Los lápices decapitados
1999
Anacon Da’ Avita

la muerte no
la muerte no

no podrá con mis huesos ni con mi alma
no podrá con la mañana
ni con el canto
la muerte no
ni te comerá 
ni te tragará 
ni te tocará
ni te mirará
la muerte no
ni la carcoma
ni la lápida
ni la corona
la muerte no
ayeres tuve
hoy los regalo
o los olvido
la muerte no
la muerte no
la muerte no

al muerto

cuando todo lo que teníamos era tiempo
la fortuna nos mintió a los dos
hoy sé que nuestros días son sólo del recuerdo
en el camino hacia no sé dónde

cuando era pequeña y aburrida
y viajábamos en un auto destartalado
por alguna carretera olvidada de dios 
encontré un viajero al borde del camino
un viejo borracho y solitario
que miraba con ojos tristes
sus artríticos dedos parecían señalarme el destino
pero eso no lo entendí hasta hoy
no creo que importe ya
pero quería decirte
quería contarte
que a veces imagino un nuevo encuentro con él
pienso qué nos diríamos
a veces le doy un nombre y lo invito 
a sentarse conmigo al sol
a veces me detengo mientras conduzco aquel mismo automóvil
y lo invito a subir
otras veces me pregunto si aún vivirá
¿cómo es posible que perdure con su rostro 
en mi memoria?
nunca sabré quién era ese hombre
y sin embargo creo conocerlo tan bien
que sospecho que él era la maldita fortuna
en algunas ocasiones creo verlo por las calles y persigo gente desconocida que nunca son él
en otras ocasiones sólo persigo sombras

ya ves
la fortuna nos hizo trampas
y a vos te quitó del medio

una mañana de verano cuando tu padre se disparó en su pieza de pobre
en su rincón de pensión compartido contigo
y con tu madre la cocinera
y te empujó a hacer lo mismo
aquel día que te encontraron con una cuerda atada al cuello y la lengua afuera de la boca
como burlándose del dolor y la sorpresa 
tan ajenos ahora
y también hizo lo mismo con tu hermano
en navidad
más tarde
cuando le dijo que se pegara un tiro
con el remington de tu abuelo
y lo hiciera en la boca
como para no despertar nunca más
- "la muerte nos hace ángeles nos pone alas donde antes teníamos hombros..." ¿te acordás de esa canción? -
esa canción: una gran mierda que todos citan
esa canción
la fortuna se rió de nosotros 
nos mostró temprano lo que nunca debimos ver
ese hombre
esa ruina
no señalaba hacia otra parte
sino que se mostraba a sí mismo
y seguramente me ha recordado cada día 
como yo hago 
contigo porque todavía quiero hablarte
con él porque quiero maldecirlo 

canción trífida (de JOHN WYNDHAM)

El reloj marca las ocho y yo no sé
qué ha pasado con el mundo.
A lo lejos sé que hay gente
los oigo gritar y caer.
A lo lejos sé que hay gente
que grita, choca y cae.
Canción Trífida; hambre de carne humana.
Canción Trífida; ciega desesperación.

Este ameno espectáculo
fue el que yo presencié:
todos ciegos caminando
sin saber a dónde ir ni en dónde están,
y las plantas acechando
la oportunidad.

Canción Trífida; desvanecida visión.
Canción Trífida; visión de desolación.

En un mundo sin ojos
qué compasión puede haber.
Unos se dan a la muerte,
otros luchan por lo poco,
lo poco que ven,
y qué puedo hacer sino esconderme.

Canción Trífida; podredumbre y perversión.
Canción Trífida; hambre de carne humana.
Canción Trífida; tiranos en la noche.

Tiranos en la noche.

faustine desencantada
(todos mis cuerpos)

Lluvia que sangra por la mañana,
el hechizo bruscamente se esfumó. 
Faustine regresa, ya no encantada;
pero hay algo extraño: vuelve sin pies.

Peces que vuelan cortando el viento;
tigres que sueñan amanecer.
Faustine regresa y hay algo extraño,
no vuelve sola, vuelve con él.

Mi cuerpo me seguía peor que una sombra, dice;
mi cuerpo me seguía y yo no lo podía ver.

Olas de arena sobre las aguas
quiebran montañas, hieren la sed.
Faustine hoy vuelve y hay algo raro:
viene cantando "Té para tres".

Flores infectas llenan el aire
con agrio aroma en el vergel.
Faustine ha vuelto, sé que es extraño;
su risa espanta, es trino y hiel.

Mi cuerpo me seguía como una sombra, dice;
mi cuerpo viene y yo voy tras él.

Todo ha cambiado esta mañana,
murió la máquina y mató a Morel.
Faustine regresa y viene buscando
dónde ha quedado su lucidez.

Esta mañana en la tormenta
ya no hay un sol, ni dos, sino tres.
Faustine ha vuelto retando el tiempo,
y va cambiando el rostro a la vez.

Mi cuerpo me seguía, dice; mi sombra, también.
Mi cuerpo cambia una y otra vez.

Todos mis cuerpos cambian a la vez.

soy leyenda

Soy una leyenda silenciosa
Los dioses me han olvidado
Con los mares me muevo
En los cielos brillo
Y nadie lo sabe
Nadie me ve

Soy tu creador
Soy tu asesino
Abandona tu carne a mi lado

Soy leyenda silenciosa queridos
Tu futuro
Deja tu piel a mi lado
Te redimo, me redimes

Es de mi propio polvo 
Que me he creado
Déjame respirar tus sueños 
Dame tu luz

Puedes decirme hacia dónde diablos voy?
Soy un sobreviviente cubierto de polvo,
Sobreviviente de toda cosa.
Voy perdido.
Soy asesino para poder vivir.
Soy un olvidado,
Soy leyenda.
Nada puedo pedir, nada tengo para dar,
Nada para reclamar.
Los dioses me olvidaron.
Soy leyenda.

I’m a legend

De un jardín de invierno viene
A buscar nuevo calor
A mi paso nada queda

Masticando los restos
Bebiendo eternidad
Soy leyenda silenciosa
No hay bala que me pueda encontrar

Mis plegarias se perdieron
Condesciendo a la humanidad
Dejo rastros a los dioses

Violando sueños 
Forjando sombras
Soy leyenda silenciosa
Colmada de voces que nadie recuerda
Penando el castigo de tu sorda moral


Es el misterio, la desolación del caos
que de repente me oscurece el alma;
la alegría, que me oscurece más.

Vivo en el intermedio, en la planicie,
en la mansedumbre.

Soy un sobreviviente cubierto de polvo,
Sobreviviente de toda cosa -ya lo dijo alguien más-.

Voy perdido.
Soy asesino para poder vivir.
Soy un olvidado,
Soy leyenda.

Nada tengo para darte.
Los dioses me olvidaron.
Soy leyenda.


libre de cambio

Con tu mirada voy
con sangre enferma brindo hoy,
infame prisión,
me quedé adentro y aquí no hay sol.

Ahora hablo con tu voz.
Elijo la forma de las almas quietas
que no dejan huellas en el camino.
En un flash sus vidas van,
y yo siempre estoy aquí.

Agazapado estoy.
En la penumbra busco tu olor.
La luna se perdió,
y en su silencio nació el dolor.

¿Qué más puedo esperar?
El latido se desvanece,
no queda tiempo para contemplar.

¿Qué más puedo esperar?
Las cosas me dicen tu nombre;
ya sólo queda la verdad.

El mundo desde la ventana: sólo fragmentos de la vida.
La mole aplasta mi guarida: sólo intuiciones del dolor.
Alma que se hunde en el barro ya nunca más puede despegar.
Alma que cae en el abismo pierde el rumbo y va sin dirección.

Mis avenidas son sólo monstruos tragando pasajeros.


no quiero saber quién soy, lovecraft

No quiero saber quién soy,
de una raza infame vengo yo 
y los mitos, las leyendas me condenarán.

No quiero saber quién soy;
en mis sueños ya me he visto, amor,
y presiento, no habrá nada que me salve ya.

Las ratas en las paredes
tras los tapetes en masa van.
Premoniciones de mi suerte,
de ese ser que por dentro soy.

No quiero saber quién soy;
generación tras generación
voy maquinando el sacrificio y el horror.

No quieras saber quién sos,
más allá de la sospecha
cada pecado es tu estigma y bendición.

Las ratas en las paredes 
tras los tapetes buscando van
el calor que alimenta
tu secreta condición.

No quieras saber quién soy,
entre cerdos yo me he visto, amor,
escarbando en los despojos de la vida.

De tus entrañas quise respirar
y en esta cárcel me han abandonado
como a un monstruo que no debe ver la luz.

Las ratas en las paredes
tras los tapetes marcando van
en camino que desciende 
hacia el recuerdo de lo que soy.

Anacon Da’ Avita

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