El caballito criollo en la plástica por Julio Roberto Cravea dibujos de Eduardo Vernazza |
El pintor y dibujante Eduardo Vemazza se ha despedido de su intensa actividad artística del año 1961 (su disciplina encomia las ventajas del orden y del espíritu normativo) con una jugosa exposición que exhibe en los salones de la Galería Moretti. La ha titulado “Escenas de la doma” y en la misma figura una extensa colección de dibujos sobre la fiesta brava criolla por excelencia, que se llevó a cabo y, como es ya tradicional todos los años, en el ruedo de La Rural del Prado montevideano, durante la Semana de Turismo próximo pasada. Conocida es la madurez que en el arte, sutil del dibujo adquirió Vernazza a través de una labor diaria, en la cual alcanzan un punto muy alto sus penetrantes apuntes sobre la actividad escénica que cumplen en Montevideo los elencos dramáticos nacionales y extranjeros. |
Para su actual exposición eligió una temática muy nuestra y muy querida, que explora por igual al folklore y a las más tradicionales costumbres campesinas. La doma y quienes la hacen, esos bravos mozos de tierra adentro, que todos los años se trasladan con sus aperos y pingos desde sus pagos a la capital, para deslumbrar con su destreza como jinetes al público de Montevideo, cobran en el lápiz de Eduardo Vernazza y en sus manchas acuareladas, una singular línea de expresión. Sus escenas irradian sentido vernáculo a través de sí; facilitan a! artista el estrecho camino que conduce a una sensibilidad particular y al logro de un estilo. Tienen don poético. Una singular habilidad para perpetuar con economía de trazos el perfil étnico de la raza nativa y las actitudes serenas o de estampida, que fijan en el papel la plástica figura de los caballitos criollos. Es bueno recordar que el tema del caballo —donde tantos aciertos felices logra acreditarse Vernazza en esta oportunidad— tiene en la literatura y en el arte pictórico un rango propio de significación y estilo.' Hernández lo dejó establecido en “Martín Fierro”: El animal yeguarizo (perdónenme esta advertencia) es de mucha concencia y tiene mucho sentido; es animal consentido lo cautiva la pacencia. Prueba de la dicho por el poeta gaucho del Río de la Plata, es el culto que el caballo recibió en todos los tiempos v en todos los países. La mitología clásica, con Pegaso a la cabeza, cobija en sus fantásticas caballerizas a los equinos inmortales de Tros, el legendario rey de Tebas. Poseidón le regaló los equinos Balio y Janto a su padre. El cabailo Arión, nacido de Demeter, estuvo dotado de inteligencia y palabra. El Cid piensa tanto en sus soldados como en sus briosos corceles antes de entrar en cada batalla. |
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Raimundo Lulio en el "Libro del orden de caballería” estampa: “Y porque el caballo es la bestia más noble y más conveniente para el servicio del hombre, fue e! elegido el caballo entre todas las bestias y fue entregado al hombre elegido entre mil. Y por eso este hombre elegido es llamado caballero”. En “Blagdaross”, un relato fantástico del escritor inglés Lord Dunsany, un viejo caballito de madera reflexiona amargamente en la siguiente forma: “Soy Blagdaross. Triste de mí que yazgo ahora como un despojo entre estas dignas pero humildes criaturas. ¡Ay de aquellos días que nos fueron robados y ay de Aquel Grande que fue mi dueño y mi alma, cuyo espíritu se ha encogido y no puede saber más de mí, ni cabalgar por el mundo en caballerescas empresas! Yo fui Bucéfalo cuando él, Alejandro, y le llevé victorioso hasta el Indo. Con él hallé los dragones cuando era San Jorge y fui el caballo de Rolando en lucha por la Cristiandad, y muchas veces Rocinante o Babieca. Batallé en los torneos y caminé errante eti busca de aventuras y encontré a Ulises y a los héroes y las mágicas fiestas. Y ya tarde en la noche, antes de encenderse las lámparas en el cuarto de los niños, montaba sobre mí bruscamente y galopábamos a través de África. Allí cruzábamos en la noche tropicales selvas y pasábamos oscuros ríos, que centelleaban con los ojos de los cocodrilos y en donde flotaban los hipopótamos corriente abajo y misteriosos ganados surgían de pronto en la oscuridad y furtivamente desaparecían”. Ejemplo del mismo predominio del caballo en la estatuaria los aportan Verrochio y Donatello, con el Colleoni y el Gatamelata. |
Juan María Gutiérrez, el poeta argentina de la “Endecha del gaucho"*, escribió.
Mi caballo era mi vida mi bien, mi único tesoro ¡Indio vuélveme mi moro! Yo te daré mi querida que es luciente como el oro. Ulpiano Checa pintó las cuadrigas piafantes de los circos romanos de la antigüedad. Nadar y Lumiere, Delacroix y Degas, Carie Vernet y John Frederjck Herring pintaron o grabaron caballos de carrera persiguiendo la ilusión en sus telas de que estaban corriendo. Los artistas clásicos y modernos del Japón lograron estampas admirables de concisión y destreza, con una dedicación al tema, que entraña casi un culto pictórico al caballo. Gauguin los pintó blancos entre sus florestas azules de Taití. Picasso los dibujó reventados en su tremenda acusación de la guerra moderna que es “Guernica"’. Chagall, poeta de las cosas y colores que vemos en los sueños, los exaltó en insólitas metamorfosis cromáticas que parecen surgir como por osmosis de los reinos vegetal y animal, de tal modo los cuerpos de las bestias se entrelazan, germinan y brotan arrebatados por un incesante despliegue de magia onírica. Ahora, Eduardo Vernazza pone una pica en Flandes por nuestros salvajes caballitos criollos, tan amantes cultores de la libertad, y los hace ingresar con su característico apoyo por todo lo nuestro, en el mundo ¡representativo de su arte lineal. Caballos de todos los pelos: zainos, oscuros, blancos, bayos y violetas, se ven representados en estas ricas y sentidas escenas de doma. Allí están, pues, el gaucho y el caballo, en esa su eterna comunicación, de amistad o de inquietud perenne, participando de una ronda, que el artista ha sabido captar con toda su auténtica sensación de fuerza y piafante virilidad. Ver, además: En las buenas y en las malas, gaucho ligador, ahijuna!! - textos y dibujos de Eduardo Vernazza - Diario El Día (Montevideo) 25 agosto 1970 |
por Julio Roberto Cravea
dibujos de Eduardo Vernazza
Publicado, originalmente, en: Suplemento Dominical del diario El Día s/f
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Eduardo Vernazza en Letras Uruguay
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