Suma
poética de Amanda Berenguer Navegar es necesario por Rafael Courtoisie
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LA
MAYOR coherencia de una constelación es la diversidad. Cada punto
luminoso difiere del otro en intensidad y distancia del lugar de observación,
pero con la composición de esas diferencias se dibuja una figura regular,
intensa y significante.
La casi veintena de títulos que estructuran este libro es una prueba contundente de que la uruguaya Amanda Berenguer es la poeta más inquieta, renovadora y dialéctica de su generación. Prácticamente cada libro propone una estética que a su vez modifica y confirma el complejo conjunto anterior. Consciente de que el arte no es ingenuo, y menos la poesía, sabedora de los procesos inherentes al fenómeno que los comunicólogos llaman "construcción de la recepción", Berenguer propone un orden inusual en esta extraordinaria y rica suma poética que abarca mas de medio siglo. Propone como inicio de la traslación, de la aventura lectora, la construcción y el desplazamiento de la imagen del navío expresivo (para ella "el vocablo es el viaje") dos títulos de muy reciente redacción: "Poner la mesa del tercer milenio", fechado en el 2002, y "Escritos", fechado en el 2000.
HOY,
El TERCER MILENIO. Estos dos conjuntos atrapan al lector no
desde el hoy sino desde la proyección poética de un futuro posible y
necesario. Un futuro donde la razón ética y la razón estética
coincidirían, se confundirían en un desarrollo humano singular cuya
frontera no es el pasaje cronológico de un milenio al otro sino una
suerte de salto cualitativo. Una especie de inflexión entre un estado
"otro" cuya pauta es la celebración de la vigencia de la vida más
que de lo nuevo, de lo esencial redescubierto en la red vincular humana más
que de lo meramente "novedoso" de los sacudimientos tecnológicos
o las revoluciones supuestamente científicas.
Hacia
el final del primer título el devenir del discurso poético instala una
vez más el tiempo de la contingencia en un presente, en un instante
absoluto donde la materialidad ilusoria del lenguaje funda una realidad de
otro orden (un orden discursivo, lingüístico) y en esa realidad se
constata la verificación empírica de una trascendencia: "y con
ella entra/ veloz/la negra Corle de los Milagros/y el milenio/ en
desafiante traje de Robot/clama el "champagne"/ el tapón se da
contra el techo/nos miramos/ non abrazamos/ estamos juntos/ somos
presente/ infinitamente presente/ y presente/el recuerdo/los vivos
presentes/ los muertos/presentes/todos vivos." (Pág. 33, (la
mesa). EL
PESCADOR Y LA INTROSPECCIÓN. En el segundo título,
"Escritos" fechado en el 2000 y cuya primera edición parcial de
doce poemas apareció en 1995 en Caracas publicada como El pescador de
caña, figuran poemas que aluden directamente a las recientes tecnologías
y a su impacto, sobre todo en el ámbito de la comunicación, de la
mediación. Títulos como "Frente a una computadora",
"Paleolítica cercana" o "Rojo TV" exhiben el interés
por los frutos de la ciencia y los impactos tecnológicos, interés que se
convierte en reflexión epistemológica en términos poéticos y que
constituye desde hace mucho tiempo una de las características temáticas
más sobresalientes de la autora. Pero junto a estos textos hay otros de
cuestionamiento metafísico vertido en límpida imaginación comunicante.
En
"A mamá le fascinaba la luna", mezcla de evocación familiar y
profunda interrogación sobre la muerte se dice: "y nos abrazamos/
en ese aeropuerto de llegada/después del terror/ de la ultima
frontera/". El segundo texto del libro, y uno de los mas
impactantes por la exacta originalidad de sus imágenes, titulado "El
pescador de caña" comienza con el significativo "desconecto"
que establece un limite definido entre ese exterior tecnológico e
hipercomunicado, en ocasiones estridente, repleto de interruptores, de switchs,
de cables y ondas hertzianas, y un interior propicio para la contemplación
y la reflexión Zen. Allí el yo poético se escinde para lograr la
introspección, para observarse y ser observado, para alcanzar ese
perfecto equilibrio inteligente entre sujeto y objeto, equilibrio donde la
identidad no se percibe como un yo racional estático sino como un
proceso, una secuencia gnoseológica cuya revelación está dada en esa
singular alegoría del pescador de caña: "yo observo y soy
observada/ y atentamente percibo/ el bamboleo de las piernas/ del pescador
de caña/el golpe de los pies/dándose/contra la pared interior del
frontal/a la altura de mis cejas" EL
RÍO, EL OTRO Y El MISMO. Estos dos primeros libros, los más
recientes, son seguidos de inmediato por la primera Amanda Berenguer, por
aquella restallante inaugurada en El río, en 1952. Esta disrupción,
esta suerte de flash back en la estructura secuencial del libro,
obra un impacto que pocas obras completas (o casi completas) tienen: se
supera la cronología lineal de la historia literaria, el rictus o
Es
entonces cuando el lector ya puede sumergirse sin sobresaltos en los títulos
siguientes, alternando con naturalidad la música de "Contracanto"
(1957) con las experimentaciones felices de los discursos científicos en
"Quehaceres e invenciones" (1963), "Materia prima"
(1966), "Composición de lugar" (1976) y "La botella
verde" (1995), entre otros. MARAVILLA
Y DIVERSIDAD. Experimentos que son hallazgos, trabajos poéticos
de botánica ("Identidad de ciertas frutas", 1983); de geometría
viva que resemantiza el espacio y expande su tridimensionalidad como sólo
puede hacerlo el uso poético del lenguaje ("Composición de
lugar", "La botella verde"); de semiótica y deconstrucción
("Conversación habilitante y derivados"; "Trazo y
derivados", 1976-1978; "El tigre alfabetario", 1979; donde
se incluye el estupendamente saussureano "Valorar valores"); de
arqueología o antropología reflexiva ("La dama de Elche",
1987); de observación doméstica, cultural, antropomorfa, zoológica
("Con el tigre entre las cosas", 1986-1994); de una ciencia fanática
que aun no tiene nombre propio entre las llamadas ciencias humanas, pero
que esta epistemología de razón poética explora con perfección y
terror en "La estranguladora" (1998), forman el riquísimo
paisaje estelar y terrestre de la Constelación.
En
otro orden, uno de los libros que constituyen esta propuesta ubicaría a
Amanda Berenguer, aunque no hubiera publicado ninguna otra cosa, entre las
mejores poetas de lengua española, por el prodigio de su estructura, el
portento de su sonoridad y el atrevimiento inaudito de su vaivén bipolar
connotativo: "Declaración conjunta" (1964). Entre muchas otras
cosas, este título de mediados de los '60 puede leerse como una declaración
de amor originalísima. También podría ser una declaración de guerra,
pero de guerra a la imposibilidad, de guerra a la nada y al silencio. Se
trata de una rotunda expresión victoriosa, de un libro de poesía de
amor, hasta diríase erótico, que no recurre a las retóricas fatigadas y
débiles (o de artificioso gesto hermético) que suelen encontrarse en los
poemarios que transitan el tópico. Es un libro sencillo y poderoso en su
singularidad, un ejemplo de lucidez de composición que difícilmente
tenga parangón.
Maravilla
y diversidad puestas en juego y en correspondencia, imaginación y
atrevimiento, superación y diálogo interno y constante, hacen de esta
obra poética lo contrario de una precipitación inercial, monotonal,
reiterativa. La hacen potente y plural, diversa y divertida, disfrutable.
La poesía de Berenguer es heterodoxa y coherente, innovadora y fiel a la
línea de su movimiento.
La
"Cronología biográfica" que se incluye al fin del volumen es
reveladora. En forma sucinta da cuenta de un itinerario poético y
personal (que probablemente haya que ampliar con más detalle en el
futuro) que brinda a la vez un índice diferente para un examen minucioso
donde se rastreen vinculaciones, variables ligadas en hechos de vida y
escritura.
La
escritura es el hecho de vida que da cuenta del viaje, es la bitácora del
viaje de la vida, Pero en Amanda Berenguer la bitácora es el viaje mismo,
cada vocablo es un instante del movimiento, la maravilla pura de su
milagro. C
CONSTELACIÓN DEL
NAVÍO. Poesía 1950-2002, de Amanda Berenguer. H Editores. Montevideo, 2002. 684 Págs. |
Rafael Courtoisie
El País Cultural Nº 706
16 de mayo de 2003
Editado por el editor de Letras Uruguay
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