Copas y diplomacia
La caída de Arosemena
Julio Castro

Es sabido que el alcohol hace a la gente abierta y comunicativa. Pero no es frecuente que una borrachera sea la causa circunstancial de un golpe de Estado. Sin embargo, una confesión pública en un momento de dudosa oportunidad, le costó al Presidente del Ecuador, Carlos Julio Arosemena, su cargo y el inmediato destierro.

 

El miércoles 10 el Presidente dio en Palacio un banquete en honor del Almirante norteamericano Wilfred J. MacNeil, director de la compañía naviera Grace, a quien además, impuso una condecoración. Pronunció en el acto un discurso de texto preparado, en honor de su huésped. Al banquete presidencial asistían varias decenas de dignatarios y sus esposas. Por supuesto que también el Embajador de los Estados Unidos.

 

Pero en el momento menos esperado, el anfitrión, cuyo amor a las copas es verdaderamente pasional, se puso de pie —trabajosamente— y anunció un nuevo discurso, esta vez sin previa preparación. Su otro yo, liberado ya, reclamaba rectificación a cuanto había dicho minutos antes por imposición de la investidura y de las protocolares circunstancias. Dijo entonces, según versión difundida:

 

"El pueblo de Ecuador y el de Estados Unidos gozan de relaciones cordiales, pero éstas sólo existen entre los dos pueblos. El gobierno de Estados Unidos explota a América Latina y explota al Ecuador".

 

Dice la crónica que todavía, dirigiéndose al Embajador norteamericano, agregó: "No se enoje por lo que acabo de decir, porque sólo es mi opinión personal. Espero que comprenderá y que estará de acuerdo."

 

A  lo  que  contestó   el  Embajador:

 

"No señor Presidente. No puedo estar de acuerdo con usted. El gobierno de Estados Unidos es un reflejo del pueblo norteamericano."

 

Horas más tarde las fuerzas armadas pusieron al Presidente Arosemena en un avión y lo fletaron a Panamá.. Desde el jueves 11 una Junta Militar gobierna al Ecuador.

 

El hecho, en su comicidad, tiene un trasfondo de tragedia. Porque el Carlos Julio Arosemena que habló borracho, fue el que dijo verdad. A cambio, el que se había desempeñado horas antes con la corrección debida al protocolo y a la investidura, había leído una composición de circunstancia, con los lugares comunes y las alteraciones a aquélla, que son propias en actos de esa naturaleza. La Grace, cuyo principal recibía una condecoración en la ceremonia, es una empresa naviera monopolista que explota y controla el tráfico entre los puertos del Pacífico. Cuando en el año 1946 se organizó la Flota Mercante Grancolombiana —por los gobiernos de Venezuela, Colombia y Ecuador—, el delegado venezolano, en su informe fundó el acuerdo de este modo: "Nuestros tres países han estado secularmente atados a los Consorcios navieros extraños, que les han impuesto sus tarifas, escalas e itinerarios, sin consultar nuestras peculiaridades. No había otra posibilidad de modificar esta situación que no fuera la de una Marina Mercante propia porque los Consorcios navieros, al sabernos carentes de ella, nos han venido manteniendo ante una dramática disyuntiva: o someternos a sus dictados o retirarnos sus servicios. Nos enfrentamos pues, con este paso a las posibles contingencias que, en el orden de la competencia o el estorbo disimulado, cuando no la abierta represalia puedan originar un esfuerzo material para rescatar todas las posibilidades de transporte a los grupos afectados".

 

La rebelión del otro yo del presidente ecuatoriano bien se justifica frente al acto oficial de una condecoración y banquete otorgados por el Presidente en honor del representarle máximo del más importante de los consorcios monopolistas.

 

Pero el hecho tiene otras raíces que calan más hondo. En junio del año próximo debía realizaré la elección presidencial en el Ecuador, y ya se iniciaba la movilización política con ese fin.

 

El panorama en los días previos a la crisis era el siguiente:

 

—Resurgía el "velasquismo", con la amenaza, —bien conocida después de cuatro experiencias— de convertirse en un movimiento popular avasallador. Aunque, como dijo Galo Plaza, "nadie arroja a Velasco del poder; él mismo se tumba" es cierto también que es el político ecuatoriano que más fácilmente lo conquista. En 1933 obtuvo la presidencia con 62 mil votos, 60% del total; en 1944 fue llamado al Gobierno después de la insurrección popular de Guayaquil; en 1952 fue elegido: 357 mil votos, 43%; y en 1960 con 88 mil, el 43 % de los votantes. El velasquismo es un fenómeno de difícil explicación. Tal vez ésta del propio Velasco Ibarra, tenga valor: "No hay partidos políticos en el Ecuador, oídme bien, no hay partidos políticos ni nada que se parezca a ellos. Sólo hay el partido de las muchedumbres, despiertas, intuitivas, fervorosas, el partido de las masas con sus jefes, directores, consejeros, secretarios, etc.". José María Velasco Ibarra cuatro veces llamado a dirigir los destinos del Ecuador, cuatro veces expulsado de su país, a los 70 años largos, es el candidato popular sí no con mayores, por lo menos con más inesperadas posibi­lidades.

 

—Los conservadores que fueron desalojados del gobierno en 1960 se preparaban para el retorno. Sus maniobras incluían hasta un posible entendimiento con su "adversario tradicional”, el Partido Liberal. Es posible, sin embargo que por la vía abierta el jueves, les sea más posible su aproximación al poder.

 

—El Frente Democrático Nacional —liberales radicales y socialistas— que apoyaban al presidente derrocado, se preparaban para ampliar la base política que sirviera de sostén al gobierno y al frente electoral. Su acción estaba concentrada en la búsqueda "de los planteamientos y el hombre" que hicieran posible la victoria electoral del año próximo y por sobre todo el enfrentamiento con al velasquismo.

 

La incertidumbre en torno a las soluciones electorales debe de haber jugado en la decisión de los militares. El gobierno ecuatoriano de centro-izquierda que en enero del 62 resistió a la presión norteamericana en Punta del Este y que, obligado a romper con Cuba, no se dio a la caza de brujas, aparecía como el sector más favorecido en las posibilidades de éxito. Aplastarlo ahora aprovechando como pretexto la dipsomanía de su titular, era una buena forma de anticiparse a los hechos. La persecución decretada contra los comunistas por la Junta de Gobierno, demuestra que el anticomunismo fue uno de los objetivos que provocó el golpe.

 

 

Pero más allá de los hechos políticos, hay otras causas. Las más profundas y seguramente las decisivas.

 

Ecuador es un país de estructura semicolonial. 4 millones 700 mil habitantes. 50% indígenas, "montuvios" (habitantes de la selva), y "chagras" (campesinos. "Dísece de la persona inculta grosera y suele aplicarse a los no nacidos en la capital"). El "huasipungo", la "minga", la "yanapa", son formas de organización del trabajo.

 

El primero es la parcela que se presta a cambio del trabajo en la hacienda; los otros —de acuerdo a una descripción reciente— son "ofertas de brazos al terrateniente sin remuneración pecuniaria alguna y solo por obtener un pla­to de comida".

 

A tal punto han llegado las cosas que el Episcopado abrió en mayo último el debate sobre la reforma agraria, cuando pidió en una pastoral su pronta sanción al presidente Arosemena. Reclamó el cambio de formas de trabajo rural "que quizá fueran aceptables en la Colonia cuando una minoría de edad de la raza indígena aconsejaba una cierta dependencia para su seguridad pero que de hecho degeneraron con frecuencia en una forma de esclavitud degradante".

 

El partido del gobierno se hizo eco de la iniciativa y en los últimos días se tramitaban estudios en torno a la cuestión. Tan grave es ésta y tal el atraso institucional en lo que tiene relación con la explotación agraria, que factores de centro y aún de derecha promueven, por lo menos el estudio, en torno a posibles soluciones.

 

Los sectores de izquierda, estudiantes y obreros, denuncian esas iniciativas como fórmulas falsificadas en sus propósitos y contenidos. Lo que no impide que contribuyan a dar idea de la insospechada gravedad de la situación.

 

Es posible pues que la amenaza de cambios radicales, impuestos por la necesidad de poner en hora una estructura anacrónica, haya alertado a los beneficiarios "del sistema feudal todavía predominante" ("El Comercio", de Quito) y éstos hayan alentado la siempre despierta vocación de los militares golpistas.

 

 

Queda por último hacer una breve reseña de la "explotación" que denunció el Otro Yo del Presidente Arosemena, y que fue, según parece, el pretexto de su expulsión.

 

Ecuador arrastra el destino histórico de su ubicación. Fue la línea divisoria entre el Virreinato del Perú y el de Nueva Granada; fue el punto donde se dirimió el choque de influencias entre Bolívar y San Martín. Como consecuencia de ello, ha mantenido por más de un siglo una cuestión de límites permanente. Pero además es el frente sur de la defensa del Canal de Panamá y como si eso fuera poco una de sus islas —Galápagos— constituye la última escala territorial en la travesía del Pacífico, a mil millas al sureste del Canal.

 

Frente al Perú sufrió en 1941 la invasión armada de su territorio y el bombardeo de algunas de sus ciudades. Bajo ocupación militar parcial fue obligado a suscribir el Protocolo de Río Janeiro en enero de 1942 en momentos en que, precisamente se realizaba la III Reunión de Consulta de Cancilleres, para la Defensa Continental, a poco más de un mes del ataque al Pearl Harbor. Allí el Ecuador fue presionado por los representantes de Brasil v de los Estados Unidos —Osvaldo Aranha y Sumner Welles— y en esas condiciones firmó el Protocolo por el que perdió la mitad de su territorio.

 

Una de las banderas de Velasco Ibarra ha sido la nulidad del Tratado de Río. Los ecuatorianos lo consideran como una mutilación impuesta al país, y responsabilizan a los Estados Unidos y al sistema panamericano de tal imposición.

 

El otro hecho se refiere a las bases militares. Durante la guerra los Estados Unidos establecieron una en Salinas, costa continental, y otra en Galápagos. La importancia estratégica de éstas ya la había destacado Flagg Bemis: "Las islas Galápagos son para las defensas del Pacífico y para la costa occidental de América Central lo que las Bahamas, las Bermudas y las bases del Caribe son para las defensas del Nuevo Mundo."

 

Durante la Guerra, las fuerzas navales de los Estados Unidos tomaron posesión de las Galáoagos y allí establecieron una base. Según parece la notificación y el acuerdo vinieron después. En 1948 las bases fueron desalojadas, pero misiones navales continuaron controlando, de acuerdo con el gobierno ecuatoriano, las instalaciones.

 

Por último otros tipos de penetración se han acentuado últimamente. La United Fruit está trasladando su base de operaciones de Honduras al Ecuador. Ya la producción de bananas alcanzó en 1962 a 20 millones de racimos, pasando a ser el primer rubro de exportación. Pero las dificultades de colocación en un mercado internacional controlado por el trust, obligaron a mediados de 1962 al gobierno a exonerar de todo impuesto a los excedentes, a fin de facilitar las exportaciones. Los otros grandes rubros, el café y el cacao, están igualmente controlados por los compradores. El último ha bajado en el mercado internacional de 35 centavos de dólar por libra en 1951, a 22 centavos. Respecto del café es bien conocida la serie de dificultades que deben afrontar los países que lo producen.

 

Ecuador, mutilado, en su territorio, oprimido económicamente, manteniendo aún una organización en la que aún sobreviven las formas coloniales de explotación del hombre, tiene razones para expresar su protesta. Su presidente, borracho, dijo lo que, en sus cabales no le hubiera sido posible decir. Pero, al fin y al cabo, fue ése el momento en que expresó fielmente la verdad.

 

Ahora el futuro del país, nuevamente, se ensombrece. No fueron muy limpios los títulos del presidente derrocado en el momento en que advino al poder. Pero mucho más viciados son los de sus sucesores de hoy. "salvadores" a tajo limpio de la democracia al estilo panamericano. En definitiva, una dictadura más. Impuesta esta vez como desagravio a quien hace veinte años los obligó a aceptar la mutilación del país

Julio Castro
Marcha

11 al 18 de julio de 1963

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