, se ha procurado acordar una resignificación del “ser uruguayo” en el colectivo social, tras el período traumático signado por la dictadura militar.

Proceso en el cual según Viñar (1992), “...el “entre nosotros” que define una identidad compartida es una operación que engendra y segrega un distinto, un ajeno, un extraño, al que hay que asignarle un estatuto y una función. Sostengo que en el modo de tratar a este distinto, se pone de manifiesto y se juega un destino y una proyección de lo que llamamos identidad nacional y que yo preferiría redesignar como memoria colectiva.” (Viñar, 1992 : 43).

 

En tal sentido, Mazzolini (1992), establece lo siguiente: “...en los últimos cien años el ingreso masivo de inmigrantes aportó al perfil cultural del país referentes propios de sus respectivos modelos. Se convirtieron esas tradiciones de inmigrantes en una suerte de superestrato pluricultural. El contacto de la sociedad receptora con los inmigrantes fue mucho más intenso en el sur y aún más en Montevideo, que en el resto, abarcando por su pluridimensionalidad todos los ámbitos de socialización posibles. Los uruguayos se perciben dentro de una sociedad que posee estilos de vida distintos, visualizables a partir de referentes tales como variedades lingüísticas, valores, creencias y comportamientos; se perciben como montevideanos, como “canarios” (del interior), como “bayanos” (de la frontera con Brasil) etcétera. Se perciben como diferentes al interior de su “uruguayidad”. Muchas diferencias se explican, en la diacronía, por el interjuego de contactos que hemos señalado.” (Mazzolini, 1992 : 144).  

 

Lo cual condice con la advertencia de Lévi Strauss : “...el problema de la diversidad no se plantea solamente al considerar las relaciones recíprocas de las culturas; también en el seno de cada sociedad y en todos los grupos que la constituyen : castas, clases, medios profesionales o confesionales, etc, que generan ciertas diferencias a las cuales todos conceden una enorme importancia.” (Lévi Strauss, 1993 : 45). 

6.4   ASPECTO LINGUISTICO

 

En cuanto al aporte lingüístico de los inmigrantes durante la época histórica, ya se ha señalado en capítulos precedentes los términos de dicho origen, tal el caso de palabras como berretín, bacán, bagayo, biaba, coso, descangayado, embrocar, escorchar, farabute, funyi, laburo, manyar, minga, pibe, pelandrún, percanta, peringundín, punga, rana, etc (Gobello, 1963 en Pi Hugarte & Vidart, 1969, Gobello, 1974).

 

Acerca de la situación lingüística de los residentes italianos en el Uruguay de hoy, Barrios & Mazzolini (1993) comprueban una cierta hibridización entre las distintas lenguas en contacto: el dialecto, como lengua materna, el italiano, de carácter eventual, en tanto no era siempre adquirida en ámbitos formales como el de la educación escolar; y el español, correspondiente a la sociedad receptora.  

A un nivel coloquial, se ha conocido dicho proceso, como el “cocolichismo” mencionado anteriormente (Pi Hugarte & Vidart, 1963).

 

De todas formas, las autoras describen, para un estudio efectuado con italianos arribados al país en edad postescolar y de más de treinta años de residencia en el Uruguay, las siguientes categorías.
Una primera, minoritaria, de hablantes multilingües fluentes, quienes manejan las tres lenguas sin que se susciten interferencias de relevancia entre éstas.

Una segunda, de hablantes multilingües no fluentes, característico de la mayor parte de la primera generación de la colectividad italiana.

  Dado que al presentar un manejo de escasa fluidez de dichas lenguas, producen la mezcla de las mismas.

Ello se atribuye por las autoras, al bajo nivel de instrucción recibida por los informantes.

Una tercera, de hablantes monolingües no fluentes de español, quienes emplean dicha lengua con escasas interferencias léxicas y morfosintácticas, aunque no obstante mantengan una fonética dialectal notoria (Barrios & Mazzolini, 1993).

 

Como rasgos más notorios, se considera que los migrantes no han adquirido el español como se esperaba, sino que al manejar aspectos rudimentarios del mismo, por lo cual devendrían multilingües no fluentes.

Proceso debido a una serie de causas, entre las cuales se cuentan, la semejanza de las lenguas en contacto, de raíz latina, lo que facilitaba una pronta intercomprensión de los términos; la extracción social de la mayor parte de los migrantes, quienes se desempeñarían en tareas que no requerían un uso del español estrictamente correcto; y por último, el medio social bajo en el cual se insertarían, donde no se presentaría una presión extrema por la adquisición total de la lengua de la sociedad receptora a causa de una posible pérdida de prestigio (Barrios & Mazzolini, 1993).

 

Concomitantemente, se daría una fuerte simbiosis entre las tres lenguas en juego, el dialecto, el italiano y el español, a causa del tiempo transcurrido en la sociedad recipiente, así como también a raíz del relativo aislamiento de sus coterráneos con el consiguiente impedimento del utilizar con frecuencia su lengua natal (Barrios & Mazzolini, 1993).

 

En torno a la acomodación lingüística, las autoras distinguen entre sus aspectos del código, y del estilo.

En el caso del primero, no se han planteado problemas comunicativos dada la similitud de las estructuras de las lenguas en contacto.

En lo concerniente al segundo, sí se comprobarían diversas dificultades de los informantes, por su mayor atención a la función referencial y una pérdida relativa de su función expresiva, no obstante esto último se deba a los factores de identificación étnica implícitos en su discurso (Barios & Mazzolini, 1993).

 

Al momento de comunicarse, los migrantes multilingües no fluentes, apelan a una serie de diversas estrategias discursivas, como el empleo de formas parafrásticas, presentando un léxico restringido carente de sinónimos, o la recurrencia a circumloquios o equivalentes poco adecuados.

 

Cambiándose de código con mayor frecuencia de lo habitual, ya que “...frente a un tópico que les resulta dificultoso en cuanto a su formalización en una lengua, estos hablantes no vacilan en recurrir a otra.” (Barrios & Mazzolini, 1993 : 64).

 

Como ejemplos de divergencia - convergencia entre código y estilo, las autoras citan los siguientes fragmentos de entrevista:  

 

“(Suo fratello , vive in Italia?)

Mio fratello é ´nfermo. Uno murió a la guerra, lo otro stá nfermo. Tengo un hermano enfermo.”

 

“(Com é questo quartiere?)

Piedras Blancas é un barrio pobre, é lindo.”

(Barrios & Mazzolini, 1993 :65).

 

De modo genérico, las autoras consideran que los hablantes no fluentes carecen de la habilidad de utilizar recursos estilísticos y sociolingúísticos del español, lengua receptora, en especial en el caso de situaciones formales, por lo cual se presentan ante el hablante hispano parlante, como de una alta informalidad, aun en contextos que no requieran de la misma.

Otro aspecto notorio, resulta el no uso del discurso directo, visualizado como estrategia de abandono de formas gramaticales de mayor complejidad, aunque ello se debería también al contexto social medio bajo de los sujetos entrevistados.  

 

A grandes rasgos, para Barrios, Mazzolini & Orlando (1994), la asimilación lingüística del inmigrante italiano resulta irrefutable.

Aspecto reforzado por el hecho de que en tanto se comprueba ya en la primer generación, en la segunda se pierde el uso activo de las lenguas étnicas en un 50 % de los individuos.

Mientras que en la tercera generación, el desapego hacia las lenguas étnicas resulta casi total.

 

Como patrones comunes, resalta la heterogeneidad lingüística de los inmigrantes provenientes de las diversas regiones peninsulares, como las de Calabria, Campania, Basilicata o del norte.

Por lo cual se utilizaría al español como lengua de recurso no sólo al momento de entablar comunicación con la sociedad receptora, sino también entre los mismos italianos (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994).

Pasando la primer generación de una situación de bilingüismo subordinado al italiano, con diglosia (separación de ámbitos de uso para cada lengua), en Italia, a un multilingüismo (español, italiano, dialecto) sin diglosia en la sociedad receptora, puesto que dichos ámbitos no se hallan delimitados con precisión.

 

Otros factores que contribuirían a la asimilación lingüística, residen su dispersión en el entramado social del país, su contracción de enlaces matrimoniales con individuos no descendientes de italianos, y   falta, a un nivel general, de nucelación en ámbitos laborales específicos (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994).

 

Entre los hablantes de origen meridional, se pronuncia de forma más marcada el “cocolichismo”, en tanto en los septentrionales, la pérdida del uso de la lengua resulta más acentuada con el paso de una generación a la otra (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994).

 

No obstante lo cual, “...a pesar de que los italianos pierdan el uso activo de la lengua étnica y hablen español, la aparición de rasgos lingüísticos que no coinciden con aquéllos que usan los hispanoparlantes, puede seguir marcando étnicamente al inmigrante, y habilita puntos de referencia para la delimitación grupal.” (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994 : 105).

 

7 INMIGRACION DE LA LIGURIA

 

7.1        CARACTERISTICAS  

 

A juicio de Devoto (1993), las causas de la temprana afluencia de población ligure hacia el Río de la Plata durante el siglo XIX estarían dadas, amén de los factores ya expuestos por Oddone (1966),   por la importancia del comercio marítimo de Génova con la región, ya que ésta le proveía de materias primas fundamentales tales como los granos de maíz.

 

A la vez, el traslado de los emigrantes, se constituiría en una de las principales fuentes de rédito de las compañías navieras.

No obstante, las pésimas condiciones sanitarias, y alimenticias del trayecto fueran motivos de permanentes quejas de los pasajeros (Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982).

 

Es pertinente añadir la gran movilidad existente por entonces en los inmigrantes de ambas márgenes del Plata.

Ya que con frecuencia, la trayectoria de los buques primeramente hacía escala en Buenos Aires, para luego dirigirse a Montevideo.

De igual modo, los recién arribados a una de dichas urbes, podían tras un tiempo de estadía, probar suerte en el país limítrofe, o como en muchos casos, retornar a su patria natal.

 

Otro aspecto a destacar, es el regionalismo intrínseco a cada una de las poblaciones migrantes.

A modo de ejemplo, en la etapa previa a la unificación del Reino de Italia, acontecida en 1861, la Liguria se hallaba subrogada bajo la égida del Reino de Cerdeña.

Por consiguiente todos los reclamos de sus súbditos residentes en el Río de la Plata, se dirigían   al consulado respectivo, ignorando cualquier otra forma de autoridad peninsular.

Aún más, dicha fragmentación cultural se reflejaba también en un nivel lingüístico, dado que los oriundos de tal región con asiduidad no comprendían los documentos administrativos redactados en el italiano estándar de Firenze, lo cual daba lugar a innumerables contratiempos.

 

A un nivel oficial, el Reino de Cerdeña intentó instrumentar una política sudamericana aprovechando la tradición naval de la anexada República de Génova, con el fin de desafiar la supremacía ejercida por Inglaterra y Francia en tal materia, en el marco de la Guerra Grande (1839-1851).

Sin embargo, muchos de los súbditos sardos de origen genovés, emigrarían al Plata en calidad de refugiados políticos denegando dicho estado de sumisión (Marocco, 1986).

 

El regionalismo se marcaría más acentuadamente en la vecina orilla, específicamente para el caso de los ligures, quienes se aglomerarían en el barrio portuario de La Boca, a punto tal de que “...no existe hoy otro sitio más teñido de rancia italianidad. Allí llegaron de la región del Po, del Arno y del Adigio; pero los genoveses, los “xeneises”, coparon el territorio.” (Wolf & Patriarca, 1991 : 78).

En donde éstos construirían sus asentamientos sobre el río, mediante pilotes de quebracho, madera y chapas pintadas, a semejanza de los antiguos puertos italianos.

 

La zona, al hallarse cercana a las curtiembres del Riachuelo carecía de condiciones sanitarias adecuadas.

El dialecto genovés, el “xeneise”, era el medio de comunicación de todos los habitantes del barrio, fueren o no de tal origen. Entre los aportes culinarios, destacaban platos genoveses como   el filet de anchoas a la cornabuggia, tallarines al zugo cu´infussi, rostu a´u lardu, stocafiscio acomodou a xeneise (Wolf & Patriarca, 1991).  

 

Episodios de la tradición oral de la época dan cuenta del sentimiento regionalista imperante entre los moradores: “...en 1882 casi se concreta una auténtica secesión en la Boca. A raíz de una huelga agitada, la Sociedad Italiana resolvió en asamblea que el gobierno argentino no debía inmiscuirse en cuestiones de genoveses. Luego se izó en un mástil la bandera de Génova y se redactó un acta informando al rey de Italia que acababa de constituirse la República Independiente de la Boca. Dicen que el entonces presidente de la Nación, Julio A. Roca, intervino personalmente para arriar la bandera y sermonear a los cismáticos. En digna respuesta, al día siguiente bautizaron con su nombre una calle del barrio. El episodio no está documentado.” (Wolf & Patriarca, 1991 : 80).

 

A la par de dicho regionalismo, imperaría un rechazo más acentuado hacia los peninsulares en general, por parte de las élites intelectuales de la época.

Las cuales, amparadas en el marco teórico de la “antropología criminal” de Cesare Lombroso, relacionaban a los inmigrantes con el aumento de causas delictivas como el homicidio, la prostitución, la vagancia, o la ebriedad, todos factores que a su juicio conspiraban contra la “pureza” de una “raza criolla”.

Dicho concepto, respondía al determinismo biológico prevaleciente en las corrientes teóricas en boga por entonces (Scarzanella, 1999).

 

Retornando al caso del Uruguay, entre los inmigrantes, se encontraban aquellos poseedores de una mano de obra calificada, como artesanos, constructores navales, marinos, obreros y navegantes, así como también comerciantes e intermediarios.

Cabe resaltar, a las redes sociales y cadenas migratorias que se establecían con el resto de la familia que aún permanecía en la patria de origen.

Los inmigrantes de la Liguria, destacarían en especial en emprendimientos vinculados al pequeño y mediano comercio.

 

A juicio de Rodríguez Villamil & Sapriza (1982), los originarios de Liguria, tendían a poseer una ocupación anterior en su patria natal, ya fuere como comerciante, marino o agricultor; predominando la primera de dichas actividades entre los residentes en el Uruguay del siglo XIX.

A diferencia de la inmigración meridional, de braceros, que poseía un carácter transitorio; los ligures eran proclives a la conformación e inversión de un capital en el país receptor, trayendo consigo a sus mujeres, con lo cual se alcanzaba una mayor asimilación en la sociedad nacional, especialmente en el ámbito urbano y suburbano de ésta (Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982).  

 

También, revestirían importancia en al conformación de la burguesía nacional, la cual se sustentaba en las actividades comercial e industrial.

Sectores éstos, representados a través de organizaciones como la Liga Industrial, o la cámara Di Commercio Italiana Di Montevideo (Beretta Curi, 1993).

Así, contribuirían al desarrollo de dicho sector (Beretta Curi & Etcheverry, 1995) como también al   vitivinícola (Beretta Curi, 2003).

 

Sobre dichos inmigrantes, se valoraba por parte de la sociedad local, su laboriosidad, frugalidad e independencia, criticándose en cambio su tendencia a la “intromisión” en asuntos políticos internos, en tanto se adscribían a las posiciones del partido político Colorado (Oddone, 1993). Conforme dicha colectividad partidaria, en especial a partir de José Batlle y Ordóñez, era proclive a incorporar a los recién arribados a la vida nacional, en una visión cosmopolita diversa al internacionalismo propuesto por las corrientes anarquistas y socialistas en boga (Arteaga, s/f)

 

Al igual que toda la colectividad italiana, resaltaría el rasgo urbano de su migración, que ascendía a un 49 % en Montevideo para 1860 (Devoto, 1993).  

 

No obstante, las crisis financieras locales, de 1873- 1874, y la más acentuada de 1890, impondrían un descenso de la inmigración de la Italia septentrional, y en especial de la Liguria, a favor del incremento de la correspondiente al sector meridional de la península, el cual para 1882, ya alcanzaba el 52 % del total (Devoto, 1993).

En el nivel social, y sanitario, los inmigrantes se organizaban en asociaciones tales como las ya mencionadas Societá di Mutuo Soccorso Operai Italiani, o de la Lega Lombarda d´Instruzione, y la Lega Lombarda Corale Istrumentale.

 

A modo de síntesis, vale reseñar que la inmigración de la Liguria prevalecería entre el caudal de población arribada desde la península itálica a nuestro territorio, en la etapa que abarca desde la Guerra Grande (1839- 1851) hasta fines del siglo XIX.

 

A partir de la crisis de 1890, el origen eminentemente septentrional de los inmigrantes (Liguria, Piamonte, Lombardía) sería substituido de forma gradual pero inequívoca por su contrapartida meridional:

 

“Ligures y piamonteses fueron los grandes protagonistas de los primeros decenios de inmigración al Plata, seguidos por vénetos, friulanos, lombardos y campanos. Hasta finales del siglo XIX el componente septentrional resultó dominante, pero al empezar este siglo la proporción se invirtió a favor del sur.” (Albónico & Rosoli, 1994 : 338).    

 

7.2   ASPECTOS DEMOGRAFICOS DEL PERIODO

 

Para una primera etapa de dicha corriente migratoria en el Uruguay se ha de citar como referencia, al censo de 1843, del cual se obtienen cifras que indicaban que de una población de 31.189 personas, 19252 eran extranjeras, y entre éstas, se contaban 6376 italianos, afincados en su mayor parte en la capital.

Asimismo, provenían en primer lugar de la Liguria, que en ese momento se hallaba sometida bajo la égida del reino de Cerdeña (Devoto, 1993).

 

Como cifras significativas, Devoto (1993) comenta que en los períodos comprendidos entre 1850 y 1870; y entre el 1854 y 1863, 31.000 inmigrantes ligures se dirigirían hacia la América meridional, contándose al Río de la Plata como su destino primordial.

 

Mientras que otras aportadas por Bordoni (1885, en Rodríguez Villamil & Sapriza, 1982) establecen que del 60 % de italianos que provenían de la parte septentrional de la península, un 32 % correspondía a la Liguria, frente al 14 % de la Lombardía, el 10 % del Piamonte; en tanto aquellos de la zona meridional ascendían a un 28 %.

 

Datos estadísticos de la época, del Ministero dell´Agricoltura, Industria e Comercio, de la Direzione Statistica dell´emmigrazione, de Roma, entre 1883 y 1902; citados por el autor (Devoto, 1993) acotan lo siguiente.

 

De los inmigrantes italianos que se embarcaban hacia nuestro país, se contaban en el período comprendido entre 1882 y 1886, unos 1260 de la Liguria, equivalente al 23 % del total.

 

Entre 1887 y 1891, dicha cifra descendía a 590 individuos, el 5.8 %.

 

En tanto entre 1892 y 1896 se contabilizarían 1365 migrantes, el 25 % del total, entre 1897 y 1901, únicamente partirían hacia Uruguay 401 ligures (el 7.7%).

 

Como promedio general, entre 1882 y 1901 las personas que dejarían la Liguria con destino del Uruguay serían unas 3616, equiparable al 13.8 % del total de peninsulares   que migraban hacia nuestro territorio (Devoto, 1993).  

 

Otros datos estadísticos, citados por Camou & Pellegrino (1993), acotan sobre el porcentaje del origen de los inmigrantes llegados al país, provenientes de las regiones noroccidentales de la península itálica, entre las cuales predominaba la Liguria : entre 1881 y 1890, comprendían el 42.6 %, entre 1891 y 1900 el 17 %, entre 1901 y 1910 el 23,1 % y entre 1911 y 1920 el 20.3 %.  

 

8   COMUNIDAD E   INSTITUCIONES ITALIANAS DE LA ACTUALIDAD

 

Con respecto al estudio de la comunidad italiana en el Uruguay actual, se advierte cierta dificultad metodológica de delimitación de la misma, a raíz de la fuerte italianización de la sociedad nacional, a partir de las corrientes inmigratorias acontecidas durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, ya descriptas en anteriores capítulos.

 

Ante ello, Barrios & Mazzolini (1989), inquieren “...¿qué es específicamente lo uruguayo o lo italiano en la sociedad uruguaya actual? El traspaso de las características culturales italianas a la sociedad uruguaya no es sólo un hecho histórico comprobado, sino también, paradójicamente, una de las causas determinantes para la indefinición paulatina de los perfiles de un grupo que resulta, en este contexto, necesariamente poco marcado y poco contrastante, (...) la inserción de los italianos en un medio altamente italianizado determina una gama de contrastes menos violentos que en otros casos de grupos migratorios ubicados en sociedades con las que comparten muy pocos rasgos culturales y físicos, y en las que no existan migraciones antecesoras de origen similar, que las hayan moldeado a su semejanza. En nuestro caso, la sociedad receptora misma, se estructura a partir de la simbiosis de múltiples rasgos extranjeros con los nacionales.” (Barrios & Mazzolini, 1989 : 7).

 

En consecuencia, “...los marcadores étnicos de los italianos, por esta razón (y por la heterogeneidad del grupo) son débiles, no sólo para los uruguayos, sino también para los propios hijos y, sobre todo, nietos de italianos.” (Barrios & Mazzolini, 1989 :7).

 

Dado el cese de una corriente inmigratoria italiana fluida hacia nuestro país, a partir de la segunda mitad del siglo XX, la existencia misma de la comunidad italiana permanece supeditada a la supervivencia, limitada por factores intrínsecos al ciclo vital del ser humano, de individuos de primera generación en nuestro territorio.

 

Desde la lingüística, las autoras (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994), consideran que la influencia italiana fue limitada en el habla local, comparada con el masivo arribo de inmigrantes de dicho origen a partir del siglo XIX, no obstante sí se compruebe una gran impronta en todos los ámbitos culturales de la sociedad receptora, hecho que torna más ardua la delimitación de rasgos propios de la comunidad en la actualidad, dada la semejanza para con el resto del conjunto social.

 

En tanto parecen adherir a la definición de   Narroll (en Barth,1976) de grupos étnicos, como aquellos que poseen una lengua, cultura, valores propios y una identidad de pertenencia al grupo.

No obstante sea pertinente especificar la heterogeneidad presente, tanto lingüística como cultural, entre las distintas regiones peninsulares.

 

En torno al panorama actual de las instituciones de la comunidad italiana, Barrios, Mazzolini & Orlando (1994) efectúan la siguiente distinción.

Ya que clasifican a las mismas, acorde al propósito principal de éstas, ya fuere de ayuda mutua (asistencia social, laboral y sanitaria), religiosas, educativas, comerciales e industriales, patrióticas, políticas, y regionales.

Por lo cual se ubicaría a la Associazione Ligure dentro de éstas últimas.

 

Mientras que algunas instituciones se dedican a la salvaguarda de los intereses directos de los inmigrantes, tales el caso de las de ayuda mutua, o regionales, otras poseen funciones que trascienden al ámbito personal, para concentrarse en el mantenimiento de vínculos al nivel de Estado, como las de naturaleza política, económica, cultural, o industrial.

En un terreno intermedio, se colocarían aquellas de tipo educativo y en ocasiones religiosas, en tanto demostraran ser competentes en ambos sentidos (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1989).

 

En un nivel histórico, las primeras instituciones que surgirían serían las ya mencionadas de ayuda mutua, que procuraban una pronta inserción laboral y cobertura sanitaria correspondiente, sin ceñirse a un estricto origen regional al momento de aceptar nuevos miembros.

En tanto a largo plazo, su objetivo no residía en resaltar la particularidad de rasgos originales de los peninsulares, sino que por el contrario, se pretendía insertarlos exitosamente en la sociedad nacional.

  No obstante, la vitalidad de tal tipo de instituciones decaería con el cese de la inmigración masiva a partir de la segunda mitad del siglo XX (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1989).

 

En el nivel educativo, destaca la presencia de la Scuola Italiana delle Societá Riunite”, creada en 1886.

  La cual desde su creación denotaba una función ambivalente, ya que si bien por un lado transmitía los valores, cultura y lengua de la península, por otro, se abocaba a la integración del inmigrante y sus descendientes a la lengua y cultural nacionales (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1989).  

 

Por el contrario, al recurrir al italiano estándar en las aulas de dicha institución, se negaba la regionalidad de los inmigrantes, quienes no se sentían identificados con la   lengua: “...así no se podía generar una adhesión total al modelo propuesto, en la medida en que la lengua estándar no opera como lengua étnica para este grupo; por consiguiente, no genera actitudes de adhesión particulares, al tiempo que no recicla las tradiciones etnolingüísticas.” (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994 : 109).

 

Junto a la llegada de los inmigrantes de la posguerra, a partir de 1945, florecerían las asociaciones de tipo regional, que reflejarían cada una de ellas su propia identidad étnica.

Entre sus cometidos, figuran la revitalización de las sub culturas regionales, y sus variantes dialectales, a través de diversas actividades tales como las publicaciones periódicas, charlas, reuniones, así como también abogan por el establecimiento de lazos recíprocos con las comunidades nativas, a través de la subvención de viajes para con los residentes italianos en el país.

No obstante, su propio carácter regional, ha contribuido a la fragmentación del sentimiento de “italianidad” de la colectividad en general (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994).

 

Para otros autores, “...después de la Segunda Guerra Mundial el asociacionismo de los inmigrantes siguió teniendo una característica “función puente” entre las sociedades de origen y las de acogida y un papel de mediación bilateral en el proceso de adaptación e integración. Como consecuencia, el fenómeno asociativo en el extranjero no se presenta como una mera reproducción de instituciones conocidas, sino como una elaboración de identidades de origen que hay que adaptar a las nuevas exigencias y realidades para ofrecer servicios, así como un soporte de relaciones.” (Albónico & Rosoli, 1994 : 310-311).

 

En el plano lingüístico, las asociaciones “...surgieron en un momento tardío de la inmigración, que vuelve dificultoso todo esfuerzo de revitalización lingüística en individuos ya a esa altura asimilados en gran medida a la sociedad uruguaya, con descendientes que han perdido las variedades lingüísticas de sus antepasados, y que han desarrollado un sentimiento de pertenencia al Uruguay. Por esta razón, aunque en Montevideo en particular hay actualmente alrededor de una veintena de asociaciones regionales (la más numerosa es la “Associazione Calabrese”) no todas logran una concurrencia significativa entre los descendientes de inmigrantes.” (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994 : 110).

 

Comprobando que aún en tales ámbitos, el uso del italiano o el dialecto, se presenta conjuntamente al del español de la sociedad nacional.

 

De los informantes entrevistados por las autoras, en tanto el 93 % afirma utilizar el italiano o dialecto en algunas situaciones, el 66 % de ellos se halla vinculado en mayor o menor medida a alguna de estas asociaciones regionales.

 

En el plano educativo, en la actualidad existen tres tipos de instituciones dedicadas a la promoción de la lengua y cultura peninsulares:

Una escuela y liceo, que junto a los programas oficiales del Uruguay ofrece los suyos propios, del modelo italiano (la Scuola Italiana di Montevideo).

Dos instituciones de difusión de la lengua y cultura italianas (el Instituto Italiano di Cultura, dependiente de la Ambasciata, y la Societá Dante Alighieri).

Un organismo de difusión de la lengua y cultura italianas (el C.A.S.I., Centro di Assistenza Scolastica Italiani)

 

En cuanto al rol cumplido por el Estado, en el proceso de asimilación étnica y lingüística, las autoras consideran lo siguiente.

 

“En los procesos de desetnización, las instituciones educativas uruguayas cumplieron un rol decisivo en la pérdida de las variedades lingüísticas de las colectividades. El principio de obligatoriedad en la enseñanza primara implicó que todo extranjero residente debiera enviar a sus hijos a los centros de enseñanza uruguayos, resultando de ello la alfabetización en la lengua nacional. Dado que dentro de las instituciones uruguayas no existió una planificación lingüística que comprendiera, además del español, otras lenguas de las minorías étnicas residentes en el Uruguay, el mantenimiento de las mismas se vio librado a la planificación interna de cada una de las colectividades, lo cual, como hemos visto para el caso de los italianos (aunque de hecho esta afirmación puede generalizarse a otros grupos), no fue suficiente.” (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994 : 111).

 

9   ASSOCIAZIONE LIGURE DEL URUGUAY

 

9.1       ORIGEN -   DESARROLLO –   CARACTERISTICAS  

 

En el presente capítulo, se abordará el origen de la Asociación como tal, además de su desarrollo institucional, concerniente a las diversas actividades efectuadas en el seno de la misma.

 

En lo que respecta a su fundación, se ha de establecer, acorde a lo recabado durante las entrevistas, que si bien se gestaría en reuniones de tipo informal hacia comienzos de la década de los mil novecientos setenta, por iniciativa de un grupo de residentes de la Liguria en el Uruguay, la Associazione únicamente adquiriría el estatus legal acorde a la norma, conjuntamente a un funcionamiento sostenido en el tiempo, a partir del año de 1982, cuando se registraría el estatuto examinado en el anexo correspondiente.

 

La etapa de formación embrionaria, cuya extensión abarcaría un período establecido entre los desde comienzos de los mil novecientos setenta hasta el año de 1982, parece caracterizarse por una mayor fricción mostrada en la relación con otras asociaciones regionales del momento, las que por aquel entonces se encontraban reunidas bajo la égida en un Comité.

Organización sobre la cual sobrevolaba la influencia de la retórica fascista, cuyo predicamento había hallado cierto eco en la colectividad italiana, a partir del régimen totalitario de Mussolini:

 

“...había un comitato, un comité de las asociaciones, ¿no?, que había todavía un rastro de fascismo ahí(...) Sí, que se vinieron de allá y acá otra vez se formaba. Pero nosotros éramos como una cuña ahí, silenciosa para desplazarlos, no con violencia pero tenían principios que nosotros no compartíamos. Ellos eran absolutos, y siguen siendo lo absoluto.” (A)

 

Según uno de sus socios fundadores, ”...la Associazione de hecho, allá por el año 1970. De hecho. Bueno, después hay, yo la fecha justa no... tendría que buscar en los estatutos. Fue por el año 82, 83, ()...ahí se formó, se hizo el estatuto del todo aprobado.” (A)

 

Cabe acotar que la dificultad de legalizar su situación así como de mantener un funcionamiento sostenido, acorde con las expectativas depositadas por sus miembros, durante la primera época, se debía al contexto general   del país.

 

El cual, tras un período de inestabilidad política vería interrumpido su normal desarrollo democrático, a raíz del “quiebre institucional”, o   “golpe de estado” de junio de 1973, las denominaciones varían acorde a los actores sociales involucrados en los acontecimientos de entonces (Marchesi, 2002).

 

Momento a partir del que toda iniciativa tendiente a conformar organizaciones, u asociaciones estaba vedada, o fuertemente sospechada por parte del aparato represivo montado desde el gobierno cívico militar.

 

Hacia el fin del régimen de facto, en 1982, junto a la flexibilización de las medidas restrictivas, la Associazione podría comenzar a funcionar como tal y registrar su estatuto, cuyos apartados establecen con claridad el carácter de institución de la entidad.

La cual conlleva per se, un determinado espacio de sometimiento a las normas de ingreso y exclusión codificadas (Lourau, 1981).

 

Dado que “...todos los grupos sociales crean reglas y, en ciertos momentos y en determinadas circunstancias, intentan imponerlas. Las reglas sociales definen situaciones y los tipos de comportamientos apropiados para las mismas, prescribiendo algunas actuaciones como “correctas” y prohibiendo otras como “incorrectas.” (Becker, 1971 : 13).

 

Para el caso en concreto, ello se manifestaría a través de requisitos tales como el origen o descendencia ligure, el pago de una cuota previamente estipulada, o el acatamiento a las reglas internas de convivencia   predominantes en la Asociación.

 

Dichas normas y valores determinan de forma significativa ciertos modos compartidos de percepción entre los miembros del grupo (Anzieu & Martin, 1971; Johnson & Sprott, 1974; Rommetveit, 1967;   Sprott, 1969), proclives en este caso a reafirmar su sentido de pertenencia a la comunidad ligure.

 

Desde un primer momento, se carecería de una sede edilicia propia, ante lo cual se optaría, en ese entonces, por aunar esfuerzos con otra asociación peninsular. Acorde a uno de los entrevistados   “...nosotros nos instalamos, nos juntamos con la Associazione Ossolana, que son Piamonteses. Porque no teníamos local.” (A)

 

Sin embargo, a posteriori se escindirían de dicha locación, a raíz de un diferendo de índole legal con la entidad con la cual se compartía la misma:

 

“...hicieron en la Ossolana, un salón, y otras mejoras, y después hubo un problema, y perdieron, porque hacer en el terreno de otros siempre es un riesgo.” (B)

 

Si bien ha oscilado la frecuencia de las actividades realizadas en el seno de la Asociación, desde su fundación hacia 1982 hasta el presente, las mismas se han centrando específicamente en dos clases.

 

Produciéndose   modificaciones no tanto en la naturaleza de las actividades, las cuales mantienen características similares a través del tiempo, sino más bien en la composición de la masa social puesto que por razones de edad o fallecimiento de los miembros ligures originales, su número ha ido mermando progresivamente.  

Otra de las razones del paulatino periclitar de la afluencia asociativa residiría, acorde a uno de los miembros descendientes, en la falta de innovación en cuanto a las actividades de la entidad se refiere:

 

“Al comienzo se hicieron varios socios. Yo soy el número ocho.

Luego hubo otro impulso, se acercaron personas jóvenes, porque tenían un stand en la Rural del Prado.

Pero se prometía algo que no era cierto, en cuanto a las actividades.

La gente entonces de a poco dejó de arrimarse.” (C.)

 

La primera actividad, signada por el estatuto legal, comprende la reunión semanal de la Comisión Directiva, los días Jueves a las 20.00 horas.

La cual se restringe a aquellos miembros conferidos por el voto de la masa social a ejercer un cargo en tal organismo.

En la actualidad, dichas reuniones se llevan a cabo en el Centro Orensano, ubicado en Ana Monterroso de Lavalleja al 2014, sitio al cual se arribaría tras la pérdida del anterior local, compartido con la Asociación Osolana.

 

Como lo narra uno de los miembros, “...después me encuentro que un día habían tenido problemas y no tenían sede. Y consiguieron ahí, los recibieron en el Centro Orensano muy bien, una gente que se ha portado muy bien, y de esa época, habrá sido, yo no recuerdo muy bien el año, habrá sido por el noventa y seis o noventa y cinco.” (B)

 

La convivencia con los responsables de dicha entidad, de origen gallego, es retratada mediante un símil histórico por parte de uno de los miembros de la Associazione:

“Nos llevamos muy bien, italianos y españoles, como Colón, que era genovés, y estaba con los reyes católicos...nosotros hacemos nuestras comidas ahí” (Comunicación personal telefónica).

 

No obstante lo cual, la interacción entre ambos colectivos se reduce al aspecto formal del trato inherente al usufructo y alquiler del local, ya que en todo momento los miembros ligures se circunscriben al ámbito propio de sus encuentros.

 

A modo de ejemplo, los de carácter semanal se llevan a cabo en uno de los salones privados de la instalación, mientras la concurrencia de parroquianos orensanos permanece alojada en la cantina adonde comparten charlas, juegos de cartas o entremeses.

En tanto los de índole mensual, se planifican en sucesivos domingos destinados para cada uno de los grupos involucrados, con el propósito de que no se interfieran mutuamente en la celebración de sus comidas.

 

La pequeña sala escogida para los encuentros semanales posee a su izquierda, un armario metálico adonde se guardan diversos alimentos no perecederos utilizados en la preparación de las comidas.

Hacia el centro, dispone de una mesa y sillas para los posibles concurrentes.

A la derecha, una biblioteca guarda obras, periódicos y revistas, las cuales versan sobre la Liguria, e Italia, en sus aspectos culturales, sociales y linguísticos, obtenidos ya fuere a través de viajes, o de donaciones del gobierno regional.

También, diplomas, escudos y cuadros alusivos a la Liguria, penden de las paredes de la habitación.

 

Los asuntos allí tratados comprenden cuestiones de diversa naturaleza, aledañas al propio funcionamiento interno de la Asociación, tales como, según uno de los miembros, " los contactos que tenemos con Liguria, con las demás asociaciones, y siempre alguno viene a consultar o por cultura, o por...saber de donde eran los parientes, y nosotros allá le damos la ubicación en el mapa...” (A)

 

Esta última tarea, la cual ha cobrado relevancia en el contexto marcado por el auge de la tramitación de la ciudadanía italiana (cittadinanza) por parte de numerosos descendientes de peninsulares; lleva a deslindar responsabilidad o competencia alguna en dicho proceso legal, por los miembros de la Asociación, quienes se apresuran a determinar el ámbito respectivo para su consulta y realización: “... eso es una cuestión que nosotros, no tiene nada que ver...eso es en el Consulado, los primeros trámites se hacen en los patronatos.” (A)

 

También se tratan en estas instancias, los pormenores organizativos de las   actividades de la entidad, en especial las referidas a las comidas mensuales que congregan a la mayor cantidad de miembros y allegados, y a la celebración de torneos deportivos en donde la Asociación es representada a través de un equipo de fútbol integrado por jóvenes “uruguayos” de descendencia ligure o italiana.  

 

No obstante, la ausencia de otros emprendimientos, promueve reflexiones en torno a la verdadera pertinencia o relevancia de dichas instancias:

 

“En las reuniones no se habla de lo que se debería, solo se organizan las comidas, nada más, no pasa nada. Nos saludamos, te preguntan por tu familia,   y más nada, no hay mucha iniciativa, las comidas se organizan por inercia. Solo van cuatro personas. En la Calabresa se llenaba.”(C.)

 

Como lo señala el anterior testimonio, si bien se estipula desde el estatuto la presencia de ocho miembros de Directiva, en los hechos, se ha observado que la concurrencia a dichas reuniones oscila en un promedio de entre tres a cuatro integrantes; concentrándose las   tareas en la Presidente en ejercicio.

 

Es posible por tanto, conferirles la clasificación de “grupo primario o pequeño” (Anzieu & Martin, 1971), dado que presentan determinadas características tales como el número acotado de su concurrencia, la prosecución de objetivos comunes, la existencia de relaciones afectivas tanto favorables como contrarias entre los miembros, quienes demuestran una cierta interdependencia en sus acciones.

 

A su vez, se delimitan distintos roles a cada uno de ellos, consignados en este caso desde la esfera estatutaria (Presidente, Secretaria, Directivos), la cual   sirve para constituir formalmente las normas y creencias correspondientes a los ritos y signos del grupo en concreto.

 

La segunda actividad, implica la celebración de una comida mensual, en donde se procura congregar al mayor caudal social existente de la Asociación.

Instancia durante la cual se invoca al sentimiento de pertenencia de los asociados, a través de elementos culturales, tales como la gastronomía, o la música, recordatorios de la tierra natal peninsular.

 

Por ende, es posible distinguir los distintos caracteres de dichas reuniones asociativas.

 

En tanto las primeras revisten cierta formalidad institucional, requerida para analizar los actos administrativos y económicos concernientes al funcionamiento de la entidad; al tiempo que se restringen a aquellos miembros de la Directiva; las segundas conllevan una índole festiva, siendo por su naturaleza de convocatoria a la masa social, abierta a todos sus integrantes.

 

Una tercer actividad, de rasgos recreativos, se ha impuesto de forma reciente.

La correspondiente a la realización de torneos deportivos de fútbol, durante los cuales se enfrentan equipos conformados por los miembros de las diversas asociaciones regionales peninsulares en el Uruguay.

 

Desde la celebración del primer acto eleccionario, el ejercicio de la Presidencia se ha alternado dentro de un grupo reducido de socios fundadores, donde resalta el carácter fuertemente personal de cada uno de los escogidos para comandar a la Asociación.

 

Ello se refleja, en la ostentación de dicho cargo durante los dos períodos consecutivos permitidos por las normas legales del estatuto.

Esto ha acaecido   tanto con el primer Presidente, como con algunos de quienes le sucederían, incluso traspasándose entre sí tal responsabilidad, obstruyendo de tal modo, una necesaria renovación en la conducción política de la entidad.

 

Pues, como lo afirma el testimonio de uno de los directivos descendientes, sobre dicha alternancia en la conducción de la asociación:

 

“Cuando S. es presidenta, A. es presidente honorario, y al revés, se pasan la pelota entre ellos, siempre ha sido así, siempre son los mismos Siempre viajan los dos juntos, a Italia.” (C.)  

 

Asimismo, el personalismo y prestigio imbricados a la detención de tal cargo, se manifiestan a través de una tendencia a la concentración, o atribución de responsabilidades inherentes, o que en ocasiones exceden a las mismas, por parte de algunos miembros que ejercieran la Presidencia, aún a posteriori de finalizado su período respectivo.

 

En tanto se exprese de forma consciente por dichas personas, que   “...bueno, yo en la Asociación la verdad es que soy el que hace casi todo.” (A).

 

En el aspecto de los recursos económicos con los cuales cuenta la Asociación para el fomento y realización de sus actividades, los mismos provienen de diversas fuentes.

 

Una primera, constituida por las cuotas sociales de los miembros, las que se han de abonar conforme se exigen para mantener la calidad de asociados.

 

Una segunda, provista por las donaciones o contribuciones monetarias efectuadas por dichos miembros en diversas instancias, como en ocasión de las comidas mensuales en donde se hace efectivo el pago de un ticket por parte de los asistentes.

 

Una tercera, de carácter más formal, comprendida por el aporte presupuestal delegado desde el gobierno de la Regione Liguria, conforme lo estipulado por la norma legal italiana.

 

No obstante se considere por parte de los asociados, que dicho monto resulta algo exiguo, en tanto la multiplicidad de Asociaciones Ligure dispersas alrededor el mundo no permite asistirlas acorde a las necesidades que éstas manifiestan:

 

  “...esta es una Asociación que por una ley italiana, del gobierno italiano, la región, el gobierno de la región, que es un gobierno independiente del central, en cierto modo no?, tiene su línea política, Y ellos tienen que ayudar a estas asociaciones. Pero últimamente pasaba eso, que eran ya tantas...() no daban entonces, había un presupuesto ahí que me decía el que falleció, que fue veinte años el que manejó siempre lo mismo. Cambiaba la política pero él era el funcionario como se dice en Italia. Bueno, y cuando fui yo a Génova ahora fui...la última vez que fui, después falleció, ya dijo que era poco.”(A)

 

Para resumir, es posible establecer que las actividades de la Asociación se han centrado, sin grandes modificaciones a través de los años desde su constitución formal en entidad acaecida en 1982,   en las reuniones semanales, restringidas a los miembros de la Comisión Directiva, y las de carácter mensual, abiertas a la masa social, o a aquellas personas ajenas en un primer término a la entidad, que únicamente se aproximen a las fiestas por motivos de esparcimiento.

 

De forma reciente ha tomado impulso la celebración de actividades recreativas como de torneos de fútbol con los representantes de las otras asociaciones regionales en el Uruguay.

 

En cambio, sí ha variado la cantidad de la masa social, conforme la misma se vería reducida dado el fallecimiento de algunos de los miembros ligures originales.

Quienes si bien tienden a ser reemplazados por descendientes de segunda, tercera, o aún más lejanas generaciones, son vistos por aquellos como “uruguayos”, ocasionando una paulatina pérdida de identidad, en tanto carecen de una experiencia migrante que les mancomune, a diferencia del grupo fundador.

 

En la faz económica, la Asociación cuenta como recursos propios, con las cuotas sociales, contribuciones, donaciones efectuadas por sus miembros, así como también con el monto presupuestado desde el gobierno de la Regione Liguria, para cada una de las Associazione diseminadas por el mundo, unas ochenta en total.

 

Parte de ese dinero, se debiera destinar, en opinión de alguno de los miembros más representativos, a obras de asistencia social, de ayuda concreta a aquellos coetáneos residentes en el Uruguay cuya situación   económica es vista como “desfavorable”, aunque se apresure a acotar que no demasiadas personas se hallan actualmente en tales circunstancias.

 

Con tal medida se procura trascender, a su entender, el mero hecho o retórica asociativa inherente a la entidad de la cual son integrantes, para realmente brindar asistencia a quienes la necesitan, a semejanza de las antiguas sociedades de mutuo socorro, conformadas por aquellos primeros inmigrantes del siglo XIX.

 

Ello condice a su vez, con la apreciación realizada por Godelier (1998) quien afirma cómo en la sociedad contemporánea, la función solidaria redistributiva se ha trasladado parcialmente desde la esfera pública del Estado hacia los actores sociales privados.

 

 

9.2   COMPOSICION DE LA MASA SOCIAL

 

 

En una primera instancia se podría concordar con la definición de la Asociación como un grupo homogéneo, en el cual resaltaría la cohesión entre iguales (Anzieu & Martin, 1971), dada por la existencia de ciertos elementos en común y de la creencia de que ello los diferencia del resto (Olmsted 1981), en este caso, por el sentimiento de pertenencia y origen   ligure.

 

Pues, como establece Mayer (1990, en Wolf et al, 1990), entre los rasgos más característicos de las asociaciones u organizaciones   se encuentra la uniformidad de criterios de pertenencia en la cual se fundamentan las interacciones desarrolladas en dichos grupos.

 

Ya que “...en este respecto, las asociaciones voluntarias son autorreguladoras, puesto que en ellas la aceptación de los fines comunes implica toda la cohesión que el grupo posee o necesita.” (Nadel, 1978 : 184).

 

Sin embargo, cabe efectuar ciertas distinciones acerca de las disímiles características de las personas comprendidas en su masa social.

 

La misma se conforma en la actualidad por alrededor de doscientos miembros, entre socios efectivos y allegados.


Dicha cantidad exigua se debe en parte, a la escasa inmigración ligure presente en el siglo XX, cuyo aporte resulta cuantitativamente menor si se lo contrapone al de las corrientes migratorias anteriores, de mediados del siglo XIX, o a la mayor afluencia de las zonas meridionales de la península itálica, las cuales se reflejan en la actualidad en un más vasto caudal social, y de actividades, de otras asociaciones regionales en el país, como la de Campania o la Associazione Calabrese.

 

Dentro de la aparente homogeneidad de pertenencia ligure, manifestada por los miembros de la Asociación, se divisan al menos, tres estratos diversos.

 

Un primero, constituido por aquellos socios originarios de la Liguria, quienes serían los fundadores, de hecho, y de derecho, de la Asociación.

Estas personas han arribado al país a mediados del siglo XX, con la última afluencia inmigratoria de importancia, provocada por la crisis económica de la posguerra europea.

Dicho grupo ha ido disminuyendo a través de los años, debido a la finalización del ciclo vital de sus componentes.

 

Así, si bien en una primera etapa se manifiesta que los socios eran

“... todos de la Liguria, en aquel momento habíamos muchos, ahora, naturalmente, la gente se fue, fue faltando y queda alguno...” (A).

 

“Ligures quedamos muy pocos. Antes habían más, pero claro, es toda gente que va falleciendo. Fijate que llegamos alrededor de 1950, después de la guerra, y ya con cierta edad ( en su juventud )...” (S)

 

En consonancia, en la actualidad, se considera lo siguiente por parte otro de los miembros, descendiente en este caso:

 

“Los ligures son poquitos, unos diez. La mayoría son descendientes.

Igual los socios no son muchos. Acá la gente viene por la comida, paga el ticket y se va. Para cumplir. Y después ni se entera de lo que pasa en la Asociación. (...) Una manera de darte cuenta de la cantidad de italianos es esta. Cuando sacan una foto, en la fiesta, y llaman a los oriundos, vas a ver, no son ni diez...” (C.)

 

No obstante lo cual, los puestos de decisión, todavía son acaparados por este reducido conglomerado, en tanto se consideran más ligados por un sentimiento de pertenencia a la Liguria y una experiencia migratoria compartida, que los otros miembros allegados a la Asociación.

Un segundo estrato, se compondría por aquellas personas, descendientes de ligures, ya fuere de los arribados durante la oleada inmigratoria inicial, acaecida en el siglo XIX, o de los llegados a posteriori.

En la actualidad, constituyen el grueso de la masa asociativa

 

Otro grupo estaría conformado por aquellos jóvenes, quienes se acercan a la Asociación en busca de información sobre su pasado, raíces familiares o culturales.

No obstante, asciendan a una ínfima presencia en comparación a los anteriores:

 

“Algún joven hay, se han arrimado, tenemos una muchacha que es joven, que está en la secretaría, y otro señor, un poco mayor pero todavía joven, que se integró también ahora. Y bueno, de repente alguno se va arrimando. Pero no es fácil.” (B)

 

“Los jóvenes no se acercan. Y no pasa solo acá, también en las otras asociaciones.” (S)

 

Sin embargo, otro de los miembros, se muestra consciente de la falta de incentivos para atraer a dicha franja de edad hacia la entidad :

 

“Acá no hay actividades para que vengan los jóvenes, lo único que se hace es lo de los campeonatos de fútbol cinco. En la Asociación Calabresa es diferente, ahí sí van los jóvenes...” (C.)

 

“Si propones en directiva de hacer un baile, te van decir que no por esto y aquello. No sólo porque el local no es propio.

Es que no hay iniciativa. En la Calabresa, cuando iba yo, ahí sí, te atendían si planteabas algo. Pero acá no hay caso, la única actividad son las comidas...” (C.)

 

En ocasiones, lo antedicho también inmiscuye a otras actividades de índole musical que pudieren ofrecer una alternativa a la propuesta habitualmente durante las reuniones mensuales.:

 

“Yo cantaba canzonetas, y lírica también, junto a un pianista aquí en las reuniones. Pero luego el piano se estropeó y desde entonces le insisto a S., a B. (Presidenta y Vice Presidente) para que compren otro, o algún teclado para mi acompañante. Fijate toda la gente que viene, poniendo un poco cada uno se conseguiría.” (D)

 

De igual forma, es de recibo acotar, el modo en el cual los adultos mayores, quienes predominan cuantitativamente en la masa social, designan como “jóvenes” aún a aquellas personas adultas, ubicadas entre los treinta y cuarenta años de edad.

 

En torno a la extracción social de los miembros de la entidad, cabe consignar que en su mayoría, prevalece la correspondiente a la clase media y media alta.

 

Por otra parte, el proceso de diferenciación de la masa social, es expresado por los miembros fundadores ligures, quienes contraponen aquel momento inicial en el cual todos los integrantes eran naturales de la región, con la situación actual, donde es posible distinguir los grupos antedichos.

 

“...nosotros, socios, somos alrededor de doscientos.   Pero no son lígures todos, hay hijos de ligures, o algún simpatizante que está, la quieren mucho a la Asociación, que nos vemos nosotros cada mes nos juntamos...” (A).

 

Por lo antepuesto, es posible visualizar cierta tensión intrínseca a las relaciones de poder (Foucault, 1992) inmanentes a toda institución.

 

En el presente caso, la integración del grupo de edad más bisoño, entendiendo a éste como al que comprende a los miembros ubicados en las franjas de edad joven y adulta, se halla pautada por una serie de obstáculos, sin considerar lo exiguo de su representación numérica en el total de la masa social.

 

Primeramente, la brecha generacional mencionada por Mead (1993), en la que se confronta el diverso modo de ser inherente a las personas jóvenes, las cuales se caracterizan por su conocimiento de las nuevas tecnologías, a la detención de los puestos de decisión por parte de sus mayores.

En este caso, la experiencia migrante común poseída por los miembros ligures, se contrapondría a la condición de “uruguayos”, de los descendientes y jóvenes asociados.

 

En segundo término, la visión por parte de aquellos miembros fundadores, ubicados cronológicamente en una adultez mayor en la actualidad, de la juventud   como reflejo de un inminente cambio, o del desacato a las autoridades y reglamentos constituidos.

 

En tercera instancia, como ya se esbozara, se considera por parte de los miembros nacidos en la península, que los jóvenes y adultos descendientes, carecen de una real identidad ligure, no obstante demuestren en ocasiones cierto interés por conocer sus raíces.

 

Ello manifestaría la conciencia del inmigrante del proceso de aculturación sucedido a través de las distintas generaciones:

 

“...el uruguayo es hijo de emigrantes. O primero, segunda, o quinta generación.”(A.)

 

“Los descendientes se interesan. Pero no es igual. No sienten lo mismo que nosotros, es comprensible, ni tienen las mismas ganas por sacar esto adelante.” (S)

Por ende, se subyuga su grado de advenimiento a la causa asociativa, en tanto se les concibe como carentes de un auténtico compromiso, ya fuere por falta de tiempo real al cual dedicarle a las tareas requeridas, por su condición de uruguayos descendientes (opuesto a los nacidos en Liguria), o por otros factores extrínsecos a la Asociación, atribuidos por los entrevistados al contexto general de crisis económica padecido en el país.

 

En palabras de los miembros adultos mayores, se ve que en dichas personas “... hay intención, pero cuando ven que hay que trabajar un poco...cuando llega el día, “no, no, hoy no” entonces no, no se puede.(...) las cosas hay que hacerlas ya, los jóvenes cuesta hacerlos integrarlos, sí, porque también la juventud de hoy tiene mucho problema, para poder sobrevivir, el que tiene un trabajo lo tiene que conservar, y el que no tiene está más preocupado todavía.” (A)

 

Para resumir, acerca de la composición de la masa social de la Associazione Ligure, es posible discernir, dentro de una aparente homogeneidad externa, a diversos grupos que conviven en su interior.

 

Por un lado, destaca el correspondiente a los miembros fundadores, inmigrantes ligures arribados a mediados del siglo XX, quienes manifiestan con mayor claridad un sentido de pertenencia, reivindicando para sí la legitimidad y ejecución del comando de la Asociación en su aspecto administrativo y formal.

 

Por otra parte, es de resaltar la presencia de un conglomerado de personas, quienes al poseer descendencia ligure, tanto de segunda o tercera generación, como más remota en el tiempo, en tanto se hallarían vinculadas a las primeros contingentes migratorios del siglo XIX, demuestran una simpatía por la causa asociativa de la región de sus ancestros.

 

También cabe reseñar, la impronta aportada por los más jóvenes, quienes procuran establecer una búsqueda personal acerca de sus raíces familiares   y culturales, no obstante se tenga presente su condición de “uruguayos”.

 

Este último aspecto, dificulta en parte su integración, dado que se anteponen los intereses de los oriundos de la Liguria, personas ubicadas en la adultez mayor, cuyo número desciende a raíz de la finalización de su ciclo vital, a los propios del estrato más joven, sobre el cual se hesita de que posea un real interés, amén de consignárseles por parte de los miembros ligures, de la carencia de una verdadera identidad regional.

 

Ante ello, de futuro se podría entablar cierta aprehensión entre ambos grupos etarios, por el control del poder y prestigio social inherente, a semejanza de lo ocurrido en sociedades tales como la de los Nuer (Evans Pritchard, 1940; Hutchinson, 1996), o los Tiv (Bohannon, 1981), en donde el contacto con elementos culturales occidentales, como el del dinero o la tecnología, modificaría irreversiblemente tanto el modo de subsistencia como la jerarquía imperante en dichos grupos, otrora signados por la preeminencia de los adultos mayores en la toma de decisiones.  

9.3       INMIGRANTES DE POSTGUERRA

 

 

El grupo de inmigrantes fundadores de la Asociación, posee determinadas características comunes que les mancomuna como grupo humano.

 

A grandes rasgos, como ya se ha establecido, se trata de personas arribadas al país a posteriori, o durante la última Guerra Mundial (1939-1945), en donde el Uruguay se benefició de un período de bonanza relativa, a causa de la pérdida de competitividad de los mercados europeos y americanos, amén de su necesidad de importar productos cárnicos, y lanares, locales.

 

Ello permitiría la generación de puestos de trabajo e impulso al sector industrial (Solari,1966), lo cual brindaría las condiciones propicias para la entrada del último contingente migratorio de relevancia en el territorio, puesto que ya en la década de los mil novecientos cincuenta, el proceso se revertiría para tornarse indefectiblemente el Uruguay en un país de expulsión (Aguiar, 1982).

 

Como narra una de las oriundas:

 

“La última migración llegó hasta alrededor de 1956. Yo vine en el 52 por ejemplo, algo después de la guerra. En esa época vino mucha más gente de las regiones del sur...” (S)


Entre las causas por las cuales los inmigrantes emprenderían la travesía hacia el país de acogida, se alude de forma reiterada en su discurso, al contexto de crisis económica provocada a raíz del régimen fascista y a posteriori por la   II Guerra Mundial, como disparador de los movimientos migratorios de ese entonces.

 

En un plano personal, por un lado se tiende a resaltar, cuando así sucediera, el grado de participación en la lucha contra el fascismo, hacia el final del conflicto:

 

“...yo hice la guerra contra el nazismo y el fascismo, guerrillero.(...) Pero fue en un momento cuando Italia tenía veinticinco divisiones alemanas, entonces derrumbándose el ejército italiano, los alemanes tomaron poder...Poder y terror. Porque había que ir con ellos o la fusilación...Bueno, pero hay quien cedió y quien como yo y tantos otros nos fuimos a la montaña y le hicimos resistencia.” (A)

 

“...había solamente dos personas que coordinaban la información entre todas las células de guerrilla, que no pasaban de más de cuatro integrantes, pues sino te encontraban y te mataban, y yo era una de esas personas...” (A.)

 

“...mi tío era uno de los que organizaron a los partisanos allí en la Liguria, en la resistencia contra los alemanes, fue alguien muy importante...” (S.)

 

No obstante los mismos testimonios en ocasiones omiten, o atenúen un anterior enrolamiento, con frecuencia   forzado por las circunstancias, en las filas del régimen:

 

  “En la II Guerra Mundial, yo estuve en la guerra, en la aviación, no quise volar, porque no, sabía que ese tipo de guerra no era nada lindo.(...)

Sí, no, ahí después cuando se deshizo el ejército italiano, que pidió una parte por el ejército, el ejército en sí pidió la amnistía a las Naciones Unidas. “ (A)

 

Dicha dualidad manifiesta en los recuerdos rememorados, se ha de relacionar a la forma mediante la cual   los “emprendedores de la memoria”, al decir de Jelin (2002) seleccionan la pertinencia de los mismos, según sus intereses o conveniencias personales.

 

Por ello es posible afirmar que todo pasado conforma una narrativa construida tanto individual, como colectivamente, a través de las “huellas” (Ricoeur, 1999) remanentes en el in- consciente de aquellos que han experimentado dichos acontecimientos.  

 

Durante la postguerra, la crisis económica general de la península induciría a considerar la vía de la emigración hacia tierras adonde ya se poseía algún contacto, fuere de familiares o allegados:

 

“Cuando terminó ( la guerra ) estábamos que no había trabajo. No había ni goma para las bicicletas. Entonces cuando empezó a venir algo, nosotros teníamos una comisión, éramos los que mandábamos prácticamente, y distribuíamos el trabajo, las cosas. Cuando terminamos todos lo que podían tenían trabajo. Nosotros quedamos sin nada ( sonrisas ). Bueno, y había un camino, que era éste. Porque yo tenía un hermano acá.” (A)

 

Se comprueba, al igual que en período histórico, el funcionamiento de las cadenas migratorias (MacDonald, 1964), como sostén de la llegada y apoyo logístico brindado a los inmigrantes.

 

No obstante lo cual, la ocurrencia del proceso de aculturación, que alberga cierto desarraigo y pérdida de identidad étnica, relativa en este caso en tanto se presentan ciertas similitudes culturales entre las sociedades de expulsión y recepción, promueve reflexiones en tal sentido por los inmigrantes ligures:

 

“Por eso es que yo digo que emigrar es feo. Por más que te reciban bien, es feo, porque vos dejaste algo, dejaste tu juventud, no, no es fácil.(...)

...cuando se empieza es feo. Cuando se empieza, yo ganaba quince pesos por día que era un sueldo extraordinario en aquellos tiempos. Y el primer trabajo bueno, tuve que trabajar tres días para ganar quince pesos, y pagar alquiler.”(A)

 

A semejanza de lo ocurrido con los primeros flujos migratorios del siglo XIX, entre los objetivos de los inmigrantes, se encontraba sobremanera el de independizarse laboralmente, para así capitalizar cierto monto de ahorro que le   permitiera adquirir una vivienda de su propiedad:

 

“...entendía que yo no vine al Uruguay para ser empleado. Yo empleado prefería ser en Italia. (...) pudimos seguir y hacer una casa. Antes de casarme yo ya tenía una casa por si me iba a casar” (A)

 

Ello es corroborado en la narrativa de uno de los descendientes, quién relata acerca de la trayectoria de su ancestro, arribado en las postrimerías de la penúltima centuria:

 

“Mi abuelo era marinero. Llegó en un barco que se llamaba “Il ruggiero del Alba”, que quiere decir El Lucero del Alba. Luego aquí, puso un almacén en la playa de Pocitos, frente a la calle Barreiro. Cuando el agua comenzó a subir, pues el mar estaba más adentro, se trasladó hacia arriba, y compró todo un terreno, desde   lo que hoy es Ventiseis de Marzo hasta Lorenzo Pérez.

Allí fundó otro establecimiento, bar y almacén, en la esquina de Buxareo, le llamaban “La Aurora”, pues era el único que abría a las cuatro de la mañana.

Eran dos hermanos los genoveses, uno se quedó en Buenos Aires, y se dedicó a la marmolería, que todavía está, frente al cementerio de Olivos” (G)

 

También se consigna por parte de los oriundos, la importancia atribuida al núcleo familiar, como unidad social básica, de referencia imprescindible ante una situación de desarraigo de la tierra natal:

 

“En un primer momento dejé allá a mi madre y un hermano que él a los cuatro o cinco años ya lo tenía acá, lo trajimos....” (A)

 

“Muchos de mis tíos, primos, quedaron allá, pues era una familia numerosa y yo me vine solamente con una hermana.” (S.)

 

En todo momento, se enfatizan los valores del trabajo, el ahorro, la laboriosidad y austeridad, como forma de alcanzar tales objetivos.

No obstante quepa acotar cómo la situación económica del país, favorecida por el contexto internacional ya aludido, permitía el suceso de dichos esfuerzos, a diferencia de lo que ocurriría a partir de la década de los mil novecientos cincuenta hasta el presente.

 

La situación actual del país, de crisis económica, desmantelamiento del sector productivo agro- industrial y emigración crónica, es vista por los inmigrantes, como una suerte de réplica cíclica, si nos atenemos al concepto de Eliade (1952) sobre el mito del “eterno retorno”, de las condiciones imperantes en la península durante el período de postguerra, que motivarían su propia emigración:

 

“En Uruguay ahora pasa lo mismo que pasó en Italia: las industrias cierran, nadie quiere ir al campo...todos se dedican al turismo...” (A)

 

Ante lo cual, surge en su discurso, de forma reiterada, la ya mencionada

laboriosidad como forma de zanjar las dificultades:

 

“Es un momento que Sudamérica está pasando feo, es un momento que se tiene que recuperar en ese aspecto, del trabajo vamos a decir.” (A)

 

Asimismo, trasladan sus propias vivencias, en la visión poseida sobre la actual ola emigratoria de la población local uruguaya hacia el viejo continente:

 

“Ahora en Italia, en USA, a los inmigrantes les pasa como a nosotros cuando llegamos. Trabajan en lo que allá no quieren hacer.” (S)

 

A modo de síntesis, se ha de establecer que en el presente capitulo se ha intentado brindar un panorama de las causas y contexto histórico que motivarían el arribo de los inmigrantes ligures agrupados en la Associazione, a través de sus propios testimonios.  

Para así dar cuenta tanto de sus vicisitudes en ambas sociedades, como de los sentimientos y reflexiones que éstas le provocaran.

 

En todo momento, reflejan en su narrativa, las vivencias correspondientes a   su caso específico, destacando enfáticamente el valor del trabajo y el esfuerzo, característicos de la mentalidad del inmigrante en general, y ligure en particular; a los cuales se remiten al momento de abordar la coyuntura crítica sufrida por la sociedad uruguaya en la actualidad.

 

 

9.4       RECINTO DE LA CELEBRACION

 

 

En tanto la Associazione Ligure no dispone en la actualidad de un lugar de su propiedad al momento de organizar sus fiestas o reuniones colectivas, se ha optado por parte de sus integrantes, usufructuar las instalaciones del Centro Orensano, ubicado en la calle Ana Monterroso de Lavalleja al 2014.

 

Por consiguiente, se procederá a la descripción de las características del lugar escogido como sitio de reunión.

 

La construcción refleja en su fachada, características estilísticas correspondientes al período de comienzos de siglo durante el que fuera edificada.

Tales como los balcones decorados con motivos arbóreos, y las guardas que rodean los pretiles o marcos de las ventanas.

 

No obstante los postigos permanezcan cerrados durante el día, indicando el espíritu nocturno de las celebraciones y reuniones allí efectuadas.

Un escudo informa acerca de la naturaleza asociativa del lugar, inherente a la entidad colectiva que hace uso del lugar en concreto.

 

Al ingresar al mismo, se dispone un amplio espacio que oficia de salón de actos ya que en su lado derecho dispone de un escenario, sobre el cual se montan diversos espectáculos.

En tal sentido resaltan los elementos decorativos que ambientan una atmósfera festiva, tales como luces de colores, espejos empotrados a lo largo de las paredes, parlantes de amplificación, ventiladores y un globo giratorio.

 

Es en dicha sala, adonde se efectúan las cenas y fiestas colectivas particulares, tal el caso de las llevadas a cabo por la Associazione Ligure.

En la parte posterior a la sala principal, se dispone de un restaurante, y a su izquierda una biblioteca, denominada “Curros Enríquez”, que promociona la cultura, turismo y literatura de Orense.

 

Detrás del restaurante, se ubica un espacio trasero depositario para los diversos aditamentos utilizados durante las fiestas.

Tales como ser sillas de plástico, cajones de bebidas tanto espirituosas como refrescantes, figuras decorativas de corte flamenco, o cuadros con escenas típicas.

 

El lugar escogido para la celebración de las reuniones mensuales de la Associazione Ligure es el salón de fiestas ubicado en el recinto principal.

Conforme en dichas instancias se acondiciona el ambiente a través de la ejecución de música típica, tanto peninsular como nacional.

 

En tanto el otro elemento cultural concerniente a la afluencia de rasgos ligures y nacionales, lo constituye la gastronomía, adonde se conjugan platos de ambos orígenes (ravioles, pollo, ensaladas, postres, vinos).

 

Se enfatiza por parte de los asociados, el carácter de auto gestión implícita en la organización de dichas instancias:

 

“Todos los meses, el tercer domingo de cada mes se hace un almuerzo, que lo organiza los de la comisión (Directiva), cocinan ahí, ellos mismos... hacen el tuco casero las señoras que integran la comisión,” (B)

 

Recalcándose a su vez, el papel jugado por la actual Presidenta en esta tarea:

 

“...Y ella es la que organiza después las comidas, el tuco ya lo preparan en la casa, lo llevan pronto el día de la comida. Tiene una actividad que es importante. Se encargan de las compras, de lo que se usa, de las verduras, todas las cosas...” (B)

 

La misma Presidenta, confirma tal punto de vista, añadiendo las dificultades implícitas en sustentar la viabilidad financiera de dichas reuniones:

 

“Tratamos de ofrecer una buena comida, abundante.

El tuco lo preparo en casa. Pero tenemos nuestros gastos, por el cantinero, el parrillero, el músico que cobra una buena cantidad, y a veces, si no asiste mucha gente, perdemos dinero organizando las fiestas...” (S)

 

Resulta significativo, el modo en el cual, pese a que dicha persona detenta el cargo nominal de Presidenta, recayendo sobre ella la conducción administrativa y formal de la entidad, desde el discurso de los miembros asociados masculinos, y desde el suyo propio, se tiende a enfatizar su probidad, en conjunto con la de las demás integrantes de la entidad, en lo referente a los quehaceres ligados a la esfera doméstica femenina, tales como la preparación y organización de las fiestas.

 

Mientras que otros aspectos enraizados al entorno público, como las relaciones formales, y políticas, aún se concentran en buena medida, en manos del Presidente Honorario.

 

Ello reafirma la concepción tradicional poseída por dichos asociados, de la asignación de roles específicos a cada uno de los géneros (Badinter, 1986, 1993; Godelier, 1993; Héritier, 1996; Mead, 1985; Segalen, 1984), la cual es “reproducida” (Bourdieu, 2000) de forma latente en este ámbito.

 

Pues, “...la vida familiar, lo íntimo, lo relacional sigue estando dominado por la mujer; el estatus, el papel profesional, el poder y el éxito continúan prevaleciendo en el hombre. A primera vista, impera la reversibilidad de los roles sexuales, pero en realidad, subsiste la división sexual de los roles privados y públicos, siquiera sea de manera novedosa, eufemizada y abierta, sin asignación exclusiva.” (Lipovetsky, 1999 : 170)

 

Las comidas celebradas mensualmente desde marzo a diciembre, albergan una mayor cantidad de personas conforme transcurra el ciclo anual, culminando en la correspondiente al mes duodécimo, ocasión propicia según los asociados, para realizar una despedida del año.

En dichas instancias, la concurrencia oscila en una cifra máxima de alrededor de doscientas cincuenta personas.

 

En tanto durante el verano, las mismas se suspenden, en el entendido de que los miembros se hallan en su mayor parte, dedicados a los períodos de licencia laboral,   o descanso estival, momento en el cual cada uno de ellos se retrae al seno de su núcleo familiar respectivo:

 

“Las comidas son el tercer domingo, pero ahora enero, febrero, no hay nada. Recién en marzo es apenas, vendrán unas setenta, ochenta personas. Ya en abril aumenta, con todo, hasta la de diciembre que este año éramos como doscientos cincuenta que es un poco la despedida del año.” (A)

 

Sin embargo, su celebración permanece supeditada al personalismo intrínseco a los cargos de influencia dentro de la entidad, así como también a su viabilidad desde el punto de vista económico, conforme se financian mediante el abono de un ticket por parte de cada uno de los comensales que asisten a las mismas:

 

“Las comidas se hacen si hay más de cien personas. Sino no da económicamente. Desde marzo que no se hacían, como A. y S. estaban los dos de viaje...

Esta por ejemplo fue organizada medio de apuro. Hay mucha gente enferma, es invierno, pero igual, se ve que S. (La presidenta) empezó a llamar gente, y se llegó a la cantidad. ”(C)

 

9.5       ACTIVIDADES RECREATIVAS  

 

La única actividad recreativa consignada por los miembros de la Associazione Ligure, reside en la actualidad en la celebración de torneos deportivos de fútbol, mediante los cuales se estrechan lazos con las demás asociaciones regionales de la península en el Uruguay.

 

“Alguna actividad se hace. La que hay más entusiasmo en este momento es el fútbol. Tenemos un cuadro que este año salió primero entre todos los....se juegan contra todas las regiones. Regiones de Liguria. Tendría que mirar, unos cuantos cuadros hay. Pero ellos salieron campeones este año, un muy buen cuadro.” (A)

 

Debe comprenderse por tanto, a tal actividad, como de índole lúdica, de juego, el cual se define como“...una acción u ocupación libre que se desarrolla dentro de unos límites temporales y espaciales determinados, según reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, acción que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría y de la conciencia de “ser de otro modo” que en la vida corriente (Huizinga, 1987 : 43-44).

 

Concebido en tal forma, las personas convocadas, jóvenes en su mayoría, abandonan la individualidad propia de sus quehaceres cotidianos, así como también su condición eminente de “uruguayos”, para aunar esfuerzos en pos de una causa común asociativa, la cual rememora aspectos de su origen étnico y cultural, “ligure”, representado mediante dicha competición deportiva.

 

Por ello no es casual, que se haya escogido al fútbol, de tanta raigambre entre ambas sociedades, la de expulsión y la de recepción, a modo de simbolizar la confraternidad entre las diversas asociaciones regionales.

 

Así, esta actividad deportiva, encarnaría un ideal de cohesión interna, fraternidad, y convivencia entre pares, en ocasiones no correspondido en la vida diaria, pues “...el juego es un sistema sin contradicción, sin negatividad interna. Por eso no podemos reírnos de él. Y si no puede ser parodiado es porque toda su organización es paródica. La regla actúa como simulacro paródico de la ley. Ni inversión, ni subversión, sino reversión de la ley a través de la simulación. El placer del juego es doble: anulación del tiempo y del espacio, esfera encantada de una forma indestructible de reciprocidad- seducción pura- y parodia de lo real, sobrepuja formal de las coacciones de la ley.” (Baudrillard, 1989 : 141).

 

Por ende, los integrantes ligures resaltan con ahínco el carácter de auto gestión de tal actividad, así como también el ansia de integrar a todos los miembros de la comunidad ligure en el país, procurando superar desavenencias aparentemente inocuas como las correspondientes al encono deportivo.

Aunque éste conlleve en sí mismo, aristas sociales y culturales, vinculadas al contexto de formación y desarrollo histórico de cada una de las entidades recreativas a las que a continuación se alude, en la tierra natal:

 

“Nosotros financiamos lo que se puede. Pero es un campeonato que cada uno lo financia. Creo que del gobierno, de la región no viene nada. ¿No?, Nosotros sacamos de lo poco que tenemos para poderlo hacer funcionar no?, tenemos que pagarle los viáticos, hay que pagar las canchas, los jueces. Le hicimos todo un equipo con camisetas, este año la hacemos con Sampdoria, el año que viene la haremos con la camiseta... ( del Génova acoto entre sonrisas de ambos dada la rivalidad de ambas escuadras )...Para no estar contra nadie...” (A).

 

El mero acto de vestir dicha indumentaria, perteneciente a equipos identificados con la ciudad de Génova, implicaría simbólicamente para los jóvenes “uruguayos”, el devenir “ligures”,   el “ser de otro modo” aludido por Huizinga (1957), en tanto representan a la Associazione en el transcurso de la competición.

 

Por lo antedicho, es de recibo inquirir si a través de la práctica deportiva, se produce simultáneamente una doble integración.

 

De un lado, la correspondiente a la   Associazione Ligure con sus pares regionales ubicadas en el país.

 

Del otro, la concerniente a los jóvenes, signados como “uruguayos” por los miembros fundadores oriundos, a quienes sin embargo se recurre al momento de conformar una representación formal de la entidad, aun cuando sea al nivel de una competición deportiva.   

 

Ello contribuiría, hipotéticamente, a refrendar la frágil amalgama de dicha franja etaria dentro de la masa social de la Asociación, sobre la cual si bien se hesita por los miembros oriundos de que posea un real compromiso con la entidad, en tanto se la visualiza como primordialmente compuesta por “uruguayos”, no obstante igualmente se acude a la misma en dichas circunstancias.

 

Empero, en tanto dicha actividad deportiva se efectúa en un ámbito ajeno, en tiempo y espacio, al recinto de la Asociación, sin que interactúen las diversas franjas etarias involucradas (adultos mayores predominantes y jóvenes), no se produciría de hecho una mayor integración.  

Ya que ésta se limita a una breve comunicación sumaria a modo de rendir cuentas en la faz económica de los gastos de mantenimiento del equipo por parte de su encargado ante los miembros de la directiva.

 

Por lo cual, para los jóvenes participantes de las mismas, la motivación primordial reside en el aspecto recreativo, más que en una posible identificación, o reivindicación de la asociación a la cual se pretende representar.

Otro detalle resultante del bajo grado de participación formal en las reuniones semanales, estriba en la marcada ausencia de las mismas del directivo responsable (B) de la organización de dichos eventos deportivos.

 

Quizás concatenado a ello, se ha de resaltar la forma en la cual esta persona se abstuvo de comentar al investigador, tanto en la entrevista grabada que se le realizara así como también en otras instancias, que el equipo de fútbol de la entidad, se hallaba bajo su coordinación.

 

Tal dato, se desprendió de las observaciones y conversaciones mantenidas con otros integrantes de la Asociación.

 

También ha quedado de manifiesto, una relativa falta de contralor en cuanto al cumplimiento de las actividades deportivas y las consecuentes erogaciones económicas previstas para ellas.

Ya que con frecuencia, su coordinador responsable ante la Comisión Directiva, joven descendiente (I), omitía desglosar los recibos   o comprobantes de estipendio correspondientes, ausentándose de las reuniones a las cuales había sido acordada su concurrencia, por lo cual se suscitaba la desconfianza de las autoridades de la entidad, acerca del cabal desarrollo de los torneos mencionados.

 

No obstante, quepa añadir que ningún miembro de la Directiva, u otros allegados, se hacían presentes durante dichas competencias, aún como simples espectadores, comprendiéndose por tanto la dificultad de llevar a cabo dicha supervisión, ante la elocuente merma de interés en el tema.

Es más, en una ocasión se sugirió al investigador, en tono de pretendida broma, la posibilidad de concurrir a las mismas con el propósito de alentar a la representación de la Asociación.

Cuando tal vez, el latente objetivo de dicho comentario, residiera en efectuar el mencionado control del cual se carecía.

 

Esta anécdota, no hace más que refrendar la observación ya manifestada, acerca del escaso afán por incorporar a los jóvenes en la estructura de la Associazione Ligure.

 

Finalmente, cabe señalar asimismo, que la ausencia de cualquier otra actividad de rasgos recreativos que pudiere atraer a esta franja de edad, ya fuere a través de la organización de bailes, cursos de idioma o de cultura de la Liguria, conspira a promover su factible interés y a consolidar una hipotética integración.

La cual deviene imprescindible en pos de renovar la masa social de la entidad para así sustentar su futura viabilidad

 

Ello se refleja en las reuniones mensuales, durante las cuales la concurrencia de jóvenes u adolescentes, resulta ínfima, cuando no absolutamente nula.

 

 

9.6       VINCULOS FORMALES Y PERSONALES

 

 

En esta instancia se abordará el tema de las vinculaciones de la Associazione Ligure con otras entidades de la comunidad y gobierno italianos.

 

Dichos lazos se pueden dividir entre los concernientes a la representación diplomática italiana en el Uruguay (Consulado, Embajada), a los patronatos o entidades culturales (Dante Aligheri, Instituto Italiano de Cultura), a la referente al gobierno de la Regione Liguria, a la Associazione Ligure del Mundo, y en una instancia interna, a otras asociaciones regionales presentes en el país.

 

En cuanto a los patronatos, los lazos se establecen no tanto en un nivel formal, sino en un estrato personal, de cada uno de los asociados ligures, quienes recurren a dichas instituciones, las cuales responden en general a los lineamientos de las diversas centrales sindicales de la península, con el fin de tramitar el cobro de sus jubilaciones y pensiones de guerra.

 

Empero, en ocasiones, una de las entidades que pretende nuclear los esfuerzos de los distintos patronatos y asociaciones, la Casa degli Italiani, realiza actividades destinadas a mancomunarlas, como en la celebración de elecciones políticas en Italia.

 

Acerca de los vínculos oficiales, desde la representación diplomática se solicita no tanto el informe de las actividades inherentes a la Asociación en sí misma, sino más bien su presencia formal a través de autoridades o representantes la en aquellas ocasiones que así lo requieren:

 

“Sí, con el consulado tenemos, porque cuando manda comunicados, nosotros. Las actividades en cierto modo le interesan o no. Quiere que estemos presentes en la manifestaciones italianas. ¿No?, sin exigir que tengamos que ser, pero se toma en cuenta que se está, a recordar la fecha patria.....o alguna reuniones de organización, cuando viene alguna personalidad política está presente. Le interesa al consulado y a la embajada también.” (A)

 

El establecimiento de vínculos con las otras Asociaciones se realiza, amén de los de carácter formal entre las diversas entidades, a través de eventos deportivos como los torneos de fútbol, ya analizados en el capítulo respectivo.

 

Al momento de ponderar el diverso grado de actividad y caudal de la masa social de las demás asociaciones, los miembros ligures se muestran conscientes de su actual situación en donde ha menguado su representación dentro de la colectividad italiana, a raíz de lo exiguo de la inmigración de dicha región en el pasado siglo:

 

“...hay asociaciones que posiblemente son más activas que nosotros. Pero por la razón de que por ejemplo están los campanos

Porque es una colectividad mayor. Mucho, mucho, mucho,
Sí, es más reciente, pero son muchos. Y además que es gente que se hizo fuerte, fuerte también económicamente. Entonces la sostienen. Tienen más sostén, va más gente, igual que los abruzzesce, y bueno, son los más numerosos. Los Véneto en pequeño grupo también forman una cosa fuerte. Nosotros sobrevivimos por la gran ganas que tenemos. Pero ligure quedan pocos.” (A)

 

“Los del Trentino, cuando yo vine a Uruguay, por los años cincuenta, formaron un club, por el Paso Molino, compraron un local con un préstamo del banco, de setenta mil pesos, y lo pagaron en seguida, entre todos. Si vas a pedir algo así a un ligure, no te da nada...” (A.)

 

Uno de los descendientes, se muestra aún más drástico al juzgar el proceder de los integrantes de las diversas asociaciones italianas, tanto septentrionales como meridionales, en comparación con aquellos pertenecientes a entidades de origen ibérico:

“Yo veo que los españoles son más compañeros, se ayudan más entre ellos, los italianos en cambio, prometen mucha cosa, pero después no pasa nada.” (C.)

 

Aparentemente, prima una cierta atomización de las diversas asociaciones de residentes, dado que cada una de ellas tiende a concentrarse en el fomento y reivindicación de sus postulados y cultura respectivas, por sobre el establecimiento de vínculos recíprocos o una política común con sus semejantes.

 

Como reconoce uno de los integrantes no oriundos de la entidad:

 

“A ellos ( los ligures ) no les gusta mezclar las regiones. Por eso estuvieron poco tiempo con los piamonteses. Cada uno tira para su lado...” (C.)

 

Mientras que entre los descendientes, se observa la tendencia a compartir su tiempo libre con otras entidades peninsulares, sin circunscribirse en exclusiva a la esfera de influencia ligure:

 

“Con mi señora nos gusta ir a otras asociaciones. Soy asiduo a la Asociación Italiana de las Piedras. Tienen una sede muy linda en el centro de Las Piedras. Empecé a ir por una gente que venía a la asociación nuestra y bueno, me enganché. Entonces cuando hay...hacen menos comidas, ahora están haciendo tres comidas anuales, el presidente me llama cuando hay, y yo si puedo ir voy...Nos gusta mucho. Después voy otras veces a otra asociación, la Casa de Italia, que está ahí, en la calle Líber Arce, es la calle de la facultad de veterinaria...” (B).

 

Al momento de reforzar los lazos con la tierra natal, se recurre a la Associazione Ligure en el Mundo, la cual mancomuna a las diversas asociaciones de tal origen, unas ochenta, alrededor del orbe.

Sin embargo, al haberse personalizado dicho cargo en alto grado, en la figura de su ulterior Presidente, actualmente se presenta un momento de cierta incertidumbre con respecto a su cabal funcionamiento a futuro:

“Ahora está un poco en crisis, el contacto, porque...por razón de naturaleza el presidente de la Asociación Ligure en el Mundo que son ochenta asociaciones ya que hay en el mundo, se recargó tanto de trabajo que lo pasó. Se dio, la vida dio para eso. Había estado acá hace poco...Falleció él. Y era el alma de todo. Eran muchos pero él hacía todo. Y eran los contactos, de una persona. Giuseppino Roberto se llamaba. Fue un hombre de mucha actividad.” (A)

 

Por tanto, se expresa cierta hesitación por parte de los miembros ligures, acerca del nuevo Presidente de la Associacione Ligure en el Mundo, en cuanto a si éste es capaz de reunir las condiciones de eficiencia revestidas por su antecesor en tal cargo:

 

“Nadie quiere agarrar viaje porque son muchas las asociaciones.

Mucho trabajo. El señor que falleció, que era un señor, Anzaldo, él dominaba eso porque lo vio nacer. Pero el que entra ahí se pierde, no alcanzan diez para entender todo eso.” (A)

 

Cabe señalar, que dicha persona pertenecía a una familia propietaria de una de las compañías navieras genovesas encargadas tanto del comercio de mercancías como del transporte de pasajeros en el período de mayor auge migratorio, durante el siglo XIX.

Ello otorgaría cierta continuidad histórica, entre los vínculos establecidos por aquellos pioneros, y la miríada de asociaciones esparcidas actualmente por el orbe, cuya coordinación recaía en alguien, que por tradición familiar, había aprehendido las particularidades de las diversas redes migratorias trazadas a través del tiempo.

 

Otro de los vínculos culturales establecidos con la región natal, trata sobre la concesión de becas de estudio para jóvenes descendientes, por parte de instituciones educativas de la Liguria, y latinas:

 

“...lo único que hay becas para Génova. Tiene dos cosas, la beca universitaria, que es un mes en Santa Margherita Ligure. Cuando empezaron era cultura general, ahora exigen más, porque perdían mucho. Porque aparecía alguien allá que no sabía italiano bien, entonces tenían que dividirlo en muchos grupos y bueno, costaba, no rendía. Ahora exigen un poco más. Son de todo el mundo unos treinta o cuarenta. Uruguay siempre uno o dos manda. Pero eso es región y Universidad de Génova. Después está Latinísima, que es una organización latina de todos los países de lengua latina, entre ellos está Rumanía, que tiene el origen romano y latín. Bueno que tiene la central, en París, pero acá, antes estaba en el noveno piso de dieciocho al novecientos y algo, donde estaba London París...” (A)

 

Empero, de acuerdo a otro de los miembros, la falta de masa social jóven, la cual se mostraría interesada por dichas becas, combinada en una causalidad biunívoca, con el escaso afán de promover las mismas por parte de los oriundos adultos mayores que comandan la Asociación, transforma en fútil, dicha clase de emprendimientos:

 

“Hay poca cosa, tampoco se interesan, si pensás que podés engancharte en algo acá, de becas o algo, no vas a conseguir nada de nada.

Yo a mi hija jamás le pude conseguir algo en todos estos años.

Tampoco hay muchos interesados, como no vienen personas jóvenes. Hace poco llegaron becas para algo sobre agronomía, de allá, y   quedaron guardadas en algún cajón de un escritorio...” (C.)

 

A modo de conclusión, se ha de establecer cómo, comprensiblemente, los lazos con la región natal de Liguria, efectuados a través de la Associazione Ligure en el Mundo, son lo que se recalcan con mayor ahínco, mientras que aquellos correspondientes a la representación diplomática peninsular, se tratan a un nivel más formal, de cierta distancia.

 

Ello responde con seguridad, a los disímiles propósitos inherentes a las entidades en contacto.

 

En tanto por un lado la Associacione Ligure como tal tiende a reforzar su sentimiento de pertenencia particular, por otro la representación consular hace lo propio con el sentido más general de “italianidad”, habida cuenta del marcado regionalismo de las distintas zonas de la península.

 

Por ende, se ha de considerar que si bien los vínculos antedichos se formulan en un nivel institucional, con frecuencia, la fluidez del trato entre las diversas entidades se halla supeditada a la fuerte personalización inmanente a los respectivos cargos (presidentes en ejercicio, miembros honorarios, representantes), lo cual conspira, tanto a corto como a mediano plazo, contra el cabal desarrollo de dichos lazos, tanto en un plano local como internacional.

 

 

9.7       IDENTIDADES YUXTAPUESTAS

 

 

En este capítulo se delineará la cuestión de la identidad, en el grupo de miembros ligures de la Asociación.

 

Entendiendo a la misma como   “...ese ser percibido que existe fundamentalmente por el reconocimiento de los otros...”   (Bourdieu, 1985 : 45)

 

Por lo cual se podría establecer, en un primer momento, que el sentido de pertenencia a la Liguria, constituye el elemento distintivo del grupo de miembros oriundos, el cual conformaría su noción de un “nosotros” contrapuestos a los “otros”, fueren éstos los jóvenes o descendientes que también forman parte de la Associazione, las diversas asociaciones regionales, o el resto de la sociedad nacional.

En tanto sea posible afirmar, cómo la propia identidad conlleva la alteridad frente a ese “otro” (Buber, 1993).

 

Pues, según Claval (199), “... el grupo mismo se define por contraste y por exclusión : sólo tenemos la posibilidad de decir “nosotros” porque formamos una colectividad que se opone a la masa de los otros, de los extranjeros, de los forasteros, de los bárbaros...” (Claval, 1999 : 85).

 

Así, “...el Otro es menos un obstáculo o un enemigo que un medio para ser uno mismo.” (Lipovetsky, 1990 : 288).

 

A su vez, la identidad se ha de relacionar con la construcción de un sentido social de   pertenencia, contrapuesto al de alteridad, sobre lo que Augé (1996) acota: “El sentido social se ordena pues, alrededor de dos ejes. En el primero (que se podría llamar eje de la pertenencia o de la identidad) se miden los sucesivos tipos de pertenencia que definen las distintas identidades de clase de un individuo. El sentido social va de lo más individual a lo más colectivo y de lo menos a lo más englobante. El segundo (que se podría llamar eje de la relación o de la alteridad) pone en juego categorías más abstractas y más relativas del sí mismo y del otro, que pueden ser individuales o colectivas.” (Augé,1996 a: 36).

 

Al momento de inquirir en el aspecto de la identidad en los miembros ligures, se constata cierto grado de conflicto entre los diversos puntos de referencia de la persona, esto es, entre su región natal (Liguria), su sociedad nacional de origen (Italia) y la sociedad receptora (Uruguay).

 

Para expresar su parecer en torno a la cuestión de la identidad entre su sociedad de origen y de acogida, uno de los entrevistados recurre al símil del deporte:

 

“No sé, jugando Italia porque ahí se mide un poco eso. Italia y Uruguay no sé, pero jugando Uruguay con cualquier otro del mundo, yo soy uruguayo. Sí, ahora frente a un partido de fútbol vamos a decir, no sé. Si pasara alguna injusticia entonces sería uruguayo, ¿no?.” (A).

 

Se trasiega pues, el predominio del sentimiento de pertenencia a su sociedad de origen, si se la confronta a la de recepción, aún cuando se trate de personas con más de treinta o cuarenta años de residencia en el Uruguay, quienes por otra parte, declaman haberse “integrado” a la sociedad nacional sin mayores inconvenientes, obviando el proceso de aculturación inmanente a su experiencia migrante.

 

Sin embargo, la cuestión de la identidad resulta más problemática de definir, a la hora de profundizar en el sentido de pertenencia a la región de origen, en el presente caso la Liguria, comparado con el de su sociedad nacional natal, italiana.

 

Dado que como ya se ha recabado en la primera parte del trabajo, los   marcados regionalismos presentes en la península, han trascendido al momento de la unificación y conformación del Reino de Italia, en 1861, devenido república al finalizar la II Guerra Mundial.

Por lo cual, mantienen su vigencia hoy en día, a nivel del territorio italiano y en las diversas asociaciones esparcidas alrededor del orbe, tanto las posiciones tendientes a resaltar un sentimiento nacional de “italianidad”, de ardua construcción dada la persistencia en el tiempo de las costumbres locales; como aquellas que enfatizan la adopción de una postura proclive a reivindicar la cultura, e identidad regional, acompañada en ocasiones por el reclamo de un retorno a la independencia de las antiguas repúblicas o reinos.

 

La confrontación de ambas posturas, regionalista e integradora, se trasluce en la opinión de uno de los miembros ligures :

 

“Bueno, ahí, es un poco una estupidez encerrarse en decir, yo soy ligure. Tanto que un presidente de turno hizo una tarjeta que capaz que alguno la vio pegado, decía “Gracias a dios soy Ligure”, Y yo no lo acepté. Dije “Eso es una barbaridad”, somos todos iguales. Eso no lo acepté, a mi no me gustó. Pero hay quien (...) yo me casé con una calabresa. Y yo calabreses del mismo pueblo van allá y se aburren. Yo voy, y me quedo un mes y me siento perfectamente bien. Porque a mí me respetan, yo los respeto a ellos...” (A)

 

No obstante se rechacen las posturas extremas que abogan por un retorno a la independencia de la República de Génova, sí se manifiesta un reclamo histórico por los daños materiales y humanos causados en la época posterior a la unificación del Reino de Italia:

 

“...no, digo que eso puo aiutare a pochi y fare male a molti. Lasciate la fare. Que la república es república, que la dejen, si fue votada por el pueblo.

Y resarcir los daños que le hizo el rey. Hizo una masacre en Génova, porque no cedían, los saqueó.(...)   Cuando apareció el rey. Y que pasó la monarquía, y que fue, poco después de Garibaldi, que Garibaldi se retiró, y entonces ellos arrasaron con todo. La riqueza de Génova se la llevaron ellos...” (A)

Es de resaltar la manera en que en dicha declaración, se remarca, a través de la referencia histórica, una noción de “nosotros”, “genoveses”, contrapuesta a “ellos”, vistos como los “otros”, fueren éstos monárquicos, romanos o sureños.

 

Por otra parte, si bien se expresa en un nivel discursivo una aparente igualdad con otras regiones peninsulares, al momento de profundizar en la cuestión, afloran los históricos prejuicios de las regiones septentrionales para con las meridionales.

 

En tanto los originarios de las primeras se conciben como laboriosos, afanosos, reservados, o mesurados, retratan a los habitantes sureños estigmatizándolos (Goffman,1970) con apelativos contrarios.

 

A modo de ejemplo, ante la pregunta sobre si éstos últimos se comportan de manera más efusiva, se considera lo siguiente por parte de los entrevistados:

 

“Sí, el meridional. Sí, alegre, o llora, todo mixto. El ligure no, se esconde, prefiere comerse por dentro...” (A)

 

Frecuentemente, se contrapone el valor del trabajo propio, tan estimado entre los inmigrantes septentrionales, con la tendencia a ingresar en la carrera pública, vista como sinónimo de “acomodo”, “holgazanería” o “corrupción” en ocasiones, por los habitantes del mezzogiorno:  

 

“...ahora los que gobiernan los del norte son los del sur. Porque toda la administración la tienen en manos ellos. (... ) Y yo   practico ( recorro ) la Calabria. He sentido los jóvenes, “y vos trabajás” “sí, pero el trabajo feo”, “Y cual es el trabajo feo”, dice “y...trabajo bajo patrón”, “no”, dice, “un posto público”.   Esperan hasta que llegan. Y hay escalas. Estudian, ¡eh? ,no, no, no, no van así, vas al doctorado y eso, vienen a estudiar al norte y después, pah. Se colocan y al final ahora manejan ellos todo. Pero bueno, la Italia va marchando por ahora marcha, vamos a ver.” (A)

Dicha postura, es trasladada para el ámbito político de la sociedad de recepción.

 

Aún en el caso de los descendientes de segunda o tercera generación, quienes no poseen únicamente descendencia ligure considerándose a sí mismos como “uruguayos”, los apelativos negativos se han transmitido a través del tiempo, manifestándose en charlas informales, expresiones tales como “esos napolitanos son unos terrone, son todos atorrantes...” (G).

 

Como narra dicho descendiente sobre sus progenitores:

 

“La familia de mi padre era de genoveses.

Con los de napolitanos, los calabreses, o los sicilianos, no querían saber de nada.

Y se casó con mi madre que era uruguaya, hija de sicilianos.

Si su abuelo hubiera vivido entonces, no lo dejaba, ¡lo mataba!, hubiera buscado la vuelta para impedirlo...” (G)

 

Ello comprueba la marcada presencia del etnocentrismo (Lischetti, 1999) inherente a toda población humana, la cual tiende a reafirmar su sentido de pertenencia, a un “nosotros”, a través de la adhesión a determinados   valores positivos en su ethos particular, entendiendo a éste último como al conjunto de valores que expresan un sistema cultural estandarizado (Bateson, 1991).

 

Al tiempo que dicha identidad conlleva la alteridad frente a los demás, en tanto es conformada en contraposición a “los otros”, sobre los cuales se depositan los valores negativos, o despectivos, contrarios (Augé, 1996; Elias, 2000).

 

En un plano más general, dichas personas descendientes, también transmiten en sus opiniones, la imagen europeizada de la sociedad nacional, fomentada largamente desde la esfera política oficial y educativa, ignorando por completo la pertinencia de los aportes amerindios o africanos a la población local:

 

“...entiendo que la cultura uruguaya, está formada por europeos, o sea, italianos, en su mayoría, y españoles, y una cantidad de razas, como las armenias, como las árabes, los turcos, hay una rica variedad, que es la que nos han dado la cultura de la que nosotros estamos disfrutando hoy en día.” (B)

 

Hacia el interior de la Asociación, el sentido de pertenencia a la Liguria resulta más claramente establecido en sus miembros fundadores, u oriundos de tales latitudes, conforme se valen del mismo para distinguirse de los asociados descendientes de ligures, o de aquellos   jóvenes, denominados por ellos como “uruguayos”, cuyos intereses residirían en la búsqueda de sus orígenes familiares y culturales.

 

Ello se trasluce en la opinión de su actual Presidenta:

 

“Los descendientes se interesan. Pero no es igual. No sienten lo mismo que nosotros, es comprensible, ni tienen las mismas ganas por sacar esto adelante.” (S)

 

Esta postura, les conduce con frecuencia a incurrir en discriminaciones como la narrada a continuación:

 

“A una Reina de belleza que nombraron una vez no la aceptaron porque se llamaba Rodríguez de segundo apellido, ellos ( los oriundos ) son así.

La muchacha, claro, se enojó, con razón, y no vino más...” (C.)

 

Al unísono, los miembros descendientes, de avanzada edad, ya a partir de la segunda generación, reflejan dicha diferenciación:

 

“Fundamentalmente me siento uruguayo. Y después me siento italiano, porque además soy ciudadano, y toda mi familia, es la patria de mi padre, supongase. Yo, les digo a A.y S. ( oriundos ) No esperes que haga las cosas que hacen ustedes. No es que no tenga la voluntad. Pero es que es una cosa lógica. ¿Verdad?, uno siente su patria primero, y después la, digamos, patria adoptiva en este caso....” (B)

 

Tal distinción, se manifiesta de la misma forma para con el investigador,   no obstante éste posea ascendencia ligure, lo cual en parte ha provisto un elemento de proximidad con los sujetos entrevistados:

 

“...por eso te digo, pero vos sos uruguayo ya, querés saber algo de allá, te llama la atención, pero sos uruguayo.” (A)

 

“Vos venís para hacer tu trabajo, pero luego ya no vas a volver, y así pasa con mucha gente, que se acerca una, o dos veces, y ya no retornan...” (C.)

 

A modo de síntesis, en torno al tema de la identidad en los miembros oriundos de la Asociación, se ha de establecer que ésta reflejaría múltiples facetas yuxtapuestas, referentes a los diversos estadios geográficos, y paisajes emocionales, atravesados por los individuos durante el transcurso de su vida.

 

En este caso, en ocasiones se confrontan, en ocasiones confluyen, las correspondientes a la región natal; a la sociedad de origen, italiana, dentro de la cual convive una miríada de diversas regiones con sus características, patrones culturales y lingüísticos específicos; o a la sociedad receptora, uruguaya, en la cual, si bien se hallan inmersos, no renuncian a identificarse, desde un punto de vista emic , como Ligures por sobre cualquier otra denominación posible.

 

Es posible concordar entonces con la siguiente afirmación:

 

“Las colectividades (o aquellos que las dirigen), como los individuos que se incorporan a ellas, tienen necesidad simultáneamente de pensar la identidad y relación y, para hacerlo, de simbolizar los constituyentes de la identidad compartida (por el conjunto de un grupo), de la identidad particular (de tal grupo o de tal individuo con respecto a los otros) y de la identidad singular (del individuo o del grupo de individuos en tanto no son semejantes a ningún otro).” (Augé, 1996 b : 57).

 

Dicha identidad se enfocaría entonces, dentro del reducido grupo de    miembros ligures remanentes, en la importancia asignada por éstos a un conjunto de valores, tales como el esfuerzo, la laboriosidad, la austeridad, la mesura, o reserva en cuanto a su carácter personal; todos atributos contrapuestos en su discurso a las propiedades endilgadas a grupos exógenos.

 

Por caso, a los oriundos de las zonas meridionales, en cuanto a su sociedad italiana de origen refiere, o a los descendientes y demás uruguayos, al momento de lidiar con la de acogida. 

 

9.8       ASPECTO LINGUISTICO

 

 

En el presente capítulo se analizará el uso de las diversas lenguas en contacto, (dialecto, italiano, castellano) ligado al concepto de la identidad abordado anteriormente; por parte de los inmigrantes ligures de la Asociación.

 

Es de recibo efectuar dicho análisis, conforme el lenguaje constituye uno de los marcadores étnicos de relevancia (Barth, 1971, Breton,1983), el cual para el caso de la inmigración italiana en el Uruguay, se ha comprobado en anteriores estudios, ya reseñados en el capítulo correspondiente, una pronta asimilación de los recién arribados.  

 

De forma general, se ha tratado durante las charlas y entrevistas, con hablantes multilingües fluentes, acorde a la clasificación brindada por Barrios & Mazzolini (1993).

En tanto éstos manejan las diversas lenguas (en este caso el español al abordarlos) sin que se presentaran demasiadas interrupciones de términos, ya fuere del dialecto genovés, o del italiano.

 

Aún desde el punto de vista de los asociados, éstos expresan de forma consciente la noción de la lengua como indicador del origen étnico, en especial al analizar la relación entre su dialecto madre, y la lengua de su sociedad nacional de expulsión, manifestándose así tanto su ansia de integración tanto a dicho ámbito, como al de la sociedad receptora, mediante el uso primordial del castellano en la relación con la población local y familiares próximos:

 

“...aprender genovés   y después pasás al italiano y te queda la identidad por toda la vida, no te la sacás más. Ah sí, te conocen por el acento, y la impostación de la frase, sí, no, no, es distinto...” (A)

 

A su vez, dentro de la Asociación, los inmigrantes ligures establecen diversos ámbitos, reservados acorde a los interlocutores, para cada una de las lenguas en uso (dialecto, italiano, español):

 

“Depende, si hay uno que no entiende usamos el español, sí, pero sino el italiano. El genovés hay pocos. Cuando hay genovés, genovés, yo lo hablo acá ( en su domicilio ). Nos juntamos acá, porque sino es violento hablar...” (A)

 

“El dialecto lo comprendo al escucharlo, pero no lo hablo. (A) sí lo maneja bien.” (S)

 

A la hora de interpretar lo observado y recabado en torno a este aspecto, es posible aplicar la clasificación de Hall (1989) sobre la proxémica, entendida como la estructuración inconsciente que el individuo realiza de su microespacio, modificando los límites respectivos a cada categoría, para así determinar cada uno de los ámbitos de uso lingüístico.

 

Estableciendo así uno de carácter íntimo, en el caso de reuniones privadas, en donde todos los concurrentes, ligures, se comunican a través de su variante dialectal propia.

 

Al cual proseguiría otro ámbito intermedio, público, donde al presentarse relativamente una mayor concurrencia, como acontece durante las reuniones de Comisión Directiva semanales, esporádicamente se hace uso del italiano entre los integrantes de la misma.  

 

Finalmente, correspondería acotar la existencia de un espacio social, circunspecto a las comidas mensuales, el cual se halla consignado por la presencia tanto del italiano, en forma marginal, como del español, el cual prevalece al momento de interactuar con los descendientes, jóvenes, o con personas ajenas a la entidad, tal el caso del investigador.

 

Otra clasificación posible a emplear en dichos espacios, es aportada por Goffman (1989) en su símil del comportamiento social con la representación dramática.

 

Por tanto, mientras que aquellos de mayor intimidad, como los correspondientes al domicilio particular de los asociados, sitios en los cuales éstos se explayan en su dialecto natal cuando se reúnen con otros coterráneos, se vincularían a un ámbito denominado como “detrás de escena” por el autor; otros de mayor exposición, remiten a la “fachada” (front), o imagen de homogeneidad y cordial convivencia entre los miembros,   proyectada por la Asociación hacia el exterior.

 

La delimitación de cada uno de dichos espacios, se daría a causa del contexto, o “frame” (Goffman, 1989), de interacción respectiva, ya fuere con hablantes oriundos, o descendientes uruguayos.

 

También se ha de enraizar el concepto de la violencia simbólica (Bourdieu & Wacquant, 1995) implicada por utilizar el dialecto, o aún el italiano, ante un auditorio mayoritario de hablantes de las otras lenguas, no avezados en alguno de aquellos.

 

Lo cual refleja la actitud de los inmigrantes, de alcanzar una pronta integración a la sociedad receptora, al adoptar el uso del español ya no únicamente cuando la ocasión así lo ameritaba sino aún al nivel del hogar.

 

Por otro lado, resulta consecuente, que si bien a un nivel oficial se promueva el uso del dialecto genovés, por parte del gobierno regional, en el plano nacional de la sociedad italiana, tal como ha sucedido históricamente tanto allí como en el Uruguay, las instituciones educativas se constituyen en centros dedicados a la “desetnización” lingüística (Barrios, Mazzolini & Orlando,1994), imponiéndoseles a los alumnos la lengua dominante (ya fuere el italiano, en el caso de la sociedad de origen, o el español para el de la receptora).

Dicho proceso, es resaltado por los propios miembros ligures:

 

“...si bien de allá quieren que el genovés, pero es imposible, hablan de que nosotros hablemos el genovés, y vas a Génova y hablan el italiano todos.

( No está tan difundido como otros dialectos comento ).

No, ¿porqué?, porque ya los muchachos aprenden casi todos ( el italiano )...en la escuela.” (A)

 

“Ahora lo quieren enseñar ( el dialecto ) en las escuelas de allá ( de Liguria ), sino va a desaparecer. Desde épocas del fascismo lo prohibieron y la gente dejó de usarlo.” (S)

 

Este aspecto se manifiesta en el mensuario “Gens Ligustica In Orbe”, editado por la Associazione Liguri Nel Mondo, el cual se halla redactado casi en su totalidad en el italiano estándar de Firenze, reservando apenas un par de páginas al dialecto xeneise.

 

Por otra parte, dicha falta de instrucción formal en la lengua natal, se vincularía biunívocamente con la miríada de variantes locales existentes en los diversos pueblos, lo cual daría cuenta, dentro de la esfera identitaria regional, de la atomización latente a un nivel provincial y comunal:

 

“El problema del dialecto ligure es que para una palabra, por ejemplo de la jerga marinera, hay como treinta formas distintas de decirla, vas de un pueblo a otro y cambia.” (A.)

 

“En Nápoles es peor, conozco una gente con parientes de pueblos cercanos y no se entienden entre ellos.” (C.)

 

Como conclusión, se ha de establecer que el lenguaje, en tanto marcador de la identidad étnica, ha comprobado en el caso de los inmigrantes ligures, su grado de asimilación cultural y lingüística a la sociedad receptora.

 

Conforme el español prevalece en los intercambios comunicativos realizados con el resto de los actores sociales referentes de la sociedad uruguaya.

Permaneciendo el uso del italiano, acotado a las reuniones semanales de la Asociación, y en ocasiones a las mensuales, dependiendo esto último de la mayor o menor presencia de descendientes de segunda, tercera   o más lejanas generaciones.

 

No obstante se mantenga de forma marginal, el uso de su variante dialectal correspondiente, en reuniones privadas realizadas ya no en el seno de la Asociación, sino en los domicilios de algunos de los integrantes oriundos de la Liguria.

 

Ello demostraría, cómo pese al afán de integración expresado por éstos, no renuncian a comunicarse entre sí mediante su lengua madre, aún cuando no se trascienda de reuniones del tipo íntimo, en tanto la misma simboliza en grado sumo su identidad y origen ligure.

 

Pues “...la lengua, por tanto, es un hábito corporal y es comparable a cualquier otro tipo de costumbres. El aprendizaje del lenguaje consiste en el desarrollo de un sistema de reflejos condicionados que al mismo tiempo se convierten en estímulos condicionados. La lengua es la producción de sonidos articulados, que se desarrolla en la infancia a partir de las expresiones infantiles inarticuladas que constituyen la principal dotación del niño para relacionarse con el medio ambiente. Conforme el individuo crece, su aumento en el conocimiento lingüístico corre paralelo a su desarrollo general. Un creciente conocimiento de los procedimientos técnicos va ligado al aprendizaje de los términos técnicos; el desarrollo de la ciudadanía tribal y de la responsabilidad social va acompañado de la adquisición de un vocabulario sociológico y de un   habla educada, de órdenes y de fraseología legal; la creciente experiencia de los valores religiosos y morales se asocia al desarrollo de las formulas éticas y rituales. El completo conocimiento del lenguaje es el inevitable correlato de un completo logro de un estatus tribal y cultural. El lenguaje, pues, forma parte integral de la cultura; no es, sin embargo, un sistema de herramientas, sino más bien un cuerpo de costumbres orales.” (Malinowski, 1931, s/p).

 

 

9.9      POSIBLES SEMEJANZAS

 

 

En este capítulo, se analizan parte de las relaciones de poder (Foucault, 1992) observadas en la Asociación, vinculándolas al aspecto ya abordado de la identidad, a través de diversas categorías propuestas desde la disciplina antropológica y otras ciencias sociales y humanas.

 

Primeramente, parafraseando a Lévi Strauss (1992), se hallan puntos de contacto entre la anécdota narrada por el autor francés acerca del uso consciente de la escritura como instrumento de poder por el jefe nambikwara, y la justificación de uno de los entrevistados, sobre su posición de preeminencia dentro de la Associazione, aún cuando ya no detente un cargo efectivo sino únicamente honorario, a causa de una avanzada edad:

 

  “... tenemos presidente, secretario, pero ya les cuesta escribir en italiano. Hacer una escritura bien decente, capaz que el sentido se le da igual, pero ha de importar la gramática, no...el que nació allá que estudió allá, aunque no haya estudiado mucho pero, lo sé escribir   bien el italiano.” (A)

 

Por tanto, su atribuida capacidad de la escritura de la lengua perteneciente a la sociedad original, le otorgaría un elemento de prestigio, y predominio, por sobre sus pares ligures en primer término, hecho acrecentado si se incluyera a los demás integrantes de la Asociación, descendientes y jóvenes allegados, quienes no dominarían, a su juicio, con absoluta destreza dicho lenguaje.

 

Tal motivo, relegaría a dichos grupos del comando de la entidad, quienes son propensos a excluirse   a causa de ello:

 

“...Y después me ofrecen la presidencia, que yo no la quise. Yo no estoy preparado para eso, porque yo sé italiano pero no lo hablo bien. Porque yo trabajé muchos años, fuerte, como ellos y como cualquier persona, y recién me dediqué a aprender con mi hija menor, y yo todavía trabajaba. Y fui un año y medio, después de trabajar, y para mí era un poco difícil.” (B)

 

Se ha de concordar entonces, que tal situación reafirma la definición realizada en Tristes Trópicos (1992) :

 

“Si mi hipótesis es exacta, hay que admitir que la función primaria de la comunicación escrita es la de facilitar la esclavitud. El empleo de la escritura con fines desinteresados para obtener de ella satisfacciones intelectuales y estéticas es un resultado secundario, y más aún cuando no se reduce a un medio para reforzar, justificar o disimular el otro.” (Lévi Strauss, 1992 : 324).

 

Así, el conocimiento “... is a key to power as well as to meaning. Those who command knowledge use it to control as well as to communicate...” (Keesing, 1987 : 165).

 

Otra posible analogía, intrínseca a las relaciones de poder (Foucault, 1992) observadas hacia el interior de la entidad, reside en visualizar la figura de dicho miembro, nombrado actualmente Presidente Honorario, como una suerte de “Gran Hombre” (Big Man) (Sahlins, 1979).

 

Ello, ateniéndose a una serie de características, compartidas con la definición clásica de Sahlins (1979), luego criticada por Godelier (1986)   acerca del mismo, como alguien que adquiría su poder a través del prestigio recogido mediante la organización de banquetes y la redistribución de alimentos, al tiempo que no hacía ostentación de éste, demostrándose competente en un conjunto de diversas actividades.

 

Para así reunir en torno a sí una facción de adherentes, los cuales, al no verse constreñidos a seguirle a causa de estrictas reglas cuestiones de parentesco, y ante la presencia de otros aspirantes al favor de los miembros de su grupo, se entablarían en una competición interna que reflejaría el grado de inestabilidad inherente al cargo usufructuado.  

 

Por consiguiente, es posible hallar algunas coincidencias entre ambas figuras, la del Big Man y la del Presidente Honorario.

 

En tanto éste último, se coloca permanentemente en un plano discursivo, en una situación de igualdad, pese al cargo que se le ha conferido por parte de sus coetáneos.

 

Durante los almuerzos mensuales, permanece habitualmente silencioso, circunspecto a un segundo plano, tras la Maestra de Ceremonias (hija de la Presidenta), o de otros directivos quienes demuestran una mayor efusividad.

Sin embargo, suele recorrer el salón sigilosamente, comprobando el correcto discurrir de las actividades festivas.  

 

Su relevancia, también es remarcada por parte del personal del Restaurante del Centro Orensano; el cual si bien no pertenece a la Asociación, lidia con sus integrantes de forma habitual:

 

“A. (el Presidente Honorario) maneja todo. Aunque también está S. (la Presidenta actual). que se encarga de preparar la fiesta, las comidas, etc, o B. (otro directivo),   pero A. es el capo digamos...” (F)

 

Asimismo, tiende a relegar a un segundo plano los logros alcanzados en la faz económica y personal, no obstante ello le haya granjeado cierta posición de prestigio dentro de la comunidad ligure.

Lo cual   se trasmuta a través de frases tales como “... no sé si ahí interesa eso, yo tengo mi historia allá...” (A.).

 

A su vez, la narración de tales logros personales en la faz económica, transmite cierta fetichización (Marx,1987; Kopytoff, 1991) de los mismos, en tanto se ocultan de forma deliberada en el discurso brindado al entrevistador las relaciones sociales inherentes al desarrollo de aquellos:

 

“...entraba a trabajar en Cutcsa, y fue donde empezó la industria carrocera a raíz de nosotros. Se hacían los ómnibus de madera. Y yo un día le digo, pero porqué de madera.

( De chapa...claro de metal...le acoto )

Resiste más, la madera se corría, cada dos o tres años había que tirarla abajo. Y ahí empezó la industria del autobús, una industria nacional metálica.” (A)

 

El contenido de su narrativa, condice con los aspectos del ethos del inmigrante ligure constitutivo de su identidad, contribuyendo a reafirmarla. Conforme el mismo tiende a ponderar valores como la frugalidad, el ahorro, el esmero, la humildad, el sacrificio, o el trabajo.

 

En un plano diacrónico, la relevancia adquirida entre sus pares, ha sido estimulada mediante el ejercicio efectivo de la presidencia en dos períodos consecutivos, hecho acaecido en reiteradas oportunidades, durante los cuales la organización de las comidas mensuales, vistas como un símbolo de la redistribución de los fondos sociales y recursos humanos de la Asociación, le brindaría cierto prestigio acumulado a causa de ello.

 

Al igual que el Big Man rivaliza por obtener el favor de otros miembros de su comunidad a partir de la suntuosidad de los banquetes ofrecidos, el Presidente competiría, en un plano electoral, para atraer los votos de la masa asociada, la cual estima en gran forma la realización mensual de las comidas.

 

  El Presidente Honorario, es consciente de ello, cuando recurre de forma discursiva al símil con la actividad político partidaria, para ilustrar los objetivos por los cuales se concretan dichas reuniones, tanto de parte de los organizadores como de los asistentes:

 

“...es la forma de unir la gente. Si vos...( gesticula representando un gran esfuerzo ), aha, todo bien, pero si vos no hacés una comida no viene nadie(...)No aparece nadie, Y casi siempre, es como los puestos políticos, vienen ahí para ver si consiguen un puesto. Serán colorados, blancos, lo que sea...” (A)

 

Indudablemente, para el resto de los miembros, constituye una figura que ha desarrollado diversas actividades (empresarial, social, cultural como músico, combate contra el fascismo en el contexto de la II Guerra Mundial, contactos permanentes con la Liguria) con igual capacidad.

 

Cabe añadir, que otra familia de idéntico apellido, aunque no emparentada, ya había formado parte del contingente migrante hacia nuestro país, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, época tras la cual uno de sus miembros, el Ingeniero Luis Andreoni, adquiriría relevancia en su faz profesional, en la última década de dicha centuria, a través del diseño y construcción de obras como la Estación Central del Ferrocarril, el Club Uruguay, la Curia, el edificio de la Legación de Francia, y el Hospital Italiano (Abella Trías, 1960).

 

Es factible conjeturar entonces, que tal aspecto reflejaría, para el resto de los asociados, las sucesivas etapas del flujo de población proveniente desde la Liguria al territorio nacional, representando en su figura, el perdurable aporte brindado por las diversas generaciones de migrantes a la sociedad de recepción.

 

Otra razón por la cual es tratado con deferencia, reside en su longevidad, percibida por sus pares y posteriores generaciones, como un símbolo de la sapiencia o experiencia, tal cual acontece en aquellas sociedades preindustriales, en las cuales la base del poder reside de forma implícita, entre el grupo de edad más avanzado.

 

Sin embargo, a diferencia de las anteriores, el fundamento de su prestigio no se asienta exclusivamente en la redistribución alimenticia acaecida durante las comidas mensuales, sino que también parte de su patrimonio personal.

Dado que el mero hecho de haber alcanzado tal situación de desahogo económica basándose en su esfuerzo y laboriosidad, tan estimados entre los inmigrantes ligures, le conlleve determinado grado de relevancia entre los mismos.

 

En esto último es posible concordar con Bourdieu & Wacquant (1995) acerca de los diversos capitales existentes en el seno de la sociedad.

 

Tales como el económico, si se sigue una acepción marxista clásica, referente aquí a su situación personal (fábrica, capital, propiedades).

 

El social, concerniente a las relaciones establecidas entre su persona, los demás miembros de la Asociación, y hacia el exterior, con los representantes de la tierra natal.

 

El simbólico, enraizado al prestigio inherente a los cargos o propiedades detentados, por ejemplo, el concerniente al ejercicio de la presidencia de la entidad durante varios períodos consecutivos.

 

O el cultural, dado por el grado de conocimiento poseído, el cual en el caso presente se aplicaría a su destreza para el manejo de la escritura en la lengua italiana, por sobre el demostrado por sus pares.

 

Estos dos últimos, compensarían parcialmente, su carencia de una educación académica formal.

 

A modo de conclusión, es factible atribuir a dicha figura, la impronta de un “líder informal” (Sprott, 1969), cuya prosapia se   extendería más allá de los períodos consecutivos durante los cuales ejerciera la presidencia ejecutiva de la Associazione.

 

Dado que el grupo “...implica relaciones emocionales de agrado y desagrado entre sus miembros, desarrolla normas propias y una jerarquía de prestigio que culmina a menudo en una sola persona que tiene una influencia dominante...” (Sprott, 1969 : 157).

Esta influencia, es reconocida por sus pares de modo explícito, dado que se le ha conferido el título de “Presidente Honorario”.

 

En tanto se lo concibe por ellos, como un fiel representante de la imagen que éstos proyectan sobre la identidad ligure, ya que poseería en grado sumo los valores intrínsecos atribuidos a tal modo de ser.

 

Valores tales como los previamente mencionados   del ahorro, el trabajo, el esfuerzo, la tenacidad, la frugalidad, o el suceso económico y personal.

 

En un plano temporal cercano, la importancia de dicha figura, ha de eclipsar ya fuere por razones de edad, o de salud, lo cual contribuiría a la emergencia de potenciales candidatos para subrogarlo, tales como la actual Presidente u otros miembros del Directorio, quienes a través de la organización de las actividades asociativas, especialmente las concernientes a las reuniones mensuales, se esforzarían por adquirir una relevancia similar dentro de la estructura interna de la entidad.

 

Mediante las consideraciones vertidas anteriormente, se ha procurado analizar el aspecto de las relaciones de poder (Foucault, 1992) observadas en la Asociación, a través de categorías propias de la antropología y otras ciencias sociales, a las cuales se ha acudido para dar cuenta de las posiciones de prestigio existentes entre los diversos miembros de la misma.

 

Debiéndose reificar a dicha posición de predominio de la figura del Presidente Honorario, en su carácter de fiel reflejo de una identidad grupal construida, cuyos valores constitutivos poseería en una máxima expresión, para el resto de sus coterráneos.

 

Es factible trazar entonces, manteniendo el símil de la imagen especular, un vínculo estrecho entre tal identidad, los valores del grupo que la conforma a partir de la alteridad frente a los “otros”, y la visión del mundo expresada por el mismo.

 

Pues “...la transparence de notre rapport au monde s´exprime assez bien par le rapport inaltéré de l´individu á son reflet dans une glace : la fidélite de ce reflet témoigne en quelque sorte d´une réciprocité réelle entre le monde et nous. Symboliquement donc, si cette image vient á nous manquer, c´est le signe que le monde se fait opaque, que nos actes nous échappent – nous sommes alors sans perspective sur nous- më mes. Sans cette caution, il n´y a plus d´identité possible : je deviens á moi mëme un autre, je suis aliéné . ” (Baudrillard, 1974 : 303). 

 

9.10      APORTE CULTURAL DE LA INMIGRACION

 

 

Al momento de ponderar el aporte realizado a través del tiempo por la inmigración ligure al Uruguay, los miembros de la Associazione parecen coincidir, en su discurso, con las conclusiones a las cuales se ha arribado desde la investigación en las ciencias sociales e históricas, reseñadas en la primera parte de este informe.

 

Tal es así, que el elemento recurrente en cada reflexión de los asociados, resulta el correspondiente a   la laboriosidad adjudicada al inmigrante, contrapuesta a la holgazanería del criollo:

 

“De cultura, bueno, más de todo el trabajo. El ligure recién ahora se da cuenta que se ha olvidado un poco de la cultura de él.

Mas yo creo que siempre se puede, mira, sin trabajo no se hace nada.

Yo hoy día insisto, hay que trabajar. Mira, yo estoy acá, tengo una huerta, y saco para comer yo, y sobra. Quiero decir que una huerta la puede tener cualquiera. Y bueno, sin embargo ves gente que sale a pedir, y tiene pasto alto así...No hay cultura de trabajo, falta... Yo una vez en una reunión dije una grosería...Porque le dije “mire, si llegan los emigrantes del novecientos acá hoy se hacen ricos...”Alguno sonrió y otro...” (A)

 

Tal visión, es compartida desde la óptica de los miembros descendientes, “uruguayos”, quienes manifiestan lo siguiente sobre los inmigrantes ligures de la Associazione y sus condiciones de arribo:

 

“...pasaron muchas necesidades cuando la guerra, entonces, era gente que era toda laboriosa, y que venían sin nada, que se dedicaron a trabajar esencialmente. Es un gran aporte a la cultura, ¿no?. Fuimos beneficiados todos nosotros, ¿no?.” (B)

 

Nuevamente, se preserva en parte, a través de las generaciones, aún en un disímil contexto histórico,   la “mentalidad dominante” (Rodríguez Villamil,   1968), definida por Barrán (1990a, 1990b) sobre cómo el inmigrante, símbolo de la Europa “civilizada”, traería consigo el ahínco y progreso del cual carecía la población local, cuyos rasgos de comportamiento signa como “bárbaros”.

 

Cabe preguntarse, si no es posible avizorar un esquema similar dentro del imaginario colectivo de las capas medias altas y altas de la sociedad nacional actual, de las cuales los integrantes de la Associazione forman parte, para con las clases populares.

Sobre las que todavía se aplican calificativos vinculados a prejuicios en torno a un aparente desgano al momento de trabajar, a su propensión al ocio, a la mendicidad en el caso de sectores marginados, cuando no directamente se les equipara con actividades de índole delictiva.  

 

Lo cual ha dado lugar a la creación, desde las clases medias, de ciertas denominaciones despectivas sobre su origen, como lo acota para Buenos Aires Gravano (1995) sobre los “cabecita negra”, des- calificativo destinado hacia los habitantes del interior argentino afincados en la capital federal, o sobre “paraguas”,   “bolitas”, “peruchos” o “yoruguas” (Guber, 2001), términos que aluden con desprecio al inmigrante arribado desde países limítrofes.

 

Otra interpretación válida, reside en establecer tentativamente cómo los inmigrantes septentrionales trasladarían, con nuevos actores y coordenadas sociales, los prejuicios inherentes a los habitantes del sur de la península itálica, a la sociedad receptora uruguaya, en especial a aquella población correspondiente a una extracción media baja y baja de acuerdo a su ingreso económico y calidad de vida.

 

En tanto a grandes rasgos es factible acotar cómo la zona septentrional de la península, más urbanizada con respecto a su contra parte meridional, ha demostrado históricamente, a partir del proceso de industrialización comenzado hacia fines del siglo XVIII, una propensión a adoptar los valores asignados al capitalismo, como el esfuerzo propio, la laboriosidad, o frugalidad, más afines a una ética protestante (Weber, 1991) que al ethos católico en el cual se hallan inmersos desde la cuna.

 

En cambio, las regiones del meridiano, preeminentemente rurales, encastrarían en lo que algunos autores han denominado “la cultura mediterránea” (Tillion, 1967; Pitt Rivers, 1979; Llobera, 1990), sobre la cual se adscriben ciertos rasgos comunes, como una mayor incidencia del sistema de parentesco, el predominio de la familia extensa con una figura paterna inflexible en su comando, contrapuesta al valor de la mujer confinada al ámbito hogareño, o la adopción de valores de valores morales predominantes como el del honor y la vergüenza.

Así como también se caracterizaría por presentar una más profunda raigambre de la esfera religiosa en la vida social, a través de la devoción a los santos y patronos, ocasión en la cual, se mimetizan elementos paganos anteriores a la introducción del cristianismo.

 

Empero, en los inmigrantes septentrionales, la religión no constituye un marcador de identidad de importancia, si se lo compara con sus pares meridionales (Mazzolini, 1993).

 

Ello quizás se deba a múltiples factores.

Por un lado a las características anteriormente mencionadas de su sociedad de origen.

Por otra parte, en un plano diacrónico, se debe consignar la importancia de la influencia del pensamiento masón liberal, de un marcado anticlericalismo, luego sucedido por la corriente política batllista,   sobre los contingentes inmigratorios arribados durante los siglos XIX y XX al país.

 

Ello es resaltado por los propios inmigrantes ligures actuales, quienes vinculan la influencia de las logias, en la adopción del valor del trabajo previamente descripto:

 

“Hubo una etapa que yo fui un poco descubriendo acá. Venían los ligures no de mucha cultura, venían con una enseñanza religiosa. Pero acá había como se llama, la logia...( Masones le acoto) ...Eso, los masones le hicieron mucho bien a esa gente. Porque los reunían, tanto que nosotros estamos descubriendo que practicando la masonería ellos...ahí surgieron que del cincuenta por ciento...el porcentaje era que de los comerciantes que había en Montevideo, en Uruguay, eran casi ligures un 30 % y Lombardía y Piemonte. Porque los del sur todavía no habían llegado.” (A)

 

En cambio, el otro aporte resaltado por los miembros de la Associazione Ligure, conlleva aristas menos polémicas.

Dado que refiere a la gastronomía, aspecto ya descripto por Pi Hugarte & Vidart (1969) en el capítulo correspondiente al contexto histórico y cultural de la inmigración italiana en nuestro país.

 

En el ámbito culinario, los autores mencionados anteriormente destacan el aporte de comidas como la polenta, de origen lombardo y piamontés, el fainá de Génova, la pizza, figazza y calzone de Nápoles, los fríos contrafuertes de los Apeninos, la minestra de los labradores, y la busecca aldeana. Sin olvidar la variedad de pastas, como los spaghetti, ravioli, cappelletti, gnocchi, agnellotti, lasagne, tagliatelli, macarroni, vermicelli, fettuccine. Además del risotto de la llanura paduana, el ossobuco milanés, los diversos quesos como el ricotte, mozzarelle, de leche búfala, el gorgonzole, el piacentini, los parmesani. A los que se une los vinos, como el carlón de los Alpes, los de lavas de Nápoles, los de Salerno, Toscana, y el Lazio (Pi Hugarte & Vidart, 1969).

 

Lo cual coincide con las manifestaciones de los entrevistados   “... era la cultura más...era la cocina. Que es una cocina que...el fainá vino de la Liguria, el pesto, la pascualina, los ñoquis en cierto modo también un tipo de ñoquis. Bueno, después cada región...lo va variando, pero son todos platos muy aromáticos, porque la Liguria es rica de aromas. Toda esa montaña, sale todos los sabores para darle a la comida. Que acá el que puede tiene su...( huerta complemento ) ..seguro, para darle sabor a esa comida....” (A).

 

Si bien se mencionan otros personajes históricos del ambiente cultural,   entendiendo al mismo en una acepción elitista más que antropológica del término:

 

“Acá vinieron artistas, eran Lígures. Vinieron gente, de los más famosos, Sívori, que fue el alumno, único de Paganini. Tuvo contacto acá con los Sambucetti, eran ligures.   Que hay una calle, que eran músicos, Esa es la parte cultural en la música.” (A)

 

La ausencia de otros aportes en el discurso de los miembros de la Asociación, quizás se deba parcialmente a la dificultad de diferenciar tanto por su parte, desde un punto de vista emic, como desde la propia posición personal del investigador, los patrones y rasgos culturales, al decir de Benedict (1944), de la sociedad original y de acogida.

 

Habida cuenta de la fuerte italianización experimentada en el país, a raíz de la temprana corriente migratoria peninsular acaecida desde mediados del siglo XIX (Barrios & Mazzolini, 1989).

 

Otra de las razones, estriba en el afán de integración demostrado por el inmigrante, signado por Pi Hugarte & Vidart (1969), para quienes aquel se procuraba “acriollarse a presión”.

 

Ello se vería reflejado a su vez,   en la pérdida de la lengua como elemento de identidad étnica, hecho comprobado de forma parcial en individuos de primera generación, y ya total en el caso de sus descendientes, quienes se definen a sí mismos como “uruguayos” (Barrios, Mazzolini & Orlando, 1994).

 

A modo de síntesis en torno a este punto, cabe subrayar que los aportes más significativos, desde la óptica emic de los propios sujetos, inmigrantes ligures, resultan por un lado, el valor asignado al trabajo, como método para alcanzar una posición económica y social de la cual se carecía en su lugar de origen, o que bien se había visto afectada en razón de la coyuntura crítica provocada por el régimen fascista y la Segunda Guerra Mundial.

 

En todo momento, se opone en un nivel discursivo por parte de los miembros ligures fundadores, en su condición de inmigrantes, la laboriosidad intrínseca a dicha actitud de “fare l´América”, con la languidez del elemento criollo local.

Aplicando dicha dicotomía tanto en un plano histórico, como a los diversos actores inmersos en las actuales coordenadas sociales del país.

 

Tal dualidad refleja en parte, la rivalidad existente entre las regiones septentrionales y meridionales de la península italiana, cuyos habitantes migrantes han trasladado, con modificaciones, a través del tiempo y la geografía de ambos continentes.

 

Por otro parte, en la esfera de la cultura material, se resalta lo concerniente a la gastronomía, vista desde su perspectiva como un símbolo del modo de vivir y sentir de dicha región peninsular.

 

 

9.11      ELEMENTOS RITUALES DE CELEBRACION

 

 

En este capítulo se han de revisar los elementos culturales de mayor relevancia, recurrentes durante la celebración de las reuniones mensuales de la Associazione Ligure.

 

En las mismas, los comensales se suelen colocar, en un principio, en torno a las diversas mesas decoradas de idéntica forma, con sobria mantelería y arreglos florales.

A un costado, se ubica el escenario donde se montan los amplificadores para el músico contratado a fin de proveer una atmósfera festiva a la ocasión.

Diversas banderas de Italia, Liguria, y de la Associazione Ligure del Uruguay adornan al mismo.

 

Entre la concurrencia, la cual luce cuidadosamente ataviada, habitualmente predominan los adultos mayores, y dentro de éstos, las mujeres constituyen alrededor de las tres cuartas partes de la misma.

Los escasos jóvenes o niños presentes, arriban en calidad de parientes de los anteriores, siendo alojados en una estancia aparte, dentro del restaurante.

De la misma forma, los miembros ligures, componen un reducido grupo, el cual se disgrega entre las diversas mesas organizadas en torno a núcleos familiares o de amistades.

 

De forma reiterada en cada fiesta, la hija de la Presidenta actual, oficia de eventual Maestra de Ceremonias, recibiendo a quienes concurren por vez primera, saludando a aquellos que han celebrado su aniversario en el mes transcurrido, o agradeciendo la participación prestada.

 

En cada ocasión, a medida que se sirve el menú ya estipulado, de ensaladas, ravioles, pollo, y postres, regado con vino o agua mineral, el músico ubicado sobre el escenario ejecuta de forma progresiva, canzonetas napolitanas, tangos, tonadas populares españolas, cumbias, y canciones de estilo tropical, o típicas uruguayas, como candombes.

 

En concordancia, mientras las canzonetas despiertan cierta emotividad entre los oriundos, otras tonadas promueven una encendida festividad, translucido en el baile, entre los descendientes uruguayos.

 

Hacia el final de la comida, se acostumbra efectuar un sorteo en donde se reparten obsequios entre los presentes.

Luego de los postres, y del café, con frecuencia parte de la concurrencia se retira de forma paulatina, en tanto otros asistentes continúan danzando.

 

Como hecho excepcional, se suele elegir a la Reina de la Privamera durante la reunión de setiembre, bajo un decorado de globos y flores alusivos a los colores de los emblemas ligures e italianos.

 

En su conjunto, cada reunión mensual se extiende a lo largo de toda la tarde de la jornada dominical escogida para su celebración.  

 

En el plano de su posible interpretación, es factible afirmar que tras su carácter eminentemente festivo, dichas reuniones revisten un cierto halo de ritual.

 

Al cual se define como un “... culturally constructed system of symbolic communication. It is constituted of patterned and ordered sequences of words and acts, often expressed in multiple media, whose content and arrangement are characterized in varying degree by formality (conventionality), stereotypy (rigidity), condensation (fusion), and redundancy (repetition). Ritual action in its constitutive features is performative in these three senses : in the Austinian sense of performative, wherein saying something is also doing something as a conventional act; in the quite different sense of a staged performance that uses multiple media by which the participants experience the event intensively; and in the sense of indexical values - I derive this concept frome Peirce : being attached and inferred by actors during the performance.” (Tambiah, 1985 : 128).

 

O, acorde a Turner (1999) el ritual implicaría “una conducta formal prescrita en ocasiones no dominadas por la rutina tecnológica relacionada con la creencia en seres o fuerzas míticas.” (Turner, 1999 : 21).

 

Entonces, determinados aspectos performativos recurrentes, tales como la repetición de ciertos discursos oratorios a cargo de los integrantes de mayor ascendencia, el orden ya establecido de los platos a servir entre los comensales, el comportamiento de éstos, tanto verbal como en sus gestos,   acorde a reglas estipuladas para la ocasión (Goffman, 1989), el esmero demostrado en la elección de la vestimenta respectiva a cada uno de los géneros según pautas acordadas socialmente (Sahlins, 1997), o la atmósfera de confraternidad y espiritualidad sublimada a través de elementos comunes como el musical, el vino, o la iluminación del lugar, confirman la ritualidad de un evento aparentemente cotidiano.

 

Dichos eventos conllevarían en sí,   el concepto de liminalidad (liminality), tomado del término latín limen , “umbral”, el cual se define de la siguiente forma: “... any condition outside or on the peripheries of everyday life, it is often a sacred condition or can readily become one.” (Turner, 1969 : 47).

 

Ya que   “...el ritual frecuentemente conlleva un aspecto compulsivo, pero esto también es profundamente reconfortante pues infunde en un conjunto dado de prácticas una cualidad sacramental.” (Giddens, 1994a : 103).

 

A su vez, tales reuniones pueden concebirse, desde un punto de vista etic, como un rito de inversión, acorde a la definición de Da Matta (1986), conforme en las mismas se difuminan durante dicho lapso de tiempo las apreciables diferencias entre los miembros (ligures, descendientes, jóvenes si nos atenemos a una posible clasificación, socios activos, suscriptores, u honorarios si consideramos otra, propuesta desde el estatuto legal de la Associazione) recalándose por parte de los asociados su condición de “iguales”.

 

Esta pretendida homogeneidad interna, anhelada en la actitud y discurso de los miembros de la entidad al momento de dirigirse a personas ajenas a la misma (a modo de ejemplo, el caso del investigador), también es representada a través de la disposición de las mesas, cuya austera mantelería y sobrio decoro reafirman tal sensación, en tanto carecen de aditamentos, o arreglos florales más elaborados en ciertos casos que en otros, delatores de una conspicua posición detentada por ciertos asociados (Presidente, Presidente Honorario, directivos).

 

Así,   “...los muebles y los objetos tienen como función, en primer lugar, personificar las relaciones humanas, poblar el espacio que comparten y poseer un alma. La dimensión real en la que viven está cautiva en la dimensión moral a la cual deben significar.” (Baudrillard, 1969 : 14).

 

No obstante, cabe preguntarse si tal rito, al constituir un reverso de la situación habitual,   no hace más que afirmar el orden jerárquico establecido hacia el interior de la Asociación, en tanto la organización de dichas reuniones acapara un mayor prestigio dentro de la masa social para con los miembros ligures de la Comisión Directiva encargados de coordinarlas.

 

De todas formas, los elementos culturales relevantes durante dichas celebraciones residen en dos ámbitos.

 

Uno, el culinario, mediante el cual se procura reflejar una parte substancial del aporte cultural ligure en la sociedad.

Como símbolo de su integración a la misma,   se ha intentado escoger platos del agrado de la mayoría, tales como el pollo, o ravioles, aún sacrificando una mayor especificidad étnica de su elaboración:

 

“... el plato típico es difícil. Es un plato, sí algo típico hay, la entrada es una entrada combinada, con jamones, luego el segundo plato, de ravioles, el raviol con el tuco hecho tipo ligure, ¡no?. Y después lo que es muy práctico es el pollo. A lo spiedo, a la parrilla. Y después helado, y café o postres. (...) Se quiso hacer alguna vez el pesto, pero después te falta algo, y el pesto, tenés que tener la albahaca pronta, tenés que tener un buen aceite, porque lleva, hay que poner un aceite bueno porque sino, el perfume de la albahaca, hace resaltar el profumo, el olor del aceite. Es muy, alcahuete, no?, y después hay quien lo come, quien no, porque tiene ajo... Entonces ya se pone complicado...” (A)

 

Dada lo copioso de los platos servidos, así como también a raíz del comportamiento observado entre los comensales de origen ligure, es posible establecer, cómo los mismos responden a pautas de comportamiento acordes a la clase social de estrato medio o medio bajo, propia de su crianza en la   tierra natal, aún cuando desde el punto de vista económico hayan visto acrecentado su patrimonio durante la residencia prolongada en el Uruguay.

 

Vinculado a los aspectos tratados supra, cabe destacar a los conceptos vertidos por Bourdieu (1979), quien enfatiza el gusto alimenticio, y cuidado corporal, asociándolo a una distinción de clase, todavía presente en gran medida en el mundo moderno. Dicho concepto es compartido por autores como Goody (1995) en su obra sobre la “Cocina, cuisine y clase.”

 

Bourdieu (1979) considera que las preferencias en torno a los alimentos, se hallan dictaminadas por la idea que cada clase social posee de su cuerpo, y de los consiguientes efectos de la nutrición sobre el mismo.

Así como también aclara que a dichos ideales, corresponden sus respectivas categorías jerarquizadas, utilizadas por cada grupo social en orden de evaluar el alcance de tales efectos.

 

Ejemplifica esto, acotando como las clases populares, más atentas a la idea de la fortaleza masculina, procuran los alimentos más consistentes y nutritivos, en tanto los sectores pertenecientes a las profesiones liberales optan por los de más saludables, que no impliquen un aumento de peso.

Por ello, desde su óptica, la cultura deviene en naturaleza, conforme el gusto influye en el ideal corporal de cada clase respectiva.

  En una relación biunívoca, tal principio de clase inherente determina a su vez a las formas de incorporación, especificando aquello que es ingerido y asimilado por el cuerpo, tanto fisiológica como psicológicamente.

 

Por ende juzga que : “... le corps est l´objectivation la plus irrécusable du goût de classe, qu´il manifeste de plusieurs façons.  (Bourdieu, 1979 : 210)

 

Desde una perspectiva similar, es factible acordar a las observaciones recabadas durante las comidas mensuales, con las apreciaciones realizadas por Barthes (1957) quien efectúa un análisis acerca de las propiedades beneficiosas atribuidas a los alimentos, como la carne o el vino, por los diversos sectores sociales de la Francia contemporánea.

 

Tal esquema se aplica en el caso de los inmigrantes ligures de la Asociación, quienes endilgan la propiedad de otorgar una mayor fortaleza a la carne y pastas consumidas, o de brindar una más vasta espiritualidad en la persona, al vino, al tiempo que resaltan el carácter casero de su preparación.

 

El otro elemento distintivo durante las comidas, es el de la música ejecutada para amenizar dichas veladas.

 

Se ha procurado por parte de los miembros, amalgamar a ambas sociedades, tomando en cuenta la presencia de descendientes, y esporádicamente, jóvenes comensales, a quienes se intenta atraer mediante la inclusión de temas populares locales:

 

  Algo sí, ahora se despierta más que algún año atrás. Tanto que nuestras reuniones, mismo en la comida vienen. Tenemos un buen músico que alterna la música italiana con la uruguaya. Como tiene que ser eh, entonces eso trae jóvenes porque se divierten también.” (A)

 

“...hay un organista muy bueno, que toca canciones italianas y después un repertorio general donde se incluyen españolas, uruguayas, tango.

Un hombre que es de descendencia italiana también, un hombre que canta muy bien, canta las canciones italianas, y todo tipo de canciones, y la gente baila. Generalmente es gente mayor. Sabe que la juventud tira para otro lado...” (B)

 

No obstante, el grupo en donde la música, entendida como un elemento ritual capaz de instaurar una atmósfera reminiscente de la tierra natal, provoca una mayor emoción, corresponde a los inmigrantes ligures.

 

A tal punto que uno de los miembros, destaca dicha actividad como uno de los objetivos primordiales establecidos en la fundación de la Associazione:

 

“Era de estar unidos, de conocernos, de cantar, porque

(La música es importante acoto)

Porque el emigrante, y ya lo veo mismo en los uruguayos, en Nueva York, en Australia.

(me señalo el corazón como indicando los sentimientos)

Es el corazón, no podés. Por eso, nosotros participábamos más que nadie, porque había una fiesta en una quinta, y allá íbamos. Y se juntaban y cantaban todas esas canciones. Pero así, como si estuvieran en otro mundo. Cantaban.” (A)

 

A semejanza de lo narrado por Geertz (1987, 1999) para el caso de la representación teatral del mito de   Rangda y Barong en Bali, donde los campesinos, al unísono público y partícipes de la puesta en escena, abandonan la habitual circunspección signada por las normas rituales de comportamiento social de la isla; los inmigrantes ligures se despojan durante la ejecución de temas típicos, de su carácter diario, juzgado por ellos mismos como más introvertido que el de los meridionales, para adentrarse en el ritmo y emotividad inducidas por la música, transportándose de forma etérea, figurada más hondamente experimentada, a su lar natal.

 

En tanto no sólo la melodía sino también la lírica de las canciones peninsulares contiene referencias permanentes a los sitios, personajes, historias y leyendas pertenecientes a la tierra de origen con la cual se sienten identificados, aún cuando, paradójicamente, en el caso de las canzonetas napolitanas, no se trate de las correspondientes a su región respectiva.

 

Así, se suele sacrificar la especificidad, en lo lingüístico y melódico, propia de la música ligure, en   favor de otros estilos peninsulares de mayor aceptación entre la masa social:

 

“Más bien cuando se está comiendo hay un buen músico uruguayo, pero muy bueno, no me acuerdo como se llama, un organista muy bueno. Entonces canta las canzoneta italiana, más bien napolitano. Porque lo ligure. Hay que ser muy ligure para cantar. Primero porque el ligure, el dialecto. Es muy cerrado. Después la música es un estilo muy popular, esconde los sentimientos, el meridional es más alegre...” (A)

 

La relevancia de la música, vinculada a la mitología y lenguaje de una sociedad en particular, ya era subrayada por Lévi Strauss (1990) para quien “...si intentamos comprender la relación existente entre lenguaje, mito y música sólo podremos lograrlo utilizando el lenguaje como punto de partida, para luego demostrar que si bien por un lado la música y por el otro la mitología poseen su origen en el lenguaje ambas formas se desarrollan separadamente y en diferentes direcciones: la música destaca los aspectos del sonido ya presentes en el lenguaje, en tanto la mitología subraya el aspecto del sentido, el aspecto del significado, que también está profundamente presente en el lenguaje.” (Lévi Strauss, 1990 : 76).

 

También, cabe señalar cómo los elementos recabados, de la comida y la música, constituyen al unísono un símbolo de la integración a la sociedad receptora, conforme se procura amalgamar temas o platos más locales, como también actúan de catalizadores rituales encargados de recalcar, la especificidad y sentido de pertenencia propios de los inmigrantes.

En tanto a través de la entonación de temas típicos (canzonetas, etc), éstos se retrotraen, en tiempo y espacio,   al ambiente, lejano y cercano a la vez, de la representación por ellos poseída del “bel paese”.

 

La cual ha de variar, si se la considera desde el punto de vista fenomenológico de la percepción (Hussler, 1949; Merleau Ponty, 1957)   acorde a las vivencias particulares de cada uno de aquellos.

 

En el ámbito culinario, pese al afán integrador manifestado en el discurso de los miembros asociados, la elección del plato principal, recae en aquel, (la pasta), que se identifica de forma primordial con lo italiano, desde el resto de la comunidad de acogida, conforme hacia el interior de la península, cada región posee su propia tradición gastronómica particular.

 

Es posible afirmar, entonces, que “...el alimento y sus tabúes, incluso los

platos característicos, son un modo de definir al vecino, dentro y fuera del país...” (Goody, 1995 : 187).

 

A modo de síntesis,   se ha de considerar que mediante los elementos culturales citados anteriormente, de la música y la gastronomía, a los cuales se recurre en las celebraciones mensuales de la Associazione, se pretende mancomunar figuradamente a los diversos integrantes de la entidad, sean éstos oriundos, descendientes o jóvenes, pues, “...el símbolo reúne: hace olvidar las diferencias que existen entre los miembros de un grupo o quienes se consideran de una misma cultura; subraya lo que comparten.” (Claval, 1999 : 135).

 

Ya que   “...constituye el único medio para expresar los valores; es el instrumento principal del pensamiento y la válvula reguladora de la experiencia.” (Douglas, 1978 : 57).

 

Por consiguiente, se ha de concordar con Durkheim (1993), acerca de la apreciación efectuada por dicho autor, la cual es comprobada en el caso presente, de la forma en que toda colectividad, ligure en el ejemplo particular que nos ocupa, refrendaría su cohesión interna a través de la celebración de eventos festivos como el examinado en este capítulo.

 

9.12      PERSPECTIVAS FUTURAS

 

 

Sobre la temática de la perspectiva hacia el futuro de la Asociación, se trazan diversas tendencias dentro del seno de la institución.

 

Por una parte, acorde a los miembros fundadores, la misma se halla supeditada a su propia existencia vital.

Conforme se hesite sobre si las posteriores generaciones, vistas como “uruguayas” y por tanto carentes de una real identidad “ligure” basada en un ethos de valores propio y en una experiencia migrante que les mancomune, sean capaces, ya fuere por realizar otras actividades o por la falta de una fuerte motivación a obrar así, de continuar al frente de la entidad:

 

“Ahora si, sí, ya te dije, están entrando algunos jóvenes, vamos a ver, el día que por razones naturales no puédamos estar más nosotros que va a pasar no sé.” (A)

 

“Mientras estemos nosotros, esto va a seguir, ya que vamos tirando, pero después no sé...” (S)

 

“...todavía hay un núcleo, no, yo no lo podría calificar o decir cuantos son, de los que van ahí, después están hay algunos de que no se acercan. Pero la colectividad tiene todavía italianos nacidos allá en Italia. Pero, no nos descuidemos. La preocupación es esa, ¿quién se va a hacer cargo mañana?” (B)

 

De forma permanente, desde los inmigrantes se liga la continuidad institucional de la Asociación, con la cuestión de la identidad y sentido de pertenencia a la región.

 

Como los siguientes testimonios recuerdan, para el caso de las primeras asociaciones de socorros mutuos, creadas durante siglo XIX (Gandolofo, 1992; Favero & Bernasconi, 1993), el rápido proceso de “desitalianización” (Oddone, 1993), el cual conllevaba un menor espíritu asociativo, el estancamiento del valor de la propiedad, y el descenso del nivel de calificación profesional de los inmigrantes, con el agravante de que aquellos que poseían mayor formación educativa e intelectual rehuían la participación social a través de las diversas asociaciones, conduciría a su desaparición formal y al cabo de dos o tres generaciones de descendientes.

 

“Yo creo que lo que nos va a pasar a nosotros le va a pasar a   todas las asociaciones. Es una madurez. Y el uruguayo es hijo de emigrantes. O primero, segunda, o quinta generación.

(Sí, la mía es quinta comento)

Por eso te digo, pero vos sos uruguayo ya, querés saber algo de allá, te llama la atención, pero sos uruguayo. Y yo veo cuantas asociaciones que tenían del siglo anterior

(Sí, la de socorros mutuos y todas esas cosas acoto...)

Bueno, desaparecieron. Después alguna se recuperó. Pero se perdió todo, propiedad y todo porque no hay nadie.” (A)

 

“El temor es que las nuevas generaciones, yo, mis cuatro hijos van alguna vez cuando les pido. Y ya los míos a son cuarentones, ¿eh?.

(Ya son mayores comento...)

Sí, sí...uno tiene cuarenta y nueve, cumple ahora creo, el otro cuarenta y siete, una hija de cuarenta y tres y otro de cuarenta. Pero dicen, pero papá es el día que nosotros tenemos, tienen hijos, tienen nietos.

Salimos por ahí dicen, no nos vamos a meter ahí, y tienen razón.” (B).

 

Dicha visión “fatalista” es compartida, de modo aún más drástico, por otros miembros asociados, pertenecientes al grupo de descendientes,   de mediana edad, allegados a la institución:

 

“Esto va a desaparecer, cuando no estén A., o S., si vos no atraés a la gente joven, es imposible. Acá no hacen nada como para que se acerquen, o vienen una vez, y después no vuelven.

No hay renovación, mirá, son todos mayores de edad, la más joven de las “muchachas” no baja de sesenta”, yo soy “joven” para ellos.(...)

¿De qué podes hablar con esta gente?.

  Esto se muere, no hay renovación. Eso lo hablamos el otro día en directiva. Pero no se hace nada, no se toman medidas para atraer a los jóvenes.” (C.)

 

En cambio, para otros integrantes de dicho grupo, la persistencia temporal de la Associazione como tal no se hallaría condicionada por la presencia, o ausencia, de oriundos de la región dentro de su masa social.

 

Aunque esta última hipótesis, implicaría un cambio notorio en diversos aspectos ya recabados durante el trabajo, tales como las relaciones sociales al interior de la entidad, la detención de los puestos de poder, como el correspondiente a la Presidencia y cargos en la Comisión Directiva, el caudal de la masa asociativa, el mantenimiento de vínculos formales, y de asistencia financiera con el gobierno regional de la Liguria, o la naturaleza misma de las actividades desarrolladas (en la actualidad reuniones semanales de directiva, comidas mensuales y torneos deportivos).

 

Las cuales se habrían de modificar en función de los disímiles intereses que pudieren proponer las personas remanentes en la Asociación, una vez que el grupo de inmigrantes ya no prevaleciera.

 

Si bien la experiencia histórica, como ya se ha examinado, tiende a corroborar la opinión de los inmigrantes ligures, sobre el ocaso que se cerniría sobre su entidad cuando éstos ya no permanecieran dentro de la misma, se expresa por parte de las nuevas generaciones un deseo de otorgar continuidad al esfuerzo asociativo, con el propósito de fortalecer las raíces sociales y culturales de sus ancestros.

Empero, ya en la actualidad, las reuniones mensuales, durante las cuales se congrega la mayor parte de la masa social y de allegados a la Asociación, demuestran una menguada especificidad regional identitaria para con la Liguria, más allá de los elementos decorativos formales, o alusivos en el discurso de los responsables de la misma.

 

En tanto el grupo de miembros oriundos se reduce con el tiempo, constituyendo una minoría hoy en día, las fiestas pierden progresivamente su carácter distintivo, reminiscente de un origen común en cuanto se refiere a la cultura y geografía, y a una experiencia migrante compartida; para devenir eventos en los cuales, si bien los asistentes ostentan en algún grado ascendencia ligure, o italiana, prima entre ellos, en tanto “uruguayos”, el deseo del esparcimiento por sobre un hipotético compromiso con la entidad organizadora de dichos encuentros.

 

Por otro lado, vale acotar cómo, desde una óptica   “del eterno retorno” (Eliade, 1954), el ciclo de los inmigrantes se torna a replicar en sus descendientes, quienes parten hacia otros destinos   (USA, España, Italia) en pos de las mismas ilusiones que movilizaran a sus antepasados.

 

Una vez allí, a la manera de éstos últimos, permanentemente fundan “clubes “, centros, negocios, o asociaciones uruguayas, las cuales desarrollan actividades similares a las efectuadas en la entidad a la cual nos hemos abocado en el presente estudio.

 

Actividades relacionadas a elementos culturales considerados propios, tal como estilos musicales (candombe, murga, tango, folklore), platos gastronómicos (asado, parrilla, mate, tortas fritas, bizcochos, dulce de leche, busecca), o torneos deportivos con las insignias de las escuadras clubistas características.

 

Cabría inquirir, si ante las vicisitudes concernientes al proceso migratorio, cual la sensación del desarraigo, pérdida de los marcos de referencia y marcadores de identidad (familia, afectos, barrio, ciudad, cultura en su amplio sentido antropológico), buena parte de los migrantes opta por congregarse junto a sus pares para rememorar aspectos, elementos e historias en común, concernientes a su tierra natal.

 

No obstante ello dificulte la integración a la sociedad receptora, dependiendo del grado de apertura o semejanzas culturales que la misma posea comparada con la de expulsión.

 

Ante lo cual muchos emigrantes han escogido en los últimos tiempos sitios como España, o Italia, adonde se presentan ciertos elementos culturales comunes, antes de embarcarse hacia otros destinos (USA, Australia), en los cuales si bien existe una fuerte cadena y red social migratoria de uruguayos; el modelo propuesto por la sociedad de acogida, plantea la conformación de pequeños ghettos.

 

Ya fuere de forma literal, baste recordar denominaciones de barrios newyorkinos como “Spanish Harlem, “Little Italy”, o “China Town”, o de sectores fuertemente asociados a los inmigrantes y minorías étnicas, tal el caso de los afro americanos para la periferia suburbana en el Bronx, Harlem y Queens, dominicanos en Washington Heights, puertorriqueños en el Spanish Harlem, italianos o judíos en Brooklyn, rusos en Brighton Beach, bautizada popularmente como “Little Odessa”, portugueses en Newark, uruguayos en Elizabeth u Orange (New Jersey), nórdicos en Minessota, polacos en Chicago, mexicanos en Los Angeles, o afro americanos para los barrios de Compton y South Central de la misma ciudad, o cubanos y argentinos en Miami.

 

Sitios con frecuencia, marginales, cual el citado en la obra pionera de Whyte (1943) sobre la estructura de un barrio bajo italiano enclavado en la periferia de una de las grandes urbes estadounidenses.

 

Lugares en donde se comprueba un alto grado de hacinamiento humano, a raíz de la mediana cercanía (a través del sistema de transporte) con los lugares de trabajo, y de la especulación inmobiliaria signada por el subarrendamiento que ello genera, sin presentarse una correlativa planificación que tomara en cuenta la distribución de espacios verdes y áreas recreativas tan necesarias para el adecuado desarrollo de la población en las zonas urbanas, tal como lo acota Mumford (1945) en su clásico estudio sobre la “cultura de las ciudades”.

 

O figuradamente en un plano cultural, para cada una de las minorías étnicas confluentes.

A las cuales, si bien se les otorga de forma deliberada su ámbito respectivo (asociaciones, organizaciones, clubes deportivos, restaurantes de comida étnica, grupos musicales), a fin de confinarlas y aletargar el posible intercambio con elementos culturales locales, al unísono se las supedita a un modelo de hegemonía dominante (Gramsci, 1986, Scott, 2000), correspondiente al de la sociedad nacional norteamericana, en el ejemplo acotado en el párrafo precedente.

 

Retornando a lo concerniente al caso presente, uno de los objetivos implícitos a lo largo del trabajo, ha sido el de efectuar un cuadro de situación, que contribuya a diagnosticar la posibilidad de persistencia en el tiempo de la Associazione Ligure.

 

Por tanto, más allá de las opiniones encontradas, restar efectuar de futuro, un relevamiento de la entidad en el momento en el cual la hipótesis de la ausencia de inmigrantes ligures ofrezca visos de realidad, a modo de dar cuenta de la continuidad, o estancamiento de la organización.

 

Como ya se reseñara en el capítulo correspondiente al tema de la identidad en el Uruguay actual (Mazzolini, 1992; Peluffo, 1992; Porzecanski, 1992; Viñar, 1992), mediante el descubrimiento de las propias raíces culturales, ya fuere a través del trazado de árboles genealógicos o de la concurrencia a las entidades asociativas organizadas por los inmigrantes de primera generación; se ha procurado aprehender la noción de un “nosotros”, entendido como “uruguayos”, a partir de la contribución de esos “otros”, inmigrantes, tan cercanos, o contemporáneos en ciertos casos, en tiempo y espacio.

 

Dado que hasta el momento, no se ha logrado establecer con certeza una definición precisa de tal concepto, conforme se lo manipulara con fines políticos e ideológicos disímiles a lo largo de la breve historia del Uruguay como nación constituida.

 

Finalmente, en tanto se trate de culturas, la italiana y la uruguaya, cuyos rasgos presentan cierta similitud o paralelismo, cabe emplear la metáfora de Hastrup (1987) en torno al trabajo de campo, para así ejemplificar dicha búsqueda de la identidad de un   “nosotros”, a partir de la convivencia con los “otros”, quienes forman parte indisoluble de nuestro pasado y presente:

 

“... your fieldwork is likely to reflect the situation of the one- way mirror; you will see only yourself and you will identify “them” with your own image (of past and present conditions), they , on the other hand, will see through to “you” and talk to you as if you were a real person in their world, absolutely distinct from themselves.” (Hastrup, 1987: 104).

 

10   CONCLUSIONES

 

 

A modo de síntesis se recabarán los principales puntos descriptos en el trabajo.

 

En lo concerniente a la primera parte del mismo, se han de destacar los siguientes aspectos.

 

Las causas de la inmigración en la península italiana, a un nivel histórico, se vincularían al proceso de industrialización de la zona septentrional, el cual acarrearía un descenso del salario, mayor desocupación e migración del ámbito rural, ya signado por la subdivisión de la propiedad, al urbano.

Mientras que en el meridiano, el sistema de latifundio conllevaría crónicas hambrunas y desocupación para los braceros allí empleados (Oddone, 1966).

 

En torno al contexto histórico de la migración italiana en el país, la misma destaca por su carácter temprano, a mediados del siglo XIX, delimitándose en especial al espectro urbano, o en las zonas aledañas de chacras.

Los recién arribados se dedicaban a los sectores comerciales, industriales y de oficios.

 

En consecuencia, influirían tanto en la conformación de los sectores burgeses e industriales, como en la consolidación de los primeros movimientos gremiales del país.

 

A un nivel general, si bien se contaría con el apoyo de medidas oficiales que facilitaban el transporte y recepción de los inmigrantes, el mayor flujo de éstos arribaría a través de las redes sociales y cadenas migratorias establecidas entre los ya asentados en los lugares de acogida, y sus familiares o parientes remanentes en los países de expulsión.

Se fomentaba entre ellos, el ahorro como modo de adquirir cierta independencia económica y la adquisición de una propiedad.

 

Las primeras asociaciones, se dividirían entre las de índole política, dedicadas a fomentar la unidad del recientemente conformado Reino de Italia, y aquellas destinadas a tareas de ayuda mutua y solidaridad.

 

A grandes rasgos, la inmigración italiana decaería a fines del siglo XIX, siendo superada cuantitativamente durante las primeras décadas del siglo pasado por la ibérica.

A su vez, dentro de aquella, las zonas septentrionales prevalecerían hasta la década de 1890, predominando a posteriori las regiones meridionales.

 

Acerca del aporte cultural de la migración peninsular, Pi Hugarte & Vidart (1969) recalcan diversos aspectos como el lenguaje, cocina, gesticulación, creencias populares, normas del trato social, la música, en especial el tango, y la organización familiar y social.

 

En cuanto a su aculturación, se contrapone una visión del afán integrador de parte del peninsular, reflejado en la figura del “cocoliche” (Pi Hugarte & Vidart, 1969) con aquella que releva la confrontación de una mentalidad urbana y europeizada, proclive a la llegada de migrantes de dichas latitudes, a otra, rural y tradicional, la cual enarbolaba los elementos criollos de la cultura local de la época (Rodriguez Villamil, 1968).

 

Dicha dicotomía, se relacionaría así mismo, a la transformación de una sensibilidad “bárbara” en “civilizada”, impulsada desde las élites del período (Barrán, 1990a, 1990b).

 

En cuanto al aspecto lingüístico, se ha constatado una pronta asimilación, debida en parte al rol de desetnización cumplido en tal sentido por la educación oficial (Barrios & Mazzolini, 1989).

Produciéndose una mayor pérdida de la lengua natal entre una generación y otra en los inmigrantes septentrionales, mientras que en los meridionales se presentaría con mayor asiduidad la mezcla, entre la variedad dialectal propia, la lengua de su sociedad de expulsión, y la correspondiente a la de recepción.

 

En torno a la inmigración de la Liguria en el pais, destaca su comienzo a mediados del siglo XIX, remarcándose su especificidad regional ya por ese entonces.

 

Los ligures, tendían a dedicarse a la rama del pequeño y mediano comercio, tanto terrestre como fluvial, o en menor medida, a la agricultura, ya poseyendo una formación en tal sentido, adquirida en su tierra natal.

 

A diferencia de la inmigración “golondrina”, estacional, de los braceros del sur, los oriundos de dicha región serían propensos a afincarse en el país, adquiriendo propiedades y conformando un capital propio.

 

En pos de tal objetivo, entre los valores observados en los recién arribados, por el resto de la sociedad de recepción, se resaltaban aquellos concernientes a la laboriosidad y frugalidad.  

 

Con frecuencia, se asentarían en el ámbito urbano, influyendo en la conformación de los sectores de la burguesía e industria nacionales.  

 

Como el resto de las regiones septentrionales, el impacto de su flujo migratorio decaería a comienzos de la década del 1890, momento a partir del cual predominarían las zonas meridionales de la península.

 

De todos modos, a raíz de la crisis sufrida en el viejo continente tras las conflagraciones bélicas mundiales del siglo XX, amén de la situación de retroceso socio- económico provocada por el régimen fascista en el caso de Italia, arribaría al país a mediados del pasado siglo un último flujo de inmigrantes de la Liguria, minoritario en comparación a los provenientes de otras regiones peninsulares.

 

En torno a las conclusiones respectivas a la entidad estudiada en el trabajo de campo, se han de destacar los siguientes puntos.

 

En cuanto a su conformación, si bien se gestaría a comienzos de la década de los mil novecientos setenta, dado el contexto imperante de supresión de las libertades civiles y sociales, donde se reprimía cualquier intento asociativo, recién adquiriría un estatuto legal y funcionamiento sostenido en 1982.

 

Sus actividades principales desde entonces, se han centrado únicamente en la celebración semanal de las reuniones de la Comisión Directiva, y las de orden mensual, desde marzo a diciembre, en forma de comidas, que congregan a la mayor cantidad posible de asociados.

 

La convocatoria a competencias deportivas, de fútbol, junto con otras asociaciones regionales, constituye la principal actividad recreativa.

 

Los recursos económicos provienen de las cuotas sociales, donaciones, contribuciones de los miembros, y el aporte presupuestal brindado desde el gobierno regional de la Liguria, a través de la Associazione Ligure en el Mundo.

 

Mediante dicha organización se establecen lazos con la región peninsular, en tanto en un nivel local, los vínculos formales con la representación diplomática se centran en la presencia de representantes asociados en diversos eventos o reuniones protocolares que así lo requieran.

 

Constatándose una fuerte personalización en los cargos inherentes a las instituciones descriptas anteriormente, lo cual atenta contra el cabal desarrollo de dichos vínculos.

 

En cuanto a la composición de la masa social, cabe considerar cómo si bien la entidad cuenta con alrededor de doscientas personas actualmente, es posible distinguir diversos grupos dentro de la misma.

Por un lado el correspondiente a los inmigrantes ligures, fundadores, cuyo número mengua paulatinamente a causa del fallecimiento de sus integrantes.

 

Por otro, el de los descendientes, mayoritario, tanto de las corrientes migratorias del siglo XIX, como de generaciones más recientes.

 

También destacan los jóvenes, consignados como “uruguayos” por el grupo de ligures, quienes, en escaso número, ante la falta de incentivos o actividades que les atraigan, se acercan en procura de adentrarse sus raíces sociales y culturales.

 

Se registra cierta tensión inherente a las relaciones de poder entre los diversos grupos, en tanto los puestos de preeminencia son detentados por el correspondiente a los miembros ligures adultos mayores, aún cuando conformen un núcleo reducido dentro del total de allegados.

 

En dicho aspecto, cabe resaltar la figura del Presidente Honorario, quien detenta cierto grado de prestigio acumulado, a razón tanto de sus logros en el plano personal, como a causa del ejercicio de la presidencia durante diversos períodos, consecutivos e intermitentes, lapso durante el cual la organización de las comidas mensuales le granjearía cierta simpatía entre los demás miembros.

 

Amén de su conocimiento de la lengua italiana, el cual le otorgaría determinada relevancia al momento de producir documentos escritos destinados al establecimiento de los vínculos con otras asociaciones, entidades consulares, y gobierno regional de la Liguria.

 

  En su mayoría, los miembros oriundos han arribado al país durante la postguerra, debido al contexto de crisis económica severa que azotaba a Europa tras el conflicto bélico.

Con frecuencia, se comprueba la vigencia de las cadenas migratorias (MacDonald, 1964) de entonces, las cuales facilitaban la llegada de sus familiares u allegados.

 

Entre los objetivos de los inmigrantes, se hallaba el constituir una unidad laboral independiente, para así adquirir su propiedad y conformar una familia propia.

 

En cuanto a la identidad de este grupo, se refleja cierta tensión entre las vertientes correspondientes a su región natal, a su sociedad nacional italiana, y a la receptora, uruguaya.

 

A través de los testimonios recogidos, trascienden asimismo los históricos prejuicios de los habitantes septentrionales de la península, para con sus pares meridionales, los cuales a su vez son trasladados en cierta medida al “criollo” o “uruguayo”.

 

En el aspecto lingüístico, se ha tratado, en general, con hablantes multilingües fluentes (Barrios & Mazzolini, 1993), quienes manejan con soltura el español sin demasiadas intromisiones de su dialecto o lengua nacional italiana.

 

Estableciéndose diversos ámbitos, uno íntimo hogareño para el uso del dialecto, contrapuesto a uno intermedio, dedicado al italiano, y otro más abierto, reservado para el español.

 

Entre los elementos culturales de la Liguria, se resalta al valor del trabajo, frugalidad, sacrificio y humildad, característicos del ethos estimado por los inmigrantes, como única vía para alcanzar los objetivos propuestos a su llegada; además de otros respectivos a la cultura material, como los gastronómicos.

 

Concomitantemente, entre los aspectos rituales relevantes de las celebraciones mensuales que congregan a buena parte de los asociados, se halla tanto la comida, como símbolo de la integración a la sociedad receptora a través de la elección de platos típicos de ambos pueblos; como la música, la cual induce a la emotividad y retracción hacia recuerdos de la tierra natal en aquellos asociados oriundos.

 

Hacia el futuro, se vislumbran distintas perspectivas, acorde a opiniones vertidas por parte de los diversos grupos de la Associazione.

 

En tanto el correspondiente a los inmigrantes ligures, fundadores, condiciona la supervivencia de la entidad a su propia permanencia, la cual se ve acotada a la finalización de su ciclo vital; el que concierne a aquellos descendientes, o jóvenes allegados, expresa el deseo de proseguir al frente de la institución, una vez que no prevalezca, por razones de naturaleza, el grupo de oriundos.

 

Empero, la experiencia histórica de las asociaciones de mutuo socorro del siglo XIX demuestra un pronto declive de las mismas, conforme transcurrieran algunas generaciones (Gandolfo, 1992; Favero & Bernasconi, 1993).

 

Por otro lado, en una visión cíclica (Eliade, 1952) de la migración, es posible establecer cómo en las últimas décadas los descendientes “uruguayos” al emigrar tienden a fundar centros y asociaciones de similares características y actividades a las conformadas por sus antecesores europeos en el territorio nacional.   

 

Lo cual a su vez requeriría una más exacta definición del concepto de “nosotros”, “uruguayos”, a partir del estudio de esos “otros” (inmigrantes, descendientes de africanos, amerindios), desde los cuales se ha amalgamado demográfica, cultural, y socialmente, la población actual del país.

 

Por tanto, es pertinente cuestionar de forma crítica la visión propuesta tradicionalmente desde la esfera oficial a partir de la “modernidad” (Caetano, 1992), que estereotipaba a la sociedad nacional como una suerte de “pueblo trasplantado” (Ribeiro, 1985), el cual únicamente replicaría las pautas culturales europeas.

 

En dicha perspectiva, el inmigrante, concebido como un símbolo de la laboriosidad, del “trabajo civilizador” (Lipovetsky, 1994), se habría constituido en un ejemplo paradigmático a la hora de modificar las costumbres criollas, signadas como bárbaras por la élite local durante el período de mayor afluencia inmigratoria (Barrán, 1990a, 1990b).

 

No obstante, se ha de escudriñar dicho aporte cultural, en un sentido amplio, antropológico, desembarazándose a priori de tales presupuestos.

Para contemplar al mismo en todas sus implicancias, las cuales a largo plazo, han devenido parte substancial del “ser uruguayo”.

 

En lo concerniente a la población estudiada de inmigrantes ligures, ésta presentaría determinados rasgos culturales que se han enraizado en las sucesivas generaciones de personas descendientes.

 

Además de la consabida laboriosidad ya señalada, la cual tiende a mimetizarse con las pautas de comportamiento locales al cabo de algunas generaciones, otras características deben ser recalcadas.

 

Por caso, la referente al alto grado de etnocentrismo imperante entre dicho grupo inmigratorio, aspecto a su vez reflejado en el conjunto de la población nacional, tanto a un nivel local, como en la diáspora emigratoria generada en las últimas décadas.

 

La cual con frecuencia se muestra proclive a construir una imagen idealizada de su propia sociedad, aún a través de una postura crítica de la misma, negándose a reconocer, o descubrir, el influjo de culturas ajenas.

 

Ello se manifiesta, en la sistemática estigmatización, o en ocasiones ignorancia, del aporte amerindio, y afroamericano a la sociedad nacional.

Dichas agrupaciones, representarían por antonomasia, al “otro”, en el conjunto de una población que, desde el punto de vista emic, remite sus raíces al viejo continente.

 

En el caso del aporte amerindio, éste ha sido obliterado, fruto del etnocidio planificado para la población charrúa por los primeros gobernantes del país; o de la asimilación cultural tanto de niños, mujeres y hombres sobrevivientes al mismo, como de los elementos tapes - guaraníes, mayoritarios con respecto a las demás etnias en la campaña de entonces (Pi Hugarte, 1993).

 

En el caso del aporte afroamericano, éste se ha visto reducido con frecuencia a un conjunto de estereotipos, como el correspondiente a la alegría del carnaval o las Llamadas, al misterio de su umbanda, o a la sensualidad   de la “raza negra”, semejante al de la “pureza” del nativo esgrimido por ciertos movimientos reivindicativos recientes, los cuales no hacen más que refrendar, en un plano ideacional, la dominación simbólica y real, que sobre éstos grupos ha ejercido hasta la actualidad el conglomerado social.

 

Por otro lado, el esquema dialéctico de la concepción del inmigrante laborioso, “civilizado”, contrapuesto al criollo “holgazán”, “bárbaro” en la terminología de Barrán (1990a, 1990b), el cual es compartido tanto por miembros ligures como   descendientes de la Associazione, perdura en la sociedad nacional, aplicándose desde las clases medias o altas, a aquellas inmersas en condiciones de vida desfavorables.

 

Dicha perspectiva, se trasluce tanto en un plano coloquial, a través de la apelación a sobrenombres despectivos, como en un nivel más formal, en la planificación de programas asistencialistas para dicha franja de población.

La cual con frecuencia es examinada y sojuzgada, por medio del tamiz de los presupuestos respectivos a una “cultura de la pobreza” (Lewis, 1964).

Ello, en cuanto a su reproducción cíclica e inevitabilidad intrínseca de un modo de ser particular, que la radiaría de las pautas generales aceptadas por el canon cultural fijado desde el conjunto de la sociedad nacional.

 

Otro de los aspectos, reside en el prejuicio manifestado por el inmigrante ligure, sobre la prosecución de una carrera en la esfera pública, concebida como sinónimo de clientelismo o corrupción, para los oriundos de las regiones meridionales en la península itálica.

Esta visión, ha sido reproducida en buena medida en el seno de la sociedad nacional, fomentada por la coyuntura histórica del empleo de gran parte de la población en el sector estatal, desde épocas del batllismo.

 

Asimismo, entre los emigrantes uruguayos afincados en otras sociedades (U.S.A., Europa, Australia), se deslizan ambos aspectos, el de la laboriosidad, ahora propia, confrontada a la holgazanería, devenida ajena, a la cual se imbrica desde su punto de vista, con la seguridad obtenida por un empleo en el sector público, o en el ámbito privado profesional, de la población local de las sociedades de recepción.

 

Otro de los valores inherentes a la construcción de la identidad ligure, el correspondiente a su reserva y mesura, al “comerse por dentro” expresado por uno de sus miembros más representativos, también se vislumbraría en la sociedad uruguaya.

La cual ha ponderado a partir de la etapa “civilizada” de la sensibilidad nacional (Barrán, 1990a, 1990b) una “cultura del secreto”, signada por la contención emocional, tanto individual como colectiva.

 

Dicha postura, condena con frecuencia, ya no únicamente el éxito personal, el cual es envidiado, y perseguido, sino la exhibición, o exposición manifiesta del mismo, a través de comportamientos desinhibidos, “bárbaros”, o por medio de la ostentación de artículos suntuarios que lo simbolicen.

 

Ante lo cual, la obtención del suceso personal, ya fuere individual o del “nosotros” de un conjunto determinado del cuerpo social, no se alcanzaría exclusivamente a través del esmero propio, sino también mediante la denigración, estigmatización, o destrucción, literal o figurada, del rival, de los “otros”.

 

Este punto, se imbrica con el alto grado del personalismo observado en la detención de los puestos de jerarquía en el seno de la Associazione Ligure del Uruguay.

Dicha conducta, responde no tanto a la salvaguarda de los intereses del grupo en concreto, sino a la obtención de cierto prestigio, inmanente a la relevancia de dichos cargos, para la persona que los ocupa.

Ante lo cual, se suceden diversas rencillas o competencias internas, entre quien detenta el puesto de decisión, y los posibles candidatos a substituirle.

 

Esto ha constituido asimismo, una característica de la sociedad nacional. Conforme desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad, la carencia de políticas institucionales delineadas a largo plazo, tanto a un nivel político como social y cultural, acarrean en consecuencia, que éstas dependan ostensiblemente de la iniciativa de aquellas personas a quienes se les ha conferido su comando.

 

Otro de los elementos que recalcan la identidad ligure, compartido por el resto de la sociedad receptora, estriba en la asignación tradicional de roles delimitados a cada uno de los géneros.

 

En tanto las tareas de organización de las reuniones mensuales gastronómicas, cuya comida es resaltada como elaborada de forma “casera”, familiar o íntima, recaen sobre las integrantes de género femenino de la entidad.

Mientras que el mantenimiento de las relaciones públicas y formales de la misma, se preserva para los integrantes masculinos, representados en la figura del Presidente Honorario.  

Otra de las discriminaciones manifiestas en el comportamiento observado entre los miembros asociados, residiría en el modo en el cual se recibe, o “integra”, de su parte, a aquellas personas jóvenes, y aún adultas a quienes ellos denominan de igual forma, que, en escaso número, cabe acotar, se aproximan a la entidad

 

Dado que si bien se expresa la necesidad de incorporar nuevas generaciones, en pos de mantener la existencia misma de la Asociación, ante la progresiva desaparición física de los miembros ligures, y de aquellos descendientes de segunda generación; en la práctica, se tiende a recelar, por parte de los integrantes adultos mayores, cualquier aporte, o intento de innovación que provenga de dicha franja de edad.  

 

Por caso, se ha observado en forma reiterada durante los almuerzos mensuales, cómo se aloja en una estancia separada a los escasos niños y adolescentes concurrentes.

 

Del mismo modo, se ha tendido a ubicar al investigador y su pareja, junto con personas quienes rondaban una edad similar, o en su defecto media o adulta, cuando la ocasión así lo permitía; sin propiciar una plena apertura hacia, y desde el grupo de adultos mayores, de oriundos y descendientes, predominante en las fiestas.

 

Empero quepa reseñar en torno a este último aspecto, que la pauta de disposición de las mesas, acorde a núcleos familiares o de amistades ya concertados de antemano, dificultaba la posibilidad de concreción de tal emprendimiento.

 

Significativamente, la única actividad dirigida a los jóvenes, correspondiente a la celebración de torneos deportivos de fútbol cinco con otras asociaciones regionales, se produce en un ámbito ajeno a la entidad, prevaleciendo entre sus participantes, el afán recreativo por una posible reivindicación o integración a la causa asociativa a la cual se pretende representar.

Asimismo, la actitud de aletargar la consideración de la opinión brindada por posteriores generaciones, al momento de disertar sobre las actividades o políticas de la Asociación, se trasunta en el acto de designar a determinadas personas como “jóvenes” aún cuando éstas ronden en su edad adulta, entre los treinta o cuarenta años de edad.

 

Huelga añadir, que dicha ausencia de renovación generacional, propia de una actitud paternalista y autoritaria, indiferente ante las reivindicaciones y opinión de las generaciones más bisoñas, constituye otra de las características de la sociedad uruguaya en su conjunto.

 

A modo de corolario, se ha de establecer, que mediante las consideraciones vertidas previamente, se ha procurado ofrecer elementos de análisis que contribuyan a elaborar una más exacta definición del concepto de “nosotros”, “uruguayos”, a partir del estudio de esos “otros”, inmigrantes, descendientes de africanos, o amerindios, desde los cuales se ha conformado demográfica, cultural, y socialmente, la población actual del país.

 

Este trabajo, se ha propuesto llevar a cabo dicha tarea, en el caso de la inmigración italiana en general, y de la Liguria en particular, a modo de contribuir en tal objetivo, desde nuestra condición de estudiante de la Licenciatura en Ciencias Antropológicas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República.

 

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14   ANEXO I :   ESTATUTO LEGAL DE LA ASSOCIAZIONE LIGURE         

 

 

Conforme la Associazione Ligure del Uruguay se han constituido formalmente hacia 1982 en una Asociación Civil sin fines de lucro, registrada en el Ministerio de Cultura, dicha condición conllevaba la redacción del correspondiente estatuto, a fin de dar cuenta de su funcionamiento interno.

 

A continuación se ha de relevar el contenido de dicho estatuto, denominado como “estatuto tipo”, ya que reúne las diversas normas solicitadas desde el punto de vista jurídico para la conformación legal de una asociación.

 

En su artículo primero, describe la naturaleza asociativa de la entidad.

 

En el artículo segundo, declara que sus fines residen en mantener vivas las tradiciones de la Liguria, al tiempo de promover el contacto con otras Asociaciones Ligures del mundo.

También resalta el brindar asistencia social a sus miembros emigrados y emigrantes, y efectuar diversas actividades tales como obras culturales, artísticas, sociales, o fiestas de camaradería.

 

En el artículo tercero, describe que el patrimonio de la asociación estará conformado por los aportes, donaciones o contribuciones realizadas por los asociados.

 

En el artículo cuarto, se desglosan las diversas categorías de socios comprendidas en la Asociación, ya fueren éstos fundadores, activos, honorarios, suscriptores.

Los activos han de poseer al menos un año de antigüedad comprobado en el registro correspondiente, amén de cumplir con las obligaciones que ello implica.

En tanto los honorarios, adquieren tal condición a raíz del mérito, o la prestación de servicios relevantes.

Los suscriptores por su parte, constituyen una categoría legal   creada para incluir a aquellos menores de dieciocho años de edad.

En el artículo quinto, se establecen las condiciones formales, a través de una solicitud escrita, para requerir el derecho a ingreso a la Asociación.

 

En el artículo sexto, se condiciona dicho ingreso al ser natural o descendiente de la región de la Liguria.

 

En el artículo séptimo se señalan los derechos de los asociados, tales como constituirse en electores y elegibles, convocar a la Asamblea General, utilizar los servicios de la Asociación, o presentar diversas iniciativas a consideración del órgano correspondiente como la Comisión Directiva.

 

Como contrapartida, en el artículo octavo se reseñan los deberes contingentes a los asociados, específicamente el de abonar las cuotas y contribuciones pertinentes, además de acatar los reglamentos internos de la Asociación.  

 

En el artículo noveno se describen las sanciones a aplicar a los socios, concretamente el de la expulsión en caso de agravio a las instituciones asociadas, autoridades, o principios morales, o por desacato reiterado a las resoluciones tomadas por las autoridades.

Mientras que la suspensión se aplica por un plazo de seis meses, en caso de comisión de actos u omisión, u agravio a las instituciones conformadas, decidiéndose tal medida por una votación de mayoría simple en el seno de la Asamblea General.

Otro de los castigos establecen la suspención automática, para aquellas ocasiones que revistan mayor gravedad a juicio del órgano deliberante.

En el artículo décimo, se especifican las diversas autoridades constituidas en la Asociación. La Asamblea General conforma por tanto, el órgano soberano de los asociados, adonde los mismos adoptan las decisiones que atañen a su organización.

 

En el artículo undécimo se acota que la Asamblea General Extraordinaria se ha de reunir a sesenta días de haberse efectuado el ejercicio económico a modo de realizar una memoria y balance anual, requerido legalmente.

 

En el artículo duodécimo se aclara que la convocatoria a una Asamblea General ha de llevarse a cabo mediante un aviso escrito personal, con una semana de antelación ya fuere en un periódico local, o diario.  

 

En el artículo trigésimo se establece que la Asamblea General Extraordinaria ha de tratar los casos estipulados en la Convocatoria, por mayoría simple.

Así mismo, la Asamblea conlleva el registro de sus actas en un libro especial, mantenido a tal fin.

 

En el artículo décimo- cuarto, se aclara el requerimiento de mayorías especiales en caso de solicitarse la destitución de la Comisión Directiva, la reforma del estatuto o la disolución de la entidad en sí misma, por la proporción de tres quintos de los votos hábiles.

Para ello, la Asamblea debe efectuar diversas convocatorias: una primera, una segunda, diez días después, y una tercera, para la cual   es necesaria la presencia de al menos el veinte por ciento de los asociados habilitados.

 

En el artículo décimo- quinto, se especifica que aquellos miembros de la Comisión directiva, abocados a la administración y dirección de la entidad, han de ser ocho, mayores   de edad, quienes han de permanecer por espacio de dos años, en sus cargos, pudiendo ser reelectos hasta por dos períodos.

El Presidente, se ha de escoger, entre la lista más votada por la masa social.

 

En el artículo décimo- sexto, se subraya que en caso de ausencia del Presidente, se designa uno por la Asamblea General, o en la hipótesis de   la falta de miembro de la Comisión Directiva, se han de suplantar con miembros designados por aquella.

 

En el artículo décimo- séptimo, se describen las competencias y obligaciones de la Comisión Directiva, entre las cuales resaltan el de llevar a cabo los distintos actos jurídicos, decisiones y resoluciones de la Asamblea General.

Si bien está habilitada al manejo de fondos económicos, en el caso de transacciones que requiriesen una cantidad superior a las 150 unidades reajustables, por norma se necesita la aprobación de la Asamblea General.

 

En el artículo décimo- octavo, se reglamenta el funcionamiento de la Comisión Directiva, conforme ésta ha de sesionar al menos una vez al mes, con la asistencia mínima de cuatro de sus miembros.

Poseyendo el Presidente un doble voto en caso de que se requiriera un desempate para dirimir las distintas situaciones planteadas.

 

En el artículo décimo-   noveno, se especifican las condiciones de integración y mandato de la Comisión Fiscal, conformada por tres miembros titulares mayores de edad.

 

En el artículo vigésimo, se acotan sus atribuciones, la cual puede solicitar medidas tanto a la Comisión   Directiva, como la reunión de la Asamblea Extraordinaria.

Dado que se ha de abocar a diversas tareas estipuladas, tales como ser a la fiscalización de los fondos sociales e inversiones empleados en la Asociación, a la inspección de los registros contables, a la verificación del balance anual, al asesoramiento de la Comisión Directiva u otras funciones delegadas en ella.  

 

En el artículo vigésimo primero, se establece que la Comisión Electoral se ha de integrar por tres miembros titulares, elegidos por la Asamblea General Extraordinaria, dedicándose en tareas concernientes al acto eleccionario celebrado cada dos años, tales como el escrutinio, registro de los diversos candidatos implicados, o el llamado a una Asamblea General Extraordinaria en caso de comprobarse irregularidades.

 

En el artículo vigésimo segundo, se describe que la elección se ha de efectuar cada dos años, a treinta días de la Asamblea General correspondiente a tales efectos, siendo el voto secreto entre los asociados.

Con tal motivo, las listas se deben registrar en la Comisión Electoral, con ocho días de antelación al acto eleccionario.

Para la conformación de una lista, ésta debe contar con la firma de los candidatos en ella incluidos, amén de las de otros diez socios activos.

 

En el artículo vigésimo tercero y cuarto, se aclara que los cargos electivos se han de ejercer de forma honoraria, sin percibir remuneración por los mismos, prohibiéndose que sus miembros titulares, o suplentes, reciban dinero por tal concepto.

 

En el artículo vigésimo quinto se dispone la realización de un ejercicio económico cada 31 de diciembre, a modo de balance y memoria anual.

 

A modo de conclusión, cabe establecer que a lo largo del trabajo se han delimitado las recurrentes incongruencias entre la imagen de formal homogeneidad proyectada desde el seno de la entidad hacia el exterior, mediante su estatuto, y las particularidades acotadas a partir de la observación y entrevistas desarrolladas durante el trabajo de campo.  

En razón de ello, se ha considerado pertinente la inclusión detallada del mismo, en pos de dar cuenta de las divergencias mencionadas, las cuales atañen a distintos aspectos vinculados a la Asociación, tales como su composición, desarrollo, actividades; o ethos característico, a partir del cual los integrantes oriundos conforman un sentido de identidad y pertenencia específico.

Carlos Defazio

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