Biografía de García Márquez |
Un curioso de sí mismo |
EN EL ACTUAL ARTE biográfico hay respuestas para preguntas que ningún lector atinado suele plantearse. Por ejemplo, el nombre del propietario original del revólver que Graham Greene utilizó cuando, a los diecinueve años, jugó a la ruleta rusa; o también el nombre del sacerdote desconocido que el mismo escritor tomó como modelo del Judas en El poder y la gloria. Estos datos, entre superfluos e inútiles, navegan en algunas de las 783 páginas del primer tomo de la biografía de Graham Greene, una investigación total realizada por Norman Sherry y publicada por Viking Press en 1989. Al recibir su ejemplar en el cálido refugio de la Costa Azul, el entonces anciano y todavía activo escritor británico lo habrá hojeado con algo de estupor. Apenas diez años, de 1912 a 1922, de la reciente saga biográfica dedicada a D.H. Lawrence por el profesor Mark Kinkead-Weekes, cubre un libro de casi un millar de páginas, las que a veces se ocupan de itinerarios de ferrocarriles europeos y tarifas de hoteles y pensiones, cuando tal vez habrían sido más proficuas de haberse extendido a juicios sobre la notable productividad creadora del escritor en esos años de peregrinaje. La lengua inglesa sigue siendo maestra en el arte biográfico, pero como esas plantas que no se podan, tiene ramas que se van en vicios. La industria de la biografía total ha extendido sus vigorosos tentáculos hacia América Latina, con resultados tan felices como desconcertantes. Minucias, detalles, tecnicismos y discusión de hipótesis pueden ser relevantes si el sujeto en examen resulta ser el comandante Ernesto Che Guevara, cuyos desplazamientos físicos, ideas políticas y teorías en materia militar y estratégica afectaron vida y destino de incontables millares de personas en este continente. Las peripecias de los escritores puros suelen ser más pacíficas y menos cruentas. MACONDO CONTRA ARACATACA. Gabriel García Márquez es un escritor sin misterios fundamentales. Apenas llegado a la fama con Cien años de soledad (1967), a los cuarenta años, ha hablado de sí mismo hasta por los codos, develando de paso casi todas las claves biográficas de su obra, desde el abuelo y la familia patriarcal, hasta un poblado que él llamó Macondo y hasta la región atlántica de Colombia, donde la gente tiene fama de exagerada y mentirosa. En centenares de entrevistas se narró a sí mismo, recreando en paralelo, una y otra vez, sus propias ficciones. Gracias a transcripciones de cintas magnéticas, hay un García Márquez oral en abierta competencia con el escritor. El único inconveniente radica en la imprecisión de ciertos datos y fechas, en saltos y alteraciones cronológicas, en vaguedades deliberadas, en omisiones tácticas, en sinceras fallas de la memoria. A partir del Premio Nobel y convertido ya en eficaz empresario de sí mismo, convocó a Plinio Apuleyo Mendoza, su compadre y amigo de la bohemia periodística, para que juntos, con atento grabador en el centro, confeccionaran una suerte de autobiografía informal que después se titularía El olor de la guayaba (1982). Había nacido la "gabomanía". |
Años después, curioso de sí mismo, García Márquez entendió que era llegado el momento de una biografía oficial que pusiera paz en los desajustes cronológicos, que redimensionara hipérboles, que completara datos y fechas, que recogiera el árbol genealógico de su familia, que coordinara la verdad documental de los registros parroquiales, que analizara científicamente el testimonio de los amigos y las discordias entre las distintas versiones de oscuros acontecimientos provinciales, incluyendo la exacta secuencia y frases memorables de alguna muerte anunciada. La imaginación poética y la construcción simbólica estaban cubriendo como invasora floresta tropical hasta las quimeras de un edificio que si no se libraba de adherencias amenazaba hundirse en ruinas del tiempo, estropeado por hipérboles y metáforas por la parafernalia compulsiva de la literatura. El biógrafo elegido tendría que ofrecer dotes de arqueólogo: Macondo no debía sustituir ni destruir a Aracataca.
En el mundo de habla inglesa habría bastado al efecto una cortés alianza entre dos industrias, la académica y la editorial, concretada en la colaboración de la investigación universitaria -que maneja fondos propios- y la empresa comercial que edita, imprime y distribuye.
Publish or perish, publique o perezca, es el lema que dieta la supervivencia de los profesores. En el ámbito de la lengua española las tradiciones editoriales transitan carriles distintos; para ellas el nombre de García Márquez se ha convertido en una grifa que garantiza calidad y beneficios. Por si fuera poco, en Barcelona se encuentra doña Carmen Balcells, la agente literaria, para defender todo el giro del negocio de su representado, desde los aspectos legales hasta los financieros. Sólo se precisaba encontrar al biógrafo competente que llevara adelante el proyecto editorial. Se conoce, por ejemplo, ya que el interesado lo confesó, la importancia que tuvo el viaje que García Márquez hizo, en compañía de su madre, para vender la casa del abuelo; fue el ónfalo de su infancia y de buena parte de su creación literaria. El novelista ya había recordado por su cuenta los escenarios y circunstancias del regreso; contó que su madre penetraba en la vieja botica del pueblo cuando vio a una de sus comadres, la esposa del boticario, cosiendo a máquina. Las dos mujeres se abrazaron y lloraron en silencio "durante más de media hora", según el hijo; el biógrafo, que venía de contribuir con el cálculo del año del retorno, pierde el tino y también calcula, en nota aparte, que con el calor agobiante del mediodía del trópico nadie aguanta un abrazo que dure media hora.
García Márquez se atribuyó el haber conocido a la cándida Eréndira en alguna noche de parranda en un remoto pueblito del Caribe; entonces Saldívar pasa a discutir hecho y año, y su tenacidad le conduce a interrogar a un hermano del escritor, quien por cierto ni recuerda la anécdota. Entonces conjetura lo obvio: seguramente fue una simple referencia oral que, sumergida en la memoria, constituyó la base sobre la cual el compulsivo narrador elaboró su novela corta.
En este sentido, Saldívar cumple con lo prometido en el subtítulo de su obra, ese viaje a la semilla de confesados ecos en Alejo Carpentier. Serio, grave, responsable, a veces un poquito pedante, en definitiva inmune al humor hiperbólico de su biografiado, Saldívar restituye contextos que los lectores distantes de Colombia agradecen porque allanan ignorancias y perplejidades. Una de las joyas del libro se encuentra en la reconstrucción del llamado grupo de Barranquilla, ese conjunto de seres desinhibidos y amigotes fraternales, parranderos y dotados de un sentido muy peculiar del humor (el "mamagallismo"), la estimulante bohemia que apoyó el surgimiento de un talento literario de primera categoría. En algún momento García Márquez se sintió póstumo. Siempre curioso de sí mismo, al borde de los setenta años, convocó a su biógrafo, le explicó los alcances del proyecto editorial y le concedió la libertad de escribir sobre él "como si ya estuviera muerto". Alertado de la gabomanía que llega a la sustracción de álbumes escolares, la desaparición de sus dibujos infantiles, la reconstrucción de la casa de sus abuelos por el municipio de Aracataca y su potencial valor turístico, o sea el coleccionismo de cuanto objeto le perteneciera, charló con Saldívar durante dos largas tardes y se sometió al interrogatorio sobre los poco documentados primeros veinte años de su vida. Por supuesto, en toda familia hay secretos y mentiras, terrenos que no hallan los de afuera. No se trata aquí de exigir revelaciones íntimas, sino de demandar el cumplimiento de un acuerdo tácito entre el biógrafo y su público: ciertos aspectos delicados quedan aparte del escrutinio porque podrían herir reductos privados de personas, por lo demás respetables, sin beneficio alguno para la valoración literaria. A partir de allí, debería regir la coherencia. Por eso sorprende un párrafo entre las páginas 349 y 350. En sus años de bohemia y hasta de hambre, varado en París, García Márquez buscó refugio y cohabitó con una "vasca temeraria" y generosa que financiaba sus estudios teatrales trabajando en el servicio doméstico al tiempo que gratuitamente otorgaba techo, comida y afecto al empobrecido escritor. Se sabe su nombre porque Saldívar lo divulgó (Tachia Quintana), pero el episodio es liquidado en pocas líneas personales, complementadas con la escenografía de la chambre de bonne y los vallenatos de Escalona. "Fue un amor breve, intenso y contrariado por las divergencias de temperamentos y las distintas concepciones de vida..." El apetito del lector se abre y se cierra. No se sabe qué fue de Tachia, dónde está, vive, ni por qué no fue entrevistada por el meticuloso Saldívar. La triunfadora de ese desencuentro fue Mercedes Barcha, una novia como las de antes, de las que esperan, seguidoras y fieles, el regreso del amado que estaba haciendo su experiencia europea. Doña Mercedes ha sido una sombra en entrevistas y reportajes del marido; fue siempre la que aseguró la retaguardia doméstica del escritor. Su Gabo, agradecido, transformó en historia épica aquellos meses mexicanos en que se encerró, para terminar de escribir
Cien años de soledad. Convertido al credo gabonianíaco, el biógrafo recompensa a doña Mercedes con enigmáticos superlativos en página 373, de cuyo merecimiento no cabe dudar aunque violenten la sobriedad y resulten, como dicen los colombianos, algo descomedidos. En el mejor sentido de la expresión, ésta es una biografía oficial. Ya los biógrafos de lengua inglesa, verdaderos maestros en el género, han confesado las delicias y servidumbres de empresas similares. El autor de los cinco tomos sobre Henry James confesó que, entregados a las prensas el primero y segundo, el hallazgo de nuevos documentos concernientes a esos años iniciales de su biografiado, lo obligó, gozoso, a recurrir al procedimiento narrativo de los flash-back, esos huecos inesperados. Terminó agradeciendo que Henry James haya quemado, en el jardín de su casa, cantidad de papeles, manuscritos y originales. Es que las vidas ajenas (la expresión pertenece a Leon Edel, especializado en James Joyce) terminan produciendo un efecto algo alienante en el biógrafo, psicológicamente peligroso. Mucho más cuando el personaje está vivo. Si Saldívar tomara a su cargo la segunda parte de la vida de García Márquez, él mismo tendría que incorporarse al relato, circularmente. Por imperio de la narración, pasaría a transformarse en un personaje de García Márquez, de la compulsión y hasta el vicio de narrar, que todo lo contamina a su alrededor. Sería el triunfo total de la narración, soldada a la vida, convertida en la vida misma La biografía se disolverá en la ajenidad, la vida en el otro y para otro. Mimesis.
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Cuando Gabo era feliz
DURANTE AÑOS el profesor Jacques Gilard se ha dedicado a recopilar y estudiar la obra periodística de García Márquez, mucho antes del Premio Nobel (1982). Hay que agradecerle tres tomos fundamentales: Textos costeños (1981), Entre cachacos (1982) y De Europa y América (1983). Ha revisado hemerotecas de varias ciudades de Colombia hasta lograr recoger, ordenar y reproducir casi todo lo publicado por García Márquez, en diarios y periódicos, hasta 1960. No lo hace por vana erudición. En primer lugar porque notas y artículos pertenecen a un periodista de primera calidad, con valores literarios propios; en segundo lugar porque contienen tanteos y borradores de su obra mayor, con una gesta del estilo (diría Rodó) a la que vale la pena asistir y entre tantas cosas demuestra que la factura literaria no llega sola, sino a través de un prolongado esfuerzo. En tercer lugar, porque al propio García Márquez le conviene económicamente, para registrar el copyright e impedir que cualquier editor pirata (ya sucedió) entre a saqueo en diarios y revistas y obtenga beneficios indebidos. El lector tiene derecho a colocar un cuarto elemento, su propio placer. No todo lo que García Márquez ha publicado alcanza cumbres, pero hay piezas notables y todavía disfrutables. Cada uno, mentalmente o lápiz en mano, confeccionará su propia antología, de acuerdo con sus gustos. Novatos y veteranos en el oficio examinan esas recopilaciones, para adquirir recursos y hasta trucos destinados a cautivar al lector accidental. La lección importante consiste en que el periodismo admite también el arte de narrar, de contar un cuento o una historia. Sin desmedro de la objetividad y la verificación de datos y hechos, fechas y testimonios, hay lugar para el relato incluso en materia de ideas. Con cierta habilidad, hasta las cuestiones económicas y financieras abandonan el aburrimiento. Quizá por azar, la segunda edición del tercer tomo de la Obra periodística coincide con la aparición y distribución de la biografía de Saldívar, de modo que a la ocasión la pintan calva para contextualizar y descontextualizar, confrontar juicios y placeres. Las recopilaciones de Gilard vienen precedidas por un prólogo, verdadero estudio preliminar con anotaciones biográficas y hasta apuntes sobre la calidad o permanencia de las notas recogidas. Por ejemplo, Gilard no piensa lo mismo que Saldívar en cuanto a la valoración de los textos, entre otros motivos porque el biógrafo llegó después y la distancia le concede cierta autonomía. Además Saldívar no pertenece a la erudición universitaria sino al propio oficio del narrador, que lo dote de ojo y perspicacia que advierten remiendos, "refritos", fuentes de segunda y tercera mano, además de la intuición de que no siempre el periodista recogía testimonios ni recorría los escenarios para disfrazarse de testigo ocular. |
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De modo, pues, que dos series de notas, una sobre el caso de Wilma Montesi en Italia, y el de la fuga o infidencias de informaciones de la seguridad francesa, además de estar inacabados, hoy resultan algo rancios y carentes de mayor interés. Sería tan largo como ligeramente injusto hacer la lista de notas marchitas y hasta irremediablemente difuntas, entre ellas la valetudinaria rivalidad de Sofia Loren y Gina Lollobrigida. En cambio, sorprende la calidad de las notas que dedicó a la nacionalización del canal de Suez (1956) y la serie donde recogió impresiones y visiones de los países entonces comunistas, muy vivaces y penetrantes, incluso algo premonitorias, pese a la opinión de Saldlvar. Del conjunto, una gran nota certifica que ha vencido al tiempo. "Caracas sin agua" puede hoy ser releída como cuento y como nota periodística: cabalga entre ambos con beneficios para los dos lados. En lo estrictamente literario, Gilard ha recogido piezas fundamentales en la bibliografía: "Dos o tres cosas sobre la novela de la violencia" y "La literatura colombiana, un fraude a la nación", ambas de 1959 y que revelan un coraje personal que quienes conocen Colombia califican de excepcional. Después viene el registro de vicios conmovedores: el hecho de viajar a la capital de Austria simplemente para conocer la Viena de El tercer hombre, la de Graham Greene, Carol Reed, Orson Welles y Joseph Cotten, o el estado admirativo y subyugado que le produjo Los 400 golpes de Truffaut. El cine siempre fue la vocación frustrada de García Márquez.
Saldívar da como perdidos los materiales que García Márquez redactó para Prensa Latina, la agencia cubana de noticias a principios de la revolución. No puede ser, porque esas notas se publicaban en varios diarios de América. Será cuestión de armarse de paciencia y recorrer sistemáticamente las hemerotecas del continente. No agregarán un gramo de prestigio al famoso periodista, aunque bien puede localizarse alguna joya de aquel cuando entonces. Animo, gabomaníacos. |
La vida según... Gabriel García Márquez 24 sep 1995Monográfico dedicado al escritor colombiano, Premio Nobel de literatura en 1982. García Márquez hace un respaso a su vida y obra en una charla con Ana Cristina Navarro. |
Gabriel García Márquez (1927-2014) 25 abr 2014'Días de Cine' homenajea al Premio Nobel poniendo imágenes a uno de sus textos en el que analizaba su relación con el cine. Un reportaje de Virginia García. |
El ojo crítico RTVE - Radio - La vida de García Márquez según su biógrafo oficial (Audio) - 14/10/09El británico Gerald Martin ha estado veinte años trabajando en una biografía de Gabriel García Márquez. Él se consideraba su biógrafo tolerado, hasta que el colombiano dijo en una ocasión que ciertos temas deberían preguntárselos a su biógrafo oficial, Gerald Martin. Entonces le insuflaron al británico toda la energía que necesitaba para terminar esta monumental obra que no pretende ser académica, aunque rebosa rigor, 'Gabriel García Márquez. Una Vida' . Lo único que Gabo le pidió a Martin fue que no le hiciera realizar su trabajo, sólo se lo facilitó. En esta edición del programa, Gerald Martin nos ha ayuda a repasar la vida, obra y secretos del premio Nobel, quien, por lo que se desprende en la biografía, hizo todo lo posible por trabajarse el galardón. Además, conocemos más a fondo a Kirmen Uribe que ha sido elegido Premio Nacional de Narrativa (14/10/09). |
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Ruben Cotelo
El País Cultural
12 de Setiembre de 1997
Gabriel García Márquez en Letras Uruguay
Este texto y fotos fueron escaneados, en abril del 2003, por mi, editor de Letras Uruguay.
Editado por el editor de Letras Uruguay
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