Lin Yu caminaba esa mañana ....
Andrés Caro Berta

Lin Yu caminaba esa mañana por el bosque de juncos buscando mariposas para llevar a su amada. Una telita con forma de cono, sostenida por una larga madera era el arma que Lin Yu llevaba para lograr su objetivo.

Pero esa mañana, curiosamente, ninguna mariposa se mostraba en su camino.

Cuando Lin Yu se cansó de buscar, se sentó en un árbol caído y esperó agitado a una señal que le indicara el paso de una de sus perseguidas.

 

Un aire fuerte, como un soplido, rozó su oído derecho. Se dio vuelta y encontró una mariposa extraordinaria. Era del tamaño de todas, quizás un poco más grande, pero tenía forma de mujer. Sus cabellos negros como el carbón volaban con el viento, enormes senos subían y bajaban, hermosas piernas se sostenían en el aire, los brazos delgados hacían maravillas mientras un rostro tierno, con ojos soñadores y unos labios carnosos le observaba, parecía, divertido.

 

Lin Yu impulsivamente apoyó firmemente su mano en la vara y quiso llevar la trampa hacia donde estaba su presa, pero algo lo detuvo. Pensó que podía lastimar las alas de una mujer mariposa tan hermosa como la que tenía enfrente.

 

Ese ser tan hermoso, tan seductor, le hizo gestos de reprobación con sus ojos y le pidió con las manos que se acercara, porque quería decirle algo.

Lin Yu no creía lo que estaba viviendo. Lentamente, y con mucho recelo fue hacia ese cuerpecito tan tierno que tenía enfrente y casi apoyó su oído en el rostro de la mariposa.

 

“Hola”, le dijo esta. “Hola”, le dijo él.

 

Esa mariposa se apoyó cálidamente en los pómulos de Lin Yu, rozó su terso cuerpecito en los labios asombrados del joven, se alejó muy poco haciéndole cosquillas con las alas, le sonrió seductoramente, abrió su boca y se lo comió.

 

Cuando vayas al bosque de juncos de la China, ten cuidado con la princesa de las mariposas, su plato favorito son los hombres.

Andrés Caro Berta

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