Neuropoética
(Manual de autoayuda)
2004
Anacon Da’ Avita

Abultada sombra.


Abultada sombra de mi esperanza
entre cuatro blancas paredes quietas
donde se remueve, se agranda y hunde
más allá de sus grietas.

Abultada sombra.

Abultada sombra de mi fracaso
retorciéndose, partiendo
la noble blancura protectora
en dolorosa fisura.

Abultada sombra,
carcoma,
mancha,
fístula.

Abultada sombra que es alegría y pureza,
encuentro y amistad.
Que crece, que se agiganta ante mi mirada.
Que se contorsiona de pronto
y se hace horror y podredumbre.

Abultada sombra.
Abultada sombra.
Abultada sombra.

Sombra de pesados pasos
que me buscan
en la oscuridad de mis sueños,
en la noche de mis pensamientos,
en la anatomía de mi espíritu,
entre el calor de mis sábanas.

Que es humana y no.
Que es bondadosa y no.
Imaginaria y no.
Que es espanto al fin.

Abultada sombra del cuerpo abierto,
desgarrado en el baldío,
anónimo.
Esa abultada sombra
pudo haber sido todos mis amigos
o alguno de mis vecinos
o alguien entre la gente que miro en la calle
o los que no puedo ver -no he visto nunca-.

Abultada sombra de los que nacieron sin manos
y proyectan un cuerpo amorfo y desconocido.
Candidatos al odio
aquellos que no tienen manos
o no tienen pies con los que caminar
y no pueden sembrar ni cosechar.

Abultada sombra también de los que sí
nacieron con manos y con pies
pero no quieren sembrar ni cosechar.
Candidatos al odio.

Abultada sombra
tan abultada y tan sombra
que no puede ser otra cosa.

Abultada sombra.
Abultada sombra.
Abultada sombra.


Y aquí estoy.

Y aquí me tienes.
Otra vez soportando tus palabras...
Con cara de culo te observo.

Y aquí estoy.
Aquí me tienes
con mi ronca voz femenina
respondiéndote,
respondiéndote con palabras
insinuantes, sutiles:
"¡Te vas a la mierdaaaaa!"

¡Oh, vacío de tus oídos
que no me escuchan!

¡Oh, cuencas que antes eran ojos
y ahora no me ven!

¡Oh, maldita ceguera
la tuya!

Y ¡oh, y yo,
aquí estoy
y tu no me puedes ver,
a mi,
y yo,
aquí estoy!


Los papeles.

Los papeles caen,
los papeles
como hojas del otoño,
caen.
Caen los papeles
-hojas -papeles -hojas
papeles del otoño.

Y tú y yo...
sin birome.


Soleada oscuridad.

Soleada oscuridad
que me quemas con tus hielos.
En este campoabierto
tan cerrado, ceñido, diminuto.

Búscote.
Búscate.
Búscame.

Ardiente frío
de todos tus dientes.
Aromática podredumbre
de miel y rosas,
de hiel y jazmines,
bajo este sol azul,
cielo negro,
luz.

Oscuridad.
Soleada oscuridad
repartida por partes
en anatómica y telúrica
y mesmérica inclinación magnética.

Soleada oscuridad.

Te amo 

Ay el amor, el amor…
Supe que te amaría desde que 
Jugamos aquel tutti fruti 
De las enfermedades.

Morderte es poco, masticarte… tal vez.

Amote y en mi amor 
Se me va el respiro.
Tu voz diciendo
Fístulas
Pústulas 
Carcoma 
Bulto
Caries
Excita casi como excita el olor a bueyes
En la mañana de Montana 
Al labrador.

Te elevaría tiernamente en mis brazos y
Te ahogaría en la palangana del baño
Sólo para que veas
Cuánto te adoro.

Levantaría un altar a tus cenizas
Para complacer mi rinitis y sofocarme contigo.

Escribiría una oda a Narciso 
En cuarenta hojas oficio espacio simple y doble faz
Y no me importa porque te amo.

Te recitaría la Enciclopedia Médica Inglesa de las Enfermedades Osteoarticulares
En francés,
Sólo porque te amo.

No sabes cuánto…
No sé si te diste cuenta,
Pero yo sólo quería decirte
Que te amo. 

Anacon Da’ Avita

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