Baile

Leonardo de León

Una línea del rostro se asomó
por la hendidura de la puerta triste;
casi como una lágrima de sangre coloreada por 
el sol ya desaparecido pero persistente del atardecer.

Huida la luz, el rostro se mantuvo en espera,
como un péndulo.

Volví a mirar, ahora refugiado en
el abrazo de la oscuridad.
Te hacías miniatura en la penumbra,
y llegué a confundirte con la noche.
Te hacías figura sin recuerdo,
y me olvidé que eras pena.

Un latido volvió tus ribetes finos,
moldeados ahora por el misterio 
del perdón. Las curvas del cuerpo 
se hacían guitarra y el gemido (ahogado)
una milonga.

Bailamos toda la noche, como una palabra.

Leonardo de León
De Brevedades Negras

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