Crónica de Ángel Curotto Suplemento dominical del Diario El Día Año XXXVII Nº 1833 (Montevideo, 14 de julio de 1968)
cuando el estreno de "Yerma" en el Teatro Español, de Madrid, en el año 1934. Eran horas de triunfo y de gloria del teatro castellano, que no podían hacer suponer el cercano destino que esperaba |
Margarita Xirgu nació el 17 de julio de 1886 en Molins de Rey, pueblecito catalán, a veinte y dos kilómetros de Barcelona. En el breve espacio de esta nota periodística, no corresponde detenerse en los detalles biográficos que, si siempre importan, limitarían referirse a los grandes acontecimientos que perfilan las vidas singulares. Y Margarita Xirgu es eso, una vida singular al servicio de una vocación. Una vida que ella se ha esforzado siempre en hacer aparecer sencilla, huyendo de los ditirambos y de las alabanzas. Se entregó a la pasión del teatro, dándole todo sin reclamar nada. Estaba en lo que creía. Integralmente, con cuerpo y alma y si es humano ser sensible a los halagos, bien puede decirse que los gozó siempre en el aislamiento y en la humildad, en su honorable humildad. No es reprochable que los artistas exploten su prestigio, que es moneda muy cotizable en la promoción. Pero Margarita, por su espíritu, su carácter insobornable, su manera de ser y de pensar, su auténtica austeridad. rechazó siempre adulonerías y homenajes. Con el mismo silencio supo recibir el reproche que el elogio. Con la misma altivez siguió su camino frente al triunfo o a la adversidad. Con su sonrisa, reconoció siempre los brazos amigos que la estrecharon tantas veces y cuando los tiranos -de tantos países- la castigaron por el delito de interpretar a Lorca, Alberti o Camus, su pena se convirtió en honor, en ejemplo y en estímulo para seguir haciendo lo que su conducta le señalaba. Toda su vida se cumplió igual, haciendo en el teatro lo que se debía y se debe hacer: las mejores obras de los mejores autores, abriendo una cuenta en blanco a la juventud, a los escritores y a los interpretes. Venció las mojigaterías de la moral de principios de siglo, paseando por los escenarios españoles autores universales que ningún elenco peninsular se atrevía a difundir. Y el tiempo le dio la razón. No fue en vano que así se conocieran en sus temporadas a Shaw, Hofmanthal, Hauphmann, Sudermann, Wilde, D’Annunzio, Pirandello, Maeterlink, Lenormand, Giraudoux. Rostand, Camus y tantos otros en su repertorio qup difundía también a los genios clásicos como Tirso, Lope, Shakespeare o Calderón o a los dramaturgos españoles de aquella hora como Pérez Galdós, Rusiñol, Gual, Benavente, Machado, Valle Inclán y el estímulo inicial y consagratorio a García Lorca, Alberti, Casona... Más de medio siglo de teatro —era una cuando se inició en la escena barcelonesa— su nombre está vinculado a todos los grandes aconteceres de los escenarios de habla hispana. Si hubiéramos de contar episodios de su trayectoria llenaríamos muchas páginas. Muchos de ellos difundidos por las crónicas o las biografías publicadas, pero nos limitaremos a evocar solamente los que fuimos felices testigos. Cuando en 1949 la Comisión de Teatros Municipales la invitó a venir a Montevideo —el gobierno de Perón habla suspendido su temporada en el teatro argentino por haber interpretado una obra de Albert Camus— Margarita llegó a nuestra capital sin hacer un solo comentario frente a ese hecho que afectaba su plan de trabajo y su situación económica. Justino Zavala Muniz, su amigo, le planteó con sencillez lo que deseaba expresarle: —Margarita, la hemos invitado a venir a Montevideo. porque la necesitamos para dos cosas: para que dirija y trabaje con la Comedia Nacional en algunos de sus espectáculos, y para que se ponga al frente de la Escuela Municipal de Arte Dramático que estamos por crear. ¿Cuales son sus condiciones? Mirándonos a todos los que estábamos junto a ella, con su habitual sonrisa, contestó: -¿Condiciones? ¿Establecer yo condiciones, en este país y con estos amigos? Por favor, las que ustedes digan. Ahora, si, cuando hablemos de obras, yo me atrevería a decirles que hay un clásico que hasta ahora, nadie se ha atrevido a hacer: Fernando de Hojas. Yo sueño con hacer "La Celestina". Con sus ojos iluminados, Zavala Muniz le contestó—Trato hecho. Haremos "La Celestina” y usted será la directora de la Escuela Dramática. Y con pudor, digamos para la historia, que su sueldo fue de mil quinientos pesos mensuales... |
La presencia de Margarita al frente de la Escuela Dramática repite otro hecho feliz de la historia de nuestro teatro. Cuando en 1911, el Presidente D. José Batlle y Ordóñez creó la primera academia de enseñanza teatral, contrató para poner a su frente a la gran trágica italiana Jacinta Pezzana, habiendo dado aquella institución nombres significativos de la escena, como Orestes Caviglia, Teresa Lacannau, Pedro Becco, Gloria Ferrándiz, Domingo Sapelli y tantos otros. Es una coincidencia que merece destacarse y cuyos resultados, en los dos casos, no han podido ser más beneficiosos para la cultura nacional. No vamos a referirnos al acontecimiento que significó la representación de la obra “La Celestina” en Montevideo, hoy en todos los repertorios de los teatros de América y Europa. De la labor de la señora Xirgu al frente de nuestra Escuela Dramática, ahí están la mayoría de los integrantes de la Comedia Nacional, directores e integrantes de muchos de los elencos montevideanos y de tantos que, surgidos de la academia municipal, ocupan hoy puestos preponderantes en conjuntos argentinos, chilenos, cubanos, madrileños...
Su nombre al frente de la Comedia Nacional quedó vinculado a muchos de sus mejores éxitos, como
"Tartufo”, “El abanico”, “La patria en armas”, “La Celestina”, “El alcalde de Zalamea”, “Fuenteovejuna”,
"Don Gil de las calzas verdes”, “Macbeth”. “Peribañez”, “La loca de
Chaillot”. “Sueño de una noche de
verano”, “Pedro de Urdemalas” y otras. |
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Su vida en nuestro país, fue para intérpretes y alumnos, una cátedra de enseñanza, de disciplina, de orden. Hay una generación marcada por la fuerte personalidad de esta gran actriz, marcada en el deber y si las obligaciones que los artistas deben tener en el cumplimiento de su misión frente a los autores y frente al público. “Sepan los que ingresan a la Escuela Dramática, que el teatro no es una diversión, sino un sacrificio. Un duro sacrificio”. Estas fueron sus palabras iniciales a sus primeros alumnos. Y así templados, fueron los que bajo su dirección hicieron después su carrera. Quienes tenemos el privilegio de su amistad y gozamos reiteradamente de su charla, sabemos de su permanente inquietud por las nuevas tendencias que agitan al teatro. No hay autor nuevo en el mundo cuyas obras ella no conozca y discuta. Todo hay que esperarlo de los nuevos... No hay que cerrarles las puertas nunca. Ei tiempo hará la justicia final. Cuando con Enrique Borras estrenamos hace treinta y cinco años en el Teatro Español de Madrid "Divinas palabras" de Valle Inclán, nadie pudo pensar que esa iba a ser la obra española mas representada actualmente en el mundo... El tiempo dice que tuvimos razón al estrenarla y que el poeta tuvo razón en escribirla...”. |
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‘Así piensa Margarita, con generosidad y con justicia. Sus fuerzas están latentes, tu cabeza clara. Por eso, en los últimos años, cuando se requirió su concurso para algo que ella estimaba que podía —y debía— hacer, no se negó nunca. Así respondió al llamado de su amigo el maestro Juan José Castro para dirigir sus óperas en el teatro Colón de Buenos Aires; o cuando María Casares la reclamara para dirigir “Yerma"; cuando Zavala Muniz le solicitara que dirigiera “Pedro de Urdemalas” en homenaje a Cervantes en el último centenario de su muerte o se trasladara, el pasado año, a Estados Unidos a brindar su enseñanza y su experiencia en uno de los teatros universitarios. En su residencia de Punta Ballena, escondida en la temporada estival o caminando con paso firme por los senderos arbolados, bajo el tibio sol invernal, lee los últimos libros, medita y sueña como en sus años mozos... Mirando en las noches, las mismas estrellas que veía en su tierra de España... O en las mañanas, en las arenas de la playa, frente a las olas —¿por qué no las mismas?— que tantas veces vio golpear frente a su casa de la costa de Badalona... No pasan por nuestro país artistas y escritores, periodista y admiradores, que no lleguen hasta su lejano retiro. Con esposo, don Miguel Ortín, recibe a todos con la misma sonrisa y la misma cordialidad. No olvidemos que su casa, en Chile en nuestro país, fue refugio de amigos y de exiliados. Todos los que sufren el dolor de la patria, dolor de España, quieren oír su palabra, que no sabe de reproches sino de esperanzas. Y cuando algún compatriota le pregunta: —¿Margarita, no piensa volver?... |
Con su mirada tierna, enigmática, pero firme, siempre contesta lo mismo: —Todavía no... Sencilla y profunda respuesta, cauta y esperanzada ... ¡Cuánto más podríamos decir de Margarita! Pero la molestaríamos. Y la amistad no está hecha para eso. Frente al fuego de su hogar, allá está ella, junto a su compañero, a sus libros y su discoteca, entre loe pinos de Punta Ballena, esta gran intérprete del teatro universal con quien la Nación tiene una gran deuda, artista que llegó a nuestro país por primera vez al frente de su elenco en el año 1913 y cuya ciudadanía uruguaya tiene el número 53527. Este es nuestro recuerdo emocionado de Margarita Xirgu, al cumplir, dentro de pocos días, sus ochenta años. Sus primeros ochenta años... |
Crónica de Ángel Curotto
Suplemento dominical del Diario El Día
Año XXXVII Nº 1833 (Montevideo, 14 de julio de 1968)
Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación
Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)
Ver, además:
Margarita Xirgu en Letras Uruguay
Ángel Curotto en Letras Uruguay
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