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Poema a
Carlos Sabat Ercasty |
| Lo conocí una tarde cuando ya tenía mucha sombra pesándole en los hombros, cuando sus pasos, sin dejar de ser ágiles eran tímidos, cuando su voz todavía conservaba el desusado repertorio del éxtasis. No quise recordarle que nací silenciosa que profané el "buen tono" con preguntas o gritos, que adolescente quise llamarme adolescente para escuchar su herido costado de palabras. Entonces el poeta como un atleta herido reposado de años, me hablaba largamente de cosmos y de amores de jardines que fueron, de dioses que tenían apodos guturales de ciclos y deseos que en sus versos vivían pero eran sólo olvidos. Carlos Sabat Ercasty, hijo de una retama e hijo de una noche sabática y oscura, conversábamos siempre de acrecentar la vida, para empujarla y para volver a definirla. La vida en tu reducto senil fue la preciosa majestad de un triunfo que se aplaca o se alcanza pero venciendo siempre. Ah! todavía escucho rugidos o silencios en forma de palabras que intentaban ser versos de interminable vida.
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Rosa Dans
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