A 250 años del nacimiento de José Gervasio Artigas |
2: Artigas no nació en la actual Ciudad Vieja |
En pagos de Don Narciso Peñarol, marido de una Artigas, pudo nacer José Gervasio[1]
Algo más une a José Gervasio Artigas y la que fuera su madre política, doña Francisca. Emana de la nebulosa en que han transformado una historia que lo tenía todo para ser contada diáfana y sencillamente.
Por más que forzadamente se acepte a Montevideo como el lugar en el que Artigas vino al mundo, otros puntos han disputado tal aseveración. En la controversia de los historiadores aparecen señalados Las Piedras, El Sauce, Casupá, Pando, Carrasco... Teniendo en cuenta distancias a recorrer con un bebe en brazos e iglesias existentes al 19 de junio de 1764, las posibilidades -para sintetizar un tema bastante recurrido- se reducen a Las Piedras y Montevideo.
Lo único cierto -al día de hoy- es que la partida de bautismo no sólo no es original, sino que además en la famosa foja 209 vuelta del Libro de Bautismos de la Iglesia Matriz estos datos no siguen la correlación, sino que -como ha escrito José María Traibel- aparece «muy al final del mismo». Razón por la que se «ha hecho dudar de la autenticidad», según la apreciación formulada por el constructor del árbol genealógico de los Artigas, don Llambías de Olivar.
En realidad, y en base a algunos papeles que han ido a parar a nuestro archivo, nos inclinamos a pensar que fue entre Las Piedras y Montevideo que tuvo lugar dicho bautismo. Vayamos cronológicamente al punto, a los efectos de ser prolijamente claros. En la ciudad de Pinerolo (de las coníferas de pinos aerolus), en Turín (Italia) nació en el año 1751 Juan Bautista – Giambattista- Crosa. Por 1765 fue clarinete –pífano primero del segundo batallón- del Regimiento de Infantería de Mallorca, lo cual lo arrima a nuestras tierras en los contingentes que eran habituales entonces. En 1772 -indica el bastante consultado Padrón Aldecoa- ya está instalado, a la edad de cuarenta años, con pulpería de ramos generales propia y todo, a orillas del arroyo Miguelete al norte, cerquita de «una antigua capilla»; casado con Francisca Pérez Bracamán y tres hijos menores. Debido al lugar de donde provenía era conocido por sus vecinos y parroquianos como Juan Bautista Peñarol. Asimismo su hijo Juan Antonio al que llamaban Narciso Peñarol. Ambos Juan y su hijo -y no la ciudad de Pinerolo como se insiste hasta hoy- son los que legaron el nombre de Peñarol al actual barrio-villa –de valor patrimonial- de la capital uruguaya.
En el año «1779 –publica El Semanario Ilustrado- Doña María Antonia Pérez, viuda del boticario Don Gabriel Piedra Cueva (que en 1768 había emplazado la farmacia pionera de toda nuestra historia), compró a Doña Francisca Artigas, viuda de Don José Villagrán y tía y suegra a la vez del General Artigas, el terreno (una chacra contigua al suyo) donde existía a la sazón un rancho oratorio por la advocación de Nuestra Señora de las Angustias».
El 12 de febrero de 1784 «Nuestra Señora de las Angustias de Peñarol, cerca del Arroyo Miguelete fue erigida en Vice Parroquia de Las Piedras». El Doctor Carlos Ferrés que ha dejado meticulosas investigaciones sobre la presencia jesuita en la época colonial de la Banda Oriental, entre otras, a principios del siglo pasado, describió el santuario con techo de teja, enmaderado de tijera y piso de ladrillo. Era una buena construcción.
Giambattista fallece en el villorrio al que le dejó su popularizado nombre el 19 de mayo de 1790; en tanto que Antonia Pérez –dice Aníbal Barrios Pintos- cede la capilla “a favor del vecindario”.
Narciso Peñarol se casa el 31 de agosto de 1801 con María Petrona Artigas, hija de Tomasa López y José Antonio Artigas, hermano menor de Juan Antonio, el abuelo (que negociaba la paz con los minuanes) de José Gervasio, padre de Martín José y de Francisca, la madre de Rosalía Villagrán, esposa del Protector.
Un mes antes es bautizado en Nuestra Señora de las Angustias Carmelo Colman quien con el tiempo sería el más joven de los treinta y tres orientales. Su padrino no es otro que José Gervasio Artigas. Su hermano Manuel Francisco figura en iguales menesteres en las partidas de la misma capilla. Era una iglesia importante para los Artigas. Igualmente el Miguelete o los Migueletes como se alude en numerosos documentos al Peñarol en tanto se va imponiendo como nominación.
Pivel Devoto, nada menos, y en la Advertencia del tomo undécimo del Archivo Artigas, detalla que “en todas las obras publicadas hasta 1937 se afirma que el Congreso (de abril de 1813) había tenido lugar en el alojamiento de Artigas, ‘en su campo’, sin ubicarse el lugar; o en Peñarol. Esta última versión fue... la que se popularizó desde 1901”. Y cita textualmente a Enrique Antuña, autor de un libro de ese mismo año: “Todos los pueblos... nombraron sus diputados al Congreso convocado por el Jefe de los Orientales, que se instaló en el alojamiento de éste, ubicado según la tradición, en la casa solariega de los Artigas, situada en el distrito de Peñarol. Era éste un edificio de regulares dimensiones, con paredes de ladrillo revocado, techo de teja, tirantes de palma al descubierto por la parte interior, ventanas pequeñas guarnecidas con rejas de hierro y piso de ladrillo. El mobiliario estaba en relación con lo modesto de la sala, sillas de asiento de totora y alto respaldar de madera ordinaria, una mesa cuadrada con su carpeta, tintero de plomo, papeles de marquilla y plumas de ganso cuidadosamente cortadas”.
¡Conque había el tal caserón! Y que bien se recordó largo tiempo, a tal punto que la descripción es casi tan buena como una filmación. “Hasta hace muy poco tiempo –prosigue Antuña- existía en el Peñarol una construcción de la época colonial, que según la tradición, era la casa solariega de los Rivera; en frente, arroyo por medio, estaba ubicada la de los Artigas que... era muy semejante”. Pivel Devoto agrega una nueva cita, en este caso del clásico de Zorrilla de San Martín, La Epopeya de Artigas, de 1919: “Los Diputados elegidos... llegaron al campo de Artigas, en el Peñarol, el 3 de abril de 1813”.
Ese año, además de las reuniones principales en Tres Cruces en casa de Cavia en Miguelete en Capilla de Maciel, hubo otras, por lo que no es de descartar que alguna haya tenido lugar en la supuesta “solariega” de los Artigas. De hecho en Peñarol, por lo menos, se hicieron. Una circular firmada por José Rondeau el 31 de diciembre del trece informa “haverse preparado p.ª residencia del Gov.no dela Prov.ª la Casa dela propiedad dela viuda de Mogica, inmediata al Peñarol, el dia 1.º de En.º del entrante año dara principio esta Junta provisional, ó Gov.no dela Prov.ª”.
Gobernando la Banda Oriental desde Peñarol, pues.
Tanto al final como al principio de ese año, pasaban cosas trascendentes por aquí. “Bartolo mé de Muños = Cecretario” de la Comisión Electoral, avisa que por unanimidad los cuatro votantes se inclinaron por la diputación del Presbítero Damaso Larrañaga, desde “Peñarol 15 de En.º / de 1813”.
Un par de días antes, nos enteramos que “el intrigante” Manuel de Sarratea fue quien hizo la propuesta. Firma el siguiente despacho en su Cuartel General del Cerrito en “En.º 13,, de 813,,”, dirigido al Comandante de San Juan Bautista: “Si se personase en esa villa alg.n Elector nombrado p.r las familias, q.e siguen al Coron.l d.n José Artigas, p.ª intervenir en la elecc.n del Diput.º q.e debe representar al Pueblo oriental emigrado de Montevideo, y Villas de esta Jurisd.on, le prevendrá Vm. En mi nombre concurra á la Capilla de Peñarol... en cuyo destino debe procederse al nombram.to del Diputado”[2].
¿Qué capilla sería esa?
Al reproducirse un dibujo de Besnes Irigoyen de la Capilla de Peñarol y hallarse en 1896 entre sus ruinas, el antiguo cementerio contiguo, una lápida de Juan Bautista Crosa del 19 de marzo de 1790, se aceptó que la «Matriz vieja» no había sido la única iglesia del entorno de San Felipe y Santiago de Montevideo el año en que nació Artigas. Recuérdese que Isidoro de María, un clásico, autor además, de la primera biografía sobre el Prócer en 1860 y familiar de José María Artigas Villagrán; aunque sin fijar ese punto de Peñarol se refirió -en la biografía aludida- a que «la tradición lo daba como nacido en el pago o partido» o «jurisdicción de la parroquia de las Piedras». En los días que corren, los archivos de Nuestra Señora de las Angustias del año 1775 en adelante, se conservan en la Parroquia San Isidro Labrador de la ciudad de Las Piedras.
Como afirma el semanario citado, el que Peñarol haya sido el «lugar de nacimiento y del bautismo del Jefe de los Orientales, tenía serio fundamento, porque la capilla u oratorio del Peñarol perteneció a la familia de Artigas desde antes y hasta algunos años después del nacimiento de aquél».
Nada más coherente con la vida posterior de don Pepe Artigas, que haber sido bautizado en un rancho «oratorio» o una humilde capillita; incluso en una zona que con el correr de los años sería parte de su vecindario a vigilar como Comisario.
Es muy probable que aquéllos que edificaron su «leyenda blanca o dorada», cuando descubrieron que teníamos héroe y todo, no pudieran aceptar jamás que tan “enorme ser”, no hubiera recibido los óleos en la parroquia más importante de este lado del Plata y que además no fuera montevideano de intramuros.
Que los entusiasmos por esto último han cesado, lo acredita una de las «miradas urbanas» del diario El Observador de fines de los noventa, en la cual, un local ubicado donde estuvo la casa de Artigas en la actual Ciudad Vieja a escasas cuadras de la Matriz, luce un cartel que dice «se alquila».
*** Una década después de expuesta la última observación, otro cotidiano, El País (7 de mayo de 2009) se ocupa del cada vez más derruido ex bar Del Triunfo. Ahora está en venta por su valor de mercado “sin tener en cuenta su ubicación en un predio patrimonial” por más que el agente inmobiliario lo promocione como la “propiedad natal de nuestro prócer General Artigas”. Continúa la danza de devaneos sobre qué cosa hacer allí, como en “1960, 1961 y 1964” el Senado tanteó en 2006 la posibilidad de su expropiación; a la Comisión especial de la Ciudad Vieja parece importarle más “los aspectos urbanísticos y arquitectónicos de todos los predios del barrio” por lo que este “es uno de los tantos que nos preocupa” dice un arquitecto, que quizás sirva para devolverle a la calle Colón “el gran motor comercial” que fue “hace 15 años y que por diversas razones decayó”. Menuda evaluación si las hay...
Agrega que “quizás podría ser relevante emprender la resignificación del lugar. Si llegamos a la conclusión de que allí nació Artigas y que sería muy deseable establecer... el memorial del natalicio”. Razonable en cuanto a la duda, porque es temerario afirmar como lo hace la inmobiliaria, con fines tan obvios, que fue la propiedad “natal” de Artigas; lo mismo la placa que colocaron en 2006 los ediles montevideanos en la pared que da para Colón, que reza que en “este solar nació” el Prócer, e igualmente el título del artículo: “La cuna de Artigas se encuentra a la venta”.
¿No alcanza y sobra con saber –lo único seguro- que José Gervasio Artigas fue su propietario, como antes lo fueron sus padres y sus abuelos maternos?
La majestuosidad de la Casa de Rivera, la lograda restauración de la Casa de Oribe, ambas a pocas manzanas de la manoseada esquina de Cerrito y Colón, son símbolos bastante más representativos de valores de carácter patrimonial. Supone más bien una “resignificación” histórico-ideológica de quienes fueron sus dueños, con la cual, por lo menos hasta ahora, la Ciudad Vieja ha preferido identificarse. En parte, subyace una especie de espíritu de Justicia natural. A Don José no le atraía el lugar -la ciudad en sí-; apenas lo obtuvo lo puso en manos de inquilinos, que incluso han pasado a la historia por su morosidad. ***
Escritura de venta con la firma del Alcalde Ordinario Miguel Ignacio de la Cuadra, el 26 de agosto de 1773:
“Departe de D.n Juan Antonio Artigas (...) Me á echo presente Serle Indispensable Celebrar la venta de una Suerte deChacra que tiene, compuesta de quatro cientas varas de frente, y una Legua defondo, sita deelotro lado del Arroyo nombrado delos Migueletes que la hubo pordata real que selehizo como á poblador áfavor de su Yerno D.n Jph. Villagran quien de su permiso laestá poseyendo hace muchos años, por haverle este Subministrado ydado hta. Elentero dela cantidad de Ciento treinta, y Siete, p.s moneda corriente enel dicurso demás de Seis años queá que Se halla el mismo d.n Juan Ant. postrado en una cama De una penosa enfermedad que padece como es notorio; en cuia misma Cantidad fue ajustada lsSobre dha. Chacra, y p.a que tenga lo referido elmas cumplido efecto; como mas lugar ay a endro, otorga que vende ydá en venta real p.rjuro deredad. Desde hoy en adelante, y para siempre jamás; porSi, y en nombre de Sus herederos (...) á Saver la mencionada Suerte deChacra (...) q.e linda por el Sur con la deldifunto Jorge Burgués ypor el norte conla del Difunto Silvestre Peres áel enumpciado d.n Jph. Villagran Su Yerno...”[3].
Jorge Burgues –otro tano en esta historia, nacido en Génova, también fundador de Montevideo, su “primer poblador civil”, según Barrios Pintos, por encabezar la lista- además de vecino de Juan Antonio, era su concuñado, casado con Martina de Carrasco y de Melo y Cuitiño.
Hace muchos años entonces, que José Villagrán el (tempranamente fallecido) marido de doña Pancha (la tía y posterior suegra de José Gervasio), posee y trabaja la chacra – lo cerciora también una existencia de trigo y mulas de 1761 que ubica a don “Villagra” en la jurisdicción de “Piedras, Panttanoso y Miguelettes”[3]- de la que ahora se separa legalmente, un muy enfermo y anciano Juan Antonio Artigas (otra vez el abuelo fundador de Montevideo amigo de los caciques de los indios bravos), quedando definitivamente en manos del matrimonio Villagrán- Artigas (los padres de Rosalía Rafaela). En su Breve reseña de la Historia del barrio Peñarol, Edgar Mazza señala que “a 80 metros de la pulpería Pinerolo” vivían los padres de aquel Carmelo que al nacer contó con el padrinazgo de José Gervasio: Jacinto Colman Burgues y Agustina Pérez.
Los Villagrán-Artigas, los Burgues, los Pérez, conviviendo a menos de una cuadra del almacén de los Crosa – Pinerolo; “del otro lado de los Migueletes”. O -según también se desprende de otra “Testamentaria” del año 1783, solicitada por don Martín, el padre de José Gervasio-, en “Una Chacra harriva del Miguelete vendida a D. Josee Villagra”[3], terruño al que sus pobladores ya identificaban como Peñarol.
Desde el siglo dieciocho hubo en Peñarol un campo de Artigas. Muy poco tiempo después del arribo del primero de ellos a la bahía al pie del Monte Uidi. Donado por el Rey y en los primeros lotes de chacras que diseña el terradante Pedro Millán, hasta que Francisca Artigas Carrasco –doña Pancha- lo vende (en su totalidad o en parte).
Sobre “aquel anacronismo y la insólita ubicación de la partida en el folio 209v”[4] se ha expedido Juan Alejandro Apolant en 1965. El genealogista por excelencia que fue; metódico, riguroso, inigualable, estuvo categórico:
“Las partidas en aquellos tiempos no fueron asentadas inmediatamente en los libros parroquiales, sino apuntadas primeramente en borradores (cuadernos u hojas sueltas), y pasadas en oportunidad a los libros, ya sea semanal o mensualmente, o poco antes de una anunciada visita del obispo... Muchos de esos borradores se han perdido, lo que explica la falta de un gran número de partidas... a veces de meses y hasta años enteros (...) Ofreciendo ya las constataciones (el informe de una treintena de páginas es meridianamente claro, al cual es bueno remitirse dada su complejidad de análisis) bastante fundamento y razón para poner seriamente en duda la autenticidad de aquellas cinco partidas en los folios 209v. y 210, entre ellas la de José Gervasio Artigas; un cotejo de las letras, trazos y firmas de ellas con otras genuinas y otras anotaciones, acrecienta la duda y pone –en nuestra opinión- de manifiesto que no fueron escritas ni firmadas por los sacerdotes cuyas firmas ostentan (...) Pagola, en vez de dejar constancia de la transcripción, como lo hizo en varias ocasiones D. Felipe Ortega (y como lo hicieron más tarde, antes y después de Pagola, otros sacerdotes), prefirió firmar las partidas –por razones desconocidas, pero probablemente para darles un aspecto más genuino- con los nombres de aquellos sacerdotes que habían efectuado los bautismos y cuyos apuntes originales extraviados, había encontrado, imitando lo más parecido posible las firmas de ellos”[4].
Las que siguen, son las palabras que cierran este estudio de Apolant, con subrayados que le pertenecen. No pone en duda la fecha de nacimiento de José Gervasio Artigas, entre otras cosas porque el “19 de junio... (es) el día de los mártires San Gervasio y San Protasio (...) pero su partida de bautismo (que figura a folio 209v. del primer libro de bautismos de la Catedral) es, en nuestra opinión, apócrifa y no es una partida original”49, contundencia tal, que invalida cualquier otra consideración.
Digamos por último, fundamentalmente para los muy dudosos, que no sólo la partida de nacimiento de José Gervasio es la del único Artigas que no se halla correlativamente entre las que se anotan ese año de 1764, figurando al final del libro de bautismos. También está en esa «foja 209 vuelta» la de su tía Francisca. Que por supuesto nació mucho antes. ¿Simple casualidad? ¿Habrán estado los borradores de ambas, provenientes de idéntico lugar, ordenadas en una misma carpeta antes de ser llevadas al libro? ¿Qué lugar sería ese?
[1] Autor: Nelson Caula. Publicado en el libro Artigas ñemoñaré, tomo 1, Rosebud Ediciones, año 1999; y el libro Artigas ñemoñaré, tomo 1, edición definitiva – corregida y ampliada, Ediciones B de España en Uruguay, año 2010.
Referencias:
[2] Archivo Artigas, tomo III. Montevideo, 1944. [3] Archivo Artigas, tomo I. Montevideo, 1944. [4] Juan Alejandro Apolant: Génesis de la familia uruguaya. Montevideo, 1966.
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Nelson Caula
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