Rosa Dans, he leído
con especial curiosidad su serie de poemas líricos, y bien líricos, pues
surgieron de la profundidad de su yo, y nos dan un retrato con todo su
colorido y con todas las modulaciones de un tiempo hondamente vivido.
Ud. se ve a sí misma
en rápidos instantes, y toma, decidida, la emoción y la verbaliza con un
inmediato valor.
No hay retroceso. Lo
que de pronto surge es la verdad. En medio de la inquietud de su espíritu,
usted vibra su canto, como una estrella hace su luz.
En veinticinco poemas,
nos da mucho de sí misma. Su pequeño libro es generoso en alma. Mucho
nos dice, pero mucho más nos sugiere, a la manera simbolista, como invitándonos
a participar en el sueño de la creación. Por eso sus poemas nos dejan
como citados a su misterio. Los hemos leído y permanecemos en ellos.
Siguen, en cierto modo, por llegar al fin.
¿Quién va a negarle a usted la virtud de verterse en el verso y estar allí con todas sus vivencias? Su libro, hay que leerlo en intensidad de lectura, hacia la otra dimensión, hacia la oculta y es entonces que aparece en toda su plenitud la Rosa Dans auténtica.
